Confesar a Cristo como Señor

Confesar a Cristo como Señor

2/6/2018

Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9)

Para dar gloria a Cristo, debemos confesarlo como Señor. Eso es parte de la salvación, no un acto subsiguiente. La salvación es cuestión de confesar que Cristo es Dios y, por lo tanto, que Él es soberano en su vida.

Si nunca ha confesado a Jesucristo como Señor, no puede vivir para su gloria. No puede decir: “Niego a Cristo. Él no es mi Salvador ni Señor”, y luego esperar glorificar a Dios. Si usted no honra al Hijo, no honra al Padre (Jn. 5:23). Así que la salvación es el necesario comienzo de glorificar a Dios y, por lo tanto, para el crecimiento espiritual. No se puede crecer hasta que no se haya nacido.

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Insultado acá, recompensado allá

FEBRERO, 06

Insultado acá, recompensado allá

Devocional por John Piper

Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. (Salmos 1:3)

¿Cómo es que la promesa de Salmos 1:3 apunta a Cristo?

Dice: «…en todo lo que hace, prospera». El justo prospera en todo lo que hace. ¿Es esto ingenuo o profundamente cierto?

En esta vida, el malvado a menudo prospera. «Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades» (Salmos 37:7). «No solo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes» (Malaquías 3:15).

Y en esta vida, a menudo el justo sufre y la recompensa por su bondad es el maltrato. «Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios… ¿no se habría dado cuenta Dios de esto?…Pero por causa tuya nos matan cada día; se nos considera como ovejas para el matadero»(Salmos 44:20-22).

Por lo tanto, cuando el salmista dice: «en todo lo que hace, prospera», él señala, más allá de las ambigüedades de esta vida, a la vida después de la muerte, donde la prosperidad de todo lo que hemos hecho aparecerá.

Pablo pensaba de esa manera.

Primero, él celebra la victoria de Cristo sobre la muerte: «Dónde está, oh muerte, tu victoria? …pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Corintios 15:55-57).

Segundo, él continúa con la implicancia de que es por este triunfo que cada obra que los creyentes alguna vez hayan hecho prosperará: «Por tanto, mis amados hermanos… vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1 Corintios 15:58). Cuando algo no es en vano, prospera.

El hecho de que Cristo haya muerto en nuestro lugar nos garantiza que cada buena obra prosperará al final: «Bienaventurados seréis cuando os insulten… Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande…» (Mateo 5:11-12). Insultado acá; recompensado allá.

Lo que parece ingenuo en el Antiguo Testamento («en todo lo que hace, prospera») señala profundamente a la obra de Cristo y a la realidad de la resurrección.


Devocional tomado del articulo “Do the Righteous Always Prosper?”

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Génesis 39 | Marcos 9 | Job 5 | Romanos 9

6 FEBRERO

Génesis 39 | Marcos 9 | Job 5 | Romanos 9

En la segunda parte de este discurso (Job 5), Elifaz presupone la postura que adopta en la primera (véase la meditación de ayer), pero añade varios giros inesperados a su desapasionada presentación.

En primer lugar, afirma que la forma como Job se dirige a Dios en esta fase es fundamentalmente errónea. Le dice que llame al Todopoderoso por todos los medios (5:1), pero, ¿por qué iba a contestar Dios a alguien tan exaltado como él? Entretanto, la actitud de Job desespera a Elifaz: “El resentimiento mata a los necios; la envidia mata a los insensatos” (5:2). Elifaz habla desde su propia observación: ha visto a necios semejantes prosperando en el pasado, pero de repente son arrancados de raíz. Está insinuando que la antigua prosperidad de Job era la de un “necio”, y la pérdida de la misma es lo que este merece. De forma algo contradictoria, Elifaz añade que el sufrimiento humano es una función de la condición humana: “El hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan” (5:7).

En segundo lugar, creyéndose moralmente superior, Elifaz dice a Job lo que él haría en una situación parecida (5:8–16). Apelaría a Dios y expondría su caso delante de él, no con la actitud de Job, que le parece insufrible, sino con humildad y contrición. Después de todo, Dios reina providencialmente y se compromete a humillar al arrogante y al astuto, exaltando al pobre y necesitado. Así pues, Elifaz se presentaría ante Dios como suplicante.

En tercer lugar, Elifaz declara que al menos uno de los objetivos de Dios al permitir pérdida y desastre es la disciplina: “¡Qué feliz es el hombre a quien Dios corrige! No menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero trae alivio” (5:17–18). Quienes admiten este concepto descubren que Dios restaura rápidamente su vida y prosperidad. Se sienten seguros en cada prueba. Job no puede pasar por alto las consecuencias: si siente que ha sufrido de forma injusta, no sólo es insuficientemente humilde, sino que es incapaz de reconocer la mano misericordiosa y castigadora de Dios todopoderoso, y por tanto permanece bajo la vara del Señor en lugar de encontrar misericordia. Elifaz concluye de forma bastante pomposa: “Esto lo hemos examinado, y es verdad. Así que escúchalo y compruébalo tú mismo” (5:27).

Las palabras de Elifaz son ciertas en alguna medida. Dios castiga realmente a sus hijos (Proverbios 3:11–12; Hebreos 12:5–6). Sin embargo, esto presupone que lo necesitan; Dios ciertamente no castiga a sus hijos cuando estos no lo precisan. Elifaz da a entender así que Job merece el castigo del Señor; los lectores del capítulo 1 saben que está equivocado. Es verdad, Dios salva al humilde y rebaja a aquellos cuyos ojos son altaneros (Salmos 18:27); no obstante, Elifaz asume erróneamente que Job debe ser altanero, o no estaría sufriendo. Aquí tenemos una lección: una aplicación falsa o inapropiada de la verdad genuina puede ser insensible y cruel, y, como aquí, puede decir falsedades acerca de Dios.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 37). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El verdadero cristianismo

Tuesday 6 February

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Juan 14:6

Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí.

Juan 5:39

El verdadero cristianismo

¿Qué idea tiene usted del cristianismo y del evangelio?

Quizás estas palabras le recuerden las masacres, las torturas, las humillaciones perpetradas «en el nombre de Dios» a lo largo de la historia, y esto hace que usted se rebele. Quizá piense en las enormes riquezas que algunas comunidades religiosas han amontonado, y esto le parece sospechoso. Quizá conozca a «cristianos» cuya conducta moral le escandalice.

Queremos decirle que Dios, el verdadero Dios, no aprueba estas cosas. Personas que llevan el nombre de cristianos, sin serlo de verdad, pueden desgraciadamente ser un espejo que deforma al verdadero cristianismo. Entonces no se detenga en la falsa imagen que algunos dan del Dios Salvador. Lea la historia de Jesucristo, el Hijo de Dios que descendió del cielo para mostrar a los hombres el amor divino. Escuche lo que dice: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian” (Lucas 6:27-28). “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios… Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6:20, 24). “Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (Lucas 17:1-2).

Si desea conocer el verdadero cristianismo, vaya al origen, es decir, ¡lea la Biblia!

Génesis 40 – Mateo 23 – Salmo 19:11-14 – Proverbios 7:24-27