La historia de Ministerios Ligonier

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

La historia de Ministerios Ligonier
Por Stephen Nichols

Nota del editor: Este es el séptimo y último capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

n un monumento de granito en el Parque Estatal Point, en Pittsburgh, están grabadas las palabras «Un lugar de consecuencias internacionales». Este lugar, Three Rivers, desempeñó un papel fundamental en la época colonial. Sin embargo, en la década de 1750, es probable que pocos estuvieran apercibidos de la importancia de los acontecimientos que ocurrían en ese lugar. Pero las ramificaciones fueron enormes y tal impacto perduraría durante siglos. Este lugar de consecuencias internacionales estaba a diez millas al noroeste de los hogares de infancia de R.C. Sproul y de Vesta (Voorhis) Sproul.

ANTES DE AGOSTO DE 1971: LA FUNDACIÓN

R.C. guardaba buenos recuerdos de su querido Pittsburgh. Ese lugar lo formó; se podía oír en su acento décadas después de haberse ido. Pittsburgh no solo era la Ciudad del Acero, sino también la Ciudad Presbiteriana. Pero en los años 50 y 60, era un presbiterianismo carente de compromisos confesionales. R.C. fue a una iglesia presbiteriana, a un colegio presbiteriano y a un seminario presbiteriano, todos ellos claramente liberales. Esto le dio a R.C. dos pilares fundamentales. El primero fue que cuando finalmente escuchó la verdad del evangelio, sintió una gratitud abrumadora por la gracia y la bondad de Dios, y un deseo y una pasión intensos por conocer, servir y adorar al Dios trino del evangelio. Esa gratitud y pasión marcaron su vida completa; le impulsaron a él y al ministerio que fundó. El segundo, estar rodeado de errores afinó sus habilidades apologéticas. R.C. era un comunicador, pero también era un apologeta. A menudo hablaba de la misión de Ligonier no solo de enseñar y proclamar la verdad, sino también de defender y contender por la verdad. R.C. conoció de primera mano los efectos devastadores de la falsa enseñanza.

El amor y la pasión de R.C. por la verdad, la bondad y la belleza —y su deseo de luchar por ellas— formaron parte de los cimientos de Ministerios Ligonier. Otra parte tenía que ver con el mensaje. Desde la primera vez que R.C. leyó la Biblia como cristiano, tuvo la comprensión transformadora de que «Dios es un Dios que se toma las cosas en serio». Mientras muchos en la cultura y en la Iglesia se dejaban llevar por una visión superficial de quién es Dios, R.C. fue llevado a sus rodillas, como el profeta Isaías, ante el esplendor refulgente de la santidad de Dios. La santidad de Dios, en toda su plenitud, no solo fue el fundamento de Ligonier sino que permea todo lo que el ministerio ha hecho en los últimos cincuenta años y sigue siendo su Estrella del Norte.

Una vez que se había establecido una misión y un mensaje, la fundación necesitaba una pieza más: la audiencia. Al cumplir los treinta años, R.C. era un profesor de seminario en la cima de su profesión y estaba aburrido. Mientras, enseñaba una clase de escuela dominical. Allí se encontró con laicos que no tenían hambre de migajas, sino de la carne de la Palabra de Dios y de la doctrina. El profesor y la audiencia se complementaban entre sí. Cuanto más hambrientos estaban, más se entusiasmaba R.C. por enseñarles, lo cual hacía que volvieran por más.

1971-1984

Al establecerse el fundamento, Dios juntó dos fuerzas para empezar a edificar la estructura. Una era R.C., Vesta y la familia Sproul. Es importante recordar que desde el principio fueron R.C. y Vesta. La otra fuerza era Dora Hillman, la viuda de un empresario de Pittsburgh. Vivía en el valle de Ligonier, en el oeste de Pensilvania. Cerca de su casa, se puso a la venta una propiedad de cincuenta y dos acres. La compró y construyó en ella una casa para los Sproul que sirvió de hogar familiar, sala de conferencias, comedor para los estudiantes y las oficinas del Ligonier Valley Study Center [Centro de estudios del Valle de Ligonier]. R.C. preparó e impartió conferencias y organizó los legendarios «Gabfests», sesiones de preguntas y respuestas los lunes por la noche. Se escribieron libros. Se grabaron series de enseñanzas en casetes de audio. Luego, en 1975, se grabó por primera vez una serie de enseñanzas en vídeo. Con sus gafas de sol de aviador y un atuendo claramente setentero, R.C. grabó La santidad de Dios. No había nada parecido en ese entonces. Tenía una pizarra, un atril, una pasión, un mensaje y una audiencia. Esos primeros años en el LVSC fueron un momento innovador en la educación cristiana para adultos.

Sin embargo, en ese momento, R.C. y Vesta no lo pensaban así. Simplemente estaban siendo fieles y obedientes a lo que Dios les había llamado a hacer. A medida que fueron fieles, Dios bendijo al centro de estudios con mucho fruto. Bob Ingram, quien posteriormente fue presidente de Ligonier y editor de Tabletalk (1988-1992), recuerda haber ido al centro de estudios, siempre con el auto lleno de su grupo de solteros. Dijo de forma breve: «El centro de estudios formó a mi generación». Desde 1971 hasta 1984, decenas de miles de personas subían y bajaban por las carreteras secundarias que serpentean por las estribaciones de las montañas Allegheny hasta llegar al centro de estudios en Stahlstown. Venían con preguntas y R.C. y los otros profesores del centro de estudios les dieron respuestas desde la Palabra de Dios. Muchos más aprenderían de R.C. a través de la enseñanza que fue distribuida en cintas de audio y vídeo. Muchos escucharon y vieron por primera vez a R.C. sentados en una clase de escuela dominical en el sótano de una iglesia mirando un televisor.

1984-1994

Pronto quedó claro para la junta que Ligonier podría ser más eficaz sin un gran campus que mantener. En 1984, Ligonier se trasladó a Orlando, Florida. Orlando ofrecía tanto un lugar donde la gente podía acudir a la enseñanza como un lugar desde donde esta podía salir. En 1988, Ligonier acogió su primera Conferencia Nacional bajo el título Amando a un Dios santo. La Conferencia Nacional sigue siendo la reunión familiar anual para los estudiantes de Ligonier y también sirve como punto central para que Ligonier lance nuevos libros y series de enseñanza.

El traslado a Orlando coincidió también con un acontecimiento importante en relación con la publicación de Tabletalk. Iniciada en 1977, Tabletalk fue rediseñada y reformateada en 1989. Con artículos en torno a un tema y devocionales diarios, Tabletalk ha crecido continuamente en circulación, ahora con más de cien mil copias distribuidas mensualmente. En ella se resume la visión de R.C. de animar al pueblo de Dios, no solo a leer la Palabra de Dios, sino también a estudiarla. Durante este tiempo R.C. publicó dos libros que son clásicos: La santidad de Dios en 1985, seguido de Escogidos por Dios en 1986. Mientras tanto, las series de enseñanza se siguieron produciendo, grabando y distribuyendo.

1994-2021

El primer programa de radio de R.C., The R.C. Sproul Study Hour [La hora de estudio de R.C. Sproul], salió al aire en 1982. En 1986, Ask R.C. [Pregúntale a R.C.] se transmitió por seis estaciones de radio. Todo ello condujo al lanzamiento de Renewing Your Mind [Renovando tu mente] en 1994. Naturalmente, los primeros episodios fueron sobre la santidad de Dios. La radio cristiana consistía mayormente en sermones. RYM transmitió episodios de enseñanza. Se podía escuchar la tiza mientras R.C. ponía los puntos sobre las íes. Te hacía sentir que estabas sentado en su clase, que te hablaba directamente. No había nada parecido en el aire y pronto se convirtió en esencial para escuchar en el camino al trabajo. Y sigue siéndolo.

Se escribieron más libros. Las conferencias se siguieron realizando en Orlando, en todo el país y, finalmente, en todo el mundo. Ligonier también empezó a organizar viajes de estudio a Tierra Santa y a las legendarias ciudades de los reformadores. Con el desarrollo de la tecnología, Ligonier amplió los medios para comunicar y promulgar la enseñanza. El sitio web sigue siendo una herramienta importante y eficaz para la distribución de la enseñanza. Además, existe RefNet, una serie de podcasts, Ligonier Connect [Conexión Ligonier] y Ask Ligonier. Todas estas iniciativas, y otras nuevas en desarrollo, aprovechan la tecnología para proclamar la santidad de Dios al mayor número de personas posible.

Mientras Ligonier seguía expandiendo su alcance, en 2011 volvió a sus raíces abriendo las puertas del Reformation Bible College en el centro de Florida. La universidad cuenta con unos 140 estudiantes en el campus y otro centenar más de alumnos que toman los cursos en línea. Ligonier también amplió su base de enseñanza en 2010 al incorporar la confraternidad de enseñanza. Además de la amplia gama de materiales didácticos de R.C., Ligonier ofrece una plataforma para los escritos y las charlas de la confraternidad de enseñanza y otros profesores de confianza. Desde 1971, Ligonier ha servido para acercar los profesores a los alumnos.

Ligonier también se expandió más allá de la lengua inglesa y actualmente opera sitios web en siete idiomas diferentes, incluyendo el español, el árabe, el farsi y el chino. Cada día se añaden nuevos contenidos a cada uno de estos sitios. En marzo de 2018, Ligonier emitió por primera vez Renovando tu mente, la versión diaria en español de Renewing Your Mind. Estos esfuerzos también incluyen la traducción de muchos libros de R.C. y de otros, así como la producción de traducciones de la Biblia de Estudio de la Reforma. Ministerios Ligonier, al igual que el Parque Point en Three Rivers, se ha convertido en un lugar de consecuencias internacionales.

¿QUÉ SIGUE?

Cada vez que se lanzaba una iniciativa importante o se alcanzaba algún objetivo, R.C. se tomaba un momento para celebrarlo. Luego se dirigía a los que le rodeaban y preguntaba: «¿Qué sigue?». Nosotros seguimos haciéndonos esa pregunta. La respuesta, por un lado, es que no lo sabemos. Sabemos que Dios ha sido fiel para con nosotros desde el principio y a través de los años difíciles. Y mientras lamentábamos el fallecimiento de R.C. en los últimos días de 2017, Dios bendijo a Ligonier. En estos últimos tres años, hemos visto la mayor expansión en el alcance de la historia de Ligonier. Por estos últimos cincuenta años, estamos agradecidos. Pero que nunca seamos presuntuosos. Ligonier sirve a la Iglesia, y servimos por la prerrogativa divina de nuestro santo Dios. Mirando a Dios, nos preguntamos: ¿Qué pueden traer los próximos cincuenta años? Al mirar atrás para celebrar nuestro aniversario número cincuenta junto a ustedes, sepan por favor que miramos hacia adelante, renovados en nuestro compromiso de proclamar la santidad de Dios en toda su plenitud al mayor número de personas posible. Nos hemos propuesto ser fieles, sin saber lo que vendrá después, pero anticipando ansiosamente lo que Dios hará.

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Stephen Nichols
Stephen Nichols

El Dr. Stephen J. Nichols es presidente de Reformation Bible College, director académico de Ligonier Ministries y maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries. Es el anfitrión de los podcasts 5 Minutes in Church History y Open Book. Es autor de numerosos libros, entre ellos For Us and for Our SalvationJonathan Edwards: A Guided Tour of His Life and ThoughtPeace y A Time for Confidence, y es coeditor de The Legacy of Luther y de la serie de Crossway: Theologians on the Christian Life. Él está en Twitter @DrSteveNichols.

Teología para la gloria de Dios

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

Teología para la gloria de Dios
Por Steven Lawson

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

l estudio de la teología nunca debe convertirse en un fin en sí mismo. El objetivo de la sana doctrina nunca es producir personas que tengan la cabeza llena pero los corazones vacíos y las vidas estériles. El propósito de la teología reformada nunca es producir «escogidos congelados». Más bien, el conocimiento de Dios y Su verdad tiene como propósito llevarnos a conocerlo y adorarlo. La enseñanza de la Escritura nos es dada para encender nuestros corazones en devoción por Dios e impulsarnos a vivir para Él. En pocas palabras, una teología sólida debe producir una doxología vibrante.

Estudiamos teología no para ser educados con el propósito de aparentar. La teología no es más que un medio para alcanzar el fin más elevado. Estudiamos la verdad acerca de Dios para conocerle mejor y que esta nos lleve a la madurez. La teología renueva nuestras mentes. Enciende nuestros corazones. Eleva nuestra adoración. Dirige nuestras oraciones. Humilla nuestras almas. Ilumina nuestro camino. Da energía a nuestro caminar. Santifica nuestras vidas. Fortalece nuestra fe. Profundiza nuestra pasión. Da forma a nuestros ministerios. Fortalece nuestro testimonio. La teología hace todo esto y mucho más. Cada aspecto de esta búsqueda de toda la vida trae gloria a Dios.

Debemos glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Pablo escribe: «Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Este encargo de honrar a Dios abarca también el estudio de la teología. El apóstol advierte: «El conocimiento envanece» (8:1) si este no nos lleva a amar a Dios y a los demás. Debemos estudiar «la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud 1:3) en última instancia para «el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor» (2 Pe 1:2). Esta verdad, a su vez, nos impulsará a darle a Él la gloria debida a Su nombre.

Hay un versículo importante que aclara esta verdad de manera especial. Pablo escribe: «Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Rom 11:36). Esta confesión concluye la más profunda enseñanza de Pablo sobre cómo Dios salva a pecadores que perecen. Pablo ha expuesto las grandes doctrinas de la condenación, la justificación, la santificación, la glorificación y la elección, y entonces estalla en esta ferviente alabanza a Dios. Consideremos detenidamente esta doxología y emulemos la respuesta del apóstol dando gloria a Dios.

Este versículo comienza con tres frases preposicionales, «de Él, por Él y para Él», seguidas de cuatro palabras que lo abarcan todo: «son todas las cosas» (Rom 11:36). Esta es la frase más abarcadora jamás escrita. Esta es una cosmovisión cristiana completa. Es prácticamente una teología sistemática en sí misma. Este es el hilo argumental de toda la Biblia en pocas palabras. Es la historia del mundo sintetizada. Nada queda por fuera de los parámetros de esta tríada de frases. «Todas las cosas» incluye todo en tres grandes áreas: la creación, la historia y la salvación.

En primer lugar, el apóstol escribe que todas las cosas son y provienen «de Él». Esto apunta a la eternidad pasada, cuando Dios diseñó Su plan maestro para todo lo que habría de suceder. Dios es el autor de Su propósito eterno («de Él»), que incluye todo lo que ocurrirá. Antes de la fundación del mundo, Dios diseñó el plano de toda la creación, incluyendo las especificaciones detalladas de la tierra (Job 38-39). Además, Él elaboró Su decreto eterno que incluía todo lo que ocurriría dentro del tiempo (Is 46:8-9). Hace mucho tiempo, Dios escogió a Sus elegidos (Rom 8:29Ef 1:42 Tes 2:13). Luego se los entregó a Su Hijo para asegurar su salvación (Jn 6:37). Toda esta planificación previa de la creación, la historia y la salvación es «de Él».

En segundo lugar, Pablo afirma que todas las cosas son «por Él». Esto significa que, dentro del tiempo, Dios lleva a cabo «todas las cosas» que planeó. Él es el Creador quien llamó al universo a la existencia (Gn 1:1Sal 33:6-7) y que continuamente lo sostiene con Su poder (Col 1:16Heb 1:2). Además, Él preside sobre los asuntos de la providencia, obrando todas las cosas según el consejo de Su voluntad (Ef 1:11). Nunca se desvía de Su plan original para adoptar una estrategia alternativa. Nada sucede, ni siquiera el más mínimo movimiento, fuera de Su propósito soberano (Pr 16:33Mt 10:29). Cosas como la buena suerte, la mala suerte, el azar o el destino ciego no existen. Asimismo, la obra de Dios en la salvación de todos Sus elegidos es completamente eficaz. Obrando a través de Su Hijo y del Espíritu Santo, Dios convence, llama, atrae, regenera, santifica, preserva y glorifica a todos Sus elegidos (Jn 6:37-4044Rom 8:29-30).

En tercer lugar, Pablo escribe que «para Él» son «todas las cosas». Esto afirma que Dios dirige todo hacia Su propia gloria. El propósito más elevado del mundo físico es exhibir Su majestad (Sal 19:1). Todo lo que Él realiza en la historia es para mostrar la grandeza de Su nombre (Is 48:11). Todo lo que Él hace en la salvación para rescatar a los pecadores que perecen es para alabanza de la gloria de Su gracia (Ef 1:361214). Todas las cosas tienen este fin supremo: soli Deo gloria, solo para la gloria de Dios.

Todo es «de» Dios, procedente de Su voluntad soberana en la eternidad pasada. Todo es «por» Él, realizado por Su actividad soberana en el tiempo. Todo es «para» Él, promoviendo así Su gloria soberana en todo tiempo. Todo lo que planeó y predestinó lo realiza y preserva para Su propio propósito y placer.

Pablo luego afirma que es esta teología trascendente —y solo esta teología— la que produce la siguiente doxología: «A Él sea la gloria para siempre. Amén». Aquí esta elevada doctrina acerca de Dios nos lleva a una profunda devoción hacia Él. Aquel que creó y controla todas las cosas, quien convierte a todos Sus elegidos, merece toda la alabanza. No hay gloria alguna que pertenezca al hombre. Ni tampoco debe repartirse entre Dios y el hombre. Nuestro Dios celoso no comparte Su gloria con otro (Is 42:8).

La palabra gloria (del griego doxa) incluye el significado de «una correcta opinión o estimación de alguien». Transmite la idea de la reputación que alguien tiene. De doxa se deriva la palabra ortodoxia, que significa una creencia correcta sobre algo. Luego pasó a designar una opinión elevada sobre una persona notable de gran renombre y reputación. Indica el honor que se le debe a una persona de alto rango. Cuanto más grande sea la persona, más debe ser reverenciada. Asimismo, cuanto más estudiemos teología, más elevada será nuestra visión de Dios. Y a su vez, más le alabaremos.

La Biblia habla de gloria de dos formas diferentes que debemos distinguir. La primera es la gloria intrínseca de Dios. Esto es la suma y sustancia de todo lo que Dios es. Esta gloria representa la totalidad de Su ser divino. Incluye todas las perfecciones de Sus atributos divinos. Esta gloria intrínseca es inmutable, nunca aumenta ni disminuye. Desde la eternidad hasta la eternidad, Dios es «el que era y el que es y el que ha de venir» (Ap 4:8). No podemos darle a Dios gloria intrínseca. No podemos añadir ni quitar nada a quien Él es.

La Biblia habla también de Su gloria adscrita. Esta es la única respuesta apropiada al contemplar Su gloria intrínseca. Esta es la gloria que debemos darle a Él. Cuanto más comprendamos la gloria intrínseca de Dios, más le atribuiremos gloria. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento de Dios, mayor será nuestra adoración a Él. Una visión elevada de Dios producirá una gran alabanza hacia Él. La persona que crece en el conocimiento de Dios, lo alabará más fervientemente.

Esta gloria debe darse a Dios «para siempre», o literalmente «por los siglos». Pablo reconoce que nunca habrá un momento en el tiempo o en la eternidad en el que él no estará dando gloria a Dios. Esta es su preocupación presente y será su impulso a través de los siglos venideros. Este es el fin supremo para el que fue creado. Y es por eso que existimos. Debemos ser consumidos por vivir para la gloria de Dios, tanto ahora como para siempre.

Nunca cesaremos de alabar a Dios, porque Él es inmortal y nunca tendrá fin: «Al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén» (1 Tim 1:17). «Gloria» le será dada «por los siglos de los siglos» porque reinará supremamente como Rey a través de las edades venideras.

La última palabra de este versículo es la afirmación final de Pablo respecto a la teología que acaba de enseñar. Él concluye: «Amén». Esto es un rotundo «¡Es verdad!». En otras palabras, «Es correcto»; «Que así sea»; «¡Sí!». La teología debería producir esta respuesta ferviente en nuestros corazones. Esta verdad acerca de Dios debe crear este tema central y dominante en nuestras vidas. Este debe ser nuestro mayor latido y nuestra mayor pasión. Este debe ser nuestro más profundo celo y nuestra más alta motivación. Debemos vivir y morir —y luego vivir por siempre— para la gloria de Dios.

Que nuestro estudio de la teología sea para la gloria de Dios. Que nos lleve a darle la alabanza que solo a Él le pertenece. Amén.


Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Steven Lawson
Steven Lawson

El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

La teología y la vida diaria

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

La teología y la vida diaria
Por Derek Thomas

Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

l puritano William Perkins definió la teología como «la ciencia de vivir piadosamente por siempre». Su contemporáneo William Ames imitó a Perkins llamando a la teología «la ciencia de vivir para Dios». Ya que vivir para Dios es el deber y el gozo de todo cristiano, todo cristiano debe ser un teólogo, un buen teólogo. La conexión entre la teología y la vida diaria se ve claramente en los siguientes tres ejemplos de Pablo.

Primero, en Filipos. Hay dos mujeres mencionadas que tienen una disputa pública en la iglesia de Filipos y Pablo siente que debe hablar de ello (Flp 4:2). Los necios se precipitan a entrar donde los ángeles temen pisar, puede ser, pero Pablo es un apóstol y la buena reputación y el testimonio de la iglesia estaban en juego, y el asunto no se podía esconder bajo la alfombra.

¿Qué hizo? Puso sobre la mesa la teología más enorme que podía traer: la encarnación del Hijo eterno de Dios. Jesús, quien siendo «en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse», quizás en el sentido de que no se aprovechó de Su deidad de manera que pudiera negarse a la humillación de Su encarnación (Flp 2:6). Aunque Jesús era «verdadero Dios de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, y por quien todo fue hecho», como estableció el Credo Niceno en el 325, Él «se despojó a sí mismo tomando forma de siervo» (v. 7). El término «despojó» está tan cargado de peligros teológicos que muchas traducciones han evitado su traducción literal, empleando un eufemismo en su lugar (por ejemplo, «se rebajó voluntariamente», NVI). Este pasaje merece que lo tratemos con más detalle, pero es necesario resaltar este punto. Pablo quiso que los filipenses (y tú y yo) mostremos la mentalidad de Cristo: «No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús» (vv. 4-5). La colosal doctrina de la encarnación se emplea con el propósito de mostrar la humildad, «la verdad que es según la piedad» (Tit 1:1).

Segundo, en Corinto. Pablo desea una muestra de benevolencia hacia la sufrida iglesia de Jerusalén, asunto que ocupó al apóstol durante algún tiempo (2 Co 8-9). ¿Qué incentivo podía emplear para fomentar la generosidad entre los corintios? Entre otras cosas, tal dádiva probaría la «sinceridad» de su fe (8:8, 24). En un momento dado, él hace lo que casi parece una apelación a la vanidad: los corintios no querrían ser superados por las iglesias del norte (9:1-5). Pero su argumento clave es teológico: «Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos» (8:9). Una vez más, la encarnación se usa para un asunto práctico.

Tercero, en Roma. Luego de haber escrito once capítulos exponiendo la naturaleza y la forma del evangelio, Pablo deja en claro la morfología de la piedad práctica: ustedes (los cristianos de la iglesia de Roma) deben ser transformados «mediante la renovación de vuestra mente» (Rom 12:1-2). Este manifiesto que es la carta de Pablo a los romanos tiene como objetivo la piedad práctica: mostrar el amor fraternal (vv. 9-10), deshacerse de la pereza (v. 11), mostrar paciencia en las pruebas (v. 12), contribuir a las necesidades de los santos en actos de hospitalidad (v. 13), impedir que las plumas del pavo real se levanten en muestras de prepotencia (v. 16), hacer lo que es honorable (v. 17), vivir lo más pacíficamente posible con el prójimo (v. 18), darle de comer al enemigo (vv. 19-20) y responder a los actos de falta de amabilidad de una forma no vengativa (v. 21). No hay nada más práctico que eso.

Pero Pablo no hace más que ejercer la sabiduría que vio en su Salvador. ¿Cuán práctica es la teología? Considera el Sermón del monte, donde Jesús aborda de forma exhaustiva la vida cotidiana. La visión de Jesús sobre la santidad es física. La santificación no solo tiene lugar en nuestras mentes sino también en nuestros cuerpos. Jesús habla de ojos y manos, de pies y labios. El punto es que usamos nuestros cuerpos ya sea para pecar o para expresar santidad. Al hablar de la lujuria, por ejemplo, Jesús sugiere que nos arranquemos el ojo derecho y/o nos cortemos la mano derecha antes de utilizarlos en actos de pecado (Mt 5:27-30).

¿Tienes problemas de ansiedad? ¿Te preocupas por la provisión diaria de una manera que sugiere una falta de confianza en tu Padre celestial? Entonces observa los pájaros que vuelan cada día en tu jardín. Se ven sanos y fuertes. Dios cuida de ellos. Y tú tienes más valor para Él (Mt 6:25-34). ¿Eres crítico de tal manera que te deleitas en ver el pecado en los demás y lo exageras? Di a ti mismo: «¡Ese sería yo si no fuera por la gracia de Dios!» (ver 7:1-6). Trata a las personas con respeto, de la manera que te gustaría que te trataran a ti. Vive según la regla de oro (v. 12).

Tomemos el tema de ser guiados por Dios. Jesús promete: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (v. 7-8). Tal como promete el Salmo 23, «me conduce» (v. 2). El verbo sugiere que nuestro Padre Celestial, nuestro Rey-Pastor, nos concederá la sabiduría y el discernimiento que necesitamos para tomar las decisiones correctas con el fin de caminar por esta vida de una manera que le dé gloria. Nuestro Padre nos ama y no va a dejar de amarnos. Su pacto asegura que Su Palabra es Su vínculo. Pero Él nos conduce «por senderos de justicia» (v. 3) y no en las sendas extraviadas de la injusticia. Él nunca nos conducirá a actos impropios o a pecar. Estos vienen por no escuchar Su Palabra, no orar por sabiduría o ceder ante decisiones que no son las mejores.

PERSPICUIDAD Y PROVIDENCIA

¿Cuán práctica puede ser la teología? Consideremos dos doctrinas: la perspicuidad y la providencia.

La perspicuidad es un término teológico que expresa la verdad de que los cristianos «ordinarios» pueden leer las Escrituras por ellos mismos, y utilizando los medios adecuados (sermones, biblias de estudio, mentores, comentarios e incluso Tabletalk) pueden llegar a una comprensión «suficiente» (aunque no necesariamente exhaustiva) de «todas aquellas cosas que son necesarias conocer… para la salvación» (Confesión de Fe de Westminster 1:7). Desde luego, este punto fue cuestionado en la iglesia medieval, cuando la Biblia no estaba disponible en su mayor parte, atrapada en un idioma que solo el clero entendía, y era utilizada como una estratagema para mantener a las masas encadenadas a las restricciones de la autoridad papal y de la iglesia. La doctrina de la perspicuidad de la Escritura nos anima a amar la Biblia, a leerla bien y con frecuencia, y a crecer en nuestra práctica de poner sus preceptos en acción visible y tangible. Es una doctrina que nos enseña a ser como aquellos nobles creyentes de Berea, descritos por Lucas como aquellos que «recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así» (Hch 17:11).

¿Qué es la providencia? No es un término utilizado en la Escritura, pero es una verdad cristiana básica. La Confesión de Westminster la define así:

Dios, el gran Creador de todas las cosas, sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas, las acciones y las cosas, desde la más grande hasta la más pequeña, por medio de su más sabia y santa providencia, según su infalible presciencia y el libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia (5.1).

El capítulo de la confesión sobre la providencia aborda algunas cuestiones bastante difíciles (la naturaleza del control de Dios sobre la historia y su relación con el libre albedrío y el mal, por ejemplo), pero su idea básica es asegurar que nada ocurre sin que Dios quiera que ocurra, antes de que ocurra, y de la manera en que ocurre.Dicho brevemente, esta definición de la providencia es una expresión de la afirmación de Pablo en Romanos 8:28: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito». A una madre que pierde a su primer hijo, a una hermana que se entera de un tumor maligno, a un universitario que fracasa en su primera entrevista de trabajo y a personas en otros mil escenarios, la providencia de Dios sirve como recordatorio de que, aunque no tengamos todas las respuestas, Dios sí las tiene. Y, a fin de cuentas, eso es lo que más importa. Es una doctrina que trae consigo mucha calma y serenidad en medio de las tormentas de la vida. No hay nada más práctico que eso. En cierta medida, todos somos teólogos. La verdadera pregunta es: ¿somos buenos teólogos? ¿Utilizamos nuestro conocimiento de Dios en todos los aspectos de nuestra vida para Su gloria?

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Derek Thomas
Derek Thomas

El Dr. Derek W.H. Thomas es ministro principal de First Presbyterian Church in Columbia, en Carolina del Sur, y es profesor rector de teología sistemática y pastoral en el Reformed Theological Seminary. Es profesor de Ligonier Ministries y autor de muchos libros, entre ellos How the Gospel Brings Us All the Way Home [Cómo el evangelio nos lleva a casa].

La teología y la Iglesia

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

La teología y la Iglesia
Por W. Robert Godfrey

Nota del editor: Este es el cuarto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

a teología, la verdad que viene de Dios y es acerca de Dios, es para la vida de la Iglesia. Jesús está construyendo Su Iglesia haciendo discípulos que le sigan, confesando la verdad de que Él es «el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt 16:16). Los discípulos son aquellos a los que Jesús da vida para que anden en Su camino y según Su verdad. Como dijo Jesús: «Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8:31-32).

En la Gran Comisión, Jesús envía a Sus discípulos a hacer discípulos y construir Su Iglesia por todo el mundo. ¿Cómo deben los discípulos hacer discípulos? Jesús resume esa enorme tarea en dos puntos notablemente breves: Sus discípulos harán discípulos bautizándolos y enseñándoles. Si estas palabras de Jesús no fueran tan familiares, muchos de nosotros podríamos encontrar este resumen algo sorprendente. Podríamos esperar el encargo de enseñar, pero incluir el encargo de bautizar en un resumen tan breve es quizá algo inesperado. Pero las sorpresas invitan a la reflexión y a la meditación. Al pensar en ello, podemos ver lo apropiado y útil que es.

Vemos en esta comisión que el hacer discípulos tiene dos partes: traerlos y edificarlos. Los discípulos son aquellos que han sido traídos por el bautismo y son edificados por la enseñanza que cambia vidas.

Jesús dirige nuestra atención al bautismo, no en el sentido estricto de la ceremonia del agua, sino en el sentido más amplio de todo lo que implica el bautismo. Podemos ver esto claramente en el ministerio de Juan el Bautista. Su ministerio de bautismo incluye su predicación de las buenas noticias (Lc 3:18), su llamado al arrepentimiento (v. 3) y su insistencia en el fruto del arrepentimiento (v. 8). El bautismo incluye tanto la predicación de las promesas de Dios como el llamado a la respuesta adecuada a esas promesas. El bautismo verdaderamente hace entrar a los discípulos, llamándolos a iniciar la vida de fe.

En este sentido, el bautismo es propiamente fundacional para ser un discípulo porque presenta las promesas de Dios y también llama a los bautizados a la fe y al compromiso. La promesa central de Dios a los pecadores en el bautismo es que Él lavará sus pecados y los perdonará. Cuando Jesús, en la Gran Comisión, especifica que Sus discípulos bautizarán en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, muestra que la promesa del bautismo procede del Dios trino y está garantizada por la Trinidad.

La liturgia bautismal de las iglesias reformadas holandesas, redactada en el siglo XVI y utilizada durante siglos en estas iglesias, desarrolla de forma útil las funciones y promesas distintivas que se refieren a cada persona de la Trinidad. Esta liturgia declara lo que el bautismo significa y lo que el bautismo promete al pueblo de Dios, no lo que el agua del bautismo realiza en cada persona bautizada. En el bautismo, Dios el Padre promete que «hace un pacto eterno de gracia con nosotros y nos adopta como hijos y herederos». En el bautismo, Dios el Hijo promete que «nos lava en Su sangre de todos nuestros pecados, incorporándonos a la comunión de Su muerte y resurrección, para que seamos liberados de nuestros pecados y considerados justos ante Dios». En el bautismo, Dios el Espíritu Santo promete que «habitará en nosotros y nos santificará… hasta que finalmente seamos presentados sin mancha entre la asamblea de los escogidos en la vida eterna». Estas promesas en el bautismo declaran el corazón y el centro de nuestra esperanza en el evangelio. El bautismo no es simplemente una ceremonia externa o simplemente una acción de la iglesia o de un creyente. Es, en primer lugar, «una Palabra visible» que expresa la Palabra predicada de la promesa del evangelio, según leemos: «Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados» (Mr 1:4).

En esta liturgia bautismal reformada holandesa se expone la teología del bautismo para la Iglesia. Muestra el significado del bautismo desde el lado de Dios en las promesas proclamadas, pero también desde el lado humano en el llamado al compromiso. Ese llamado al compromiso se expresa con fuerza:

Considerando que en todo pacto hay dos partes, así pues, por medio del bautismo, Dios nos amonesta y nos obliga a una nueva obediencia, a saber, que nos unamos a este único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; que confiemos en Él y lo amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas; que abandonemos el mundo, crucifiquemos nuestra vieja naturaleza y caminemos en una vida piadosa. Y si a veces, por debilidad, caemos en pecados, no debemos por ello desalentarnos de la misericordia de Dios, ni continuar en el pecado, ya que el bautismo es un sello y un testimonio indudable de que tenemos un pacto eterno con Dios.

Ser discípulo es escuchar las promesas y luego creerlas y vivirlas.

El bautismo nos conecta necesariamente a la iglesia. El bautismo nunca es simplemente individual porque debe ser realizado por otro. El bautismo es por la iglesia y en la iglesia. La vida cristiana no es una vida solitaria sino que se vive en la comunidad de fe. Cristo está edificando Su Iglesia y nosotros debemos ser miembros de ella, no solo como una conexión formal sino como una parte clave de nuestra vida como discípulos.

Además de ordenar el bautismo, Jesús nos dirige a la enseñanza para edificar las vidas del pueblo de Dios. A lo largo de Su ministerio terrenal, Jesús enseñó la verdad sobre lo que Sus discípulos debían saber y cómo debían vivir para Él. Sus apóstoles continuaron esa labor de enseñanza con total autoridad. Las enseñanzas de Jesús, tanto las de Su ministerio terrenal como las de Sus apóstoles, fueron reunidas y preservadas para Su Iglesia en las Sagradas Escrituras. La iglesia que sigue a Cristo enseña fielmente Su teología a partir de la Biblia para que los cristianos conozcan la verdad y la vivan.

Tal enseñanza es una gran empresa. Jesús no llama a Su Iglesia a enseñar solo las verdades básicas ni algunas de las verdades ni tampoco muchas de las verdades de la Palabra de Dios. Él nos comisiona a enseñar todo lo que Él ha mandado. Podemos priorizar las verdades, pero no tenemos derecho a eliminar ninguna de ellas. Él nos llama a un conocimiento exhaustivo de esta voluntad y a una vida completa y plena consagrada a Él.

Uno de los peligros más graves que las iglesias pueden crear para sí mismas es alterar la enseñanza de la Biblia. Esto pueden hacerlo al rechazar, distorsionar, ignorar o añadir a algunas de las enseñanzas de Jesús. Las iglesias liberales eliminan las enseñanzas que no son intelectual o moralmente aceptables para sus mentes. Las iglesias evangélicas con demasiada frecuencia han tratado de hacer el cristianismo más atractivo para los no creyentes enseñando un evangelio simple o simplificado.

Por el contrario, las iglesias reformadas han tratado de ser ampliamente bíblicas en su enseñanza, lo que se refleja en sus normas confesionales, llenas de doctrina y ética.

En la iglesia, tanto los ministros como la congregación son responsables de una enseñanza completa. Los ministros deben planear cuidadosamente lo que van a enseñar y cómo comunicarlo de manera que realmente edifique al pueblo. La Palabra de Dios es el depósito de la verdad para la iglesia y los ministros deben enseñarla. Deben resistir la tentación de convertirse en proveedores de entretenimiento o psicólogos de la cultura pop. 

El pueblo de Dios, especialmente en una cultura democrática, también tiene un deber muy serio. Debe animar a los ministros a enseñar todo el consejo de Dios y buscar y apoyar con entusiasmo dicha enseñanza. De lo contrario, la iglesia permanecerá muy inmadura. Pablo escribió advirtiendo a los corintios: «Así que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo. En verdad, ni aun ahora podéis, porque todavía sois carnales. Pues habiendo celos y contiendas entre vosotros, ¿no sois carnales y andáis como hombres?» (1 Co 3:1-3). Lo mismo se dice en Hebreos:

Acerca de esto tenemos mucho que decir, y es difícil de explicar, puesto que os habéis hecho tardos para oír. Pues aunque ya deberíais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que alguien os enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido. Porque todo el que toma solo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal (5:11-14).

Las iglesias inmaduras y los cristianos inmaduros todavía están atrapados en la carne y por lo tanto se han convertido en oídos sordos. La iglesia madura escucha con avidez la Palabra para aprender y ser entrenada en el discernimiento y la justicia. La iglesia necesita la teología para hacer discípulos, tanto los que son traídos a la iglesia como los que son edificados en la verdad. Ligonier se dedica a proveer materiales de enseñanza fiel para ayudar a edificar discípulos en la verdad.

La Gran Comisión de Jesús de hacer discípulos no se cumplirá completamente hasta que todos los escogidos de Dios hayan sido traídos a la Iglesia. Tenemos mucho por hacer en circunstancias difíciles. Pero tenemos la gran promesa de Jesús para sostenernos en nuestro llamado: «He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20).

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
W. Robert Godfrey
W. Robert Godfrey

El Dr. W. Robert Godfrey es presidente de la junta directiva de Ligonier Ministries, maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, y presidente emérito y profesor emérito de historia de la iglesia en el Westminster Seminary California. Es el maestro destacado de la serie de seis partes de Ligonier: A Survey of Church History y autor de varios libros, entre ellos An Unexpected Journey y Learning to Love the Psalms.

¿Cuál es nuestra teología?

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

¿Cuál es nuestra teología?
Por Sinclair B. Ferguson

Nota del editor: Este es el tercer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

on varias e importantes las convicciones que impulsan a la revista Tabletalk, las cuales también han impulsado la historia completa del ministerio de Ligonier. Una de estas convicciones fue expresada hace unos quinientos años por Martín Lutero (¿quién más podría ser?).

Todos somos teólogos; todo cristiano debe serlo. Todos deben ser teólogos para poder ser cristianos.

Pero ¿cuál es esa teología? Y, en particular, ¿cuál es nuestra teología?

TEOLOGÍA

Teología es hablar de Dios (en el mejor y más elevado sentido); es decir, pensar y hablar sobre Dios de forma coherente y lógica. Y para el creyente cristiano, esto significa una teología enraizada en la revelación que Dios ha dado y que la expresa. Por tanto, hay un sentido correcto en el que estamos llamados a tener una «teología de todo», porque de una forma u otra todo el cosmos —el desarrollo de la historia, los descubrimientos que hacemos— todo es parte del desarrollo de la autorrevelación de Dios en la creación, la providencia, la redención y la consumación. Como señaló Abraham Kuyper, nada en el cosmos es ateo en sentido absoluto. O para citar una autoridad superior: «Por que de Él, por Él y para Él son todas las cosas» (Rom 11:36). Por eso, omnes sumus theologi —todos somos teólogos— ya seamos físicos nucleares, astronautas, amantes de la literatura, jardineros, recolectores de basura o incluso «teólogos». Este es el privilegio, el reto, el romance de nuestras vidas, en cualquier vocación imaginable. En última instancia, tomando prestadas las palabras de Pablo, solo una cosa hacemos (Flp 3:13). ¿Pablo hacía solo una cosa? Claro que no. Pero sí, hacía solo una cosa, pero en mil actividades diferentes. Lo mismo ocurre con nosotros. En todas las cosas somos teólogos porque sabemos que toda la vida es para conocer a Dios.

Pero ¿cómo funciona la teología? Tal vez nos ayude una ilustración. Hay un programa en la televisión de la BBC que me gusta mucho. Se llama The Repair Shop [El taller de reparaciones], y —en medio de tantas cosas en la televisión que son deprimentes o inmorales, o ambas cosas— es un programa que te hace sentir bien. Personas comunes y corrientes traen sus reliquias dañadas, deterioradas, deformadas y algunas casi destruidas para que las reparen. A menudo nos cuentan historias profundamente conmovedoras o por qué el artículo (que puede tener poco valor en sí mismo) es tan importante para ellos por su conexión con un ser querido. Entonces vemos las habilidades extraordinarias de los artesanos y artesanas —expertos en carpintería y metalurgia, mecánica y mobiliario, instrumentos musicales y mecanismos, objetos blandos y duros— trabajando lo que parece ser magia. Mientras que la gente como yo remienda y espera lo mejor, ellos primero deconstruyen y solo entonces reconstruyen y devuelven la gloria perdida a las reliquias. Luego, el maravilloso desenlace: somos testigos (y compartimos) la abrumadora gratitud de los distintos propietarios, sus elogios y, a menudo, su alegría hasta las lágrimas al descubrir el objeto restaurado en todo su esplendor, normalmente debajo de una manta muy ordinaria (lo que sugiere una mayor restauración).

La teología es el taller de reparación del evangelio. Sus diversos «loci» o temas (Dios, la creación, la caída, la providencia, la redención, la glorificación) son, por así decirlo, otros tantos departamentos de expertos que primero deconstruyen nuestros daños personales y luego nos reconstruyen hasta hacer realidad la visión original en nuestra creación. De este modo, lo que nuestros antepasados llamaban la teología de la peregrinación, en la que vemos por un espejo, se convierte en la teología de la visión en la que veremos cara a cara. Habiendo sido creados a imagen de Dios para glorificarle y disfrutar de Él para siempre, seremos por fin semejantes a Él.

¿Cuál es entonces el contenido de nuestra teología?

NUESTRA TEOLOGÍA

Se dice que Tomás de Aquino dijo que la teología viene de Dios, nos enseña sobre Dios y nos lleva a Dios. Y puesto que la vida eterna consiste en conocer a Dios y a Jesucristo, a quien Él ha enviado (y esto solo lo hacemos por medio del Espíritu; Jn 17:3; ver 14:23, 25), nuestra teología comienza (y termina) con Dios. Nos dice quién es Él: un Dios que es tres personas, la siempre bendita Trinidad, en la eterna comunión de Su ser tripersonal como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta teología nos lleva a conocer Su maravilloso carácter unificado y simple, que en nuestra limitada capacidad logramos captar aspecto por aspecto en lo que llamamos Sus atributos. De hecho, estas son solo algunas formas de describir Su perfección, Su divinidad, Su infinita y gloriosa deidad.

Así pues, nuestra teología es una teología del Dios trino que es suficiente para sí mismo y en sí mismo y quien en todas Sus automanifestaciones es amor santo. No es de extrañar, pues, que nuestra teología esté impulsada por las visiones gemelas del profeta de la santidad y del apóstol del amor, en Isaías 6 y Apocalipsis 4-5. Es un hecho sorprendente que en estas dos visiones parece estar resumida toda nuestra teología.

Ellas reflejan la divinidad de Dios, «el que era, el que es y el que ha de venir» (Ap 4:8), y la historia de la creación (v. 11): que todas las cosas en el cielo y en la tierra fueron hechas por el Dios trino, «Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible» (el Credo Niceno), por medio de Su Palabra, el Hijo Eterno, y por el ministerio ordenador, llenador y completador del Espíritu que se movía sobre las aguas originarias.

Estas visiones nos proporcionan un espejo en el que vemos que nuestro destino creado yace detrás de nosotros casi irreconocible. Fuimos creados por Dios para Su gloria y para disfrutar de Él; en una palabra, para la comunión con Él y la alabanza a Él. Pero ahora nos encontramos, como Isaías, abrumados por el descubrimiento de quién es Dios —el Santo— y nos damos cuenta de que somos como un antiguo castillo escocés que se ha convertido en una reliquia arruinada, destruida por los asaltos de Satanás. Estamos abandonados, incapaces de restaurarnos a nosotros mismos, deshechos e impuros. Ninguno de nosotros es capaz de abrir un libro que contenga un plan para nuestra salvación y restauración (Ap 5:4).

Pero no es así como nuestra teología termina. Dios quiere Su imagen de vuelta. Es cierto que debemos descubrir que estamos arruinados antes de poder ver nuestra necesidad de restauración. Pero entonces nuestra teología según Isaías y Juan nos dice que no se trata de un Dios diferente, sino de un mismo Dios tres veces santo cuyo mensajero trae la restauración a través de un carbón encendido de un altar de sacrificio que primero incinera y luego restaura. Y esta teología bíblica nos dice que en su visión Isaías vio la gloria del Señor Jesús (Jn 12:41). Entonces, como nuestra teología sostiene que la revelación es progresiva y acumulativa, entendemos que la persona a la que apunta la visión de Isaías no es otra que el León de Judá, el Cordero de Dios inmolado que quita el pecado del mundo (Ap 5:6-10). Y a medida que profundizamos para «aprender a Cristo» (Ef 4:20), contemplamos Su única persona divina en Sus dos naturalezas unidas en esa única persona, en Sus dos estados de humillación y exaltación y en Sus tres oficios como Profeta, Sacerdote y Rey: un solo Señor Jesucristo.

En este contexto, descubrimos que algo nos sucede: por el Espíritu seráfico, nuestras vidas entran en contacto vivo con Cristo en Su sacrificio expiatorio. Somos perdonados y justificados de la culpa del pecado. Y en ese mismo momento se inaugura la quema del pecado en nosotros. No puede ser de otra manera, ya que como Calvino señaló regularmente, pensar que podemos tener a Cristo para la justificación sin tenerlo para la santificación es despedazarlo, ya que nos ha sido dado para ambas cosas. El Espíritu nos une a un solo Cristo que es a la vez «justificación y santificación» para nosotros (1 Co 1:30). Por lo tanto, el pecador que es justificado comparte también y simultáneamente Su muerte al dominio del pecado y Su resurrección a novedad de vida para Dios (Rom 6:2-4). Tener cualquier otra teología es entender mal cómo la gracia reina «por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor» (5:21).

No es de extrañar que la visión trascendente de Isaías termine en una obediencia incondicional: «Heme aquí; envíame a mí» (por muy duro que sea el camino; Is 6:8-13). Y no es de extrañar que la visión de Isaías se haga eco en la experiencia de Juan del canto celestial: «Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir» (Ap 4:8); y culmina en una adoración sin fin: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos» (5:13). No es casualidad que las conferencias nacionales de Ligonier tradicionalmente terminen con el canto del «Aleluya» de Handel.

Sí, esta es nuestra teología. Ha sido el latido del corazón de Ligonier desde los primeros días de «La confraternidad de enseñanza de R.C. Sproul», expresado ahora por cincuenta años en una multitud de formas. Aquí todos formamos parte de esa confraternidad de enseñanza. Y esta teología, nuestra teología, se convierte en el taller de reparación divino, que nos lleva desde la ruina hasta la restauración final, pasando por la redención. ¡Soli Deo gloria!

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Sinclair B. Ferguson
Sinclair B. Ferguson

El Dr. Sinclair B. Ferguson es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries y profesor canciller de Teología Sistemática en el Reformed Theological Seminary. Anteriormente, se desempeñó como ministro principal de la First Presbyterian Church en Columbia, S.C., y ha escrito más de dos docenas de libros, incluyendo El Espíritu Santo y Solo en Cristo.

Teología, teología, teología: ¿Por qué Ligonier?

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

Teología, teología, teología: ¿Por qué Ligonier?
Por Chris Larson

Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

inisterios Ligonier ha seguido creciendo desde que nuestro querido fundador, el Dr. R.C. Sproul, falleció en el 2017. Muchos miembros del equipo se han unido a nosotros recientemente, añadiendo sus experiencias y habilidades. Es alentador ver cómo el alcance crece gracias a sus notables esfuerzos. Pero cualquier empresa duradera debe mantener su enfoque en la misión original y estar en guardia para evitar irse a la deriva. Por lo tanto, en muchas de nuestras reuniones de equipo, a menudo reitero la única cosa que hacemos en Ligonier: teología, teología, teología. No, no he olvidado cómo contar. La cuestión es recordar lo vital que es la teología no solo para nuestra misión como ministerio, sino para nuestras propias vidas como individuos. Permíteme ilustrar esto.

Quizá hayas visitado el Museo Británico de Londres. Es uno de mis lugares favoritos. Pasar por delante de maravillosas antigüedades de varios milenios de la historia del mundo es impresionante. Cada artefacto cuenta una historia. Pero en una visita reciente, aprendí que no cada artefacto cuenta una historia completa.

Hay una zona en la colección de Mesopotamia con artefactos de Asiria, incluidos algunos de Senaquerib, ese violento rey del que se habla en el Antiguo Testamento. En su época, fue el terror de Oriente Medio, asediando ciudades y sometiendo naciones. Hay un relieve en el Museo Británico del asedio de Laquis, una pequeña ciudad fortificada en la ruta hacia Jerusalén. Los reyes conquistadores paganos solían construir este tipo de monumentos para presumir de sus victorias. La escena representa la espantosa matanza de los israelitas por parte de Senaquerib en Laquis.

¿Qué falta en el Museo Británico? Sabemos que Senaquerib se dirigía a destruir Jerusalén y completar su conquista de Judá (2 Re 18:13-19:37). Cuando los ejércitos llegaron a asediar la capital, el profeta Isaías aconsejó al rey Ezequías que confiara en el Señor para su liberación. No hay ningún artefacto que cuente la victoria de Senaquerib sobre Jerusalén porque nunca ocurrió. La Biblia dice que un ángel del Señor destruyó de la noche a la mañana el ejército del rey extranjero, que interrumpió la campaña militar y regresó a Nínive.

El Señor lucha por Su pueblo. El poderío de los asirios no era rival. A través de las generaciones de Israel se transmitió la verdad de que solo hay un Dios y que Él no está callado (Ex 20:1-20; Dt 6:4; Is 44:6-8).

La palabra teología significa simplemente el estudio de o sobre Dios. La teología no es una actividad académica seca y polvorienta. La teología es el filo de una navaja con la vida y la muerte a ambos lados. Los israelitas tenían una teología correcta y vivieron. Los asirios tenían una teología corrupta y perecieron. Lo que está en juego no puede ser de mayor importancia para cada alma. Jesucristo dijo que conocer a Dios y a quien Él ha enviado es entrar en la vida eterna (Jn 17:3).

Al principio, Adán y Eva conocieron a Dios en verdad y luego suprimieron esa verdad en injusticia, y así la incredulidad destrozó el cosmos y nos arruinó hasta la médula. Desde ese trágico momento de exilio del Edén, en nuestro estado natural estamos en una batalla impía lanzada contra el santo Creador. Que haya guerra entre las naciones y falta de paz entre uno y otro es solo una manifestación de nuestra primera rebelión. Qué lío de pecado hemos hecho, y sin la capacidad de poder salvarnos. Si hemos de ser salvados, debe venir de fuera de nosotros. Sin una buena teología, la realidad es como un rompecabezas con pequeñas piezas, todas desparramadas, sin una imagen unificada. La teología, bien entendida, nos da una imagen de la realidad para ayudarnos a dar sentido al rompecabezas. Nos guía para recomponer las piezas, así como la imagen de la caja del rompecabezas, para que entendamos el mundo y a nosotros mismos correctamente. De este modo, la teología informa a todos los ámbitos del conocimiento y la experiencia humana.

El Dr. R.C. Sproul se centró en la teología como disciplina, abarcando todo lo que Dios ha revelado de forma general y particular. La humanidad está alejada de Dios. Como nuestros primeros padres, nacemos siendo supresores de la verdad. Sí, todo el mundo sabe que Dios es, pero no todo el mundo sabe quién es Dios. Ese es nuestro problema fundamental: no sabemos quién es Dios. Y porque no sabemos quién es Dios, no sabemos quiénes somos.

Ministerios Ligonier comenzó en el verano de 1971, justo cuando Estados Unidos estaba saliendo de la turbulenta década de los sesenta. Los cristianos se enfrentaban a un relativismo desenfrenado y a la agitación social. El secularismo se aceleró en la cultura y la teología liberal hizo metástasis en muchas iglesias y denominaciones. Allí, en las laderas de las montañas Allegheny de Pensilvania, cerca de un pequeño pueblo llamado Ligonier, comenzó un pequeño ministerio que buscaba equipar a los cristianos para conocer a Dios de una manera mejor y más profunda y para darlo a conocer. Este esfuerzo de discipulado y formación fue impulsado por el deseo de defender el cristianismo clásico, y esperando ayudar a inundar la cultura con cristianos bien entrenados y articulados que busquen ser fieles en el avance de la Gran Comisión. Por diseño, era una forma de evadir los principales medios de comunicación y a las iglesias establecidas bien financiadas.

Ante la abierta animosidad cultural a la que se enfrenta la Iglesia hoy en día, que sigue creciendo, los que son cristianos solo de nombre se están alejando. Las iglesias sincretistas establecidas, se van evaporando. El futuro de la Iglesia pertenece a los cristianos de convicción. Todos los problemas a los que nos enfrentamos son, en última instancia, teológicos; para reparar las ruinas, las soluciones deben ser teológicas.

Afortunadamente, a lo largo de los años, Dios ha traído muchos discípulos de la visión del Dr. Sproul que están comprometidos con la difusión del evangelio del Señor Jesucristo y con ver crecer una teología arraigada en las Escrituras en las iglesias de todo el mundo. La labor es intensa, sí, pero la promesa es segura: «Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar» (Hab 2:14). Estamos enrolados en ese esfuerzo. Una de las maravillas del evangelio es que hombres y mujeres pecadores sean utilizados para avanzar la misión de Dios en este mundo caído, trabajando en y a través de nuestras batallas con el mundo, nuestra propia carne y el diablo.

En su clásico libro La santidad de Dios, el Dr. Sproul comenta sobre Romanos 12:2:

El método clave que Pablo subraya como medio para la vida transformada es la «renovación de la mente». Esto significa nada más y nada menos que la educación. Una educación seria, profunda y disciplinada en las cosas de Dios. Exige un dominio de la Palabra de Dios. Tenemos que ser personas cuyas vidas han cambiado porque nuestras mentes han cambiado.

Por la gracia de Dios, el enfoque estricto del Dr. Sproul en la enseñanza de la teología ha cambiado muchas vidas. Él creía que todo el mundo es un teólogo y que importa ahora y para siempre si eres un teólogo bueno o malo. El simplemente impartir información a la mente humana es insuficiente. A través de la luz de la Escritura y la obra del Espíritu Santo, empezamos a comprender el carácter santo de Dios y nos damos cuenta de nuestra pecaminosidad. La Iglesia debe redescubrir el compromiso inquebrantable de proclamar, enseñar y defender la santidad de Dios en toda su plenitud. Esta no es solo una declaración de la misión de Ministerios Ligonier, es el llamado de todo creyente. Si se diluye el carácter de Dios, se debilita nuestra capacidad de alcanzar a los incrédulos con el evangelio. Las estrategias misioneras bien intencionadas que se centran en el crecimiento por el solo hecho de crecer pueden dar beneficios temporales, pero tales estrategias no desarrollarán discípulos sanos ni plantarán iglesias sanas. La actividad ministerial con poca visión de futuro no es sostenible. El compromiso teológico en aras de los números es fatal.

Aunque el pueblo de Dios se ha visto a menudo consternado por circunstancias que escapan a su control, el progreso de la misión de Dios en este mundo es seguro. Nosotros, como el siervo de Eliseo en otro momento angustioso en el que los israelitas se vieron amenazados, tenemos la tentación de preocuparnos por las nubes de tormenta que se acumulan. Pero debemos recordar que «los que están con nosotros son más que los que están con ellos» (2 Re 6:16).

Al cumplir Ligonier su quincuagésimo año de ministerio, damos gracias por la bendición de Dios en nuestro pasado. Sin embargo, es evidente que tenemos la oportunidad de servir al pueblo de Dios como nunca antes. Hay mucho trabajo por hacer entre las naciones. ¿Podrías orar para que Dios despierte a más personas y le vean como Él realmente es? Que podamos ver una recuperación de la verdadera teología en la que hombres y mujeres, niños y niñas tengan una relación restaurada con Dios el Padre a través de Dios el Hijo y a través de la poderosa gracia de Dios el Espíritu Santo, y vivan vidas fructíferas ahora y para siempre.

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Chris Larson
Chris Larson

Chris es el presidente y jefe ejecutivo de Ligonier. Dirige todas las iniciativas de alcance y operaciones ministeriales con el fin de difundir la histórica fe cristiana a tantas personas como sea posible.

Ayudar a la gente a conocer a Dios

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

Por Burk Parsons

En 1971, Dios usó a R.C. y Vesta Sproul para establecer Ligonier Valley Study Center. Lo que comenzó como un pequeño centro de estudios en las afueras del oeste de Pensilvania hace cincuenta años se ha convertido, por la maravillosa gracia de Dios, en un ministerio de enseñanza y discipulado que alcanza a millones de personas en todo el mundo. Cuando conocí los Ministerios Ligonier hace más de veinticinco años, lo que más me sorprendió fue que Ligonier no se parecía a ningún otro ministerio que yo conociera hasta entonces. Inmediatamente reconocí que el Dr. Sproul no solo se preocupaba por alcanzar a los incrédulos con el evangelio, sino que también tenía una pasión por alcanzar a los cristianos profesantes con el evangelio. Pero no se detuvo ahí. Su preocupación era ayudar a los creyentes a ser cristianos reflexivos y elocuentes que conocieran no solo el evangelio sino también todo el consejo de Dios, la teología de la Palabra de Dios, la historia de esa teología y cómo defender la totalidad de su fe. La pasión del Dr. Sproul era ayudar al mundo a conocer a Dios y ayudar a la Iglesia a conocer a Dios, no al Dios que nosotros creamos, sino al único Dios soberano, bondadoso, amoroso y santo de la Escritura.

Desde el principio de su ministerio, el Dr. Sproul observó que mucha gente en el mundo vive toda su vida centrada únicamente en asuntos temporales, en el aquí y ahora, prestando poca atención a la eternidad. Su preocupación alimentó su pasión por ayudar a la gente a conocer a Dios para que, al conocerlo, pudieran saber lo que realmente importa en la vida. Además, conocer a Dios nos ayuda a entender que nuestras vidas importan; que lo que hacemos importa y que conocer, amar y glorificar a Dios da sentido y propósito a nuestras vidas. Esta es una de las razones por las que el Dr. Sproul enseñaba con tanta pasión. Es la razón por la que muchos de nosotros nos sentimos atraídos por él, porque creímos que se preocupaba por nosotros lo suficiente como para estar dispuesto a enseñarnos las verdades difíciles sobre Dios. El Dr. Sproul no quiso que tuviéramos una visión superficial de Dios. Quería que creciéramos en nuestra comprensión de Dios para que supiéramos cuán grande es Su gracia y cuán santo es nuestro Dios.

Debido a la pasión y el compromiso del Dr. Sproul con la Palabra de Dios, Ministerios Ligonier siempre ha sido un hogar para los cristianos que no temen pensar con profundidad en lo que más importa en la vida y en la eternidad. Para R.C., decir que el ahora cuenta para siempre no era solo un eslogan o un nombre ingenioso para su columna de Tabletalk. Realmente lo creía, y vivió su vida para ayudarnos a creerlo. En Ligonier, nosotros también lo creemos, y existimos simplemente para servir a Dios ayudando a la gente a conocer a Dios y glorificarlo para siempre.

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Burk Parsons
Burk Parsons

El Dr. Burk Parsons es pastor principal de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, director de publicaciones de Ligonier Ministries, editor de Tabletalk magazine, y maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries. Él es un ministro ordenado en la Iglesia Presbiteriana en América y director de Church Planting Fellowship. Es autor de Why Do We Have Creeds?, editor de Assured by God y John Calvin: A Heart for Devotion, Doctrine, and Doxology, y co-traductor y co-editor de ¿Cómo debe vivir el cristiano? de Juan Calvino.