CONSUMIDAS POR LAS LLAMAS

CONSUMIDAS POR LAS LLAMAS

10/23/2016

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Él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Santiago 1:10-11

alimentemos_el_almaLos ricos por lo general no se dan cuenta de que no pueden llevarse consigo sus riquezas. Solo los que han sido humillados delante de Dios saben que la vida es “neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Stg. 4:14).

En el versículo de hoy, Santiago escribe acerca de la hierba y las flores de Palestina que florecen con hermosos colores en febrero y se marchitan antes de mayo. Santiago también toma prestada parte de su ilustración de Isaías 40:6-8. El calor abrasador, que pudiera referirse al viento abrasador conocido como un siroco, destruye a su paso la vegetación. Es ilustrativo del furor de la muerte y del juicio divino que pone fin a la vida terrenal del rico y sus bienes materiales.

Cuando se consuman por las llamas las posesiones del rico, él tendrá las verdaderas riquezas, al igual que las del pobre. Si usted es rico, asegúrese de que tenga un verdadero espíritu de humildad y no confíe en las posesiones de la vida.

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Cómo Comenzar una Relación con Dios

Cómo Comenzar una Relación con Dios

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alimentemos_el_almaHa usted alguna vez acariciado el aterciopelado pétalo de una rosa? ¿O escuchado la cascada tranquila de un arroyo montañoso? ¿O paseado admirado a través de un bosque de secoyas? En esos momentos tranquilos, un pensamiento puede brotar de su alma: Solamente Dios pudiera crear tal belleza.

La mayoría de las personas que han experimentado momentos como estos regresan creyendo que debe haber un Dios. ¿Pero cómo se relaciona una persona con su Creador? ¿Cómo llegamos a conocer a Dios?
La Biblia, el libro más maravilloso en el mundo, señala el camino a Dios con cuatro verdades fundamentales. Veamos cada una de estas señales detalladamente.

Nuestra Condición espiritual: Totalmente depravada
La primera verdad es más bien personal. Una mirada en el espejo de las Escrituras, y nuestra condición humana se vuelve dolorosamente clara:

Como está escrito:
“No hay justo, ni aun uno;
No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios;
Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno,
No hay ni siquiera uno.”
(Romanos 3:10-12)

Somos completamente pecadores; totalmente depravados. Ahora, eso no significa que hemos cometido todo tipo de atrocidad conocida a la humanidad. No somos tan malos como podemos ser, solamente estamos tal mal como podemos estar. El pecado altera todos nuestros pensamientos, motivos, palabras, y acciones.

¿No lo cree usted? Mire a su alrededor. Todo alrededor de nosotros lleva las huellas manchadas de nuestra naturaleza pecaminosa. A pesar de nuestros mejores esfuerzos para crear un mundo perfecto, las estadísticas de crímenes continúan subiendo vertiginosamente, el porcentaje de divorcios continúa aumentando, y las familias se siguen desmoronando.

Algo ha ido terriblemente mal en nuestra sociedad y en nosotros mismos, algo mortal. Porque, contrario a cómo el mundo lo pudiera presentar, vivir para “mí primero” no es lo mismo que una individualidad robusta y la libertad; es lo mismo que la muerte. Como Pablo dijo en su carta a los Romanos, “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23): nuestra muerte emocional y física a través de la destructividad del pecado, y nuestra muerte espiritual según la sentencia justa de Dios por nuestro pecado. Esto nos lleva a la Segunda señal: el carácter de Dios.

El carácter de Dios: Infinitamente santo
Nuestra propia conciencia de que las cosas no son como deben ser nos indica una norma de bondad más allá de nosotros. La norma es Dios mismo. Y la norma de santidad de Dios contrasta severamente con nuestra condición pecaminosa.

Las Escrituras dicen que “Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna” (1 Juan 1:5). Él es absolutamente justo; lo cual crea un problema para nosotros. Si Él es tan puro, ¿cómo podemos nosotros que somos tan impuros relacionarnos con Él?

Quizás pudiéramos tratar de ser mejores personas, tratar de inclinar la balanza a favor de nuestras buenas obras. A través de la historia, personas han tratado de vivir de acuerdo a las normas de Dios guardando los Diez Mandamientos. Desdichadamente, nadie puede acercarse a satisfacer las demandas de la ley de Dios. La traducción de J. B. Phillips de Romanos 3 indica:

Ningún hombre puede justificarse a sí mismo ante Dios por un cumplimiento perfecto de las demandas de la Ley; de hecho es la regla de la Ley la que nos muestra qué tan torcidos estamos. (Romanos 3:20 PHILLIPS)

Nuestra necesidad: Un substituto
Así que aquí estamos, pecadores por naturaleza, pecadores por elección, tratando de levantarnos por nuestros propios esfuerzos y alcanzar una relación con nuestro Creador santo. Pero cada vez que tratamos, nos caemos de narices. No podemos vivir una vida suficientemente buena para compensar por nuestro pecado, porque la norma de Dios no es “suficientemente bueno”; es perfección. Y no podemos reparar la ofensa que nuestro pecado ha creado sin morir por él.

¿Quién puede sacarnos de este dilema?

Si alguien pudiera vivir perfectamente, honrando la ley de Dios, y pagara la pena de muerte del pecado por nosotros, entonces pudiéramos ser salvados de nuestro aprieto. ¿Pero existe tal persona? Gracias a Dios, ¡Sí!

Conozca a su substituto: Jesucristo. ¡Él es Aquel que tomó el lugar de la muerte por usted!
[Dios] hizo al que no conoció pecado [Jesucristo], pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
(2 Corintios 5:21)

La provisión de Dios: Un Salvador
Dios nos rescató enviando a Su Hijo, Jesús, a morir en la cruz por nuestros pecados (vea 1 Juan 4:9-10). Jesús era totalmente humano y totalmente divino, una verdad que asegura Su comprensión de nuestras debilidades, Su poder para perdonar, y Su capacidad de llenar el vacío entre Dios y nosotros (Vea Romanos 5:6-11). En resumen, somos “justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24). Dos palabras en este versículo necesitan una explicación adicional: justificados y redención.

La justificación es el acto de misericordia de Dios, en el cual Él declara justos a los pecadores creyentes, mientras ellos aún están en su condición de pecadores. La justificación no significa que Dios nos hace justos, para que nunca pequemos de nuevo, mas bien Él nos declara justos al igual que un juez perdona a un criminal culpable. A causa de que Jesús tomó nuestro pecado sobre sí mismo y sufrió nuestra sentencia en la cruz, Dios perdona nuestra deuda y nos proclama PERDONADOS.

La redención es el acto de Dios de pagar el precio de rescate para liberarnos de nuestra esclavitud al pecado. Siendo cautivos por Satanás, estábamos aprisionados por las cadenas de hierro del pecado y la muerte. Como cualquier padre amoroso cuyo hijo ha sido secuestrado, Dios gustosamente pagó el rescate. ¡Y qué precio Él pagó! Él dio a Su único Hijo para cargar todos los pecados de la humanidad: pasados, presentes, y futuros. La muerte y la resurrección de Jesús rompieron nuestras cadenas y nos hicieron libres para ser hijos de Dios. (vea Romanos 6:16-18, 22; Gálatas 4:4-7).

Poniendo nuestra fe en Cristo
Estas cuatro verdades describen cómo Dios ha proporcionado un camino a Él a través de Jesucristo. Pero Dios no nos forzará a seguirlo. Él no nos arrastrará por un camino por el que no queremos ir. Es nuestra decisión ofrecernos a entrar a una relación con Él, y lo hacemos por fe.

Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)

Aceptamos el regalo de Dios de la salvación sencillamente poniendo nuestra fe solamente en Cristo para el perdón de nuestros pecados. ¿Desearía usted entrar a una relación con su Creador confiando en Cristo como su Salvador? Si es así, he aquí una oración sencilla que usted puede utilizar para expresar su fe:

Amado Dios,
Yo sé que mi pecado ha creado una barrera entre Tú y yo. Gracias por enviar a Jesús a morir en mi lugar. Yo confío solamente en Jesús para perdonar mis pecados y acepto Su regalo de vida eterna. Yo le pido a Jesús que sea mi Salvador personal y el Señor de mi vida. Gracias. En el nombre de Jesús, amen.

Si usted ha orado esta oración y desea saber más acerca de conocer a Dios y Su plan para usted en la Biblia, contáctenos en Visión Para Vivir. Escríbanos a la dirección que aparece abajo. Dirija su carta al Departamento de Ministerios Pastorales.

La próxima vez que usted examine una rosa o admire una puesta del sol, considere a Aquel que creó nuestro maravilloso mundo. ¡Usted lo conoce personalmente!

Adaptado del sermón de Chuck Swindoll, “Mr. Smith, Meet Your Substitute” [Señor Smith, conozca a su substituto], de la guía de estudio bíblico, God’s Word, God’s World, and You[La Palabra de Dios, el mundo de Dios, y usted] (Anaheim, Calif.: Insight for Living, 1997), pp. 41-48.

 

PERSONAS Y COSAS

PERSONAS Y COSAS

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Pablo Martini
Programa No. 2016-10-23

alimentemos_el_almaDios creó primero las cosas y al final las personas, para que estas últimas señoreen sobre aquellas. Fueron las tácitas palabras del Dios Creador: “Señoread sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todo lo que se mueva o arrastre sobre la tierra. Os lo he dado a vosotros para que estéis sobre ellas”. Sí. Dios quiso, en su plan original, que el ser humano gobierne sobre las cosas. La triste realidad actual es que este mandato se ha invertido de tal manera que hoy nosotros nos arrastramos a los pies de aquello que deberíamos gobernar. Las cosas nos sepultan y han llegado a ser más importantes, aún, que las personas. Muy a menudo amamos las cosas y usamos a las personas, cuando en realidad deberíamos estar usando las cosas y amando las personas. Tengo muchas “cosas” que hacer, decimos a diario. “¿Quién agarró mis cosas?”, preguntamos molestos. Este estado de afán y ansiedad fue anunciado por el mismo Señor en el Sermón de la Montaña, pero ha sido desatendido y lo sigue siendo también hoy. Olvidamos o ignoramos que cuando lleguen nuestros días tristes, la ancianidad, el momento de enfermedad o el desamparo, no serán las cosas que acumulamos sino las personas que amamos las que nos sostendrán y estarán allí, a nuestro lado, cuando todo haya perdido el sentido de la vida.

¿Podemos ser tan ciegos que perdemos de vista el valor de las personas que nos rodean y sobre valoramos a las cosas que nos marean?… Sí. Tristemente sí. Tarde, muchos reconocen que al lado de su cama de hospital, o en su soledad, no vendrá a visitarte tu carro último modelo, tu casa en la playa, el gerente del banco que lucró durante años con los intereses de tus ahorros, o el dueño del local de ropa de moda que tanto frecuentaste. Los que estarán a  tu lado serán las personas que amaste y preferiste dándole mayor honra durante tu vida.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Perdemos de vista el valor de las personas que nos rodean y sobre valoramos a las cosas que nos marean.

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Complot para prender y matar a Jesús

Mateo 26-28

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Complot para prender y matar a Jesús

alimentemos_el_alma26 Cuando[a] Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será[b]entregado para ser crucificado. Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás.Y tramaron entre ellos prender a Jesús con engaño y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no haya un tumulto en el pueblo.

Jesús ungido en Betania

Y hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se le acercó una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre su cabeza cuando estaba sentado[c] a la mesa. Pero al ver esto, los discípulos se indignaron, y decían: ¿Para qué este desperdicio? Porque este perfume podía haberse vendido a gran precio, y el dinero habérselo dado a los pobres. 10 Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo. 11 Porque a los pobres siempre los tendréis[d] con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis[e]. 12 Pues al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya.

Traición de Judas

14 Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue[f]? Y ellos le pesaron treinta piezas[g] de plata. 16 Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle.

Preparación de la Pascua

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura[h], se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua? 18 Y El respondió: Id a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo está cerca; quiero celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.’” 19 Entonces los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Jesús identifica al traidor

20 Al atardecer, estaba El sentado[i] a la mesa con los doce discípulos. 21 Y mientras comían, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. 22 Y ellos, profundamente entristecidos, comenzaron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? 23 Respondiendo El, dijo: El que metió[j] la mano conmigo en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del Hombre se va, según está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido[k]. 25 Y respondiendo Judas, el que le iba a entregar[l], dijo: ¿Acaso soy yo, Rabí? Y El le dijo: lo has dicho.

Institución de la Cena del Señor

26 Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella;28 porque esto es mi sangre del nuevo[m] pacto, que es derramada por muchospara el perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

30 Y después de cantar un himno, salieron hacia el monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Entonces Jesús les dijo*: Esta noche todos vosotros os apartaréis[n] por causa de mí, pues escrito está: “Herire al pastor, y las ovejas del rebaño se dispersaran.”32 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.33 Entonces Pedro, respondiendo, le dijo: Aunque todos se aparten[o] por causa de ti, yo nunca me apartaré[p]. 34 Jesús le dijo: En verdad te digo que esta mismanoche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro le dijo*: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Todos los discípulos dijeron también lo mismo.

Jesús en Getsemaní

36 Entonces Jesús llegó* con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo* a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo voy allá y oro. 37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.38 Entonces les dijo*: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. 39 Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras. 40 Vino* entonces a los discípulos y los halló* durmiendo, y dijo* a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo?41 Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Apartándose de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si ésta no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño.44 Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras[q]. 45 Entonces vino* a los discípulos y les dijo*: ¿Todavía estáis[r]durmiendo y descansando? He aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.

Arresto de Jesús

47 Mientras todavía estaba El hablando, he aquí, Judas, uno de los doce, llegó acompañado de[s] una gran multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle. 49 Y enseguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Rabí! Y le besó[t]. 50 Y Jesús le dijo: Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. 51 Y sucedió que[u] uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó[v] la oreja.52 Entonces Jesús le dijo*: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán. 53 ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y El pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones[w] de ángeles? 54 Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder? 55 En aquel momento[x] Jesús dijo a la muchedumbre: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme? Cada día solía sentarme en el templo para enseñar, y no me prendisteis. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

Jesús ante el concilio

57 Y los que prendieron a Jesús le llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 58 Y Pedro le fue siguiendo de lejoshasta el patio del sumo sacerdote, y entrando[y], se sentó con los alguaciles[z] para ver el fin de todo aquello. 59 Y los principales sacerdotes y todo el concilio[aa]procuraban obtener falso testimonio contra Jesús, con el fin de darle muerte, 60 y no lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Pero más tarde se presentaron dos, 61 que dijeron: Este declaró: “Yo puedo destruir el templo[ab] de Dios y en[ac] tres días reedificarlo.” 62 Entonces el sumo sacerdote, levantándose, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?63 Mas Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios vivienteque nos digas si tú eres el Cristo[ad], el Hijo de Dios. 64 Jesús le dijo*: mismo lo has dicho; sin embargo, os digo que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo. 65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído la blasfemia; 66 ¿qué os parece? Ellos respondieron y dijeron: ¡Es reo de muerte! 67 Entonces le escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos; y otros le abofeteaban[ae],68 diciendo: Adivina[af], Cristo[ag], ¿quién es el que te ha golpeado?

La negación de Pedro

69 Pedro estaba sentado fuera en el patio, y una sirvienta se le acercó y dijo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Pero él lo negó delante de todos ellos, diciendo: No sé de qué hablas. 71 Cuando salió al portal, lo vio otra sirvienta y dijo* a los que estaban allí: Este estaba con Jesús el nazareno. 72 Y otra vez él lo negó con juramento: ¡Yo no conozco a ese[ah] hombre! 73 Y un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres unode ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese[ai] hombre! Y al instante un gallo cantó.75 Y Pedro se acordó de lo que[aj] Jesús había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Jesús es entregado a Pilato

27 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú[ak]! Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó. Y los principales sacerdotes tomaron las piezas de plata, y dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro del templo, puesto que es precio de sangre. Y después de celebrar consejo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los forasteros. Por eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre hasta hoy.Entonces se cumplió lo anunciado[al] por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron[am] las treinta piezas de plata, el precio de aquel cuyo precio habia sido fijado por los hijos de Israel; 10 y las dieron[an] por el Campo del Alfarero, como el Señor me habia ordenado.

Jesús ante Pilato

11 Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste[ao] le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: lo dices. 12 Y al ser acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, nada respondió. 13 Entonces Pilato le dijo*: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Y Jesús no le respondió ni a una sola pregunta[ap], por lo que el gobernador estaba muy asombrado.

Jesús o Barrabás

15 Ahora bien, en cada fiesta, el gobernador acostumbraba soltar un preso al pueblo, el que ellos quisieran. 16 Y tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Por lo cual, cuando ellos se reunieron, Pilato les dijo: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo? 18 Porque él sabía que le habían entregado por envidia. 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó aviso, diciendo: No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de El. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. 21 Y respondiendo, el gobernador les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos respondieron: A Barrabás. 22 Pilato les dijo*: ¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Cristo? Todos dijeron*: ¡Sea crucificado! 23 Y Pilato dijo: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! 24 Y viendo Pilato que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo[aq]; ¡allá vosotros[ar]! 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! 26 Entonces les soltó a Barrabás, pero a Jesús, después de hacerle azotar, le entregó para que fuera crucificado.

Los soldados se mofan de Jesús

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Pretorio, y reunieron alrededor de El a toda la cohorte[as] romana. 28 Y desnudándole, le pusieron encima un manto escarlata. 29 Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña[at] en su mano derecha; y arrodillándose delante de El, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberse burlado de El, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron para crucificarle.

32 Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual[au]obligaron a que llevara la[av] cruz.

La crucifixión

33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera,34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber. 35 Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes[aw]; 36 y sentados, le custodiaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra El, que decía[ax]: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS.38 Entonces fueron crucificados* con El dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza 40 y diciendo: Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y desciende de la cruz. 41 De igual manera, también los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, burlándose de El, decían: 42 A otros salvó; a sí mismo no puede salvarse[ay]. Rey de Israel es; que baje ahora de la cruz, y creeremos en El. 43 En Dios confia; que le libre ahora si El le quiere; porque ha dicho: “Yo soy el Hijo de Dios.” 44 En la misma forma le injuriaban también los ladrones que habían sido crucificados con El.

Muerte de Jesús

45 Y desde la hora sexta[az] hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena[ba]. 46 Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lema sabactani? Esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por que me has abandonado?47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Este llama a Elías. 48 Y al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros dijeron: Deja, veamos si Elías viene a salvarle[bb]. 50 Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; 52 y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús[bc], entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos. 54 El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios[bd]. 55 Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos; 56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sepultura de Jesús

57 Y al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús. 58 Este se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran. 59 Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio de lino, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo que él había excavado en la roca, y después de rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, se fue. 61 Y María Magdalena estaba allí, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Guardias en la tumba

62 Al día siguiente, que es el día después de la preparación[be], se reunieron ante Pilato los principales sacerdotes y los fariseos, 63 y le dijeron[bf]: Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo: “Después de tres días resucitaré[bg].” 64 Por eso, ordena que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se lo roben, y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”; y el último engaño será peor que el primero.65 Pilato les dijo: Una guardia tenéis; id, aseguradla como vosotros sabéis. 66 Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra.

La resurrección

28 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. Y hablando[bh] el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado[bi]. No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía. E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Y ellas, alejándose a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, corrieron a dar las noticias a sus discípulos. Y he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo*: No temáis[bj]. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.

Informe de los guardias

11 Y mientras ellas iban, he aquí, algunos de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los principales sacerdotes de todo lo que había sucedido. 12 Y después de reunirse con los ancianos y deliberar[bk] con ellos, dieron una gran cantidad de dinero a los soldados, 13 diciendo: Decid esto: “Sus discípulos vinieron de noche y robaron el cuerpo[bl] mientras nosotros dormíamos.” 14 Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y os evitaremos dificultades[bm]. 15 Ellos tomaron el dinero e hicieron como se les había instruido. Y este dicho se divulgó extensamente entre los judíos hasta hoy.

La gran comisión

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que[bn] Jesús les había señalado. 17 Cuando le vieron, le adoraron; mas algunos dudaron. 18 Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos de[bo] todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin[bp] del mundo[bq].

Notas al pie:

  1. Mateo 26:1 Lit., Y sucedió que cuando
  2. Mateo 26:2 Lit., es
  3. Mateo 26:7 Lit., reclinado
  4. Mateo 26:11 Lit., tenéis
  5. Mateo 26:11 Lit., tenéis
  6. Mateo 26:15 Lit., y yo os lo entregaré
  7. Mateo 26:15 O, siclos
  8. Mateo 26:17 O, de los Azimos
  9. Mateo 26:20 Lit., reclinado
  10. Mateo 26:23 Lit., mojó
  11. Mateo 26:24 Lit., Mejor le fuera si ese hombre no hubiera nacido
  12. Mateo 26:25 Lit., estaba entregando
  13. Mateo 26:28 Algunos mss. antiguos omiten, nuevo
  14. Mateo 26:31 O, escandalizaréis, o, caeréis
  15. Mateo 26:33 O, escandalicen, o, caigan
  16. Mateo 26:33 O, escandalizaré, o, caeré
  17. Mateo 26:44 Lit., la misma palabra
  18. Mateo 26:45 O, seguís
  19. Mateo 26:47 Lit., y con él
  20. Mateo 26:49 Lit., le besó efusivamente
  21. Mateo 26:51 Lit., Y he aquí
  22. Mateo 26:51 Lit., quitó
  23. Mateo 26:53 Una legión estaba compuesta de 6,000 soldados
  24. Mateo 26:55 Lit., aquella hora
  25. Mateo 26:58 Lit., entrando dentro
  26. Mateo 26:58 O, sirvientes
  27. Mateo 26:59 O, Sanedrín
  28. Mateo 26:61 O, santuario
  29. Mateo 26:61 O, después de
  30. Mateo 26:63 I.e., el Mesías
  31. Mateo 26:67 O, posiblemente, le herían con palos
  32. Mateo 26:68 Lit., Profetízanos
  33. Mateo 26:68 I.e., el Mesías
  34. Mateo 26:72 Lit., al
  35. Mateo 26:74 Lit., al
  36. Mateo 26:75 Lit., de la palabra que
  37. Mateo 27:4 Lit., Tú verás
  38. Mateo 27:9 Lit., dicho
  39. Mateo 27:9 O, tomé
  40. Mateo 27:10 Algunos mss. dicen: di
  41. Mateo 27:11 Lit., y el gobernador
  42. Mateo 27:14 Lit., palabra
  43. Mateo 27:24 Algunos mss. sólo dicen: de éste
  44. Mateo 27:24 Lit., vosotros veréis
  45. Mateo 27:27 I.e., unidad militar romana compuesta de varias centurias
  46. Mateo 27:29 O, vara
  47. Mateo 27:32 Lit., a éste
  48. Mateo 27:32 Lit., su
  49. Mateo 27:35 Algunos mss. posteriores agregan: para que se cumpliera lo dicho por el profeta: Se repartieron mis vestiduras y sobre mi ropa echaron suertes
  50. Mateo 27:37 Lit., escrita
  51. Mateo 27:42 O, ¿a sí mismo no puede salvarse?
  52. Mateo 27:45 I.e., las doce del día
  53. Mateo 27:45 I.e., las tres de la tarde
  54. Mateo 27:49 Algunos mss. antiguos agregan: Y otro tomó una lanza, y traspasó su costado, y salió agua y sangre (Véase Juan 19:34)
  55. Mateo 27:53 Lit., El
  56. Mateo 27:54 O, posiblemente, un hijo de Dios
  57. Mateo 27:62 I.e., del viernes
  58. Mateo 27:63 Lit., diciendo
  59. Mateo 27:63 Lit., resucito
  60. Mateo 28:5 Lit., respondiendo
  61. Mateo 28:5 O, el crucificado
  62. Mateo 28:10 O, Dejad de temer
  63. Mateo 28:12 Lit., tomar consejo
  64. Mateo 28:13 Lit., lo robaron
  65. Mateo 28:14 Lit., y os haremos libres de preocupaciones
  66. Mateo 28:16 Lit., donde
  67. Mateo 28:19 Lit., discipulad a
  68. Mateo 28:20 Lit., consumación
  69. Mateo 28:20 O, siglo
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