El único evangelio

El único evangelio

8/4/2018

Y en ningún otro hay salvación. (Hechos 4:12)

Si usted da testimonio a otros de que el evangelio de Jesucristo es el único evangelio, el único camino a Dios, no está proclamando su propio punto de vista de la religión correcta, sino la revelación de la verdad de Dios. Usted no predica el evangelio de Cristo sencillamente porque lo conoce, porque se ajusta a su personalidad o porque quiere ser intolerante y exclusivo. Usted presenta el evangelio de Cristo porque es el único camino provisto por Dios para que las personas encuentren la salvación del pecado y de la muerte eterna.

Usted predica el evangelio de Cristo como el único evangelio porque Él dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Jn. 10:9). Usted da testimonio de ese evangelio porque está de acuerdo con el apóstol Pablo en que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5).

De modo que está en buena compañía y tiene un fundamento sólido cuando da testimonio a quienes no conocen a Jesucristo del único camino de salvación dado por Dios.

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Tan seguros como que Dios es fiel

AGOSTO, 04

Tan seguros como que Dios es fiel

Devocional por John Piper

A los que predestinó, a esos también llamó; y a los que llamó, a esos también justificó; y a los que justificó, a esos también glorificó. (Romanos 8:30)

Ninguna persona se pierde entre la eternidad pasada de la predestinación de Dios y la eternidad futura de la glorificación de Dios.

Nadie que fuera predestinado a ser hijo de Dios dejará de ser llamado. Nadie que fuera llamado dejará de ser justificado. Y nadie que fuera justificado dejará de ser glorificado. Esa es la cadena inquebrantable de la fidelidad de Dios a su pacto.

Por eso, Pablo dice:

[Estoy] convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6).

El cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro (1 Corintios 1:8?9).

Estas son las promesas de nuestro Dios, quien no puede mentir. Aquellos que son nacidos de nuevo están tan seguros como que Dios es fiel.

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Jueces 18 | Hechos 22 | Jeremías 32 | Salmos 1–2

4 AGOSTO

Jueces 18 | Hechos 22 | Jeremías 32 | Salmos 1–2

En cierto modo, el Salmo 2 puede entenderse completamente dentro del marco de la vida de un rey davídico, incluso del mismo David. Este monarca ha conquistado las naciones vecinas. Si estas se rebelan, están conspirando juntas “contra el Señor y contra su ungido” (2:2), esto es, su “mesías”, una expresión que puede referirse a cualquier rey ungido de Israel, o al Mesías definitivo. Si intentan desprenderse de las cadenas de sus obligaciones con Israel (2:3), tendrán que vérselas con Dios: “El rey de los cielos se ríe; el Señor se burla de ellos” (2:4). Él los reprende en su ira, porque ha establecido a su Rey en Sión (2:5–6).

Ahora habla el propio rey. Da testimonio de esta misma coronación, utilizando un leguaje común en el antiguo Oriente Próximo. En el momento en que la misma se produce, él se convierte en el “hijo” del Dios que extiende su soberanía suprema sobre esas personas. El propio Jehová emplea el mismo discurso: el rey de Israel pasa a ser el “hijo” de Dios en su coronación, comprometido con la búsqueda de la gloria y el bien de su Padre, reflejando su carácter y voluntad (2:7). El Todopoderoso controla de tal modo a todas las naciones, que el rey davídico sólo tiene que pedir y él le concederá soberanía absoluta sobre las naciones (2:8–9). Así pues, los reyes deberían ser sabios, ya que están advertidos (2:10). “Servid al Señor con temor […]. Besadle los pies, no sea que se enoje” (2:11–12).

Sin embargo, existen al menos dos elementos que indican que el salmo no está hablando de uno de los antiguos monarcas davídicos. Primero, al principio de esta dinastía, David pasó a ser un tipo o modelo del “mesías” supremo de este linaje, el “David” definitivo. Encontramos fácilmente referencias explícitas a este personaje siglos después (p. ej., Isaías 9; Ezequiel 34). El razonamiento tipológico puede desarrollarse de esta forma: si el rey David histórico fue el agente utilizado por Dios para gobernar a las naciones que lo rodeaban, ¿no reinará con más gloria sobre toda la tierra su Hijo más excelso, el rey davídico por excelencia? Segundo, existen varios indicios en el salmo que sugieren algo más que un antiguo rey davídico. Él somete a “los reyes de la tierra” (2:2), un concepto muy global (aunque podría significar “los reyes de ese territorio o región”); Dios promete entregar “las naciones” y “los confines de la tierra” a este “Hijo”, un concepto más difícil de desestimar. La bendición final (2:12) suena un tanto pretenciosa para alguien que no sea el Mesías supremo. Cada una de estas expresiones puede “explicarse” (o “justificarse”): tal vez serían ejemplos de un lenguaje hiperbólico. Sin embargo, si se analizan en conjunto, no apuntan tanto fuera del David histórico como más allá de él. Reflexionemos en Hechos 4:23–30.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 216). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Encontrar el camino

Sábado 4 Agosto

Jesús le dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Juan 8:12; 14:6

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.

Salmo 119:105

Encontrar el camino

Se había oscurecido. Encendí mi linterna, tomé mi mochila y traté de encontrar el camino que conducía al refugio… ¡pero un cartel me indicó que había tomado la dirección equivocada! Entonces decidí sacar el mapa: el camino correcto estaba un poco más lejos. Minutos después me encontré con varios senderos. ¿Cuál era el correcto? ¡No quería volver a perderme! Eché una nueva ojeada al mapa y decidido volví a emprender la marcha. La nieve cubría el camino, había muchas huellas… ¿Debía seguirlas? Revisé una vez más el mapa y continué. De repente, en el pequeño valle, vi una luz. ¡Qué alegría poder reunirme por fin con mis amigos en torno a un buen fuego!

Para nosotros los creyentes, el camino de la vida también es como una senda que va subiendo… A veces atraviesa la bruma, se adentra en la noche o pasa por la nieve… ¡Pero allá arriba el Señor Jesús nos está esperando, en ese lugar lleno de luz y calor! Nos dejó un «mapa», su Palabra, la Biblia, para que podamos hallar el camino; y nos dio su Espíritu para iluminar nuestro camino.

Joven amigo, ¿encontró usted en Jesús la “luz de la vida”? ¿Su Palabra ilumina su senda? Sin ella podemos dar vueltas y terminar perdiéndonos… Pero felices los que consultan cada día el mapa: pueden avanzar con paso firme, incluso cantando con gozo en su corazón.

Mi mapa, la Palabra de Dios, me muestra el verdadero camino, a Jesús el Hijo de Dios. ¡Él me conduce hacia la meta, la casa del Padre!

Jeremías 8 – Lucas 14 – Salmo 90:7-12 – Proverbios 20:23-24©

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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