Dése a sí Mismo

Enero 28

Dése a sí Mismo

Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas. (1 Tesalonicenses 2:8)

Tuve el privilegio de asistir al seminario a fin de estudiar para el ministerio. Aprendí mucho de los libros que leí, las notas que tomé y los ensayos que escribí. Pero aprendí mucho más de la vida de los hombres que me enseñaron. En vez de concentrarme en lo que decían, me encontraba en por qué lo decían.

Eso es lo que Pablo hizo con los romanos. En realidad dijo: “Antes de darles mi teología, déjenme darme a mí mismo”. Pablo es un modelo para todos los que sirven a Cristo. Siga el ejemplo de Pablo y comience a darse a sí mismo.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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Bienaventurados los pobres en espíritu (1)

Lunes 28 Enero

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Mateo 5:3

Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará el Señor.

Salmo 41:1

Las bienaventuranzas

Bienaventurados los pobres en espíritu (1)

Las bienaventuranzas expresadas por el Señor Jesús en el evangelio de Mateo (cap. 5:3-12) hacen eco a las numerosas bienaventuranzas del Antiguo Testamento. Se trata de promesas que Jesús hizo a sus discípulos, y son válidas para todos los que ponen su confianza en él.

Esas promesas de felicidad nos sorprenden y tal vez nos desafían. ¿Cómo puede uno estar verdaderamente feliz cuando pasa por las aflicciones mencionadas en Mateo 5? Jesús nos dio ejemplo y comprende nuestros sufrimientos. Él no menosprecia nuestras lágrimas, pero nos promete una felicidad duradera, incluso eterna, porque esa felicidad refleja ya algo del “reino de los cielos”.

Esta es la promesa de la primera bienaventuranza: “Bienaventurados los pobres (o los humildes) en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Esta promesa del reino de Dios no es anunciada a los que se creen ricos, a los que están satisfechos de sí mismos y a menudo son orgullosos, sino a los humildes, a los que no tienen nada que hacer valer, ni buenas intenciones, ni actos generosos. Van a Dios con las manos vacías, para recibir por la fe su perdón y entrar en su reino.

Ese reino designa una realidad nueva inaugurada por la venida de Jesús. Esa realidad aparece donde no domina más la contienda, los celos, sino la justicia, la paz, el gozo (Romanos 14:17). Nace primeramente en nuestro corazón, cuando reconocemos el señorío de Cristo, la autoridad de su amor en nuestra vida.

(continuará el próximo lunes)

1 Samuel 22 – Mateo 18:1-14 – Salmo 18:1-6 – Proverbios 5:21-23

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