¿Es posible la perfección?

¿Es posible la perfección?

5/8/2018

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos. (1 Juan 1:8)

La falsa doctrina del perfeccionismo enseña que hay algún momento después de la conversión cuando se erradica la naturaleza pecaminosa del creyente. Pero según el versículo de hoy, y sobre todo en el enfoque del apóstol Pablo al tema de Filipenses 3:12-16, la perfección en esta vida es solo una meta, no una realización. Debemos buscarla, pero nunca la alcanzaremos en la tierra.

Pablo rechazó el perfeccionismo al llamarnos a que busquemos el premio que solo se puede obtener plenamente en el cielo. Confesó que él mismo no había alcanzado la perfección, ¡y escribió a los filipenses casi treinta años después de su conversión! Tal vez fuera el cristiano más consagrado que haya vivido. Si después de treinta años no era perfecto, sin duda ninguno de nosotros puede decir que lo sea.

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Complacido con sus preceptos

MAYO, 08

Complacido con sus preceptos

Devocional por John Piper

Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío. (Salmos 40:8)

¿Cómo obra en nosotros el nuevo nacimiento para que los mandamientos de Dios se vuelvan un placer en lugar de una carga?

El apóstol Juan dice: «Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» (1 Juan 5:4). En otras palabras, el nuevo nacimiento nos capacita para sobreponernos al peso que los mandamientos de Dios ejercen sobre el hombre natural al engendrar fe. Esto queda confirmado en 1 Juan 5:1, que dice, literalmente: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios».

La fe es la evidencia de que hemos nacido de Dios. No podemos nacer de nuevo por nuestra propia decisión de creer. Dios nos da la voluntad de creer haciéndonos nacer de nuevo. Como dice Pedro en su primera carta, Dios «nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva» (1 Pedro 1:3). Nuestra esperanza viva, o fe en la gracia venidera, es la obra de Dios en nosotros mediante el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, cuando Juan dice que «todo lo que es nacido de Dios vence al mundo» y luego añade que «esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe», interpreto que lo que quiere decir es que Dios nos capacita, mediante el nuevo nacimiento, para vencer al mundo, es decir, para vencer a nuestra poca disposición en la carne para cumplir los mandamientos de Dios. El nuevo nacimiento produce este efecto al generar fe, lo que evidentemente implica una disposición a ser complacidos, en lugar de desalentados, por los mandamientos de Dios.

Por consiguiente, la fe es lo que vence nuestra hostilidad innata hacia Dios y su voluntad, y nos hace libres para guardar sus mandamientos y decir junto al salmista: «Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío » (Salmos 40:8).

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Números 16 | Salmo 52–54 | Isaías 6 | Hebreos 13

8 MAYO

Números 16 | Salmo 52–54 | Isaías 6 | Hebreos 13

Probablemente, la visión que Isaías tuvo de Dios y de su comisión (Isaías 6) ocurrió al principio de su ministerio, pero solo se recoge aquí por razones temáticas. Tras la serie de “ayes” contra el pueblo, Isaías pronuncia otro contra sí mismo (6:5), lo que muestra que su postura como profeta nunca ha sido farisaica. Además, la secuencia de su propio llamamiento, al ver a Dios (6:1–4), ser profundamente consciente de su pecado y confesarlo (6:5), su purificación (6:6–7) y comisión (6:8–13), es la que Israel debe experimentar si quiere volver a su papel asignado como siervo del Dios viviente. Nosotros también debemos seguir esta secuencia. Además, varios detalles del llamamiento de Isaías aparecen en los siguientes capítulos (como veremos), haciendo que esta ubicación de la narración de su visión de Dios sea altamente estratégica. Algunas notas:

(1) Isaías vio al Señor sentado en un trono cuando Uzías murió, como si el rey terrenal tuviese que fallecer antes de que el profeta pudiese comenzar a comprender lo impresionante que es el Rey divino.

(2) Los serafines, un orden superior de seres angelicales, realzan el trono con su adoración y su alabanza. El Señor es el Dios “tres veces santo”. En su uso principal, “santo” es casi un adjetivo exclusivo de Dios y engloba tanto su trascendencia como su justicia (5:16).

(3) Cuando lo finito, lo inmundo y lo mortal entran en contacto con lo infinito, lo puro y lo inmortal, debe producirse una profunda sensación de insuficiencia. Comenzar a ver a Dios es empezar a ver lo terrible y desesperado de nuestra situación. La santidad de Dios nos revela nuestras rebeliones y nuestra sucia naturaleza de una forma en que las comparaciones mutuas entre los miembros de la raza rebelde no pueden hacerlo. Aquí, Isaías se condena, porque en la presencia de Dios los grados de pecado parecen superfluos.

(4) Solo la purificación provista por el altar que Dios mismo ha prescrito bastará para quitar el pecado de Isaías.

(5) Por primera vez en esta visión, Dios habla y busca voluntarios (un acto condescendiente de gracia en sí mismo). Cuando Isaías responde, es menos el clamor del héroe que la petición del perdonado. Es como si suplicase: “¡Aquí! ¡Por favor! ¿Sirvo yo? ¿Hay alguna forma en que pueda ayudar? ¿Puedes utilizarme, por favor?”

(6) La comisión que Isaías recibe es predicar hasta que caiga el juicio irrevocable. No hay expectativa de avivamiento. Es demasiado tarde. La predicación solo servirá para endurecer a las personas. El único atisbo de esperanza, desarrollado concienzudamente más adelante en el libro (11:1), es que del tocón de la nación destruida brotará nueva vida, y de ese remanente, la semilla prometida (6:13b).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 128). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Nuestro Dios sabe todo

Martes 8 Mayo

Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda.

Salmo 139:1-4

Nuestro Dios sabe todo

La mente humana difícilmente concibe que Dios conozca el pasado, el presente y el futuro de cada uno de nosotros. ¡Esto nos produce vértigo! Pero hay otras informaciones que nos sorprenden, por ejemplo lo que los científicos descubren de la complejidad y del funcionamiento de lo infinitamente pequeño: ¡cada detalle nos llena de admiración! Dios también creó y controla los intercambios de información que se producen en el interior de cada organismo y que permiten la vida.

Pero más extraordinario todavía: Dios sabe lo que yo pienso, lo que piensa cada ser humano. Conoce el origen y el objetivo de mis pensamientos, “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). ¡Sí, el gran Dios de los cielos, que manda a los astros, conoce mejor que yo lo que sucede en los pensamientos de un ser tan insignificante como yo!

Entonces comprendo que no puedo esconder nada a Dios. También sé que puedo reconocer y confesar ante él –sin temor porque ya los conoce– todos mis pensamientos que no están en armonía con él.

Dios es mi Padre gracias a Jesús. Me ama y se interesa verdaderamente en todo lo que a mí se refiere. Su objetivo es purificarme y conducirme por ese camino llamado “el camino eterno” (Salmo 139:24).

Isaías 52-53 – Marcos 9:1-29 – Salmo 55:1-7 – Proverbios 15:3-4

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