Madurez en el sufrimiento

Madurez en el sufrimiento

3/4/2018

El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. (1 Pedro 5:10)

Un llamado del cristiano a la gloria tiene que ir por la senda del sufrimiento. El versículo de hoy explica por qué. El sufrimiento es el método de Dios para que su pueblo madure espiritualmente. Lo complace cuando soportamos con paciencia la prueba que afrontamos en el camino. El sufrimiento es parte del plan de Dios a fin de preparar a su pueblo para la gloria.

El apóstol Pedro dijo esto respecto al valor del sufrimiento: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P. 1:6-7). Dios permite el sufrimiento como una confirmación de nuestra fe. También produce paciencia, aunque la paciencia es una virtud que no necesitaremos en la eternidad; no habrá razón alguna para la impaciencia allí. Pero además de esos beneficios, el sufrimiento aumenta nuestra capacidad de alabar, honrar y glorificar a Dios, y eso es algo que usaremos por toda la eternidad.

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De la providencia

LOS ESTÁNDARES DE WESTMINSTER

y

La forma de gobierno de Westminster

La confesión de fe, catecismos menor y mayor y la forma de gobierno con citas bíblicas completas

Capítulo Cinco

De la providencia

V.1 Dios, el gran Creador de todas las cosas, sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas, las acciones y las cosas,98 desde la más grande hasta la más pequeña, por medio de su más sabia y santa providencia,100 según su infalible presciencia y el libre e inmutable consejo de su propia voluntad,102 para alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.

V.2 Aunque todas las cosas acontecen inmutable e infaliblemente con relación a la presciencia y decreto de Dios, quien es la causa primera; sin embargo, por la misma providencia, Él las ha ordenado para que sucedan de acuerdo con la naturaleza de las causas secundarias ya sea necesaria, libre o contingentemente.105

V.3 En su ordinaria providencia, Dios hace uso de medios; no obstante, es libre de obrar sin ellos,107 sobre ellos y contra ellos,109 según le plazca.

V.4 El poder todopoderoso, la inescrutable sabiduría y la infinita bondad de Dios, se manifiestan de tal manera en su providencia que se extiende hasta la primera caída y a todos los otros pecados de ángeles y de los seres humanos; y eso no por un mero permiso,111 sino también limitándolos de manera sapientísima y poderosísima, ordenándolos y gobernándolos de varias maneras en una dispensación multiforme para sus propios fines santos; pero de tal modo que lo pecaminoso sólo procede de la criatura,113 y no de Dios, quien es santísimo y justísimo, y no es ni puede ser el autor o aprobador del pecado.

V.5 El más sabio, justo y clemente Dios, muchas veces, por un tiempo, deja a sus propios hijos en diversas tentaciones y en la corrupción de sus propios corazones, para castigarlos por sus pecados anteriores o para descubrirles la fuerza oculta de la corrupción y de lo engañoso de sus corazones a fin de que se humillen; y para elevarlos a una más íntima y constante dependencia de la ayuda de Dios, y para hacerlos más cuidadosos ante todas las ocasiones futuras de pecado, y para otros fines santos y justos.116

V.6 En cuanto a los seres humanos malvados e impíos, a quienes Dios, como Juez justo, los ha cegado y endurecido por sus pecados anteriores, no sólo les niega su gracia, por la cual podrían haber sido iluminados en sus entendimientos y obrado en sus corazones,118 sino que también algunas veces les retira los dones que ya tenían y los expone a cosas tales que su corrupción las hace ocasión de pecado; y a la vez los entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás.121 Por lo cual, sucede que se endurecen a sí mismos, inclusive bajo aquellos medios que Dios usa para ablandar a otros.

V.7 Aunque la providencia de Dios, en general, alcanza a todas las criaturas, así también, de una manera muy especial cuida de su iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella.

Alvarado, A. R. (Trad.). (2010). Los estándares de Westminster y la forma de gobierno de Westminster (pp. 19–23). Guadalupe, Costa Rica; San Juan, Puerto Rico: CLIR; Sola Scriptura.

Dios se goza en hacernos bien

MARZO, 04

Dios se goza en hacernos bien

Devocional por John Piper

Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien… Me regocijaré en ellos haciéndoles bien… (Jeremías 32:40-41)

Esta es una de esas promesas de Dios a las que acudo una y otra vez cuando estoy desalentado (sí, le ocurre a los pastores). ¿Se les ocurre algo más alentador que el hecho de que Dios se regocije en hacernos bien?

Él no cumple su promesa a regañadientes (Romanos 8:28). Es su gozo hacernos bien; y no solo a veces: ¡Siempre! «No me apartaré de ellos, para hacerles bien…».

Aunque algunas veces nuestra situación es tan difícil de tolerar que simplemente no podemos mostrar ningún gozo. Cuando eso me ocurre, trato de imitar a Abraham: «él creyó en esperanza contra esperanza» (Romanos 4:18). Dios ha sido siempre fiel en proteger esa pequeña chispa de fe en mí, que con el tiempo (no inmediatamente) se enciende para convertirse en una llama de felicidad y plena confianza.

¡Cuánto me alegra que aquello que hace más feliz al Dios Todopoderoso sea hacernos bien, a ustedes y a mí!


Devocional tomado del articulo “¡Una promesa para ti!”

Éxodo 15 | Lucas 18 | Job 33 | 2 Corintios 3

4 MARZO

Éxodo 15 | Lucas 18 | Job 33 | 2 Corintios 3

Uno de los diálogos entre Job y los “miserables consoladores “hace un alto en el camino, un nuevo personaje aparece en escena. El discurso de Eliú ocupa los capítulos 32–37. Es un hombre joven que no ha hablado hasta ahora porque el protocolo de la época exigía que los más mayores hablasen primero. Eliú aparece como un individuo bastante presuntuoso que ha estado conteniéndose de hablar hasta este momento. Sin embargo, las palabras manan ahora de su boca como un torrente (como él mismo reconoce, 32:18–21) y promete que no adulará a nadie (32:22).

El contenido del discurso de Eliú toma forma primero en Job 33. Dejando de lado su pomposidad ligeramente defensiva, Eliú tiene algunas cosas importantes que decir. Opina de forma parecida a los demás en algunos aspectos, pero se aparta totalmente de sus errores más indignantes, de forma que la configuración total de su exposición es bastante diferente.

En este capítulo, se dirige a Job; después, lo hará a los “consoladores”. Explica dos conceptos fundamentales al primero.

En primer lugar, Eliú afirma que, aunque Job ha reconocido la grandeza de Dios (de hecho, ha insistido en ella), se ha equivocado recalcando su propia justicia, hasta el punto de que ha provocado que Dios quede como una especie de ogro.

“Pero déjame decirte que estás equivocado” (33:12). Sabiamente, Eliú para aquí. No sigue diciendo, como hicieron los tres “consoladores”, que Job debía admitir totalmente su culpabilidad. Para Eliú, el único pecado de Job es cargar a Dios con la culpa.

En segundo lugar, Eliú dice que Dios no es tan distante ni inaccesible como Job hace que lo sea (33:14 y siguientes). El Señor puede aparecerse a una persona en un extraño sueño que le advierta de abandonar un mal camino (33:15–18) o, más concretamente, hablar realmente en el lenguaje del dolor, impidiendo la arrogancia y la independencia (33:19–28). Puede hacer estas cosas más de una vez a alguien, salvando así su alma del sepulcro (33:29–30). Eliú hace preguntas relativas al sufrimiento por el que no han pasado Job o sus antagonistas. No está diciendo que el primero merezca todo lo que le está ocurriendo; de hecho, insiste en que quiere darle la razón (33:32).

Además de la importancia del asunto en sí, que el sufrimiento puede tener como propósito algo más que infligir un castigo merecido, todo este debate nos recuerda una importante lección pastoral. Por supuesto, no siempre es invariablemente así, pero, cuando dos enemigos se enfrentan y ninguno de ellos cede un milímetro, no han reflexionado adecuadamente acerca de todos los parámetros del tema.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 63). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Los “si” que nos turban

Domingo 4 Marzo

(Jesús) os ha reconciliado… para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe.

Colosenses 1:21-23

Si vivís conforme a la carne, moriréis.

Romanos 8:13

Los “si” que nos turban

El Nuevo Testamento es muy claro sobre la manera en que se puede ser salvo: “¿Qué debo hacer para ser salvo?… Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:30-31). Dios salva a todo el que cree, y lo salva gratuitamente. “Es don de Dios” (Efesios 2:8). Dios así lo afirma, y él jamás se contradice.

Pero después de habernos salvado, Dios nos coloca ante las responsabilidades que esto conlleva. Por eso en la Biblia encontramos algunos “si”, como en los versículos de hoy, que parecen poner condiciones para ser salvos. ¿Qué cristiano podría decir que permanece todos los días en la fe, fundado y firme? ¡No deduzcamos de esto que podemos perder la salvación!

Imaginemos que mi hijo de corta edad está jugando al borde de un estanque. Yo le digo muy seriamente: «Si juegas demasiado cerca, te puedes caer al agua y ahogarte». Le advierto porque lo amo, y por su bien él debe escucharme. Pero, ¿voy a dejar que caiga en el estanque sin intervenir, y que se ahogue por el mero hecho de haberle advertido? ¡Por supuesto que no! ¡Es mi hijo!

Así es como Dios, en su fidelidad, actúa con nosotros. ¡Tengamos en cuenta sus advertencias paternas! Pero no nos turbemos pensando que estos “si” podrían anular la gracia soberana de Dios: él nos salvó. Si nuestra seguridad eterna dependiese, aunque fuese un poco, de nuestra conducta futura, nunca tendríamos ninguna seguridad.

¡La obra que Jesús cumplió, y solo ella, es nuestra seguridad! ¡Alabado sea Dios!

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