HUMILLACIÓN DE LOS RICOS

HUMILLACIÓN DE LOS RICOS

la-verdad-para-hoy

10/22/2016

El que es rico, en su humillación.

Santiago 1:10

alimentemos_el_almaLos cristianos que no tienen que pasar por las pruebas de la vida relacionadas con la pobreza pueden regocijarse en su “humillación”, como señala el versículo de hoy. Cuando las pruebas que sufren los ayudan a comprender que sus posesiones no pueden dar la verdadera felicidad ni el contentamiento, entenderán que dependen de las verdaderas riquezas de la gracia de Dios. El cristiano rico puede regocijarse cuando sabe que las bendiciones materiales son solo temporales y que las riquezas espirituales son eternas.

Las pruebas humillan a todos los creyentes al mismo nivel de dependencia de Dios. El dinero no saca a las personas de sus problemas, aunque pudiera resolver algunos problemitas económicos. Cuando se pierde a una hija, a un hijo, a una esposa o a un esposo, no importa cuánto dinero se tenga. Ninguna cantidad va a sacarlo a uno de semejante prueba.

Seamos pobres o ricos, sufrimos pruebas para que nos ayuden a reconocer humildemente que nuestros recursos están en Dios.

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Un Hogar Común Puede Ser un Lugar Santo

Un Hogar Común Puede Ser un Lugar Santo

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Barbara Peil

alimentemos_el_almaLa palabra santo significa “apartado” para un propósito específico –así como los manteles y los platos que usted utiliza en los días festivos. Como un lugar en donde la verdad de Dios y la de Su Palabra es modelada, su hogar puede ser un lugar santo –apartado para que Sus hijos crezcan. “¿Nuestro hogar? ¿Santo?” ¡Sí! Pero. . .

Comienza desde Arriba.

La decisión de hacer su hogar un lugar santo comienza con la elección suya y la de su pareja al hacer su relación con el Señor parte de sus vidas diarias. Invite a Dios a ser parte de todas sus conversaciones, decisiones y relaciones que entran por su puerta. Al orar juntos, recuerden las cosas pequeñas. Recuerden también, la conversación espiritual no es reservada únicamente para el domingo.  De hecho, muchas veces…

Suceden Cenando Juntos.

En medio del “pásame las zanahorias” y “mastica con la boca cerrada, por favor” a menudo se presenta la oportunidad de hablar acerca de cómo su vida y la de sus hijos son diferentes porque aman a Dios. Como padre, ¿Por qué no comparte algo de lo que ha aprendido en su estudio bíblico, o algo que haya descubierto durante su tiempo de oración? Invite a que sus hijos participen –quizás hasta usted se sorprenderá de lo que Dios está haciendo en sus corazones. Pero recuerde…

Se Necesita de Un Buen Ojo.

El buen discernimiento es necesario para detectar encrucijadas importantes en la madurez espiritual de sus hijos. ¿Cuáles son las preocupaciones de ellos? Las preguntas y observaciones de la vida que ellos  proporcionan nos proveen el tiempo preciso para hablar acerca de temas espirituales. Estos momentos de enseñanza llegan cuando usted menos lo espera. A veces vienen ingeniosamente envueltos en el congestionamiento de tránsito, en las salas de espera, en el montón de platos por lavar o en la mesita del desayunador. Los momentos importantes toman lugar cuando usted modela su relación con Dios como parte natural de su vida diaria. En éstos momentos esenciales…

Importa Lo que Usted Dice.

Importa lo que dice y cómo lo dice. Si su tono de voz cambia cada vez que usted utiliza el vocabulario espiritual, sus hijos deducirán que su relación con Dios es falsa. Sea real. Deje que su conversación acerca de Dios sea tan natural como las conversaciones que usted tiene con ellos acerca de sus amigos o de su familia. Foméntelos a hacer preguntas, aunque usted no sepa las respuestas. A ellos no les importará que usted no sepa, siempre y cuando usted descubra la respuesta junto con ellos en la Palabra de Dios. Y ya que estamos hablando acerca de hablar…

Importa Cómo Usted Ora.

Cuando usted se hizo padre, desde ese momento en adelante, usted decidió que su corazón latiera fuera de su cuerpo. A veces, el único tipo de comunicación que alcanza a sus hijos, son las conversaciones que usted tiene con Dios acerca de ellos. Al orar, piense en el día de sus hijos. ¿Qué tipo de desafíos enfrentan? Ore por la fortaleza de ellos mientras plancha sus camisas, ore por la salud de ellos mientras prepara comidas saludables. Ruegue por protección de ellos al verlos con sus amigos. Ore por ellos con su cónyuge después de arroparlos en la noche. El resultado será…

Un Crecimiento Más Cercano a Dios Como Familia.

Como padres, decidan ser de influencia espiritual en su hogar –apartándolo para ser un lugar en donde su relación con Dios sea tan real como el lavadero de cocina. Juntos, sirvan a Dios al servirse el uno al otro –con una sincera atención y con la disposición de involucrarse en el continuo crecimiento del conocimiento del plan de Dios para cada miembro de su familia.

Sacado de “An Ordinary Home Can Be a Holy Place,” Insights, Marzo 2000. Copyright © 2000, Insight for Living. Todos los derechos reservados mundialmente.

Barbara Peil

Barbara Peil: recibió su Maestría de Artes en Educación Cristiana del Seminario Teológico de Dallas y fungió como escritora para el ministerio de Insight for Living.

Parábola de los obreros de la viña

Mateo 20-22

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Parábola de los obreros de la viña

alimentemos_el_alma20 Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado[a] que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario[b] al día, los envió a su viña. Y salió como a la hora tercera[c], y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo; y a éstos les dijo: “Id también vosotros a la viña, y os daré lo que sea justo.” Y ellos fueron.Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena[d], e hizo lo mismo. Y saliendo como a la hora undécima[e], encontró a otros parados, y les dijo*: “¿Por qué habéis estado aquí parados todo el día sin trabajar?” Ellos le dijeron*: “Porque nadie nos contrató.” El les dijo*: “Id también vosotros a la viña.” Y al atardecer, el señor de la viña dijo* a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros.” Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. 10 Y cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado[f], 12 diciendo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, pero los has hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día.” 13 Pero respondiendo él, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? 14 “Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. 15 “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?” 16 Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.

Jesús anuncia su muerte por tercera vez

17 Cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos, y por el camino les dijo: 18 He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y escribas, y le condenarán a muerte; 19 y le entregarán a los gentiles para burlarse de El, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará.

Petición de los hijos de Zebedeo

20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante El y pidiéndole algo. 21 Y El le dijo: ¿Qué deseas? Ella le dijo*: Ordena que en tu reino estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 22 Pero respondiendo Jesús, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? Ellos le dijeron*: Podemos. 23 El les dijo*: Mi copa ciertamente beberéis, pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado por mi Padre. 24 Al oíresto, los diez se indignaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. 26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor,27 y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Curación de dos ciegos de Jericó

29 Al salir de Jericó, le siguió una gran multitud. 30 Y he aquí, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31 Y la gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más aún, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32 Deteniéndose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros? 33 Ellos le dijeron*: Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos. 34 Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron.

La entrada triunfal

21 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús entonces envió a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que estáenfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos. Y si alguien os dice algo, decid: “El Señor los necesita”; y enseguida los enviará. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo:

Decid a la hija de Sion:
Mira, tu Rey viene a ti,
humilde[g] y montado en un asna,
y en un pollino, hijo de bestia de carga.”

Entonces fueron los discípulos e hicieron tal como Jesús les había mandado, y trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se sentó encima[h]. La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y las multitudes que iban delante de El, y las que iban detrás, gritaban, diciendo:

¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!

10 Cuando El entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: ¿Quién es éste? 11 Y las multitudes contestaban: Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.

Jesús echa a los mercaderes del templo

12 Y entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas. 13 Y les dijo*: Escrito está: “Mi casa sera llamada casa de oracion”, pero vosotros la estáis haciendo cueva de ladrones. 14 Y en el templo se acercaron a Ellos ciegos y los cojos, y los sanó. 15 Pero cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que había hecho, y a los muchachos que gritaban en el templo y que decían: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les respondió*: Sí, ¿nunca habéis leído: “De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te has preparado alabanza”? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se hospedó allí.

La higuera estéril

18 Por la mañana, cuando regresaba a la ciudad, tuvo hambre. 19 Y al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no halló nada en ella sino sólo hojas, y le dijo*: Nunca jamás brote fruto de ti. Y al instante se secó la higuera.20 Al ver esto, los discípulos se maravillaron y decían: ¿Cómo es que la higuera se secó al instante? 21 Respondiendo Jesús, les dijo: En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: “Quítate y échate al mar”, así sucederá. 22 Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.

La autoridad de Jesús puesta en duda

23 Cuando llegó Jesús[i] al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad? 24 Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta[j], que si me la contestáis, yo también os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 ¿De dónde era el bautismo de Juan?, ¿del cielo o de los hombres? Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: “Del cielo”, El nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?” 26 Y si decimos: “De los hombres”, tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. El a su vez[k] les dijo: Tampoco yo os diré[l] con qué autoridad hago estas cosas. 28 Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo: “Hijo, ve, trabaja hoy en la viña.”29 Y respondiendo él, dijo: “No quiero;” pero después, arrepentido, fue[m]. 30 Y llegándose al otro, le dijo lo mismo; pero él respondió y dijo: “Yo iré, señor”; y no fue[n]. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos dijeron*: El primero[o]. Jesús les dijo*: En verdad os digo que los recaudadores de impuestos[p] y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros. 32 Porque Juan vino a vosotros en camino de justicia y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creerle.

Parábola de los labradores malvados

33 Escuchad otra parábola. Había una vez un hacendado[q] que planto una viña y la cerco con un muro, y cavo en ella un lagar y edifico una torre, la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. 34 Y cuando se acercó el tiempo de la cosecha[r], envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35 Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. 36 Volvió a mandar otro grupo de siervos, mayor que el primero; y les hicieron lo mismo. 37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: “Respetarán a mi hijo.” 38 Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad.” 39 Y echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Cuando venga, pues, el dueño[s]de la viña, ¿qué hará a esos labradores? 41 Ellos le dijeron*: Llevará a esos miserables a un fin lamentable, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen los frutos a su tiempo. 42 Jesús les dijo*: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:

La piedra que desecharon los constructores,
esa, en piedra angular[t] se ha convertido;
esto fue hecho de parte del Señor,
y es maravilloso a nuestros ojos”?

43 Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos. 44 Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; pero sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo. 45 Al oír sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, comprendieron que hablaba de ellos. 46 Y cuando procuraron prenderle, tuvieron miedo de la multitud, porque le tenían por profeta.

Parábola del banquete de bodas

22 Tomando Jesús la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a[u] un rey[v] que hizo un banquete de bodaspara su hijo. Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. De nuevo envió otros siervos, diciendo: Decid a los que han sido invitados: “Ved, ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está aparejado; venid a las bodas.” Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios, y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron. Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad. Luego dijo* a sus siervos: “La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. “Id, por tanto, a las salidas de los caminos, e invitad a las bodas a cuantos encontréis.” 10 Y aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de comensales[w]. 11 Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, 12 y le dijo*: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin[x] traje de boda?” Y él enmudeció. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.” 14 Porque muchos son llamados[y], pero pocos son escogidos.

El pago del impuesto al César

15 Entonces se fueron los fariseos y deliberaron entre sí cómo atraparle,sorprendiéndole en alguna palabra. 16 Y le enviaron* sus discípulos junto con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con verdad, y no buscas el favor[z] de nadie, porque eres imparcial[aa].17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito pagar[ab] impuesto al César, o no? 18 Pero Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me ponéis a prueba, hipócritas?19 Mostradme la moneda que se usa para pagar ese impuesto. Y le trajeron un denario[ac]. 20 Y El les dijo*: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? 21 Ellos le dijeron*: Del César. Entonces El les dijo*: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. 22 Al oír esto, se maravillaron; y dejándole, se fueron.

Pregunta sobre la resurrección

23 Ese día se le acercaron algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección), y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: “Si alguno muere sin tener hijos, su hermano, como pariente mas cercano, se casara con su mujer y levantara descendencia a su hermano.” 25 Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos; y el primero se casó, y murió; pero no teniendo descendencia, le dejó la mujer a su hermano; 26 de igual manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos, murió la mujer. 28 Por tanto, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque todos ellos la tuvieron. 29 Pero Jesús respondió y les dijo: Estáis equivocados por no comprender[ad] las Escrituras ni el poder de Dios. 30 Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son como los ángeles de Dios[ae] en el cielo. 31 Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob”? El no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Al oír esto, las multitudes se admiraban de su enseñanza.

El gran mandamiento

34 Pero al oír los fariseos que Jesús había dejado callados a los saduceos, se agruparon; 35 y uno de ellos, intérprete de la ley[af], para ponerle a prueba[ag] le preguntó: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? 37 Y El le dijo:Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente.38 Este es el grande y el primer mandamiento. 39 Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu projimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

Jesús, Hijo y Señor de David

41 Estando reunidos los fariseos, Jesús les hizo una pregunta, 42 diciendo: ¿Cuál es vuestra opinión sobre el Cristo[ah]? ¿De quién es hijo? Ellos le dijeron*: De David. 43 El les dijo*: Entonces, ¿cómo es que David en el Espíritu[ai] le llama “Señor”, diciendo:

44 Dijo el Señor a mi Señor:
sientate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’”?

45 Pues si David le llama “Señor”, ¿cómo es El su hijo? 46 Y nadie pudo contestarle ni una palabra, ni ninguno desde ese día se atrevió a hacerle más preguntas.

Notas al pie:

  1. Mateo 20:1 Lit., un hombre, dueño de casa
  2. Mateo 20:2 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  3. Mateo 20:3 I.e., las nueve de la mañana
  4. Mateo 20:5 I.e., las doce del día, y las tres de la tarde
  5. Mateo 20:6 I.e., las cinco de la tarde
  6. Mateo 20:11 Lit., dueño de casa
  7. Mateo 21:5 O, manso
  8. Mateo 21:7 Lit., sobre ellos
  9. Mateo 21:23 Lit., El
  10. Mateo 21:24 Lit., preguntaré una palabra
  11. Mateo 21:27 Lit., también
  12. Mateo 21:27 Lit., digo
  13. Mateo 21:29 Algunos mss. dicen: Yo iré, señor, y no fue
  14. Mateo 21:30 Algunos mss. dicen: No quiero; pero después, arrepentido fue
  15. Mateo 21:31 Algunos mss. dicen: El segundo
  16. Mateo 21:31 O, publicanos; i.e., los que explotaban la recaudación de los impuestos romanos
  17. Mateo 21:33 Lit., un hombre, dueño de casa
  18. Mateo 21:34 Lit., de los frutos
  19. Mateo 21:40 Lit., el señor
  20. Mateo 21:42 Lit., cabeza del ángulo
  21. Mateo 22:2 Lit., fue comparado con
  22. Mateo 22:2 Lit., un hombre rey
  23. Mateo 22:10 Lit., de los que se reclinaban a la mesa; y así en el vers. 11
  24. Mateo 22:12 Lit., no teniendo
  25. Mateo 22:14 O, invitados
  26. Mateo 22:16 Lit., y no te preocupas
  27. Mateo 22:16 Lit., no miras la apariencia de los hombres
  28. Mateo 22:17 Lit., dar
  29. Mateo 22:19 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  30. Mateo 22:29 O, saber
  31. Mateo 22:30 Algunos mss. no incluyen: de Dios
  32. Mateo 22:35 I.e., un experto en la ley de Moisés
  33. Mateo 22:35 O, tentándole
  34. Mateo 22:42 I.e., el Mesías
  35. Mateo 22:43 O, por inspiración

La Biblia de las Américas (LBLA)Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation

 

¡CUIDADO CON LA DECADENCIA ESPIRITUAL!

¡CUIDADO CON LA DECADENCIA ESPIRITUAL!

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alimentemos_el_almaEl hecho de que la salvación sea segura para el que realmente la tiene de ningún modo debe llevar al creyente al descuido y la pereza, porque el pecado todavía mora en nosotros; y no como una bomba desactivada o un volcán extinguido. Como hemos dicho muchas veces, el pecado ha dejado de ser nuestro rey, pero sigue siendo nuestro enemigo, y su meta es llevarnos a lo peor; esa es la lección del apóstol Pablo en Romanos 6, así como en 7:14-25, por sólo citar algunos.


Octavio Winslow dice al respecto que en todos nosotros hay una tendencia “secreta, perpetua y alarmante de alejarnos de Dios”. Y si esa tendencia no es vigilada y mantenida a raya, puede apartarnos sutilmente de nuestra comunión íntima con Él y causar serios daños a nuestra vida espiritual. 
“Tal desvío – sigue diciendo Winslow – devora al alma de su vigor, de su fuerza, de su energía espiritual; e incapacita al creyente, por un lado, para servir, amar, obedecer y deleitarse en Dios; y por otro lado, para resistir las tentaciones de la carne, el mundo y Satanás”.

Noten que aquí no estamos hablando de un pecado en particular. Nos referimos, más bien, a un estado de deterioro en el que las gracias que Cristo ha implantado en nosotros, tales como la fe, el amor, el gozo, la esperanza, la mansedumbre, se encuentran en franco decaimiento; es un estado en el que nuestra comunión con Dios ha descendido a su mínima expresión.

Y lo terrible de esta condición es que comienza de una manera sutil, secreta, imperceptible para las personas que nos rodean, y a veces hasta para nosotros mismos. En lo que respecta a la conducta externa, éste creyente no se distingue de los demás hermanos de la Iglesia. Pero su alma se encuentra en un franco y abierto deterioro espiritual. No hay vigor en su fe, no hay incremento en su amor, no experimenta el gozo de saberse perdonado y de pertenecer a Cristo, ni el gozo de la obediencia; no vive amparado en la esperanza, no manifiesta humildad y mansedumbre; y su comunión con Dios es rígida, externa, ritualista.

Y nos preguntamos, ¿cómo es posible que un verdadero creyente caiga en un estado espiritual tan penoso? Antes de responder esta pregunta, permítanme corregir un concepto equivocado que muchos tienen al evaluar el estado de su vida espiritual. Algunos creyentes se dan cuenta que algo no anda bien en su vida cristiana, que su piedad y su relación con Dios han decaído, lo mismo que su servicio en el reino. Pero al querer encontrar la causa de su deterioro caen en lo que podemos llamar el síndrome adámico. ¿Qué hizo Adán cuando Dios lo confrontó con su pecado? Le echó la culpa a su mujer. Y ¿qué hizo la mujer? Echarle la culpa a Satanás. Todos son culpables de mi desgracia, menos yo.

Sin embargo, según la evaluación divina en Génesis 3, cada uno fue responsable de su pecado y cada uno recibió la consecuencia de sus actos. Querido hermano, querida hermana, ninguna causa externa a ti puede ser responsable de tu decadencia espiritual. Ese mal comenzó en tu corazón y se desarrolló en tu corazón (comp. Mt. 15:17-20).

Si quieres encontrar a quien echarle la culpa de tu condición seguramente lo vas a encontrar, pero no vas a solucionar tu problema. Puede que al principio te haga sentir mejor contigo mismo, pero la fuente de tu decadencia seguirá produciendo productos tóxicos que no te permitirán salir del estado en que estás.

Y, por supuesto, cuando achacamos la culpa de nuestro mal a una causa equivocada, inevitablemente vamos a llegar a una solución equivocada. Es por eso que muchas personas cifran la esperanza de su mejoría en un cambio de circunstancia: “Un cambio de aire me vendrá bien; tal vez si cambio de amistades, o de iglesia, o de trabajo, incluso de país, puede que mi situación mejore”.

Pero si entendemos que el mal radica en nuestro propio corazón, entonces podremos aplicar la medicina apropiada en el lugar apropiado. ¿Cuál es, entonces, la verdadera causa de la decadencia espiritual? Hablaré un poco acerca de esto en la próxima entrada, si el Señor lo permite.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

Jesús denuncia a los escribas y fariseos

Mateo 23-25

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Jesús denuncia a los escribas y fariseos

alimentemos_el_alma23 Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos, diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias[a] y alargan los flecos de sus mantos; aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí[b]. Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni dejéis que os llamen preceptores[c]; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo. 11 Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12 Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.

Ocho ayes contra los escribas y fariseos

13 Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. 14 [d]¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno[e]dos veces más que vosotros.

16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: “No es nada el que alguno jure por el templo[f]; pero el que jura por el oro del templo[g], contrae obligación.”17 ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante[h]: el oro, o el templo[i] que santificó el oro? 18 También decís: “No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación.” 19 ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante[j]: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?20 Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jura por el templo[k], jura por él y por el que en él habita; 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y ostragáis el camello!

25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de[l] robo y de desenfreno.26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: “Si nosotros hubiéramos vivido[m] en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas.” 31 Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos[n] de los que asesinaron a los profetas.32 Llenad, pues[o], la medida de la culpa de vuestros padres. 33 ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio[p] del infierno[q]? 34 Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que recaiga[r] sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo[s] y el altar. 36 En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Lamentación sobre Jerusalén

37 ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38 He aquí, vuestra casa se os deja desierta[t]. 39 Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: “Bendito el que viene en el nombre del Señor.”

Profecía sobre la destrucción del templo

24 Cuando salió Jesús del templo, y se iba, se le[u] acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Mas respondiendo El, les dijo: ¿Veis[v] todo esto? En verdad os digo: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales antes del fin

Y estando El sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá[w] esto, y cuál será la señal de tu venida[x] y de la consumación[y] de este siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo[z]”, y engañarán a muchos. Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo estosuceda; pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. Pero todo esto es sólo el comienzo de dolores[aa]. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.10 Muchos tropezarán[ab] entonces y caerán, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. 11 Y se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán. 12 Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.13 Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. 14 Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo[ac] como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

La abominación de la desolación

15 Por tanto, cuando veáis la abominacion de la desolacion, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada[ad] en el lugar santo (el que lea, que entienda),16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; 17 el que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. 19 Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! 20 Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de reposo, 21 porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás. 22 Y si aquellos días no fueran acortados, nadie[ae] se salvaría; pero por causa de los escogidos[af], aquellos días serán acortados. 23 Entonces si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo[ag]”, o “Allí[ah] está”, no le creáis. 24 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales[ai] y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos[aj]. 25 Ved que os lo he dicho de antemano. 26 Por tanto, si os dicen: “Mirad, El está en el desierto”, no vayáis; o “Mirad, El está en las habitaciones interiores”, no les creáis. 27 Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida[ak] del Hijo del Hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres[al].

29 Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecera, la luna no dara su luz, las estrellas caeran del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas. 30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 Y El enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reuniran a sus escogidos[am] de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro[an].

Parábola de la higuera

32 Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que El está[ao] cerca, a las puertas. 34 En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 35 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 36 Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. 37 Porque como en los días de Noé, así será la venida[ap] del Hijo del Hombre. 38 Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39 y no comprendieron[aq] hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida[ar] del Hijo del Hombre. 40 Entonces estarán dos en el campo; uno será[as]llevado y el otro será[at] dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será[au] llevada y la otra será[av] dejada. 42 Por tanto, velad[aw], porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene. 43 Pero comprended esto[ax]: si el dueño de la casahubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en[ay] su casa. 44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola del siervo fiel y del infiel

45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo? 46 Dichoso[az] aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 47 De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 48 Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: “Mi señor tardará[ba]”; 49 y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, 50 vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe, 51 y lo azotará severamente[bb] y le asignará un lugar[bc] con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Parábola de las diez vírgenes

25 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas.Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó[bd] un clamor: “¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo.” Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.” Pero las prudentes respondieron, diciendo: “No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien a los que venden y comprad para vosotras.” 10 Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” 12 Pero respondiendo él, dijo: “En verdad os digo que no os conozco.” 13 Velad[be], pues, porque no sabéis ni el día ni la hora[bf].

Parábola de los talentos

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. 15 Y a uno le dio cinco talentos[bg], a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje. 16 El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. 18 Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. 19 Después de mucho tiempo vino* el señor de aquellos siervos, y arregló* cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: “Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos.” 21 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” 22 Llegando también el de los dos talentos, dijo: “Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos.” 23 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” 24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, 25 y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo.” 26 Pero su señor respondió, y le dijo: “Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 “Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco[bh], y al llegar yo hubiera recibido mi dinero[bi] con intereses. 28 “Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos.” 29 Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.30 Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

El juicio final

31 Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con El, entonces se sentará en el trono de su gloria; 32 y serán reunidas delante de El todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.35 “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” 37 Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 38 “¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? 39 “¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” 40 Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.” 41 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.42 “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recibisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.” 44 Entonces ellos también responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o comoforastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?” 45 El entonces les responderá, diciendo: “En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de éstos, tampoco a mí lo hicisteis.” 46 Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.

Notas al pie:

  1. Mateo 23:5 I.e., pequeñas cajas que contenían textos de las Escrituras, que se usaban para propósitos religiosos
  2. Mateo 23:7 O, Maestro
  3. Mateo 23:10 O, maestros
  4. Mateo 23:14 Este vers. no aparece en los mss. más antiguos
  5. Mateo 23:15 Gr., guéenna
  6. Mateo 23:16 O, santuario
  7. Mateo 23:16 O, santuario
  8. Mateo 23:17 Lit., ¿cuál es mayor
  9. Mateo 23:17 O, santuario
  10. Mateo 23:19 Lit., ¿cuál es mayor
  11. Mateo 23:21 O, santuario
  12. Mateo 23:25 O, por causa de
  13. Mateo 23:30 Lit., hubiéramos estado
  14. Mateo 23:31 O, descendientes
  15. Mateo 23:32 Lit., Y vosotros llenad
  16. Mateo 23:33 O, de la sentencia
  17. Mateo 23:33 Gr., guéenna
  18. Mateo 23:35 Lit., venga
  19. Mateo 23:35 O, santuario
  20. Mateo 23:38 Algunos mss. no incluyen: desierta
  21. Mateo 24:1 Lit., y se
  22. Mateo 24:2 Lit., ¿No veis
  23. Mateo 24:3 Lit., será
  24. Mateo 24:3 O, presencia
  25. Mateo 24:3 O, del fin
  26. Mateo 24:5 I.e., el Mesías
  27. Mateo 24:8 Lit., dolores de parto
  28. Mateo 24:10 Lit., A muchos se les hará tropezar
  29. Mateo 24:14 Lit., toda la tierra habitada
  30. Mateo 24:15 O, de pie
  31. Mateo 24:22 Lit., ninguna carne
  32. Mateo 24:22 O, elegidos
  33. Mateo 24:23 I.e., el Mesías
  34. Mateo 24:23 Lit., Aquí
  35. Mateo 24:24 O, milagros
  36. Mateo 24:24 O, elegidos
  37. Mateo 24:27 O, presencia
  38. Mateo 24:28 O, las águilas
  39. Mateo 24:31 O, elegidos
  40. Mateo 24:31 Lit., el extremo de ellos
  41. Mateo 24:33 O, que está
  42. Mateo 24:37 O, presencia
  43. Mateo 24:39 Lit., no supieron
  44. Mateo 24:39 O, presencia
  45. Mateo 24:40 Lit., es
  46. Mateo 24:40 Lit., es
  47. Mateo 24:41 Lit., es
  48. Mateo 24:41 Lit., es
  49. Mateo 24:42 O, estad alerta
  50. Mateo 24:43 Lit., sabed aquello
  51. Mateo 24:43 Lit., horadara
  52. Mateo 24:46 O, bienaventurado
  53. Mateo 24:48 Lit., tarda
  54. Mateo 24:51 Lit., lo cortará en dos
  55. Mateo 24:51 Lit., su parte
  56. Mateo 25:6 Lit., se produjo
  57. Mateo 25:13 O, Estad alerta
  58. Mateo 25:13 Algunos mss. posteriores agregan: en que el Hijo del Hombre ha de venir
  59. Mateo 25:15 Un talento equivale aprox. a 21.6 kg. de plata
  60. Mateo 25:27 Lit., a los banqueros
  61. Mateo 25:27 Lit., lo mío
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