LA ACTITUD DE UN SIERVO

Diciembre 10

LA ACTITUD DE UN SIERVO

Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:33)

Pocos en la iglesia actual están consagrados a Jesucristo como lo estuvo el apóstol Pablo. Pablo ejemplifica de lo que hablaba Cristo cuando dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lc. 9:23). Pablo vivía tan entregado a nuestro Señor que no le importaba si vivía o moría. Esa es una actitud de la que prácticamente no se oye en nuestra época materialista y ególatra. La mayoría de las personas hoy viven para todo menos para lo que Pablo vivía.

Pablo seguía sintiendo gozo siempre que su Señor fuera glorificado, aun cuando fuera él mismo amenazado de muerte. Lo único que le importaba era que se siguiera difundiendo el evangelio, que se predicara a Cristo y que se exaltara al Señor. La fuente de su gozo estaba totalmente relacionada con el reino de Dios.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com
la verdad para hoy

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UN MENSAJE DE DIOS

UN MENSAJE DE DIOS

Charles R. Swindoll

10 de diciembre, 2018

Salmos 8

David continúa su servicio de adoración, compartiendo un mensaje de Dios que por ende, es el tema principal de esta composición. Podemos imaginarnos a David frente al pueblo predicándole acerca de la gracia de Dios y de cómo ese pueblo necesita de su Creador.

Primero, él considera la lastimosa deficiencia de la humanidad. Lea los versículos 3 y 4 lentamente. Medítelos y participe del concepto que David quiere presentar:

Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has formado, digo: «¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; y el hijo de hombre, para que lo visites?»

El término hebreo que se traduce como «contemplo» es un verbo que significa observar, ver o analizar. David se encontraba al aire libre en medio del esplendor de este fenómeno natural. Al mirar a su alrededor él se dio cuenta de la grandeza de Dios. Todos hemos tenido esa misma experiencia. Nos fijamos en el cielo y nos llenamos de asombro. «Contemplamos» la expansión del universo y su majestuosidad es invariablemente abrumadora.

David se refiere a la creación de Dios como, «la obra de tus dedos». Se puede decir que la creación del universo fue sencillamente, «la obra de los dedos» de Dios. La salvación, sin embargo, representa «la obra de su brazo» (Isaías 52: 10; 53: 1; 59: 16; Salmo 77: 15).

Cuando David hace la pregunta: «¿Qué es el hombre?» David utiliza un término muy poco común para el ser humano: Enosh. Esta palabra proviene de un verbo hebreo que significa ser débil, frágil o enfermizo. En otras palabras: «en comparación con tu esplendor y tu majestad, Señor, ¿qué es esta humanidad débil frágil e ínfima?» Según David, Dios pasa por alto nuestro estatus inferior y actúa a favor de la humanidad de dos maneras significativas: piensa en el ser humano y lo cuida.

¿Qué significa esto? El concepto de que Dios piensa en el ser humano significa que Dios nos recuerda. Y el segundo concepto de que nos cuida significa que él nos pone atención. ¡Qué maravillosa verdad!

Si el afán de sentirse abandonado lo tiene entre sus garras, piense en esto: el Dios que creó todo el asombroso universo se acuerda y cuida de personas como usted y como yo. Es fácil creer que Dios tiene más cosas que hacer que preocuparse por nosotros. Sin embargo, Pedro nos recuerda que: «él [Dios] tiene cuidado de usted» (1 Pedro 5: 7). Dios nunca abandona a los suyos.

Esto hace que David reflexione en la gracia de Dios:

Lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo has coronado de gloria y de esplendor. Le has hecho señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto debajo de sus pies: ovejas y vacas, todo ello, y también los animales del campo, las aves de los cielos y los peces del mar: todo cuanto pasa por los senderos del mar. (Salmo 8: 5-8)

A pesar de la vasta diferencia entre Dios y el hombre, David declara que el Señor nos ha dado su amor y le ha dado a la humanidad un lugar de dignidad e importancia en este mundo. Fuimos hechos inferiores a los ángeles en términos de poder pero no obstante hemos sido coronados con gloria y majestad. Además, nos dio la responsabilidad y el privilegio de gobernar su creación como sus virreyes (Génesis 1: 28-30).

Hebreos 2:6-9 aplica estos versículos a Jesucristo, y de esta forma convierte esta sección del salmo 8 en versículos mesiánicos y proféticos. Históricamente hablando, sin embargo, estos versículos se aplican a todos los seres humanos. Aunque Jesús es el hijo de Dios, compartimos este honor y esta responsabilidad con el. ¡Asombroso!

Afirmando el alma: Esta noche, salga a caminar bajo las estrellas, y si puede hacerlo recuéstese y mire hacia el cielo. Mientras analiza el vasto espacio estelar, recuerde que Dios le ama de manera individual y por si eso fuera poco le ama más que el universo mismo. Después examine sus propios hábitos y decisiones. ¿Lo hace con la motivación de ganarse el amor y el respeto de los demás o de Dios?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Andar en la luz

Lunes 10 Diciembre

(Jesús dijo:) Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Juan 8:12

Andar en la luz

Cada tarde la enfermera contaba una historia bíblica a los niños de las calles de una ciudad africana; luego les servía una comida sencilla. Pero, ¿dónde estaba Paki aquella tarde? ¿Por qué no estaba sentado con los demás niños alrededor del fuego? El día anterior había robado unas naranjas en el jardín del hospital, y al escalar el muro se había lastimado un pie. ¡Tal vez la enfermera lo había visto! Aquella tarde se sentó lejos, detrás de un árbol, y desde allí escuchó la historia bíblica. Sin embargo, ¡cómo le hubiese gustado estar junto a los demás, a la luz y al calor del fuego!

Cuando la historia terminó, de la cocina llegaron platos humeantes con arroz. Los niños comían felices. ¡Paki no sabía qué hacer! Desde que había robado las naranjas no había comido nada. ¿Debía quedarse en aquel lugar oscuro, o aventurarse a salir a la luz? Después de un momento de lucha interior, se levantó y fue cojeando hasta el fuego.

«¡Ven rápido Paki, pronto las ollas estarán vacías!», le dijo la enfermera mientras le daba un plato de arroz.

Cuando los demás niños se fueron, ella tomó a Paki por la mano, le curó la herida y habló con él. Le preguntó qué le había sucedido, y Paki le confesó que había robado. La enfermera le perdonó de todo corazón, y el niño dejó el hospital muy feliz. Aprendió que ante la luz todos los pecados son visibles, pero también que, al confesarlos y reconocerlos, pueden ser perdonados. ¡Qué contento estaba por no haberse quedado en la oscuridad!

Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos (1 Juan 1:9).

Jueces 3 – Apocalipsis 3:7-22 – Salmo 139:19-24 – Proverbios 29:17-18

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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