14-PERSISTE FIRME

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Catorce

PERSISTE FIRME

a1¿Te has sentido alguna vez como si tu matrimonio fuese una caja donde estás atrapado y que se hace más pequeña con cada día que pasa? ¿Te has preguntado si acaso esa caja te va a apretar tanto que te sofocará o te aplastará? Yo he conocido a muchos que se han sentido así. Es para ellos que se escribe este capítulo. Por supuesto, tú te vas a beneficiar leyéndolo aun si la caja donde Dios te tiene ahora no tiene que ver con tu matrimonio. También te vas a beneficiar si te has sentido tentado a tirar la toalla intentando hacer que tu matrimonio funcione, así que por favor quédate conmigo por las siguientes páginas finales.

Poner a dos pecadores juntos en la cercanía íntima de una relación matrimonial puede, por momentos, producir mucha presión. ¿Cómo has manejado esa presión?

Aquí estás tú en una caja. Estás encerrado, incómodo y progresivamente más frustrado con cada hora que pasa. Tú quieres que esa presión que sientes se levante para tener algún alivio. ¡Quieres que Dios te saque de esa caja de una vez por todas! La Biblia tiene algunas cosas importantes que decir acerca de esa caja.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla (1 Corintios 10:13).

La primera cosa que Dios quiere que conozcas es que tú no eres el único que has estando encasillado en esta clase de caja. El problema en que estás no es nuevo, es “común a los hombres.” Es decir, aunque pueda tener algunos componentes únicos; sin embargo, es una clase de problema que ha encasillado o aprisionado a muchos antes de ti. Ciertamente, mientras lees esto hay otros (sí, aun otros cristianos) que están básicamente en la misma caja que tú, ahora mismo.

Otra cosa que Dios te dice en este verso acerca de tu caja es que Él ha puesto límites al problema en que estás, y lo ha hecho de dos maneras muy importantes. Esta promesa divina; sin embargo, sólo se aplica a los cristianos. Es decir, a aquellos que por la fe dependen sólo de la obra redentora de Cristo en la cruz para su salvación.1 Para ellos, Dios ha limitado la extensión y la duración de sus problemas.

La fidelidad de Dios hacia ti significa, primero, que Él “no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar.” Es decir, Él no permitirá que la tentación se vuelva tan difícil que no seas capaz de lidiar con ella bíblicamente. En otras palabras, ¡Él no dejará que tu caja se vuelva tan pequeña que te aplaste o te sofoque!

Segundo, la promesa de la fidelidad de Dios es que como cristiano tu prueba tendrá fin. Él “proveerá también la vía de escape a fin de que podáis resistirla.” Dios promete que algún día, de alguna manera, tu prueba terminará; que El te va a dejar salir de la caja.2 Él no te dice cómo, o cuándo, sólo que lo hará.

La “caja” en la que estás:

Tarde o temprano Dios va a sacarte de la caja. Él puede proveer tu vía de escape enviando un tractor que derribe la pared. O podría oprimir un botón que disparara silenciosamente una puerta de escape en el piso de la caja. Él puede enviar un abridor de latas gigante que rompa la tapa de la caja y lanzarte una escalera para que te subas de allí y salgas. Quizás podría enviar un ejército de ángeles que marche alrededor de tu caja y que con un grito las paredes caigan como los muros de Jericó. O con un simple chasquido de Sus dedos Él puede hacer desaparecer la caja.

La pregunta que quiero hacer es “¿Qué estás haciendo mientras estás allí?” Mientras esperas que Dios te saque, ¿estás cooperando con su plan o, como muchos, has sacado impacientemente tu navaja tratando de romper la caja y salirte a tu manera antes de que Dios te saque por medios legítimos y justos a su manera?

Puesto que he tratado de referirme en este libro a cada pasaje del Nuevo Testamento que contenga un mandamiento específico a los esposos, voy a incluir también una explicación de 1 Corintios 7:11b: “que el marido no abandone a su mujer.”

Tú, esposo cristiano, no debes abandonar a (divorciarte de) tu mujer aunque sea incrédula: “si un hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone” (1 Cor. 7:12).3 El debate sobre el divorcio y el re-casamiento continúa en este día. Con frecuencia produce más calor que luz. Pero una cosa en la que casi todos concuerdan es que el matrimonio es muy difícil de disolver.

Nada sino la infidelidad marital o la deserción de un cónyuge incrédulo constituye un divorcio bíblico (es decir, no pecaminoso).4 Aunque estés casado con una mujer que no profesa ser cristiana, mientras ella quiera vivir contigo, tu llamado es: “persiste” y trata de que tu matrimonio funcione.

En mis 13 años de profesión como consejero matrimonial, nunca he visto que un divorcio anti-bíblico cause menos dolor y sufrimiento de lo que causaría “reparar” el matrimonio. Ciertamente, es difícil resistir. Requiere mucha tolerancia y trabajo arduo. Pero por difícil que sea estar casado, es mucho más difícil proseguir con un divorcio pecaminoso porque “el camino de los [‘traicioneros’ RVA] transgresores es duro” (Prov. 13:15 RV60).

Cuando aconsejo a una persona que está pensando iniciar un divorcio anti-bíblico, usualmente le hago dos preguntas:5 La primera es: ¿Quieres lo mejor de Dios? La mayoría de la gente responde, “¡Por supuesto!” pero nunca se han detenido a considerar que su rebelión egocéntrica de iniciar un divorcio no sólo es un serio pecado contra el Dios Todopoderoso sino que tendrá un profundamente calamitoso impacto en su vida y felicidad futuras. El pecado causa miseria temporal y eterna. La gracia no es, como muchos suponen, pecado sin consecuencia. Tú no debes esperar que Dios bendiga tu desobediencia removiendo todas las consecuencias naturales (y sobrenaturales) de tu pecado. No importa cuán miserable piensas que eres en tus circunstancias actuales, si buscas un divorcio anti-bíblico serás, a largo plazo, más miserable de lo que eres ahora, aunque experimentes algún alivio momentáneo de tu sufrimiento. Recuerda la advertencia de Gálatas 6:7: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.”

La otra pregunta que me gusta hacer a los que quieren desertar innecesariamente de su matrimonio es, “¿Estás dispuesto a demostrarle a Dios y todo el mundo que tienes un corazón duro?” La mayoría de cristianos entienden las claras implicaciones de esta pregunta. Jesús, cuando fue cuestionado por los fariseos sobre las regulaciones del divorcio, demostró que el pacto del matrimonio no es un contrato tan fácil de abandonar como algunos de ellos creían.

Y se acercaron a Él algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo? Y respondiendo Él, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio LOS HIZO VARÓN Y HEMBRA, y añadió: “POR ESTA RAZÓN EL HOMBRE DEJARÁ A SU PADRE Y A SU MADRE Y SE UNIRÁ A SU MUJER, Y LOS DOS SERÁN UNA SOLA CARNE”? Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés DARLE CARTA DE DIVORCIO Y REPUDIARLA? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio. Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio (Mat. 19:3–9).

Cuando un cristiano inicia un divorcio anti-bíblico es siempre porque ha endurecido su corazón contra Dios.

Un tiempo atrás yo estaba en mi oficina tratando de convencer a una mujer que ella no tenía base bíblica para divorciarse de su esposo. A pesar de mi esfuerzo por hacerle ver lo que las Escrituras enseñan, ella no se convenció. Cuando comencé a presionar la autoridad de las Escrituras tratando de convencerla con ellas (“toda Escritura es inspirada por Dios y útil para … corregir … 2 Tim. 3:16), ella parecía ser inmune. Aunque le estaba lanzando todo lo que hay en el Libro, ella parecía impenetrable; no podía hacer llegar la verdad de la Palabra de Dios a través de los bloques que parecía haber levantado en su corazón. Finalmente, trató de justificar su pecaminoso plan diciendo, “Usted no conoce mi corazón, sólo Dios, y Él entiende.” A lo cual respondí, “¡Usted está en lo cierto, Dios conoce su corazón y entiende que es duro!”

Ahora, como hombre, tú podrías decir, “Yo se que sería un pecado, pero creo que Dios me perdonaría si me divorcio de mi esposa.”

¡No te apresures! Pensemos bien esto por un momento. Supón que tú eres el presidente de un banco y que entrando en tu oficina con una mirada sombría en mi rostro yo te preguntara, “¿Recuerda cuando su banco fue asaltado hace tres semanas?”

“Ciertamente sí,” replicas tú con un tono sospechoso en tu voz y una mirada suspicaz en tus ojos.

“Bueno, no sé como decirle esto exactamente pero … Bueno, eh, yo vine para confesarle el crimen y pedirle que me perdone. De verdad, de verdad lo siento mucho. Mire, yo sé que no lo merezco, pero ¿cree que podría perdonarme de corazón? ¡Por favor!”

“Ya veo. Bueno, ¿Dónde está el dinero que se robó?”

“¿El dinero?”

“Sí, quiero que me devuelva mi dinero”

“Pero yo vine a pedirle que me perdone. Yo no quiero regresarle el dinero. ¿No puede perdonarme y olvidarse del dinero?”

“Por supuesto que no, usted tiene que estar dispuesto a restituir lo que se robó antes de comenzar a pensar que lo voy a perdonar.”

¿Ves ahora cuán necio es esperar que Dios perdone tu divorcio pecaminoso sin primero estar dispuesto a arrepentirte y (si es posible) reconciliarte con tu esposa?

“¡Pero es que si sigo casado con esa mujer me voy a volver loco!”

“Es más probable que te “vuelvas loco” desviándote de la voluntad revelada de Dios que obedeciendo su Palabra y sufriendo por la justicia. Abandonar el lugar donde la Palabra de Dios dice que debemos estar es una cosa seria: “Como pájaro que vaga lejos de su nido, así es el hombre que vaga lejos de su hogar” (Prov. 27:8). El egoísmo y el descontento es lo que hace que un hombre abandone a su esposa y a su familia, separándose de ellos para buscar su deseo pensando que hay pastos más verdes en otro lugar (Prov. 18:1).

Yo he aconsejado a muchos hombres cristianos del otro lado de un matrimonio pecaminoso, quienes no quisieron reconciliarse con la esposa que desecharon antes de entrar en un matrimonio posterior. Pero no recuerdo ni uno que, después de todo, esté mejor ahora de lo que habría estado si hubiese estado dispuesto a persistir, a enfrentar la dificultad envuelta en enderezar su vida y a reconciliar su matrimonio.

Recientemente, un hombre que estaba separado de su esposa vino a mí de otra iglesia en el área para consejería. Le pregunté por qué venía conmigo en lugar de ir con el consejero de su propia iglesia. Su respuesta me enfureció.

“Ese consejero,” replicó, “me dijo que un buen divorcio es mejor que un mal matrimonio.”

El problema es que muchos cristianos no están dispuestos a sufrir por la justicia. Ellos parecen haber olvidado, si es que alguna vez lo supieron, que parte del paquete que viene cuando te comprometes con el cristianismo bíblico es que Dios te llama a sufrir (Mat. 5:10–12; 16:24; 2 Tim. 3:12; 1 Pedro 2:19–25). Algunas veces ese sufrimiento viene en la forma de un matrimonio difícil que hay que soportar. A menos, y hasta que Dios te provea una ventana bíblica por la cual puedas salirte (por ejemplo, la infidelidad sexual o la deserción matrimonial de tu esposa) mejor planea mantenerte allí a largo plazo.

La persistencia es otro de esos conceptos bíblicos que ha eludido de alguna manera a los cristianos hoy. El sufrimiento y la persistencia van mano a mano en la Biblia. Un importante efecto de la persistencia es la habilidad de soportar una prueba sin recurrir a medios pecaminosos de liberación (1 Sam. 24:1 y siguientes). Es decir, cuando Dios te pone en una caja, si tienes persistencia, no vas a sacar tu pecaminosa pequeña navaja para tratar de librarte a ti mismo con maneras que deshonran a Dios. Más bien, “persistirás allí” hasta que Dios te provea una manera honrosa a Él para salir de la caja. En relación a la dificultad del matrimonio, usualmente implica aprender a hacer funcionar un matrimonio. Para comenzar, primero debes sacar la viga de tu propio ojo (Mat. 7:5), esforzándote por ser un esposo bíblico integral.

Otro elemento de la persistencia que me gustaría mencionar tiene que ver con la forma en que percibes la prueba; en como ves el hecho de estar en una caja. Una persona persistente tiene la habilidad de mantener una perspectiva bíblica sobre sus problemas. Él o ella hacen esto rehusando magnificar una prueba tolerable para que parezca intolerable e insoportable.

Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón. Porque todavía, en vuestra lucha contra el pecado, no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre (Heb. 12:3–4).

Con toda probabilidad, las dificultades que estás atravesando y que te tien tan a tirar la toalla en tu matrimonio, no son en lo mínimo tan intolerables como te las imaginas. Seguramente son dolorosas, pero tienes que tener cuidado de no quejarte de una herida en la piel como si fuese un puñal atravesado en el corazón. También harás bien en considerar que Dios puede estar usando las pruebas de tu matrimonio para castigarte y santificarte para bien tuyo y la gloria de Su nombre. Él quiere producir en ti el fruto de justicia que sabe a paz.

Además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: HIJO MÍO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR ÉL; PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia. Heb. 12:5–11

Cuida de no pensar como Caín, quien neciamente se quejó de que su castigo era demasiado grande para ser soportado (Gen. 4:13). ¡La verdad es que tú aún no has recibido todo lo que mereces por tus pecados! Cristo ha tomado ese castigo sobre sí mismo. Si estás siendo castigado es para tu propio beneficio y para la gloria de Dios. Considera también que si Dios está usando tu matrimonio para disciplinarte, ¿Qué bien te hará evitarlo? Dios irá detrás de ti y te disciplinará más severamente – probablemente con una tabla más grande (y más dolorosa). Si te divorcias de tu esposa en contra de la Biblia y te casas con otra, no sólo estarás cometiendo adulterio, sino te estarás exponiendo a que Dios continúe el proceso de disciplina en tu próximo matrimonio. Créeme y cree en la Biblia: no vale la pena. A menos que tengas verdaderas bases bíblicas para el divorcio, es mucho más fácil soportar lo que sea para reparar tu matrimonio que abandonarlo y comenzar todo de nuevo.

Si lo que quieres es comenzar de nuevo, ¿Por qué no comienzas siendo la clase de esposo que la Biblia requiere de ti? Si en verdad eres cristiano tú puedes aprender a hacer cualquier cosa que la Biblia requiera. Puedes aprender a vivir con tu esposa “de manera comprensiva.” Puedes aprender a amar a tu esposa “como Cristo amó a la iglesia y se entregó a si mismo por ella,” soportando su pecado (vea Luc. 9:41; Rom. 5:8). Puedes aprender a amarla con la misma intensidad que te amas a ti mismo. Puedes aprender a reemplazar cualquier amargura en tu corazón hacia ella con la generosidad, ternura y perdón de Cristo. Puedes aprender a honrarla como a “vaso más frágil.” Puedes aprender a “santificarla” y “limpiarla” lavándola con “el agua de la Palabra.” Puedes aprender a mejorar tu vida sexual y dejar de defraudarla a ella (y a ti mismo) en esta área. Puedes aprender a ser el líder espiritual y dirigente de tu casa que Dios quiere que seas. Y si lo haces, tarde o temprano tendrás la clase de matrimonio que no sólo será placentero para ti sino que agradará y glorificará a Dios; tendrás un matrimonio que realmente demostrará a todos la espectacular y amorosa relación que existe entre Cristo y su iglesia.

Al llegar al final de este libro, me gustaría tomar un momento para usar un poco de imaginación santificada. Imagina lo que será cuando, por la gracia de Dios, puedas presentar, a ti mismo y a Cristo (en el cielo), a tu esposa “en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante” (Ef. 5:27b) porque ella es “santa e inmaculada” (Ef. 5:27c). Que el Señor bendiga tu esfuerzo de llegar a ser, por el poder del Espíritu Santo y con la infalible asistencia de las Escrituras, un esposo integral.

1 Si estás inseguro acerca de lo que esto significa o acerca de si eres o no un verdadero cristiano, si aún no lo has hecho (este es tu recordatorio final), por favor toma un momento para leer el apéndice A “Cómo Puedo Ser Salvo.”

2 Aun aquellos cristianos que están sufriendo alguna enfermedad terminal o incurable tienen esperanza de que algún día Dios les sacará de la caja de su carpa carnal (su cuerpo físico) y los conducirá a la libertad de su casa celestial (Romanos 8:12–22) (“un edificio de Dios, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos” 1 Cor. 5:1–4).

3 De una serie de dos partes en cassette titulada “Cómo Vivir con un Esposo Incrédulo” (Título en inglés: “How to Live with an Unbelieving Spouse”).

4 Aunque todo divorcio es resultado del pecado, no todos los divorcios son pecaminosos. Para una explicación más completa sobre la posición protestante tradicional vea Matrimonio, Divorcio y Re-Casamiento, por Jay Adams (Grand Rapids: Zondervan, 1980) – Título en inglés Marriage, Divorce and Remarriage in the Bible.

5 Desde que yo recuerdo más mujeres cristianas profesantes inician divorcios anti-bíblicos de lo que lo hacen los varones cristianos profesantes. Esto es una realidad solemne. No pienses, “a mí y a mi esposa nunca nos sucederá.” El matrimonio es una cosa preciosa y debe ser tratado con cuidado.

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 247–256). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

CREER EN CRISTO O CREERLE A CRISTO, PERSONAS DESTINADAS PARA CONDENACIÓN

CREER EN CRISTO O CREERLE A CRISTO, PERSONAS DESTINADAS PARA CONDENACIÓN

David Logacho
2016-03-31

a1Por medio del correo electrónico se ha comunicado con nosotros una amable oyente para hacernos la siguiente consulta: He encontrado dificultad en evangelizar a algunas personas no creyentes. Me dicen que ellos también creen en Cristo y que reciben milagros y que sus oraciones son contestadas. Cuando yo les hablo de las obras de la ley y de la fe en Cristo, me salen con que ellos tienen fe en Cristo, pero lo dicen sólo de palabra, sin entender lo que están afirmando. ¿Cómo puedo hacerles entender claramente el error en el que se hallan? ¿Qué palabras bíblicas se aplican a este problema tan delicado?

Gracias por su consulta amiga oyente. Comienzo por felicitarle por su deseo de compartir el Evangelio con otras personas. Habrá algunos que oyen el mensaje, no lo entienden en absoluto, y muy pronto se olvidan de lo que oyeron y siguen viviendo sin pensar siquiera en su condición espiritual. Habrá otros que oyen el mensaje, y al momento lo reciben con gozo, pero cuando vienen las pruebas de la vida, se desaniman y rehúsan seguir al Señor. Habrá otros que oyen el mensaje, parece que lo aceptan, pero muy pronto se nota que no pasó nada, porque más les interesa los afanes de este mundo y el engaño de las riquezas. Habrá otros que oyen el mensaje, lo entienden totalmente y de todo corazón, con sinceridad reciben a Cristo como su Salvador y esta decisión transforma totalmente sus vidas. El Señor Jesús habló de estas cuatro diferentes respuestas al mensaje del Evangelio, en lo que se conoce como la parábola del sembrador. Usted se siente algo frustrada porque algunas personas a quienes ha compartido el mensaje del Evangelio han dicho que ya creen en Cristo, y que sus oraciones son contestadas y hasta han recibido milagros. Bueno, existe la posibilidad de que estas personas sean ya creyentes y por eso han respondido de esa manera, pero también existe la posibilidad de que no sean creyentes aunque esté convencidas de que lo son. Esto último es lo que Usted piensa en cuanto a las personas a quienes compartió el Evangelio. Lo que pasa es que mucha gente piensa que cree en Cristo por el sólo hecho de ser miembro de alguna religión que tiene algo que ver con Cristo, no importa cuál religión sea. Mucha gente piensa que debe tener comunión con Dios porque cuando le pide algo, recibe lo que pide. Mucha gente piensa que Dios está con ellos porque han sido librados milagrosamente de algún peligro. Pero no debemos olvidar lo que dice Santiago 2:19 donde leemos: Tú crees que Dios es uno;  bien haces.  También los demonioscreen,  y tiemblan.

Hasta los demonios creen que Dios es uno, y no sólo eso, sino que tiemblan, pero no por eso dejan de ser siervos de Satanás y por tanto enemigos de Dios. Una cosa es creer en Dios o creer en Cristo y otra muy diferente es creer a Dios o creer a Cristo. Creer a Cristo significa conocer lo que Él ha dicho y hacer lo que Él ha dicho. Aquí radica la falla de muchos que dicen que creen en Cristo o que creen en Dios. El Nuevo Testamento presenta un episodio por demás trágico de personas que profetizaban, hacían obras sobrenaturales y todo en el nombre de Cristo, pero sin tener a Cristo en su vida. Ponga atención a lo que dice Mateo 7:21-23 No todo el que me dice:  Señor,  Señor,  entrará en el reino de los cielos,  sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Mat 7:22  Muchos me dirán en aquel día:  Señor,  Señor,  ¿no profetizamos en tu nombre,  y en tu nombre echamos fuera demonios,  y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Mat 7:23  Y entonces les declararé:  Nunca os conocí;  apartaos de mí,  hacedores de maldad.

No es cuestión de invocar al Señor de labios para afuera para poder entrar al reino de los cielos. Es algo más que eso. Implica un nuevo nacimiento, que hace posible el que cumplamos con la voluntad del Padre que está en los cielos. El Señor Jesús dijo que llegará un día, el día que el mundo llama el día del juicio, cuando no pocos, sino muchos estarán ante la persona del Señor y sabiendo que están en condenación, dirán al Señor: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Note, eran personas como las que Usted menciona en su consulta, que dicen que creen en Cristo, que reciben lo que piden en oración y que hasta milagros reciben. Pero estas personas no eran salvas, porque jamás habían sometido su voluntad a la voluntad de Dios, jamás habían recibido al Señor Jesucristo como Salvador. Por eso, estas personas escucharán las fatídicas palabras del Señor: Nunca os conocí. Apartaos de mí, hacedores de maldad. Estas personas profetizaban en el nombre del Señor, echaban demonios en el nombre del Señor, hacían milagros en el nombre del Señor, pero no hacían la voluntad del Señor sino la voluntad de Satanás. Nunca tuvieron una relación íntima y personal con el Señor y prueba de ellos es que su vida estaba caracterizada por hacer el mal. Cuando nos encontramos con personas que no quieren obedecer lo que dice Dios en su palabra, porque según ellos ya creen en Cristo y Dios les contesta las oraciones y reciben hasta milagros, es necesario reconocer que Dios necesita intervenir en estas personas haciendo su obra de quitar la venda espiritual que no les permite ver su triste condición espiritual como pecadores separados de Dios. Nosotros podemos orar a Dios pidiendo por esto, pero Dios tiene la última palabra. Él sabrá como lo hace y cuando lo hace. Algo que sí podemos hacer, además de orar, es compartir con estas personas el plan de salvación, poniendo énfasis en que el hombre es pecador, según Romanos 3:23, señalando que el hombre está en peligro de recibir eterna condenación por el hecho de ser pecador, según Romanos 6:23, indicando que Dios ama al pecador conforme a lo que dice Juan 3:16 y que por ese amor Dios envió a su Hijo unigénito para que muera en lugar del pecador, según Romanos 5:8 y finalmente invitando al pecador a reconocer que Cristo murió por él y por tanto debe recibirlo por la fe como Salvador personal, para llegar a ser hijo de Dios, según Juan 1:12. La palabra de Dios, y el poder del Espíritu Santo pueden derribar cualquier obstáculo que pueda poner el enemigo para evitar que el pecador halle salvación en Cristo Jesús.

La segunda consulta de nuestra amiga oyente que hizo la consulta anterior dice así: En Judas 4 dice el texto bíblico que algunas personas han sido desde antes destinadas para condenación, y he leído que Dios no quiere que ninguno se pierda, sino que todos sean salvos. ¿Cómo puedo explicar esta aparente contradicción? No puedo creer que Dios destine a alguien para perdición.

Gracias por su consulta. Usted tiene toda la razón al afirmar que la voluntad de Dios es que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9 dice: El Señor no retarda su promesa,  según algunos la tienen por tardanza,  sino que es paciente para con nosotros,  no queriendo que ninguno perezca,  sino que todos procedan al arrepentimiento.

Siendo así, es de esperarse que Dios no predestine a nadie para condenación, como efectivamente se ve en la Biblia. Lo que la Biblia presenta es una paradoja en la salvación. Los que somos salvos hemos sido elegidos para ser salvos antes de la fundación del mundo, pero los que no son salvos, se condenan, no por no haber sido elegidos para ser salvos antes de la fundación del mundo, sino porque voluntariamente rechazan la oferta de salvación en Cristo. Con esto en mente permítame leer el texto que se encuentra en Judas 4. La Biblia dice: Porque algunos hombres han entrado encubiertamente,  los que desde antes habían sido destinados para esta condenación,  hombres impíos,  que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios,  y niegan a Dios el único soberano,  y a nuestro Señor Jesucristo.

Leído a la ligera, parecería que este versículo está diciendo que Dios ha predestinado, o decidido de antemano que algunos hombres terminen en condenación. Estos hombres son los apóstatas. Pero no hay tal. La Biblia nunca enseña que alguien sea predestinado para condenación. Cuando los hombres se salvan es por la soberana gracia de Dios. Pero cuando los hombres se condenan es por su propio pecado y desobediencia. Lo que este versículo está diciendo es que la condenación que van a recibir los apóstatas ha sido decidida por Dios con anticipación. El versículo no está hablando de que Dios ha determinado con anticipación quien va a ser apóstata. Lo que está diciendo el versículo es que cuando alguien por su propia voluntad se desvía del camino de la verdad y por su propia voluntad decide ser un apóstata, entonces lo que le espera es la condenación que de antemano Dios ha determinado para todo apóstata.

 

Profecía de Ahías contra Jeroboam

1 Reyes 14-16

Profecía de Ahías contra Jeroboam

a114:1  En aquel tiempo Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo.

Y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate ahora y disfrázate, para que no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo; porque allá está el profeta Ahías, el que me dijo que yo había de ser rey sobre este pueblo.

Y toma en tu mano diez panes, y tortas, y una vasija de miel, y ve a él, para que te declare lo que ha de ser de este niño.

Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y ya no podía ver Ahías, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez.

Mas Jehová había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; así y así le responderás, pues cuando ella viniere, vendrá disfrazada.

Cuando Ahías oyó el sonido de sus pies, al entrar ella por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? He aquí yo soy enviado a ti con revelación dura.

Ve y di a Jeroboam: Así dijo Jehová Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel,

y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos,

sino que hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas;

10 por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada.

11 El que muera de los de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros, y el que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho.

12 Y tú levántate y vete a tu casa; y al poner tu pie en la ciudad, morirá el niño.

13 Y todo Israel lo endechará, y le enterrarán; porque de los de Jeroboam, sólo él será sepultado, por cuanto se ha hallado en él alguna cosa buena delante de Jehová Dios de Israel, en la casa de Jeroboam.

14 Y Jehová levantará para sí un rey sobre Israel, el cual destruirá la casa de Jeroboam en este día; y lo hará ahora mismo.

15 Jehová sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Eufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová.

16 Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel.

17 Entonces la mujer de Jeroboam se levantó y se marchó, y vino a Tirsa; y entrando ella por el umbral de la casa, el niño murió.

18 Y lo enterraron, y lo endechó todo Israel, conforme a la palabra de Jehová, la cual él había hablado por su siervo el profeta Ahías.

19 Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo, y cómo reinó, todo está escrito en el libro de las historias de los reyes de Israel.

20 El tiempo que reinó Jeroboam fue de veintidós años; y habiendo dormido con sus padres, reinó en su lugar Nadab su hijo.

Reinado de Roboam

(2 Cr. 12.1-16)

21 Roboam hijo de Salomón reinó en Judá. De cuarenta y un años era Roboam cuando comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que Jehová eligió de todas las tribus de Israel, para poner allí su nombre. El nombre de su madre fue Naama, amonita.

22 Y Judá hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus padres habían hecho en sus pecados que cometieron.

23 Porque ellos también se edificaron lugares altos, estatuas, e imágenes de Asera, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso.

24 Hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Jehová había echado delante de los hijos de Israel.

25 Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén,

26 y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo; también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho.

27 Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los dio a los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real.

28 Cuando el rey entraba en la casa de Jehová, los de la guardia los llevaban; y los ponían en la cámara de los de la guardia.

29 Los demás hechos de Roboam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en las crónicas de los reyes de Judá?

30 Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días.

31 Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. El nombre de su madre fue Naama, amonita. Y reinó en su lugar Abiam su hijo.

Reinado de Abiam

(2 Cr. 13.1-22)

15:1  En el año dieciocho del rey Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá,

y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.

Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre.

Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio lámpara en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén;

por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo.

Y hubo guerra entre Roboam, y Jeroboam todos los días de su vida.

Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y Jeroboam.

Y durmió Abiam con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó Asa su hijo en su lugar.

Reinado de Asa

(2 Cr. 14.1-5; 15.16-19)

En el año veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá.

10 Y reinó cuarenta y un años en Jerusalén; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.

11 Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.

12 Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho.

13 También privó a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera. Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y lo quemó junto al torrente de Cedrón.

14 Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo, el corazón de Asa fue perfecto para con Jehová toda su vida.

15 También metió en la casa de Jehová lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó: oro, plata y alhajas.

Alianza de Asa con Ben-adad

(2 Cr. 16.1-10)

16 Hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos.

17 Y subió Baasa rey de Israel contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa rey de Judá.

18 Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:

19 Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo. He aquí yo te envío un presente de plata y de oro; ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que se aparte de mí.

20 Y Ben-adad consintió con el rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades de Israel, y conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí.

21 Oyendo esto Baasa, dejó de edificar a Ramá, y se quedó en Tirsa.

22 Entonces el rey Asa convocó a todo Judá, sin exceptuar a ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y edificó el rey Asa con ello a Geba de Benjamín, y a Mizpa.

Muerte de Asa

(2 Cr. 16.11-14)

23 Los demás hechos de Asa, y todo su poderío, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Mas en los días de su vejez enfermó de los pies.

24 Y durmió Asa con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar Josafat su hijo.

Reinado de Nadab

25 Nadab hijo de Jeroboam comenzó a reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de Judá; y reinó sobre Israel dos años.

26 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el camino de su padre, y en los pecados con que hizo pecar a Israel.

27 Y Baasa hijo de Ahías, el cual era de la casa de Isacar, conspiró contra él, y lo hirió Baasa en Gibetón, que era de los filisteos; porque Nadab y todo Israel tenían sitiado a Gibetón.

28 Lo mató, pues, Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y reinó en lugar suyo.

29 Y cuando él vino al reino, mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme a la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías silonita;

30 por los pecados que Jeroboam había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel; y por su provocación con que provocó a enojo a Jehová Dios de Israel.

31 Los demás hechos de Nadab, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

32 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos.

Reinado de Baasa

33 En el tercer año de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Baasa hijo de Ahías sobre todo Israel en Tirsa; y reinó veinticuatro años.

34 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar a Israel.

16:1  Y vino palabra de Jehová a Jehú hijo de Hanani contra Baasa, diciendo:

Por cuanto yo te levanté del polvo y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con tus pecados;

he aquí yo barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat.

El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, lo comerán los perros; y el que de él fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo.

Los demás hechos de Baasa, y las cosas que hizo, y su poderío, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Y durmió Baasa con sus padres, y fue sepultado en Tirsa, y reinó en su lugar Ela su hijo.

Pero la palabra de Jehová por el profeta Jehú hijo de Hanani había sido contra Baasa y también contra su casa, con motivo de todo lo malo que hizo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y porque la había destruido.

Reinados de Ela y de Zimri

En el año veintiséis de Asa rey de Judá comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Tirsa; y reinó dos años.

Y conspiró contra él su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros. Y estando él en Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo en Tirsa,

10 vino Zimri y lo hirió y lo mató, en el año veintisiete de Asa rey de Judá; y reinó en lugar suyo.

11 Y luego que llegó a reinar y estuvo sentado en su trono, mató a toda la casa de Baasa, sin dejar en ella varón, ni parientes ni amigos.

12 Así exterminó Zimri a toda la casa de Baasa, conforme a la palabra que Jehová había proferido contra Baasa por medio del profeta Jehú,

13 por todos los pecados de Baasa y los pecados de Ela su hijo, con los cuales ellos pecaron e hicieron pecar a Israel, provocando a enojo con sus vanidades a Jehová Dios de Israel.

14 Los demás hechos de Ela, y todo lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

15 En el año veintisiete de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa; y el pueblo había acampado contra Gibetón, ciudad de los filisteos.

16 Y el pueblo que estaba en el campamento oyó decir: Zimri ha conspirado, y ha dado muerte al rey. Entonces todo Israel puso aquel mismo día por rey sobre Israel a Omri, general del ejército, en el campo de batalla.

17 Y subió Omri de Gibetón, y con él todo Israel, y sitiaron a Tirsa.

18 Mas viendo Zimri tomada la ciudad, se metió en el palacio de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo; y así murió,

19 por los pecados que había cometido, haciendo lo malo ante los ojos de Jehová, y andando en los caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometió, haciendo pecar a Israel.

20 El resto de los hechos de Zimri, y la conspiración que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Reinado de Omri

21 Entonces el pueblo de Israel fue dividido en dos partes: la mitad del pueblo seguía a Tibni hijo de Ginat para hacerlo rey, y la otra mitad seguía a Omri.

22 Mas el pueblo que seguía a Omri pudo más que el que seguía a Tibni hijo de Ginat; y Tibni murió, y Omri fue rey.

23 En el año treinta y uno de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años; en Tirsa reinó seis años.

24 Y Omri compró a Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata, y edificó en el monte; y llamó el nombre de la ciudad que edificó, Samaria, del nombre de Semer, que fue dueño de aquel monte.

25 Y Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él;

26 pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en el pecado con el cual hizo pecar a Israel, provocando a ira a Jehová Dios de Israel con sus ídolos.

27 Los demás hechos de Omri, y todo lo que hizo, y las valentías que ejecutó, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

28 Y Omri durmió con sus padres, y fue sepultado en Samaria, y reinó en lugar suyo Acab su hijo.

Reinado de Acab

29 Comenzó a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá.

30 Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él.

31 Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.

32 E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria.

33 Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel.

34 En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

Llegar a conocerle

Abril 3

Llegar a conocerle

Lectura bíblica: Romanos 1:18–20

Porque lo que de Dios se conoce es evidente entre ellos, pues Dios hizo que fuese evidente. Romanos 1:19

a1Llegó el gran día cuando la familia se dirigió al meganegocio de productos electrónicos a fin de ver a mamá y a papá vaciarse los bolsillos para comprar una computadora nueva. Es la que todos quieren: la XL Hyperflash 6000 Super–Plus. Viene equipada con suficiente memoria y velocidad como para satisfacer al peor fanático de computadoras, a lo menos por seis semanas. Se pueden usar discos compactos de música y películas. Puede comunicarse por teléfono, fax y correo electrónico en 60 idiomas y dialectos, incluyendo jerigonza.

Con unas simples modificaciones puede controlar todos los electrodomésticos en la casa. Puede prender y apagar todas las luces, hacer andar la licuadora, cambiar canales del televisor, calentar comida en el microondas y pedir pizza por teléfono.

Por supuesto, la Hyperflash 6000 también incluye toneladas de programas, como la Enciclopedia Galáctica (todo el conocimiento de la humanidad más el de algunas razas extraterrestres), juegos de a millones y un programa para tener acceso a tus calificaciones escolares.

Las computadoras son maravillas tecnológicas. Llegan a los negocios con cerebros funcionando al máximo. El sistema operativo y una gran selección de programas vienen instalados de fábrica, de modo que lo único que tenemos que hacer es abrir el paquete, sacar la computadora y conectarla. En cuestión de minutos podemos estar jugando juegos electrónicos, enviando correos electrónicos a nuestros amigos o escribiendo la próxima novela de mejor venta en el mundo.

Pero la computadora más avanzada que jamás haya sido creada —o que se creará— nunca puede ganarle a nuestro cerebro. El mecanismo gris, esponjoso amontonado en nuestro cráneo no es ninguna hermosura a la vista, pero el “programa” que viene instalado de fábrica es fantástico. Cada movimiento que hacemos, cada tarea que completamos, comienza en el complejo sistema que Dios puso en cada uno de nosotros. Dios nos equipó para la vida aun antes de que naciéramos.

En el centro de nuestro sistema operativo interno hay una característica singular que rara vez nos detenemos a valorar. Es la capacitad innata de conocer y relacionarnos con nuestro Padre celestial. Él la coloca en cada ser humano. ¿Por qué? Porque Dios quiere que lo conozcamos como nuestro Padre que nos ama. El Dios que nos llamó para ser parte de su familia quiere que lo conozcamos a fondo. Aun nuestro cerebro maravilloso no podría comprender a Dios a menos que él nos diera esta habilidad. ¡Y la dio!
Y cuando acudimos a él con fe, es como si activara ese programa interior y nos permitiera conocerle aún mejor. Cualquiera, por más limitado que fuera, aceptaría esa oferta.

PARA DIALOGAR
Dios te creó con una capacidad innata de conocerle. ¿Cuánto de esa capacidad estás utilizando?

PARA ORAR
Da gracias a Dios porque puedes conocerle, y dile que quieres conocerlo mejor.

PARA HACER
Haz una lista de cosas que sabes acerca de Dios y de cosas que te gustaría saber. ¡Procura encontrar hoy la respuesta a una de esas cosas!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.