Gloria a través del sufrimiento

Gloria a través del sufrimiento

3/26/2018

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. (2 Corintios 4:17)

El sufrimiento no solo nos hace ahora más fuertes, hace posible que soportemos con paciencia, aumenta nuestra fe, nos enseña a confiar en Dios y nos lleva a depender de Cristo y de su Palabra, sino que también determina cómo actuaremos después. Por eso Pablo siguió diciendo que debemos concentrarnos no en el presente, sino en el futuro: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (v. 18).

Cuanto más sufrimiento soportemos, tanto mayor es nuestra recompensa eterna.

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Cómo deleitarse en la Palabra de Dios

MARZO, 26

Cómo deleitarse en la Palabra de Dios

Devocional por John Piper

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca. (Salmos 119:103)

Nunca hemos de reducir el cristianismo a un asunto de demandas, resoluciones y fuerza de voluntad. El asunto es qué es lo que amamos, qué es lo que nos da gozo, y qué es apetitoso para nosotros.

Cuando Jesús vino al mundo, la humanidad estaba dividida de acuerdo a lo que los hombres amaban: «La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz» (Juan 3:19). El justo y el malvado están separados por aquello en lo que se deleitan: la revelación de Dios o los caminos del mundo.

Alguien podría preguntarse: ¿Cómo puedo deleitarme en la Palabra de Dios? Mi respuesta sería dual:

Oremos por nuevas papilas gustativas en la lengua de nuestro corazón, y meditemos en las extraordinarias promesas de Dios para su pueblo.

El mismo salmista que dijo: «Cuán dulces son a mi paladar tus palabras» (119:103); dijo antes: «Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley» (119:18). Él oró, porque tener papilas gustativas santas en la lengua del corazón es un don de Dios. Ningún hombre tiene hambre por la sabiduría de Dios y se goza en ella de manera natural.

Pero cuando hayamos orado, incluso mientras oramos, meditemos en los beneficios que Dios promete a su pueblo y en el gozo de tener al Dios Todopoderoso como nuestro ayudador ahora y como esperanza para siempre.

¿A quién no le gustaría leer un libro cuya lectura lo cambiara de ser paja a ser un cedro del Líbano, o de ser el efecto dust bowl (cuenca de polvo) en Texas a ser un huerto de árboles frutales en Hawái? En el fondo, ninguno de nosotros quiere ser paja —sin raíces, sin peso, inútil—. Todos nosotros queremos tomar fuerzas del río profundo de la realidad y convertirnos en personas útiles y productivas.

Ese río de la realidad es la Palabra de Dios, y los grandes santos se han hecho grandes por ella.


Devocional tomado del sermón “Disfrutar con la ley de Dios”

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El día que encontré un Nuevo Testamento

Lunes 26 Marzo

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo.

2 Corintios 5:17-18

El día que encontré un Nuevo Testamento

«Nací en Matamoros (México) hace 42 años. Tuve una infancia llena de ternura y luego fui a la Universidad. Allí me involucré en diferentes actividades políticas. Tenía la ambición de ser juez o abogado. Mis crecientes éxitos profesionales me ofrecieron todo tipo de posibilidades y… pronto caí en el mundo criminal. Mi ascenso profesional se detuvo repentinamente. Para huir de la policía tuve que dejar el país, pero cuando regresé a México algunos años más tarde, me arrestaron.

Entonces pensé que mi vida se había acabado. Pero un día encontré un Nuevo Testamento en la basura de la cárcel. Empecé a leerlo y quedé muy sorprendido; descubrí como una luz que iluminaba mi vida. Esta luz me hacía tomar conciencia de mis errores, pero también me daba una esperanza. Un día me puse de rodillas y le pedí a Dios que me perdonara. Entonces la carga que me agobiaba dio lugar a una paz inesperada, una paz que nunca había experimentado.

Por medio de Jesucristo recibí una vida totalmente nueva. Poco tiempo después, cuando salí libre, busqué a mi familia. A pesar de todo el sufrimiento que les había causado, mis familiares no me rechazaron. Algunos meses más tarde toda mi familia creyó en el Señor Jesucristo. ¡Fue una nueva vida para todos! Y todo comenzó el día en que encontré un Nuevo Testamento en la cárcel».

Federico

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Éxodo 38 – Hechos 26:19-32 – Salmo 37:1-7 – Proverbios 12:9-10