¿Se salvan los católicos?

La pregunta de «¿se salvan los católicos?» no se puede responder con un «sí» o un «no» a nivel general. De igual manera, tampoco se puede responder en sentido universal a las preguntas «¿se salvan los bautistas?» o «¿se salvan los presbiterianos?» o «¿se salvan los metodistas?». Uno no se salva por ser católico, bautista, presbiteriano o metodista. La salvación es sólo por gracia a través de la fe sólo en Cristo (Juan 14:6; Efesios 2:8-9). Posiblemente no exista ninguna denominación o división de la fe cristiana en la que cada miembro haya confiado realmente en Cristo como Salvador.

Además, se estima que hay más de mil millones de católicos romanos en el mundo. Entre esos más de mil millones de adeptos, hay una cantidad significativa con respecto a las creencias y prácticas. Los católicos romanos de Estados Unidos no tienen las mismas creencias y prácticas que los católicos romanos de Italia. Los católicos de América Latina no son el reflejo de los católicos de África. Aunque la jerarquía católica romana promueve la idea de que todos los católicos romanos tienen las mismas creencias y observan las mismas prácticas, esto no es así. La diversidad dentro del catolicismo es otra razón por la que la pregunta «¿se salvan los católicos?» no se puede responder de forma absoluta.

Sin embargo, si cambiamos la pregunta para que sea más específica, podemos tener una respuesta definitiva: «¿se salvan los católicos que se adhieren a las creencias y prácticas oficiales del catolicismo romano?». La respuesta a esta pregunta es «no». ¿Por qué? Porque la enseñanza oficial del catolicismo romano es que la salvación no es sólo por fe, sólo por la gracia, sólo en Cristo. La Iglesia Católica Romana enseña que uno debe hacer buenas obras y seguir los rituales del catolicismo romano para ser salvo.

Resumir el concepto católico de la salvación es difícil porque es extenso. He aquí un resumen de la enseñanza oficial del catolicismo romano sobre la salvación: para ser salvo, una persona debe recibir a Cristo como Salvador por la fe, ser bautizado siguiendo la fórmula trinitaria, obtener una gracia adicional observando los sacramentos católicos, especialmente la Eucaristía, y luego morir sin ningún pecado mortal no confesado. En caso de que una persona cumpla con lo anterior, se salvará y se le concederá la entrada al cielo, probablemente después de un extenso tiempo de purificación adicional en el purgatorio.

El proceso católico romano es significativamente diferente de la enseñanza del apóstol Pablo sobre cómo se recibe la salvación: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo» (Hechos 16:31). Juan 3:16 atribuye la salvación a todo aquel que cree en Cristo. Efesios 2:8-9 enseña explícitamente que la salvación no es por obras, y el versículo 10 aclara que las obras son el resultado de la salvación. En pocas palabras, la enseñanza católica sobre la salvación es muy diferente de lo que enseña la Biblia.

Así que, no, si una persona se aferra al concepto oficial católico romano de la salvación, no se salva. A pesar de sus fuertes afirmaciones, el catolicismo romano no sostiene verdaderamente la salvación por gracia a través de la fe.

Habiendo dicho esto, es importante recordar que no todos los católicos defienden el concepto católico romano de la salvación. Hay católicos que creen verdadera y plenamente que la salvación es sólo por gracia a través de la fe. Hay católicos que siguen los sacramentos como un aspecto del crecimiento espiritual y de la intimidad con Dios, y no para intentar ganarse la salvación. Hay muchos católicos que creen en la doctrina bíblica de la salvación y no entienden que la enseñanza oficial de la Iglesia Católica Romana es algo muy distinto.

¿Se salvan los católicos? ¿Los católicos van al cielo? Depende. Si la pregunta es «¿hay católicos salvos?» entonces la respuesta es «sí». Si la pregunta es «¿una persona irá al cielo si se atiene a la doctrina oficial católica romana de la salvación?» la respuesta es «no».

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¿Qué es el evangelio? | Ray Ortlund

Nota del editor: Esta publicación es la primera parte de la serie Las Buenas Nuevas,  publicada por la Tabletalk Magazine.

En cierto sentido, toda la Biblia es el evangelio. Al leerla desde Génesis hasta Apocalipsis, vemos la vasta extensión del maravilloso mensaje de Dios para la humanidad.

Pero muchos leen toda la Biblia y su comprensión del evangelio difiere ampliamente, no están claros, o simplemente están equivocados. Algunos hablan del evangelio en términos del favor de Dios derramando prosperidad financiera. Otros describen una utopía política en el nombre de Cristo. Y otros hacen hincapié en seguir a Cristo, proclamar Su reino o buscar la santidad. Algunos de estos temas son bíblicos, pero ninguno de ellos es el evangelio.

Afortunadamente, encontramos pasajes bíblicos que nos dicen, explícita y claramente, qué es el evangelio. Por ejemplo, el apóstol Pablo explica lo que es “de primera importancia” dentro del mensaje bíblico:

Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras (1 Cor 15:1-4).
Pablo les recuerda a los creyentes de Corinto el mensaje del evangelio y su relevancia integral para ellos. Ellos lo recibieron; ellos están cimentados en él; ellos están siendo salvados por él. Estos beneficios, sagrados y poderosos, fluyen en su vida diaria mientras se aferran a la Palabra del evangelio que Pablo les dio. Los corintios no merecen tal bendición, pero el evangelio anuncia la gracia de Dios en Cristo para los que no la merecen. El único fracaso catastrófico de los corintios sería la incredulidad. Con tantas cosas buenas que decir sobre el evangelio, no es de extrañar que Pablo lo califique como “de primera importancia” en sus prioridades.

¿Qué es, entonces, el evangelio? Primeramente, el evangelio es la buena noticia de Dios: que “Cristo murió por nuestros pecados”. La Biblia dice que Dios creó a Adán sin pecado, apto para gobernar sobre una creación buena (Gen 1). Entonces, Adán se separó de Dios y arrastró a toda la humanidad con él a la culpa, la miseria y la ruina eterna (capítulo 3). Pero Dios, en Su gran amor por nosotros, unos rebeldes ahora totalmente indignos de Él, envió un mejor Adán, que vivió la vida perfecta que nunca hemos vivido y murió la muerte criminal que no queremos morir. “Cristo murió por nuestros pecados” en el sentido de que, en la cruz, Él expió los crímenes que hemos cometido contra Dios, nuestro Rey. Jesucristo, muriendo como nuestro sustituto, absorbió en Sí mismo toda la ira de Dios contra la verdadera culpa moral de Su pueblo. No dejó deuda sin pagar. Él mismo dijo: “Consumado es” (Jn 19:30). Y siempre diremos: “¡El Cordero que fue inmolado es digno!” (Ap 5:12).

Segundo, el evangelio dice: “Él fue sepultado”. Esto hace énfasis en que los sufrimientos y la muerte de Jesús fueron completamente reales, extremos y definitivos. La Biblia dice: “Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra” (Mt 27:66). Después de matarlo, Sus enemigos se aseguraron de que todos supieran que Jesús estaba más muerto que una piedra. No solo la muerte de nuestro Señor fue tan definitiva como la muerte puede ser, sino que también fue humillante: “Se dispuso con los impíos Su sepultura” (Is 53:9). En Su asombroso amor, Jesús se identificó por completo con pecadores enfermos como nosotros, sin omitir nada.

Tercero, el evangelio dice: “Él fue resucitado al tercer día”. Hace años, escuché a S. Lewis Johnson decirlo de esta manera: “La resurrección es el ‘¡Amén!’ de Dios al ‘¡Consumado es!’ de Cristo. Jesús fue “resucitado para nuestra justificación” (Rom 4:25). Su obra en la cruz logró expiar nuestros pecados, de manera obvia. Además, por Su resurrección, Cristo “fue declarado Hijo de Dios con poder”, es decir, nuestro Mesías triunfante que reinará para siempre (Rom. 1: 4). Solo el Cristo resucitado puede decirnos: “No temas, Yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap 1:17-18). Aquel que vive conquistó la muerte y ahora está preparando un lugar para nosotros: un cielo nuevo y una tierra nueva, donde todo Su pueblo vivirá gozosamente con Él para siempre.

Este es el evangelio de la inmensa gracia de Dios hacia pecadores como nosotros. Cualquier otra cosa que se pudiese decir, solamente nos diría más sobre la poderosa obra de Jesucristo. Permanezcamos firmes en la Palabra que se nos predicó. Si creemos en este evangelio, no creeremos en vano.

Publicado originalmente en la Tabletalk Magazine.
Ray Ortlund
El Dr. Ortlund es pastor principal de Immanuel Church en Nashville, Tenn., presidente de Renewal Ministries, y autor de varios libros, incluyendo When God Comes to Church.

Cómo conocer la voluntad de Dios | R C Sproul

Renovando Tu Mente
Serie: Cómo enfrentar problemas difíciles
R C Sproul
Si pudieras ver la gloria de Dios, ¿cómo responderías? De su serie clásica La santidad de Dios, escucha esta semana en Renovando Tu Mente como R.C. Sproul nos muestra de qué manera el encuentro de Isaías con un Dios santo expuso su pecaminosidad.

Renovando Tu Mente
Es un ministerio de alcance de Ministerios Ligonier, una organización internacional de enseñanza y discipulado cristiano fundada en 1971 por el Dr. R.C. Sproul.

MINISTERIOS LIGONIER
Somos la confraternidad de enseñanza del Dr. R.C. Sproul. Existimos para proclamar, enseñar y defender la santidad de Dios en toda su plenitud a tantas personas como sea posible. Nuestra misión, pasión y propósito: ayudar a las personas a crecer en su conocimiento de Dios y Su santidad.

¿Qué es el ministerio de la llenura del Espíritu Santo? | Lucas Alemán

90 Segundos de Teología Sistemática

Lucas Alemán es director de educación en español y profesor de Antiguo Testamento en The Master’s Seminary, y director ejecutivo de la Sociedad Teológica Cristiana. Además, es pastor en la Iglesia Bíblica Berea en North Hollywood, California. En 2016, Lucas comenzó a enseñar en The Master’s Seminary como miembro adjunto de la facultad. Si bien sus cursos de especialización son panorama del Antiguo Testamento, gramática de hebreo y exégesis de hebreo, él también da clases de exégesis de griego y teología. En 2018, se unió a la facultad de tiempo completo. Lucas y su esposa, Clara, tienen dos hijos, Elías Agustín y Enoc Emanuel.

La Iglesia del Señor es invencible

Jueves 26 Enero
Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra el Señor y contra su ungido.
Salmo 2:2

La Iglesia del Señor es invencible
Mensajes de cristianos perseguidos

«Los grandes de este mundo se oponen a la Iglesia, es decir, al conjunto de todos los verdaderos cristianos… Pero esta no puede ser destruida. Cuando Jesús nació en Belén, el rey Herodes quiso matarlo. Luego los jefes religiosos también trataron de matarlo… Parecía que lo habían logrado, cuando Jesús fue crucificado. ¡Pero Cristo resucitó!

En la época de los apóstoles, la iglesia de Jerusalén sufrió una persecución terrible. Los creyentes tuvieron que huir a donde podían. El enemigo pensó que había aniquilado a la Iglesia, pero sucedió todo lo contrario. Los que habían sido dispersados recorrieron el país anunciando la buena nueva (Hechos 8:4). Fue así como el Evangelio llegó a las naciones de todo el imperio romano.

En realidad, los hombres siempre conspiran contra Dios; quieren deshacerse de la Iglesia. Persiguen a los creyentes, queman sus Biblias, detienen a los predicadores, cierran los lugares de culto. ¡Pero todo es en vano!

Jesús dijo: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). El que mora en los cielos sabe transformar la oposición en oportunidad para predicar el Evangelio. Confiemos plenamente en el Señor, “estando persuadidos de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Y esto, a pesar de todas las circunstancias adversas».

S. Chen (China)
Una vez al mes publicaremos mensajes de los años 1990, escritos por creyentes perseguidos y a menudo encarcelados debido a su fe.
1 Samuel 20:24-42 – Mateo 16:13-28 – Salmo 17:6-9 – Proverbios 5:7-14

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La Historia de un Hombre Justo – Job 1:1–5


La Historia de un Hombre Justo
Job 1:1–5

¿Se ha fijado que muchas veces los que procuran vivir para Dios y agradarle son los que sufren en esta vida? Esta realidad parece ser una contradicción al concepto popular que tiene la mayoría de los cristianos de que el que anda en comunión personal con Dios debe gozar de prosperidad.
¿Por qué sufren los justos? El libro de Job nos presenta la historia verídica de un hombre que nos obliga a considerar esta pregunta. Job era un varón fiel a Dios que pasaba por una serie de circunstancias difíciles, sin comprender el plan de Dios en medio de esa experiencia trágica. Al leer su historia, nos identificamos con él en sus aflicciones y dudas. ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no le ayuda?
A través del relato de Job, aprenderemos mucho acerca de lo que Dios hace con su pueblo. Al terminar el estudio de este libro, entenderemos mejor la forma en que Dios Ileva a Su pueblo hacia la madurez.

¡PENSEMOS!
¿Por qué sufre un hijo de Dios? En seguida consideraremos las opiniones de algunos amigos de uno que sufre. Veremos cómo tratan de ayudarle. Si le tocara a usted ayudar a un cristiano que sufre, ¿qué le diría? ¿Cómo se le puede explicar esta clase de aflicción al que la padece? ¿Qué respuestas se oyen hoy en cuanto a esta clase de pregunta? Se espera que antes de terminar este libro, aprendamos una mejor manera de ayudar a los que sufren. Examinaremos pues, algunos aspectos importantes del plan de Dios.

EL AUTOR
Aunque el libro de Job no presenta ningún indicio de quién lo escribió, se ha sugerido una larga lista de posibles autores. Job mismo es una posibilidad. El conocimiento tan detallado de los eventos sucedidos da evidencia de que el autor era un testigo ocular. Los escritores de la Biblia frecuentemente relatan sus propias experiencias en tercera persona. Otro testigo ocular que se ha mencionado como posible autor es Eliú; parece ser el que más comprendía la situación entre sus contemporáneos.
Algunos comentaristas han sugerido autores bíblicos conocidos. Si Moisés escribió los demás libros de ese período, bien pudo haber escrito este relato también. Al igual que en algunos otros casos, Dios podría haberle revelado a Moisés lo que hacía y que Job no podía comprender. Esta teoría encuentra cierto apoyo en el hecho de que Uz estaba cerca de Madián, donde Moisés vivió durante cuarenta años.
Salomón es otra posibilidad. Escribió la mayor parte de los libros de sabiduría del Antiguo Testamento. Su estructura poética es similar a la que él solía emplear. Muchas de las ideas plasmadas en estos libros se asemejan a sus enseñanzas también.
Estos posibles autores son tan sólo una muestra de los muchos que se han sugerido. Cualquiera de ellos pudo haberlo escrito. Obviamente Dios no quiso indicarnos con seguridad quién lo escribió. El mensaje del libro demuestra claramente que a fin de cuentas la fuente es Dios.

LA FECHA
Dada la dificultad para identificar al autor del libro, resulta prácticamente imposible comprobar a ciencia cierta la fecha en que fue escrito. Las fechas propuestas oscilan entre 2000 y 200 a.C. Quienquiera que se sugiera como autor del libro determinará la fecha establecida.
Sin embargo, la evidencia es más clara en cuanto a la fecha de los eventos descritos en el libro. Las condiciones presentadas indican que Job vivió durante la época de los patriarcas de Israel, alrededor de 2000 a.C.
La mayor certeza en favor de esta fecha es la edad de Job. Después de su restauración, Job vivió 140 años más (42:16–17). Al sumar tantos años a su experiencia y madurez anterior, tendría que haber vivido unos 200 años aproximadamente. Si aceptamos el relato de Génesis como una base para evaluar la vida normal de la gente de sus contemporáneos, se colocaría a Job durante el tiempo de Taré, el padre de Abram (Gén. 11:32). Aunque el número decreciente de años de vida mencionado en el relato de Génesis no puede emplearse para definir una fecha exacta, seguramente sirve para señalar la tendencia general de la época.
Hay algunos otros indicios de que Job vivió durante la época de los patriarcas. El estilo de vida era agrícola. La riqueza se medía conforme a la cantidad de cabezas de ganado, no de acuerdo a la cantidad de plata u oro. El mayor núcleo social más importante era la familia. Job desempeñó el cargo de sacerdote familiar. Por último, es notable la falta de referencias tanto para la ley mosaica como para Israel.

ANTECEDENTES HISTORICOS
Poco se sabe acerca del trasfondo de Job. Como Melquisedec, Job entra en el escenario y sale inadvertido, sin ningún indicio en cuanto a sus antepasados ni en cuanto al futuro de sus descendientes.
En los días en que Dios Ilamó a Abraham, además de sus familiares, había otros que confiaban en Dios. Como en el caso de Abraham, no hay ningún indicio respecto a la forma en que ellos decidieron acercarse a Dios. Es posible que aprendieran acerca de El en sus hogares, por medio de los padres de familia que recordaran las experiencias de su antecesor Noé y, por eso, seguían fieles al Dios de su patriarca. Aparentemente Job era uno de aquellos hombres, por lo que le recordamos juntamente con otros grandes hombres de la fe.

EL PROPOSITO Y EL TEMA
El relato en cuanto a Job se escribió para contestar a la pregunta de: “¿Por qué sufren los justos?” Se nos presentan varias alternativas para contestar esta interrogante. La respuesta simplista que proponen los tres amigos de Job, de que el sufrimiento es el resultado del pecado, muchas veces es cierto, pero no se aplica a todos los casos. A veces el sufrimiento se avecina para perfeccionar al pueblo de Dios y enseñarles a confiar más en El.
Aunque Dios nunca contestó directamente la pregunta de Job, le hizo cambiar su perspectiva. Cuando las respuestas humanas no sirven para contestar satisfactoriamente las preguntas de alguien que sufre, es necesario que esa persona adquiera una nueva visión del Dios soberano que tiene el control de Su universo. Cuando el hombre logra ver a Dios tal como El es, puede ser que aún no comprenda lo que Dios hace, pero está dispuesto a confiar en El y en los buenos propósitos que tiene para con Su pueblo. Job fija sus ojos en Dios y esto lo satisface. Ya no tiene que saber el porqué de su situación.
Así que, Job es un libro acerca de Dios y la forma en la que trata a Su pueblo, y es asimismo, un libro que trata el tema del sufrimiento. El libro nos revela la naturaleza de Dios y nos enseña mucho en cuanto a Su forma de perfeccionar a Sus hijos. Por eso, nos debe ayudar a aprender cuál ha de ser nuestra actitud a la luz de esta revelación divina.
Además del problema del sufrimiento y la revelación de Dios, Job presenta un ejemplo concreto del conflicto espiritual en el que todos participamos en este mundo. Aunque sin saberlo, mediante su experiencia Job participó en un conflicto mucho mayor, el enfrentamiento de Satanás ante Dios para controlar la vida de los hombres.
Al observar la vida de un hombre sometido voluntaria y fielmente a la autoridad de Dios en su vida, Satanás se dedicó a tratar de provocar su caída. A pesar de las múltiples acechanzas de Satanás, Job se mantuvo fiel a Dios.
El ejemplo de Job debe servirnos de advertencia como pueblo de Dios en cuanto a los propósitos de Satanás y la forma en que nos ataca. Hará todo lo posible para hacernos caer. La fidelidad de Job y su posterior restauración debe motivarnos a seguir su ejemplo y mantenernos fieles. Al someternos voluntariamente a la autoridad de Dios, podemos colaborar con El en la victoria de Su reino sobre el de Satanás.

LA ORGANIZACION DEL LIBRO
El libro comienza con una introducción donde se presenta el conflicto espiritual del cual la historia de Job forma parte (1–2). Se describen los eventos celestiales que provocaron el sufrimiento de Job.
La mayor parte del libro expone el debate humano en lo tocante a las causas del sufrimiento (3–37). El diálogo se desarrolla a través de tres ciclos del debate entre Job y sus tres amigos. Esta discusión gira alrededor de la relación entre el pecado y el sufrimiento (3–31). Los amigos de Job insisten en que sólo los pecadores sufren. Job protesta porque él es inocente y de cualquier manera sufre. Cuando el primer debate en base a la lógica humana resulta inútil, Eliú interviene para demostrar que el sufrimiento es un medio que Dios emplea para la edificación y purificación de sus hijos (32–37).
Al fin, Dios interviene para dar la última palabra en cuanto al tema. Sin embargo, Dios no contesta directamente la pregunta de Job. Este, al ver a Dios tal como El es, queda satisfecho; no hacían falta más explicaciones (38–42:6). El relato concluye con una descripción de la restauración de Job y de las bendiciones que Dios le da una vez pasada la prueba (42:7–17).

PROLOGO: EL CONFLICTO ESPIRITUAL 1–2
EL RAZONAMIENTO HUMANO 3–37
LA REVELACION DIVINA 38–42:6
EPILOGO: EL RESULTADO DEL CONFLICTO
42:7–17

LAS CIRCUNSTANCIAS DE JOB 1:1–5
El libro principia con un prólogo que explica la verdadera naturaleza de estos eventos en la vida de Job (1–2). La experiencia de Job formaba parte de un conflicto espiritual mucho mayor que la prueba que se cernía sobre él. Se encontraba en medio del enfrentamiento eterno de Satanás ante Dios.
Job nunca escuchó esta parte de la historia. El autor explica por qué un Dios justo estaría dispuesto a permitir que uno de Sus hijos pasara por un período de aflicción. Es una lástima que Job no hubiera podido leer este aspecto de la historia antes de pasar por semejante prueba. Le habría sido mucho más fácil comprender y aceptar el plan de Dios para su vida a través de aquellos momentos difíciles. Parte del proceso de crecimiento espiritual de Job implicaba la necesidad de confiar en Dios aun cuando no podía entender lo que le pasaba.
Su Carácter 1:1
La primera escena del libro comienza en Uz, un pequeño pueblo al sureste de Palestina. En cuanto a su carácter, Job era un hombre recto. Reconocía la autoridad de Dios y se había sometido a esa autoridad. Trataba de agradar a su Señor y evitar el mal.
La descripción de su carácter deber ser interpretada con cuidado. Por su naturaleza humana, Job se incluye entre los que Pablo menciona como pecadores (Rom. 3:23). Al calificárle como un hombre “perfecto” en el Antiguo Testamento, el autor se refiere a su integridad. La expresión traducida del original señala que Job era un hombre “intachable” o “irreprensible”. Nadie podía hallar motivo para criticarle, ni en su relación con Dios, ni en su relación con su prójimo.
La vida diaria de Job demostraba que era un hombre que andaba en comunión con Dios. Reconocía que su Señor merecía reverencia y temor. Además, se había dado cuenta de que Dios exigía un estilo de vida justo. El libro deja claro desde un principio que Job no estaba sufriendo por causa del pecado. Era un varón de Dios ejemplar.

JOB NO SUFRIA POR HABER PECADO

Su prosperidad 1:2–3
El resultado de la fidelidad en su relación con Dios fue la bendición y la prosperidad. La sumisión a Dios y la bendición recibida se extendió también hacia toda su familia.
Dios le dio una gran familia que sería una bendición y una ayuda fuerte para la vida agrícola en la tierra donde Dios le colocó. Además, Dios le había prosperado con una gran cantidad de animales, a tal grado que el pasaje dice que su hacienda era la mayor de entre todos los orientales de su tiempo. Job gozaba de muchas bendiciones y le sobraban motivos para estar agradecido con Dios.

JOB FUE PROSPERADO POR DIOS

Su Familia 1:4–5
Aparentemente los hijos de Job estaban muy unidos. Pasaban mucho tiempo juntos. Siempre se reunían para celebrar cumpleaños y otras ocasiones especiales.
Job servía delante de Dios como sacerdote familiar. Es notable su inquietud por el estado espiritual de sus hijos. Job reconocía que Dios demandaba un sacrificio de sangre para perdonar los pecados. Por eso, él le ofrecía sacrificio todos los días, en caso de que alguno de sus hijos hubiera pecado. Quería estar seguro de que todos ellos estuvieran en buena comunión con Dios. Aunque esta actividad quedaría prohibida después del establecimiento de la ley, era la norma durante la época de los patriarcas (Gén. 8:20, 12:7–8). Esta responsabilidad sacerdotal del padre requería de una gran inversión tanto de su tiempo como de sus posesiones. Sin embargo, Job lo hizo de buena gana porque procuraba el bienestar de su familia.

¡PENSEMOS!
Job reconoció la gran responsabilidad que Dios le había otorgado como padre. Es evidente que estaba muy interesado en el bienestar de sus hijos. Por lo tanto, invirtió tiempo y dinero en ellos para asegurarse de su buen estado espiritual. ¿Cuáles son las implicaciones del ejemplo de Job para nosotros en la actualidad? ¿Qué pasos podemos dar para asegurarnos del estado espiritual correcto de nuestros hijos? ¿Habrá algo específico que usted deba hacer para el bienestar espiritual de sus hijos?

En todo el sentido de la palabra, Job era un hijo de Dios ejemplar. Andaba en comunión con Dios e intentaba agradarle en todo. Cumplió fielmente con sus responsabilidades en relación con Dios, con su prójimo y con su propia familia. Por lo tanto, Dios le bendijo. Este hombre recto gozaba de la verdadera prosperidad.

Porter, R. (1987). Estudios Bı́blicos ELA: ¿Por qué? (Job) (pp. 5-13). Ediciones Las Américas, A. C.

El infierno (2): la segunda muerte

Domingo 27 Noviembre

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos… Fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

Apocalipsis 20:614-15

El infierno (2): la segunda muerte

En el Apocalipsis, el libro de los juicios, una tercera expresión designa el infierno: “la segunda muerte”. ¿Qué significa esto? Todos los seres humanos están destinados a morir una vez. Dios había advertido a Adán que si desobedecía, moriría (Génesis 2:17). Adán desobedeció, y desde entonces la muerte es el fin terrenal inevitable de todo hombre. Y después de la muerte viene el juicio, de manera inapelable (Hebreos 9:27), pero no para los creyentes (Juan 5:24). La muerte no es el fin de la existencia, todos los hombres resucitarán.

 – Para los que han puesto su confianza en Jesús, será una “resurrección de vida”, la vida eterna en el cielo con su Salvador.

 – Para los otros, cuyo nombre no se halla inscrito “en el libro de la vida”, será una “resurrección de condenación” (Juan 5:29), es decir, irán al infierno, donde “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor” (2 Tes. 1:9). Esta es “la segunda muerte”.

Dios es justo, recto, y advierte a cada uno. En el día del juicio nadie podrá quejarse de haber sido tomado por sorpresa. Dios invita a todos los hombres a aceptar su gracia, por la fe en Jesús. En la cruz, Jesús sufrió la ira de Dios en nuestro lugar. El que cree en el Señor Jesús y en su sacrificio tiene su nombre inscrito en el libro de la vida. Rechazar esta gracia es exponerse a “una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios (de Dios)” (Hebreos 10:27). Tome la decisión de los “bienaventurados”.

Josué 15 – Colosenses 1:1-14 – Salmo 134 – Proverbios 28:19-20

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2-La Salvación es de Dios

Ministerios Integridad & Sabiduría

Serie: Enseñanzas que transformaron el mundo

2-La Salvación es de Dios

Miguel Núñez

Miguel Núñez es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puede encontrarlo en Twitter.

LA DEMENCIA DE LUTERO | R.C.Sproul 4/6

Ministerios Ligonier

Serie: La Santidad de Dios

4-LA DEMENCIA DE LUTERO

R.C.Sproul

La santidad es la característica de la naturaleza de Dios que está en el corazón mismo de Su ser.

Hace más de 30 años que el Dr. R.C. Sproul escribió su afamado libro “La Santidad de Dios”, el cual por la gracia de Dios ha sido de bendición y edificación a una multitud de personas alrededor del mundo. En esta serie de 6 estudios, R.C. Sproul explora bien de cerca el carácter de Dios, llevándonos a nuevas percepciones sobre el pecado, la justicia y la gracia. En este primer estudio veremos la importancia que Dios pone en Su santidad.

Guía de estudio y transcripción disponibles: https://es.ligonier.org/videos/la-san…

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