Orientación para maestros de adolescentes y jóvenes

La formación espiritual del niño

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Betty S. de Constance

Parte 3

Una metodología práctica para la enseñanza bíblica de los niños

Capítulo 17

Orientación para maestros de adolescentes y jóvenes

a1La etapa de la adolescencia es un tiempo caracterizado por los cambios físicos, sociales y cognoscitivos en el desarrollo de la persona. Durante esa fase de la vida, el adolescente tiene como tarea principal la de formar y consolidar su identidad. Con su capacidad de ir independizándose, el adolescente enfrenta el nuevo desafío de tomar decisiones que van a afectar su vida de adulto. Tiene que construir su propia escala de valores, sus identificaciones con lo que espera llegar a lograr, y una definición de sí mismo. No es una tarea fácil, pero le es mucho más leve si puede contar con el respaldo y soporte de adultos cercanos que lo aman y que le ofrecen modelos de vidas íntegras.

La adolescencia es también una etapa muy importante en el desarrollo espiritual. En medio de todos los cambios en su vida, el adolescente puede abrirse a Dios de una forma nueva y genuina, experimentando una relación personal y comprometida con el Señor. Pero la vida del adolescente puede también llevarlo a muchos altibajos en sus emociones y generalmente tiene que enfrentar nuevas dudas, desilusiones y tentaciones. Por eso es importante que la familia y la iglesia estén preparados para guiar al adolescente en una vida auténtica y dinámica en el Señor.

La serie Adolescentes está preparada como herramienta para el desafío de acompañar al adolescente en su vida. Los libros tienen como objetivo que los alumnos puedan conocer personalmente a Jesucristo y crecer en él. Los temas tratados en cada libro apuntan a la vida real del adolescente y le ofrecen una base bíblica para ir tomando decisiones y formando su identidad en Cristo. El adolescente mismo descubre por sí mismo los principios bíblicos mientras aprende a estudiar e investigar la Palabra.

En cada lección hay actividades que procuran que el alumno adquiera conocimientos bíblicos. Se busca confrontar lo que la Biblia enseña con la práctica de la sociedad o con la opinión personal. Las Escrituras tienen un mensaje para hoy, el que en muchas ocasiones contradice la enseñanza popular. Es necesario que el adolescente descubra el mensaje de Dios y que, de esta manera, sea transformado por las Escrituras.

Una característica importante del adolescente es el valor que tiene para él la pertenencia a un grupo. Las lecciones están escritas para que los alumnos puedan crecer también como grupo y compartir sus experiencias, ideas y pensamientos. Pueden ser usadas tanto para el discipulado como para la enseñanza de una clase. Las lecciones son participativas y prácticas, enfocadas a las necesidades y a la vida del adolescente.

Las partes de la clase

La incentivación o introducción

Ésta es la primera y, según algunos expertos en educación, la parte más importante de la clase, ya que del éxito de esta actividad depende que el resto de la clase tenga algún afecto en la vida de los alumnos. En la incentivación se busca atraer la atención de los alumnos. Pero, por otro lado, una buena incentivación predispone al alumno a integrar los conocimientos adquiridos en el desarrollo de la lección con su vida diaria. El maestro, entonces, preparará esta parte de la clase con mucho cuidado y atención, utilizando los distintos métodos sugeridos.

El desarrollo de la lección o los tiempos de estudio y reflexión

Esta sección hace hincapié en la adquisición de conocimientos bíblicos. Se busca que el alumno conozca nuevas verdades de la Palabra de Dios. El mensaje de las Escrituras siempre es pertinente a nuestra situación, pero debemos encontrar formas nuevas para aplicar estas verdades bíblicas a la vida. Para cumplir correctamente la Palabra de Dios, debemos conocer la realidad en la cual estamos inmersos; por ello, en casi todas las actividades, el alumno deberá reflexionar acerca de su situación y su entorno.

En las lecciones se utiliza una Hoja de Trabajo (HT) que se fotocopia para cada alumno. El maestro funciona como una guía para lograr que cada pequeño grupo de trabajo, analice y descubra por sí mismo cuáles son las enseñanzas bíblicas. Todos los alumnos deben tener la oportunidad de participar en clase. Una persona aprende mucho más cuando descubre las cosas por sí misma. Por otra parte, el adolescente necesita interactuar con el grupo y confrontar sus ideas y creencias con los demás. De esta manera, va definiendo y afirmando sus valores y su fe en Dios. Además, las lecciones sirven para fortalecer el sentido de grupo y lograr que ellos tengan un lugar para ser escuchados y aceptados mientras comparten el crecimiento espiritual.

La aplicación y conclusión

No es suficiente conocer las verdades de Dios, hay que vivirlas. Esta sección apunta a la aplicación práctica de estos principios. El alumno descubre cómo ponerlos en práctica en su vida. Usando varios métodos, la conclusión engloba los elementos manejados durante la clase, llevando al alumno a un compromiso de vida con el Señor Jesús.

Bibliografía recomendada

Benson, C. A. El arte de enseñar. Miami, Editorial Caribe, 122 páginas.

Benson, C. H. La escuela dominical en acción. San José, Editorial Caribe, 1971. 122 páginas.

Bolton, Barbara. Ayudando a los pequeños. Terrassa, Editorial CLIE, 1982. 202 páginas.

Bolton, Barbara y Charles Smith. Trabajando con los niños. Terrassa, Editorial CLIE, 1982. 202 páginas.

Campbell, Ross. Si amas a tu hijo. Caparra Terrace, Editorial Betania, 1986. 144 páginas.

Dobson, James. Atrévete a disciplinar. Miami, Vida, 1976. 223 páginas.

——— Cómo criar a un niño especial. Terrassa, Editorial CLIE, 1979. 250 páginas.

——— La felicidad del niño. Miami, Editorial Vida, 1978. 206 páginas.

——— El amor debe ser firme. Miami, Editorial Vida, 1990. 288 páginas.

Drescher, John. Siete necesidades básicas del niño. El Paso, Editorial Mundo Hispano, 1983. 112 páginas.

Gangler, Kenneth. 24 Ideas para mejorar su enseñanza. Puebla, México, Ediciones Las Américas, 1992. 166 páginas.

Hancock, Maxine. Vidas en formación. Los años preescolares. Miami, Editorial Vida, 1979. 222 páginas.

Haytead, Wesley. No se puede empezar demasiado pronto. Terrassa, Editorial CLIE, 197. 144 páginas.

Hendricks, Howard G. Enseñando para cambiar vidas. Editorial Unilit, 1990. 142 páginas.

Larson, Jim. Disfrute enseñando. Terrassa, Editorial CLIE, 1978. 118 páginas.

LeBar, Lois y Miguel Berg. Llamados a enseñar. Miami, Editorial Caribe, 1977. 159 páginas.

LeBar, Lois. Rosita asiste a la clase de prepárvulos. Puebla, México, Ediciones Las Américas, S/F. 223 páginas.

Martin, William. Fundamentos para el educador evangélico. Miami, Editorial Vida, 1987. 112 páginas.

Mijares, L. y V. Campbell. Manual para el departamento cuna. El Paso, Casa Bautista de Publicaciones, 1960. 100 páginas.

Mow, Anna. Tu hijo, del nacimiento al nuevo nacimiento. Terrassa, Editorial CLIE, 1975. 109 páginas.

Pearmar, Myen. Enseñando con éxito en la escuela dominical. Miami, Editorial Vida, 1991. 127 páginas.

Perez, Humberto. El maestro y la forma de la verdad. Editorial Caribe, 1995. 240 páginas.

Somoza, Ana. Aprendiendo a enseñar la Biblia. Buenos Aires, Publicaciones Alianza, 1990. 174 páginas.

Strauss, Richard. Hijos confiados y cómo crecen. Caparra Terrace, Editorial Betania, 1977. 183 páginas.

Stuckland, Jenell. Cómo guiar a los preescolares. El Paso, Casa Bautista de Publicaciones, 1988. 240 páginas.

Town, Elmar. La escuela dominical dinámica. Miami, Editorial Vida, 1979. 175 páginas.

Willis, Wesley R. La enseñanza eficaz, Puebla, México, Ediciones Las Américas, 1993. 119 páginas.

Zuck, Roy B. Poder espiritual en la enseñanza. Puebla, México, Ediciones Las Américas, 1973. 126 páginas.

De Constance, B. S. (2004). La formación espiritual del niño (3a edición, pp. 165–170). Buenos Aires, Argentina: Publicaciones Alianza.

Sufrimiento con propósito

Sufrimiento con propósito

4/22/2016

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Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre. (Hebreos 6:20)

El propósito de Cristo al llevar nuestros pecados en la cruz y soportar las tinieblas de la muerte fue abrir el camino hacia Dios. El apóstol Pedro dijo que Cristo murió “para llevarnos a Dios” (1 P. 3:18). Dios mostró simbólicamente esa verdad al rasgar el velo del templo de arriba abajo, abriendo el lugar santísimo al acceso inmediato de todos los adoradores (Mt. 27:51). Como sacerdotes, todos los creyentes pueden entrar a la presencia de Dios (1 P. 2:9; He. 4:16).

El verbo griego traducido como “pueda llevarnos” (1 P. 3:18) expresa el propósito de la obra de Jesús. Se empleaba a menudo el verbo cuando se estaba presentando a alguien. La forma nominal de la palabra se refiere al que hace la presentación. En la época de Cristo, los funcionarios de las cortes antiguas controlaban el acceso al rey. Una vez que estaban convencidos del derecho de ese acceso de una persona, el funcionario llevaba a esa persona a la presencia del rey. Y esa es precisamente la función que Jesucristo desempeña por nosotros ahora. Como Él dijo: “Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn. 14:6). Él vino para llevarnos a la presencia del Padre.

http://www.gracia.org/recursos.aspx?page=Devocional

11. LA SOLEDAD

11. LA SOLEDAD

David Logacho
2016-04-22

a1Saludos cordiales amable oyente. Es motivo de gran gozo para mí darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada Gigantes al Acecho. Cuando hablo de gigantes no me refiero a alguna raza de superhombres sino a cosas contra las cuales todos tenemos que luchar en nuestra vida cristiana. Estas cosas pueden ser el desánimo, la crítica, el temor, el chisme, la culpa, la dureza de corazón, el complejo de inferioridad, los celos. Todas estas cosas son como poderosos gigantes que si llegan a dominarnos nos causarán gran aflicción. En nuestros estudios bíblicos anteriores sobre este mismo tema, ya hemos visto como podemos librarnos de al menos los gigantes que he mencionado. El problema es que existen más de esos gigantes y es así como en el estudio bíblico de hoy vamos a hablar acerca de otro poderoso gigante que se llama soledad.

Otro poderoso gigante es la soledad. Casi a cualquier lugar donde dirijamos nuestra mirada encontramos personas solitarias. Millones de personas sufren de aislamiento, pensando que nadie les ama, o peor aun pensando que no tienen ningún valor. Personas así viven atormentadas porque se encuentran completamente solas en el mundo a pesar que probablemente tengan a mucha gente a su alrededor. Alguien que trabaja con jóvenes ha dicho que probablemente un 95% de ellos se encuentra en un estado de soledad. Quizá esto explique el alto índice de suicidios entre la juventud. La soledad es un gigante terrible, puede hacer que nos sintamos tan miserables, deprimidos y desanimados que pensamos que lo mejor sería morir. Quizá valga la pena pensar en cómo una persona puede quedar atrapada en las temibles garras de ese gigante llamado soledad. Existen varias puertas que este poderoso gigante utiliza para entrar a nuestra vida y arruinar nuestra existencia. La primera se llama rechazo. Si por algún motivo hemos sufrido algún tipo de rechazo en el pasado, es posible que sintamos que no valemos nada, lo cual nos conducirá al desconsuelo y a la autocompasión. Con una mentalidad así marcada, evitaremos el contacto con la gente para evitar el tan temido rechazo. La soledad aunque sea dolorosa será una especie de autoprotección para evitar mayores heridas. La segunda puerta por donde puede entrar el gigante de la soledad se llama burla. Si alguien se burla de nosotros, ya sea de lo que somos o de lo que hacemos o de lo que decimos, nos sentiremos profundamente heridos en nuestro amor propio. Para evitar seguir siendo heridos echaremos mano de la soledad como mecanismo de autodefensa. Los padres somos muy propensos a burlarnos de nuestros hijos. Al hacerlo estamos abriendo una gran brecha en su amor propio, por la cual perfectamente podría entrar el gigante de la soledad. La tercera puerta por la cual puede entrar el gigante de la soledad es la separación. Un cambio de casa nos puede separar de nuestros mejores amigos y potencialmente nos puede sumir en la soledad. La muerte de un familiar puede separarnos de la persona que tanto hemos amado y arrojarnos a una terrible soledad. Un divorcio puede separar a dos personas que han estado juntas por años y conducir al profundo abismo de la soledad. La cuarta puerta por la cual puede penetrar el gigante de la soledad a nuestra vida es el pecado no confesado. Un pecado no confesado crea un fuerte sentimiento de culpa. En el huerto de Edén, la desobediencia no sólo erigió una barrera entre Dios y el hombre, sino entre el hombre y su mujer. Una vez que cayeron en pecado se convirtieron en seres egoístas y corruptos. Su maldad creció a partir de ese acto y continuó separándolos. El pecado separa, aísla, conduce a la soledad. Si la soledad ya ha entrado a su vida, debe haber atravesado por alguna de estas puertas. Quizá usted podría identificar por cuál de esas puertas entró ese poderoso gigante llamado soledad. Pero en realidad, lo que más le interesa a usted es saber como sacar a ese poderoso gigante de su vida. Bueno, permítame sugerir estas ideas. Primero, establezca o fortalezca su relación personal con Dios. Si usted no es creyente, está separado de Dios y eso puede ser la fuente de su soledad. Pero Cristo murió en la cruz del Calvario para que usted no continúe separado de Dios. Si quiere estar unido a Dios, lo único que debe hacer es recibir a Cristo como su Salvador. Si usted ya tiene a Cristo como su Salvador y aún así sigue sintiéndose solo, necesita fortalecer su comunión con el Señor. A lo mejor existe algún pecado no confesado en su vida. Algo que solamente usted y Dios lo saben. Si ese es el caso, confiese ese pecado al Señor y apártese del mismo. A lo mejor siente amargura contra los que le han rechazado o contra los que se han burlado de usted, o aún contra Dios por haber permitido cosas que le han causado tanto dolor. Si es así, decídase a perdonar a los que le han causado daño y si su amargura es contra Dios, recuerde que él no puede fallar. Si Dios permitió aquello que le ha causado tanto sufrimiento es porque de alguna manera que tal vez no pueda entender por ahora, eso es para su propio bien. Segundo, procure establecer relaciones significativas con otros. ¿Por qué no puede hacer amistades con facilidad? Quizá está ahuyentando a otros por sus actitudes y sus acciones. Nadie desea relacionarse con una persona amargada, enojada, egoísta y centrada en sí misma. Evalúe cuáles son sus motivaciones a la hora de entablar una amistad con alguien. ¿Busca amistad para obtener algún provecho personal? Si es así, está mal motivado y eso puede ser la causa de su soledad. La amistad no es para sacar algo sino para dar algo. Tener amigos significa correr riesgos, como vernos traicionados o desilusionados, pero no hay otra manera de disfrutar de sus recompensas. Debemos estar listos a tender puentes de amistad y caminar sobre estos puentes confiadamente. Encontraremos que es muy satisfactorio pues el proceso llena nuestras necesidades sociales. Tercero, identifique si su soledad está de alguna manera relacionada con la amargura. Si ha sido lastimado de alguna manera en el pasado, probablemente no desee arriesgarse buscando otra amistad. Pero si persiste en actuar de esta forma negativa, estará impidiendo el proceso sanador que necesita llevarse a cabo. Si continúa abrigando sus resentimientos, quedará incapacitado para actuar con la honestidad y apertura que requieren para llenar sus vacíos sociales. Confiese este sentimiento a Dios y confíe en que él permitirá que tenga buenas relaciones con otros. Cuarto, no se abandone a la autocompasión. Si se pasa la vida sintiendo lástima de usted mismo, nunca saldrá de su soledad. Entre más tiempo se pase lamentando su desdicha, más profundas se harán sus heridas emocionales. La autocompasión es el recurso de los débiles. Deje de mirar hacia el pasado. Cúbralo con la sangre de Cristo y mire el futuro con esperanza. Quinto, evite recluirse en la soledad. Si es una persona con tendencia a la soledad, minimice el tiempo que pasa solo o sola. Busque la comunión con otras personas. Aunque sus emociones le aconsejen a quedarse en su cama todo el día, no se deje dominar de este sentimiento. Fortalézcase en el Señor y busque la compañía de otros. Sexto, busque maneras de ayudar a otros. No hay mejor terapia para salir de la soledad que el ocuparse en el servicio a otros. Cuando está sirviendo a otros, dejará de mirarse a usted mismo y estará forzado a poner su mirada sobre otros. Esto le ayudará a vencer su soledad. Séptimo, busque promesas en la palabra de Señor, que le motiven mirar a Dios como un ser personal, interesado aún en los detalles más insignificantes de su vida. Si Dios conoce aun el número de cabellos de nuestra cabeza, ciertamente que nuestra soledad no le será desconocida. La palabra infalible de Dios le mostrará que en realidad no está solo o sola, a pesar que usted así lo sienta. Note por ejemplo lo que dice la palabra del Señor en relación con su pueblo escogido Israel. Leo en Isaías 43:1-5 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.

Isa 43:2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

Isa 43:3 Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.

Isa 43:4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.

Isa 43:5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.

Si Dios cuida así de su pueblo Israel, ¿Piensa que lo hará menos con nosotros que somos sus hijos?

Otros oficiales de David

1 Crónicas 27-29

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Otros oficiales de David

a127:1  Estos son los principales de los hijos de Israel, jefes de familias, jefes de millares y de centenas, y oficiales que servían al rey en todos los negocios de las divisiones que entraban y salían cada mes durante todo el año, siendo cada división de veinticuatro mil.

Sobre la primera división del primer mes estaba Jasobeam hijo de Zabdiel; y había en su división veinticuatro mil.

De los hijos de Fares, él fue jefe de todos los capitanes de las compañías del primer mes.

Sobre la división del segundo mes estaba Dodai ahohíta; y Miclot era jefe en su división, en la que también había veinticuatro mil.

El jefe de la tercera división para el tercer mes era Benaía, hijo del sumo sacerdote Joiada; y en su división había veinticuatro mil.

Este Benaía era valiente entre los treinta y sobre los treinta; y en su división estaba Amisabad su hijo.

El cuarto jefe para el cuarto mes era Asael hermano de Joab, y después de él Zebadías su hijo; y en su división había veinticuatro mil.

El quinto jefe para el quinto mes era Samhut izraíta; y en su división había veinticuatro mil.

El sexto para el sexto mes era Ira hijo de Iques, de Tecoa; y en su división veinticuatro mil.

10 El séptimo para el séptimo mes era Heles pelonita, de los hijos de Efraín; y en su división veinticuatro mil.

11 El octavo para el octavo mes era Sibecai husatita, de los zeraítas; y en su división veinticuatro mil.

12 El noveno para el noveno mes era Abiezer anatotita, de los benjamitas; y en su división veinticuatro mil.

13 El décimo para el décimo mes era Maharai netofatita, de los zeraítas; y en su división veinticuatro mil.

14 El undécimo para el undécimo mes era Benaía piratonita, de los hijos de Efraín; y en su división veinticuatro mil.

15 El duodécimo para el duodécimo mes era Heldai netofatita, de Otoniel; y en su división veinticuatro mil.

16 Asimismo sobre las tribus de Israel: el jefe de los rubenitas era Eliezer hijo de Zicri; de los simeonitas, Sefatías, hijo de Maaca.

17 De los levitas, Hasabías hijo de Kemuel; de los de Aarón, Sadoc.

18 De Judá, Eliú, uno de los hermanos de David; de los de Isacar, Omri hijo de Micael.

19 De los de Zabulón, Ismaías hijo de Abdías; de los de Neftalí, Jerimot hijo de Azriel.

20 De los hijos de Efraín, Oseas hijo de Azazías; de la media tribu de Manasés, Joel hijo de Pedaías.

21 De la otra media tribu de Manasés, en Galaad, Iddo hijo de Zacarías; de los de Benjamín, Jaasiel hijo de Abner.

22 Y de Dan, Azareel hijo de Jeroham. Estos fueron los jefes de las tribus de Israel.

23 Y no tomó David el número de los que eran de veinte años abajo, por cuanto Jehová había dicho que él multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo.

24 Joab hijo de Sarvia había comenzado a contar; pero no acabó, pues por esto vino el castigo sobre Israel, y así el número no fue puesto en el registro de las crónicas del rey David.

25 Azmavet hijo de Adiel tenía a su cargo los tesoros del rey; y Jonatán hijo de Uzías los tesoros de los campos, de las ciudades, de las aldeas y de las torres.

26 Y de los que trabajaban en la labranza de las tierras, Ezri hijo de Quelub.

27 De las viñas, Simei ramatita; y del fruto de las viñas para las bodegas, Zabdi sifmita.

28 De los olivares e higuerales de la Sefela, Baal-hanán gederita; y de los almacenes del aceite, Joás.

29 Del ganado que pastaba en Sarón, Sitrai saronita; y del ganado que estaba en los valles, Safat hijo de Adlai.

30 De los camellos, Obil ismaelita; de las asnas, Jehedías meronotita;

31 y de las ovejas, Jaziz agareno. Todos estos eran administradores de la hacienda del rey David.

32 Y Jonatán tío de David era consejero, varón prudente y escriba; y Jehiel hijo de Hacmoni estaba con los hijos del rey.

33 También Ahitofel era consejero del rey, y Husai arquita amigo del rey.

34 Después de Ahitofel estaba Joiada hijo de Benaía, y Abiatar. Y Joab era el general del ejército del rey.

Salomón sucede a David

28:1  Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey, los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda la hacienda y posesión del rey y de sus hijos, y los oficiales y los más poderosos y valientes de sus hombres.

Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar.

Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.

Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.

Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.

Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día.

Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel, congregación de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos los preceptos de Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros perpetuamente.

Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.

10 Mira, pues, ahora, que Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y hazla.

11 Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio.

12 Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas.

13 También para los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para toda la obra del ministerio de la casa de Jehová, y para todos los utensilios del ministerio de la casa de Jehová.

14 Y dio oro en peso para las cosas de oro, para todos los utensilios de cada servicio, y plata en peso para todas las cosas de plata, para todos los utensilios de cada servicio.

15 Oro en peso para los candeleros de oro, y para sus lámparas; en peso el oro para cada candelero y sus lámparas; y para los candeleros de plata, plata en peso para cada candelero y sus lámparas, conforme al servicio de cada candelero.

16 Asimismo dio oro en peso para las mesas de la proposición, para cada mesa; del mismo modo plata para las mesas de plata.

17 También oro puro para los garfios, para los lebrillos, para las copas y para las tazas de oro; para cada taza por peso; y para las tazas de plata, por peso para cada taza.

18 Además, oro puro en peso para el altar del incienso, y para el carro de los querubines de oro, que con las alas extendidas cubrían el arca del pacto de Jehová.

19 Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.

20 Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.

21 He aquí los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para todo el ministerio de la casa de Dios, estarán contigo en toda la obra; asimismo todos los voluntarios e inteligentes para toda forma de servicio, y los príncipes, y todo el pueblo para ejecutar todas tus órdenes.

29:1  Después dijo el rey David a toda la asamblea: Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; él es joven y tierno de edad, y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios.

Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia.

Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios:

tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas;

oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?

Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente.

Y dieron para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro, diez mil talentos de plata, dieciocho mil talentos de bronce, y cinco mil talentos de hierro.

Y todo el que tenía piedras preciosas las dio para el tesoro de la casa de Jehová, en mano de Jehiel gersonita.

Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente.

10 Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo.

11 Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.

12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.

13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.

14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.

15 Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura.

16 Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.

17 Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.

18 Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti.

19 Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho preparativos.

20 Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey.

21 Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel.

22 Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

23 Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.

24 Y todos los príncipes y poderosos, y todos los hijos del rey David, prestaron homenaje al rey Salomón.

25 Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel.

Muerte de David

(1 R. 2.10-12)

26 Así reinó David hijo de Isaí sobre todo Israel.

27 El tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta años. Siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres reinó en Jerusalén.

28 Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón su hijo.

29 Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente,

30 con todo lo relativo a su reinado, y su poder, y los tiempos que pasaron sobre él, y sobre Israel y sobre todos los reinos de aquellas tierras.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Si fueras sólo uno

Abril 22

Si fueras sólo uno

devocionales_para_la_familia

Lectura bíblica: 1 Corintios 6:18–20

¿O no sabéis… que no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio. 1 Corintios 6:19, 20

a1Teresa se encogía de hombros cuando oía decir que la muerte de Jesús por ella era prueba de su amor. Se sentía perdida en un gentío.
—Sí, ya sé, Jesús murió por mis pecados —protestaba—, pero no murió sólo por mí. Murió por todo el mundo. Yo apenas soy una entre millones que ha recibido el perdón de Dios.

Tema para comentar: ¿Alguna vez te sientes como si la muerte de Jesús no te indicara realmente cuánto Dios te ama, porque eres sólo uno entre tantos?
Sí, eres un creyente entre muchos millones. ¡Pero no por eso vales ni un céntimo menos para Dios! Y ésta es la razón: ¡Si fueras la única persona en el planeta, de igual forma, Cristo hubiera muerto por ti!

La Biblia da prueba de ese hecho: Cuado Dios hizo su promesa de rescatar a los seres humanos del pecado, había sólo dos personas en el mundo. En cuanto Adán y Eva pecaron, Dios prometió herir la cabeza de Satanás. (Dios estaba hablando de la victoria que la muerte de Cristo en la cruz produciría; ver Génesis 3:15). Ahora bien, aquí es donde entras tú. Si tú hubieras estado en el jardín del Edén, en lugar de Adán y Eva, tú también hubieras desobedecido a Dios. Y también hubieras recibido la grandiosa promesa de salvación. Garantizado.

Teresa sabía que la cruz tiene que ver con el pecado y el perdón. Pero nunca había pensando en por qué Dios se había molestado en enviar a Jesús para morir por ella, por qué creía que ella valía el increíble precio de su Hijo para que fuera perdonada. Era todo porque ella era digna de ser amada.

Esa es una noticia tremenda para todos nosotros, porque Teresa no es la única criatura valiosa para Dios. Tú también vales la muerte de su Hijo. ¿Lo dudas? Entonces escucha lo que dice la Biblia en 1 Corintios 6:19, 20: “¿O no sabéis… que no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio”. Ahora trata de personalizar estos versículos. Dilos en voz alta varias veces y permite que saturen tu cerebro. “Soy tan valioso para Dios que él me compró a un gran precio”.

¿Qué sientes al saber que Dios te ama tanto que pagó un precio enorme por ti, no por nada que hayas hecho, sino simplemente porque te considera de valor? Dios te dice: “Eres valioso”. ¿Qué dices tú acerca de cuánto vales?

PARA DIALOGAR
Explícalo en tus propias palabras: ¿Cómo sabes que la muerte de Cristo indica lo valioso que eres para él?

PARA ORAR
Señor, Señor, apreciamos el valor que nos adjudicas. Y estamos agradecidos por la prueba del valor que nos diste al enviar a tu Hijo a morir por nosotros.

PARA HACER
Tú tienes un amigo que necesita escuchar esta buena noticia. ¡A contársela!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.

«EL MAL DE DON QUIJOTE»

22 abr 2016

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«EL MAL DE DON QUIJOTE»

por Carlos Rey

(Día Internacional del Libro y del Autor y Aniversario de la Muerte de Miguel de Cervantes)

a1«Fue llevado un día ante el doctor X…, [psiquiatra] notable de Río de Janeiro, un curioso enfermo, víctima de una singular manía….

»—Es preciso extraerlo —raciocinaba el loco—. El corazón es una víscera absolutamente tonta… No pasa de ser un estúpido fuelle, que sopla sangre por las arterias, en lugar de aire… La ciencia puede cambiarlo por un aparato cualquiera, que lo sustituya en su función de centro circulatorio, evitando, con todo, las regalías morales de que disfruta la tal víscera que he mencionado.

»”… Si el corazón se contentara con su papel fisiológico de fuelle, de bomba de compresión, y se estuviese allá, modestamente, en el fondo de su cárcel de costillas, trabajando oscuro y honrado en sus diástoles y sístoles, no exigiría que se me extrajese, como un obstáculo que me corrompe el organismo y la vida; pero el intruso olvida que nació para fuelle; se mete en los dominios de la existencia moral, en plena competencia con el sensato cerebro, y comete, entonces, cuanta estupidez logre hacer….

»”En la familia, el corazón produce al enamorado: un tonto; en la sociedad, al héroe: otro tonto; en la literatura, al sentimental: otro tonto; en la filosofía, al melancólico: un tonto más…

»”Ridículo, miserable, profundo, es lo propio de las víctimas del corazón….

»”Poner término a este mal me parece un deber elemental de la ciencia. Se sabe que el origen del mal está ahí, palpitando, a la altura de la cuarta y la quinta costilla…

»”Sí, mi querido doctor. ¡Ya es hora de echar mano a los frenos de la fatigada cabalgadura de don Quijote, quien va paseando desastradamente la gesticulación huesuda de su entusiasmo caballeresco por entre el escarnio de las generaciones!

»”¡Ya es hora de que termine este espectáculo del caballero de la Mancha, eternamente bueno, pero eternamente estúpido!…

»El médico, que asistía extasiado a la extraña disertación del loco, reflexionó un momento y luego dijo:

»—Esté usted tranquilo, amigo mío; no piense más en eso; voy a extirparle el corazón… voy a curarlo.1

De ahí que a este insólito cuento, que escribió en 1883 cuando tenía veinte años, el autor brasileño Raúl Pompeia le pusiera por título «El mal de Don Quijote». Curiosamente Pompeia mismo habría de fallecer doce años después, a escasos treinta y dos años de edad, en Río de Janeiro, donde había ocupado los cargos de director del Diario Oficial de la República y director de la Biblioteca Nacional.

Si bien sobra decir que al necio de este cuento de Pompeia no le convenía que ningún psiquiatra le extirpara el corazón, no está por demás señalar que sí le hubiera convenido conocer la verdad de los siguientes proverbios, escritos por el sabio Salomón, que aclaran que el corazón humano no es necesariamente ni tonto ni malo: «En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona.» «El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías», ya que «en el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen.»2

1- Raúl Pompeia, «El mal de Don Quijote», reproducido en Cuentos brasileños del siglo xix, trad. Elkin Obregón (Bogotá: Editorial Norma, 1992), pp. 181‑87.

2- Pr 27:19; 15:14; 14:33

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