¿QUÉ DURACIÓN TIENEN LOS DÍAS DE LA CREACIÓN EN GÉNESIS?

Autor: William Lane Craig

¿QUÉ DURACIÓN TIENEN LOS DÍAS DE LA CREACIÓN EN GÉNESIS?

a1Hagamos una pausa para recapitular. Para comenzar, tenemos la improbabilidad de que las condiciones iniciales del universo estuviesen «puestas a punto» de manera tal que fueran propicias para que la vida existiera en el cosmos. Además, debemos agregar la improbabilidad real del origen de la vida sobre la Tierra primitiva. Pero aun cuando esas dos condiciones se cumplieran, no habría garantía de que la vida pudiera desarrollarse y desenvolverse en organismos complejos. Por lo tanto, además de todas las improbabilidades ya consideradas, ahora debemos agregar la improbabilidad de la evolución de complejidad biológica.

Se trata de un tema en el que los cristianos adoptan diversos puntos de vista. Algunos creyentes consideran que Génesis describe una semana literal de seis días para la creación, pero, a mí entender, hay claves en el texto mismo que nos muestran que no pretende describir una semana así para la creación. Por ejemplo, el séptimo día claramente no es un período de veinticuatro horas sino que representa el día de descanso, cuando Dios reposó del trabajo de la creación y que se extiende hasta el día de hoy. Estamos viviendo el séptimo día. Y con respecto al tercer día, leemos: «Y dijo Dios: «¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!». y así sucedió. Comenzó a brotar la vegetación: hierbas que dan semilla, y árboles que dan su fruto con semilla, todos según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno. Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el tercer día» (Génesis 1:11,13). Ahora bien, todos sabemos cuánto tiempo demoran, por ejemplo, los manzanos en crecer, brotar y dar fruto. Salvo que nos imaginemos esto teniendo lugar como en una fotografía de alta velocidad (como en la película El desierto viviente de Walt Disney) en que las plantas germinan, crecen y se cubren de pimpollos y de frutos, este proceso debió haber ocurrido en más de veinticuatro horas. Me cuesta creer que el autor de Génesis hubiera querido que sus lectores se imaginaran las cosas apareciendo de pronto como en una película a alta velocidad. Quisiera señalar que mi argumento se basa en el propio texto, no en nada que la ciencia pueda decirnos.

Históricamente, ni la mayoría de los judíos ni los cristianos interpretaron Génesis 1 como refiriéndose a períodos de veinticuatro horas, como el profesor judío Nathan Aviezer señala en su libro reciente In the Beginning [En el principio). Aviezer hace referencia a ciertos clásicos eruditos rabínicos de la Torá y el Talmud para probar su argumento, y también podríamos citar a los primeros padres de la Iglesia Cristiana como Irineo, Orígenes, Basileo y Agustín para demostrar lo mismo. No estoy negando que una lectura literal de Génesis 1 sea una interpretación legítima, pero no hay casi manera de poder afirmar que es la única interpretación permitida por el texto, ni tampoco representa, históricamente, como la mayoría de judíos y cristianos han entendido este pasaje.

Pero si esto fuera correcto, entonces Génesis no nos dice prácticamente nada acerca de cómo Dios creo las plantas y los animales. ¿Los creó de la nada? ¿Los creó a partir de otras formas de vida existentes? ¿Se valió de la evolución para producirlos poco a poco? Estas son preguntas científicas que la Biblia no se plantea. El punto principal de la historia de Génesis es decir que Dios es el Creador de todo lo que hay en el mundo. El sol y la luna y los animales y las plantas no son deidades; son solo criaturas: Dios creó todo. La manera en que lo hizo parece no estar resuelta.

Ahora bien, lo que esto implica es que los cristianos son libres de seguir la evidencia a dondequiera que esta los conduzca. A este respecto, el cristiano tiene una ventaja sobre el naturalista. Porque si Dios no existe, la evolución es la única posibilidad. A pesar de lo improbable que sea, a pesar de lo que diga la evidencia, la evolución tiene que ser cierta, porque no hay otra cosa fuera de la naturaleza capaz de dar origen a la complejidad biológica. Por lo tanto, la conclusión del naturalista está determinada de antemano por su filosofía y no por la evidencia.

El libro de Phillip Johnson, Darwin on Trial [Juicio a Darwin], que contribuyó a engendrar el movimiento del Diseño Inteligente, demuestra claramente el punto central de que la teoría neodarwiniana de la evolución no es algo que pueda concluirse a partir de los datos sino que se basa en un compromiso filosófico con el naturalismo. Johnson no tiene problemas en admitir que el darwinismo es la mejor teoría naturalista de la complejidad biológica, pero como él no es un naturalista, simplemente dice «¿Y qué me importa? No quiero saber cuál es la mejor teoría naturalista sino cuál teoría es verdad». Así, lo que argumenta es que si no se aceptan las premisas del naturalismo, no hay ningún dato empírico que obligue a aceptar que esta teoría sea verdad.

Lo que la evidencia apoya es la microevolución: el cambio dentro de ciertos límites. Pero aun el más conservador de los fundamentalistas está de acuerdo con esto ya que creen que todas las razas humanas descienden de una única pareja humana ancestral, Adán y Eva. El cambio dentro de ciertos tipos no es, por lo tanto, ningún problema. La teoría neodarwiniana representa un enorme salto o extrapolación de la microevolución, con la que todos están de acuerdo, a la macroevolución. Pero los ejemplos abundan en la ciencia en que dichas extrapolaciones han fracasado. Por ejemplo, Einstein intentó extrapolar su exitoso principio especial de la relatividad a un principio general de la misma, pero no lo pudo lograr. Esta última en realidad no es propiamente tal, ya que se trata de una teoría de la gravedad que no hace que todo movimiento sea relativo, como él esperaba. De la misma manera, deberíamos preguntamos, ¿por qué pensar que la extrapolación de la microevolución a la macroevolución es legítima? Una vez que abandonamos el compromiso metodológico con el naturalismo, ¿por qué pensar que la teoría neodarwiniana es verdad?

¿QUIÉN CREO A DIOS? Edición en español publicada por Editorial Vida – 2007 Miami, Florida

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

El legado de un padre

Volvamos a casa –  Evangelio de Lucas 15.11-32

a1Cuando hablamos de legado nos estamos refiriendo a la trasmisión de principios morales, valores, ideas y modelo de una generación a otra. Un legado es una herencia con el objetivo de seguirlo, vivirlo y compartirlo con las futuras generaciones. El legado cristiano tiene que ver con ser semejantes a Jesús.

El legado que nos quiere dejar el Padre tiene que ver con la vida y la libertad, el amor y la verdad, la justicia y la paz. [1] El principal héroe en esta parábola es el Padre amante. Nos encontramos con un Padre que ama incondicionalmente, que sufre, espera, acepta y perdona. Un padre abierto para todos.[2]

En primer lugar cuando hay amor incondicional tenemos que tener presente el sufrimiento. La pregunta que muchas veces nos hacemos es como seguir adelante ante las desilusiones que nos presenta la vida. Jesús nos puede entender cuando sufrimos porque experimento el quebranto, la humillación, los golpes, el rechazo y el dolor. [3] Hay mucha tristeza cuando los hijos rechazan el legado del Padre y no le siguen. La vida de Jesucristo que encarna al Padre es una invitación abierta para que volvamos a casa y vivamos su legado. [4]

En segundo lugar el amor incondicional implica saber esperar. El Padre no esta preocupado por si mismo. Es un corazón de misericordia divina donde convive el dolor y la generosidad. Nos anima a tener confianza y no levantar muros. La confianza es la convicción profunda que el Padre nos quiere en casa. Nos dice que “el perfecto amor hecha fuera el temor”. Nos alienta a dar un paso de confianza hacia la vida, la libertad y la gratitud en los brazos del Padre. [5] La confianza requiere el coraje de arriesgarnos.

En tercer lugar el amor incondicional es un amor que acepta. Recibe a los hijos menores que regresan arrepentidos al hogar. En la vida del Padre se encuentran el amor y la verdad. Hace fiesta por todos aquellos que vuelven a casa y nos coloca a prueba cuando nos invita a dar la bienvenida a otros. Sus brazos también están abiertos para aceptar a sus hijos mayores. Quiere que todos disfruten de la casa, su afecto, alegría e intimidad. No fuerza, no obliga la entrada sino habla con amor. Le suplica a los hijos que participen y no se queden afuera. Nos dice: “Hijo Mio, tu siempre estas conmigo y todo lo que tengo es tuyo”. [6] No para la fiesta, sigue invitando como Padre y Madre[7] y su corazón no esta dividido. Es un Padre que une a sus hijos. No ama mas a uno que otro, no compara y no hace competir a sus hijos para ganar su amor. Quiere que sus hijos sean libres y libres para amar.

En cuarto lugar el amor incondicional es un amor que aprende a perdonar. Perdona sin rencor y amargura. No le recuerda al hijo todo lo que hizo mal o lo perdona como si le hiciera un favor. Tampoco le cobra en cuotas el dolor sufrido por medio de la indiferencia, amenazas y humillación. Enfatiza la autoridad de la compasión[8] y la paternidad de la misericordia. Sed misericordiosos como vuestro Padre que esta en los cielos es misericordioso. Sean compasivos como vuestro Padre es compasivo. Sed perfectos como vuestro padre es perfecto. Perdonen como yo los sigo perdonando a ustedes. Es un Padre que celebra la vida. [9] Se enfoca en la alegría porque sus hijos volvieron a casa.

El amor de Dios es un amor incondicional. Es el amor del verdadero Padre. Es el amor que prepara la mesa para todos. Extiende sus brazos por igual e invita a celebrar la vida.

Es un amor que nos da libertad incluyendo la posibilidad que nos marchemos lejos de casa. Es el amor anterior y posterior a los rechazos. Es un amor que perdona cuando volvemos arrepentidos. Cuando el Padre nos perdona lo divino y humano se unen, el amor y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan.

Jesús nos enseña el modelo de ser padre y madre. Que podamos amar como El ama. Encarnó en su vida este modelo y nos invita a ser mansos y humildes de corazón.[10] Nos revela al Padre[11], nos deja el legado y herencia[12] que merece ser vivido con amor, compromiso, fidelidad, tenacidad y esperanza para pasarlo a los que siguen. Nos queda a nosotros la respuesta a como queremos terminar esta historia. La buena noticia es que podemos volver a casa, el Padre nos da la bienvenida y siempre lo quiere celebrar.

Carlos y Alicia Scott

Misión Local y Global (GloCal)

Tinogasta 5684, (1408) Ciudad Autónoma Buenos  Aires (CABA)
Argentina, Teléfono: 54-11-4642-1036,

E-mail: misionGloCal@ciudad.com.ar, licscott@yahoo.com.ar

 

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Octubre 9

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Lectura bíblica: 2 Pedro 1:16–21

Los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo. 2 Pedro 1:21

a1Al terminar la familia de Oscar su cena en el restaurante chino, la mesera les repartió galletitas de la fortuna. Oscar no aguantaba su curiosidad, pero cuando abrió su galletita y leyó lo que decía el papelito que había adentro, no podía creerlo. “Tendrás una gran victoria”, decía.

—Mamá, papá, miren —dijo, mostrándoles el mensaje—. Esto se debe referir al campeonato de fútbol este fin de semana. ¡Vamos a ganar!
El papá de Oscar sonrió.
—Hijo —dijo—, por supuesto que esperamos que ganarán el campeonato. Pero si ganan, no será por la galletita de la fortuna.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Oscar.
—Las predicciones que escriben son mensajes generalizados que pueden aplicarse a casi cualquiera en cualquier momento. No puedes hacer que tu vida dependa de lo que dice una galletita de la fortuna.
—Te diré lo que sí puedes tomar en serio —agregó la mamá de Oscar—. Las profecías en el Antiguo Testamento de la Biblia fueron escritas cientos de años antes del nacimiento de Jesús. Esas son las que valen.
Oscar estaba interesado:
—¿Como qué?
–Como el que Jesús nacería en Belén —dijo ella—. Miqueas lo predijo. Y Zacarías predijo que el Mesías entraría en Jerusalén montado en un asno.
El papá de Oscar agregó:
—Y que sería traicionado por un amigo por treinta piezas de plata. Y que sus manos y sus pies serían traspasados. Las predicciones de los profetas de Dios se cumplieron todas con una exactitud del 100 por ciento.

Los padres de Oscar tienen razón. Las profecías bíblicas constituyen uno de los argumentos más poderosos a favor de que la Palabra de Dios es verdad. Considera esto: Jesucristo cumplió todas las profecías acerca del Mesías registradas en el Antiguo Testamento. La probabilidad de que un solo hombre cumpliera 48 de las profecías principales, según Peter Stoner en Science Speaks (Habla la ciencia), es de 1 en 10 a la 157 potencia. Eso es el número 10 con 157 ceros a la derecha. ¡Es imposible imaginar una probabilidad tan pequeña!

Eso nos indica dos cosas importantes acerca de la Biblia como un libro digno de confianza. Primera, como escribió Pedro, los escritores del Antiguo Testamento que predijeron al Mesías no estaban hablando por sí mismos sino que lo hacían inspirados por Dios. Segunda, porque Jesús cumplió las profecías acerca del Mesías podemos confiar que era quien decía ser: el Hijo de Dios.

Dios no quería que hubiera en tu mente ninguna duda de que su Palabra es verdad, por eso dio pruebas indubitables a través de las evidencias históricas y las profecías bíblicas. ¿Por qué? Porque él te ama y quiere que confíes en él.

PARA DIALOGAR
¿En qué se diferencian las profecías bíblicas de las galletitas de la fortuna y los horóscopos?

PARA ORAR
Alaba a Dios por darte su Palabra cierta y digna de confianza.

PARA HACER
¿Confías en fuentes de información falsas sobre el futuro, como los horóscopos? En lugar de eso, ¡tómate la costumbre de recurrir a la Palabra de Dios digna de confianza!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.