Una vida sobrenatural

Una vida sobrenatural

7/5/2018

Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)

La vida cristiana obediente y productiva está dirigida y facultada por el Espíritu Santo. Por lo tanto, es una vida sobrenatural. Es algo ajeno al pensamiento del inconverso, y no puede alcanzar semejante vida.

El vivir de modo sobrenatural es conformar la vida externa a la vida interior, y vivir conforme a la nueva naturaleza que se tiene en Jesucristo. Pero no es una vida mística e indefinida basada en conceptos filosóficos abstractos. Es una vida práctica derivada de obediencia consciente a los mandamientos de Dios. Es pensar, hablar y actuar cada día en conformidad con su Palabra y su voluntad.

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Entreguemos a Dios nuestra venganza

JULIO, 05

Entreguemos a Dios nuestra venganza

Devocional por John Piper

Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor.

(Romanos 12:19)

¿Por qué esta promesa es tan crucial para superar nuestra inclinación hacia la amargura y la venganza? La razón es que esta promesa responde a uno de los impulsos más fuertes que se hallan detrás del enojo —un impulso que no es enteramente incorrecto—.

Podría ilustrarlo con una experiencia de mi época de seminario. Estaba en un grupo pequeño de parejas que comenzaron a relacionarse de manera bastante profunda y personal. Cuando una noche estábamos conversando sobre el tema del perdón y el enojo, una de las esposas jóvenes dijo que no podía ni quería perdonar a su madre por algo que le había hecho cuando era una niña.

Hablamos acerca de algunos de los mandamientos y advertencias bíblicas acerca de la falta de perdón:

  • «Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo» (Efesios 4:32).
  • «Si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones» (Mateo 6:15).

Aun así, ella no quería ceder. Le advertí que su misma alma estaba en peligro si sostenía tal actitud de amargura y falta de perdón. Pero ella seguía obstinada en no perdonar a su madre.

La gracia del juicio de Dios nos es prometida en Romanos 12 como un medio para ayudarnos a vencer al espíritu de venganza y amargura.

El argumento de Pablo es que no debemos vengarnos, porque la venganza pertenece al Señor. Y para motivarnos a rendir nuestros deseos vengativos, él nos da una promesa, que ahora sabemos que es una promesa de gracia venidera: «yo pagaré, dice el Señor».

La promesa que nos libera de un espíritu que no perdona, lleno de amargura y venganza, es la promesa de que Dios saldará nuestras cuentas. Lo hará de una manera más justa y más completa de lo que nosotros jamás podríamos hacer. Por lo tanto, podemos retroceder y dejar lugar para que Dios obre.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), páginas 265–266

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Josué 7 | Salmos 137–138 | Jeremías 1 | Mateo 15

5 JULIO

Josué 7 | Salmos 137–138 | Jeremías 1 | Mateo 15

Jeremías vivió en una época de peligros y declive. Llamado a ser profeta en el decimotercer año del reinado del rey Josías, el último monarca reformador de Judá (alrededor de 627 a.C.), sirvió durante más de cuarenta años. La caída de Jerusalén tuvo lugar en 587 (cuarenta años después del llamamiento de Jeremías) y el profeta continuó su ministerio durante un tiempo. Dicho ministerio parecía condenado a ser improductivo. Sin embargo, Dios le había llamado a hablar la verdad acerca de la nación y del juicio inminente, independientemente de si sus palabras eran bien recibidas o no. Se observa cómo su madurez y determinación van creciendo conforme van pasando sus años de ministerio.

El llamamiento de Jeremías ocupa el primer capítulo (Jeremías 1). Destacamos algunos elementos importantes:

(1) Dios no sólo había comisionado a Jeremías, sino que lo había escogido incluso antes de que naciese (1:5). En las horas de más oscura oposición y trato brutal, esa realidad demostró ser inmensamente tranquilizadora para Jeremías.

(2) Claramente, Jeremías era muy joven cuando Dios lo llamó a su primera comisión. Se quejó diciendo que era demasiado joven, un niño. Sin embargo, el Señor no aceptaría la excusa. Él mismo pondría las palabras en la boca de Jeremías y lo haría una voz profética, no solo sobre Judá sino también sobre las naciones vecinas (1:7–10).

(3) Dos viñetas visionarias clarifican el llamamiento de Jeremías. La primera es una rama de almendro. La palabra hebrea suena de forma muy parecida a otra que significa “vigilar”. Esa rama era la primera que germinaba en primavera, señalando así la llegada de la primavera; en ese doble sentido, la palabra de Dios apunta a su propio cumplimiento, que se producirá inevitablemente. De ahí que se inste al profeta a comunicarla con la total confianza de que lo que el Señor dice es verdad, y de que todo lo que prediga tendrá lugar (1:11–12): Dios lo vigila todo. El segundo elemento visionario es una olla que hierve y se vierte desde el norte, una forma gráfica de indicar que el caldero hirviendo del juicio, el que Babilonia infligirá a la pequeña nación (1:13–16), se derramará sobre Judá desde el norte.

(4) Sobre todo, Dios dice a Jeremías que no tema, una palabra común a los siervos de Dios (p. ej., Abraham, Génesis 15:1; Moisés, Números 21:34 y Deuteronomio 3:2; Daniel, Daniel 10:12, 19; María, Lucas 1:30; Pablo, Hechos 27:24). Dios no esconde las dificultades: Jeremías se enfrentará a mucha oposición y en ocasiones se quedará solo “contra todo el país” (1:18), pero “no te podrán vencer”, dice el Señor, “porque yo estoy contigo para librarte” (1:19). Únicamente estas promesas pueden alimentar una valentía titánica en el profeta.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 186). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Podemos borrar nuestro pasado?

Jueves 5 Julio

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Isaías 53:5

Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.

Romanos 4:7

¿Podemos borrar nuestro pasado?

Una persona que se dedicaba a cuidar a los soldados heridos entró en una carpa donde estaban varios en estado grave. Acercándose a uno de ellos, le dijo: «¿Qué puedo hacer por usted?». La angustia se leía en aquel rostro: «¿Puede borrar mi pasado?». Con una voz ronca le contó en pocas palabras su historia, sus horribles recuerdos que no podía olvidar.

¿Cómo podemos borrar completamente lo que hicimos? ¿Quién puede borrar las manchas indelebles de nuestro pasado? ¡No podemos cometer faltas impunemente! Tarde o temprano tendremos que rendir cuentas a Dios (Romanos 14:10). Muchas personas viven en la indiferencia e incredulidad, haciendo callar su conciencia hasta el día en que, a las puertas de la eternidad, surja ante ellos ese pasado que los abruma, esos pecados que no pueden borrar.

Pero hay alguien que puede hacerlo: ¡Jesús, a quien quizás olvidamos, o despreciamos! Él fue crucificado para llevar el castigo que nosotros merecíamos. Solo él puede cubrir, a los ojos de Dios, esos pecados que nos condenan. ¿Qué hay que hacer para obtener esta gracia? Creer en el Señor Jesús y confesarle nuestras faltas. Gracias al sacrificio de su Hijo en la cruz, Dios puede perdonar completamente nuestros pecados.

“Nuestro Señor… fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).

Dios podrá decirnos: “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados” (Isaías 44:22).

Números 16:1-19 – 2 Juan – Salmo 78:65-72 – Proverbios 18:20-21

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