No amenace

Abril 2

No amenace

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:24)

Jesús “no amenazaba” a pesar de un increíble sufrimiento (1 P. 2:23). Lo escupieron, le tiraron de la barba, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y atravesaron con clavos su carne para asegurar su cuerpo a una cruz. En cualquier otra persona, semejante tratamiento injusto habría provocado sentimientos de venganza, pero no en Cristo. Él era el Hijo de Dios, Creador y Sustentador del universo, santo e inmaculado, con el poder de enviar a quienes lo atormentaban al fuego eterno.

Pero Jesús nunca amenazó a sus verdugos con juicio inminente; más bien los perdonó. Cristo murió por los pecadores, incluso por quienes lo perseguían. Sabía que la gloria de la salvación podía alcanzarse solamente por la senda del sufrimiento, de modo que aceptó su sufrimiento sin amargura, sin enojo y sin espíritu de venganza. Que pueda reaccionar usted de igual modo ante su propio sufrimiento.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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Bajo su control

Martes 2 Abril

A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Romanos 8:28

Bajo su control

Para el cristiano todas las circunstancias de la vida, pequeñas o grandes, deberían ser la ocasión de sentir la mano sabia y llena de amor de su Padre celestial. Que me suceda una cosa feliz o triste, Dios quiere que la considere como un mensaje de su parte.

Antes de abrir mi correo, puedo preguntarme: «¿Qué quiere Dios enseñarme?». Me anuncian una visita: «¿Qué voy a recibir, o a dar, de parte de Dios?». Y si se trata de un acontecimiento importante, con mayor razón trataré de vivirlo con Dios. Debo someterme a una operación: él quiere enseñarme a confiar más en él. Si Dios me da un hijo: ¿estoy presto a criarlo para él? Un ser querido se va: Dios quiere compartir mi pena y hacerme experimentar la realidad de sus consolaciones.

En el fondo, todo lo que sucede en la tierra –cambios políticos, conmociones económicas, catástrofes naturales– está bajo su control; nada debe dejarme indiferente. Satanás intenta privar al creyente de tal convicción, persuadirlo de que las circunstancias de la vida son debidas a la fatalidad; pero nada me sucede sin la voluntad soberana de mi Dios.

Comencemos cada uno de nuestros días con este pensamiento grabado en nuestro espíritu: Dios está presente en todo lo que me va a suceder. Pidamos al Señor: “Hazme oír por la mañana tu misericordia”. Luego, a lo largo del día: “Hazme saber el camino por donde ande” (Salmo 143:8).

“¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?” (Lamentaciones 3:37).

Ezequiel 26 – Gálatas 3 – Salmo 38:9-14 – Proverbios 12:23-24

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