2/12 – ¿Quién Tiene La Culpa?

Estudio libro de Santiago

Serie: Cuando aumenta la presión

2/12 – ¿Quién Tiene La Culpa?

Santiago 1:13–19

R. Porter

¿Cómo debemos vivir en medio de aflicción y pruebas? Santiago ya nos ha indicado:

* Debemos manifestar una actitud positiva.
* Debemos poner la mirada en el buen propósito de Dios.
* Debemos esperar con paciencia para aprender todo lo que Dios quiere enseñarnos.
* Debemos buscar la sabiduría de Dios para saber responder.
* Debemos confiar en Dios sin vacilar.
* Debemos estar contentos con lo que tenemos.
* Debemos reconocer la recompensa que está al final del camino.

En fin, cuando nos encontramos inundados por aflicciones, tenemos que comprender el propósito de Dios para perfeccionarnos y alabarle. El sabe lo que está haciendo. El siempre busca nuestro bien.
Sin embargo, al ver al pueblo de Dios en el sufrimiento, nos preguntamos: “¿Cómo respondieron ellos frente a su aflicción?” Ellos empezaron a autocompadecerse, así como nosotros acostumbramos hacer muchas veces. Siendo humanos con una orientación terrenal, no siempre vemos desde el punto de vista de Dios lo que El hace en nuestra vida.
Israel respondió así en el desierto. Al sufrir, ellos empezaron a murmurar. Nosotros también muchas veces, cuando las cosas no salen conforme a nuestro plan, empezamos a quejarnos. Nos enojamos y nos justificamos.
Al pensar en lo que hacemos, respondemos: “¿Qué se espera? “Dios sabe…” “Es que…” ¿Acaso no soy humano?”—Nos disculpamos. Si Dios permitió la aflicción, nos parece que El tiene que aceptar las consecuencias que ella produce.
Esta opinión se encontraba entre los judíos a quienes Jacobo se dirigía. Santiago contesta: “¡Un momento! Veamos la base verdadera del asunto. No se puede echarle la culpa a Dios cuando nosotros no andamos conforme a las normas que El nos ha enseñado”.
El autor establece dos principios fundamentales que forman la base del libro. En el primer estudio encontramos el primer principio: una fe viva soporta la tribulación (1:2–12). El segundo principio fundamental para enfrentarnos a las aflicciones se presenta en Santiago 1:13–27:

UNA FE VIVA VENCE LA TENTACION 1:13–27

Cuando uno empieza a sufrir, piensa en sí mismo y en su problema. Se le olvida el amor de Dios, Su plan y Su protección. Se le olvidan los demás que tal vez sufran lo mismo. Se empieza a defender y se deja de buscar el bien del hermano.
Esta condición estaba formándose entre los judíos a quienes Jacobo escribió. Ellos eran perseguidos. Los habían expulsado de las sinagogas. Sufrían rechazo de parte de sus familias. Sufrían la pérdida de sus empleos o de sus negocios. Alegaban que Dios se lo mandó y por eso El tiene que comprender su reacción. Ellos tenían que defenderse. Jacobo vuelve a sus presuposiciones para corregir el razonamiento humano.

¡Pensemos!

Nuestra vida es diferente en muchas maneras a la de los cristianos del primer siglo. Sin embargo, la naturaleza humana no ha cambiado en tantos siglos. Todavía respondemos en una forma semejante a la de ellos cuando pasamos por circunstancias difíciles. ¿Cuáles respuestas podemos notar en nuestra vida cuando sufrimos? ¿Cuáles excusas usamos para justificar nuestras quejas?

La Tentación No Viene de Dios 1:13
Aunque es cierto que Dios ha permitido su aflicción, esa decisión era para su bien. No da una base para las actitudes negativas de ellos. Dios no tiene nada que ver con la tentación a hacer lo malo. Entonces, ¿quién tiene la culpa?
Cuando nosotros nos encontramos en una prueba difícil, ¿cómo respondemos? ¿La aceptamos como parte del plan de Dios para nuestro bien? O, ¿empezamos a enojarnos con Dios y quejarnos? Si reaccionamos en una forma negativa, no podemos echarle la culpa a Dios. El, en su gran amor para connosotros, nos manda la prueba para perfeccionarnos, para que seamos completos, sin falta. Si respondemos mal, ¿quién tiene la culpa?

DIOS NO TIENE NADA QUE VER
CON LA TENTACION 1:13

La Fuente de Nuestra Tentación es Nuestro Propio Deseo Malo 1:14–15
Los hombres mismos han traído el pecado al cuadro, por causa de sus propios deseos malos. Ni Dios, ni la aflicción, ni Satanás mismo, merecen la culpa por las actitudes malas. Ellos mismos tienen la culpa. La prueba les da la oportunidad; Satanás les acerca una tentación; el pecado les atrae; pero, ellos mismos han hecho la decisión, con base en sus propios deseos.
Cuando nosotros empezamos a murmurar en medio de nuestro sufrimiento, tenemos que reconocer esta misma verdad. Si mi actitud hacia Dios es incorrecta en este momento, ¿quién tiene la culpa? ¡Yo mismo tengo la culpa!
La aflicción me da una oportunidad para quejarme (o, más bien, me da una excusa). Satanás me tienta a tomar tal actitud. El pecado me atrae. Pero, al fin y al cabo, la decisión es mía. Yo elijo el camino en el cual YO voy a andar. Muchas veces Satanás no tiene que trabajar mucho para motivarnos. El terreno ya está bien preparado.

DESEO † PECADO 1:14–15 † MUERTE

Todo lo que Dios Manda es para Nuestro Bien 1:16–18
Ellos han fallado al no darse cuenta del buen propósito de Dios al permitir que ellos sufran. Dios es la fuente de toda buena dádiva, de los dones perfectos, no de las actitudes malas. Lo que Dios les manda es para su bien. No hay ni una sola excepción. Ellos tienen que darse cuenta de que lo que El hace es parte de Su plan para lograr el bien en sus vidas.
Dios nos ha dado a nosotros también todo lo que necesitamos. Hemos recibido de El toda buena dádiva, todo don perfecto. Dios nos ha dado una nueva vida por medio de Su palabra para que seamos ejemplos de lo que El quiere de toda Su creación. Somos “las primicias” para que otros vean lo que Dios quiere y nos sigan.
Dios no ha cambiado. El es fiel. El nunca falla. No deja de darnos todo lo que necesitamos para hacer el bien. Yo soy el problema.

DIOS DA TODO LO NECESARIO
PARA ENFRENTAR LAS PRUEBAS 1:17–18

Lo que viene del Padre: UN SER NUEVO
Toda buena dádiva
Todo don perfecto
Nuevo nacimiento
-por la palabra
-para que seamos ejemplos de lo que
Dios quiere de sus criaturas.

Una Fe Viva Produce Resultados Prácticos Frente a la Aflicción 1:19–27
Después de tratar el problema de los resultados negativos que se han manifestado frente al sufrimiento, Jacobo contesta la pregunta principal: “¿Cómo deben responder en medio de la aflicción?” “¿Qué deben hacer?”
Cuando ellos confíen en Dios y se den cuenta de Su buen propósito para su vida, la fe viva producirá resultados prácticos en su vida diaria (1:19–27). El próximo estudio considerará los resultados prácticos que Dios quiere producir en nuestra vida para poder enfrentarnos a las presiones que suben cuando sufrimos.

¡Pensemos!

Al comprender la verdad que se ha presentado en este pasaje en cuanto a la tentación en medio de la aflicción. ¿qué cambio debe producirse en mi vida? ¿Cuál debe ser nuestra reacción frente al sufrimiento? ¿Qué diferencia hay entre la reacción indicada según Santiago y nuestra práctica?
Señale alguna área en su propia vida que necesita la ayuda de Dios para que se la corrija. Tome nota de esta área y pídale a Dios durante esta semana que El logre dos cambios en su vida:
1. Que El transforme sus actitudes negativas y que produzca las que deben controlar su mente.
2. Que El quite esta reacción indebida y que le dé la que El quisiera producir en su vida.

Porter, R. (2003). Estudios Bı́blicos ELA: Cuando aumenta la presión (Santiago) (pp. 15–20). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.

1/12 – Cuando Suba La Presión

Estudio libro de Santiago

Serie: Cuando aumenta la presión

1/12 – Cuando Suba La Presión

Santiago 1:1–12

R. Porter

¿Cómo responderemos cuando nos toque pasar por días difíciles? La mayoría de cristianos en el mundo no han sufrido mucho por causa de su fe en Cristo, a lo menos en los últimos años.
La iglesia cristiana en el primer siglo sufría mucho por causa de Cristo. En medio del sufrimiento aprendieron mucho en cuanto a ellos mismos y en cuanto a la verdadera naturaleza de su fe.
Aunque nuestras circunstancias son distintas hoy, todos hemos pasado por días difíciles. La aflicción demuestra la verdadera naturaleza de la fe que profesamos tener en Cristo. Al estudiar esta carta a la iglesia en medio del sufrimiento, consideraremos la realidad de nuestra fe y su manifestación en medio de la aflicción en nuestra vida.

SANTIAGO 1:1–12
En la introducción al libro el autor se identifica y nos dice para quién escribió la carta (1:1). De esa descripción se nota que los destinatarios son judíos que se han esparcido por el mundo conocido.
Jacobo no explica por qué están esparcidos. Sin embargo, el libro de Hechos da suficiente información acerca del tiempo en el cual ellos vivieron para suponer que la causa era la persecución de la iglesia que se describe en Hechos 8:1–4 y 11:19. Sería natural que Jacobo, siendo el pastor de ellos desde hace tiempo, sintiera preocupación por ellos todavía.
En el primer capítulo, el autor establece dos principios que dan el fundamento del libro. En los capítulos siguientes Jacobo aplica estos dos principios a los problemas específicos que les afectaban. La primera verdad que él señala es que una fe viva soporta la tribulación (1:2–12).

UNA FE VIVA SOPORTA LA TRIBULACION 1:2–12

Jacobo les enseña siete factores que, al ser comprendidos, ayudarán a los afligidos a aguantar en medio de sus problemas. Son principios que el hombre que tiene una fe viva aplicará para sobrellevar la tribulación.
Jacobo empieza con una descripción de la situación de quienes, como Job, se encuentran golpeados por una serie de problemas de toda clase. El pasaje dice literalmente que los problemas “les abrazan”. Estas pruebas son diversas, vienen de todo tamaño y de todos los colores. Las pruebas se les amontonaban
A pesar de las circunstancias de estos hermanos, semejantes a las de Job, el contenido del libro es diferente. Job discute el porqué de las aflicciones. Santiago no se preocupa por el porqué, sino que nos quiere enseñar cómo debemos vivir en medio de ellas.

¡Pensemos!

Cuando a nosotros se nos azota hoy por una serie de problemas serios, ¿cómo reaccionamos? Tome un momento para evaluar en forma realista las diferentes alternativas que los hermanos hoy acostumbramos usar. ¿Cuáles son los consejos que el mundo nos da? ¿Qué consejos nos dan los hermanos?
¿Cuánta diferencia hay en la reacción del mundo y la de la iglesia? ¿Se observa una diferencia significativa? ¡No se limite sólo a lo que debemos hacer! Los hermanos a quienes Jacobo escribió no siempre respondieron como debían haberlo hecho. Nosotros tampoco reaccionamos siempre bien ¿Cómo son nuestras reacciones?

1) El Principio de una Actitud Positiva 1:2
La primera ayuda para la victoria en medio de la aflicción es una actitud positiva (1:2). Deben tener “sumo gozo”. El pasaje no indica que deban “estar conformes”, ni tener “una santa resignación”. Estos son los consejos que con frecuencia repetimos al tratar de animarnos cuando sufrimos. Tampoco es el resultado de buscar problemas o de negar que los problemas existen.
La actitud positiva indicada se basa en el reconocimiento de la realidad de los problemas. Al darnos cuenta de la realidad, podemos tener gozo verdadero, a pesar de la aflicción, cuando reconozcamos el propósito de Dios para nuestras vidas que se realiza por medio de los problemas. Esta base del gozo verdadero presenta el segundo factor para soportar la aflicción:

2) El Principio de la Perspectiva Divina 1:3–4
Para hacer frente con gozo al sufrimiento hay que verlo desde el punto de vista de Dios. Dios permite problemas en nuestra vida con el fin de producir madurez. Podemos regocijarnos porque nos damos cuenta del buen propósito de Dios para nuestras vidas. Dios manda tribulación para producir paciencia en nosotros. Esa paciencia sigue trabajando para producir la perfección.
Aceptamos el dolor porque entendemos Quién nos lo manda. Un Dios de amor Quien quiere perfeccionarnos, está buscando lo mejor para nosotros. El resultado del proceso es que lleguemos a la madurez, a ser todo lo que Dios quiere que seamos. Así no nos faltará nada. Al comprender esta verdad, podemos aceptar las pruebas con gozo.

PRUEBAS † PACIENCIA † PERFECCION

3) El Principio de la Paciencia 1:4
Al darnos cuenta de la perspectiva de Dios, es posible enfrentarnos a la aflicción con paciencia. Nosotros siempre queremos encontrar la salida más rá pida del sufrimiento. Dios muchas veces quiere que esa aflicción siga hasta que nosotros recibamos todo el beneficio que El quiere darnos. Sólo así podemos llegar a ser maduros, sin que nos falte nada.
Nosotros decimos: “Ya aprendí, Señor, ¡quítamela ya!” No comprendemos qué tan frecuentemente tenemos que “saborearla” un rato para aprender toda la lección. Esta actitud de paciencia sólo es posible cuando vemos las aflicciones desde el punto de vista de Dios. Tal comprensión requiere la sabiduría de Dios.

4) El Principio del Discernimiento 1:5
El hombre con una fe viva pide de Dios la sabiduría para saber cómo responder en medio de la prueba. Aunque entendemos el principio de la perspectiva divina, a veces nos cuesta entender qué nos pasa, cuando nos hallamos en medio de la prueba. Cuando no entendemos lo que Dios quiere lograr en nuestra vida, ni cómo debemos de responder en medio de circunstancias difíciles, podemos pedirle que nos dé sabiduría. Dios da sabiduría en abundancia, sin reprochar.
La pregunta indicada no es “¿Por qué?” La pregunta es: “Señor, ¿qué quieres lograr en mi vida? ¿Qué debo hacer en medio de esta situación para glorificarte?” Frente a esta petición. Dios se presenta como el Donante. El es quién da sabiduría.
La respuesta de Dios a nuestras peticiones no es como un profesor que se cansa de oír la misma pregunta repetidas veces: “¡Otra vez! ¡Hasta cuándo le va a entrar lo que le digo!” Dios no contesta así. El sigue explicando sin reproche. El es omnisciente y nuestras preguntas a veces son tontas. Sin embargo, El es paciente con nosotros. El siempre está dispuesto a darnos la respuesta que buscamos.

5) El Principio de la Confianza en Dios 1:6–8
Al pedir sabiduría, nuestra petición debe estar acompañada por fe. Es demasiado fácil que dudemos y discutamos. Luchamos con la esperanza de encontrar nuestra propia solución. Esta lucha produce confusión e inseguridad. Debemos dejar de luchar; debemos descansar y confiar en Dios. Cuando nosotros confiemos en Dios y esperemos Su solución, habrá paz, seguridad y estabilidad. Es la falta de esta paz que produce inestabilidad. Nos hace víctimas de las olas.

TRIBULACION + FE = TODO (PERFECCIÓN)
TRIBULACION – FE = NADA

6) El Principio del Contentamiento 1:9–11
La capacidad para aguantar en medio de la aflicción no depende de lo que uno tenga. Depende del contentamiento con Dios y Su plan para la vida. El pobre puede jactarse de la vida de Dios en él. El rico tiene que reconocer que su riqueza material es temporal. Si el rico confía en sus riquezas, lo puede perder todo. Así que, ambos, tanto ricos como pobres, tienen una base igual para regocijarse en lo que Dios les ha dado.
No debemos depender de lo que tenemos, ni de las riquezas, ni de las posesiones, ni las circunstancias. Estas cosas son temporales; pronto pasan. Nuestro gozo debe depender de nuestra relación con Dios, así nunca se puede perder.

7) El Principio de la Recompensa 1:12
Finalmente, el hombre de fe viva puede pasar las pruebas porque comprende la promesa divina de las recompensas. Puede haber satisfación en medio del sufrimiento, porque se espera el premio prometido. Se recibirá la corona de vida. Su recompensa mayor, su corona, es la vida en sí, la vida eterna al final del camino, y una vida abundante, que vale la pena vivirla ahora.

¡Pensemos!

Son siete principios los que nos ayudarán a enfrentar las circunstancias difíciles de la vida. Para repasar y aplicar estos principios a nuestra vida, considere de nuevo cada principio. Defina lo que cada principio es. ¿Qué reacción producirá la aplicación del principio cuando pasamos por estos problemas?
Actitud Positiva
Perspectiva Divina
Paciencia
Discernimiento
Confianza en Dios
Contentamiento
Recompensa

Porter, R. (2003). Estudios Bı́blicos ELA: Cuando aumenta la presión (Santiago) (pp. 10–14). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.