El/Ella Por Favor

Por Jesse Johnson

Imagina que eres un entrenador de fútbol juvenil, y una chica a la que has entrenado durante cinco temporadas te lleva aparte en el entrenamiento y te pregunta: «Entrenador: Estoy pasando por algunos cambios en mi vida, y uno de ellos es que he decidido que quiero que me conozcan como un chico. ¿Podría dirigirse a mí por él, en lugar de ella»?

¿Qué dirías tú?

Esta situación es cada vez más frecuente. El año pasado escribí sobre un profesor de la zona que fue despedido por su centro por pedir al consejo escolar que no le obligara a utilizar los «pronombres preferidos» para los alumnos. Dijo: «Quiero demasiado a mis alumnos como para mentirles». Eso le costó el puesto.

¿Qué haría usted?

He aquí algunos principios que querría comunicar a esa persona:

1). «Te amo y me preocupo por ti«. El movimiento transgénero enseña a la gente -y en particular a los niños- que cualquiera que no afirme su género preferido está actuando por odio hacia ellos. Es importante poner entre paréntesis tu respuesta a la persona refutando eso de frente. Cualquier respuesta tiene que estar enmarcada en amor (Levítico 19:18 ; Mateo 19:19 ; Marcos 12:31 ; Romanos 13:9 ).

2). «Te amo como Dios te hizo». El corazón del movimiento transgénero es un intento de separar el género del sexo. Este no es un tema sobre el que la Biblia guarde silencio. La Biblia utiliza la expresión «varón y hembra» más de cincuenta veces, a menudo para dejar claro que Dios hace a las personas varón y hembra. Por ejemplo: «El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y los llamó Adán[a] el día en que fueron creados.» (Génesis 5:1-2 ). O: «Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra» (Marcos 10:6 ). De hecho, muchas de esas cincuenta referencias a «varón y hembra» pasan a relacionar las distinciones de los sexos con la capacidad biológica de procrear (incluido Marcos 10:7 ).

La cuestión es que Dios nos hace hombres y mujeres. La biología no es un «Elige tu Propia Aventura».

Por lo tanto, para que yo pueda afirmar mi amor hacia ti, tengo que afirmar mi amor hacia ti de la manera en que Dios te hizo.

3). “Y también amo a Dios, quien no comete errores.” Parte de ser cristiano es amar a Dios, y parte de amar a Dios es afirmar sus perfecciones. Dios no comete errores (Deuteronomio 32:4 ) He escuchado a personas «transgénero» decir que porque tienen pensamientos transgénero, Dios debe haber permitido esos pensamientos, por lo tanto Dios aprueba que cambien de género. La verdad es mucho más simple: Dios permite el pecado en el mundo para poder vencerlo al morir por los pecadores, derrotarlo al levantarse de la tumba y perdonarlo a través de nuestra fe en el evangelio. El pecado está definitivamente en el mundo. Pero la existencia de pensamientos sobre el robo no significa que Dios apruebe el robo, y la existencia de pensamientos sobre el género no implica que Dios apruebe el transgenerismo.

A veces las personas quieren ser de otro sexo, o sienten que son de otro sexo, pero parte de amar a Dios es reconocer la realidad de que él nos hizo hombre y mujer, y no se equivocó. A veces tenemos dudas y pensamientos pecaminosos. Pero la existencia de pensamientos pecaminosos no significa que Dios haya hecho esos pensamientos, o que los apruebe. Más bien, la existencia del pecado nos remite al evangelio (Romanos 7:11-14 ).

Si el corazón del transgenerismo es la idea de que el género de una persona es distinto de su sexo, entonces mi amor por Dios me impide dirigirme a una persona con pronombres que expresan la opinión de que Dios se equivocó.

4). “Te amo lo suficiente como para decirte que el Dios que no comete errores te hizo, y te ama.” Parece que el movimiento transgénero está creciendo, aprovechándose de los adolescentes a los que no les gusta su cuerpo y desprecian cómo les hizo Dios. Los defensores de los transexuales hablan a menudo de lo común que es la autolesión en el movimiento transexual, y no es de extrañar. Es un movimiento que enseña a las personas que para amarse a sí mismas tienen que odiarse. Es una situación sin salida. Es como estar atrapado en un mal sueño.

Afortunadamente, la gente se despierta. Mi oración es que mi interlocutor despierte. Ninguna cantidad de pronombres preferidos cambiará realmente su sexo. A veces, la gente va a la guerra contra su cuerpo, pero lo más común es que la persona se despierte un día y abandone la lucha. Vivir como un chico no hará feliz a una chica, y vivir como una chica no hará feliz a un chico.

Mi mayor esperanza es que la persona se despierte, que aprenda a abrazarse a sí misma tal y como Dios la hizo.

Pero mi mayor temor es que en ese momento, cuando se despierten, sólo vean a su alrededor a adultos que bien lo sabían, pero que le siguieron el juego a esa ideología que alimentaba el odio a sí mismo y el ateísmo. Quiero que la persona a la que me dirijo se dé cuenta de que fueron los cristianos de su vida los que le amaron lo suficiente como para decirle que hay una verdad que no se puede definir ni alterar. Hay un hacedor de la verdad fuera de nosotros. La verdad es que fuimos hechos por Dios, y que Dios te ama, y quiere una relación contigo a través de Cristo.

Jesse Johnson es pastor de Immanuel Bible Church en Springfield, Virginia. Durante sus estudios en The Master’s Seminary, Jesse sirvió como pastor de evangelismo en Grace Community Church y coordinó la edición del libro de estudio Fundamentos de la Fe.

Cómo aconsejar a prometidos

Cómo aconsejar a prometidos

Jesse Johnson

“Chocar contra el muro” es un fenómeno que ocurre entre maratonistas alrededor del kilómetro 35. A siete kilómetros de la línea de meta todo comienza a fallar, se pierde el foco, entra la fatiga y la falta de agua es evidente. En estos últimos 7 kilómetros muchos corredores inclusive abandonan la carrera pues ya no pueden seguir corriendo.

Lo mismo puede llegar a suceder entre parejas jóvenes que buscan el matrimonio. Después de meses o años de estar saliendo juntos como novios, ahora se enfrentan a las dificultades que el compromiso trae, justo antes de la luna de miel. Los siguientes puntos son mi consejo pastoral a novios comprometidos:

1. Oración

El tiempo de compromiso antes del matrimonio debe ser un tiempo marcado por la piedad. Dios diseñó el matrimonio para ser un pacto entre un hombre y una mujer que trabajan juntos en buscar cumplir los propósitos de Dios en su vida. En lo que probablemente fue el compromiso más corto en la historia, Dios creó a Eva como la cónyuge de Adán para que juntos fuesen capaces de dominar la tierra y cuidar de ella. De modo que honrarán a Dios tanto en el trabajo como la familia. Cuando dos cristianos hacen un compromiso de convertirse en marido y mujer, ellos se están comprometiendo a ayudarse mutuamente a cumplir con los propósitos de Dios en sus vidas, viviendo una vida piadosa y santa.

El compromiso es una oportunidad única para exhortarse mutuamente al crecimiento espiritual. Por lo tanto, busquen orar juntos, lean la Biblia juntos, pero sobre todas las cosas, utilicen su tiempo de compromiso para acercarse más a Cristo y no para alejarse de Él.

2. Pureza

Se me hace necesario enfatizar lo suficiente en la necesidad de la pureza durante su compromiso. Muchas parejas cristianas han caído víctimas de una variedad de ideas erróneas que las lleva a sacrificar la pureza en el altar por el libertinaje. Tal vez la idea más común es la siguiente: “Bueno, ya que de todos modos nos casaremos dentro de tan poco tiempo… ¿qué importa si tenemos relaciones sexuales ahora?”. Por supuesto, tal lógica también funciona a la inversa: “Ya que estarás casado para toda la vida, ¿qué importa si comienzan a tener sexo ahora o dentro de unos meses?”.

Por supuesto que la pereza sexual antes del matrimonio sí importa. Aun entre parejas que piensan casarse pronto. La pureza sexual es una cuestión de liderazgo espiritual. El hombre que está dispuesto a racionalizar el tener relaciones sexuales pecaminosas probablemente no cambiará una vez que esté casado. Si le gusta pecar sexualmente ahora, lo mismo será una vez que esté casado. Por lo tanto, las parejas cristianas comprometidas deben comprometerse a honrar al Señor con sus vidas, incluyendo su vida sexual. Este es un tema de liderazgo espiritual, y como futuro líder espiritual de la casa, es la responsabilidad del hombre el poner el ejemplo de piedad y santidad en su relación.
Para aquellas parejas cristianas que han experimentado fracaso con respecto a la pureza, este es mi consejo práctico:

  • Primeramente, dejen de pecar. El hecho de que ya han pecado no les da la libertad para seguir haciéndolo.
  • En segundo lugar, demuestren madurez espiritual haciendo los cambios que sean necesarios para que mantengan la pureza: Busquen a alguien que los mantenga a cuentas y aprendan de sus errores. Si saben que les hace falta dominio propio no se coloquen en situaciones donde les sea fácil caer en tentación. No más noches largas viendo una película sentados en el mismo sofá. Viajes como pareja pueden esperar hasta que estén casados.
  • En tercer lugar, si el pecado sexual continua estando presente durante el compromiso, tomen tiempo para evaluar lo que están haciendo. Señoritas, si su novio no está dispuesto a conducirlas de una manera que honre al Señor durante su compromiso, debe reconsiderar seriamente el tipo de liderazgo que él practica, pues será el mismo tipo de liderazgo después de la boda.

3. La boda no es lo más importante

Debo recordar a las parejas comprometidas que su boda no es lo más importante en el mundo. Sé que entre los preparativos de la boda, las tiendas vestido y la selección del local, la boda puede llegar a ser un trabajo de tiempo completo durante el compromiso. Esta es una razón más por la que animo a las parejas comprometidas a mantener una relación independiente a la planificación de la boda. En el gran esquema de la vida, los seis meses que pasan preparando su boda son sólo una fracción del tiempo que van a pasar juntos. Por lo tanto, les recomiendo que corran la carrera con paciencia. Por ejemplo: si alguien le pregunta cómo está, y su respuesta gira en torno a la boda y responde algo como: “¡Terrible! ¿Puedes creer que el coordinador acordó sillas blancas y ahora de repente ella quiere sillas color marfil? ¡Imposible!”… podría ser el momento para dar un paso atrás y recordar que la boda no es lo más importante en el matrimonio.

4. Disfruten el momento

Junto con el consejo de recordar que lo más importante no es la boda en sí, debo exhortarles a divertirse. Su compromiso es sólo una temporada de su vida, ¡pero debe ser un tiempo de celebración! Disfrute de las diferentes pruebas de su pastel de boda, busque reírse de los errores inesperados que surgen en la planeación y diviértanse juntos. Estar comprometidos es como estar en un avión listos para empezar unas vacaciones increíbles. Usted puede pensar en las hermosas vacaciones que está a punto de disfrutar, o bien puede dedicarse a pensar en lo que sucederá si se pierde su equipaje. Su preocupación no hará que el avión vaya más rápido, así que lo mejor en esos casos es disfrutar del vuelo sin preocupaciones.

5. Busquen consejería pre-matrimonial

Todo cristiano debería estar en una relación de discipulado. Esto es particularmente cierto durante la etapa de compromiso. Algo vital que normalmente les recomiendo, es que encuentren una pareja mayor que tenga un matrimonio que deseen imitar, y pídanles que los prepare para el suyo. Otro método que sugiero es utilizar algún libro que les ayude en su comunicación, pues les asegura tocar los principales temas en un matrimonio.

El punto principal de la consejería pre-matrimonial es forjar una relación con una pareja cristiana mayor que probablemente podrá ser la fuente de consejo y aliento tanto antes como después de la boda. Esta es la razón por la cual la pareja que les ayude durante el proceso de consejería pre-matrimonial debería ser una pareja que deseen imitar.

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Jesse Johnson es pastor de Immanuel Bible Church en Springfield, Virginia. Durante sus estudios en The Master’s Seminary, Jesse sirvió como pastor de evangelismo en Grace Community Church y coordinó la edición del libro de estudio Fundamentos de la Fe.