Alta Crítica

Alta Crítica

Autor: Carl F. H. Henry

a1En el siglo XX, la discusión sobre la autoridad bíblica fue ensombrecida tanto por las afirmaciones generalizadas de la alta crítica, de parte de críticos no evangélicos, como por aseveraciones extravagantes de lo que requiere e implica la autoridad de las escrituras, de parte de polémicos evangélicos.

En muchos círculos académicos parece sobrevivir el escepticismo hacia la confiabilidad de las Escrituras, a pesar del colapso de las teorías críticas. Todavía se encuentra una disposición para confiar en escritores seculares cuyas credenciales para proveer testimonio histórico son menos adecuadas que las de los escritores bíblicos. No hace mucho tiempo muchos eruditos rechazaron la historicidad de los relatos patriarcales, negaron que en los tiempos de Moisés existiera la escritura y le atribuyeron los Evangelios y las Epístolas a escritores del siglo II. Pero la alta crítica ha sufrido algunos contratiempos espectaculares y sorprendentes, principalmente debido a hallazgos arqueológicos. Ya no se afirma que las glorias de la época del rey Salomón son una fabricación literaria; que «Yahweh», el Dios redentor de los hebreos, fuera desconocido antes de los profetas del siglo VIII a.C.; o que las representaciones de Esdras en cuanto a la cautividad babilónica son ficción. Los arqueólogos han localizado las minas de cobre de la época de Salomón que durante mucho tiempo estuvieron perdidas. Se han descubierto tablas en Ebla, cerca de Aleppo, que prueban que nombres similares a los de los patriarcas eran comunes entre la gente que vivía en Ebla poco antes de que tuvieran lugar los acontecimientos registrados en los últimos capítulos del Génesis.

John T. Robinson, un crítico del Nuevo Testamento, concedió en Redating the New Testament [Fechando de nuevo el Nuevo Testamento] (1906) que las fechas tardías que se le han atribuido al Nuevo Testamento son totalmente imposibles de aceptar. Robinson argumentó que el hecho de que los Evangelios y las Epístolas no mencionaran la destrucción del Templo en 70 d.C. es evidencia de que los escritos se completaron antes, porque de otra manera ese acontecimiento hubiera sido mencionado apologéticamente por los autores. Sin embargo, sería mejor llegar a las fechas de la composición por lo que enseñan los escritores y por quiénes son ellos antes que por lo que no contienen los escritos; tampoco es prudente dejarse guiar principalmente por una supuesta motivación apologética subyacente en su composición.

El punto de vista «documentario» de las Escrituras ha sido considerado por los no evangélicos, por mucho tiempo, como el logro establecido más firmemente de la crítica literaria e histórica. La teoría (de que las narraciones del Antiguo Testamento son un producto de la «redacción» de editores que combinaron registros separados en una sola narración) ha tenido—hasta hace poco—el apoyo de casi todos los eruditos prestigiosos del Antiguo Testamento fuera de los círculos evangélicos. Pero la teoría, también conocida como la «hipótesis J-E-P-D» (las letras en alemán representan los supuestamente documentos separados), ha estado bajo un ataque cada vez mayor. Umberto Cassuto (1883–1951), quien ocupaba el cargo de profesor de la Biblia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, repudiaba la noción crítica prevaleciente de que los relatos bíblicos obtuvieron su unidad por medio de redacción literaria (edición), pero retuvo fechas relativamente tardías para la terminación del Pentateuco y del libro de Isaías (Biblical and Oriental Studies [Estudios bíblicos y orientales], publicado póstumamente, 1973). En una entrevista de la revista Christianity Today en 1959, Cyrus H. Gordon, un distinguido erudito judío, rechazó la noción de que el uso de «Elohim» y «Yahweh» como nombres divergentes de Dios implica fuentes literarias diferentes («Higher Critics and Forbidden Fruit [Los críticos altos y el fruto prohibido]»).

Investigaciones lingüísticas recientes apoyan el argumento de que las variaciones de estilo reflejan el ritmo y el tono de las narrativas; es menos probable que identifiquen a los supuestos redactores. Robert Longacre ha sostenido que «la suposición de fuentes documentarias divergentes» en la historia del Diluvio, por ejemplo, es innecesaria y «oscurece mucho de la estructura verdaderamente elegante de la historia». Entonces, los puntos de vista más antiguos que atribuyen la enseñanza de las Escrituras no a los originalmente nombrados recipientes de la revelación divina, sino a redactores editoriales posteriores, están cayendo bajo nuevo criticismo. Es más, Bernard Childs ha argumentado con persuasión contra el punto de vista de que existen, detrás de las escrituras canónicas, escritos anteriores y fuentes más confiables que los escritores hebreos mitificaron a favor del culto hebreo.

Cómo se ve la Biblia a sí misma

La naturaleza inteligible de la revelación divina—la presunción de que se puede conocer la voluntad de Dios por medio de verdades válidas—es la presunción central de la autoridad de la Biblia. Una teología neo-protestante mucho más reciente catalogó de doctrinario y estático el énfasis tradicional evangélico. Insistió, en cambio, que la autoridad de las Escrituras debe ser experimentada internamente como un testimonio de la gracia divina que engendra fe y obediencia, renunciando así a su carácter objetivo de verdad universal válida. De cierta forma inconsecuente, casi todos los teólogos neo-protestantes se han valido del registro para apoyar racionalmente aquellos fragmentos del total que parecen coincidir con sus puntos de vista divergentes, aun cuando desaprueban la Biblia como un todo de revelación especial de enseñanza divina autorizada. Para los evangélicos ortodoxos, si la información en forma de revelación que Dios les dio a los profetas y apóstoles elegidos debe ser considerada significativa y verdadera, debe ser dada no sólo en conceptos aislados que pueden tener significados diversos, sino en frases o proposiciones. Una proposición—es decir, un sujeto, predicado y verbo que los conecta (o «cópula»)—constituye la unidad lógica mínima de comunicación inteligible. La fórmula de los profetas del Antiguo Testamento «Así ha dicho el Señor» presentaba en forma característica una verdad revelada en forma de proposición. Jesucristo empleó la formula distintiva «Pero yo os digo» para introducir frases lógicamente formadas que presentaba como la verdadera palabra o doctrina de Dios.

La Biblia es autoritativa porque está autorizada divinamente; en sus propios términos, «Toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Timoteo 3:16). De acuerdo a este pasaje, todo el Antiguo Testamento (o cualquier elemento de él) es inspirado divinamente. La extensión de la misma afirmación para el Nuevo Testamento no se declara expresamente, pero no es sólo dada a entender. El Nuevo Testamento contiene indicaciones de que su contenido debía ser visto, y en realidad lo era, como de igual autoridad que el Antiguo Testamento. Los escritos del apóstol Pablo son catalogados con «las demás Escrituras» (2 Pedro 3:15–16, NVI). Bajo el encabezamiento de «Escritura», 1 Timoteo 5:18 cita Lucas 10:7 junto a Deuteronomio 25:4 (compare 1 Corintios 9:9). El libro del Apocalipsis, además, reclama origen divino (1:1–3) y emplea el término «profecía» en el sentido del Antiguo Testamento (22:9–10, 18). Los apóstoles no distinguieron su enseñanza hablada y escrita, pero declararon expresamente que su proclamación inspirada era la Palabra de Dios (1 Corintios 4:1; 2 Corintios 5:20; 1 Tesalonicenses 2:13). (Vea el capítulo «La inspiración de la Biblia».)

El asunto de la inerrancia

La doctrina de la autoridad bíblica ha sido sometida a ataques sobre su confiabilidad histórica y científica, y por haberle seguido supuestamente las huellas a sus enseñanzas hasta llegar a fuentes humanas falibles. Además, la doctrina ha sido innecesariamente oscurecida algunas veces por apologistas extremadamente conservadores que han exagerado lo que presupone e implica la autoridad bíblica. Algunos eruditos conservadores han repudiado toda la crítica histórica como enemiga de la autoridad bíblica y han distinguido a los «verdaderos» cristianos de los falsos sobre la base de su suscripción a la «inerrancia bíblica». Si uno acepta la inspiración divina «plenaria» de la Escritura—es decir, la superintendencia de Dios sobre el todo—, la doctrina de la autoridad bíblica sin duda implica «inerrancia» del contenido. Pero la fe cristiana no puede esperar avanzar sus afirmaciones por medio del repudiar a la crítica histórica. Si lo hiciera, implicaría que para apoyar su posición debe recurrir a ver la historia sin crítica. Para la «alta crítica», que muy a menudo se basó en presunciones arbitrarias que promueven conclusiones injustificables, el evangélico debe responder con una crítica fidedigna que procede de suposiciones legítimas y provee veredictos defendibles.

El cristianismo evangélico debe defender la inerrancia de las Escrituras con un compromiso teológico sano, un compromiso que sea consecuente con lo que la Biblia dice sobre sí misma. Pero no es necesario que repudie la integridad cristiana de todos los que no comparten ese compromiso y que los considere apóstatas sin esperanza. J. Gresham Machen, brillante apologista evangélico de las décadas de 1920 y 1930, y defensor acérrimo de la inerrancia bíblica, escribió que la doctrina de inspiración plenaria «es negada, no sólo por los oponentes liberales del cristianismo, sino también por muchos hombres verdaderamente cristianos … muchos hombres de la iglesia moderna … que aceptan el mensaje central de la Biblia y sin embargo creen que el mensaje nos ha llegado simplemente por la autoridad de testigos confiables que realizaron su obra literaria sin ayuda, por la guía sobrenatural del Espíritu de Dios. Hay muchos que creen que la Biblia es correcta en su punto central, en su relato de la obra redentora de Cristo y, sin embargo, creen que contiene muchos errores. Esos hombres no son realmente liberales sino cristianos, porque han aceptado como verdadero el mensaje sobre el cual depende el cristianismo» (Christianity and Liberalism [Cristianismo y liberalismo], 75).

Sin embargo, Machen mismo nunca vaciló en su convicción de que toda la Biblia se debe considerar «el centro de autoridad». Él estaba convencido de que la doctrina de la inerrancia evita la inestabilidad al exponer la doctrina y la moralidad autoritativa. Insistía que un punto de vista «intermedio» de la Biblia no es sostenible. «Los modernistas», quienes afirman honrar la autoridad de Jesucristo más que la autoridad de las Escrituras, contradicen las enseñanzas de Jesús, puesto que él tenía un concepto muy alto de las Escrituras. Es más, la explicación completa de la vida y obra de Jesús dependía de su crucifixión, resurrección y ministerio celestial, y provino de la inspiración del Espíritu Santo a los apóstoles. Es ilógico seleccionar de las enseñanzas de Jesús durante su ministerio terrenal sólo aquellos elementos que sirven a las suposiciones de uno mismo. El rechazo de la total confiabilidad de las Escrituras puede finalmente guiar a alguien a asignarle a Jesús una vida y propósito diferentes de la idea bíblica de que Jesús murió y resucitó corporalmente para ser la fuente de perdón divino para los pecadores.

La posición evangélica histórica se resume en las palabras de Frank E. Gaebelein, editor general de The Expositors’ Bible Commentary [Comentario bíblico del expositor]. En el prefacio de este comentario, él habló de un «movimiento evangélico erudito [que estaba] dedicado a la inspiración divina, completa confiabilidad y autoridad total de la Biblia». Las Escrituras son autoritativas y totalmente confiables porque son inspiradas divinamente. El teólogo luterano Francis Pieper relacionó directamente la autoridad de la Biblia a su inspiración: «La autoridad divina de las Escrituras descansa solamente en su naturaleza, en su theopneusty»—es decir, su carácter de ser «inspirada por Dios». J. I. Packer comentó que todo compromiso con la veracidad de la Biblia debe ser considerado al mismo tiempo como un compromiso con su autoridad: «Mantener la inerrancia e infalibilidad de la Biblia es simplemente confesar fe en (i) el origen divino de la Biblia, y (ii) la veracidad y confiabilidad de Dios. El valor de estos términos es que conservan los principios de autoridad bíblica; porque las declaraciones que no son absolutamente verdaderas y confiables no podrían ser absolutamente autoritativas». Packer reforzó el argumento demostrando que Cristo, los apóstoles y la iglesia primitiva, todos estuvieron de acuerdo que el Antiguo Testamento era absolutamente confiable y verdadero. Siendo el cumplimiento del Antiguo, el Nuevo Testamento no tenía menos autoridad. Cristo les impartió su misma autoridad a sus discípulos en sus enseñanzas, así que la iglesia primitiva las aceptó. Las Escrituras, como revelación de Dios, están más allá de las limitaciones de la afirmación humana. (Vea el capítulo «La inerrancia e infalibilidad de la Biblia».)

Comfort, P. W., & Serrano, R. A. (2008). El Origen de la Biblia (p. 17). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.

Menú 6. Mi relación con Dios: Dios no trabaja en un restaurante de comida rápida

Menú 6. Mi relación con Dios: Dios no trabaja en un restaurante de comida rápida

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“Vosotros, pues, oraréis así:

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga tu reino.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

Mateo 6:9–13.

Ponme esto, con un poco de aquello y con esto, y doble de bendición por favor, y ¡ya! En el nombre de Jesús, Amén.

Este es un ejemplo de la típica oración que en la igleburger nos enseñan.

No debemos tratar a Dios como un trabajador de restaurante de “Fast food”. Ayudados por literatura “cristiana” que enseña a pedir y pedir a Dios, nos imaginamos a Jesús en una barra diciéndonos: “¿qué va a ser?… Enseguida, señor.”

Tomamos oraciones modelo sacadas de una lista de un libro del Antiguo Testamento basando nuestra vida espiritual exclusivamente en nuestras necesidades y no nos fijamos en las profundidades del Padre Nuestro. ¿Para qué tener relación con el Dios de los cielos? Para que solucione nuestros problemas, pensamos algunos.

Es verdad, necesitamos a Dios y mucho, pero no es el único propósito de la oración. Hablar con Dios sería muy aburrido si se limitara a pedir y rogar. No creo que Jesús me salvara para tener ese tipo de relación conmigo. Él mismo nos enseñó cómo estar con el Padre, de qué cosas le gusta que hablemos, cuáles son sus temas preferidos y cómo hacer real en esta tierra las conversaciones que tengamos con Él.

Los discípulos querían aprender mucho de Jesús pero no le dijeron nunca: Señor, enséñanos a predicar, enséñanos a ser relevantes en la sociedad, enséñanos a ser una iglesia atractiva, enséñanos a ser misioneros, enséñanos a tener buenas relaciones. No, ellos le dijeron:

“Enséñanos a orar”. Lucas 11:1.

¡Enséñanos a hablar con Dios! Que petición más genuina y cuán necesaria para el día de hoy. Enséñanos a saber relacionarnos con el Creador, por favor. Y Jesús les respondió:

“Padre Nuestro que estás en los cielos”.

Él es alguien muy cercano, un Padre. Jesús lo llamaba cariñosamente Abba, papá, algo que los judíos no pudieron soportar, por eso lo mataron.

“Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. Juan 5:18.

Pero también es un Dios trascendente, fuera de nuestro alcance y comprensión, Él está en los cielos, más allá de todo, nosotros estamos en la tierra, y le debemos un respeto como Creador, Señor y también Salvador y Redentor. A veces tenemos conceptos erróneos de quien es Dios y eso también nos hace tener ideas equivocadas de lo que somos nosotros y de lo que es la Iglesia. Creo que este punto es central.

Del verdadero conocimiento de Dios emana todo lo demás en nuestra vida cristiana. Nuestra base es lo que sabemos y entendemos de quien es Dios. Hoy ya no se dedica tanta literatura a explicar quién es Él. Es un tema que ha pasado a un segundo plano dejando paso a otras cosas “más prácticas”. Es un terrible error. Que los cimientos de un edificio no se vean no significa que no sean prácticos y que sin ellos lo demás caería por su propio peso.

Dios desea ser conocido como realmente Él es. El nombre técnico de esto es “Teología propia”, lo que sabemos de Dios, lo que dice Dios de sí mismo.

Si nuestro crecimiento espiritual depende de nuestra relación con Dios, esta depende en gran medida de si conocemos o no conocemos realmente a ese Padre Nuestro que está en los cielos. Por eso Jesús empezó así, porque es ahí donde todo empieza, en Él. ¡Gracias Dios por dejarte conocer! Más adelante le dedicó un capítulo a lo que Dios no es, imágenes falsas que hemos creado del Dios verdadero y que nos alejan de la verdadera intimidad con Jesús.

“Santificado sea tu nombre”

El conocimiento teórico no es suficiente. Cuando uno va conociendo a Dios se da cuenta de lo maravilloso que es, de lo sorprendente de su persona, su carácter, su grandeza. Y algo debe cambiar en nosotros. Quedarnos maravillados ante Él nos guía a adorarlo, a alabarlo, a ponerlo aparte de todo, tenerlo como nuestro más especial tesoro, respetar su Señorío. Nos guía a santificar su Nombre. Ponerlo por encima de todo como se merece. Y eso trae crecimiento en nuestras vidas, porque en la medida que reconocemos su lugar en nosotros también vamos descubriendo nuestro lugar en el mundo.

“Venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra.”

Muchas personas tienen la experiencia de que al orar parece que sus oraciones caen en saco roto. Se quejan delante de Dios, diciéndole que no responde.

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Santiago 4:3.

La oración egoísta no contestada se convierte en un motivo para no creer en Él.

La verdad es que la oración fue diseñada, en primer lugar, para traer el reino de Dios a la tierra, no tanto para poner mis peticiones delante de Dios sino para que a través de ella Dios pueda actuar y traer su reino.

La oración es para aquellos que están involucrados en las cosas de Dios, no en las suyas. El reino de Dios que Jesús vino a traer se extiende a través de sus hijos y nuestra tarea es que su reino de justicia, paz y gozo se asiente en nuestras vidas y en la de los que nos rodean. No existe oración que no tenga que ver con el reino de Dios en la tierra.

Imagino la oración como las comunicaciones en un ejército. Es como pedir refuerzos desde el campo de batalla a la base central, o como recibir órdenes de los altos mandos para actuar coordinadamente con el resto. Sin esa comunicación estamos perdidos. No imagino a un soldado en mitad de una pelea pidiendo una hamburguesa doble con queso a su general.

Tristemente es lo que muchos hacemos. Qué absurda petición. Necesitamos decirle a Dios que venga su reino, que estamos en su bando, que sea su voluntad en nuestro lugar de batalla.

Si eres cristiano y no estás en la batalla de traer el reino de Dios a tu vida, es difícil tener una vida de oración viva.

Últimamente veo que la gente al orar cree que debe ordenarle a Dios cosas. Incluso he escuchado que si decimos “que se haga tu voluntad” es falta de fe.

“Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Lucas 22:41, 42.

Jesús oró así en Getsemaní y no creo que podamos acusar a nuestro Señor de falta de fe. Se trataba de una total rendición a los planes de Dios a cualquier precio. No veo esa enseñanza en ninguna parte de la Biblia y me suena más a un acto de orgullo y vanidad y una “espiritupidez” de parte de gente que cree que Dios trabaja en una hamburguesería.

“Danos hoy el pan nuestro de cada día”

Ahora sí. ¡Claro!, hay necesidades diarias que debemos pedir. Algo de pan en la mesa cada día, para mantenernos fuertes para seguir en la pelea. En la historia le han dado muchos significados a ese pan. Algunos dicen que es la palabra de Dios, otros dicen que es el mismo Jesús, otros que se refiere a necesidades materiales. Creo que en verdad es todo eso y más, pero siempre en relación al “Hágase tu voluntad”. Dios es un buen padre y cuida de sus hijos, Él quiere escuchar nuestras peticiones, por supuesto. No estoy en contra de que le digamos a Dios lo que nos pasa y lo que creemos que necesitamos. Sólo considero que en nuestra sociedad se ha hecho demasiado énfasis en esto, descuidando el principio de la oración.

Dios está interesado en nuestras cosas y cuidará siempre de sus hijos, es una de nuestras esperanzas y sé que a Él le gusta que seamos sinceros también en nuestras necesidades, recordando siempre que lo que más necesitamos no es lo que Él nos pueda dar sino Él mismo en nosotros.

“Perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”

El reconocer que le debemos algo a Dios no está de moda. Pero es la verdad.

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne”. Romanos 8:12.

“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. 1 Corintios 15:10.

Soy lo que soy por la gracia de Dios. Nuestra vida debería ser un constante agradecimiento a Dios por lo que Él ha hecho por nosotros y, aunque nunca le podremos devolver el favor, deberíamos darle todo nuestro servicio por amor. Y también tratar a los demás con la misericordia con la que hemos sido tratados. La oración así se enfoca en lo que hacemos con los demás, sobretodo en perdonar, quizás el acto emocional e intelectual más difícil de hacer para muchos. El reino de Dios es libertad y sin el perdón nada de lo que ocurre en el reino de Dios puede ocurrir.

¿O cómo crees que empezó tu relación con Dios? A través de su perdón. Por eso a Dios le gusta que cuando hablemos con Él resolvamos nuestros conflictos con otros y seamos más como Jesús, y así como recibimos su perdón como un regalo, regalemos perdón a otros.

“De gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:8.

“No nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal”

Reconocer nuestra condición de pecadores que necesitamos su misericordia y su amor para no caer en la tentación es lo más sabio que podemos decirle. Pedirle ayuda sincera para no tropezar. Suplicar a Dios, incluso antes de que la tentación aparezca, es la manera más sana de mantenernos íntegros delante de Él, y demuestra nuestro interés sincero en agradarlo. Porque al final, solo Jesús puede librarnos del mal, del nuestro y del otro.

De esto es de lo que le gusta hablar a Dios con nosotros. De nuestra realidad, de la suya, de planes, de quiénes somos, de qué queremos hacer junto a Él, de qué quiere hacer Él con nosotros, de nuestras inquietudes, de su reino, de sus hijos, de su mundo. Atrévete a tratar a Dios como lo que Él es y acércate como tú eres. Al final esa relación con Dios te llevará a decir:

“Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre. Amén”.

Deja que tu relación con Dios fluya de estos principios y vive de acuerdo a ellos.

 

Sampedro, Á. (2013). Igleburger (pp. 40–41). Álex Sampedro.

 

Jesús cumplió las profecías por casualidad.

Autor: LEE STROBEL

Jesús cumplió las profecías por casualidad.

a1Las probabilidades de que Jesús cumpliera las profecías por casualidad serían increíblemente ínfimas. En realidad, el profesor Peter Stoner, que fue presidente de la División de Ciencias de Westmont College, a mediados de los cincuenta, trabajó con seiscientos estudiantes para determinar cuál sería la mejor estimación de probabilidades matemáticas de que solo ocho profecías del Nuevo Testamento se cumplieran en una sola persona hasta la fecha. Tomándolas en conjunto, Stoner luego calculó que la probabilidad era una en cien millones de 3 billones. El equivalente de esto sería la cantidad de cuadrados de tres centímetros de lado que se necesitaría para cubrir toda la superficie seca del planeta. La gente puede discrepar con las estimaciones a las que llegaron estos estudiantes con los cálculos de Stoner. Al fin de cuentas, es difícil cuantificar las profecías, y los criterios de evaluación pueden variar. Stoner retó a los escépticos a producir sus propias estimaciones y hacer ellos los cálculos. Pero cuando examiné las profecías, tuve que concordar con la conclusión suya: la probabilidad de que alguien cumpliera por mera coincidencia estas antiguas predicciones era absolutamente mínima. «Solamente las probabilidades indican que sería imposible que alguien cumpliera las profecías del Antiguo Testamento. Sin embargo, Jesús y solo él en toda la historia, logró hacerlo», dice Louis Lapides, que se crió en un hogar conservador
judío pero que luego se convirtió en cristiano y más adelante en pastor, después de estudiar las profecías.

Jesús cumplió de manera intencionada las profecías.

Aunque Jesús podría haber maniobrado su vida para cumplir ciertas profecías, muchas de éstas hubieran estado completamente fuera de su control, como su lugar de nacimiento, sus antepasados, el haber sido traicionado por treinta piezas de plata, la manera en que lo mataron, el que no le hubiesen quebrado las piernas en la cruz o que los soldados apostaran para quedarse con sus prendas.

Los escritores de los Evangelios inventaron los detalles.

Algunos críticos sostienen que los Evangelios, simplemente, cambiaron los detalles de su vida para hacer que Jesús cumpliera con las profecías. Louis Lapides ofrece esta defensa: «Cuando los Evangelios comenzaron a circular, había gente que había vivido en el tiempo en que sucedieron estas cosas. Alguien le hubiera dicho a Mateo: «Oye, no sucedió así. Estamos tratando de comunicar una vida de rectitud y verdad, por lo tanto no la manches con una mentira». Y agregó que, por otro lado:’¿por qué razón Mateo inventaría profecías cumplidas y luego permitiría que lo mataran por seguir a alguien que bien sabía que no era el Mesías? Péro todavía más, aunque el Talmud judío hace referencia a Jesús en términos derogatorios, nunca alega que el cumplimiento de las profecías fuera falso.

Los Evangelios malinterpretaron las profecías.

Según Mateo, los padres de Jesús lo llevaron a Egipto y luego regresaron a Nazaret, después de la muerte de Herodes; «De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo»» (Mateo 2:15). Los críticos, sin embargo, señalan que esta referencia del Antiguo Testamento se refería a los hijos de Israel que habían salido de Egipto con el éxodo. Para ellos es un ejemplo de cómo se interpretan fuera de contexto las profecías, para alegar falsamente que Jesús cumplió lo que los profetas dijeron.

«Es cierto que el Nuevo Testamento aplicó ciertos pasajes del Antiguo Testamento a Jesús que no profetizaban directamente de él -explica Norman Geisler-. Muchos eruditos ven estas referencias cumplidas en Cristo según la «tipología» … En otras palabras, alguna verdad en el pasaje se puede aplicar a Cristo en forma apropiada, a pesar de que no se profetizó específicamente de él. Otros eruditos dicen que hay un cierto significado genérico en ciertos pasajes del Antiguo Testamento que se ajustan a Israel y Cristo, a los cuales se les llama «hijos» de Dios. A esto, a veces, se le llama «punto de vista de referencia doble» de la profecía».

Muchos psíquicos han adivinado el futuro.

Un estudio cuidadoso del historial de los psíquicos, desde Nostradamus a Jeane Dixon, muestra que, a diferencia de las profecías bíblicas, sus predicciones son extremadamente vagas, en ocasiones contradictorias, y muy a menudo resultan falsas. Dixon es recordada por haber predicho la elección de John Kennedy en 1960, pero la gente se olvida que luego predijo ¡que ganaría Richard Nixon! Un análisis de las profecías de veinticinco psíquicos demostró que en el noventa y dos por ciento de los casos estaban totalmente equivocadas, a diferencia de las profecías bíblicas que invariablemente se cumplían.

El cumplimiento milagroso de Jesús de las profecías de la antigüedad es todavía uno de los argumentos más sólidos para confirmar su identidad. Quienes escudriñan cuidadosamente estos antecedentes, encontrarán que no es fácil descartar estas predicciones. Uno de mis ejemplos favoritos lo suministra el Dr. Peter Greenspan, un obstetra y ginecólogo judío que también es profesor en una facultad de medicina, que dice que cuantos más libros leía escritos por críticos que intentaban atacar las profecías, más reconocía las fallas de sus argumentaciones. Irónicamente, concluyó Greenspan, «Creo que llegué a tener fe en Y’shua (Jesús) al leer lo que sus detractores escribieron».

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

Bien pegados

Octubre 26

Bien pegados

Lectura bíblica: Génesis 2:18–25

El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Génesis 2:24

a1Hay un secreto increíble que necesitas saber acerca del amor matrimonial. Y ya tienes edad para saberlo. ¿Estás listo? Si en el futuro quieres un matrimonio duradero y lleno de amor, necesitas un ingrediente especial: un pegamento permanente como el Poxipol.

Quizá estés pensando: ¡Ay! ¿Dios quiere que mi cónyuge y yo nos peguemos las manos para poder caminar siempre juntos?

No exactamente. Dios tiene un tipo de pegamento más profundo. Génesis 2:24 ordena al hombre a permanecer pegado a su esposa. Eso es lo que significa “unirá”. Cuando esposo y esposa están pegados el uno al otro con el pegamento de Dios, constituyen un matrimonio tan unido que perdurará.

Enamorarse —el lado emocional del amor— es muy semejante al pegamento que usas en la escuela. No es bastante fuerte como para mantener unido al matrimonio. Aun en las mejores relaciones, los sentimientos van y vienen. No producen una unión inquebrantable ni un matrimonio que dure toda la vida.

Pero hay otro tipo de pegamento. Es como un pegamento de calidad industrial. Es lo único que mantiene unido al matrimonio. Es el pegamento a toda prueba que se llama compromiso.

Oh, estás pensando, quiere decir tener una ceremonia de casamiento. ¡No! Dar el “sí” delante de un pastor, firmar un acta matrimonial es una parte, pero compromiso es mucho más profundo que eso. Compromiso significa decidir darte diariamente a tu pareja, y luego darse los dos a Dios como una unidad. Usar ese tipo de pegamento es soldar a dos personas con tanta fuerza que pueden resistir todas las presiones, los tirones, los estiramientos y los retorcijones que la vida les depara.

Algún día probablemente aparezca tu príncipe azul o tu dulce princesa. Eso será como fuegos artificiales iluminando el cielo. Como música a tus oídos cuando él o ella diga algo. Y jurarás que te encuentras en el cielo cuando estás con esa persona especial. Eso es enamorarse, y es una experiencia hermosa. Pero formar un matrimonio sólo con ese sentimiento es como tratar de pegar dos ladrillos con el pegamento que usan en la escuela. Estarás listo para ponerte serio en cuanto al matrimonio únicamente cuando puedas responder afirmativamente a esta pregunta importante: “¿Estoy listo para pegarme a esta persona permanentemente?”.

Cuando tú y tu amado comparten el lazo del compromiso a Dios y uno al otro, los fuegos artificiales y la música no desaparecerán. Sencillamente no serán tan importantes como el pegamento permanente.

PARA DIALOGAR
¿Con qué tipo de pegamento estás contando para mantener unido tu matrimonio del futuro?

PARA ORAR
Señor, enséñanos cada día por el resto de nuestra vida lo que significa un compromiso auténtico y lleno de amor.

PARA HACER
Escribe una nota para agradecer a los que te muestran lo que es el pegamento permanente del compromiso matrimonial.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.