La datación temprana de los Evangelios

Autor: LEE STROBEL

La datación temprana de los Evangelios

a1Otro intento de los críticos por desacreditarlos es suponer que se escribieron mucho tiempo después de los acontecimientos, y que los relatos se poblaron subrepticiamente de leyendas, mitos e ilusiones. En realidad, aquellas personas, con una tendencia contraria a todo lo sobrenatural, están obligadas a datar los Evangelios en una fecha posterior a la caída de Jerusalén, en el año 70 d.C., porque no creen que Jesús hubiera podido predecir este evento, como se registra en Mateo 13 y Lucas 21. Incluso, Peter Jennings, intentó datar los Evangelios entre cuarenta y cien años después de la vida de Jesús. Sin embargo, hay fundadas razones para concluir que éstos en realidad se escribieron en fechas muy próximas a su muerte (la que posiblemente ocurrió alrededor del año 33 d.C.), y que el desarrollo legendario no podría haberles restado historicidad.

Craig Blomberg señaló que la datación normal de los Evangelios aun en círculos muy liberales es: Marcos en la década del setenta, Mateo y Lucas en la del ochenta y Juan en la del noventa; lo cual estaría dentro «de la vida de varios testigos oculares de la vida de Jesús, incluso la de testigos hostiles que hubieran servido de correctivo si se hubieran estado difundiendo enseñanzas falsas acerca de Jesús».

Sin embargo, Blomberg y muchos otros expertos del Nuevo Testamento creen que hay fundadas razones para datar los Evangelios en fecha incluso anteriores a estas. El destacado apologista, J.P. Moreland, profesor de la Facultad de teología de Talbot, articula varias razones que avalan que Hechos fue escrito entre el año 62 y 64 d.C. Por ejemplo, no menciona varios acontecimientos importantes que, sin duda, hubieran sido incluidos si el libro hubiera sido escrito después de que éstos sucedieron. Entre estos sucesos cabe mencionar la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., las persecuciones de Nerón a mediados de los 60, el martirio de Santiago en el 61, Pablo en el 64 y Pedro en el 65, y la guerra de los judíos contra los romanos a partir del 66. Además, muchas de las expresiones usadas en Hechos son muy tempranas y primitivas, y el libro trata asuntos que fueron especialmente importantes antes de la caída de Jerusalén.

Como los Hechos es la segunda parte de una obra en dos partes escrita por Lucas, esto significa que el Evangelio tuvo que haber sido escrito a principios de los años 60 d.C., o antes de que pasaran treinta años después de la vida de Jesús. Como Lucas tomó parte de su información del Evangelio de Marcos es lógico deducir que Marcos debió haber sido con anterioridad a Lucas. Moreland, concluyó: «La figura de Jesús presentada en los Evangelios Sinópticos [Mateo, Marcos y Lucas] no dista más de doce o veinte años de los sucesos propiamente dichos. Además, incorporan fuentes que son incluso anteriores».

Aun más, el Nuevo Testamento también incluye cartas del apóstol Pablo que pueden fecharse tan temprano como el año 49 d.C. Su cristología tardía, que Jesús es Dios y Señor de los cielos y la Tierra, no evoluciona en sus diversos escritos y, por lo tanto, «ya debió estar completa antes de que comenzara sus grandes viajes misioneros … o sea, alrededor del año 48», dice Moreland. Y luego, agrega que Pablo incluyó algunos credos e himnos anteriores a sus propios escritos que «presentan un retrato de un Jesús milagroso y divino que había resucitado de entre los muertos».

Moreland, concluyó: «En resumidas cuentas, la idea de un Jesús plenamente Divino, que hiciera milagros y que resucitara de entre los muertos estaba presente durante la primera década del cristianismo. Dicha perspectiva no era una leyenda que surgió varias décadas después de la crucifixión». En realidad, dice Moreland, los escritos de Pablo a los Gálatas, en donde describe sus encuentros con los apóstoles de Jerusalén y confirma que su mensaje de la deidad de Cristo era verdadero, asociado con uno de los primeros credos acerca de la resurrección que aparece en 1 Corintios 15, demuestra que «la creencia en un Jesús Divino y Resucitado ya existía pocos años después de su muerte».

Esto es más significativo a la luz de un estudio realizado por A.N. Sherwin’White, el respetado historiador del período clásico grecorromano de la Universidad de Oxford, que estableció que el pasaje de dos generaciones no era tiempo suficiente para que se desarrollara una leyenda en el mundo antiguo y borrara el núcleo sólido de verdad histórica. En el caso de Jesús, tenemos información fidedigna acerca de su divinidad y resurrección que cae holgadamente dentro de ese período.

¿QUIÉN CREO A DIOS? Edición en español publicada por Editorial Vida – 2007 Miami, Florida

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

Más que “identificarse contigo”

Octubre 14

Más que “identificarse contigo”

Lectura bíblica: 2 Corintios 1:3–7

Con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación. 2 Corintios 1:4

a1Cuando Elvira llegó de la escuela, corrió a su cuarto, se echó en la cama y se puso a llorar. Leticia le acababa de contar que tenía que mudarse lejos, y Elvira no podía contener las lágrimas al pensar que no volvería a ver a su mejor amiga.

Al ratito, Elvira escuchó unos golpecitos en la puerta. Levantó la cabeza y vio a Marisol, su hermana mayor.

—¿Qué te pasa, querida? —preguntó Marisol entrando y rodeándola con sus brazos. Elvira siguió llorando en los brazos de su hermana y le contó lo de Leticia.
—Lo siento por ti —dijo Marisol—. Tú y Leticia se divierten tanto juntas.

Elvira se secó las lágrimas y asintió con la cabeza.

—Es mi mejor amiga —dijo—. Nos contamos todo.
—Cuánto lo siento —dijo Marisol volviendo a abrazarla—. Cuánto lamento que tengas que pasar por esto. Me duele pensar que a ti te duele. Te quiero, y aquí me tienes cuando quieras hablar.

¿Conoces a alguien que ha sufrido una pérdida como la de Elvira? Quizá alguien que conoces ha perdido su mascota, o ha tenido que mudarse o hasta ha sufrido la pérdida de un ser querido. O quizá tú mismo has sufrido una pérdida. Eso es algo que puede ser muy difícil.

Elvira tuvo la bendición de poder contar con alguien que comprendía que su mayor necesidad en ese momento doloroso era recibir consuelo. Eso puede parecer evidente, pero es posible que “consuelo” no sea lo que crees.

Consuelo no es un “discurso optimista” que te insta a tener paciencia, resignarte o que seas fuerte. No es una explicación de por qué suceden cosas malas, ni un intento por convencerte de que no debieras estar triste. Ni siquiera es un montón de palabras positivas acerca de que Dios está en control de las cosas, ni una promesa de que todo terminará bien. A su debido tiempo, todas estas cosas pueden ser de ayuda, pero no quitan nuestra necesidad urgente de recibir consuelo.

Una manera en que Dios da su consuelo es a través de las personas. Recibes consuelo cuando sabes que no estás sufriendo solo, cuando alguien te acompaña en tu tristeza y te dice que lo que te está pasando a él también le duele. Pablo dijo: “Gozaos con los que se gozan. Llorad con los que lloran” (Romanos 12:15).

Cuando tus seres queridos sufren, sé el amigo que consuela. Quédate cerca de ellos en su momento de dolor, y hazles saber que sufres con ellos. Y cuando tú necesitas consuelo, está bien pedirlo. Es la manera como Dios quiere consolarte cuando sufres.

PARA DIALOGAR
¿Cómo se manifiesta el verdadero consuelo?

PARA ORAR
Pídele a Dios que te ayude a demostrar esta clase de consuelo a tus familiares y amigos cuando sufren.

PARA HACER
Vé y consuela a un amigo que sufre.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.