Sufrimiento con propósito

Abril 22

Sufrimiento con propósito

Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre. (Hebreos 6:20)

El propósito de Cristo al llevar nuestros pecados en la cruz y soportar las tinieblas de la muerte fue abrir el camino hacia Dios. El apóstol Pedro dijo que Cristo murió “para llevarnos a Dios” (1 P. 3:18). Dios mostró simbólicamente esa verdad al rasgar el velo del templo de arriba abajo, abriendo el lugar santísimo al acceso inmediato de todos los adoradores (Mt. 27:51). Como sacerdotes, todos los creyentes pueden entrar a la presencia de Dios (1 P. 2:9; He. 4:16).

El verbo griego traducido como “pueda llevarnos” (1 P. 3:18) expresa el propósito de la obra de Jesús. Se empleaba a menudo el verbo cuando se estaba presentando a alguien. La forma nominal de la palabra se refiere al que hace la presentación. En la época de Cristo, los funcionarios de las cortes antiguas controlaban el acceso al rey. Una vez que estaban convencidos del derecho de ese acceso de una persona, el funcionario llevaba a esa persona a la presencia del rey. Y esa es precisamente la función que Jesucristo desempeña por nosotros ahora. Como Él dijo: “Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn. 14:6). Él vino para llevarnos a la presencia del Padre.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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Conflictos perpetuos

Lunes 22 Abril

Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.

Tito 3:3

(Jesús dijo:) No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

Juan 3:7

Conflictos perpetuos

Desde la escuela materna los niños casi siempre se pelean por objetos irrisorios, los cuales los harían reír algunos años más tarde. En el colegio está en juego algo mucho más serio, y las peleas a veces terminan en dramas irreparables. Por último, de manera diferente pero también resuelta, los adultos luchan por un lugar en la sociedad, en el mundo laboral, en la escena política… El hombre es un obstinado en la discusión. Quiere tener más que el otro, quiere que lo escuchen o lo respeten, quiere imponer sus verdades (o lo que cree ser la verdad). De allí vienen los conflictos, las amenazas, los odios y antipatías de toda clase, los cuales desde Caín se multiplican. Aunque todo el mundo está de acuerdo en el beneficio que habría si nos comprendiéramos y nos soportáramos, las pasiones, la ambición, el orgullo, el egoísmo incitan a los individuos unos contra los otros.

A pesar de los numerosos esfuerzos por incentivar la paz y el respeto a los demás, si el corazón no cambia, el mundo seguirá siendo un lugar de conflictos. No se puede esperar ninguna mejoría global, pero Dios, quien es amor (1 Juan 4:8), desea transformar el corazón de cada hombre dándole una nueva vida, la de Jesucristo. Solo a través de esta nueva vida somos capaces de amar a nuestro prójimo. Fue lo que Cristo hizo en la tierra, yendo incluso a dar su propia vida por nosotros (1 Juan 3:16). Ese amor que lo animaba es ahora “derramado” en el corazón del creyente (Romanos 5:5).

Ezequiel 44 – 2 Pedro 2 – Salmo 46:8-11 – Proverbios 14:7-8

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