9. COMPLEJO DE INFERIORIDAD

¿Cómo podemos fortalecer el desarrollo espiritual del niño?

La formación espiritual del niño

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Betty S. de Constance

Parte 2

Reflexiones sobre la evangelización de los niños

Capítulo 12

¿Cómo podemos fortalecer el desarrollo espiritual del niño?

a1Sabiendo que yo trabajo en la formación espiritual de los niños en mi iglesia, una madre vino a conversar conmigo y compartir su inquietud en cuanto a su hijo.
—Estoy muy preocupada por mi hijo —me dijo con voz llena de ansiedad—. Hace unas semanas, al concluir el culto, él oró con el pastor para recibir a Cristo como su Salvador. Cuando llegamos a casa, le pregunté cómo se sentía, pero no supo qué decirme.
—¿Y qué respuesta esperaba usted? —le pregunté.
—No sé exactamente —dijo—. Pero yo recuerdo muy bien el día en que yo recibí a Cristo como mi Salvador. Sentía un gozo enorme. Me parecía que estaba volando de alegría. En cambio a mi hijo, desde el día que hizo esa decisión, se lo ve triste y preocupado. Cuando le he preguntado sobre qué le está pasando, no sabe qué decirme. Por fin, hace poco me dijo: “Tengo dudas sobre mi fe, mamá. No sé si tengo una fe como dice el pastor que todos debemos tener.”
Por un rato seguí conversando con la madre sobre el tema. Traté de hacerle ver que el inicio de una vida de fe nunca ha de ser vivida de la misma manera por dos personas. Traté de ayudarla a entender que lo más importante era descubrir cuál era la causa de la confusión de su hijo en cuanto a su nueva “fe”. ¿Qué estaba entendiendo él sobre el asunto? ¿Qué condiciones le había sugerido el pastor como muestra de una verdadera fe? ¿Qué otros factores presentes en el hogar podrían estar contribuyendo a las inquietudes de su hijo?
Lamentablemente, no creo que mis palabras lograran un cambio de actitud en esa madre. Temo que ella siguió presionando a su hijo sobre la necesidad de sentir una emoción igual a la que ella había experimentado en su conversión.
Este incidente nos ayuda a enfocar otro aspecto que tiene que ver con la evangelización del niño. La pregunta que debemos hacernos es ésta: ¿Cómo podemos estimular la vida espiritual del niño una vez que haya tomado la decisión de entregar su vida a Cristo? A esta pregunta hay que agregar otra igualmente significativa: ¿Cuáles son los errores que podemos cometer que obstaculizan al niño en su desarrollo espiritual como hijo de Dios?
Para comenzar, la Biblia nos asegura que al nacer de nuevo la vida del niño, como de toda persona que cree, “está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3,NVI). Además, sabemos que el Espíritu Santo es quien se encarga de revelarle toda verdad (Juan 16:13). ¿Cuál es, entonces, nuestra responsabilidad para con este niño? ¿Podemos unir nuestros esfuerzos a los del Espíritu Santo para fortalecer y guiar esta vida? ¿Cómo podemos cuidarnos para no serle de estorbo en su desarrollo espiritual? Estos interrogantes son sumamente importantes para cada uno de aquellos que trabajamos en ministerios relacionados con la niñez.

Debemos recordar que el niño es, al fin, un niño

Uno de los problemas de la madre que mencioné al comienzo tiene que ver con cierta incapacidad que tenemos los adultos de ver al niño como un niño. Era lógico que ella interpretara lo que estaba pasando en la vida de su hijo desde la perspectiva de su propia experiencia pero, lamentablemente, eso le daba ocasión de juzgar la experiencia del niño como inadecuada. Jesús nunca cometió este error. En diferentes ocasiones les advirtió a sus discípulos que “el que no recibe el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él” (Marcos 10:15). Aunque el Señor no las define, sabemos que él estaba haciendo referencia a las características que tiene el niño y que deben ser reflejadas en las personas adultas que desean entrar en el reino de Dios. A mi entender, cuando Jesús puso a un niño como el ejemplo de estas características, estaba señalando el hecho de que los niños tienen una forma única, genuina, transparente y natural de acercarse al reino de Dios y estas cualidades son las que más le agradan al Señor.
El niño que toma la decisión de entregar su vida a Cristo ha vivido pocos años y sus experiencias de vida son muy limitadas en comparación con las de los adultos. Sus pecados, o sea, su rebeldía contra el control de Dios sobre su vida, deben ser percibidos dentro de los parámetros de su conducta como niño y no con las dimensiones que tienen los adultos. La emoción que pueda o no sentir en el momento de hacer su decisión por Cristo se relaciona con lo que él puede entender. No debe ser comparada con las profundas dimensiones de convicción de pecado y pesadas cargas de culpa que puede sentir un adulto. También, como posiblemente haya ocurrido en el caso del niño que mencioné, puede haber algún aspecto de este proceso que lo haya impactado pero sin que lo entendiera bien. Por ejemplo, es posible que para este niño la frase “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6,NVI), que probablemente escuchó en alguna predicación, le haya parecido un requisito imposible de satisfacer. Él podría estar tratando de medir y aumentar su fe sin saber cómo hacerlo. La confusión que siente no tiene nada que ver con el hecho de ser salvo. Más bien, tiene que ver con la pregunta que nos hacemos todos alguna vez: “¿Por qué no tengo más fe?”
La persona que trabaja con los niños en sus procesos de formación espiritual debe cuidarse de no hacer juicios sobre las evidencias externas de la fe del niño. Al contrario, debe hacer lo posible por escucharlo y por ofrecerle repetidas oportunidades de hacer preguntas y admitir su confusión. Cuando nos ocupamos de hacer esto, el pequeño nuevo creyente se sentirá apoyado y no hostigado en su desarrollo espiritual.

Debemos ser conscientes de los efectos de ciertas doctrinas

Cuando el niño inicia su vida con Dios, es posible que se encuentre con ciertas enseñanzas bíblicas que pueden resultarle como “trampas” y que pueden impedir su desarrollo espiritual. Al decir que son “trampas”, me refiero al hecho de que hay ciertas enseñanzas que el niño escucha a través de las predicaciones o estudios bíblicos para adultos que le crean confusión. Algunas de las doctrinas que suelen tener un efecto negativo sobre el niño son aquellas que se relacionan con la segunda venida, el infierno y el juicio final. Como el niño tiende a vivir todo en el presente, encuentra complicado el concepto del futuro. Por ejemplo, los niños de menos de seis años de edad tienen dificultad en entender el concepto de “más tarde” o “mañana”. Los números en el calendario o almanaque no representan el futuro; sólo representan números. Por tanto, estas doctrinas suenan para ellos como algo inminente.
Supe de una niña de siete años de edad que había quedado traumatizada luego de ver una película sobre la segunda venida. Por meses se escondía aterrada en un armario cada vez que alguien llamaba a la puerta de su casa. Cuando por fin su madre pudo entender la causa de la conducta extraña de su hija, descubrió que la niña creía que en cualquier momento llegaría Jesús para llevarse a su familia, dejándola a ella. Aunque había recibido a Cristo como su Salvador personal, era una niña algo traviesa y estaba convencida de que a causa de sus conductas Jesús no la iba a llevar junto con su familia.
Distorsiones similares a ésta ocurren en la mente del niño especialmente con relación al infierno. Como muchas veces se habla del infierno como un lugar de terrible sufrimiento y castigo, el efecto lamentable es de crear gran miedo en el niño. Además, esta reacción afecta la manera en la cual el niño conceptúa a Dios. Es difícil que él piense en un Dios de amor cuando cree que está en peligro de ser enviado al infierno y allí sufrir por sus conductas, o como dije antes, de ser arrancado del seno de su familia. Con esto no quiero decir que debemos eliminar estas doctrinas que, al fin, tienen fundamento bíblico. Más bien, debemos estar muy atentos a cómo el niño las está entendiendo y ser prontos en corregir sus distorsiones. Sobre todo, nunca deberíamos utilizar las doctrinas del infierno, la segunda venida o el juicio final para infundir miedo en el niño o tratar de controlar sus conductas. Al contrario, el maestro necesita tener una sensibilidad especial frente a todo lo que el niño está adquiriendo que pudiera afectar su imagen de Dios.

Personificar la gracia en el trato con el niño

Es demasiado fácil caer en una dimensión de legalismo en la vida religiosa. Siempre queremos establecer conductas que sirvan para definir nuestra vida espiritual. Hacemos lo mismo con los niños. Queremos imponer reglas de conducta que nos ayudan a evaluar su desarrollo espiritual. Nos olvidamos que lo que más nos corresponde, una vez que el niño haya hecho su decisión de entregar su vida a Cristo, es nutrir su relación con el Señor. Ésta es una relación que representa un terreno sagrado, una relación única. Ninguna persona, ni antes ni después, tendrá la misma relación con Dios que ha iniciado este niño. Dios se goza en la adoración y alabanza que salen del corazón de esta pequeña persona, y por medio del Espíritu Santo en su vida se encargará de revelarle su amor y su grandeza. No se puede ni se debe reglamentar este proceso.
A la vez, esta nueva relación del niño para con Dios es frágil, no en el sentido de dejar de existir, sino en la definición de esa relación. Ésta tiene una gran probabilidad de ser distorsionada por medio de las muchas influencias que rodean la vida del niño. Si, por ejemplo, alguien con autoridad sobre él comienza a usar su decisión de fe como la base de una disciplina (“Si de veras tú fueras cristiano, no pelearías tanto con tu hermana”), enseguida el niño empieza a ver a Dios como una fuerza más de presión que se une a las demandas de sus padres para controlar sus conductas. Ésta no es la meta de la formación espiritual. Es lamentable que en muchas iglesias existan sistemas de control que crean un ambiente de presión sobre sus miembros. El resultado de este legalismo es que muy pronto la vida cristiana llega a ser vivida sobre la base de reglas y leyes de los hombres y no de Dios. La razón de ser de la vida cristiana, que es una relación hermosa y llena de amor entre Dios y sus hijos, comienza a desaparecer. Se vive temiendo el “qué dirán” con relación a las personas con autoridad, en lugar de vivir nutriendo y profundizando la relación de amor con Dios.
Es obvio que el obedecer las leyes de Dios y las reglas familiares son parte fundamental de pertenecer a una familia. Lógicamente, el respeto y la obediencia a las leyes son algo que agrada profundamente a Dios. Sin embargo, a través de las Escrituras leemos que la obediencia que es hecha por obligación y no por amor no es de agrado a Dios: “El Señor dice: ‘Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres” (Isaías 29:13,NVI). Debemos reconocer, entonces, que la impotencia del niño frente a la vida hace que sea especialmente vulnerable a los efectos del legalismo, respondiendo con temor a las demandas de personas con autoridad sobre él, y no a una obediencia impulsada por amor hacia Dios. Este ambiente de exigencias irá apagando el entusiasmo espiritual en el niño, hasta que finalmente puede llegar a rechazar todo lo que para él representa “la iglesia”.
Lo opuesto de la religión legalista es la fe por gracia. En su actuar con nosotros, Dios obra a través de la gracia. Busca con afán relacionarse con nosotros dentro del contexto del amor, que es su misma esencia (1 Juan 4:8). Su actitud frente a nuestros fracasos es dolor por la relación dañada y no una actitud de juicio y castigo, como tantas veces creemos. Sólo con observar la ternura y compasión con la cual Jesús trató con Pedro después de su negación, podemos tener la seguridad de que lo que Dios más desea es la restauración de nuestras vidas. Si los adultos que acompañan al niño en su peregrinaje espiritual pueden vivir esta actitud de gracia para con él frente a sus tropiezos y caídas, estarán haciendo algo sumamente importante para fortalecer su relación con Dios.
El gran mensaje del evangelio es la gracia. Philip Yancey, en su libro Gracia Divina, Condena Humana habla de la gracia con estas palabras:

La noción de que el amor de Dios nos llega sin cargo alguno, sin ataduras, parece desafiar todo instinto humano. Únicamente el cristianismo se atreve a ofrecer el amor de Dios en forma incondicional. Consciente de nuestra resistencia innata hacia la gracia, Jesús habló de ella con frecuencia. Él describió a un mundo envuelto en la gracia de Dios: donde el sol resplandece sobre los buenos y los malos; donde los pájaros recogen gratis las semillas que no han sido sembradas ni cosechadas; donde las flores silvestres estallan en flor sobre las laderas rocosas. Como un visitante de otro país que se fija en todas las cosas que los nativos ignoran, Jesús veía la gracia en todo lugar.

A través de todo su libro, este autor describe cómo la gracia de Dios actúa en la restauración de vidas, haciendo que el lector mire un panorama nuevo que inspira gozo y libertad. Ése es el mensaje que queremos que los niños también entiendan, por nuestro ejemplo sobre todo, pero igualmente por nuestro trato con ellos.

De Constance, B. S. (2004). La formación espiritual del niño (3a edición, pp. 101–107). Buenos Aires, Argentina: Publicaciones Alianza.

Descendientes de Isacar

1 Crónicas 7-9

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Descendientes de Isacar

a17:1  Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón.

Los hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos.

Hijo de Uzi fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por todos, cinco príncipes.

Y había con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron muchas mujeres e hijos.

Y sus hermanos por todas las familias de Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo.

Descendientes de Benjamín

Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael.

Los hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas, hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintidós mil treinta y cuatro.

Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de Bequer.

Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos hombres de grande esfuerzo.

10 Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús, Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar.

11 Todos éstos fueron hijos de Jediael, jefes de familias, hombres muy valerosos, diecisiete mil doscientos que salían a combatir en la guerra.

12 Supim y Hupim fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher.

Descendientes de Neftalí

13 Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.

Descendientes de Manasés

14 Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad.

15 Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas.

16 Y Maaca mujer de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Requem.

17 Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés.

18 Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala,

19 Y los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.

Descendientes de Efraín

20 Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo, Tahat su hijo,

21 Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a tomarles sus ganados.

22 Y Efraín su padre hizo duelo por muchos días, y vinieron sus hermanos a consolarlo.

23 Después él se llegó a su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería, por cuanto había estado en aflicción en su casa.

24 Y su hija fue Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera.

25 Hijo de este Bería fue Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo,

26 Laadán su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo,

27 Nun su hijo, Josué su hijo.

28 Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus aldeas; y hacia el oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas, hasta Gaza y sus aldeas;

29 y junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas, Taanac con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares habitaron los hijos de José hijo de Israel.

Descendientes de Aser

30 Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera.

31 Los hijos de Bería: Heber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit.

32 Y Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa hermana de ellos.

33 Los hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet.

34 Y los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram.

35 Los hijos de Helem su hermano: Zofa, Imna, Seles y Amal.

36 Los hijos de Zofa: Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra,

37 Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beera.

38 Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara.

39 Y los hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia.

40 Todos éstos fueron hijos de Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes; y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el número de ellos fue veintiséis mil hombres.

Descendientes de Benjamín

8:1  Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero,

Noha el cuarto, y Rafa el quinto.

Y los hijos de Bela fueron Adar, Gera, Abiud,

Abisúa, Naamán, Ahoa,

Gera, Sefufán e Hiram.

Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas paternas que habitaron en Geba y fueron transportados a Manahat:

Naamán, Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró a Uza y a Ahiud.

Y Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a Baara que eran sus mujeres.

Engendró, pues, de Hodes su mujer a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam,

10 Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus hijos, jefes de familias.

11 Mas de Husim engendró a Abitob y a Elpaal.

12 Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual edificó Ono, y Lod con sus aldeas),

13 Bería también, y Sema, que fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a los moradores de Gat.

14 Y Ahío, Sasac, Jeremot,

15 Zebadías, Arad, Ader,

16 Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería.

17 Y Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber,

18 Ismerai, Jezlías y Jobab, hijos de Elpaal.

19 Y Jaquim, Zicri, Zabdi,

20 Elienai, Ziletai, Eliel,

21 Adaías, Beraías y Simrat, hijos de Simei.

22 E Ispán, Heber, Eliel,

23 Abdón, Zicri, Hanán,

24 Hananías, Elam, Anatotías,

25 Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac.

26 Y Samserai, Seharías, Atalías,

27 Jaresías, Elías y Zicri, hijos de Jeroham.

28 Estos fueron jefes principales de familias por sus linajes, y habitaron en Jerusalén.

29 Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca,

30 y su hijo primogénito Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab,

31 Gedor, Ahío y Zequer.

32 Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron con sus hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos.

33 Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal.

34 Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía.

35 Los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz.

36 Acaz engendró a Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa.

37 Mosa engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue Azel.

38 Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos éstos fueron hijos de Azel.

39 Y los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el segundo, Elifelet el tercero.

40 Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos, ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los hijos de Benjamín.

Los que regresaron de Babilonia

(Neh. 11.1-24)

9:1  Contado todo Israel por sus genealogías, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel. Y los de Judá fueron transportados a Babilonia por su rebelión.

Los primeros moradores que entraron en sus posesiones en las ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y sirvientes del templo.

Habitaron en Jerusalén, de los hijos de Judá, de los hijos de Benjamín, de los hijos de Efraín y Manasés:

Utai hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imri, hijo de Bani, de los hijos de Fares hijo de Judá.

Y de los silonitas, Asaías el primogénito, y sus hijos.

De los hijos de Zera, Jeuel y sus hermanos, seiscientos noventa.

Y de los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de Hodavías, hijo de Asenúa,

Ibneías hijo de Jeroham, Ela hijo de Uzi, hijo de Micri, y Mesulam hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías.

Y sus hermanos por sus linajes fueron novecientos cincuenta y seis. Todos estos hombres fueron jefes de familia en sus casas paternas.

10 De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín,

11 Azarías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios;

12 Adaía hijo de Jeroham, hijo de Pasur, hijo de Malquías; Masai hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit, hijo de Imer,

13 y sus hermanos, jefes de sus casas paternas, en número de mil setecientos sesenta, hombres muy eficaces en la obra del ministerio en la casa de Dios.

14 De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merari,

15 Bacbacar, Heres, Galal, Matanías hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de Asaf;

16 Obadías hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; y Berequías hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habitó en las aldeas de los netofatitas.

17 Y los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Salum era el jefe.

18 Hasta ahora entre las cuadrillas de los hijos de Leví han sido estos los porteros en la puerta del rey que está al oriente.

19 Salum hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos los coreítas por la casa de su padre, tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del tabernáculo, como sus padres guardaron la entrada del campamento de Jehová.

20 Y Finees hijo de Eleazar fue antes capitán sobre ellos; y Jehová estaba con él.

21 Zacarías hijo de Meselemías era portero de la puerta del tabernáculo de reunión.

22 Todos éstos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente.

23 Así ellos y sus hijos eran porteros por sus turnos a las puertas de la casa de Jehová, y de la casa del tabernáculo.

24 Y estaban los porteros a los cuatro lados; al oriente, al occidente, al norte y al sur.

25 Y sus hermanos que estaban en sus aldeas, venían cada siete días según su turno para estar con ellos.

26 Porque cuatro principales de los porteros levitas estaban en el oficio, y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la casa de Dios.

27 Estos moraban alrededor de la casa de Dios, porque tenían el cargo de guardarla, y de abrirla todas las mañanas.

28 Algunos de éstos tenían a su cargo los utensilios para el ministerio, los cuales se metían por cuenta, y por cuenta se sacaban.

29 Y otros de ellos tenían el cargo de la vajilla, y de todos los utensilios del santuario, de la harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias.

30 Y algunos de los hijos de los sacerdotes hacían los perfumes aromáticos.

31 Matatías, uno de los levitas, primogénito de Salum coreíta, tenía a su cargo las cosas que se hacían en sartén.

32 Y algunos de los hijos de Coat, y de sus hermanos, tenían a su cargo los panes de la proposición, los cuales ponían por orden cada día de reposo.[a]*

33 También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra.

34 Estos eran jefes de familias de los levitas por sus linajes, jefes que habitaban en Jerusalén.

Genealogía de Saúl

35 En Gabaón habitaba Jehiel padre de Gabaón, el nombre de cuya mujer era Maaca;

36 y su hijo primogénito Abdón, luego Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab,

37 Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot;

38 y Miclot engendró a Simeam. Estos habitaban también en Jerusalén con sus hermanos enfrente de ellos.

39 Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal.

40 Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía.

41 Y los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz.

42 Acaz engendró a Jara, Jara engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa,

43 y Mosa engendró a Bina, cuyo hijo fue Refaías, del que fue hijo Elasa, cuyo hijo fue Azel.

44 Y Azel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel.

Footnotes:

  1. 1 Crónicas 9:32 Aquí equivale a sábado.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Permanece firme

Abril 16

Permanece firme

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Lectura bíblica: Mateo 5:10–12

Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:10

Cuando la maestra de Escuela Dominical preguntó quién estaba seguro de que iría al cielo y por qué, Raquel levantó enseguida la mano.

a1A Raquel le pareció una pregunta fácil. En pocas palabras explicó cómo Cristo había muerto por sus pecados y que por fe había confiado en él, y había comenzado una amistad eterna con Dios.
Cuando terminó de hablar, miró a su alrededor. Los demás chicos la observaban sorprendidos. Estaban asombrados de que ella había contestado voluntariamente la importante pregunta espiritual de la maestra.

De pronto, Raquel se sintió como la única chica en su clase de Escuela Dominical dispuesta a identificarse como creyente. Se puso colorada de vergüenza. Cuando la maestra le agradeció su excelente respuesta, Raquel deseó que la tragara la tierra.

Si te pusieras de pie sobre una silla en el patio de la escuela durante un recreo y te pusieras a predicar, puedes estar seguro de que tus compañeros se reirían de ti y que la monitora te haría bajar de la silla y callar. Pero a veces hasta los creyentes te pueden mirar mal por hacer lo correcto. Cualquiera que está dispuesto a ser contado como creyente tarde o temprano será perseguido, será tratado mal por lo que cree.

Pero Dios tiene una respuesta inusual para que pruebes la próxima vez que seas objeto de burlas por ser cristiano. ¡Quiere que lo festejes! ¿Por qué? Porque eres bienaventurado.

La palabra bienaventurado, creélo o no, en realidad significa ser feliz.

¡Qué raro es eso! ¿Ser feliz porque alguien se burla de ti? ¿A qué loco le gusta pasar vergüenza?
Pero Jesús dice que es para nosotros un honor sufrir por él.

Cuando permanecemos firmes en lo que creemos acerca de Dios y la verdad, obtendremos el apoyo de la mayoría de los creyentes y hasta nos ganaremos el respeto de algunos no creyentes. Por otra parte, ser bienaventurado no quiere decir que la vida será automáticamente fácil. Los demás nos observan. Algunos se burlan. Otros nos critican si hacemos algo mal, aunque sea algo insignificante.

Cuando se trata de elegir entre ganar un concurso de popularidad o ganarte la aprobación de Jesús, escoge siempre agradar a Jesús. A veces hacer lo correcto duele. Pero cobra ánimo. Si los amigos te rechazan por permanecer firme, no es realmente a ti que están rechazando. Es a Cristo.

PARA DIALOGAR
¿Alguna vez has sido objeto de burla o ignorado por algo que dijiste o hiciste como resultado de seguir a Jesús? ¿Cómo te ayudaron Dios, tu familia y buenos amigos cristianos a encarar la situación?

PARA ORAR
Señor, queremos permanecer firmes en lo que creemos acerca de ti. Necesitamos tu sabiduría para saber cuándo y cómo hacer lo mejor. ¡Enséñanos!

PARA HACER
Arriésgate hoy: Permanece firme cuando tus creencias como cristiano te dan la oportunidad de decir algo que vale la pena.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

«CREO QUE ESTÁ ABUSANDO DE [LA NIÑA]»

16 abr 2016

«CREO QUE ESTÁ ABUSANDO DE [LA NIÑA]»

cr

por Carlos Rey

a1En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio http://www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

«[Sufrí abuso] a los cinco años. Viví un infierno con mis padres alcohólicos.

»Actualmente…. siguen en el alcohol. Ahora crían a las hijas de mi hermana menor porque es drogadicta…. Hoy fui a visitarlos. ¡Mi madre estaba ebria con la niña de dos años, y mi padre con la niña de seis encerrado en el dormitorio! Creo que está abusando de ella. ¿Qué hago? No sé sí son ideas por el trauma, o estoy siendo cómplice de un crimen como ese. He llorado todo el día pensando que esta criatura pase por lo que yo pasé.

»¡Ayúdeme, por favor! Regresaron a mí la angustia y la tristeza sólo de pensarlo.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimado amigo:

»Lamento mucho que haya tenido una niñez tan difícil…. [Pero] nos quedó la duda en su caso si quien abusó de usted fue su padre o si fue otra persona. Si fue su padre, entonces usted tiene la prueba de que él es un pedófilo, y es urgente que asuma la responsabilidad de hacer lo necesario para impedir que su sobrina corra ese peligro. Si el país en que usted vive aplica todo el peso de la ley en los casos de pedófilos, entonces usted debe de inmediato dar parte a la policía de lo sucedido, contándoles también sus temores acerca de lo que pudiera estar ocurriéndole a su sobrina….

»Ahora bien, si su país no se preocupa por llevar a juicio a los pedófilos, o si lo que le sucedió a usted fue hace tanto tiempo que ya no puede procesarse judicialmente, entonces usted debe confrontar a su padre y también revelarles la verdad a sus demás familiares. Es necesario que ponga al descubierto ese secreto para que otros puedan comprender por qué su sobrina necesita que se le proteja.

»Sin embargo, si quien abusó de usted no fue su padre, entonces es posible que su propia experiencia haya afectado la manera como usted interpretó la situación que se está dando en el hogar de sus padres. En definitiva, debe seguir observando y constatando si hay o no alguna evidencia de abuso; pero si no tiene pruebas, no hay por qué formular ninguna acusación….

»Esas niñas, al crecer con una madre drogadicta y con abuelos alcohólicos, van a tener serios problemas emocionales que afrontar…. Usted y su esposa pueden servirles de ejemplo, y a medida que crezcan ustedes pueden enseñarles acerca de un Padre celestial que las ama y quiere darles una vida mejor. Busquen una iglesia en la que ofrezcan clases para niños y asegúrense de llevarlas con regularidad. Dios ha preparado a maestros amorosos que pueden influir positivamente en la vida de esas niñas si se les da la oportunidad.

»Nada de esto será fácil, pero con la ayuda de Dios y el respaldo de su esposa, usted puede hacer lo debido. Las fuerzas para lograrlo vienen del Señor,1 así que pídale que lo ayude.

»¡Anímese!»

Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo ingresar en el sitio http://www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 247.


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