Menú 11. Igleburger vs. Dadles vosotros de comer

Menú 11. Igleburger vs. Dadles vosotros de comer

a1¿Entonces, qué es un líder? ¿Qué debe hacer? Para empezar creo que deberíamos hablar de discípulos en vez de líderes, al menos por el momento. Quizás no abarca todo el concepto del liderazgo tal y como lo entendemos ahora. Pero Dios no nos llamó a ser líderes y producir líderes sino a ser discípulos y hacer discípulos:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:19, 20.

Hacer discípulos, no nuestros, sino de Jesús. Así que para empezar decidamos ser discípulos de Jesús, seguirlo, oirlo, aprender de Él y obedecerlo.

Cuando uno es un buen discípulo, puede, si Dios quiere, ser un buen líder.

Entonces ¿Cómo ser un discípulo?

Para ser discípulo, hace falta fundamentalmente una cosa:

Tener un Maestro.

El discípulo no puede existir sin el maestro. Es algo sin sentido. Jesús como nuestro maestro debe ser el primer rasgo como discípulos. Es lo que nos da identidad, alrededor de Él, y al seguirlo. Y Él no es solo un maestro teórico, es eminentemente práctico. Debemos por lo tanto aprender y poner en práctica, aprender y poner en práctica y muchas veces poner en práctica para poder aprender e ir creciendo hacia la madurez.

“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquísino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud”. Mateo 14:14–22.

¿Y qué nos enseña el Maestro?

Aquel día Jesús les iba a enseñar a sus seguidores a dar de comer a los demás y el precio que tenían que pagar. Había cinco mil personas (al menos) y muy pocos recursos en sus manos para alimentarlos a todos. Quizás la solución fácil hubiera sido mandarlos a la hamburguesería más próxima. Pero no, Jesús no quería desperdiciar esa oportunidad. La gente se sentó. Ahí vemos un montón de grupos de gente, niños, hombres y mujeres, tirados en el césped, esperando. Jesús los amaba y quería darles de comer, ya les había enseñado muchas cosas, pero también tenían necesidades físicas que suplir. A este grupo la Biblia los llama “la multitud” los que estaban recostados, v.19. Hoy en día la cosa no ha cambiado demasiado. La multitud sigue recostada esperando que les den de comer. Jesús los amaba, sí, y les dio de comer, aunque sabemos que cuando ocurrió la cruz, ninguno de esos cinco mil entraron en la historia; y en Hechos capítulo 2 (esto es un ejemplo de referencia que hay que buscar) solo había 120 personas esperando la promesa para trabajar.

Hoy las iglesias están llenas de gente recostada que oyen lo que Jesús les dice, pero quien sabe si algún día se levantarán del césped. Aun así insisto, Dios los ama.

Pero hay un grupo especial. En medio de ese gentío hay doce personas de pie (No se sabe cuántos Discípulos había pero el contexto nos habla de que probablemente eran los doce).

Con doce cestas

Ellos también tenían hambre, tenían las mismas necesidades que los demás, pero estaban de pie, cada uno con una cesta prácticamente vacía, con unos trocitos de pan y pescado. Jesús bendijo esos pocos recursos, y mientras esos nuevos camareros servían a los demás, veían que los recursos no se agotaban sino que superando toda lógica, cada cesta se iba llenando en la medida que repartían. Los discípulos tenían hambre, pero no podían comer, tendrían que esperar, un discípulo piensa en servir en primer lugar.

Un líder piensa en servir en primer lugar, incluso a los recostados.

Al final de la historia, después de dar de comer a cinco mil personas, a esos doce se les hacia la boca agua. Estaban más que cansados, imagina un restaurante con doce camareros para atender a tanta gente. Pero así lo hicieron, un trabajo agotador.

Pero al final de la jornada, esos camareros tenían en sus manos cada uno una cesta llena de panes y peces.

Aquel día aprendieron a servir a los demás, aprendieron a depender de Jesús, a amar a la gente como Él los amó, a saber repartir con equidad, a trabajar con denuedo, a no quedarse recostados, a no formar parte de una multitud acomodada, a trabajar con los pocos recursos que tenían, a obedecer a Jesús, incluso cuando no les apetecía. Y quizás inspiraron a otros con su ejemplo. Aquel día, estaban aprendiendo lo que era ser un discípulo de Jesús a través del servicio a los demás.

Recuerda que Dios no busca clientes, busca discípulos y quiere que nosotros hagamos discípulos y no personas que solo esperan el próximo menú. No preguntemos ¿Cuánta gente hemos alimentado? Sino ¿A cuántos hemos enseñado a dar de comer?

Sampedro, Á. (2013). Igleburger (p. 56). Álex Sampedro.

Surgimiento de la iglesia: llenando un vacío en la historia

Autor: LEE STROBEL

Surgimiento de la iglesia: llenando un vacío en la historia

a1J.P. Moreland ha observado que se hubiera requerido algo tan dramático como la resurrección de Jesús para que los judíos del primer siglo cambiaran el día de adoración del sábado al domingo, que abandonaran el sistema de sacrificio de animales para el perdón de pecados y la adhesión a la ley de Moisés para estar bien con Dios, y aceptaran el concepto de la Trinidad. Al hacerlo, quienes dieron origen a la iglesia corrian el riesgo de convertirse en marginados sociales y, segun la teología hebrea, condenar sus almas a la perdición.

«¿Cómo pudo tener lugar dicho cambio? -se pregunta Moreland-. La resurrección es la única explicación racional».

A raíz de esto, cita de C.F.D. Moule, el experto en Nuevo Testamento de la Universidad de Cambridge: «Si el surgimiento de la (iglesia), un fenómeno innegable atestiguado por el Nuevo Testamento, abre una brecha en la historia, una brecha tan grande y con la forma de la resurrección, ¿qué propone el historiador secular para zanjarla?».

Consideremos los ejemplos más extremos de cambios de vida después de la resurrección: Jacobo era un escéptico mientras Jesús vivió; Saulo de Tarso perseguía a los cristianos. ¿Qué otra cosa excepto su encuentro con el Cristo resucitado podría haberlos transformados en líderes de la Iglesia Primitiva, dispuestos a morir por su convicción de que Jesús era el Hijo de Dios? Con respecto a los discípulos de Jesús, de ser un puñado de cobardes, después de su muerte, comenzaron de pronto a predicar con valor y poder proclamando que Jesús había mostrado ser Dios con su victoria sobre la muerte.

«El cambio de conducta radical que experimentaron los discípulos, después de la resurrección, es la mejor evidencia de la resurrección», declara Thomas C. Oden, de la Universidad de Drew. «Es necesario tener una hipótesis que dé cuenta de la transformación de los discípulos, de seguidores acongojados por un Mesías crucificado a personas que, con la predicación de la resurrección, transformaron el mundo. Ese cambio no podría haber sucedido, según el testimonio de la iglesia, sin un Señor resucitado».

Cuando reflexiono sobre la pregunta de Jesús: «y ustedes, ¿quiénes dicen que»soy?» (Mateo 16:15), estas cinco grandes categorías de evidencia, (la confiabilidad del Nuevo Testamento, la percepción suprema que Jesús tenía de sí, sus milagros, el cumplimiento de la profecía y su resurrección) me vienen inmediatamente a la mente. A mi entender, los datos son claros. Jesús es una verdadera figura histórica cuyas palabras convincentes y consoladoras, y cuyas obras extraordinarias y compasivas han sido fielmente preservadas para nosotros en los Evangelios. Él es alguien que no solo se vio a sí en términos trascendentales, divinos y mesiánicos, sino que también tenía todos los atributos que hacen que Dios sea Dios.

Jesús fue un hacedor de milagros, un sanador que amaba a los ciegos y a los cojos, cuyos prodigios sobrenaturales anunciaron el inicio del reino de Dios. Es el Mesías largamente esperado a través de quien Dios trajo la redención y la esperanza a Israel y al mundo. Y es el Señor resucitado, cuyo sepulcro vacío inspira confianza inquebrantable a sus seguidores de que ha vencido la muerte y, por lo tanto, ellos también tendrán la victoria.

Si tiene inquietudes espirituales, mi esperanza es que considere sinceramente la evidencia y que luego tenga el coraje de responderla ceptando a Jesús como su perdonador y líder.

Sl ya es cnstlano, tiene una tarea por delante: articular la verdad acerca de Cristo, defenderla, predicarla, preservarla y transmitilrla a las siguientes generaciones. Como lo expresa poderosamente la paráfrasis de J B Philll’ps de 2 Corintios 4:6 «Dlos, que primero mandó que la luz resplandeciera en la oscuridad, ha inundado nuestros corazones con su luz, para que nosotros podamos iluminar a los hombres con el conocimiento de la gloria de Dios, que resplandece en el rostro de Cristo».

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿Estás seguro de que estás seguro?

Octubre 31

¿Estás seguro de que estás seguro?

Lectura bíblica: 2 Timoteo 1:9–14

Yo sé a quien he creído, y estoy convencido de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2 Timoteo 1:12

a1Ricardito tenía miedo de meterse en la cama a la noche. No se podía dormir por los pensamientos espeluznantes que le venían a la cabeza. Veía formas escalofriantes flotando por el cielo raso. Tenía miedo de que había monstruos escondidos en las sombras de su ropero. Le parecía oír que seres con gigantescos colmillos masticaban la pelusa debajo de su cama.

Créelo o no, algunos estamos obsesionados con preguntas espirituales aún más aterradoras. Nos preguntamos: ¿Soy realmente salvo? ¿Realmente ha cambiado algo en mi vida? Si soy salvo, ¿por qué no me siento distinto? O pensamos: A lo mejor no soy realmente salvo. Quizá no hice lo correcto para aceptar a Cristo.

Tema para comentar: ¿Alguna vez te preocupas de que no eres salvo?

Para Satanás, el enemigo de tu alma, cada día es una fiesta. Satanás está siempre ocupado, tratando de que tengas miedo de que la verdad no sea verdad y de hacerte dudar de tu salvación, de la verdad que realmente perteneces a Dios

Las dudas son comunes. Pero el creyente no tiene que sentirse salvo para ser salvo, así como un millonario no tiene que sentirse rico para serlo.
En 2 Timoteo 1:12, Pablo dijo algunas cosas asombrosas de unas maneras interesantes. Dijo que “yo sé a quien he creído”, no sólo “en qué he creído”. Dijo también: “estoy convencido de que él es poderoso para guardar mi depósito”. Pablo no estaba basando su fe en hechos, sino en un amigo del que podía depender. Estaba confiando en el Dios que había dado pruebas de que era digno de confianza.

Cuando dudas si realmente eres salvo, lee Isaías 12:2 en voz alta y varias veces: “¡He aquí Dios es mi salvación! Confiaré y no temeré, porque Jehovah es mi fortaleza y mi canción, él es mi salvación”. Luego ora en voz alta esta oración basada en pasajes bíblicos:

Padre, tú eres el que me salva. Ayúdame a confiar en ti y a no tener miedo. Tú me das fuerza y me haces cantar. Ayúdame a acercarme a ti con un corazón sincero y una fe segura. Toma mi corazón y hazme saber con seguridad que el evangelio es verdad. Gracias por tu promesa de que te pertenezco a ti hoy y para siempre. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén. (Ver Isaías 12:2; 1 Tesalonicenses 1:5; Hebreos 10:22).

PARA DIALOGAR
¿Dudas alguna vez de que eres salvo? Dedica algo de tiempo a buscar los pasajes bíblicos adicionales mencionados en la lectura.

PARA ORAR
Señor, ¡gracias porque podemos confiarte nuestra vida ahora y siempre!

PARA HACER
Escribe la oración mencionada. Colócala donde puedas verla con frecuencia hasta que Dios te dé la seguridad de tu salvación.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.