Una mente renovada

junio 9

Una mente renovada

Renovaos en el espíritu de vuestra mente. (Efesios 4:23)

Cuando usted se hace cristiano, Dios le da una nueva mente; pero usted debe llenarla de nuevos pensamientos. Un bebé nace con una mente nueva y fresca, y entonces se van haciendo impresiones en la mente del bebé que determinan el curso de su vida. Lo mismo ocurre con un cristiano. Cuando usted entra en el reino de Dios, recibe una mente nueva y fresca. Entonces tiene que formar los buenos pensamientos en su nueva mente. Por eso Filipenses 4:8 dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Tenemos una mente renovada, no una mente depravada.

En vez de tener una mente depravada, vil, lasciva, avara, sucia, tenemos una mente llena de justicia y santidad. Y eso debe caracterizar naturalmente nuestro modo de vivir.

Del libro La Verdad para Hoy de John MacArthur DERECHOS DE AUTOR © 2001 Utilizado con permiso de Editorial Portavoz, http://www.portavoz.com

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El día de Pentecostés

Domingo 9 Junio

El día de Pentecostés… Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Hechos 2:1-4

El día de Pentecostés

Leer Hechos de los apóstoles 2:1-21

Habían transcurrido algunos días desde la ascensión del Señor al cielo. Su promesa, que también era la promesa del Padre, se iba a cumplir (cap. 1:4). El Espíritu Santo, persona divina, descendió a la tierra bajo la forma de “lenguas repartidas, como de fuego”, asentándose sobre los discípulos.

Su poder se manifestó inmediatamente en ellos: fueron capaces de expresarse en idiomas que no conocían. En su gracia, Dios remedió la maldición de Babel (Génesis 11:1-9) y confirmó a todos que la bendición divina se extendería a toda la tierra.

Cada año, la fiesta judía de Pentecostés llevaba a Jerusalén una multitud considerable de israelitas dispersos entre las naciones. Esta afluencia dio lugar a la primera gran reunión de evangelización. Sin embargo, ¡cuánto asombro para esa multitud! Cada uno podía oír en su propia lengua “las maravillas de Dios”. Quienes les hablaban eran “galileos” sin instrucción (Hechos 4:13; Juan 7:15).

No se necesita formar parte de una clase selecta, ni haber hecho ciertos estudios, para ser un obrero del Señor. Depender de él y estar sumiso a la acción de su Espíritu son las únicas condiciones requeridas. ¡Que cada uno de nosotros deseemos responder a ello!

Sacado de «Cada día las Escrituras», meditaciones diarias de la Biblia

2 Reyes 10 – Romanos 15:1-13 – Salmo 69:1-8 – Proverbios 16:33

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