Una conciencia limpia

Abril 30

Una conciencia limpia

¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos 9:14)

Nuestra seguridad en Cristo resulta de “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios” (1 P. 3:21). La palabra griega para “aspiración” se refiere a un compromiso, en este caso estando de acuerdo en cumplir ciertas buenas condiciones exigidas por Dios antes de ser puesto en el arca de seguridad (Cristo).

A las personas no regeneradas las condenan su conciencia. Alguien que pide a Dios una buena conciencia está hastiado de su pecado y desea ser liberado de la carga de culpabilidad que lleva. Tiene un temor agobiante del juicio venidero y sabe que solo Dios puede librarlo. Él desea la limpieza que se efectúa mediante la sangre de Cristo (cp. He. 10:22). Así que se arrepiente de su pecado y pide perdón.

Cuando Cristo sufrió en la cruz, el infierno lanzó toda su furia contra Él, y los impíos desahogaron su odio contra Él. Pero a través de ese sufrimiento Él sirvió como arca de seguridad para los redimidos de todas las épocas. Y como triunfalmente dio salvación mediante su sufrimiento, estamos seguros en Él.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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Liberado cada día

Martes 30 Abril

Ayúdame, Señor Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.

Salmo 109:26

Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié.

Salmo 25:20

Liberado cada día

–Tengo tantos problemas, ¿cómo salir de ellos?

Dios no nos prometió eliminar nuestros problemas, pero él es el “Dios de paz” y el “Padre de misericordias”. Esos no son solo títulos, sino caracteres reales del que cada día trae la paz a sus hijos. Jesús dio un hermoso ejemplo de esa paz y misericordia cuando calmó la tempestad que tenía aterrorizados a sus discípulos en la barca. Y enseguida les preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25). Es por la fe que obtenemos la paz de cada día.

–Sé que hay muchas cosas malas en mi vida, ¿cómo renunciar a ellas?

La Palabra de Dios nos hace tomar conciencia del mal que hacemos, y estamos confusos. El Señor Jesús “murió por nuestros pecados”, y lo necesitamos a él para dejar de hacer el mal. La misma Biblia nos enseña que “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él… a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Leámosla y escuchémosla pacientemente.

–Hay tantas tentaciones, ¿cómo no ceder ante ellas?

No tenemos fuerza para resistir, pero no estamos solos: el Señor vela sobre los suyos. La obediencia a la Palabra es una guía segura, y el Espíritu que permanece en nosotros es el poder que libera. No pongamos trabas a su acción. Orando al Señor y pidiendo su socorro seremos librados del mal.

“Casa de Aarón, confiad en el Señor; él es vuestra ayuda y vuestro escudo” (Salmo 115:10). “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).

1 Reyes 1:1-27 – Marcos 5:1-20 – Salmo 50:7-15 – Proverbios 14:23-24

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