LA BONDAD DE LA SABIDURÍA DE DIOS

LA BONDAD DE LA SABIDURÍA DE DIOS

9/7/2018

También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría.

Isaías 28:29

La manera más directa en la que vemos la bondad de la sabiduría de Dios es cuando Él la comparte con nosotros. El apóstol Pablo pedía que Dios les concediera a los creyentes de Éfeso y de todas partes el “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (Ef. 1:17). Expresó conceptos similares en su carta a los colosenses: “Nosotros… no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (1:9). “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (3:16).

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Los adversarios y la fe: ambos puestos por Dios

SEPTIEMBRE, 07

Los adversarios y la fe: ambos puestos por Dios

Devocional por John Piper

Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo… de ninguna manera amedrentados por vuestros adversarios… Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no solo creer en Él, sino también sufrir por Él. (Filipenses 1:27-29)

Pablo le dijo a los filipenses que vivir de una manera digna del evangelio de Cristo significaba no temer a sus adversarios. Luego continuó con la lógica de por qué no debían temer.

La lógica es que Dios nos dio dos dones, no solo uno: la fe y el sufrimiento. Eso es lo que dice el versículo 29.

En este contexto, lo que eso significa es que tanto la fe en la faz del sufrimiento, como el sufrimiento en sí, son regalos de Dios. Cuando Pablo dijo que no debían tener miedo de sus adversarios, tenía en mente dos razones por las que no debían temer:

  1. Los adversarios están en la mano de Dios. Las dificultades que nos presentan son un regalo de Dios. Él los gobierna. Ese es el primer punto acerca del versículo 29.
  2. Actuar sin temor, es decir, nuestra fe, también está en la mano de Dios. También es un regalo. Ese es el segundo punto del versículo 29.

Por lo tanto, la lógica que rige nuestro coraje frente a las adversidades es una verdad doble: tanto la adversidad como la fe frente a la adversidad son regalos de Dios.

¿Por qué se le llama a esto «[comportarse] de una manera digna del evangelio de Cristo»? Porque el evangelio es la buena nueva de que la sangre del pacto de Cristo infaliblemente logró, para todo su pueblo, que la obra soberana de Dios nos dé fe y que gobierne sobre nuestros adversarios — siempre con miras a nuestro bien eterno—.

Por eso, no temamos. Nuestros adversarios no pueden hacer más de lo que Dios les permita hacer, y él nos concederá la fe que necesitamos. Estas promesas fueron pagadas y selladas con sangre. Son las promesas del evangelio.


Devocional tomado del articulo “La Lógica de la Intrepidez”

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2 Samuel 1 | 1 Corintios 12 | Ezequiel 10 | Salmo 49

7 SEPTIEMBRE

2 Samuel 1 | 1 Corintios 12 | Ezequiel 10 | Salmo 49

A la luz de los terribles juicios pronunciados contra Jerusalén en Ezequiel 8–11, con el comienzo de la retirada de la gloria del Señor en Ezequiel 10, deberíamos reflexionar sobre la repercusión de semejantes pecados en nuestra propia marco vital:

¿Por qué escogemos lo que sólo dura una hora

antes de tenerlo que dejar atrás?

¿Por qué las posesiones ejercen un poder brutal

que nos hace duros y desagradables?

¿Por qué las simples cosas tienen el encanto de una flor

cuyo aroma nos hace egoístas y ciegos?

Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;

moramos en el valle de muerte.

¿Por qué la traición nos es tan atractiva

a quienes nos hieren y nos traicionan?

¿Por qué intercambiar la fiel devoción por la lujuria,

alejar la integridad?

¿Por qué nuestros sueños, nuestros hechos, confían en un mendigo,

por ser nuestra culpa demasiado dura de pagar?

Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;

moramos en el valle de muerte.

¿Por qué nos obcecamos y representamos un papel,

convenciendo al mundo de que hemos ganado?

¿Por qué tan solo por ganar venderemos nuestra alma,

por ser el número uno?

¿Por qué anular nuestra conciencia para tener el control

desesperando por lo que recibimos?

Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;

moramos en el valle de muerte.

Oh Jesús-

¿Por qué prometes apagar nuestra sed,

cuando hemos menospreciado todos tus caminos?

¿Por qué rescatas a los condenados y los malditos

muriendo nuestra muerte en nuestro lugar?

¿Por qué transformas nuestro corazón hasta que estalla

con vibrantes expresiones de alabanza?

El pozo fluye lleno de vida —y nos sentimos satisfechos—,

la fuente que fluye procede solo de ti.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 250). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Quién era más feliz?

Viernes 7 Septiembre

Entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia.

Ezequiel 22:26

Entonces… discerniréis la diferencia… entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

Malaquías 3:18

Bienaventurado tú… ¿Quién como tú… salvo por el Señor?

Deuteronomio 33:29

¿Quién era más feliz?

En la misma casa se hallaban un general del ejército –Naamán, muy estimado por el rey de Siria porque había salvado a su pueblo en la guerra– y una muchacha israelita sin recursos, cautiva en un país extranjero, sierva de la esposa de Naamán (2 Reyes 5). ¿Quién era más feliz? El oficial, dirá usted. Pues no. La joven tenía un tesoro que Naamán no poseía: la fe en su Dios. Y ella deseaba dar a conocer ese Dios a sus amos, porque es el Dios Salvador.

Muchos años después, en Cesarea, algunos grandes de este mundo se reunieron para escuchar, con curiosidad, cómo se defendería un acusado. Allí estaban Festo, gobernador de Judá, el rey Agripa y Berenice (Hechos 25:23). Delante de ellos estaba un prisionero cristiano. Los primeros volvieron a sus placeres, y el apóstol Pablo, escoltado, volvió a la prisión donde permanecería durante varios años. Pero leamos lo que escribió desde el fondo de sus sucesivos calabozos: “Me gozo, y me gozaré aún” (Filipenses 1:18). Más tarde, en una carta a Timoteo, le dice: “Todos me desampararon… Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen… A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4:16-18).

¿Quién era más feliz? No era el rey ni el gobernador, sino Pablo quien les dijo: “¡Quisiera Dios que por poco o por mucho… fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!” (Hechos 26:29).

Jeremías 39 – 1 Corintios 14:1-19 – Salmo 104:5-13 – Proverbios 22:26-27

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