Menú 9. Mi relación con los demás, la pizza es para compartir

Menú 9. Mi relación con los demás, la pizza es para compartir

a1“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (…) Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”. Efesios 4:11–16, 25.

Hoy la iglesia tiene muchos ministerios. Hay pastores que cuidan de las ovejas, líderes y sublíderes que lideran, responsables de alabanza que hacen que la gente participe más, ujieres que acomodan, maestros que enseñan, profetas que dicen cosas, evangelistas que salen a la calle a hablar de Jesús, tesoreros que cuentan cuánto dinero da la gente, líderes de jóvenes que cuidan de los jóvenes, músicos, co-pastores e incluso apóstoles que no sé muy bien qué es lo que hacen.

Un montón de posiciones para hacernos crecer. Según Efesios 4, estos están puestos ahí para que los santos, es decir nosotros, crezcamos para ser como Jesús. Pero esa no es la verdad, al menos no es toda la verdad. Si seguimos leyendo el capítulo nos damos cuenta de que para crecer lo más importante no son las líneas de autoridad, ni los ministerios “nominales” puestos por Dios. Con permiso del apóstol Pablo (este sí lo era) he puesto un “corta y pega” del capítulo cuatro de efesios para que lo leas, pero no te acostumbres, cuando te pongan una referencia en un libro, búscala.

Lo imprescindible es que “hablemos la verdad en amor unos con otros”. (v. 15) Sin esto será imposible crecer. Cuántas veces he visto iglesias llenas de ministerios, pero vacías de esta práctica fundamental. Sin este principio estamos ciegos, perdidos. Podremos programar mil reuniones, nombrar cien líderes, pero no ayudaremos a los miembros de la iglesia a crecer.

En mi vida cuando más he crecido no ha sido en un supermensaje, sino cuando alguien, a quien considero mi amigo, se toma la molestia de escucharme, de decirme la verdad acerca de mí, de lo que hago y soy, pero con amor y comprensión. Así he podido sentir de verdad lo que Dios piensa de mí y me ha dado una oportunidad de crecer. Y esto se debe practicar de forma natural. Debemos fomentar que la iglesia hable la verdad en amor desde todos los ángulos: En el púlpito, en las reuniones, en los hogares, y entre nosotros, unos a otros.

Aceptarnos y motivarnos a cambiar

No basta solo con hablar verdad. Hay gente que siempre va con la verdad por delante, pero sin amor, esto tampoco hará crecer.

Otros en cambio tienen tanto ¡tanto amor! que no hablan la verdad por temor a hacer daño, y esto tampoco es sano y no es amor verdadero. Es necesaria la verdad en amor, como en otros lugares lo expresa: la misericordia y la verdad, a la vez.

“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal”. Proverbios 16:6

Te reto a volver a leer todo el capítulo 4 de Efesios y sacar tus propias conclusiones; verás cuánto nos hace falta esforzarnos un poco más y no relegar la responsabilidad a los “ministerios”, cuando en verdad depende de nosotros el crecer a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. No desmerezco lo que Dios ha puesto en nuestras iglesias locales para dirigirnos o presidirnos, pero debemos también reconocer nuestra responsabilidad y cumplir con lo que Dios nos manda, y sobretodo ser consecuentes con la Escritura.

En la igleburger pretendemos crecer de otras maneras, reuniéndonos y haciendo como que nos llenamos de su Espíritu y maduramos porque nos ponen las manos encima y queremos ir por atajos que la Biblia no enseña. Entre otras cosas la comunidad local fue inventada por Dios para afilarnos unos a otros, trabajar unos con otros, moldearnos, servirle en medio del maremágnum de las relaciones genuinas.

“Hierro con hierro se aguza; (se afila) Y así el hombre aguza el rostro de su amigo”. Proverbios 27:17.

Es muy arriesgado hablar la verdad en amor porque te expones, porque descubres tu corazón a los demás, porque te quitas todas las máscaras y las murallas que esta sociedad te ha enseñado a crear para protegerte.

Volviendo a la literatura “cristiana” he de decir con dolor en mi corazón, que a veces tampoco han estado acertados en este punto. Nos han enseñado a mantener las distancias con los demás, a no implicarnos, mirando en primer lugar nuestro propio bien, nuestro bienestar, dejando en segundo plano a los otros. Desde la autoridad de la psicología humanista hay pastores que nos han enseñado a no conectar con la gente, a ser egoístas en nuestras relaciones; aunque no lo digan así, es lo que hay en el fondo de la cuestión. ¡Y cuánto dolor han generado! ¡Cuánta soledad y cuántas lágrimas! Todo lleno de palabras bonitas o técnicas, y desvirtuando la Escritura. Enseñanzas que poco tienen que ver con Su palabra:

“Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a tí mismo”. Gálatas 5:14.

No necesita demasiada explicación ¡hazlo! Atrévete a hablar la verdad en amor, buscando siempre el bien de la persona con la que hablas, igual que te gustaría que hicieran contigo, como a ti mismo. Dios está ahí en medio. No “vayas a la iglesia” solo para alimentarte tú. Ten en cuenta a los demás.

Él énfasis para crecer como cristiano está en el “nosotros” no en el “yo”. A nuestra carne, nuestro yo, le duele cuando nos dicen que nuestro crecimiento no depende solo de nosotros, de cuanto oramos o leemos la Biblia nada más. Nos molesta saber que dependemos de los demás para crecer, pero así nos lo enseña la Palabra de Dios y así debemos movernos en la iglesia. Si no, nunca alcanzaremos la madurez que tanta falta nos hace.

Y si queremos ver un cambio real, debemos verlo en primer lugar en las personas que tienen la responsabilidad de tomar la iniciativa para inspirar a otros a buscar más de Dios. Sí, ellos deben ser los primeros, quizás tú debes ser el primero, quizás yo…

Sampedro, Á. (2013). Igleburger (p. 56). Álex Sampedro.

Sepulcro vacío: Es unánimo, el cuerpo ha desaparedo.

Autor: LEE STROBEL

Sepulcro vacío: Es unánimo, el cuerpo ha desaparedo.

a1El sepulcro vacío, registrado o implícito en las fuentes originales del Evangelio de Marcos y del credo de 1 Corintios 15, fue aceptado por todos. Ni siquiera las autoridades romanas ni los dirigentes judíos alegaron que el cuerpo de Jesús todavía estaba dentro del sepulcro. En cambio, se vieron obligados a inventar la historia absurda de que los discípulos, aunque sin motivo ni oportunidad, habían robado el cuerpo, una teoría que ni siquiera el más escéptico de los críticos cree hoy en día.

La autenticidad del sepulcro vacío está reforzada por el hecho de que fue un descubrimiento realizado por mujeres, cuyo testimonio era tan desestimado en la cultura judía del primer siglo, que ni siquiera se aceptaba en un proceso legal. «Que la tumba vacía fue descubierta por las mujeres argumenta a favor de la autenticidad de la historia porque hubiera sido embarazoso para los discípulos tener que admitirlo y de seguro se habría encubierto si hubiera sido una leyenda», observa William Lane Craig. Además, cita otro factor convincente: «La ubicación de la tumba de Jesús era conocida tanto por los cristianos como por los judíos. Por lo tanto, si no hubiera estado vacía, habría sido imposible que un movimiento fundado en la creencia de la resurrección pudiera haber surgido en la misma ciudad donde este hombre había sido ejecutado y sepultado públicamente».

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

Amar venga lo que venga

Octubre 29

Amar venga lo que venga

Lectura bíblica: Romanos 5:6–11

Aún siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Romanos 5:6

a1Fernando y Ernesto eran amigos de toda la vida, amigos desde haberse conocido en la piscina infantil cuando tenían dos años. Nunca habían tenido una discusión, hasta los 15 años, cuando apareció Andrés. Andrés y su familia acababan de mudarse a la ciudad a principio del año escolar. Un sábado, cuando Fernando le mencionó a Ernesto que lo vería en la pista de patinaje como siempre, se llevó una gran sorpresa. Andrés ya le había pedido a Ernesto que se encontrara con él allí. ¡Y Ernesto había dicho que sí!
Entonces, ¿seguirá Fernando siendo amigo de Ernesto o le gritará: “¡Traidor!” y no volverá a dirigirle jamás la palabra? La respuesta depende de que Fernando haya aprendido a amar como Jesús amó —incondicionalmente— sin reservas.

Jesús sabe lo que significa que los amigos le fallen y rechacen. Cuando Jesús fue arrestado “todos los discípulos le abandonaron y huyeron” (Mateo 26:56). Aun Pedro, que había insistido que nunca abandonaría al Señor, lo negó tres veces durante el juicio de Jesús.

Jesús podría haberse sentido resentido con sus amigos por distanciarse cuando más los necesitaba. Pero los perdonó. Cuando resucitó, se apareció a estos mismos discípulos y les encargó que hicieran su obra por todo el mundo. Hasta le dedicó tiempo extra a Pedro, dándole fuerzas para la enorme tarea que tenía por delante (ver Juan 21:15–19).

El amor de Jesús incluyó también a los hombres que le dieron muerte. Al colgar clavado en la cruz después de los azotes brutales de los soldados romanos, Jesús oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Y el amor incondicional de Jesús hasta se extiende a nosotros. Pablo escribió que éramos “débiles” (Romanos 5:6), que éramos “aún pecadores” (versículo 8) y que éramos “enemigos” (versículo 10) del Señor debido a nuestros pecados. Aun en nuestra peor condición, Jesucristo nos amó y dio su vida por nosotros a fin de que pudiéramos ser “justificados” (versículo 9). Por su amor incondicional, podemos decir con Pablo: “Nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, mediante quien hemos recibido ahora la reconciliación” (versículo 11).

¿Estás contento de tener un amigo como Jesús? ¡Haz que su amor incondicional sea tu modelo en todas tus relaciones con tus amigos y tus familiares!

PARA DIALOGAR
Bajo qué condiciones es difícil amar a alguien? ¿Cómo reaccionaría Jesús en esas situaciones?

PARA ORAR
Señor, te agradecemos porque nos amas incondicionalmente. Ayúdanos a demostrar esa misma clase de amor hacia todos los que nos rodean.

PARA HACER
Demuestra hoy algo del amor sin reservas de Jesús por alguien que te ha fallado.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.