Las bendiciones del crecimiento

Las bendiciones del crecimiento

5/7/2018

Para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador. (Tito 2:10)

Como los cristianos ya tenemos derecho al cielo y alcanzaremos un día la perfección en la presencia de Dios, ¿por qué es necesario el desarrollo espiritual? Hay varias razones.

En primer lugar, glorifica a Dios.

En segundo lugar, prueba la salvación. El cambio externo muestra un cambio interno del corazón.

En tercer lugar, es un buen testimonio. El crecimiento espiritual muestra la verdad de Dios para que otros la vean.

En cuarto lugar, da seguridad. Cuando progresamos espiritualmente, vemos a Dios obrando en nuestra vida, y eso contribuye a nuestra confianza en nuestra salvación (2 P. 1:10).

En quinto lugar, nos libra de tristeza innecesaria. La falta de crecimiento hacia la santidad resulta solo en dolor y tristeza.

En sexto lugar, protege de reproche la causa de Cristo.

Y por último, nos hace útiles para servir en la iglesia.

Así que siga creciendo y sea una bendición para quienes usted conozca.

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No sirvamos a Dios

MAYO, 07

No sirvamos a Dios

Devocional por John Piper

Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. (2 Crónicas 16:9)

¿Qué está buscando Dios en el mundo? ¿Ayudantes? No. El evangelio no es un anuncio buscando mano de obra. Tampoco es ese el llamado del servicio cristiano.

Dios no está buscando personas que trabajen para él: «Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él» (2 Crónicas 16:9).

¿Qué quiere Dios de nosotros? Probablemente no lo que suponemos. Él reprende a Israel por presentarle demasiados sacrificios: «No tomaré novillo de tu casa… Porque mío es todo animal del bosque… Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo que en él hay» (Salmos 50:9-12).

¿Hay algo que podamos darle a Dios que no lo reduzca al nivel de beneficiario?

Sí. Nuestras ansiedades.

Es un mandato: «[Echad] toda vuestra ansiedad sobre Él» (1 Pedro 5:7). Dios con mucho gusto recibirá lo que sea que le demos que demuestre nuestra dependencia y su suficiencia absoluta.

El cristianismo consiste principalmente en la convalecencia: los pacientes no sirven a los médicos; confían en que ellos les darán las recetas correctas. El Sermón del Monte es la lista de consejos de nuestro Médico, no la descripción del empleo que nuestro empleador ofrece.

Nuestra vida misma depende de que no trabajemos para Dios: «Al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda; mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia» (Romanos 4:4-5).

Los trabajadores no reciben regalos, reciben lo que se les debe. Si queremos recibir el regalo de la justificación, más nos vale no trabajar. Dios es quien trabaja en este asunto. Y lo que recibe como pago es la gloria de ser el benefactor de la gracia y no el beneficiario de un servicio.

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Números 15 | Salmo 51 | Isaías 5 | Hebreos 12

7 MAYO

Números 15 | Salmo 51 | Isaías 5 | Hebreos 12

Nunca es fácil comunicar un mensaje de juicio inminente (Isaías 5) a personas que están convencidas de que no son tan malas, especialmente cuando sus gobernantes están disfrutando de la vida. De ahí que Isaías recurra a un cántico que llame la atención. Toma el equivalente antiguo a una guitarra y comienza a cantar una simple balada sobre su verdadero amor. Sus oyentes quedan enganchados, pero seguidamente no pueden evitar sentir un enorme impacto sobre ellos.

En el cántico, Isaías comienza refiriéndose a Dios como “mi amigo” (5:1). Como aún no se ha identificado al Señor, el lenguaje captura sin duda instantáneamente a la audiencia. También refleja lo que siente Isaías: no es un observador impasible, sino un profeta que ama profundamente el ser y los caminos del Dios viviente. No amarlo completamente es una parte del problema, tanto en el antiguo pacto como en el nuevo (cp. Apocalipsis 2:1–7). Israel se representa a menudo como la viña del Señor, por lo que los oyentes de Isaías no tardarán mucho en descubrir el sentido. El profeta no se limita a realizar sutiles alusiones; comunica el mensaje amenazador de Dios y su propia explicación de su balada-parábola.

El pueblo sólo ha producido uvas silvestres, fruto malo. La naturaleza del mismo se describe en una serie de lamentos (5:8–25). En pocas palabras, la justicia social exigida por el pacto se ha cumplido en la ruptura. En contra de la insistencia específica del pacto en que la tierra es del Señor y debe repartirse con justicia, acumularla se ha convertido en la norma, exprimiendo a las personas con menos recursos (5:8–11). La riqueza existente en la élite de la época de Uzías ha alimentado la arrogancia excesiva, la embriaguez (5:11–12) y un desafío despreciativo a Dios (5:18–19). Finalmente, la tierra ha rebosado relativismo moral y confusión, sin duda calificados como pensamiento sofisticado, pero realmente nada más que un compromiso a llamar mal al bien y viceversa (5:20). En el fondo, se encuentran la arrogancia (5:21) y la corrupción en la administración y los tribunales (5:22–23). El juicio de Dios es implacable (5:24–25).

Nada esto significa que Dios esté acorralado. En la parte final del capítulo (5:26–30), Dios dice lo que hará. El castigo, la destrucción de la “viña de Dios”, llegará a través de una invasión extranjera. El lenguaje metafórico de estos versículos es francamente aterrador. No obstante, los invasores extranjeros no son simples oportunistas afortunados con un ejército poderoso. Dios mismo los llama, como quien silba a un perro para que venga. A pesar de la culpa desastrosa del pueblo, Isaías nunca duda de que Dios sea soberano sobre la historia y puede despachar a las naciones en juicio así como en misericordia. Este tema irá desarrollándose con fuerza en este libro.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 127). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Es cuestión de valores

Lunes 7 Mayo

 Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Filipenses 4:8

Es cuestión de valores

En el curso de una entrevista, un editorialista declaró: «Hemos pasado a un periodo de incertidumbre en cuanto a nuestros valores». Hablaba de nuestros valores morales, los que gobiernan nuestro comportamiento en la sociedad actual. En los países cristianizados estos valores se apoyaban en gran parte en la Biblia. Hoy todos esos valores son cuestionados porque Dios y su Palabra han sido dejados de lado o ignorados. Sin embargo, la Biblia sigue siendo, desde hace miles de años, una guía segura.

“Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Contiene en sí misma los argumentos que dan prueba de ello, pues es “inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir” (2 Timoteo 3:16).

Escucharla hace nacer la fe, que viene por oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17): creemos en Jesús, quien mediante su muerte en la cruz nos ofrece el perdón divino y todas las bendiciones que emanan de él. Conocemos a Dios como un Dios de amor. Descubrimos los valores que Dios aprecia, todos ellos reunidos en la persona y en la obra de su muy amado Hijo. Nosotros los creyentes somos exhortados a no guardar ese tesoro para nosotros mismos, sino a manifestar los caracteres de Jesús y a hacerlos brillar en este mundo.

“Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7).

Isaías 51 – Marcos 8:22-38 – Salmo 54 – Proverbios 15:1-2

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