La introspección espiritual

La introspección espiritual

8/23/2018

Probaos a vosotros mismos. (2 Corintios 13:5)

Muchos creyentes van por la vida con una actitud indiferente respecto a sus pecados. Pero el Señor les dice a los creyentes que examinen su vida cada vez que participen de la Cena de Señor (1 Co. 11:28). Y el apóstol Pablo exhortó a la iglesia de Corinto: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Co. 13:5).

Si usted hace eso con regularidad y con una actitud positiva, estará seguro de que sus motivos y deseos son agradar a Dios, aunque a veces le falle (vea Ro. 7:14-25).

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Dios no es un idólatra

AGOSTO, 23

Dios no es un idólatra

Devocional por John Piper

Cuando Él venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros. (2 Tesalonicenses 1:10)

La enseñanza de que Dios exalta su propia gloria y busca ser alabado por su pueblo es de tropiezo para algunos porque la Biblia nos enseña a no ser así. Por ejemplo, la Biblia dice que el amor «no busca lo suyo» (1 Corintios 13:5).

¿Cómo puede Dios ser amoroso y al mismo tiempo tener una devoción absoluta en la búsqueda de su propia gloria, alabanza y gozo? ¿Cómo puede Dios estar a nuestro favor si lo consume el deseo de actuar a su propio favor?

La respuesta que propongo es la siguiente: como Dios es el único Ser con gloria absoluta y total autosuficiencia, él debe actuar a su favor para actuar a nuestro favor. Las reglas de la humildad a las que se atiene una criatura no se pueden aplicar del mismo modo a su Creador.

Si Dios apartara la mirada de sí mismo como la Fuente del gozo infinito, dejaría de ser Dios. Estaría negando el infinito valor de su propia gloria. Estaría dándonos a entender que hay algo más valioso fuera de sí mismo. Estaría cayendo en la idolatría.

Esto no sería ganancia para nosotros, porque ¿a quién iríamos si nuestro Dios dejara de ser justo? ¿Adónde encontraríamos, en todo el universo, una Roca de integridad cuando Dios ha dejado de valorar supremamente aquello que es supremamente valioso? ¿Adónde acudiríamos en nuestra adoración si Dios mismo renunciara a su posición de infinito valor y belleza?

No, no es posible convertir la exaltación de Dios en sí mismo en amor demandando que Dios deje de ser Dios.

Al contrario, debemos observar que Dios es amor precisamente por su búsqueda incesante de la alabanza de su nombre en los corazones de su pueblo.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, página 47

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1 Samuel 15 | Romanos 13 | Jeremías 52 | Salmo 31

23 AGOSTO

1 Samuel 15 | Romanos 13 | Jeremías 52 | Salmo 31

El apéndice histórico a la profecía de Jeremías (Jeremías 52) impone un “giro” sobre el libro como un todo. Sin él, ciertos puntos quedarían colgando, es decir, seguirían formando parte del cuerpo del mismo, pero no se podrían destacar de forma tan poderosa como lo hace este apéndice.

En primer lugar, puede resultar útil comentar varios detalles históricos de este informe. Sorprende bastante que no se haga mención de las instrucciones de Nabucodonosor para la protección de Jeremías. Sin embargo, el interés reside realmente en el movimiento histórico general, no en las circunstancias personales del profeta. Algunos de los detalles complementan el relato de 2 Reyes 25. Este libro, por ejemplo, no habla del encarcelamiento de Sedequías (Jeremías 52:11). Seraías, el sacerdote principal (52:24), uno de los líderes ejecutados, era nieto de Hilcías, sumo sacerdote durante el reinado de Josías, cuyo linaje procedía de Aarón (cp. 1 Crónicas 6:13–15). Las cifras de deportados (52:28–30) son mucho menores que las mencionadas en 2 Reyes 24. Probablemente, en Reyes se habla de totales, mientras que aquí se hace referencia a varones adultos o a varones adultos de cierto rango. La variación de datos entre 2 Reyes 25:8 y Jeremías 52 es el reflejo, respectivamente, de los métodos judío y babilónico de datación de reinados. El hijo de Nabucodonosor, Evil Merodac (52:31, Amel Marduk en las fuentes babilónicas) reinó únicamente un año (561–560 a.C.). Los archivos babilónicos confirman que Jeconías se encontraba entre los que disfrutaron de la generosidad de este emperador.

En segundo lugar, deberíamos aislar los efectos teológicos de leer este capítulo al final del libro. Destacan dos elementos: (a) los detalles históricos recuerdan al lector que todo lo que Jeremías predijo se cumplió. Como no se nombra al profeta, estas palabras adquieren más intensidad aún: Dios hizo todo lo que dijo que haría. El pecado del pueblo persistió. Era corrosivo, perverso. No había arrepentimiento por su parte. Lejos de ablandar a los israelitas, la promesa de juicio, que Dios retrasó una y otra vez, simplemente endureció su corazón. El juicio prometido cayó finalmente sobre ellos. Nos viene a la mente el razonamiento de 2 Pedro 3; (b) Los versículos finales del capítulo (52:31–34) indican que el rey davídico legítimo quedó libre de su encarcelamiento y recibió un trato de honor durante sus últimos años de vida. Por supuesto, nunca regresó a Jerusalén ni a ninguna otra parte de la tierra de Israel. No obstante, los lectores concienzudos no pueden evitar reflexionar sobre el hecho de que el libro no termina en juicio. Sigue habiendo un hilo de esperanza. Dios no ha acabado aún con la dinastía de David. El primer bosquejo de las promesas de la profecía de Jeremías se atisba sobre el horizonte.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 235). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La moral de la mayoría

Jueves 23 Agosto

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.

Mateo 7:13

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!

Isaías 5:20

La moral de la mayoría

Un filósofo de principios del siglo 20 definió la moral como «aquello que agrada a la mayoría». Solzhenitsyn, el célebre luchador ruso por la libertad, se indignó por una concepción de este tipo: «En estas condiciones, escribe, el mal puede volverse bien si consigue la mayoría de los votos y el bien convertirse en mal si es minoritario».

El descuido de la moralidad que vivimos es una consecuencia de esta forma de ver, que deja la puerta abierta a los peores excesos. Niega toda verdadera distinción entre el mal y el bien y enmudece la conciencia natural.

La Palabra de Dios no deja ninguna duda sobre lo que espera a una humanidad que rechaza todo lo que tiene que ver con Dios. La Biblia nos dice que en los últimos tiempos los hombres serán egoístas, orgullosos, sin afecto natural, sin respeto a los valores morales (2 Timoteo 3:2; Judas 18). También menciona el fuego del cielo que cayó sobre Sodoma, para anunciar el juicio que caerá sobre los que se hacen culpables al menospreciar las instrucciones divinas (Judas 7).

Esta pretensión de la mayoría a dictar la moral nos recuerda que el camino que conduce al juicio es ancho y espacioso y que muchos son los que van por él. ¿Usted quiere seguir a esta multitud? ¡Busque más bien el camino que conduce a la vida! Solo hay uno, es decir, Jesucristo, quien nos dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Juan 10:9). “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Jeremías 26 – 1 Corintios 1 – Salmo 98:4-9 – Proverbios 21:31

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