El significado de la masculinidad | PHILLIP HOLMES

El significado de la masculinidad | PHILLIP HOLMES

Una de las cosas que más me gusta hacer mientras limpio la cocina o hago otras tareas de la casa es llamar a mi mamá. Se ha convertido en un patrón, tanto que cuando llamo, ella me dice en broma: «Debes estar limpiando la cocina».

En una conversación reciente, le confesé que he estado luchando como esposo. Le expliqué que no había logrado comprender del todo cómo luce la verdadera masculinidad. Durante la mayor parte de mi vida, había asumido que si me ocupaba de mí mismo —trabajando, pagando mis facturas, comprando mi comida y encontrando un refugio adecuado— estaba cumpliendo con el llamado de Dios a la masculinidad.

El papel de liderazgo que Dios ha dado a los hombres no es una oportunidad para ser servido, sino un llamado a servir de forma sacrificial

A medida que crecía en mi comprensión de la masculinidad bíblica, descubrí que la verdadera masculinidad exigía más de mí. Como hombre soltero, no había puesto en práctica lo que sabía que requiere el matrimonio. En secreto, pensaba que el matrimonio me cambiaría milagrosamente y me haría un mejor hombre. No bebí de la fuente de la verdadera masculinidad como soltero, así que ahora estoy bebiendo a borbotones desde una gran manguera como nuevo esposo. Ahora estoy aprendiendo de la manera más difícil sobre el elevado y arduo llamado de la masculinidad.

La entrega y sacrificio de Jesús
La vida de Jesús encarnó la verdadera masculinidad. ¿Cómo no iba a hacerlo? Sin duda, podríamos enumerar una larga lista de características que Jesús encarnó y que lo convirtieron en un hombre verdadero. Sin embargo, dos rasgos dignos de mención son Su entrega y sacrificio.

Las enseñanzas de Jesús en los evangelios están empapadas de estos temas. Cuando le preguntaron: «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?», Jesús responde:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas (Mt 22:36-40).

Además, Jesús no solo nos enseñó a amar al prójimo, sino a amar y orar por nuestros enemigos (Mt 5:44). Es más fácil sacrificarse y actuar desinteresadamente hacia aquellos que consideramos dignos de nuestro afecto, amor y recursos, pero la verdadera masculinidad se muestra cuando nos sacrificamos libre y desinteresadamente por los indignos.

Junto a sus enseñanzas, Jesús añadió un testimonio insuperable de Su entrega y sacrificio: la creciente humildad de Su vida, incluso hasta la muerte. A lo largo de Su ministerio, renunció desinteresadamente a Su tiempo, energía y recursos por el bien de los demás. Pablo escribe que Cristo «se despojó a Sí mismo» y asumió «forma de un siervo». Pablo nos exhorta a adoptar esta mentalidad: «Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús» (Fil 2:5-8). El estilo de vida de Cristo es un modelo no solo para los casados, sino también para la forma en que deben vivir los hombres (y mujeres) solteros.

La mejor muestra de la entrega y el sacrificio de Jesús fue cuando fue libremente a la cruz por el bien de Su novia, por obediencia a Su Padre y por el gozo puesto ante Él. Nuestro perfecto Salvador murió por una novia que, sin lugar a dudas, había demostrado que no era digna de tal sacrificio. Lo cual presenta un hermoso cuadro de cómo los esposos pecadores deben amar y apreciar a sus esposas.

Los hombres de verdad dan libremente
Muchos manifiestan una enorme desconexión entre lo que dicen y hacen. Sin embargo, como podemos ver, la vida de Jesús encarnó Su enseñanza de forma completa y perfecta. A diferencia de nosotros, Jesús comprendió mejor que nadie las implicaciones de Sus enseñanzas y nunca recortó las distancias por comodidad y conveniencia personal.

Aprendemos de Jesús que la verdadera masculinidad no consiste simplemente en mantener nuestras cosas limpias y ordenadas. La verdadera masculinidad significa ir más allá de nosotros mismos para amar a nuestro prójimo, el cual es cualquiera que conozcamos que tenga alguna necesidad. Los verdaderos hombres dan libremente su tiempo, sus recursos, su atención, su energía y su apoyo emocional a los que lo necesitan sin tener en cuenta lo que puedan recibir a cambio.

La verdadera masculinidad significa ir más allá de nosotros mismos para amar a nuestro prójimo

Para el hombre cristiano soltero, esto significa dar libremente de su tiempo y sus recursos mostrándose hospitalario, ofreciéndose como voluntario en la iglesia, atendiendo a los necesitados, visitando a los enfermos y ayudando a los ancianos. Tiene implicaciones aún para la administración de su dinero. ¿Podrías dar más a la causa de Cristo ya que tus gastos actuales son menores? ¿Cómo puedes honrar a tus padres en esta etapa? Podrías comprobar con más regularidad si tienen alguna necesidad que puedas satisfacer.

Para el hombre casado, su prójimo más cercano es su mujer y sus hijos. La masculinidad significa inclinarse en su matrimonio y en su familia. Significa proveer para ellos física, financiera, emocional y espiritualmente. Significa amar humildemente a su esposa, incluso en los momentos en que siente que ella es especialmente indigna de ese amor, y amar a sus hijos cuando parecen ser los que menos lo merecen. Los hombres de verdad honran a su padre y a su madre, y están deseosos de «recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios» (1 Ti 5:4).

El gran llamado de la masculinidad
La primera vez que llamé a mi mamá mientras lavaba los platos, se sorprendió porque sabía que los actos así no eran naturales. Siempre he sido rápido para pensar en mí mismo y lento para pensar en los demás. Pero su reacción al verme limpiar la cocina, que fue divertida en el momento, me anima hoy. Me recuerda que, aunque el camino hacia la masculinidad ha sido lento y difícil, he crecido, aunque el crecimiento parezca insignificante. Su asombro me recuerda que Dios está obrando.

La verdadera masculinidad es un llamado difícil e incómodo, ya sea que estés soltero o casado. El papel de liderazgo que Dios ha dado a los hombres no es una oportunidad para ser servido, sino un llamado a servir de forma sacrificial. En un mundo que ofrece gratificación inmediata —en términos financieros, emocionales y sexuales— la masculinidad cristiana puede parecer poco atractiva e incluso sin sentido por momentos. ¿Por qué vivir de forma desinteresada y sacrificada cuando puedo hacer lo contrario y disfrutar de un placer instantáneo? Cuando la sociedad nos dice que el liderazgo equivale a un privilegio, ¿por qué aferrarse a la visión bíblica del liderazgo como sacrificio?

Los verdaderos hombres se niegan a sí mismos los placeres carnales para tener un verdadero gozo en Jesús

Los verdaderos hombres se niegan a sí mismos los placeres carnales para tener un verdadero gozo en Jesús. Ya sea que estés casado o soltero, si no estás sirviendo a tu prójimo de manera desinteresada y sacrificial, no estás caminando plenamente en la masculinidad bíblica. Los niños dicen: «Soy responsable de mí mismo». Los hombres dicen: «Soy responsable por mi prójimo». Los niños son obligados a dar, pero los hombres dan libremente porque se les ha dado libremente. Los niños esperan que su esposa o su madre laven los platos, pero los hombres se apresuran a tomar la esponja y el jabón. En última instancia, la masculinidad significa servir a los demás tanto o más que a uno mismo.

Aunque las recompensas temporales no siempre son inmediatas, las eternas valen la pena. Dios Padre demuestra que sí recompensará a los obedientes y fieles, como lo hizo con Su desinteresado y sacrificado Hijo:

Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (Fil 2:9-11).

Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
Phillip Holmes es el vicepresidente de comunicaciones institucionales del Reformed Theological Seminary [Seminario Teológico Reformado] y propietario de Highest Good, una agencia de marketing y estrategia digital. Él y su esposa Jasmine tienen dos hijos, Walter Wynn y Ezra Langston. Son miembros de la iglesia Redeemer de Jackson, Mississippi.

¿Vivo o muerto?

Viernes 21 Julio
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo.
Efesios 2:4-5
¿Vivo o muerto?
¿Puede una persona estar oficialmente viva, si las autoridades la han declarado muerta? Esta pregunta se ha escuchado hace algunos años en los medios de comunicación.

Un hombre, reportado como desaparecido, fue declarado muerto después de veinte años. En el momento de su desaparición estaba desempleado, enfermo y en bancarrota. Veinticinco años después reapareció con buena salud física y financiera. Quería que se anulara la decisión que, según la ley, lo había declarado muerto. Pero esto solo era posible tres años después de la declaración judicial…

En cuanto a la vida espiritual (nuestra relación con nuestro Dios creador), por el contrario, es absolutamente posible volver a la vida en todo momento; no hay fecha límite. Dios declara que todos los hombres están espiritualmente “muertos” mientras quieran vivir sin Él. El pecado trajo consigo la muerte de nuestros cuerpos, y también produjo el mal en nuestros corazones y en nuestra conducta.

Siendo culpables ante Dios, ¿estamos sin esperanza? No. Dios aborrece el pecado, pero ama a su criatura. Envió a su Hijo Jesús para que sufriera el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados. Él da la vida eterna a quienes aceptan a Jesucristo como su Salvador personal. Así los “muertos” cobran vida para Dios. El Señor lo había anunciado a los que buscaban entender quién era él. ¡Para comprenderlo es “necesario nacer de nuevo”! Este nuevo nacimiento es una gracia que resulta del amor infinito de Dios por nosotros. No tenemos ningún mérito para recibirlo, por eso lo agradecemos a Dios de todo corazón.

1 Crónicas 3 – Lucas 8:1-25 – Salmo 86:7-13 – Proverbios 19:26-27

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch

¿Qué dice la Biblia sobre los 144 mil de Apocalipsis | NATHAN DÍAZ

¿Qué dice la Biblia sobre los 144 mil de Apocalipsis?
NATHAN DÍAZ

Nota del editor:
Este es un fragmento adaptado del libro Escatología práctica: Cómo vivir los últimos tiempos hoy (Poiema Publicaciones, 2023).

El grupo de personas más misterioso y controversial de todo Apocalipsis sin duda son los 144 mil mencionados por el apóstol Juan. Por lo tanto, dedicaré espacio y tiempo a analizar este grupo descrito en Apocalipsis 7 y 14. Leamos primero los pasajes:

Después de esto, vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. También vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo. Y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar: «No hagan daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios». Oí el número de los que fueron sellados: 144000 sellados de todas las tribus de los Israelitas. De la tribu de Judá fueron sellados 12000; de la tribu de Rubén, 12000; de la tribu de Gad, 12000; de la tribu de Aser, 12000; de la tribu de Neftalí, 12000; de la tribu de Manasés, 12000; de la tribu de Simeón, 12000; de la tribu de Leví, 12000; de la tribu de Isacar, 12000; de la tribu de Zabulón, 12000; de la tribu de José, 12000 y de la tribu de Benjamín fueron sellados 12000 (7:1-8).

Miré que el Cordero estaba de pie sobre el Monte Sion, y con Él 144000 que tenían el nombre del Cordero y el nombre de Su Padre escrito en la frente. Oí una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de un gran trueno. La voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender el cántico, sino los 144000 que habían sido rescatados de la tierra. Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. En su boca no fue hallado engaño; están sin mancha (14:1-5).

¿Por qué 144 mil? ¿Por qué es omitida la tribu de Dan en la lista? ¿Son solo hombres solteros? ¿Tienen el nombre del Cordero y del Padre escrito en la frente? ¿Son personas que nunca han pecado? Sería imposible contestar todas estas preguntas con una explicación racional si quisiéramos forzar una interpretación literal del texto. Las respuestas realmente son bastante fáciles si profundizamos más sobre el origen de estos símbolos. Tratemos con cada una de las preguntas que surgen de aquí a continuación.

El significado del enigmático número de 144 mil
A lo largo de la Biblia encontramos que el número doce es usado para representar la elección de un pueblo especial y apartado para Dios. En el Antiguo Testamento, vemos a las doce tribus de Israel; en el Nuevo Testamento, a los doce apóstoles (incluso Judas tuvo que ser reemplazado para completar este número, como narra Hechos 1:24-26). Por tanto, no debe sorprendernos que cuando llegamos a un libro simbólico como Apocalipsis, el pueblo escogido de Dios se describa varias veces con múltiplos del número doce. Los veinticuatro ancianos representan a la iglesia triunfante. La nueva Jerusalén representa a la iglesia en perfecta comunión con Dios, tiene a los doce apóstoles y a las doce tribus de Israel junto con medidas que también resultan en doce mil estadios y 144 codos (ver Ap 21:9-27, la única vez que se repiten estos números en el libro). Es decir, en el libro de Apocalipsis encontramos que los múltiplos de doce se usan para representar al pueblo escogido de Dios de todos los tiempos. Por otro lado, el número 1000 tiene la idea de un número grande y completo (cp. Ap 6:11, el número completo de escogidos establecido por Dios). Sobre este número, José Grau comenta:

Para expresar el concepto de aquello que está completo en grado sumo y último, el hombre primitivo —que no podía expresar dicho concepto en su limitado idioma— elevaba el número 10 al cubo, es decir, 10 por 10 por 10, y así tenía el número 1000.1

Por lo tanto, el simbolismo de 12 por 12 por 1000 es muy importante en cuanto al número completo del pueblo de Dios. Así pues, 144 mil representa el grupo de santos que pueden sostenerse en pie en el día de la ira del Cordero (Ap 6:17).

Razones por las que se enlistan 12 mil de cada tribu
Cuando entendemos los paralelos que existen en el Antiguo Testamento, vemos que cuando las tribus eran enlistadas con números, era porque estaban siendo consideradas como un ejército para la batalla y para la conquista (Nm 1:23). La iglesia de Cristo representa esta realidad: somos el ejército de Dios. La única razón por la que se necesita un ejército es porque hay un enemigo, y ese es justamente el contraste de Apocalipsis: el pueblo de Dios contra los enemigos de Dios.

Sobre la identidad étnica que se resalta en Apocalipsis 7, aunque se mencionan específicamente a las doce tribus de Israel, tenemos que poner atención a las diferencias y similitudes que existen con las otras listas de tribus en la Biblia. Primero, veamos cómo las diferencias son importantes e intencionales. Este es el único lugar donde aparece en primer lugar la tribu de Judá. Tal pista nos apunta a la diferencia principal que existe con otros lugares donde aparecen las doce tribus, pues su principal identidad radica en el representante máximo, en el León de la tribu de Judá: Jesucristo (ver Ap 5:5).

La exclusión de Dan por ser una tribu idólatra (Jue 18; 1 R 12:29-30) representa la pureza y la fidelidad de la iglesia (en la tradición judía, se consideraba que el anticristo vendría de Dan). Esto nos apunta a las siguentes características: se dice por eso que son vírgenes (Ap 14:4); se incluye a Leví, que no heredaría tierra, pero que representaría el rol sacerdotal (Ap 1:6; 5:10; 7:15); y se expone la preeminencia que reciben las tribus provenientes de las concubinas Bilha y Zilpa (Manasés, Neftalí, Gad y Aser), las cuales normalmente se enlistaban al final, que representan la inclusión de los gentiles. Al considerar lo que Apocalipsis enseña respecto a la iglesia como la esposa de Cristo, un ejercicio útil es recordar los significados de los nombres de las tribus de Israel y las razones por las que se les dieron esos nombres (Gn 29:31 – 30:23; 35:16-18). Si usamos el significado del nombre en lugar del nombre, estas serían las doce tribus:

Ahora alabaré al Señor; el Señor ha mirado mi aflicción; ¡qué afortunado!; feliz soy, con luchas de Dios he contendido y he vencido; Dios me hizo olvidar todo mi trabajo; porque el Señor oyó que era menospreciado, me ha dado este hijo; ahora esta vez se unirá mi marido conmigo; el Señor me ha dado mi recompensa; Dios me ha dado un buen regalo; ahora morará conmigo mi marido; añádame el Señor el hijo de Su diestra.

¿No es maravillosa y relevante esta realidad y a la vez una esperanza para la iglesia de todos los tiempos? No estoy apelando a ningún código oculto dentro del libro, sino más bien a un entendimiento más profundo de las alusiones al Antiguo Testamento que existen en Apocalipsis.

Ahora bien, ¿qué pistas encontramos en Apocalipsis sobre la identidad de los que Dios considera como verdaderos judíos? En las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis 2 – 3, encontramos dos iglesias sin reprensión: Esmirma y Filadelfia. A ambas se les aclara que hay personas judías étnicamente hablando, pero no a los ojos de Dios:

Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás (Ap 2:9).

Por tanto, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado (Ap 3:9).

Por tanto, vemos que Apocalipsis está retomando los términos «judíos» e «Israel» para ampliar su significado, así como sucede en muchos lugares del Nuevo Testamento (Gá 2:6-9; 3:29; 4:28; 6:15-16; Ro 4:11-17; 9:6-8; Ef 2:11-22). Si los reyes, los sacerdotes, el cordero, el templo y Jerusalén toman un significado mucho más amplio y glorioso en Apocalipsis que en el Antiguo Testamento, ¿por qué pensaríamos que los «judíos» no? También los enemigos del pueblo de Dios son representados como naciones étnicas del Antiguo Testamento, pero en Apocalipsis tienen un sentido más amplio (p. ej., Sodoma, Egipto o Babilonia). Este cumplimiento más amplio se afirma cuando vemos todos los paralelos que existen entre la iglesia redimida y los 144 mil.

Adquiere el libro.

1 José Grau, Las profecías de Daniel (Barcelona, España: Ediciones Evangélicas Europeas, 1977) p. 190.
​Nathan Díaz es pastor de enseñanza en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa en la ciudad de México y productor del programa de radio “Clasificación A”, que se transmite en diversas emisoras a lo largo del mundo hispano. Estudió Biblia y teología en el Instituto Bíblico Moody de Chicago. Él y su esposa Cristin tienen tres hijos, Ian, Cael y Evan.