El cumplimiento de la ley

Enero 8

El cumplimiento de la ley

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mateo 5:48)

Jesús se enfrentó a gran oposición durante su ministerio cuando no estuvo de acuerdo con la teología judía contemporánea (Mt. 15:1-3). Como era hipocresía, rechazó la presunta devoción de los fariseos.

Muchos en su época decían: “¿Está Jesús diciendo una nueva verdad? ¿Está realmente hablando en nombre de Dios? Él no dice lo que dicen los fariseos. En realidad, dice lo opuesto de lo que se nos enseña”.

Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt. 5:17). Jesús no condenó la ley del Antiguo Testamento, sino que condenó la tradición que se había creado alrededor de ella. Los guías religiosos habían pervertido tanto la ley de Dios que Jesús declaró: “Os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (v. 20).

¿De qué justicia depende usted? ¿De la suya o de la de Cristo?

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, www.portavoz.com

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¿Cómo está su alma?

Martes 8 Enero

En quien creyendo… os alegráis… obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

1 Pedro 1:8-9

¿Cómo está su alma?

Mire a los ojos a uno de sus seres queridos, o mírese usted mismo en un espejo. ¿Puede escapar a esta convicción profunda de que el hombre no está hecho simplemente de carne y huesos, sino que posee un alma inmaterial?

Jesús hizo una pregunta seria: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37). También refirió una parábola concerniente a un hombre que había almacenado muchos bienes y se decía a sí mismo: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:16-20).

Estas palabras son muy actuales. Gastamos una energía considerable para asegurar nuestro futuro terrenal y el de nuestros hijos; cuidamos la salud y el bienestar de nuestro cuerpo, e incluso velamos por la protección del planeta. Pero, ¿hemos pensado en nuestra alma? Lo que está en juego no es nuestro futuro terrenal, sino la suerte eterna de nuestra alma: perdida o salvada.

¿Qué hacer para ser salvo? Poner nuestra confianza en Jesús. En la cruz el Señor Jesús adquirió una salvación completa para todo el que cree en él, la cual concierne a todo nuestro ser, cuerpo y alma: el perdón de los pecados y la salvación de nuestra alma, pero también la resurrección futura de nuestro cuerpo. Su promesa es segura: “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).

1 Samuel 4 – Mateo 6:19-7:6 – Salmo 5:8-12 – Proverbios 2:10-15

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