HAY QUE RECONOCER LA TRAMPA

Octubre 26

HAY QUE RECONOCER LA TRAMPA

Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.

(Santiago 1:14)

La tentación no viene de Dios, sino de adentro. El vocablo tentado se empleaba en contextos de cacería para describir animales que se atraen a las trampas, y se emplea seducido para describir pescar con una carnada. Toda persona es tentada cuando la trampa del pecado tiene una carnada que apela a su lujuria. La lujuria de una persona que responde a la seducción de la trampa la atrae engañosamente hasta el punto que es atrapada.

¿Qué nos impulsa tanto hacia la carnada? No es Dios. Y tampoco lo son Satanás, ni sus demonios, ni el sistema malvado delmundo el que nos seduce para que mordamos el anzuelo. Es nuestra naturaleza lujuriosa la que nos impulsa a morderlo. Nuestra carne, nuestra naturaleza caída, tiene un deseo de lo malo.

Desde una perspectiva espiritual, el problema es que, aunque hemos sido redimidos y hemos recibido una nueva naturaleza, tenemos todavía un enemigo dentro. La pasión interior de la carne, no Dios, es la culpable de que seamos tentados a pecar.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

 

CEDER LOS DERECHOS

CEDER LOS DERECHOS

Charles R. Swindoll

26 de octubre, 2018

Proverbos 24, 25

Si aceptamos que el resentimiento es venenoso para el alma y que Dios demanda que nos deshagamos de él, la siguiente pregunta es obvia: ¿cómo? ¿Cómo podemos deshacernos de esta actitud tóxica? Es aquí donde la Biblia viene a nuestro rescate. Debemos hacer algo doloroso dentro de nosotros mismos: debemos ceder nuestro derecho de buscar nuestra propia justicia. Este es el primer paso para perdonar a alguien.

La injusticia le pertenece a Dios. Hay una buena razón por la cual queremos justicia. La justicia es una cualidad que Dios comparte con nosotros por ser hechos a Su imagen. Dios es justo. Dios recompensa el buen comportamiento y permite que los malos sufran el castigo por sus obras.

No hay ningún lugar en la Escritura donde se diga que el concepto de la justicia sea algo malo. Tampoco encontrara ninguna condenación para aquellos que desean la justicia. No obstante, Dios nos ha llamado a que le entreguemos todos los asuntos que requieren justicia y cedamos nuestro derecho. Dios habló de esto al principio de la historia de Israel:

«Mia es la venganza, yo pagaré; a su debido tiempo su pie resbalará. Porque está cercano el día de su calamidad, y lo que les está preparado se apresura. Ciertamente el SEÑOR juzgará a su pueblo y tendrá misericordia de sus siervos» (Deuteronomio 32:3536).

El proverbio nos asegura nuevamente: No te enfurezcas a causa de los malhechores ni tengas envidia de los impíos; porque no habrá un buen porvenir para el malo, y la lámpara de los impíos será apagada (Proverbios 24:1920).

Dios nos da Su promesa solemne de que Él se encargará de la justicia a nuestro favor y cumplirá su función de juez con toda integridad. Esta promesa nos libera de esas heridas pasadas para enfocarnos en buenas decisiones, con el deseo de crear un futuro mejor. El apóstol Pablo decía que así «damos lugar a la ira de Dios» para que Él haga Su trabajo.

«No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres. Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor». (Romanos 21:17-19)

Reflexión: Los primeros dos pasos para perdonar a alguien es ceder su derecho de hacer su propia justicia por el daño que le han hecho. Por cada una de las personas en la lista de los que le han ofendido, haga la siguiente oración y marque la fecha:

«Señor, el día de hoy entrego mi derecho de hacer justicia con respecto a ___________________ y el daño que esa persona me hizo. No buscaré retribución ni me deleitaré en sus caídas. La justicia es tu responsabilidad. Amén».

No se apure con este proceso. Quizás necesite varios días antes de que pueda orar de manera sincera por cada persona en su lista. Vaya haciéndolo, nombre por nombre, y de manera genuina abandone su derecho de hacer justicia por su propia mano.

La justicia es una cualidad que Dios comparte con nosotros por ser hechos a Su imagen.

Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Jesús ha resucitado (1)

Viernes 26 Octubre

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.

1 Pedro 1:3

Jesús ha resucitado (1)

¡Jesús ha resucitado! Este era el gran testimonio de sus discípulos. Algunos de ellos habían estado cerca de la cruz cuando Jesús murió, otros habían huido, pero todos estaban desanimados y tristes ante la constatación de que su Maestro y amigo había muerto luego de un juicio inicuo. Sin embargo, días después, llenos de valentía y gozo, esos mismos discípulos pudieron proclamar por todas partes, a veces poniendo en peligro sus vidas, que Jesús había resucitado.

«Esos testigos de la resurrección de Jesús no pueden haber sido víctimas de una ilusión, y mucho menos haber mentido. El carácter moral de los apóstoles, sus convicciones concretas, las burlas y las persecuciones que sufrían por el hecho de predicar a un Mesías muerto y resucitado, disipan totalmente cualquier suposición de este tipo. Así, los testigos son totalmente dignos de ser creídos, y los testimonios que dieron a la resurrección de Jesucristo, punto central de su fe y de su predicación, son claros, explícitos, unánimes» (C. Barbut).

El punto de partida y el fundamento de la esperanza cristiana no es, pues, una filosofía, sino un hecho establecido (la resurrección de Jesús), extraordinario, que certifica y da testimonio al amor y a la omnipotencia de Dios.

Creyentes, tenemos certezas sobre nuestro futuro porque ya empezó con Jesucristo, el hombre resucitado.

(mañana continuará)

Deuteronomio 20 – Juan 12:1-26 – Salmo 119:49-56 – Proverbios 26:7-8

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