Los cristianos y la Navidad

Diciembre 17

Los cristianos y la Navidad

El que hace caso del día, lo hace para el Señor. (Romanos 14:6)

Los puritanos de los primeros años en América del Norte rechazaron por completo las celebraciones de la Navidad. Deliberadamente trabajaban el 25 de diciembre para demostrar su menosprecio. En 1644 se aprobó una ley en Inglaterra que reflejaba una influencia puritana parecida. La ley establecía oficialmente el día de Navidad como día de trabajo. Durante algún tiempo en Inglaterra era literalmente ilícito cocinar pudín de pasas o pastel de fruta para esa festividad.

Por lo general hoy los cristianos no se oponen a la celebración de la Navidad. La festividad misma no significa nada, y el observarla no es cuestión de bueno o malo. Como escribiera Pablo: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios” (Ro. 14:5-6).

Cada día, incluso el de Navidad, es una celebración para nosotros que lo conocemos y lo amamos.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.comUsted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

 

LA NORMA DE VIDA DE DIOS

LA NORMA DE VIDA DE DIOS

Charles R. Swindoll

17 de diciembre, 2018

 Salmos 15

Benjamín Franklin dijo una vez que el Salmo 15 de David era el «salmo de un caballero». Para él, representaba el parámetro de vida con el cual un caballero debía medir su propia vida. Esa es una buena descripción, pero la canción de David es aún más profunda. Yo diría que es el «salmo del cristiano». Esa canción expresa, no tanto la forma en que la persona encuentra al Señor, sino más bien la forma en que debemos vivir una vez que el Señor ha entrado en nuestras vidas. En otras palabras, el salmo no trata sobre la forma en que alguien se hace cristiano, sino más bien como un cristiano debe mantener una vida de integridad. Expresa muchas de las características éticas y morales que Dios desea en la vida diaria de sus hijos, ya sea en público o en privado.

No debería sorprendernos saber que vivimos en una época de integridad raquítica. Haga una pausa por un momento y recuerde algunos de los ejemplos más prominentes:

Oficiales militares que se encontraban en una embajada en el extranjero, y que tenían la responsabilidad de proteger documentos confidenciales, intercambiaron nuestros secretos por gratificación sexual.

Los escándalos sexuales en la política se han vuelto algo común aun en que aquellos que defienden los «valores familiares».

Hombres y mujeres que dirigen las mayores instituciones financieras se han aprovechado de sus clientes y aun del gobierno de los Estados Unidos con tal de obtener una ganancia financiera.

Aun el mundo religioso no ha escapado a la descomposición de su integridad. Escándalos sexuales y el abuso de los fondos ministeriales han manchado el rostro de varios tele-evangelistas y con ello también han afectado el testimonio de otros ministerios en los medios de comunicación, sin importar que éstos sean totalmente transparentes. Cuando una nube de sospecha aparece por encima de varios personajes famosos, aun los personajes que no son famosos sienten el efecto de su sombra.

Al igual que muchas de las canciones de David, no podemos saber que fue lo que hizo que David escribiera este salmo. Tal vez fue algo intencional.

Al dejar de lado los detalles personales, David nos permite escribir nuestros propios detalles. Sus palabras se convierten en nuestras palabras al lamentarnos por el afán de una integridad debilitada.

Además de las preocupaciones específicas de David y de las nuestras, el contexto bíblico es más amplio y eso le da un significado muy especial a este salmo. Permítame explicarle.

En el momento que un pecador creyente le da su corazón a Jesucristo, se convierte en recipiente de una gran cantidad de bendiciones espirituales. Estas se convierten en nuestra herencia eterna, la cual nunca cambia. Nos volvemos hijos de Dios (Juan 1:12), somos adoptados en su familia para siempre (Romanos 8:14-17), somos sellados y asegurados en él (Efesios 1:13), hemos sido liberados de la oscuridad al amor de Dios (Colosenses 1:3), somos miembros del sacerdocio (1 Pedro 2:9), etc. estas cosas nunca cambian, sin importar cuál sea nuestro caminar en Cristo. Son nuestra herencia permanente. De esta forma, representan nuestra posición eterna e inmutable ante los ojos de Dios.

Pero también otra cosa es cierta: tenemos una comunión temporal con nuestro Dios. Desde el momento de la salvación, el hijo de Dios tiene el privilegio de vivir bajo el control del Espíritu Santo. Sin embargo, la posibilidad opuesta también existe: el creyente, puede elegir pecar y caminar bajo la carne y por ende romper esa comunión temporal. Cuando el cristiano decide rechazar el poder y las bendiciones de Dios y salirse de esa comunión con Dios, automáticamente está entrando en el área de la disciplina divina. Permítame agregar, eso sí, que esta pérdida trágica de nuestra comunión temporal no necesita durar mucho tiempo. Si el creyente confiesa sus pecados (1 Juan 1:9) y comienza a caminar nuevamente en una dependencia total del Espíritu Santo (Gálatas 5:16; Efesios 5:18), esa comunión temporal será restaurada inmediatamente.

Déjeme aclarárselo de otra forma. Si usted le ha confiado su vida a Cristo, su destino eterno está asegurado, aun a pesar de sus fracasos personales. Sin embargo, usted puede ser excluido de los beneficios de la comunión con Dios en esta vida. Usted puede abandonar la comunión de la mesa del banquete de Dios y elegir comer la cáscara del pecado. Y por ende, usted cosechará las consecuencias de sus elecciones en esta vida: una mala nutrición, soledad, sufrimiento y arrepentimiento.

¿De qué manera esto tiene que ver con el Salmo 15? Esta canción divina tiene que ver con nuestro caminar en el área de la comunión temporal con Dios. De hecho, nos menciona algunas cosas que debemos hacer dentro del marco de referencia de esa comunión. Este salmo trata con esas obras de justicia promovidas por el Espíritu Santo mientras caminamos en dependencia total de nuestro Dios. Cuando estas cosas comienzan a disiparse de nuestras vidas, nuestra integridad inevitablemente se debilita y finalmente dañamos nuestro testimonio.

Afirmando el alma: Una integridad debilitada es un proceso similar a la erosión, algo gradual que con frecuencia se pasa por alto hasta que causa un daño catastrófico. Ninguno de nosotros es inmune a ello; todos debemos estar alerta. ¿Ha notado que su propio parámetro ha comenzado a debilitarse? ¿Es ese el resultado de ser una persona más llena de gracia o es más bien una señal de que usted no está siendo estricto con sus parámetros?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

La gracia da y la fe recibe

Martes 17 Enero

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.

Romanos 3:24

La gracia da y la fe recibe

Rechazar un regalo significa privarse a sí mismo de ese regalo, pero también es ofender al que lo da. Cuanto más precioso sea el regalo, tanto más grande es la pérdida para el que lo rechaza y la ofensa para el dador. Dios dio a su Hijo unigénito para salvar a todos los que creen en él. No creer en él es, en el fondo, despreciar el regalo de Dios. ¡Qué pérdida y qué afrenta!

Pues bien, muchas personas no quieren recibir el maravilloso regalo de Dios. Pero, ¿cuál es el obstáculo? Probablemente la indiferencia hacia Dios unida al materialismo existente. Pero también existe una razón más oculta: si Dios es un Dios de bondad, es igualmente santo, y la conciencia no está nada cómoda en este plano. Nos gustaría presentar a Dios buenas obras para ser aceptados ante él, para parecer justos. Pero Dios declara: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Y Jesús dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32). A estos pecadores Dios les ofrece su gracia. Por definición, la gracia se dirige a aquellos que solo merecen el juicio.

Las innumerables religiones inventadas por los hombres exigen hacer algo para merecer el perdón. ¡Pero nadie puede hallar a Dios basándose en esto! Solo el Evangelio ofrece, por la gracia divina, el perdón a todos los hombres, pues todos somos pecadores.

Si usted admite ser un pecador, reúne la única condición necesaria para recibir el perdón gratuitamente. ¡Recíbalo con sencillez y agradecimiento!

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1).

1 Samuel 14:1-22 – Mateo 12:1-37 – Salmo 10:12-18 – Proverbios 3:21-26

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