Escogeos hoy a quién sirváis.

1 de agosto

La gran decisión

Escogeos hoy a quién sirváis.

Josué 24:15

El Sermón del Monte nos presenta la más importante de las decisiones espirituales. Sus verdades éticas bendicen a quienes creen y obedecen a Cristo, pero juzgan a quienes lo rechazan.

La decisión espiritual, que no se puede pasar por alto ni posponer, está relacionada con el camino de salvación. Hay un solo camino verdadero para ser justificados ante Dios, y hay muchos caminos falsos. Es equivocado decir que todos los caminos llevan al cielo; solamente hay uno. Hay que rechazar todos los caminos que son por obras y que se han inventado para llegar al cielo, y se debe aceptar el único camino que Dios mismo ha provist la fe en su gracia salvadora como se revela en la muerte expiatoria de su Hijo (Hch. 4:12; 1 Ti. 2:5-6).

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Nuestra debilidad revela el valor de Cristo

AGOSTO, 01

Nuestra debilidad revela el valor de Cristo

Devocional por John Piper

Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. (2 Corintios 12:9)

El plan de Dios en el sufrimiento es engrandecer el valor y el poder de Cristo. Esto es gracia, porque el gozo más grande de los cristianos es ver a Cristo magnificado en nuestras vidas.

Cuando Jesús le dijo a Pablo que no le quitaría «el aguijón en la carne», él sustentó la fe de Pablo explicándole el porqué. El Señor le dijo: «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9). Dios determinó que Pablo fuera débil, para que Cristo pudiera verse fuerte a través de la vida de Pablo.

Si nos sentimos y parecemos autosuficientes, nosotros recibiremos la gloria y no Cristo. Por eso, Cristo escoge lo débil del mundo «para que nadie se jacte delante de Dios» (1 Corintios 1:29). A veces debilita a los que parecen fuertes, de modo que el poder divino sea más evidente.

Sabemos que Pablo experimentó esto como gracia, porque se regocijó en ello: «Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:9-10).

Vivir por la fe en la gracia de Dios equivale a estar satisfechos con todo lo que Dios es para nosotros en Jesús. Por lo tanto, la fe no retrocede ante aquello que revela y magnifica todo lo que Dios es para nosotros en Jesús. Eso es lo que nuestra propia debilidad y el sufrimiento hacen.

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Jueces 15 | Hechos 19 | Jeremías 28 | Marcos 14

1 AGOSTO

Jueces 15 | Hechos 19 | Jeremías 28 | Marcos 14

Finalmente, la disputa entre Jeremías y los falsos profetas se concreta en un enfrentamiento particular, el que se produce entre Jeremías y Jananías (Jeremías 28). El motivo no puede ser más claro. El primero insiste en que, si Judá no se arrepiente, su capital Jerusalén será destruida, la mayor parte de su población perecerá y el resto acabará en el cautiverio. El segundo afirma que, dentro de los dos años siguientes a su declaración, es decir, a partir de 594 a.C. (aún siete años antes de que tuviese lugar la destrucción definitiva), Dios liberaría a la ciudad de forma milagrosa. El rey legítimo, Jeconías (que ya había estado en el exilio durante tres o cuatro años), volvería a su trono y los tesoros llevados del templo regresarían al mismo. Ambos profetas hablan en el nombre del Señor. ¿A quién debería creer el pueblo y por qué?

En este caso, existen dos referencias cronológicas útiles con las que poner a prueba a ambos profetas. Primero, Jananías estipula que su profecía se cumplirá dentro de los siguientes dos años (28:3). Cuando eso no ocurra, aún quedarán unos cinco años hasta la catástrofe final, mucho tiempo para que el pueblo se arrepienta. Segundo, se nos dice que, poco después de la dramática confrontación entre ambos profetas en el templo, el Señor habla a Jeremías acerca de la muerte inminente de su rival, impuesta por él mismo. Sus palabras para Jananías son: “Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra. Puesto que has incitado a la rebelión contra el Señor, este mismo año morirás” (28:16). Siete meses después, el falso profeta muere (28:17). ¿No debería tomar nota de ello toda la nación y volverse al Señor?

De hecho, existe una señal más elocuente para aquellos con ojos para ver. Jeremías afirma: “Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos. Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor, sólo si se cumplen sus palabras” (28:8–9). Es una perspectiva excepcional. Jeremías no niega que un profeta de Dios fiel pueda predecir la paz en unas circunstancias históricas particulares, pero considera tan improbable esa posibilidad que aboga implícitamente por cierto escepticismo saludable hasta que la paz predicha se haya producido realmente. Por el contrario, los temas habituales y esperados de los profetas fieles tienen que ver con “guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos”. No quiere decir que los profetas fieles sean adustos y macabros, sino que hablan del pecado y de sus horribles consecuencias, avisando a las personas para que huyan de la ira venidera. Jeremías declara que esa es la raíz del auténtico ministerio profético. ¿Lo es también del tuyo?

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 213). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La mies es mucha, mas los obreros pocos.

Miércoles 1 Agosto

El Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.

Hechos 18:9-10

La mies es mucha, mas los obreros pocos.

Mateo 9:37

Hoja de ruta

Hechos 18:9-10

“No temas”… En la Biblia, muchos hombres de Dios recibieron estas palabras consoladoras. El Señor sabe que sus testigos están expuestos a los ataques de Satanás, y no los envía a trabajar en su obra sin antes haberlos tranquilizado.

“Habla, y no calles”… Si no hablamos de nuestro Salvador Jesucristo, ¿quién lo hará? Este mundo está lleno de voces mentirosas que muestran a los hombres una falsa dirección. Animémonos con el mismo amor que nuestro Dios, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).

“Yo estoy contigo”… Con estas mismas palabras Dios animó al profeta Jeremías, quien tenía miedo de transmitir el mensaje para el que Dios lo había preparado (Jeremías 1:8). Estas también fueron las últimas palabras que Jesús dirigió a los suyos en el evangelio de Mateo: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

“Ninguno pondrá sobre ti la mano”… Dios nos garantiza su protección. Nada nos sucederá sin que él lo haya permitido. Podemos sufrir un accidente o una enfermedad, pero todo está en sus manos. Si nos llama a su presencia es porque nuestra función en su obra se terminó.

“Tengo mucho pueblo en esta ciudad”. Ubiquémonos en la perspectiva de Dios, mucho más amplia que nuestra restringida visión humana. ¡Esforcémonos en ser fieles obreros en esta gran cosecha!

Jeremías 5 – Lucas 12:41-59 – Salmo 89:38-45 – Proverbios 20:18-19

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