¿CÓMO PUEDO SER SALVO?

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

¿CÓMO PUEDO SER SALVO?

a1A través de este libro se ha hecho referencia al hecho de que un hombre no puede ser la clase de esposo que Dios requiere aparte del poder habilitador del Espíritu Santo. Tú puedes estarte preguntando, “¿Cómo sucede esto? ¿Cómo recibe una persona el poder necesario para vivir una vida agradable a Dios?” Este apéndice procura responder esta pregunta.

El Espíritu de Dios habita sólo en aquellos que, por gracia, han puesto su fe en la muerte sustitutiva del Señor Jesucristo. Ellos son salvos por gracia por medio de la fe.

Todos los versos citados en este apéndice se encuentran en el Nuevo Testamento. Escúchalos por un momento:

Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Ef. 2:8–9).

Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios (Jn. 3:3).

Dios dice que nuestros pecados nos han separado de Él. Dios es santo y justo. Su santidad le hace odiar el pecado. Su justicia le demanda castigar el pecado. La paga o el castigo del pecado es muerte (Rom. 6:23). Para Dios, tolerar el pecado sin requerir el castigo apropiado sería una violación de su justicia.

Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron (Rom. 5:12).

Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 6:23).

Porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO (1 Pedro 1:16).

Trata de verlo de esta manera: ¿Considerarías justo a un juez si, por parcialidad para con un asesino convicto, lo sentenciara sólo a 30 días en la cárcel en lugar de la sentencia mínima requerida por la ley? ¿Se le debería permitir a ese juez injusto sentarse en la banca de la corte? ¿Qué acerca de Dios? ¿Debería Dios, “el juez de toda la tierra,” simplemente no castigar a los pecadores que transgreden su ley? ¡Por supuesto que no! Si Dios eximiera a los hombres y mujeres pecadores sin demandar que paguen al menos la pena mínima por sus crímenes, esto lo volvería injusto. La sentencia mínima para el pecado de acuerdo a la Biblia es la muerte. Dicho simplemente: Dios tiene que castigar el pecado porque Su justicia se lo requiere.

Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio (Heb. 9:27).

El Señor, entonces, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio (2 Pedro 2:9).

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados, cada uno según sus obras. Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda: el lago de fuego (Ap. 20:11–14).

Por otro lado, Dios es amoroso y misericordioso. Él “es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.” ¿Cómo puede entonces Dios perdonar a los pecadores en amor y misericordia cuando su justicia requiere que los castigue por sus pecados?” ¡La respuesta es encontrar un sustituto!

Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio vuestro a través de Él, tal como vosotros mismos sabéis, a éste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis, a quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que era imposible que Él quedara bajo el dominio de ella (Hechos 2:22–24).

Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras (1 Cor. 15:3).

Si Dios pudiera encontrar a alguien que estuviese dispuesto a pagar el precio por la pena del pecado y que no tuviese que morir por su propio pecado, entonces Él podría castigar al sustituto en lugar del pecador. ¿Pero quién es sin pecado? Sólo Dios. Así que Dios, en Su amor y misericordia, se hizo hombre en la persona de Jesucristo (Fil. 2:7), vivió una vida sin pecado y luego murió en la cruz como sustituto por los pecadores que eran incapaces de redimirse a sí mismos. Luego, después de ser sepultado se levantó de entre los muertos y al hacerlo demostró Su poder sobre la muerte.

Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu (1 Pedro 3:18).

El mismo poder de la resurrección está disponible para aquellos que creen verdaderamente en el evangelio de la gracia de Dios. Para los que creen, el evangelio no es sólo poder sobre la muerte, sino también sobre el pecado – el mismo pecado que nos esclaviza y por el cual Cristo murió para salvarnos de él. Como ves, es sólo cuando alguien se convierte en cristiano que el Espíritu Santo habita en él dándole el poder para cambiar y obedecer a Dios.

¿Eres cristiano? ¿Qué te impide serlo? Oye de nuevo las buenas nuevas que son proclamadas a ti y a todos los que escuchan:

Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación … porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERÁ SALVO (Rom. 10:9–10, 13).

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna … El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él (Juan 3:16–36).

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 259–262). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

Elías predice la sequía

1 Reyes 17-19

Elías predice la sequía

a117:1  Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.

Y vino a él palabra de Jehová, diciendo:

Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.

Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.

Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.

Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.

Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.

Elías y la viuda de Sarepta

Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:

Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.

10 Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.

11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.

12 Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.

13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.

14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.

15 Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.

16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.

17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento.

18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?

19 El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama.

20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo?

21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él.

22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.

23 Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.

24 Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

Elías regresa a ver a Acab

18:1  Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra.

Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria.

Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová.

Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua.

Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.

Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro.

Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?

Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías.

Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate?

10 Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado.

11 ¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías?

12 Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud.

13 ¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua?

14 ¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me mate?

15 Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él.

16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías.

17 Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel?

18 Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales.

19 Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.

Elías y los profetas de Baal

20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.

21 Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.

22 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.

23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.

24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.

25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.

26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: !!Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.

27 Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.

28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.

29 Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.

30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.

31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,

32 edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.

33 Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.

34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez,

35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.

36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.

37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.

38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.

39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: !!Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!

40 Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.

Elías ora por lluvia

41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.

42 Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.

43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces.

44 A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje.

45 Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.

46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.

Elías huye a Horeb

19:1  Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas.

Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.

Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.

Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.

Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.

Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?

10 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

11 El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.

12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.

13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?

14 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

15 Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.

16 A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.

17 Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.

18 Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.

Llamamiento de Eliseo

19 Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto.

20 Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo?

21 Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Copyright © 1960 by American Bible Society

¿Existe un ídolo en tu vida?

Abril 4

¿Existe un ídolo en tu vida?

Lectura bíblica: Romanos 1:21–23

Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen a la semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Romanos 1:23

a1Yoli se inclinó hacia adelante para no perderse ni una palabra de lo que contaba la misionera que tenía una vida entera de aventuras testificando de Jesús en países lejanos. Yoli se agarró la cabeza cuando la misionera contaba que había caminado por selvas tropicales llenas de víboras y arañas. Gritó horrorizada cuando la misionera admitió que le había gustado comer huevos de pescado y de calamar. Pero Yoli se quedó totalmente pasmada cuando la misionera comentó que las personas con quienes había trabajado adoraban ídolos, inclinándose y orando a estatuas que creían que eran dioses. Eso era lo más extraño que Yoli jamás había oído.

Como cristianos, sabemos que sólo Dios merece nuestra adoración. Después de todo, Dios nos recibe como parte de su familia. Nos invita a vivir como sus hijos. Nadie nos ama como él. Porque conocemos al único Dios verdadero, no nos inclinamos ante estatuas de personas, o pájaros, o animales, o víboras, que supuestamente son dioses.
Pero aun así, a veces nuestra adoración es un poco confusa. Por eso, dialoguen sobre: ¿Que significa “adorar”?

Adorar significa declarar el valor de algo. Algo tiene valor cuando vale mucho. Demostramos que algo es de valor para nosotros cuando ese “algo” acapara nuestros pensamientos y nuestro tiempo, y afecta las decisiones que tomamos. Adoramos a Dios cuando nuestra vida está llena de los pensamientos y las palabras que él quiere que tengamos, y las acciones que él quiere que realicemos. Esto sucede durante toda la semana, pero lo enfocamos de una manera especial cuando vamos al culto.

Aunque sabemos que sólo Dios merece nuestra adoración, puede haber otras cosas en nuestra vida a las que nos “inclinamos”. Podemos, por ejemplo, dejar que los juegos de la computadora o mirar televisión hagan a un lado nuestros momentos especiales con Dios: las oportunidades de orar, leer la Biblia, servirle y cantarle alabanzas.
Amamos nuestros deportes, nuestros hobbies, nuestra música y nuestros demás intereses. Pero si dejamos que una actividad domine nuestros pensamientos y energías, somos culpables de adorar un ídolo. Eso es tan malo como inclinarnos ante una estatua hecha de madera o piedra.

Podemos tener sólo una prioridad absoluta en nuestra vida, una sola persona que merece nuestra adoración. Dios nos da todo tipo de actividades para disfrutar. ¡Pero sólo Dios puede ser Rey!

PARA DIALOGAR
¿Qué cosas en tu vida ocupan el tiempo, la energía y el amor que le corresponden a Dios?

PARA ORAR
Conversa con Dios acerca de las cosas que pueden ocupar el lugar de la adoración a él.

PARA HACER
Revisa tu agenda semanal y elimina cualquier cosa que impide que Dios sea tu primera prioridad.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

«¡CINCO MIL MUERTOS PIDEN VENGANZA!»

4 abr 2016

«¡CINCO MIL MUERTOS PIDEN VENGANZA!»

por Carlos Rey

a1Durante siete años prosperó el negocio. Sus dueños multiplicaron sus ganancias. Tenían una funeraria en Pasadena, California, en la que vendían servicios de honras fúnebres. Embalsamaban muertos. Incineraban muertos. Enterraban muertos. Y transportaban muertos a otras ciudades. Pero lamentablemente también profanaban a los muertos.

Al amparo de tarjetas de donación de órganos, que falsificaban, vendían ojos, riñones, corazones y huesos. Vendían además, cuando lograban robarlas, piezas de oro, tales como anillos y brazaletes, e incluso empastes de oro de las dentaduras. Y para colmo de males, incineraban los cadáveres en masa, por montones, de modo que las cenizas que entregaban a los familiares no eran de ningún difunto en particular.

Durante siete años cometieron estas atrocidades con impunidad, hasta abril de 1987. Ese mes las autoridades de California hicieron una redada en la funeraria Lamb en Pasadena luego de descubrir en la localidad de Hesperia, a más de una hora de distancia en el condado de San Bernardino, un enorme crematorio oculto al que se había hecho pasar por un horno para cerámica usado para curar paneles resistentes al calor para el transbordador espacial.

De ahí que los tres miembros de la familia dueña del negocio —Laurieanne Lamb Sconce, su esposo Jerry Sconce y su hijo David— tuvieran que afrontar una demanda por quince millones de dólares. Al concluir el juicio, a la madre la declararon culpable de ocho acusaciones, y al padre, de robo y de maltrato de restos humanos. En 1989 el hijo, David Sconce, se confesó culpable de varios cargos, incluso de robo de tumbas, y lo condenaron a cinco años de cárcel. Lamentablemente, lejos de satisfacer la demanda de los familiares de los cinco mil muertos procesados por la familia Sconce, esa condena por el ultraje póstumo perpetrado contra ellos, que representaba apenas un año de cárcel por cada mil difuntos, no surtió más efecto que recordarles amargamente las palabras tajantes de la abogada Elizabeth Joan Cabraser, que dijo: «¡Cinco mil muertos piden venganza!»

El juez del caso, por su parte, comentó con sabiduría salomónica: «La dignidad de una sociedad se mide por la dignidad que ella les concede a sus muertos.» De hecho, el sabio Salomón mismo, consciente de que toda sociedad se dignifica o se envilece según sus valores morales, planteó los siguientes valores que a la sociedad actual le convendría adoptar:

Vale más el buen nombre
que el buen perfume.
Vale más el día en que se muere
que el día en que se nace.
Vale más ir a un funeral
que a un festival….
El sabio tiene presente la muerte;
el necio sólo piensa en la diversión….
Quien teme a Dios
saldrá bien en todo.1