Nuestro Salvador inmaculado

Marzo 31

Nuestro Salvador inmaculado

[Cristo] no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. (1 Pedro 2:22-23)

Jesucristo tiene que haber estado en el pensamiento de Pedro cuando escribió los versículos de hoy porque fue testigo del dolor de Jesús, aunque de lejos. A pesar de lo severo de su dolor, Cristo no cometió pecado alguno de palabra o de hecho.

Isaías 53:9 dice: “Nunca hizo maldad”. “Maldad” se traduce como “desobediencia” en la Septuaginta (la versión griega del Antiguo Testamento hebreo). Los traductores entendieron que “maldad” se refería a la desobediencia a la ley de Dios, o el pecado. A pesar del trato injusto que tuvo que soportar, Cristo no pecó ni podía pecar (cp. 1 P. 1:19).

Isaías 53:9 añade: “Ni hubo engaño en su boca”. Por lo general el pecado hace su primera aparición en nosotros por lo que decimos. En Jesús no había pecado alguno, ni externa ni internamente.

Jesucristo es el ejemplo perfecto de cómo debemos reaccionar ante el trato injusto porque Él soportó el peor trato que pueda soportar persona alguna, y sin haber pecado nunca.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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El rostro de la alegría

Domingo 31 Marzo

La luz de los justos se alegrará.

Proverbios 13:9

En quien (Jesús) creyendo… os alegráis con gozo inefable y glorioso.

1 Pedro 1:8

El rostro de la alegría

Desde su nacimiento, el cristianismo es la proclamación del gozo. “Os doy nuevas de gran gozo… que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”, dijo el ángel a los pastores, anunciándoles el nacimiento de Cristo (Lucas 2:10-11).

A lo largo de los evangelios también se menciona el gozo: Zaqueo “descendió aprisa, y le recibió gozoso” (Lucas 19:6). Es el gozo de haber encontrado al Señor, de sentir el amor de Dios, ese amor que transforma la vida y trae la salvación.

La mañana de la resurrección, varias mujeres fueron a la tumba donde había sido puesto el cuerpo del Señor Jesús. Allí un ángel les hizo el sorprendente anuncio de la resurrección del Señor, y ellas, “con temor y gran gozo”, corrieron a dar la feliz noticia a los discípulos (Mateo 28:8).

Antes de su ascensión, Jesús prometió a sus discípulos su presencia espiritual con ellos: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). En adelante, por la fe conservarían el precioso recuerdo de la persona de Cristo resucitado, después de los terribles sufrimientos de la crucifixión. ¡Qué gozo! Gozo por la liberación, gozo por el amor que venció al mal, al pecado y a la muerte.

El evangelio de Lucas termina mencionando este gozo, después de la ascensión del Cristo resucitado: los discípulos “volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios” (Lucas 24:52-53).

Ezequiel 24 – Gálatas 1 – Salmo 37:35-40 – Proverbios 12:19-20

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