Una luna de miel sin final

JUNIO, 15

Una luna de miel sin final

Devocional por John Piper

Como se regocija el esposo por la esposa, tu Dios se regocijará por ti. (Isaías 62:5)

Cuando Dios bendice a su pueblo, no lo hace como un juez reacio que es amable con un criminal al que halla despreciable (aunque haya algo de verdad en esa analogía); lo hace como un esposo que demuestra afecto a su esposa.

A veces decimos bromeando acerca del matrimonio: «Se acabó la luna de miel». Pero eso es porque somos finitos. No podemos mantener el grado de intensidad y afecto de una luna de miel. Sin embargo, Dios dice que el deleite que él tiene en su pueblo es como el de un esposo con su esposa.

Al decir eso, está hablando de la intensidad, el placer, la energía, la emoción, el entusiasmo y el deleite de una luna de miel. Él intenta plasmar en nuestro corazón aquello a lo que se refiere cuando dice que se regocija en nosotros de todo corazón.

Además, con Dios la luna de miel no tiene fin. Él es infinito en poder, sabiduría, creatividad y amor, y se encargará de volvernos más y más hermosos para siempre. Él es infinitamente creativo en pensar en cosas nuevas para que hagamos con él, de manera que no haya aburrimiento por el próximo trillón de milenios.

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Dios en verdad quiere bendecirnos

JUNIO, 14

Dios en verdad quiere bendecirnos

Devocional por John Piper

Porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien. (Deuteronomio 30:9)

Dios no nos bendice a regañadientes. En cierto modo, está ansioso por mostrarnos su benevolencia. No espera a que nosotros vayamos a él; él nos busca, porque se deleita en hacernos bien. Dios no nos está esperando, nos está persiguiendo. De hecho, esa es la traducción literal de Salmos 23:6: «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida».

Dios ama mostrar misericordia. Permítanme repetirlo: Dios ama mostrar misericordia. Él no es dubitativo, ni indeciso, ni vacilante en el deseo de bendecir a su pueblo. Su ira solo se libera abriendo un candado pesado y duro, pero su misericordia es como un gatillo sensible. A eso se refería cuando le dijo a Moisés en el monte Sinaí?: «El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad» (Éxodo 34:6).

Dios nunca está irritable ni con los nervios a flor de piel. Su ira nunca se enciende rápidamente. Por el contrario, él es infinitamente vigoroso y tiene un entusiasmo ilimitado en el cumplimiento de su deleite.

Nos resulta difícil comprenderlo porque nosotros necesitamos dormir todos los días para poder lidiar con los problemas—. Nuestro disfrute es un vaivén, sube y baja constantemente. Un día estamos aburridos y desanimados; al otro día estamos optimistas y alegres.

Somos como pequeños géisers que borbotean y explotan de manera impredecible. Pero Dios es como un gran Niágara. Al contemplar esto pensamos: Ciertamente es imposible que continúe con tanta fuerza año, tras año, tras año.

Así es como Dios nos bendice. Él nunca se cansa; nunca se aburre de hacernos bien.

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¿Quién mató a Jesús?

JUNIO, 13

¿Quién mató a Jesús?

Devocional por John Piper

El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas? (Romanos 8:32)
Hace varios años, un amigo mío que era pastor en Illinois predicó ante un grupo de presos de una cárcel estatal durante Semana Santa. En cierto punto del mensaje, hizo una pausa y preguntó a los hombres si sabían quién había matado a Jesús.

Algunos dijeron que fueron los soldados. Otros dijeron que los judíos. Otros, Pilato. Después de que hubo un silencio, mi amigo simplemente dijo: «Su Padre lo mató».

Eso es lo que dice la primera parte de Romanos 8:32: Dios no escatimó a su propio Hijo sino que lo entregó —a la muerte—. «[Jesús fue] entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios» (Hechos 2:23). Isaías 53 lo expresa de un modo aún más claro: «Nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios… Pero quiso el Señor quebrantarle, sometiéndole [¡su Padre!] a padecimiento» (Isaías 53:4, 10).

O como dice Romanos 3:25: «Dios [lo] exhibió públicamente como propiciación por su sangre». Así como Abraham levantó el cuchillo sobre el pecho de su hijo Isaac, aunque luego lo libró al encontrar un carnero en el matorral, así Dios Padre levantó el cuchillo sobre el pecho de su propio Hijo, Jesús, pero no lo libró, porque él era el Cordero —él era el sustituto—.

Dios no escatimó a su propio Hijo porque esa era la única forma de librarnos a nosotros. La culpa por nuestras transgresiones, el castigo por nuestras iniquidades, la maldición por nuestro pecado, nos hubieran llevado inexorablemente a la destrucción del infierno. Pero Dios no escatimó a su propio Hijo: lo entregó para que fuera herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades y crucificado por nuestro pecado.

Este versículo es el versículo más hermoso de la Biblia para mí, porque el fundamento de la promesa de la gracia venidera de Dios, que lo abarca todo, es que el Hijo de Dios cargó en su cuerpo todo mi castigo y toda mi culpa y toda mi condena y toda mi responsabilidad y todas mis faltas y toda mi corrupción, para que yo pudiera presentarme delante de un Dios grande y santo como alguien perdonado, reconciliado, justificado, acepto y beneficiario de sus indescriptibles promesas de placer a su diestra por siempre jamás.

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Vivimos por fe

JUNIO, 07

Vivimos por fe

Devocional por John Piper

…la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)

La fe está en perfecta armonía con la gracia venidera de Dios: se corresponde con la libertad y la plena suficiencia de la gracia, y dirige nuestra atención a la gloriosa fiabilidad de Dios.

Una de las implicaciones importantes de esta inferencia es que la fe que justifica y la fe que santifica no son dos clases de fe distintas. Santificar simplemente quiere decir hacer santo o transformar en semejanza a Cristo. Todo esto es por gracia.

Por lo tanto, también debe ser por fe, porque la fe es la acción del alma que se conecta con la gracia, y la recibe, y la canaliza para convertirla en poder para obedecer, y la protege para que no quede anulada a causa de la jactancia humana.

Pablo hace explícita esta relación entre la fe y la santificación en Gálatas 2:20 («vivo por fe»). La santificación es por el Espíritu y por la fe; dicho en otras palabras, es por gracia y por fe. El Espíritu es el «Espíritu de gracia» (Hebreos 10:29). El hecho de que Dios nos haga santos es obra de su Espíritu, pero el Espíritu obra mediante la fe en el evangelio.

La simple razón por la que la fe que justifica es también la fe que santifica es que tanto la justificación como la santificación son la obra de la gracia soberana. No son el mismo tipo de obra, pero ambas son la obra de la gracia. La santificación y la justificación son «gracia sobre gracia».

La fe es la consecuencia natural de la libertad de la gracia. Si tanto la justificación como la santificación son la obra de la gracia, es lógico que ambas sean por fe.

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El legado del Calvinismo de un punto y el iglesianismo casual

El legado del Calvinismo de un punto y el iglesianismo casual

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Nota del editor: La palabra “iglesianismo” no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española. A pesar de eso, en Soldados de Jesucristo hemos decidido conservarla en el presente artículo traducido al español del pastor John Piper, aclarando que dicha palabra construida hace alusión al cristianismo meramente nominal.


Ya sea por miedo o ignorancia, segmentos considerables de la iglesia cristiana evitan la enseñanza del Nuevo Testamento de que la búsqueda de la pureza en esta vida es necesaria para entrar en la siguiente.

Entre otras razones, este es el motivo por el que la vida cristiana en el Nuevo Testamento se siente tan maravillosamente seria, mientras mucho del cristianismo contemporáneo es inconscientemente trivial en comparación.

Incluso el punto uno fue pasado por alto

Crecí entre los pocos millones de calvinistas de “un solo punto” que mal entendieron su único punto: “una vez salvo, siempre salvo”. En general se entiende, que si Johnny invitó a Jesús a su corazón a los seis años, salió de la iglesia a los dieciséis años, se burló de Jesús durante diez años, y murió en Vietnam con un balazo en su revista de Playboy, él está en el cielo.

En mi primer año como pastor le dije a una mujer joven que estaba en fornicación que si no se arrepentía y volvía a Jesús se iría al infierno. Ella no estaba contenta con esa teología. Más tarde ella lo aceptó. Oficié su boda y durante veinte años me escribía en Navidad para darme las gracias por la advertencia. Creciendo en un hogar cristiano nunca nadie le había dicho esto.

Luego hubo una mujer casada que vino a mí y me confesó que estaba teniendo una aventura amorosa. Creo que ella dijo que se citaban en el camión del hombre. Dijo que su esposo lo había descubierto y no sabía qué hacer. Era miembro de la iglesia. Me hizo saber que, entre las opciones, no estaba el terminar con su amigo camionero. Bueno, dije en mi manera simple, si no te arrepientes de este pecado y te vuelves a Jesús buscando perdón, irás al infierno.

Esta vez, la reacción fue un elocuente “¡de ninguna manera!” con una defensa exegética y la aprobación de su antiguo pastor. Ella me llevó a Romanos 8:38-39. Su paráfrasis: Nada nos puede separar del amor de Dios, incluyendo “principados y potestades” y eso significa el diablo. Así que cuando el diablo me seduce para adulterar, eso no puede separarme de Dios y el cielo. El pastor dijo eso.

Por lo que recuerdo, pasamos los siguientes quince minutos aproximadamente mirando el texto para ver quién es el “nosotros”. No le gustó lo que miró mientras repasamos Romanos 8 juntos, dándose cuenta de quién es el que va a ser glorificado con Jesús. Evidentemente esto la impactó. Ella abandonó a su amigo camionero, se reconcilió con su esposo, evitó la excomunión y se quedó en la iglesia por casi treinta años.

El liderazgo de la iglesia no está prestando atención

No me gusta el cristianismo informal, en gran parte carnal, en el que nada eterno está en juego para los que profesan ser cristianos. Los pastores que conducen a su gente en este tipo de iglesianismo carnal simplemente no están prestando atención cuando leen sus Biblias. O ni siquiera están creyendo. Estoy pensando en textos como Hebreos 12:14, Gálatas 6:8, Santiago 2:17, 1 Juan 1:7, 2:4, 3:14, 2 Tesalonicenses 2:13, Mateo 6:15 y Romanos.

Esta mañana estaba leyendo 1 Juan en mi devocional y me hizo temblar de nuevo con respecto a la necesidad de perseguir la pureza en mi vida. Necesidad. Primera de Juan 3:3 no me permite tratar a la pureza como si fuera un poco de perejil ofrecido como elemento decorativo opcional al lado de la carne de la fe cristiana. La pureza es esencial en términos muy claros.

Examina lo que piensas sobre temblar

Por cierto, si tropezaste con la palabra “temblar” en el párrafo anterior, es la parte del problema a la que quiero llegar. ¿Por qué responderías negativamente a la luz de lo que Dios ha dicho acerca de temblar: “Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra”? (Isaías 66: 2). “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).

Hay un temblor cuya felicidad es más profunda y duradera que la paz de aquellos que cierran sus ojos ante los pasajes serios.

Las implicaciones de “todo el que”

Cuando el apóstol Juan dice en 1 Juan 3:3, “Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro” (mi traducción), la esperanza a la que se está refiriendo es la esperanza que acaba de mencionar en el versículo 2: “Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es”.

De modo que podemos repetir el verso 3 de esta manera: “Todo el que tiene la esperanza de ser puro como Jesús y el Padre, en su presencia algún día, ahora se purifica a sí mismo como Jesús y el Padre son puros”. Reflexiona sobre las implicaciones de la expresión “todo el que”.

Todo el que tiene esta esperanza se purifica a sí mismo. Si no te purificas a ti mismo, no tienes esta esperanza. Y si las cosas permanecen así, esta esperanza nunca será verdadera para ti. Nunca serás como Jesús y el Padre. Lo que significa que nunca le verás cara a cara, porque Juan dice que la razón por la que seremos como Él es, es que le veremos cara a cara (ver 1 Corintios 13:12).

Los verdaderos cristianos se purifican

Para decirlo de otra manera, la expresión todo el que en esta frase “todo el que tiene esta esperanza se purifica a sí mismo”, significa que no hay un grupo de personas que teniendo la esperanza de ver y de ser como Jesús y el Padre, no se purifiquen a sí mismos. Es decir, no hay cristianos verdaderos que no se purifiquen, que no persigan la pureza del corazón, de la mente y el cuerpo.

Es decir, todos los cristianos verdaderos se purifican a sí mismos. Esta es una de las marcas necesarias de los verdaderos cristianos: ellos se purifican.

Esta no es una idea aislada en 1 Juan. La construcción gramatical que se usa aquí es una de sus favoritas. La usa trece veces en esta carta. En griego es “pas” (que significa “todos”, o con el negativo, “nadie”) seguido de un participio que generalmente traducimos con una cláusula como, “el que hace tal y tal”. El punto es que todos los cristianos hacen o no hacen algo. Y el abarcador “todo el que”, en efecto, hace de esta una marca distintiva de los cristianos verdaderos. Aquí están algunos de estos trece ejemplos. Observa lo similares que son a 1 Juan 3:3.

En primer lugar la forma sin el negativo:

  • Todo el que hace justicia es nacido de Él. (1 Juan 2:29)
  • Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley. (1 Juan 3:4)
  • Todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4:7)
  • Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de Él. (1 Juan 5:1)
  • Todo el que ha nacido de Dios, no peca. (1 Juan 5:18)
  • Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. (1 Juan 2:23)
  • Todo el que permanece en Él, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido. (1 Juan 3:6)

Ahora la forma con el negativo:

  • Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. (1 Juan 3:9)

En otras palabras, el requisito de perseguir la pureza en 1 Juan 3:3 no es una condición aislada de ver y de ser como Jesús y el Padre. El mismo pensamiento está presente en toda la carta.

La purificación es esencial

No solo es una condición necesaria. El tener una taquilla de entrada es una condición necesaria para ver el partido de fútbol en el estadio. Tener buenos ojos no es una condición necesaria, pero sí una esencial. Los ojos son esenciales para ver el juego. Las taquillas no están relacionadas con la esencia de ver.

Lo mismo sucede con la pureza. La pureza corresponde a la esencia de ver a Dios. Es la condición de los ojos que puede ver la santidad como lo hermoso que es. Por eso Jesús dijo: “Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5: 8 NTV). Ser puro es la forma en que vemos a Dios como realmente es. La impureza oscurece los lentes del alma con los cuales vemos a Dios.

No puedes ignorar la ceguera espiritual

Esto explica otra locura del iglesianismo casual y no tomado en serio: la locura de pensar que podemos llevar una vida impura, mientras planificamos arrepentirnos al final y así, escapar del infierno en el último minuto. Esto es una locura porque toda una vida de impureza habrá empañado tanto los lentes del alma que es muy poco probable que de repente Jesús parezca hermoso al final. Por el contrario, es probable que te parezca aterrador mientras mueres, y una vida de preferencias impuras de otras cosas por encima de Él, probablemente te dejará endurecido como Esaú (Hebreos 12:17), no sensible como el ladrón en la cruz (Lucas 23: 43).

La búsqueda de la pureza ahora, no en la hora de tu muerte, es la marca de un verdadero cristiano. No es una marca opcional. Es esencial: todos, no algunos, sino todos, los que esperan ver a Dios y ser puros en su presencia para siempre, se purifican ahora así como Él es puro (1 Juan 3:3).

Las preguntas son bienvenidas

Por supuesto, hay muchas más cosas que decir acerca de esta búsqueda de la pureza.

  • No es el fundamento de la justificación, pero el fruto de la misma. No es por obras sin ayuda de la carne, sino por la auto-negación habilitada por el Espíritu.
  • No es para ganar la aceptación de Dios, sino porque ya somos aceptados por Dios.
  • No es para ser hijos de Dios, sino porque ya somos hijos de Dios.
  • No es para pagar nuestro rescate con el botín religioso, sino para mostrar que ya hemos sido comprados con sangre.
  • No es porque haya que sumar nuestros esfuerzos a la compra de Cristo, sino porque nuestros esfuerzos están incluidos en la compra.
  • No es reemplazando fe con obras, sino demostrando que hay obras que vienen a través de la fe.
  • No es nuestro trabajo para Dios, pero sí Dios obrando en nosotros.

Y así muchos más. Si tienes preguntas, eso es bueno. Muy bueno. Lo que no es bueno, sin embargo, es conformarnos de nuevo a la forma casual, como si pudiéramos ser arrastrados hacia el cielo. Nadie puede ser arrastrado al cielo. Al final de la vida de Pablo, él dice: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7). Lucha. Corre. Todo el camino a casa.

Lleva tus preguntas a la Biblia. La vida que ofrece es gloriosa. El mundo no puede entenderla, ni tampoco cristianos profesantes relajados, casuales y carnales. Para ellos permanece como una paradoja incomprensible. Pero para ti, que tiemblas ante su Palabra, es la única manera:

  • Sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. (Filipenses 3:12)
  • Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias….. Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros. (Romanos 6:12, 14)
  • Limpiad la levadura vieja (¡cada uno se purifica a sí mismo!) para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. (1 Corintios 5:7)

Un artículo de DesiringGod.Org. Usado con permiso. Traducido por Alicia Ferreira de Díaz.

http://sdejesucristo.org/legado-del-calvinismo-punto-iglesianismo-casual/