Aprovechando al máximo los materiales VIVIR LA BIBLIA
La formación espiritual del niño
Betty S. de Constance
Parte 3
Una metodología práctica para la enseñanza bíblica de los niños
Capítulo 13
Aprovechando al máximo los materiales VIVIR LA BIBLIA
En mi experiencia a través de los años, en las iglesias evangélicas he encontrado muchas personas con una gran disposición de trabajar con los niños. Ellos se sienten desafiados con la idea de que Dios pueda usarlos para bendecir la vida de los niños. Sin embargo, hay algo que siempre desanima a este gran ejército de voluntarios. Es la falta de materiales adecuados para enseñar correctamente la Biblia. La mayoría de estos voluntarios “se las arregla” por un tiempo, utilizando cualquier recurso que puedan conseguir a duras penas. Pero la constante presión de tener una lección nueva cada semana hace que pronto se desanimen y quieran abandonar su compromiso inicial. Algunos, después de años de luchar a solas, se dan por vencidos y dejan para siempre el ministerio con los niños. El reclamo constante que he escuchado en mis viajes a través de América Latina es la falta de materiales didácticos para la enseñanza de la Biblia.
Desde hace más de veinte años he pensado en esta realidad y trabajado para solucionarlo. Los materiales que ahora escribo, junto con un grupo de colaboradores, representa una filosofía particular de enseñanza que quiero explicar.
Lecciones que siguen un orden cronológico
Los materiales, conocidos ahora como VIVIR LA BIBLIA, han sido escritos pensando en las realidades de las iglesias evangélicas de América Latina. Una queja común de muchos maestros es que la mayoría de los materiales que se consiguen para uso en las escuelas dominicales cubren algunas partes de la Biblia y nada más. Como resultado, los niños terminan estudiando vez tras vez los mismos personajes y los incidentes más destacados de la Biblia. Para tratar de corregir ese error nos hemos propuesto escribir materiales educativos siguiendo un orden cronológico, es decir, un orden en relación de las fechas de los sucesos o los incidentes con el tiempo. Esto permite que el niño que es fiel en su asistencia a la escuela dominical por tres años recibirá una vista panorámica de la parte narrativa de la Biblia. La parte narrativa se refiere a los eventos en la vida de personajes. Por supuesto, no se pretende incluir todas las historias que se encuentran registradas en la Biblia, sino que se han elegido aquellos incidentes y personajes más adecuados al proceso de aprendizaje del niño. Utilizando este método, el niño (y su maestro) se salvará de estudiar año tras año las mismas historias, dejando de lado mucha riqueza bíblica sin conocer. No se busca que el niño conozca todo lo que dice la Biblia puesto que hay partes que él no va a poder entender. Si son difíciles para el adulto, cuánto más para el niño. Más bien la finalidad es que el niño reciba el efecto de la enseñanza de la Biblia por medio de su correcta aplicación a su vida.
Esto no quiere decir que forzosamente las lecciones de VLB tienen que ser enseñadas en cierto orden o sino no sirven. Más bien se trata de enlazar una serie con la siguiente para darle una continuidad correcta.
Ayudas visuales actualizadas
Otra característica que se ha tomado en cuenta al preparar estos materiales es el reconocimiento de que los niños tienen ciertas limitaciones particulares en el aprendizaje. El niño no aprende de la misma manera en que lo hace el adulto. Para el adulto, la explicación verbal de algún elemento desconocido generalmente le basta para elaborar y entender el concepto. Pero para el niño no es así. Como todavía su vocabulario no está muy desarrollado, muchas de las palabras que no conoce las interpreta a base de sus limitadas experiencias y les da a ellas el significado que encuadra con su experiencia de vida.
En una ocasión una maestra contó a su clase la historia de Jesús hablando con la mujer samaritana mientras estaba sentado al lado de un pozo. Para su sorpresa, cuando los niños repasaron la historia, hablaron de Jesús sentado en la calle. Al reflexionar, la maestra se dio cuenta de que su clase se componía de niños de la ciudad y que los únicos “pozos” que conocían eran los que se formaban en el asfalto de las calles. La idea mental de los niños de un Jesús sentado en plena calle hablando con una mujer era perfectamente coherente con su limitada experiencia.
Los padres y maestros tienen múltiples ejemplos parecidos a éste que muestran las limitaciones del vocabulario de un niño. Nuestra primera reacción a una situación así es de reírnos frente a su ignorancia. Sin embargo, es el adulto que tiene la culpa por dar por sentado que los niños entienden ciertos detalles, ignorando que éstos sólo sirven para confundir al niño. Ésta es una de las razones fundamentales por usar material visualizado en la enseñanza de los niños. Una figura, lámina o dibujo le sirve al maestro como un respaldo seguro en su enseñanza, haciendo más probable que el niño comprenda lo que se está explicando. Por eso, cada lección de los materiales VLB incluye elementos visualizados para lograr claridad en la enseñanza. Las partes visualizadas contienen un estilo de dibujo que se podría llamar “caricatura respetuosa”, creados por Clemente Montag, un talentoso dibujante cristiano argentino. Su estilo hace más fácil cruzar las diferencias culturas y lograr un nivel de identificación de parte de los niños de diversas naciones. Hemos comprobado que sus ilustraciones bíblicas y de la vida real logran una respuesta positiva en los niños y esto ayuda para que la enseñanza sea agradable y quede fijada en su mente.
Las actividades participativas
Muchos educadores experimentados nos aseguran que el niño no hace suyo ningún elemento aprendido si no participa en alguna expresión propia de ese concepto. La regla didáctica inalterable es ésta: el niño aprende participando. Esto rige también en cuanto al aprendizaje de los valores cristianos. La meta es que el niño internalice o asuma los valores que va aprendiendo con relación a la vida cristiana. El paso esencial en el proceso del aprendizaje de estos valores es la oportunidad de ponerlos en práctica en circunstancias acordes con sus experiencias de niño.
A pesar de este fundamento pedagógico para la enseñanza, es sorprendente cuán pocos de los materiales para la enseñanza de la Biblia a los niños contienen ayudas para una correcta aplicación de la lección. Se da por sentado que el maestro tendrá la capacidad y experiencia como para poder hacer esa aplicación. Creo que seguimos el modelo que tenemos en los mensajes del pastor en donde, por lo general, no hay una aplicación específica que ayude a los oyentes a poner en práctica lo que han escuchado. Se supone que la gente lo hará a su modo. Pero en mi experiencia como educadora y directora de programas educativos, ésta es precisamente el área donde fracasamos en la enseñanza de la Biblia. Nunca debemos dar por sentado que las personas sabrán hacer su propia aplicación, mucho menos que los niños lo podrán hacer.
Es por eso que desde un comienzo nos hemos propuesto proveer los elementos necesarios para que el maestro pueda hacer la aplicación de la verdad bíblica a su clase de escuela dominical. En los materiales VLB se encuentran instrucciones detalladas para lograr este fin. Se hace esto a través de una diversidad de actividades: estudio de casos, rol-plays, dramatizaciones, diálogos, canciones, juegos y actividades diversas utilizando visuales. Generalmente estas actividades se llaman “la aplicación”. Yo prefiero el término sugerido por la profesora Ana Somoza, “transferencia a la vida” porque estamos tratando de trasladar la enseñanza de la lección bíblica a la realidad de la vida del niño. Los maestros que han estado usando por un tiempo los materiales VLB comentan que son las aplicaciones detalladas lo que realmente distingue a los materiales. Este énfasis sobre la participación del niño ha sido la razón de incluir también una manualidad como parte de cada lección. La enseñanza básica de cada lección está sintetizada en el trabajo manual, de modo que el niño pueda llevar a su casa un elemento que refuerce lo que aprendió en esa clase, algo sobre lo cual siente orgullo porque es algo elaborado por él.
La división de las edades
Otro elemento que es importante aclarar tiene que ver con la división de las clases según las edades. Para los niños de menos de doce años, utilizamos únicamente dos divisiones: escolares y preescolares.
En la mayoría de las escuelas dominicales se hace una división para niños escolares de esta forma: niños de seis a ocho años y niños de nueve a once años. Esto es correcto porque es una división natural. En los materiales de VLB identificamos a los manuales para estas dos edades como Serie Escolar. Creemos que el niño debe tener seis años para comenzar este nivel porque, para aprovechar las lecciones, es necesario que sepa leer o, por lo menos, sepa identificar palabras. Los niños de seis años necesitarán una ayuda especial de parte del maestro porque aún no saben leer. Es obvio que al tener una posible diferencia de seis años en la edad de los alumnos, el maestro tendrá que adecuar la historia bíblica a la edad de la mayoría de la clase. En la mayoría de los manuales hay sugerencias específicas para la enseñanza de la lección según esta división. Las ayudas visuales sirven para clases de ambos niveles. Es oportuno señalar que los trabajos manuales pueden resultar difíciles para los niños de seis y siete años. Por lo tanto, el maestro tendrá que ir a la clase habiendo hecho en su casa parte del armado de la manualidad.
La otra división que utilizamos se denomina Serie preescolar y son las lecciones para niños de tres a cinco años. Esta serie está dirigida especialmente a niños de cuatro y cinco años, pero contienen muchas actividades que los niños de tres años pueden aprovechar. Niños menores de tres años no deben formar parte de estas clases.
La duración de las clases
Otro elemento que forma parte de nuestra filosofía educativa tiene que ver con la duración de las clases. El estudio de la Biblia es algo que requiere mucho tiempo. Sin embargo, el tiempo que tenemos disponible para la formación espiritual de los niños generalmente se reduce a una media hora, o quizá 45 minutos, por semana. Si comparamos este tiempo con las muchas horas por día que el niño pasa en la escuela, nos daremos cuenta qué difícil, por no decir imposible, es la tarea de tener que enseñar las verdades bíblicas en un tiempo tan reducido. Sabemos que en el sentido práctico no nos quedan muchas opciones. Hemos elegido extender algo el tiempo de las clases. Por eso las lecciones de VLB han sido planeadas para ocupar una hora y media de tiempo. En muchas iglesias, el tiempo designado para clases de escuela dominical es de 25 a 30 minutos y en ese caso, las lecciones resultarán demasiado largas. Por eso algunos manuales traen sugerencias de cómo las lecciones pueden ser enseñadas en dos clases consecutivas. Otros manuales presentan un desarrollo específico para dos lecciones utilizando el mismo pasaje bíblico. Como estamos dedicados a la formación espiritual del niño, algo tan importante como lo es la formación intelectual, es necesario darle todo el tiempo posible. Entonces el niño se dará cuenta de la importancia del aprendizaje bíblico, porque se busca proveerle un tiempo agradable trabajando, compartiendo y jugando en su clase de la escuela dominical. Este tipo de enseñanza demanda más tiempo que los 30 minutos tradicionales.
Para que el maestro pueda tener el tiempo necesario para la lección, sugerimos algunas opciones.
1. Cuando los niños lleguen a la iglesia, llevarlos a la clase inmediatamente, sin que participen en una apertura de la escuela dominical.
2. Hacer que los niños participen en la apertura, pero permitirles que se queden en su aula hasta terminar la hora de la escuela dominical, sin participar en una clausura.
3. Dividir la lección en dos partes, para ser enseñada en dos domingos consecutivos. En cada manual hay instrucciones específicas para seguir este método. Creo que esta tercera opción es la más adecuada y la que menos altera el programa ya establecido para la escuela dominical.
Hay ciertas tradiciones que se siguen en las iglesias evangélicas que deben ser evaluadas. Por ejemplo, generalmente la apertura y la clausura de la escuela dominical, tan tradicionales en algunas iglesias, no están dirigidas a ninguna edad en particular ni tampoco cumplen una finalidad clara. En la práctica, lamentablemente, la apertura sirve para ocupar el tiempo en algunos cantos, anuncios o un mini-sermón, esperando que lleguen los alumnos que habitualmente aparecen tarde. En la clausura se espera que los alumnos repitan el texto bíblico que se ha aprendido ese domingo, obligando a que el maestro dedique una buena parte del tiempo de la clase a la memorización apurada de un versículo. Dada esa realidad, sería mucho mejor hacer un cambio en la estructura de la escuela dominical para que los niños aprovechen todo el tiempo posible aprendiendo de la Biblia en un contexto adecuado con sus necesidades.
Cuando en 1990 se fundó Publicaciones Alianza, se estableció que sería una editorial dedicada exclusivamente a la educación cristiana. Una de las metas de la editorial es mejorar la enseñanza bíblica en el ámbito niño y adolescente, proveyendo ayudas prácticas para ese fin. Otra es proveer talleres y encuentros de maestros para ayudar a cambiar las actitudes tradicionales y sugerir métodos para mejorar la enseñanza espiritual de la niñez. Y una tercera meta es la de ayudar a las iglesias a cambiar las estructuras tradicionales de la escuela dominical para que se dedique más tiempo a la enseñanza en sí de los niños. Es alarmante ver hoy día que hay iglesias que han decidido no tener una escuela dominical, o una enseñanza sistemática para la niñez, creyendo que ya no sirve. ¡Eso es trágico!
En alguna medida, nuestra visión para que se logren estas metas se va cumpliendo. Aunque nunca podremos decir que la tarea está cumplida, de a poco veo que nuestra visión se encarna en muchos otros, quienes harán los cambios que, con el andar de los años, nuestra sociedad nos obliga hacer. Los que mantienen viva esta visión la llevarán a nuevas alturas. Pido que el Señor nos conceda la humildad de cambiar lo que es necesario para educar mejor a los niños y adolescentes de nuestras iglesias y proveerles los elementos para la formación espiritual de sus vidas.
De Constance, B. S. (2004). La formación espiritual del niño (3a edición, pp. 109–117). Buenos Aires, Argentina: Publicaciones Alianza.


