El valor de la autodisciplina

El valor de la autodisciplina

7/1/2018

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura. (1 Corintios 9:26)

La cultura actual está obsesionada con la diversión, los deportes, el materialismo y el placer emocional. En realidad, esas preocupaciones excesivas se han convertido en las características de nuestra superficial, amoral y a veces inmoral sociedad.

Hace un siglo el Presidente Teodoro Roosevelt predijo esos resultados cuando dijo que la prosperidad a cualquier precio, la paz a cualquier precio, la seguridad antes que el deber, el amor a la vida cómoda y la teoría de la vida de hacerse rico destruirían con el tiempo a los Estados Unidos de América.

Un antídoto seguro para semejante manera de vivir es la autodisciplina que se muestra en la vida cristiana genuina. Su dirección y poder espiritual vienen del Señor, pero necesita la autodisciplina si Él va a obrar con eficiencia por medio de usted.

Pablo le escribió a Timoteo: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Ti. 4:8). Pídale a Dios que haga eso una realidad en su vida.

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El placer de Dios en hacernos bien

JULIO, 01

El placer de Dios en hacernos bien

Devocional por John Piper

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:32)

Jesús no se quedará de brazos cruzados, dejándonos en la incredulidad, sin antes dar batalla. Él toma el arma de la Palabra y la pronuncia con poder para todos aquellos que luchan por creer.

Su fin es derrotar al temor de que Dios no es el tipo de Dios que realmente quiere ser bueno con nosotros, o en otras palabras, que Él no es verdaderamente generoso y ayudador y amable y tierno, sino que básicamente está irritado con nosotros —enojado y con mala predisposición—.

En ocasiones, aunque creamos en nuestra mente que Dios es bueno con nosotros, es probable que sintamos que su bondad es de alguna manera forzada u obligada. Quizá como si fuera un juez acorralado por algún abogado astuto debido a un tecnicismo de procedencia jurídica, de modo que el juez tuviera que retirar los cargos contra el prisionero, a quien realmente preferiría enviar a la cárcel.

Pero Jesús se esfuerza para que no nos sintamos de esa manera hacia Dios. En este versículo, él está tratando por todos los medios de describirnos el indescriptible valor y la excelencia del alma de Dios al enseñarnos el placer ilimitado que le da el entregarnos el reino.

«No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino». Cada palabra de esta maravillosa oración es intencionada y busca quitar el temor con el que Jesús sabe que luchamos: que Dios nos da con resentimiento sus beneficios; que él se siente forzado y obligado cuando hace cosas buenas por nosotros; que en el fondo está enojado y ama ventilar su enojo.

Esta una oración acerca de la naturaleza de Dios. Acerca del tipo de corazón que Dios tiene. Es un versículo acerca de lo que hace feliz a Dios —no meramente acerca de lo que Dios hará o tiene que hacer, sino más bien de lo que él disfruta hacer, lo que ama hacer y lo que le da placer hacer—. Cada palabra cuenta.

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Josué 3 | Salmos 126–128 | Isaías 63 | Mateo 11

1 JULIO

Josué 3 | Salmos 126–128 | Isaías 63 | Mateo 11

No deberíamos pasar por alto lo que es obvio: en este pasaje (Mateo 11:2–19), Juan el Bautista está desanimado.

La causa es que Jesús no cumple sus expectativas. Juan ha anunciado a alguien que no sólo bautizaría a las personas con el Espíritu Santo (3:11), sino que vendría con un juicio severo, separando el trigo de la paja y quemando esta (3:12). Sin embargo, aquí está Jesús, predicando ante inmensas multitudes, preparando a sus propios discípulos, haciendo milagros, sin juzgar a los impíos. Juan el Bautista languidece en la cárcel por haber denunciado ferozmente el matrimonio ilícito de Herodes. ¿Por qué no lo ha hecho Jesús, ni lo ha juzgado utilizando su asombroso poder?

Jesús contesta (Mateo 11:4–6) describiendo su ministerio desde la perspectiva de dos pasajes fundamentales de Isaías, 35:5–6 y 61:1–2. Sin embargo, Juan el Bautista seguramente conocía muy bien el libro de Isaías. En otros pasajes, él mismo lo cita (3:3, que alude a Isaías 40:3). Así pues, si Jesús va a referirse a estos pasajes (bien podría preguntarse Juan), ¿por qué no menciona también el tema del juicio en los mismos contextos? Después de todo, Isaías 35:4–6 no sólo menciona a los cojos saltando, por ejemplo, sino también la “retribución divina”. Isaías 61 habla de predicar las buenas nuevas a los pobres, pero también anuncia “el día de la venganza de nuestro Dios” (Isaías 61:2; véase la meditación del 29 de junio). ¿Por qué menciona Jesús las bendiciones y no el juicio?

Es como si el Señor estuviese diciendo: “Juan, mira atentamente: las bendiciones prometidas del reino están llegando. Lo que yo hago cumple las Escrituras con exactitud. Si el juicio aún no ha comenzado, lo hará, en su momento. Ahora mismo, céntrate en el bien que se está haciendo y deja que este confirme que soy quien digo ser”.

Jesús da tres pasos más para defender a Juan, de los cuales nos detendremos brevemente en dos. (a) Advierte a los que estaban escuchando su conversación que no supongan ni por un momento que Juan sea una persona voluble, que los vientos de las circunstancias difíciles tambalean y menos aún alguien interesado en velar por sus propios intereses (11:7–8). Todo lo contrario: (b) su papel en la historia redentora es ser aquel que anuncia la venida del Soberano, destacándolo, en cumplimiento de una profecía de Malaquías (11:10). Este hecho hace de Juan el mayor hombre nacido de mujer hasta ese momento, más que Abraham, David o Isaías, porque realmente anuncia a Cristo y lo señala de forma explícita. Por esta razón, el más pequeño del reino de los cielos, a este lado de la cruz, sigue siendo más grande (11:11): usted y yo mostramos quién es el Mesías con aún más inmediatez y claridad. Ahí reside nuestra grandeza.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 182). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Errante o extranjero?

Domingo 1 Julio

Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas… dan sus nombres a sus tierras. Mas el hombre no permanecerá en honra.

Salmo 49:11-12

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas… mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros.

Isaías 53:6

¿Errante o extranjero?

Caín, el hijo de Adán y Eva, mató a su hermano Abel. Entonces Dios lo echó y le dijo que sería “errante y extranjero en la tierra” (Génesis 4:12). Caín no tuvo en cuenta lo que Dios le dijo; construyó una ciudad, sus descendientes se asentaron en ella y se dedicaron a hacer de la tierra un lugar agradable para vivir, sin Dios.

Hoy en día, la tierra está llena de personas errantes. ¡No nos referimos a personas sin domicilio fijo! Poseen o alquilan una casa y tienen todo tipo de ocupaciones importantes en este mundo. Tienen una profesión y están ocupadas durante todo el día. Con sus esfuerzos siempre tratan de hacer de la tierra un lugar agradable para vivir sin Dios. Pero en realidad deambulan hasta el día en que deban dejar este mundo…

También hay otra clase de personas: estas saben que las promesas de Dios son seguras. Jesús es su Salvador. Es cierto que viven en la tierra, pero solo están de paso; son extranjeros (Hebreos 11:13), pues tienen un lugar de destino, un hogar preparado para ellos. Pasan por la tierra para ir al cielo, a su patria. ¡Allí Jesús los está esperando! Dio su vida por ellos en la cruz, y ahora su lugar está preparado “en la casa” del Padre (Juan 14:2).

Si su vida aún no tiene sentido, ¡vuélvase a Jesús! Así no seguirá errando, sino que caminará hacia un destino maravilloso: ¡hacia su Salvador!

Números 13 – 1 Juan 2:18-29 – Salmo 78:21-31 – Proverbios 18:13

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