¿DEBERÍA LA MUJER SER SUMISA A LA AUTORIDAD DEL HOMBRE? | Elisabeth Elliot

¿DEBERÍA LA MUJER SER SUMISA A LA AUTORIDAD DEL HOMBRE?

Elisabeth Elliot

“Simplemente no puedo soportar la idea de ser una alfombra”, dijo Jo cuando traté de hablarle sobre el principio bíblico de gobierno y sumisión. Está a punto de divorciarse porque está decidida a encontrar su libertad; y su matrimonio, dice ella, no era cincuenta-cincuenta como ella cree que debería ser. A ella le han vendido un contrato de bienes aquellos que han declarado que la sumisión de cualquier tipo es esclavitud. Sí, ha habido grandes errores en la sociedad. Sí, estoy de acuerdo que los hombres no deben oprimirse entre sí. Sí, es cierto que algunos hombres han tratado a las mujeres como alfombras. No, al esposo no se le ordena dominar, ni a la esposa ser servil. Ha habido toda clase de ataduras humanas que el cristiano debería ser el primero en deplorar y corregir. Jesús vino a dar libertad a los cautivos.

Pero la sumisión a la autoridad dada por Dios no es cautiverio. Si tan solo hubiera podido ayudar a Jo a ver esto; pero cuando le pregunté lo que ella pensaba que debería distinguir un matrimonio cristiano de todos los demás, ella dijo: “igualdad”. La igualdad es, por un lado, una imposibilidad humana en el matrimonio. ¿Quién está en posición de distribuir todo de acuerdo con la preferencia o la competencia? “Si me gusta, lo hago” decía Jo, “y debería ser yo quien lo haga. Si no me gusta, Bill lo hace. Si a él tampoco le gusta, entonces lo dividimos por la mitad”. Suena bien al principio. Ciertamente es la forma en que se hacen muchas cosas en cualquier hogar, supongo, y no diría que está mal. ¿Pero, existe un hogar verdaderamente feliz donde los miembros hacen sólo lo que les gusta y nunca hacen con gusto lo que no les gusta? Es un punto de vista ingenuo de la naturaleza humana suponer que dos iguales pueden turnarse para liderar y seguir, y pueden, debido a que son “maduros”, hacerlo sin ningún rango. El sentido común les ha dicho a las mujeres de todas las sociedades y de todas las épocas que el cuidado del hogar les corresponde a ellas. Los hombres han sido los proveedores. Ciertamente hay circunstancias en nuestra compleja sociedad moderna que exigen modificaciones. Conozco a muchas esposas de estudiantes de seminario que tienen que trabajar para poder pagar la matrícula de sus esposos y las compras del supermercado. Obviamente, los esposos deben hacer parte del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos. Este es un recurso temporal y la mayoría de ellos, esposos y esposas, esperan con ansias el día en que las cosas vuelvan a ser normales.

Si nos hemos vuelto tan maduros, de mente abierta, adaptables y liberados que los mandatos de las Escrituras dirigidos a las esposas —“adaptarse”, “someterse”, “sujetarse”— han perdido su significado; si la palabra cabeza ya no tiene ninguna connotación de autoridad, y la jerarquía ha llegado a significar tiranía; hemos sido ahogados en la corriente de la ideología de la liberación.

Le dije a Jo, y te digo a ti lo que Pablo les dijo a los cristianos romanos: “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios” (Romanos 12:2). Dios quiere que seamos íntegros, seguros y fuertes, y una de las formas para encontrar esa integridad, seguridad y fortaleza es someternos a las autoridades que Él ha puesto sobre nosotros. (La cuestión sobre la autoridad política, a la que la Biblia también dice que debemos someternos, se vuelve grandemente complicada y dolorosa para algunos. En los tiempos modernos Dietrich Bonhoeffer, Corrie ten Boom y su familia y Richard Wurmbrand han tenido que luchar con esto. No está dentro del alcance de estas cartas discutir ese tema, pero lo menciono por si alguien piensa que tiendo a simplificar demasiado y usaría los mismos argumentos para defender, por ejemplo, la esclavitud).

La sumisión por causa del Señor no equivale a servilismo. No conduce a la autodestrucción, el sofocamiento de los dones, la personalidad, la inteligencia o el espíritu. Si la obediencia misma requiere un suicidio de la personalidad (como lo afirma un escritor), tendríamos que concluir que la obediencia a Cristo demanda esto. Pero las promesas que Él nos ha dado difícilmente apuntan a la autodestrucción: “Yo los haré descansar” (Mateo 11:28). “Mi paz les doy” ( Juan 14:27). “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” ( Juan 10:10). “Para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” ( Juan 3:16). “Pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás” ( Juan 4:14). “El que pierda su vida por causa de Mí, la hallará” (Mateo 16:25). “El Padre de ustedes ha decidido darles el reino” (Lucas 12:32).

Dios no le está pidiendo a nadie convertirse en un cero a la izquierda. ¿Cuál fue el diseño del Creador en todo lo que hizo? Él quería que fuera bueno, es decir, perfecto. Precisamente lo que Él quería: libre para ser lo que Él destinó que fuera. Cuando le ordenó a Adán a “someter” y “ejercer dominio” sobre la tierra, no le estaba ordenando que destruyera su significado o su existencia. Él estaba, podemos decir, “orquestando”, dando la dirección a uno, sometiendo a otro, para producir una completa armonía para Su gloria.

En Déjame ser mujer, Elisabeth Elliot escribe con claridad sobre lo que significa ser una mujer cristiana. Tanto si eres joven como mayor, soltera, comprometida, casada o viuda, entenderás mejor cómo encajas en el plan de Dios, y saldrás con una maravillosa sensación de paz sobre quién eres realmente como mujer cristiana..

Debe ser muy difícil para las personas que no han sido criadas en hogares disciplinados, aprender la relación entre autoridad y amor, porque para ellos la autoridad habrá estado asociada con elementos fuera de su hogar, como la ley civil. Pero tenemos a un Dios amoroso que arregló las cosas no solo para nuestro “mejor interés” (no siempre estamos deseosos de tener lo que es “bueno para nosotros”) sino para la libertad y el gozo. Cuando hizo a Eva, fue porque el Jardín del Edén habría sido una prisión de soledad para Adán sin ella. No era bueno para él estar solo, y para liberarlo de la prisión y traer libertad y gozo, Dios le dio a la mujer. La libertad y el gozo de Eva eran ser el complemento de Adán.

Cuando Pablo habla de la sumisión de la mujer, basa su argumento en el orden de la creación. La mujer fue creada de y para el hombre. Sigue naturalmente que ella tuvo que ser creada después del hombre. La posición cronológica secundaria de la mujer no prueba necesariamente (a pesar de Richard Hooker y otros) una inteligencia inferior. Pero aquellos que descartan la posibilidad de las diferencias sexuales en los dones intelectuales no están considerando toda la información. Hay algunas estadísticas intrigantes que apuntan a razones biológicas para tales diferencias. Los hombres parecen estar mejor equipados para tratar con más altos niveles de abstracción. Una demostración de esto es el hecho de que, si bien en la actualidad hay ochenta y dos grandes maestros de ajedrez, ninguno es mujer. De los quinientos mejores jugadores de ajedrez de la historia, ninguno ha sido mujer. Pero miles de mujeres, particularmente en la Unión Soviética, juegan ajedrez.

Leí sobre esto en un libro llamado La inevitabilidad del patriarcado por Steven Goldberg. Goldberg se esfuerza grandemente por mostrar que de ninguna manera él está sugiriendo que los hombres son generalmente superiores a las mujeres. Son diferentes, y sus diferencias están determinadas por las hormonas:

Es necesario señalar, una vez más, que no hay razón para creer que hay diferencias sexuales en la inteligencia en todos sus múltiples aspectos. Considerar la capacidad para teorizar como una mayor demostración de inteligencia que la percepción o la perspicacia no es menos arriesgado que considerar la fuerza física más importante que la longevidad como medida de buena salud.

Para el cristiano, las estadísticas de Goldberg son interesantes. Para el cristiano que cree en un orden jerárquico, son aún más interesantes, porque, aunque creemos que el orden patriarcal tradicional no es meramente cultural y sociológico, sino que tiene su fundamento en la teología, es interesante descubrir que también tiene un fundamento biológico válido.

Hay un principio espiritual involucrado aquí. Es la voluntad de Dios. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, se nos muestra en incontables historias en el trato de Dios con las personas que es Su voluntad liberarlas y darles alegría. A veces, el proceso de liberarlas es doloroso. Significó la muerte para el Hijo del Hombre —Su vida a cambio de la nuestra—. No vino a condenar, ni esclavizar, ni a meternos en una prisión. Él vino a dar vida.

Y es la voluntad de Dios que la mujer esté sujeta al hombre en el matrimonio. El matrimonio es usado en el Antiguo Testamento para expresar la relación entre Dios y Su pueblo de pacto y en el Nuevo Testamento entre Cristo y la iglesia. Ningún esfuerzo por mantenerse al día, por adaptarse a los movimientos sociales modernos ni a los cultos a la personalidad nos autoriza a invertir este orden. Tremendas verdades celestiales se exponen en la sujeción de la esposa a su esposo, y el uso de esta metáfora en la Biblia no puede ser accidental.

Este artículo ¿Debería la mujer ser sumisa a la autoridad del hombre? La respuesta de Elisabeth Elliot fue adaptado de una porción del libro Déjame ser mujer, publicado por Poiema Publicaciones.

Deudas mutuas en el matrimonio | Peter Masters

Deudas mutuas en el matrimonio

Peter Masters

Cristo ha pagado nuestra deuda eterna. ¡Cuán dispuestos tendríamos que estar ahora a pagar las deudas que debemos a la persona que Dios nos ha dado para el peregrinaje de nuestra vida! Aquí tenemos el concepto bíblico del matrimonio cristiano.

“El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido” (1 Corintios 7:3) RV1909.

El apóstol Pablo está respondiendo preguntas que la iglesia de Corinto le ha hecho. Lo podemos ver en sus palabras: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer”.
Evidentemente una de las preguntas era: “¿Es mejor no casarse?”. Quizás otra era: “¿Debería existir abstinencia sexual entre cristianos casados?”. No podemos decir exactamente cuáles fueron las preguntas, pero la respuesta de Pablo sugiere que tenían que ser algo así.
Cuando dice que sería bueno que el hombre no tocara mujer, nos damos cuenta de que se está refiriendo al matrimonio. No dice que sea mejor no casarse, o que permanecer soltero sea un estado superior, sino solamente que es bueno y aceptable a los ojos de Dios. Después muestra que el estado de soltero puede tener muchas ventajas para el servicio al Señor. Es bueno, saludable y a menudo es una situación maravillosa y necesaria y, desde luego, lo fue para alguien como el apóstol Pablo.
Como apóstol, y viviendo en tiempos difíciles, viajaba de sitio en sitio constantemente y nunca estaba en ningún lugar por más de tres años, y después se iba y muy frecuentemente su estancia en cualquier lugar era mucho más corta. Pablo constantemente tenía que hacer frente a persecución y oposición. ¿Podemos imaginar la angustia mental de su esposa si hubiera estado casado? Constantemente habría estado ansiosa; y su pobre corazón casi partido conforme el apóstol aguantaba todo el rigor de su labor. Cuando hubiera estado de vuelta a casa, en qué condición tan alarmante se encontraría a veces después de palizas crueles y tratamiento violento.
¡¿Qué estamos diciendo?! ¿“Cuando hubiera estado de vuelta a casa”? Él no tenía un hogar. Aquel cuyas palabras han sido atesoradas por billones de creyentes a lo largo de la era cristiana no tenía ningún lugar del cual pudiera decir que era suyo. Dondequiera que iba, dependía de la hospitalidad; y a veces incluso vivió al aire libre. Cuando consideramos las adversidades de la vida distintiva de Pablo, vemos que el no estar casado era para él un acto necesario de compromiso hacia el Señor.
Si no estamos casados, el Señor nos sostendrá y bendecirá poderosamente. Así que el apóstol declara por inspiración de Dios que el estado de soltero es uno noble que el Señor bendice.
Pero entonces Pablo dice: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. Desde luego, la condición más normal es estar casado. Nunca sea prohibido el matrimonio, dice el apóstol en 1 Timoteo. Advierte que en los últimos días, se levantará gente que prohibirá el matrimonio. Son falsos maestros que enseñan doctrinas de demonios y sacan sus ideas de espíritus engañadores, y con hipocresía hablan mentira. Pablo dice estas terribles cosas acerca de la gente que prohíbe o desalienta el matrimonio.
Aunque puede parecer que el apóstol está diciendo que el estado de soltero es superior al matrimonio, claramente no es así. El matrimonio es algo que Dios ha decretado, y es la condición general de hombres y mujeres; y así lo enseña Pablo, pero enfatiza que ambos estados, tanto el de casado como el de soltero, son bendecidos por Dios.
Notamos que Pablo dice que el matrimonio está ahí con el fin de evitar la fornicación, pero en otras partes de las Escrituras da otras razones mucho más grandiosas para ello. Aquí simplemente establece un propósito moral obvio, pero lo hace en una forma muy hermosa mediante una explicación curiosa.
Este es uno de los casos en los que no solo tenemos que leer sino también “oír” sus palabras: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. Las dos últimas frases utilizan casi las mismas palabras y, mediante esto, Pablo hace hincapié en una característica central del matrimonio. ¡Piense en esto!: poseer “su propia mujer”, “su propio marido”. Ella le pertenece a él, y él le pertenece a ella. El uno es para el otro una posesión valiosa; una posesión que se debe valorar, estimar, apreciar y amar. “Su propio […] su propia” para cuidarle. Mi único(a) esposo(a).

En Génesis 2 leemos cómo Eva fue creada del costado de Adán, y él dijo estas palabras: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”. ¿Pensamos que solo estaba hablando desde un punto de vista biológico, realizando una observación física obvia? ¿O nos damos cuenta de que aunque utiliza el lenguaje de un hecho biológico literal, en realidad está expresando sus más profundos sentimientos? No es meramente una observación biológica, sino lo que realmente piensa de Eva.
Y mientras que esto no es una verdad literal para nosotros, los maridos y las mujeres deberían ser capaces de decir el uno del otro: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Estas palabras expresan la cercanía de la posesión. “Las preocupaciones de mi esposa y sus dolores son míos, tal como si realmente lo fueran”. “Las preocupaciones de mi esposo y sus dolores son míos, tal como si realmente lo fueran”.

Los jóvenes especialmente deberían ser conscientes de que el grado excesivo de “roce” hoy en día es algo nuevo…

Antes de continuar con las deudas mutuas en el matrimonio, debemos comentar las palabras “bueno le sería al hombre no tocar mujer”. Aunque esto es un eufemismo para el matrimonio, al mismo tiempo contiene literalmente verdadera sabiduría. Tenga cuidado de la “cultura” moderna. Los jóvenes especialmente deberían ser conscientes de que el grado excesivo de “roce” hoy en día entre hombres y mujeres es algo nuevo; nunca fue así antes.
Hasta hace poco, los hombres no tocaban a una mujer excepto para estrecharle la mano. Pero la cultura degradada y carnal de los últimos años ha introducido cada vez más un toqueteo entre hombres y mujeres fuera del matrimonio.

Abrazarse, sentirse y besarse es ahora una característica normal de nuestra sociedad. Ya no es solo una afectación de los famosos y los hombres de negocios, sino que también se extiende a los políticos y a cualquiera en la mira pública. Sin embargo, el respeto tradicional por el sexo opuesto considera todo este toqueteo como impropio, descortés, e incluso rayando lo ordinario. Es demasiado confianzudo y también sumamente imprudente. Creemos que mucha gente se toquetea con el sexo opuesto inocentemente, suponiendo que solo están mostrando un comportamiento amistoso; pero muchas personas lo hacen para obtener excitación carnal, y afirmamos que el enunciado de Pablo contiene sabiduría literal.

En el pasado, en las culturas de los países con una fuerte influencia cristiana, el toqueteo confianzudo con el sexo opuesto era visto como algo irrespetuoso, insolente e indecoroso, y también nosotros deberíamos considerarlo así hoy en día. Si las personas se comportan con demasiada liberalidad en estas cuestiones, muchos pronto caerán (y caen) en el pecado de tener malos pensamientos.

Pasamos ahora a otro enunciado intencionalmente largo del apóstol, las grandes palabras “El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido” (RV1909). ¿Qué es exactamente “la debida benevolencia”? This is the translation of the martyr William Tyndale, which, like much of the New Testament, was adopted by the King James translators.
La palabra “debida” se refiere literalmente a una deuda que se tiene que pagar, o a un deber. Lo que se debe es benevolencia, una palabra que no se encuentra en algunos manuscritos antiguos, pero incluida firmemente en el Texto Mayoritario, y en el Texto Recibido del Nuevo Testamento griego. Algunas versiones modernas de la Biblia se precipitan en omitir la palabra, con su tendencia a “empobrecer” la traducción. Al hacerlo, logran que el pasaje entero hable acerca del sexo y de las relaciones sexuales. El mundo (y los periódicos sensacionalistas), cuando habla acerca del matrimonio, tiende a hablar solo del sexo, pero la Biblia habla acerca de asuntos más profundos también. Y así ocurre en este capítulo siete de 1 Corintios, donde el apóstol no llega a las relaciones sexuales sino hasta después de que ha hablado acerca de cómo el hombre y la mujer se poseen el uno al otro y pagan un deuda mutua de benevolencia. La Palabra inspirada pone estas cosas importantes y valiosas justo al principio, porque el matrimonio es mucho más que una relación sexual, tan importante como pueda ser.
La debida benevolencia es una deuda de buena voluntad, o de amabilidad en acción. La versión inglesa New King James (nueva versión del Rey Jaime) mantiene la idea de benevolencia, excepto que debilita la palabra un poco al sustituirla por “afecto”. Esto no es lo suficientemente fuerte, porque el afecto puede ser solo una emoción, pero la benevolencia es una emoción que se expresa activamente en acciones amables.
Tenemos una deuda de ofrecer una actitud amable y acciones amables y debemos pagarla. Nuestra deuda o deber bíblico contiene al menos siete aspectos, y si alguno de nosotros no lo estamos pagando, entonces pecamos contra el Señor.

Compromiso exclusivo
El primer elemento de esta obligación séptupla es muy obvia: es un compromiso exclusivo. El matrimonio es un pacto que incluye promesas que se tienen que cumplir. Hemos hecho votos y promesas de absoluta seguridad en un compromiso exclusivo, y no debe haber traición, por pequeña que sea, bajo ninguna circunstancia. Todas las tentaciones de falta de respeto o aversión entre sí tienen que ser expulsadas ​​inmediatamente, y los malos pensamientos se deben sustituir por buenos pensamientos. Considerar que otra persona fuera un esposo o esposa más adecuado(a) o deseable sería escandaloso y malvado, y no se tiene que cavilar ni por un momento. Tenemos una deuda y deber vinculantes ante Dios de permanecer leales el uno para con el otro a lo largo de la vida, y las únicas razones para la interrupción de esta deuda son aquellas nombradas en las Escrituras.
Parte de ser leales incluye un profundo respeto el uno por el otro y por nuestra unión, y esto significa que nunca hablamos del otro a una tercera persona en relación a asuntos personales y privados, ni hacemos comentarios críticos. Nunca nos traicionamos o nos ponemos en evidencia. Algunas personas lo hacen, pero son muy insensatas, comportándose como mundanos superficiales. Se quejan acerca de su marido o su mujer, incluso acerca de cosas bastante íntimas, y cosas que siempre deberían mantenerse estrictamente entre ellos, y hablan a terceras personas muy a la ligera. Esta es una forma de traición que debilita enormemente la unión que Dios ha dado y es un abandono del deber de fidelidad.

El deber de cuidado mutuo
La segunda obligación en nuestra deuda séptupla es el deber bíblico de cuidado mutuo. Tenemos que cuidarnos el uno al otro. A veces algunas buenas personas, cuando llevan casadas varios años, se olvidan de cuidarse el uno al otro, y especialmente si ambos son bastante fuertes y capaces. Dejan que el otro se valga por sí mismo y continúan con sus vidas, no poniéndole mucha atención al otro. Esto no es suficiente, porque tenemos un deber de cuidarnos de forma considerada y amorosa. Tenemos un deber de protegernos, alentarnos y confortarnos siempre que sea necesario, ayudándonos en nuestras diferentes tareas. A menudo puede que se ayude muy poco al otro. Puede que haya atención, apreciación, entendimiento y colaboración insuficientes.
Este deber de cuidado incluye esfuerzo para potenciar los dones del otro para el servicio al Señor, lo cual hemos incluido más adelante en el artículo.

El deber de amar
La tercera obligación en esta deuda séptupla es el deber de amar. Debemos hacer todo lo que sea necesario para mantener viva la llama del amor. El amor no es una emoción automática que sobrevive por sí misma, sino una que debe ser ejercitada y expresada, y si no se hace, pronto se enfría.
“Maridos, amad a vuestras mujeres”, dice el apóstol repetidamente en Efesios 5. ¿Estamos expresando amor? ¿Lo estamos comunicando? Si no es así, no estamos pagando nuestra deuda y somos culpables ante Dios. En el mundo la gente puede que diga: “Ya no le quiero”, como si no lo pudieran evitar, y su matrimonio ha terminado. Pero el amor es en gran manera una elección y, a menos que algún gran pecado intervenga, nunca se debería permitir que el amor decaiga y fracase.
El amor comienza con apreciación y cortesía inagotable. Después pasa a un gran afecto y actos de amabilidad. Después valora y atesora su objeto, y reflexiona sobre él de forma que el lazo sagrado de posesión pueda ser forjado. Nunca debe dejar de ser expresado de esta forma.
A los maridos se les manda amar a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia, el cual es un amor sacrificado; un amor que nunca cesa de bendecir activamente.

Si pensamos demasiado acerca de nuestros problemas y desgracias, o nuestros hobbies y placeres, no nos quedará mucha energía emocional para amar a nuestra esposa o esposo…

Para mantener vivo el amor, ciertos pecados específicos, como la autoindulgencia, deben ser evitados. Si pensamos demasiado acerca de nuestros problemas y desgracias, o nuestros hobbies y placeres, o nuestros objetivos e intereses, no nos quedará mucha energía emocional para amar a nuestra esposa o esposo. De igual forma, la autocompasión drena todas las reservas de un sentimiento real por otra persona. Puede ser que una persona haya llevado una vida dura con muchas desgracias, pero si tal persona no raciona firmemente la reflexión, y en vez de ello cae en un lamento constante, el amor por la otra persona no podrá prosperar.
El orgullo también estropea el amor porque pone en el centro de su vida a la propia persona, de forma que nadie más importa mucho. Toda emoción disponible es gastada en la suerte y fortuna, logros o reveses del “número uno”. Malgastar la “divisa” de la emoción es ser incapaz de amar verdaderamente. (Los lectores se darán cuenta de que estamos usando el lenguaje poéticamente y no científicamente).

El deber de cuidado espiritual
Nuestra cuarta obligación en esta deuda séptupla es el de cuidado espiritual. Dios nos hará responsables del nivel de cuidado espiritual que damos, y esto comienza con oración el uno por el otro, y la oración comienza con alabanza. Si sinceramente alabamos a Dios y le agradecemos por nuestro esposo o esposa, es muy poco probable que tengamos sentimientos de amargura, tontos y egoístas, el uno por el otro. Deberíamos percibir lo bueno del otro tanto como sea posible, y orar por bienestar, bendición espiritual y salud; y también por felicidad y éxito en el trabajo, la crianza de los hijos y el servicio por el Señor. Agradezca a Dios por el primer amor y por cada bendición importante que hayan vivido juntos en el transcurso de la vida. Después lean la Palabra juntos y hablen de cosas espirituales.
Esposos, esposas, ¿hablan de cosas espirituales? Puede ocurrir muy fácilmente en un matrimonio que, después de unos pocos años, conocen lo que piensan tan bien que no tienen nada más que decirse y, por consiguiente, su conversación se queda restringida a las necesidades terrenales. Sin embargo, tenemos una deuda, un deber de fomentar un buen interés espiritual y conversaciones al respecto. Esto puede abarcar temas y doctrinas específicas; o las necesidades de la causa de Dios ya sea en nuestra propia iglesia o nacionalmente, o en el extranjero; o puede ser acerca de tendencias a las que tenemos que responder en oración; o sobre nuestros propios esfuerzos de evangelizar a ciertas personas e interceder por ellas. Sobre todo, tenemos que alentarnos el uno al otro a tener dedicación y devoción a Cristo, y a apreciar su poder y sus propósitos.

El servicio espiritual del otro
Nuestra quinta obligación en esta deuda séptupla es posibilitar o potenciar el servicio espiritual del otro. Un marido debe decir: “Tengo que facilitar el servicio espiritual de ambos”. Pablo dice: “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”, y se está dirigiendo tanto a ciudadanos libres como a esclavos. Está claro que Pablo no está queriendo decir que los esclavos abandonen a los amos a quienes pertenecían, sino que como siervos dispuestos de Cristo, su prioridad máxima, cualquiera que sea la situación, es estar a su servicio.
“Servimos” a nuestros jefes en el lugar de trabajo, a nuestras familias, y en nuestros hogares, pero la prioridad principal tanto del marido como de la mujer es servir a Cristo. A menudo el marido está involucrado en el servicio al Señor y está muy ocupado; es bendecido, enormemente apreciado y se siente realizado. Pero, ¿y la esposa? ¿Qué es lo que ha hecho el marido para posibilitar que ella sea útil al Señor aparte de cuidar a la familia? Tenemos un deber de ayudarnos el uno al otro en esto, y de no negar al otro el propósito mismo de su salvación.
A veces ni el marido ni la mujer son útiles al Señor porque han querido demasiado del mundo material, quizás un coche o una casa demasiado caros, o una posición muy alta en la vida, de forma que toda su energía y esfuerzo son dedicados a los negocios, al avance y a acumular cosas. Tienen una muy buena posición económica, pero ninguno está sirviendo al Señor, o quizás solo uno porque no han buscado el objetivo correcto. Si no hubieran sido tan ambiciosos, o atraídos por el avance en este mundo habrían sido capaces de dedicar más tiempo en buscar formas de servicio cristiano en la iglesia. ¡Cuánto más felices habrían sido! Es mucho mejor estar al servicio de Cristo que tener tal posición vertiginosa en la vida.
Los maridos deberían decir: “Mi principal finalidad es facilitar el servicio cristiano para ambos, no solo para mí”. Si bien el Señor ha ordenado que el marido sea el cabeza de familia, tanto el marido como la mujer son iguales ante Él, y uno no debería descartar el servicio del otro o ser indiferente al mismo.

Un deber de agradar
Nuestra sexta obligación en esta deuda séptupla es el de agradar el uno al otro. “¿Hago feliz a mi mujer o marido?” Esta es una parte esencial de la benevolencia que es debida. “¿Hago que la vida sea agradable? ¿Doy compañerismo y amistad, al decir buenas cosas y traigo buenas nuevas y hablo de cosas gratas y reconfortantes?”.
“¿O estoy en el otro extremo, tan ocupado que no le dedico al otro ni un minuto de mi tiempo o de mis pensamientos, y rara vez hablamos de un modo sustancial o alentamos los sentimientos del otro o sus aspiraciones?”.¡Esto sería terrible! Preguntémonos: “¿Concedo amistad o causo malos estados de ánimo a mi esposa o esposo?”.
Las parejas, desde luego, comparten las cargas, y esto es una de las bendiciones y los privilegios del matrimonio. Pero esto no se debe hacer todo el tiempo porque sería intolerablemente egoísta. Si un marido descarga sus problemas y miedos perpetuamente, y siempre está quejándose y refunfuñando, o si su esposa lo hiciera, la vida no sería nunca agradable, y el uno nunca sería una persona grata para el otro. Se tiene que racionar cuántos problemas se comparten. Piense en algo bueno, para variar; en algo agradable. Nunca piense en los achaques por mucho tiempo. Si puede, lleve la carga con la ayuda del Señor y no espere que el otro tenga que llevar la carga injustamente. Recuerde que tenemos un deber mutuo de alentarnos, de animarnos el uno al otro, como una deuda debida en el matrimonio.

Un deber de moldear
Nuestra séptima obligación en esta séptupla deuda mutua debida en el matrimonio es el deber de moldearnos el uno al otro. Por favor recuerde que es un deber de moldearse entre sí. Si el moldear se produce en una sola dirección, entonces es una imposición, una carga pesada y una experiencia desagradable. Si él siempre está corrigiéndola, o ella siempre le está corrigiendo, y no es una actividad mutua, hecha con cuidado, es probable que produzca arrogancia en uno y resentimiento en el otro. Tenemos que influir en el comportamiento del otro con cortesía, amabilidad y gentileza, y moldear y dejarnos moldear con mansedumbre.
Martín Lutero bien llamó el matrimonio: “la escuela de carácter”, y lo es. ¿Somos demasiado orgullosos como para aceptar consejo o ayuda de nuestro esposo o esposa? ¿O nos quejamos del comportamiento del esposo o la esposa debido a un mal genio o a una impaciencia irrazonable? El moldeamiento se debe llevar a cabo con paciencia porque la mayoría de las quejas que las personas tienen entre sí no se deberían tener, sino que se deberían cubrir con amor y olvido.

Oremos para deshacernos de este orgullo en el matrimonio, pues daña de forma devastadora, y aprendamos a amar

Normalmente existe una gran diferencia entre el marido y la mujer con respecto a sus dones y a la manera como piensan. Tienen sus puntos fuertes en diferentes áreas, y tienen personalidades diferentes. Obviamente necesitamos tenernos gran afecto y gran paciencia el uno con el otro. Si uno se siente irritado constantemente por el otro probablemente se deba al orgullo; un horrible e intolerante orgullo que no reconoce los dones, las capacidades, sensibilidades y el discernimiento del otro, y que no puede adaptarse a variedades humanas razonables. Oremos para deshacernos de este orgullo en el matrimonio, pues daña de forma devastadora, y aprendamos a amar incluso aquellas imperfecciones de actitud y forma de pensar percibidas que son sin malicia.

Nuestro aliciente
Deudas, deberes y obligaciones son la esencia de nuestra debida benevolencia. Note de nuevo cómo Pablo de forma deliberada utiliza una forma torpe de palabras: “El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido” (RV1909). Es una deuda recíproca.
Concluimos con otra referencia a 1 Corintios 7:23: “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”. Aquí tenemos el gran incentivo para pagar nuestras deudas mutuas, para que así nuestra unión matrimonial pueda ser profunda, hermosa e instrumental al servicio de Cristo. Éramos esclavos del pecado y le pertenecíamos. Éramos esclavos del diablo y nos controlaba. Éramos esclavos de condenación y del infierno; esclavos de una corrupción dentro de nosotros cada vez mayor; y de ideas falsas y retorcidas. Éramos esclavos de tragedia y pérdida, y aun así Dios nos sacó de todo eso y nos compró.
Suponga que tiene un negocio que no es una sociedad de responsabilidad limitada, de modo que es incapaz de escapar de las deudas. Es totalmente suyo pero la empresa ha fracasado y se ha hundido en una deuda grave. Está a punto de entrar en bancarrota y perder su empresa, su hogar; todo. Pero entonces alguien viene (esto nunca ocurriría en la vida real) y solo porque usted le da lástima, le dice: “Le compro su empresa”. Su empresa no vale nada, debe demasiado; pero su benefactor le dice: “La compro por el valor de su deuda, por grande que sea, de forma que su historial crediticio quede limpio. Sé que estoy pagando mucho más de la cuenta por la empresa; pero no solo la compraré, sino que le daré mejores instalaciones y la pondremos en marcha de nuevo, no importa lo que cueste”.
“Pero he fracasado”, respondería usted, “mi empresa ha sido un absoluto fracaso”. “Aun así”, insiste el benefactor, “le rescataré”.
Cristo ha pagado nuestra deuda eterna. A través de la valiosísima sangre de Cristo hemos sido liberados de condenación y se nos ha dado una vida nueva, mucho mejor, y un glorioso hogar eterno. Cuán dispuestos ahora deberíamos estar a pagar las deudas que debemos a esa persona que Dios nos ha dado para el peregrinaje de nuestra vida: nuestra propia esposa o nuestro propio marido. ¿Estamos cumpliendo nuestras obligaciones? Que el Señor nos bendiga y nos capacite para hacerlo.

La gloria de Dios nos motiva a honrarlo en el matrimonio | Joselo Mercado

La gloria de Dios nos motiva a honrarlo en el matrimonio

por Joselo Mercado.

Nota del editor:
Este es un fragmento adaptado del libro El matrimonio que agrada a Dios: Cómo vivir el evangelio hasta que la muerte nos separe (B&H Español, 2019),

Siempre hay algo que nos motiva en la vida. Hacemos las cosas porque hay una fuerte motivación en nuestros corazones que nos impulsa a actuar de cierta manera y lograr cierto objetivo. Por ejemplo, vamos a la universidad porque nos gusta la carrera y también porque queremos buenos trabajos. Hacemos ejercicios porque queremos sentirnos bien y también porque deseamos lucir bien. Nos levantamos cada mañana para ir a trabajar porque nos gusta lo que hacemos y también porque necesitamos cubrir nuestras necesidades.

La cosmovisión del mundo sostiene que, al final, es en la motivación donde radica su propia realización y felicidad. Hacemos las cosas que hacemos porque tenemos derecho a ser felices, porque nuestros sueños deben ser cumplidos. Todo nuestro actuar está permeado por esa visión global secular. Muchas novias caminan al altar el día de su boda guiadas por esa cosmovisión. Muchos novios esperan nerviosos a sus novias en el altar, poniendo todas sus esperanzas en que esa mujer ha llegado para hacerlos felices.

Los matrimonios que comienzan con esta visión de buscar su felicidad propia están, desde mi perspectiva, destinados al fracaso. Destinados al fracaso si definimos que el éxito en el matrimonio es que Dios sea glorificado. Quizás no todos terminan en divorcio, pero con esa visión egoísta, un matrimonio no puede cumplir la misión para la cual fue diseñado. Mientras el propósito del matrimonio sea la satisfacción personal de cada individuo, el mismo puede parecer perfecto en las redes sociales, pero no está cumpliendo la función primordial del diseño de Dios, que es glorificarlo a Él. Para que un matrimonio pueda hacer esto, ambos miembros deben desear glorificar a Dios individualmente y esto requiere morir a sus deseos personales para juntos vivir para un propósito eterno.

La Biblia nos recuerda una y otra vez que Dios merece toda gloria y que fuimos creados para darle gloria al que merece toda la gloria.

Descubramos un principio general que servirá para el matrimonio y para cualquier área de nuestra vida. El Catecismo de Westminster señala: “El propósito principal de un ser humano es dar gloria a Dios y disfrutarlo por siempre”. El apóstol Pablo enseñó con absoluta claridad que debemos hacerlo todo para la gloria de Dios (1 Co. 10:31). Dar gloria a Dios es el tema central de la Biblia. Una y otra vez se nos recuerda que Dios merece toda gloria y que fuimos creados para darle gloria al que merece toda la gloria. La gloria de Dios es un concepto que permea toda la Biblia. Los reformadores entendieron que todo es para la gloria de Dios. Su gloria es el reflejo de todo lo que Dios es en sí mismo. Su infinita perfección y Su santidad hacen que Dios sea glorioso.

Nosotros los creyentes, cuando somos salvados por el sacrificio sustitutorio de Jesús, somos transformados, la imagen de Dios comienza a ser restaurada en nosotros y comenzamos a reflejar la gloria de Dios por su gracia.

Este propósito es visible desde el Edén. Dios nos crea a su imagen y semejanza para ser su reflejo en este mundo y nos encomienda la tarea de sojuzgar su creación para su gloria. El Señor le recuerda a Israel, vez tras vez, que Él no comparte su gloria con nada ni nadie (Is. 42:8). El apóstol Pablo nos dice que la motivación detrás de la elección incondicional divina es la gloria de Dios (Rom. 9:23). Existe mucha evidencia bíblica que confirma que hemos sido creados para dar gloria a Dios. Ese es nuestro propósito, para eso Dios nos creó y, aún es más importante para el creyente porque para eso Dios lo salvó.

En oposición a la visión del mundo, la cosmovisión cristiana está basada en que fuimos creados para la gloria de Dios. Me pregunto entonces, ¿por qué los matrimonios cristianos lo olvidan o no lo toman en cuenta? Podría decir que los problemas matrimoniales con mi esposa Kathy o de los que escucho durante la consejería matrimonial se resumen en que uno de los cónyuges, o ambos en el matrimonio, no están dando gloria a Dios.

Si nos detuviéramos a analizar el motivo del conflicto en un matrimonio que se manifiesta en que ella está deprimida o él es agresivo, en que la esposa es sarcástica o el esposo no muestra interés, es muy posible que descubramos que la razón por la que están así es porque piensan que merecen ser felices y la persona con la que se casaron ya no cumple o nunca ha cumplido ese propósito. Cuando no vivo para la gloria de Dios, sino que vivo para mi propia gloria, si mi pareja no vive para mi gloria, entonces voy a entrar en guerra con ella.

Uno de los pasajes más poderosos que nos muestra qué sucede cuando un matrimonio está en conflicto es el siguiente: “¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros? Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra. No tienen, porque no piden. Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres” (Stg. 4:1-3 LBLA).

El matrimonio debe ser la unión de dos vidas para reflejar el glorioso evangelio que a su vez refleja la gloria de Dios.

Estamos dispuestos a entrar en guerra porque no obtenemos lo que deseamos, porque finalmente estamos viviendo para nuestra propia gloria y no para la gloria de Dios. Vivimos para satisfacer nuestros deseos y placeres. Cuando nuestros placeres no se complacen, estamos dispuestos a todo por obtenerlos. Estamos dispuestos a subir nuestro tono de voz, dispuestos a manipular, dispuestos a menospreciar, y hasta dispuestos a abandonar.

La realidad del matrimonio que la Biblia presenta es la de morir al yo para la gloria de Dios y el bienestar del otro. El Señor nos dice: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). El matrimonio implica unidad y morir al individualismo para vivir junto a otra persona. Mi vida ya no se trata solo de mí porque ya no estoy solo, sino que estoy unido a otro.

El matrimonio debe ser la unión de dos vidas para reflejar el glorioso evangelio (1 Tim. 1:11) que a su vez refleja la gloria de Dios. El glorioso evangelio es donde Dios más claramente refleja Su gloria, ya que un Dios soberano y santo da su vida por pecadores que no lo merecen, por medio de la vida, la muerte, y la resurrección de Jesús.

El matrimonio refleja esta gloriosa realidad al dar nuestra vida por el bien del otro. El Señor nos presenta en Efesios 5:22-33 una hermosa imagen de la unidad que se manifiesta en la relación de Cristo y la Iglesia y que debe ser reflejada por el esposo y la esposa. Es importante recordar siempre que no nos hemos casado para ser felices. Nos casamos para darle gloria a Dios y para que, por medio de nuestro matrimonio, otros puedan ver el reflejo de la gloria de Dios, ya que estamos imitando la hermosa relación entre Cristo y su Iglesia.

Adquiere el libro.

Imagen: Lightstock.
José (Joselo) Mercado es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Oriundo de Puerto Rico, renuncia a su carrera de consultoría en el año 2006 para ingresar al colegio de pastores de Sovereign Grace Ministries. Es el pastor principal de la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland. Joselo completó su Maestría en Artes en estudios teologícos en SBTS, y está casado con Kathy Mercado y es padre de Joey y Janelle. Puedes encontralo en Facebook y Twitter.

Expongamos la idolatría detrás de la ideología | Josué Barrios

Expongamos la idolatría detrás de la ideología

Josué Barrios

Debemos ser compasivos con las personas que sufren disforia de género. Sin embargo, es clave reconocer que ellas son bombardeadas por un engaño llamado «ideología de género», que no les brindará la paz que anhelan. También nuestros hijos son parte del objetivo de la agenda de esta ideología que invade nuestros países. Si amamos la verdad y a las personas, hablaremos la verdad en amor a las personas.

Ahora bien, cuando se trata de responder a la ideología de género, debemos reconocer que ella tiene en su bolsillo el cianuro para su suicidio intelectual, por decirlo de alguna manera. Esta es una razón para encarar con seguridad cualquier diálogo con personas que abracen esta ideología. Tan solo considera algunas de las contradicciones en sus doctrinas:

«No hay diferencias significativas entre el hombre y la mujer», pero la misma idea de ser transgénero y «cambiar de sexo» saca a relucir que sí hay diferencias profundas entre el hombre y la mujer.
«El género es independiente de la biología», pero se espera que las personas con disforia alteren su biología para «cambiar de género» mediante el uso de hormonas y mutilaciones irreversibles sobre cuerpos sanos.
Siguiendo el posmodernismo, se afirma que «toda afirmación de verdad (como los conceptos “hombre” y “mujer”) es solo una construcción social», promovida por algunos para mantener su poder en la sociedad mientras las minorías son oprimidas. Pero si toda afirmación de verdad es una construcción social con este fin… ¿No lo son también los postulados de la ideología de género?
El espacio aquí no basta para hablar de más contradicciones en esta ideología, ni para mencionar cuán absurdas pueden llegar a ser sus conclusiones a nivel público. Tan solo mira, por ejemplo, la lista creciente de «géneros» que puedes escoger en la configuración de tu perfil en Facebook, o piensa en el hecho de que «en un mundo donde millones de personas carecen de cuidados de salud básicos, hay naciones ricas que gastan dinero en la “construcción de vaginas” para hombres saludables».1

Más aún, si puedes definir tu género, ¿por qué no definir también tu edad o color de piel? ¿Qué hacemos con alguien que afirma ser de otra edad, raza o especie? Además, si toda identidad y orientación sexual debe ser afirmada, ¿qué hacemos con los intentos de las minorías que buscan justificar la pedofilia y hasta la bestialidad bajo el lenguaje del «amor»? ¿Cuál es el límite a las implicaciones de esta ideología?

Sí, podemos hablar mucho más sobre las contradicciones y los peligros evidentes de la ideología de género. Es necesario que lo hagamos. Sin embargo, el objetivo de este escrito no es hablar principalmente sobre eso. Quiero invitarte a reflexionar con la Biblia en lo que hay detrás de esta ideología.

Si este conjunto de dogmas es tan irracional y tóxico, ¿por qué tantas personas lo aceptan con fanatismo? Además, ¿cómo entender esa propensión nos ayuda a hablar la verdad en amor frente al engaño ideológico?

La ideología como religión
La Biblia enseña que la razón por la que podemos llegar a abrazar ideas irracionales es que no somos criaturas muy racionales después de todo. Debido a nuestro pecado e idolatría —que consiste en poner a otras cosas en el primer lugar que solo Dios merece y creer que eso nos saciará (Ro 1:21-25; Jer 2:13)—, el Señor en Su justicia nos dejó seguir nuestra mente separada de Él, como una forma de juicio: «Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada» (v. 29). Es por eso que no pensamos tan bien como debiéramos.

Además, un punto clave sobre nuestra humanidad es que Dios no nos hizo seres puramente racionales. Él nos hizo para que seamos más que simples calculadoras. Dios nos creó en amor para compartir Su deleite con nosotros, para que le adoremos y disfrutemos de comunión con Él para siempre. Por eso nos dio la capacidad de tener deseos, pues la adoración sin afectos sería mera hipocresía. Fuimos hechos para amar y adorar a Dios con todo lo que somos (Mt 22:37), lo que implica ser gobernados por el deseo por Dios.

Nuestros anhelos son capaces de sobreponerse a la razón. De hecho, tendemos a justificar y racionalizar las cosas que deseamos

Como fuimos hechos para adorar, se nos hace imposible no adorar algo. Si Dios no está en el centro de nuestras vidas, no podemos evitar desear algo más que llegue a ocupar el primer lugar y que elevemos como dios. Por eso la esencia del pecado es cambiar la gloria de Dios por algo más y convertirlo en lo más importante y deseable.

En palabras de Santiago, «cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte» (1:14-15). Esto significa que el pecado no surge de la nada, sino que tiene su origen en nuestros deseos desordenados (el significado de la palabra griega traducida como «pasión»)

Somos criaturas más orientadas por nuestros deseos que por la mera razón. Es por eso que saber que codiciar está mal no necesariamente acaba con nuestra codicia (cp. Ro 7:7-8). Nuestros anhelos son capaces de sobreponerse a la razón, de manera que «los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne» (Ro 8:5). De hecho, tendemos a justificar y racionalizar las cosas que deseamos. Nuestros ídolos nos gobiernan, estemos conscientes de eso o no. Por eso Jesús habla del pecado como algo esclavizante (Jn 8:34).

En resumen, todo pecado es idolatría. Por tanto, debajo de toda ideología que pone ideas falsas por encima de la verdad también hay idolatría.

Cuando reconocemos esto, no es difícil detectar cuál es el ídolo detrás de la ideología de género: el yo que quiere definir su identidad y elevar sus deseos desordenados por encima de la verdad, asumiendo el lugar de dios en su vida y pretendiendo que eso lo hará feliz. En este sentido, la ideología de género —como toda ideología en realidad— es una forma de religión basada en una fe mal dirigida (¡y vaya que se requiere mucha fe ante tantas contradicciones en sus doctrinas!).

Debajo de toda ideología que pone ideas falsas por encima de la verdad también hay idolatría

Es por este individualismo que, como Tim Keller ha señalado, mientras que en el mundo romano antiguo acusaban a los creyentes: «Ustedes los cristianos son muy exclusivistas; amenazan el orden social porque no honran a todas las deidades», hoy el mundo occidental posmodernista e individualista nos acusa: «Ustedes los cristianos son muy exclusivistas; amenazan el orden social porque no honran todas las identidades».

Por eso el debate sobre la ideología de género se trata en realidad de una guerra espiritual por los corazones de las personas, contra las fuerzas espirituales que mantienen a las personas cautivas voluntariamente a la esclavitud de la idolatría (cp. Ef 6:12, 2 Co 4:3-4; 2 Ti 2:25-26). No podemos librar esta guerra sin tener en cuenta su dimensión espiritual y sin prepararnos con la armadura que Dios nos provee (Ef 6:10-18).

Aquí es donde aparecen las buenas noticias: nuestro Dios es poderoso y lleno de gracia para librar a las personas de la idolatría y traerlas a Él (1 Ts 1:9; 2 Co 4:6). Lo hizo en quienes hemos creído el evangelio; lo puede hacer también en los demás.

Respondamos ante la idolatría
Los activistas de la ideología de género dicen que el debate al respecto en la esfera pública debe estar exento de dogmas de fe y religión; sin embargo, como vimos, su ideología es una forma de religión y tiene dogmas que abraza por fe. No temamos señalar esto en la medida que sea posible. Identifiquemos la idolatría subyacente debajo de la ideología, en vez de enfocarnos solo en conversar sobre lo irracional y dañina que resulta, pues esto nos permite ir a la verdadera raíz del problema y apuntar a la solución que solo está en Jesús.

Nuestro Señor es el Hijo de Dios que vino a este mundo para vivir perfectamente en nuestro lugar, morir en una cruz por nuestros pecados y resucitar victorioso para traer libertad y vida eterna a todo el que cree en Él. En Cristo podemos tener comunión con Dios y empezar a vivir satisfechos en Él para siempre, de manera que podamos decir junto a Pablo que el vivir es Cristo (porque Él es lo más valioso y precioso que tenemos) y el morir es ganancia (porque la muerte solo nos acerca más a Él; Fil 1:21).

Expongamos la idolatría detrás de la ideología de género. Al hacerlo, expongamos también al Salvador que nos hace libres en verdad

Entonces, no nos conformemos con solo señalar las inconsistencias y consecuencias de la ideología de género. Cavemos más profundo. Esta ideología está mal no solo porque es ilógica y hace daño a las personas, sino primeramente porque nos esclaviza como lo hace todo pecado y porque es una forma de rechazar al Dios para el que fuimos hechos y el diseño con el que nos creó en Su voluntad perfecta. Solo Él es el Dios que puede saciarnos en verdad.

Hermanos, expongamos la idolatría detrás de la ideología. Al hacerlo, expongamos también al Salvador que nos hace libres en verdad (Jn 8:34). Esto no es opcional si queremos hablar la verdad en amor a las personas.

1 Sharon James, Gender Ideology: What Do Christians Need to Know? [Ideología de género: ¿Qué necesitan saber los cristianos?] (Christian Focus, 2019), p. 20.


Josué Barrios

Sirve como Director Editorial en Coalición por el Evangelio. Ha contribuido en varios libros y es el autor de Espiritual y conectado: Cómo usar y entender las redes sociales con sabiduría bíblica. Es licenciado en comunicación y cursa una maestría de estudios teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Vive con su esposa Arianny y su hijo Josías en Córdoba, Argentina, y sirve en la Iglesia Bíblica Bautista Crecer como líder de jóvenes. Puedes leerlo en josuebarrios.com, donde su blog es leído por decenas de miles de lectores todos los meses. También puedes seguirlo en Youtube, Instagram, Twitter y Facebook, y suscribirte gratis a su newsletter con contenido exclusivo.

El propósito del matrimonio | Nancy DeMoss Wolgemuth 

Nancy DeMoss Wolgemuth: Una mujer me dijo recientemente “Los primeros dos años de nuestro matrimonio pensaba que la labor de mi esposo era hacerme feliz, y él pensaba que la mía era hacerlo feliz –y no funcionó.”

Las mujeres que se casan solo para encontrar felicidad, inevitablemente están destinadas a la desilusión. Difícilmente encontrarán lo que están buscando. Esto es porque el propósito último del matrimonio no es ser feliz, sino glorificar a Dios.

La verdad es que no hay ser humano que pueda hacerte feliz. El verdadero gozo solo se encuentra en Cristo. Cuando venimos a Él para que satisfaga nuestras necesidades más profundas, entonces tienes la fortaleza para cumplir el propósito del matrimonio –glorificar a Dios.

Si ése es tu enfoque, experimentarás algunos momentos de felicidad, y tendrás la capacidad para permanecer fiel durante las etapas de difíciles.

¿Estás buscando que sea Cristo quien satisfaga tus más profundas necesidades?

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Marido de una sola mujer | Tim Challies

Serie: El carácter del cristiano

Marido de una sola mujer
Por: Tim Challies

Este artículo pertenece a una serie titulada El Carácter Cristiano, publicada originalmente en Timchallies.com

Hoy continuamos con esta serie sobre el carácter del cristiano. Estamos explorando cómo los diversos requisitos del carácter de los ancianos son en realidad un llamado de Dios para todos los cristianos. Mientras que los ancianos tienen como propósito ejemplificar estos rasgos, todos los cristianos deben mostrarlos igualmente. Quiero que examinemos si es que estamos mostrando estos rasgos y aprender juntos cómo podemos orar para tenerlos en mayor medida.

Nuestro tema de hoy es una calificación que Pablo repite tanto en 1 Timoteo 3: 2 como también en Tito 1:6. La LBLA lo traduce como “marido de una sola mujer”, una descripción común del griego, que significa, literalmente, “hombre de una sola mujer.” Hay varias maneras en que podríamos interpretar esta calificación. ¿Significa que Pablo está diciendo que un pastor no puede ser un polígamo? ¿Quiere decir que un anciano debe estar casado? ¿Quiere decir que el pastor no puede haber sido previamente divorciado y vuelto a casar? Ninguna de estas cosas llega al fondo del asunto. John MacArthur dice, “No es algo relativo al estado civil, sino al carácter. No es una cuestión de circunstancia, es una cuestión de virtud. Y el asunto aquí tiene que ver con un hombre que se halle total y exclusivamente dedicado a la mujer que es su esposa. Es una cuestión de carácter. Es hombre de una sola mujer. Cualquier cosa menos que esto es una descalificación”.

De manera similar, en su libro Liderazgo Bíblico de Ancianos, Alexander Strauch nos recuerda que la primera calificación, irreprensible, es un resumen que se define por las virtudes que le siguen. Él escribe: “En las dos listas de calificaciones de Pablo, él coloca la calificación “marido de una sola mujer” inmediatamente después de “irreprensible.” Así que la primera y más importante área en la que un anciano debe ser irreprensible es en su vida conyugal y sexual. … La frase “marido de una sola mujer” está destinada a ser una declaración positiva que expresa fidelidad conyugal, monogamia. En español diríamos, “fiel y verdadero a una mujer.” Philip Ryken dice que Pablo “quiere que los líderes de la iglesia sean ejemplos vivos de un matrimonio bíblico: Un hombre y una mujer en un pacto de amor de por vida”.

De la misma manera en la que un anciano debe ser un ejemplo de integridad sexual, también hay un llamado dirigido a todos los cristianos a “abstengáis de inmoralidad sexual” (1 Tesalonicenses 4: 3). Esto es cierto ya sea que el cristiano esté casado o sea soltero, hombre o mujer. Pablo ordena a toda la congregación en Corinto a “Huid de la fornicación” y advierte que “Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo.” (1 Corintios 6:18). Al escribir a la iglesia reunida en Éfeso, Pablo establece un estándar tan alto como para exigir “Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos;” (Efesios 5:3). Si tú eres “inmoral o impuro”, dice, no tienes ninguna “herencia en el reino de Cristo y de Dios.”(Efesios 5: 5). Escribiendo de nuevo a toda una congregación, Pablo llama tal fornicación una de las “obras de la carne” (Gálatas 5:19).

Por supuesto, al igual que con todos estos requisitos, no vamos a ejemplificarlos perfectamente por lo que siempre hay que volver a las buenas nuevas de salvación y santificación por medio de Jesucristo. Pablo también dice que a pesar de que algunos miembros de la congregación habían sido “fornicarios” y por lo tanto no tenían herencia en el reino de Dios, comienza a alegrarse al expresar, “Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.”(1 Corintios 6: 9-11). Les recuerda que su pecado sexual está relacionado con el viejo hombre y sus malos caminos, no con el nuevo hombre y sus caminos rectos. Aun así, el llamado a la pureza sexual es uno de los mandatos más importantes y repetidos en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, esta calificación es un llamado a la devoción—devoción primeramente a Dios y luego a un cónyuge dado por Dios. Sin lugar a dudas es un llamado a alejarnos del adulterio, pero también a alejarnos de un corazón errante, de ojos errantes, o manos errantes. Es un llamado para cada uno de nosotros a ser puros y castos, a ser ejemplos en carácter y conducta, ya sea en el matrimonio o en la soltería. Es un llamado a los casados a buscar y disfrutar la relación sexual con su cónyuge y un llamado a los solteros a someter voluntariamente su sexualidad a la voluntad y el cuidado de un Dios de amor.

Autoevaluación
Para fortalecer tu lucha contra la inmoralidad sexual y tu esfuerzo hacia la pureza sexual, te animo a evaluarte a ti mismo a la luz de preguntas como las que están a continuación:
– A pesar de que tú eres imperfecto, ¿podrías estar delante el Señor y decir honestamente, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”(Salmo 139: 23-24)?

– ¿Existen pecados sexuales que hayas cometido los cuales tienes que confesar y arrepentirte? ¿Hay algún o algunos pecados que hayas estado escondiendo y que necesitas sacar a la luz? (Salmo 32:3-7)

– ¿Existen ciertos escenarios o contextos donde eres especialmente propenso al fracaso sexual? ¿Qué precauciones has tomado para evitar estas situaciones? ¿Existen acciones radicales que todavía necesitas tomar? (Mateo 5: 27-30)

– ¿Sirve tu matrimonio como un ejemplo del diseño ideal de Dios para el matrimonio? ¿Estás enamorado de tu cónyuge? ¿Buscas regularmente la unión sexual con tu cónyuge? (1 Corintios 7: 3-5)

– ¿Disfrutas regularmente de entretenimiento que muestra desnudo explícito o que envilecen el diseño y el propósito de Dios para la sexualidad? ¿Te abstienes voluntariamente de toda forma de mal y te niegas a hacer del mismo un asunto trivial? (1 Tesalonicenses 5:22; Efesios 5: 3)

Puntos de oración
Si vamos a incrementar nuestra pureza sexual, mantenerla, y crecer en ella, debemos orar. Les animo a orar de esta manera:

– Oro para que me des el deseo y la sabiduría de proteger mi corazón de todas las formas de inmoralidad sexual. Yo oro para ser diligente en confesar y abandonar todo pecado sexual conocido. [Considera orar a través de Proverbios 6:23-35]

– Para los hombres: Oro para considerar a las ancianas, como a madres y a las mujeres jóvenes, como a hermanas, con toda pureza. (1 Timoteo 5: 1-2)

– Para las mujeres: Oro para considerar a los hombres mayores como a padres y a los hombres más jóvenes como a hermanos, con toda pureza. (1 Timoteo 5: 1-2)
– Oro para que purifiques mi corazón para que el pecado de adulterio—expresado incluso en pensamientos y miradas lujuriosas—pierda todo su poder sobre mí. (Mateo 5: 27-30) “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” (Salmo 19:14)

– Oro para no desanimarme cuando peque. Por favor, déjame tener consuelo en el conocimiento de que cuando confieso mis pecados, eres fiel y justo para perdonar mis pecados y limpiarme de toda maldad. (1 Juan 1: 9)

Publicado originalmente en Challies.com | Traducido con permiso para Soldados de Jesucristo por Ricardo Daglio

¿Qué es el matrimonio cristiano?

Renovando Tu Mente

R.C.Sproul

Serie: El matrimonio íntimo

En El matrimonio íntimo, el Dr. R.C. Sproul muestra que si seguimos los principios de Dios, el matrimonio puede ser una celebración de gozosa intimidad y uno de los mayores placeres de la vida. En esta serie, el Dr. Sproul examina no solo la teología del matrimonio, sino también su sociología y psicología, cubriendo temas como la comunicación, los roles de género y el sexo.

¿Qué es el matrimonio cristiano?

Muchas personas hoy en día se preguntan si el matrimonio es una tradición anticuada que debe ser desechada de una vez por todas.

En este episodio de Renovando Tu Mente, R.C. Sproul nos lleva al origen del matrimonio con el fin de descubrir el propósito de Dios para la relación entre marido y mujer.

R.C.Sproul Alimentemos El Alma

Ideología de género: Tergiversación y verdad

Ideología de género: Tergiversación y verdad
CATHERINE SCHERALDI

Hasta hace unas décadas, las palabras sexo y género podían usarse de manera indistinta sin ningún problema. Hoy, sin embargo, las cosas son muy distintas. Mientras que el sexo se define como las características biológicas que hacen de un individuo varón o hembra, el género como tal (masculino o femenino) se denomina una construcción social y no biológica.

Según nuestra sociedad, la biología no tiene nada que ver con la identidad de género. Pero las cosas no son así tan sencillas.

La ciencia
Para entender cómo se determina el sexo de una persona, es importante regresar a la genética y la embriología. En el núcleo de cada célula hay genes con diferentes combinaciones de ADN (ácido desoxirribonucleico), las unidades hereditarias que determinan no solamente las características físicas de la persona, sino también el funcionamiento de cada órgano.

Las diferentes combinaciones en el ADN determinan las características de los seres humanos: el color de pelo, el tono de piel, o cualquier otra característica que marca la individualidad de cada persona. En los humanos, hay 23 pares de cromosomas (46 en total); 22 pares se conocen como autosomas y aparecen iguales en el sexo masculino y femenino. Además existe un último par, con los que llamamos “cromosomas sexuales”. Aquí existe una diferencia: las personas femeninas tienen dos cromosomas X (XX) y las personas masculinas tienen un cromosoma X y otro Y (XY).

El sexo es determinado por el tipo de gen que el feto reciba de sus padres. El hijo o hija recibe un cromosoma sexual de cada progenitor. La madre siempre donará un cromosoma X y el padre en ocasiones dona un cromosoma X y otras veces dona un cromosoma Y.

Aunque el sexo es determinado en el momento de la concepción, en el estado fetal el desarrollo de ambos sexos es idéntico hasta la sexta semana. Si el feto es masculino, entrará en juego una proteína conocida como proteína SRY, la cual se produce a partir de un gen en el cromosoma Y. Esta proteína ocasiona la formación de los órganos masculinos. Si la proteína SRY está ausente, se desarrollarán los órganos femeninos. Así, la composición genética (lo que llamamos el genotipo) es lo que determina cómo el individuo luce y funciona (lo que llamamos el fenotipo).

La caída
Cuando una persona dice sentirse más como el sexo opuesto al que su fenotipo demuestra, entonces se habla de disforia de género. Esa persona profesa sentimientos como si estuviera en el cuerpo del sexo equivocado, condición que ha sido denominada como transexualidad. El término disforia de género también se utiliza para hablar de personas que sienten que su género no es exclusivo (masculino o femenino) sino que dice ser “bigénero” e identificarse con ambos. También existen aquellos que se denominan “agénero”, porque sienten una ausencia de género o porque se consideran de un tercer género totalmente separado de los otros dos.

El pensamiento popular ahora es que lo que determina el género en el individuo no es su genética, sino lo que cada persona “siente”.

Dot Brauer, psicóloga clínica y directora del Centro de LGBTQA en la universidad de Vermont, define la identificación del género como “lo que se siente bien para la persona”. Ella dice que “en su generación toda la información fue dada desde una perspectiva limitada y con lenguaje limitado impartido en la clase de salud y aquello que fue aprobado por la junta de educación”, sugiriendo que ellos tenían una mente estrecha. Se dice que el género existe en una gama, afirmando que hay muchas diferentes expresiones entre los dos géneros. Lisa Fields, de WebMD, escribe que ser transgénero “se trata de lo que una persona siente en su interior”. El Dr. Michael L. Hendricks, un psicólogo clínico en Washington que trabaja con pacientes durante su transición (personas cambiando de lo que su biología ha determinado hacia lo que sienten), dice que no hay un patrón, sino que varía con cada paciente. Ahora es claro por qué Facebook tiene 71 diferentes géneros para que elijas en tu perfil.

La cosmovisión ha cambiado, y por lo tanto ha cambiado el lenguaje. Ya no es “género biológico”, como siempre se ha dicho, sino “género asignado”. Con esto se quiere señalar que el género fue asignado al nacer por el personal médico, sin saber si realmente ese será el género con el cual el niño o niña decidiría identificarse.

Como hemos visto, la biología, la embriología, y la genética demuestran que solamente hay dos sexos. Esta noción de que el género es independiente del sexo biológico es precisamente denominada una ideología porque no está basada en la ciencia. Aunque la disforia de género todavía es considerada como una anormalidad en la psiquiatría, eso parece estar por cambiar.

En el siglo XVIII, el mundo pasó por la revolución científica, donde la verdad se buscaba a través del método científico. Para que algo fuera aceptado como verdad tenía que ser probado a través de la experimentación y la corroboración de los resultados iniciales. Esto es efectivo cuando la información es medible, pero en otras áreas es impreciso.

Una de las áreas donde el método científico no tiene valor es precisamente en el área de las emociones. Muchas afirmaciones en el ámbito filosófico, moral, y psicológico fueron aceptadas como postulados científicos cuando en realidad el método científico no puede ser aplicado a ninguna de ellas.

A medida que la sociedad cambió, el hombre se volvió más egocéntrico e individualista, llegando a pensar que lo que establece la verdad para cada individuo es su propia opinión. En el mejor de los casos, el hombre de hoy piensa que si él no tiene la razón, la mayoría sí la tendrá. Esto es el fruto del corazón engañoso del hombre que lo lleva a creer que él siempre tiene la razón (Proverbios 21:2).

En nuestros días, la mayoría ha llegado a pensar que la autorealización es lo que trae la felicidad; esto es tierra fértil para la aceptación de algo como la ideología de género. Si la felicidad es un derecho y la verdad es relativa, entonces la tolerancia a cualquier ideología será el resultado natural, con el consecuente rechazo de cualquier verdad absoluta.

El evangelio
Es importante entender que con la caída del hombre en Génesis 3, todos los aspectos del ser humano fueron afectados. Esto incluye el desarrollo físico, la facultad mental, las emociones, y la dimensión espiritual. Dios nos creó para que hubiera armonía en todos los aspectos; sin embargo, con la entrada del pecado, esta armonía se perdió.

Los sentimientos y emociones de cada persona son reales y pueden ser bastante fuertes, aunque no necesariamente correspondan a la verdad de su biología. A pesar de esto, si permitimos que la verdad sea definida por los sentimientos y el individualismo, en vez de por aquello que corresponde a la realidad, entonces terminaremos en la posición que estamos hoy, donde nadie conoce lo que es verdad.

Si las personas con disforia de género son estimuladas a abrazar lo que es una patología, lo única que logramos con esto es empeorar su disfuncionalidad. Un 32-50% de las personas transgénero cometen un intento de suicidio aun en lugares como Suiza, donde esta ideología es aceptada. El cristiano siempre debe desear lo mejor para la otra persona. Para estas personas eso implicaría ayudarles a abrazar el diseño del creador. Esto seria amarles verdaderamente.

Con la caída del hombre todos los aspectos del ser humano fueron afectados. Esto incluye el desarrollo físico, la facultad mental, las emociones, y la dimensión espiritual.

Desde el surgimiento del deseo de Adán de ser como Dios y su subsiguiente caída, la cosmovisión secular tiene como su meta desplazar el control desde Dios hacia el hombre; quiere esconder la imagen de Dios, impuesta en Su diseño. El hombre desea ser su propio dios, para tener el derecho de decidir lo que quiere hacer y cómo hacerlo.

Sin embargo, 1 Crónicas 29:11-12 nos recuerda que solamente Dios está en control y Job 42:2 nos enseña que no hay nada que puede frustrar Sus planes. Los hombres están “entenebrecidos en su entendimiento” (Efesios 4:18) y su corazón es “engañoso” (Jeremías 17:9). Esto explica el porqué personas inteligentes y educadas no ven lo obvio y hasta ignoran las leyes de Dios que ellos mismos han descubierto a través de la ciencia para creer una mentira (Juan 3:19).

Dios ha hecho dos sexos que muestran la imagen de Dios, hombre y mujer, cada uno con características y virtudes diferentes. Y cuando ellos se unen en armonía, complementándose el uno al otro, la gloria y sabiduría de Dios es desplegada a través de las relaciones de forma única. La majestad y sabiduría del Señor es evidente en toda la creación del mundo, pero lo que mejor debe demostrar su gloria sobre todo lo demás es la corona de su creación: el hombre y la mujer. Ellos fueron los únicos que fueron creados a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27).

Cuando borramos las diferencias entre los sexos, distorsionamos la imagen de Dios y, por lo tanto, la escondemos. Satanás puede mantener el mundo ciego (2 Corintios 4:4) llevándolo todo el tiempo a cambiar la verdad por la mentira (Romanos 1:25). Esto produce lo que Pablo dijo a Timoteo, “Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13). Con todo, el próximo versículo nos recuerda lo que debemos hacer: “Sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido”.

Dios ha hecho dos sexos que muestran la imagen de Dios, cada uno con características y virtudes diferentes. Y cuando ellos se unen en armonía, la gloria y sabiduría de Dios es desplegada.

Nosotros somos embajadores de Cristo para predicar el evangelio, y vivir Su diseño es otra forma de expresar que creemos Su verdad. Así glorificamos su nombre y afirmamos que existe un único y verdadero Dios, creador de todo lo visible e invisible. De esta manera el mundo queda sin excusas (Romanos 1:20).


​Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, en Radio Eternidad. Puedes seguirla en Twitter.

¿Qué dice la biblia acerca de la igualdad de género?

Por: Susi Bixby

“La Biblia habla contra la igualdad de género”.

“Dios es sexista porque les da más privilegios a los hombres”.

“Los cristianos oprimen y menosprecian a las mujeres y su Biblia les enseña a hacerlo”.

No dudo que hayas escuchado las acusaciones, y que hayas tenido dudas sobre este tema en tu propio corazón. Es un tema difícil, hecho más complicado por la retórica y terminología ambigua que a veces se usa.

¿Qué es la igualdad de género? Si buscas una definición, encontrarás algo parecido a esta de Wikipedia: La igualdad de género implica que hombres y mujeres deben recibir los mismos beneficios, las mismas sentencias y ser tratados con el mismo respeto. Aunque hay muchas diferentes maneras de entender este término, vamos a tomar esta definición como base. Entonces…

¿La Biblia enseña y apoya el trato equitativo y justo de las mujeres?

Quizá nos ayude contestar esta pregunta si vemos en qué áreas la Biblia no indica una diferencia entre los géneros.

Igualdad en origen y patrón. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó (Gen. 1:27 NVI). Tanto el hombre como la mujer fueron creados igualmente a la imagen de Dios. No hay ninguna indicación en ningún pasaje de la Biblia que diga que uno lleve más o menos imagen de Dios que el otro.

Igualdad en naturaleza pecaminosa. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno (Rom. 3:10). Aunque Eva fue la que pecó primero, Dios le pidió cuentas a Adán. Ambos fueron considerados igualmente pecadores y separados de su comunión con Dios por su pecado. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino (Is. 53:6). Esto significa que igualmente daremos cuenta por nuestro pecado e igualmente somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.

Igualdad en valor y posición. Porque de tal manera amó Dios al mundo… (Jn. 3:16). El amor de Dios para con sus seres creados a su imagen es parejo para hombres y mujeres. No queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento (2 Pe. 3:9). Él desea salvar a todos por igual. Nos ofrece esa posición de “escogidos” tanto a mujeres como a hombres: Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros (Juan 15:16). El mundo dice que Dios no valora a las mujeres porque no les permite cierta posición, pero nuestra posición delante de Él no se basa en nuestro género.

Hay muchos puntos más de igualdad en la Biblia que podríamos destacar, pero estos tres son los más esenciales para nuestra identidad en Cristo. Podemos concluir que, en los aspectos más profundos de nuestra identidad como hijas de Dios, Dios nos trata completamente igual que a los hombres. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús (Gal. 3:28).

Entonces, ¿por qué las personas dicen que la Biblia está en contra de la igualdad de género? Lo dicen porque Dios sí hace diferencia entre mujeres y hombres. Son diferencias que muchas mujeres resisten al estudiar su Biblia. Son diferencias de roles. Probablemente conoces estas enseñanzas bíblicas así que solo las voy a explicar brevemente.

El rol de ayuda idónea en el hogar. No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea (Gen. 2:18). Dios diseñó a la mujer como la contraparte perfecta del hombre que creó primero. Dios también instruye a la mujer en el Nuevo Testamento que se someta a su esposo como la iglesia se somete a Cristo (Ef 5). En el diseño de Dios para la familia, el hombre es la cabeza del hogar, y la mujer se somete gozosamente a su liderazgo. El mundo iguala “ayuda” y “sumisión” a “inferioridad”. ¿Tú crees esto?

El rol de aprendiz sumisa en la iglesia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre (1 Tim. 2:12). Dios ha dejado muy claro en este, y otros, pasajes del Nuevo Testamento, que la autoridad y enseñanza principal en la iglesia se lleve a cabo por hombres. La mujer puede y debe enseñar a otras mujeres y niños (Tito 2), pero tener autoridad (en posición o enseñanza) sobre los hombres no le es permitido en el plan de Dios para su iglesia. Las mujeres deben modelar un espíritu afable y sumiso en todos los escenarios de su vida, pero la Biblia no prohibe que la mujer tenga autoridad sobre hombres en alguna empresa o en la política.

Es importante notar que Dios nunca indica inferioridad del género femenino como razón para esta diferencia de roles. Dios es un Dios de orden y creatividad. Lo demostró cuando creó a los animales, las plantas, incluso el sol, la luna y las estrellas. Vemos orden en muchas áreas de la vida. ¿El vicepresidente de una compañía es una persona de valor personal inferior al presidente? Función o posición de autoridad no indica grado de valor personal.

En las historias de la Biblia, y la historia del mundo, hay un sinfín de historias trágicas y tristes sobre el abuso y maltrato de hombres hacia mujeres. El pecado ha roto este mundo, y las mujeres hemos sufrido como objetos de ese pecado. Pero el pecado no cambia el diseño original de la creación de Dios.

Como joven y ahora como mujer de carácter fuerte e independiente, he tenido que luchar con este tema. He llegado a la conclusión que mi perspectiva depende de una sola gran pregunta:

¿Confías en tu Diseñador?
¿Realmente crees que Dios es sabio, bueno, y soberano? Si Él te creó y diseñó, ¿no sería Él mismo que mejor sabe cómo funcionas? ¿Has considerado que Dios estableció el orden de esposo-> esposa-> hijos en el hogar porque ama profundamente a las mujeres y quiere que desarrollen su identidad y diseño en el hogar sin obstáculos? Él no quiso cargar sobre nuestros hombros una responsabilidad que no nos diseñó para cargar. ¿Has pensado que, por amor a su iglesia, Él equipó y diseñó a los hombres para llevar a cabo la dirección y enseñanza de su rebaño?

Chicas sabias, quitémonos los lentes del mundo y pongámonos los lentes de Dios. ¡No escuchemos los gritos de mujeres que no entienden ni aceptan el dominio de Dios sobre sus vidas! Estudiemos los roles que Dios ha diseñado para su creación, y gocémonos en sus dones perfectos. Lee capítulo nueve de Chicas sabias en un mundo salvaje, y ¡deléitate en el privilegio que tienes de vivir el diseño perfecto de tu Creador!

Reto
Lee:
Chicas Sabias en un Mundo Salvaje: Capítulo 9: Roles; y Capítulo 10: Conducta Sexual (p. 129-162)
Génesis 2:18-25; Efesios 5
Memoriza:
Génesis 2:24 Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Reflexiona:
¿Tienes un genuino deseo de entender los roles de género que la Biblia establece? ¿O te has dejado llevar por el mundo a tal grado que ya no quieres saber nada más?
¿Te deleitas en el hecho de que tu Diseñador te hizo mujer para un propósito especial? Comprométete hoy a dedicarte a glorificarle a Él con cada aspecto de tu feminidad.
¿Qué perspectiva tienes del sexo? ¿Te satisfaces con demasiada facilidad, aceptando la versión pervertida y deficiente del placer sexual que el mundo ofrece?
Ora:
Diseñador Perfecto, reconozco que las voces a mi alrededor han encontrado lugar en mi corazón y mente. Someto mi concepto de la feminidad y el sexo a tu Palabra, y te pido que me des una comprensión mayor de tu plan perfecto. ¡Te alabo como el Creador todo sabio!

True Woman 2022
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Sobre el autor
Susi Bixby
Tiene 21 años de casada con Mateo, y ama a sus tres regalos de Dios: Aaron, Ana y David. Deseando vivir el diseño de Dios para su vida, dedica la mayor parte de su energía a su familia. Es esposa … leer más …

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