4/6 –De la tribulación al triunfo, 3ª Parte

Gracia a Vosotros

Serie: Beneficiándonos de las pruebas de la vida

4/6 –De la tribulación al triunfo, 3ª Parte

John MacArthur

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Abramos nuestras Biblias en el primer capítulo de Santiago, conforme estudiamos juntos la Palabra de Dios en los versículos 2 al 12. Mientras que se está preparando para el estudio de la Palabra de Dios, permítame recordarle que es una ocurrencia común en la vida, ciertamente lo es en mi vida, y no tengo duda que también es el caso en su vida como cristiano, conocer a personas que pensaban que eran cristianos.

Creo que bastante frecuente, personas que creían que eran salvas, que creían que conocían a Dios y después, vino una dificultad severa a su vida que exhibió la realidad de que no conocían a Dios en absoluto. Cuando probaron ser incapaces de enfrentar esa prueba severa, su fe fue revelada. Fue descubierto que era una fe muerta, no una fe viva. Una fe no salvadora. No pudieron aferrarse a los recursos provistos en aquellos que realmente creen en Dios. Y dejan lo que parecía ser quizás, una fe genuina. El tipo de pruebas que vienen a la vida todo el tiempo tienen la intención de hacer esto. En cierta manera, motivar a la gente, a sacarlos de su seguridad, a despertarlos al hecho de que confían en Dios o no confían en el resto de las circunstancias humanas. Las pruebas cumplen un propósito muy útil al afirmarnos o la legitimidad o la ilegitimidad de nuestra fe.

Y eso es exactamente lo que Santiago tiene en mente en esta sección de apertura de esta epístola maravillosa. Él está preocupado a lo largo de la epístola entera con el tema de la fe viva. Él está preocupado con el tema y el asunto de la salvación genuina. Y como hemos señalado, la epístola entera es una serie de pruebas que tiene la intención de revelar la legitimidad de la fe de alguien. La epístola entera es una serie de pruebas de la fe viva.

La primera es la prueba de las pruebas severas. Cuando las pruebas vienen a nuestra vida, revelan si esa fe es real o no lo es. Si se mantiene en pie o no. Nos aferramos a Dios y dependemos de Sus recursos o no lo hacemos. Y eso es algo que necesitamos saber. Todos nosotros necesitamos entender la fortaleza o la legitimidad de nuestra propia fe. No sólo necesitamos reconocerla en nuestras propias vidas, sino también en las vidas de otras personas.

Ahora, en cierta manera, esto, para traerlo a una ilustración bíblicamente, permítame hacerle un par de preguntas. ¿Cómo juzga usted la vida espiritual de una persona quien, uno, habiendo oído de manera dispuesta el Evangelio, con oídos abiertos, con disposición, en segundo lugar, recibió personalmente la palabra sin resistencia, en tercer lugar, respondió con gozo y, en cuarto lugar, creyó? Alguien quien oyó el Evangelio con disposición, recibió personalmente la Palabra, respondió con gozo y creyó.

Ahora, ¿acaso eso caracteriza la salvación genuina? ¿Identifica eso a un cristiano verdadero? ¿Es esa la característica de la fe salvadora genuina? Bueno, descubrámoslo al ver un capítulo en Lucas, capítulo 8. En Lucas, capítulo 8, versículo 13. Y aquí hay un versículo que explica una parte de la parábola de las tierras. Tiene que ver con la tierra superficial que tenía piedra debajo de la tierra. Y dice: “los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la Palabra,” la reciben personalmente, la palabra acerca de Cristo, la salvación. “Reciben la Palabra con gozo, pero estos no tienen raíces, creen por algún tiempo y en el tiempo de la prueba,” ¿qué?, “Se apartan.”

Ahora, notará aquí que tenemos a aquellos que oyeron el Evangelio, recibieron personalmente la Palabra, respondieron con gozo y se apartaron. Entonces, todo eso en sí mismo es algo que queda corto de la fe salvadora.

Pero quizás nunca pudo haber sido manifestado como algo menos que fe salvadora si no hubiera sido por las pruebas. Si no hubiera sido por un tiempo de prueba. Un tiempo de prueba. Esa pequeña frase “un tiempo de prueba” es una frase muy interesante. Es una parte crucial del diseño de Dios para la gente. De tal manera que la realidad de su fe, lo que realmente es, puede ser manifestado.

La palabra tiempo aquí no es chronos, lo cual significa tiempo cronológico como en este momento son las 6.35 o algo así. No es tiempo cronológico en el sentido de calendarios y relojes. Es kairos, he una palabra diferente. Eso significa un tiempo destinado, un tiempo de oportunidad. Una circunstancia, una temporada en particular.

Y entonces, de lo que aquí está hablando no es un tiempo en el reloj, sino un tiempo en el destino. Un tiempo en la vida de uno. Vendrá un tiempo de prueba. Y en este caso, fueron aquellos que se apartaron. No significa que le pertenecieron a Dios en un momento. El verbo, literalmente significa,aphistemi, significa estar distante de o aparte de. En el tiempo de la prueba, se apartaron de Dios. Se mantuvieron lejos de Dios. Nunca Le pertenecieron a Él y la prueba lo manifestó.

De nuevo, regresamos a 1 Juan 2:19: “si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron de nosotros para que se manifestase que nunca fueron de nosotros.” Estas son personas que en el tiempo de la prueba se quedan solas. Se mantienen alejadas de Dios. Realmente, no conocen a Dios en absoluto. O, como la semilla en Lucas 8, podrían encontrar un poco de tierra en la parte de arriba y sólo es lo suficiente como para que la planta se mantenga en pie, pero nunca echa raíces.

Entonces, la idea aquí no es que es arrancada. Esa no es la idea. Nunca hubo una raíz. La planta simplemente estuvo de pie por sí misma en la tierra, por así decirlo. Y la unión con la tierra sólo fue una unión aparente, nunca una relación verdadera. Nunca el tipo de unión que podía arraigar a la planta profundamente y causar que creciera y diera fruto.

Pero la realidad de ese tipo inadecuado de fe no fue manifestada sino hasta la prueba. Por cierto, el término aquí, en Lucas 8:13, es el mismo término peirasmos. El tiempo de la prueba del que Santiago habla. Ahora, regresemos a Santiago y veamos cómo es que Santiago nos enseña acerca de este mismo tema.

Las pruebas no pueden destruir la fe. Quiero que sepa esto. Quiero seguir enfatizando eso. Las pruebas no destruyen la fe, únicamente la ponen a prueba. Y la fe que permanece en pie ante la prueba muestra que es genuina y la fe que fracasa en la prueba manifiesta que es falsa. Las pruebas no pueden destruir la fe. Sólo pueden probarla.

Ahora, la semana pasada le mostré que las pruebas tienen muchos propósitos. ¿Se acuerda de lo que dijimos? Dios envía pruebas para humillarnos. Él envía pruebas para alejarnos del mundo. Él envía pruebas para llamarnos a concentrarnos en cosas eternas. Él envía pruebas para revelarnos lo que realmente amamos. Él envía pruebas para enseñarnos el valor del favor y la bendición de Dios. Él envía pruebas para capacitarnos para ayudar a otros en sus pruebas. Él envía pruebas para desarrollar en nosotros una mayor fortaleza, una mayor utilidad y una que no mencioné, algunas veces Él envía pruebas para disciplinarnos por nuestro pecado y empujarnos hacia la perfección.

Pero Santiago está preocupado, primordialmente, con una razón por la que Dios envía pruebas; y esa es para probar la legitimidad de nuestra fe. Como lo expresé la semana pasada, para medir la fortaleza de nuestra fe. Ahora, lo que hemos estado diciendo a lo largo de esto es que en medio de una prueba la fe verdadera va a perseverar. La fe verdadera perseverará, la fe verdadera se aferrará y avanzará. Perseverará hasta el final. Soportará cualquier prueba.

Y la pregunta que Santiago realmente nos trae es cómo hacer eso. ¿Cómo es que la fe verdadera puede perseverar ante cualquier prueba? ¿Cómo es que la fe verdadera va a sufrir cualquier pérdida y aun así aferrarse a su fe en Dios? ¿Qué es lo que le da la capacidad de perseverar y no apartarse?

Bueno, hay varios ingredientes que hemos estado estudiando. En primer lugar, Santiago dice, una actitud gozosa. La fe verdadera poseee una actitud gozosa en medio de la prueba más severa. Versículo 2: “Hermanos míos, tened por sumo gozo,” o gozo total o mero gozo, gozo puro, “cuando os halléis en diversas pruebas.” La primera actitud que es característica es gozo en medio de la prueba. Siempre hay una ventana en algún punto en una prueba para que un creyente verdadero encuentre una fuente de gozo.

Podría ser que sabemos que Dios está en control, y sabemos eso. Podría ser que la esperanza del cielo, como lo vimos con el padre en esta mañana, quien sabía que sus hijas estaban en la presencia de Cristo. Pero para el creyente verdadero habrá una actitud gozosa y necesitamos cultivar eso en nuestra propia vida espiritual debido a todo lo que las pruebas llevan a cabo. Y debido a todo lo que las pruebas no pueden llevar a cabo. Debido a que nos acercan al Señor, nos fortalecen, nos hacen más útiles. Todo lo positivo. Y debido al hecho de que nunca pueden destruir la fe verdadera. Nunca pueden afectar el plan de Dios. Nunca pueden alterar Su diseño externo. Podemos encontrar gozo en medio de cualquier prueba. Entonces, una actitud gozosa.

En segundo lugar, hay otro ingrediente, que va de la mano con la capacidad de perseverar; y vimos eso hace dos semanas atrás, de hecho. Y esa es una mente que entiende. Observe el versículo 3: “sabiendo esto, que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”

Ahora, usted tiene que entrar a las pruebas con conocimiento. Usted necesita saber que las pruebas producen paciencia o perseverancia. Ese es un poder para permanecer, un poder perseverante. Si usted no tiene ninguna prueba, usted no va hacer fortalecido para perseverar. Entonces, una actitud gozosa y una mente que entiende.

Y, en tercer lugar, señalamos una voluntad sumisa. En el versículo 4, él dice en el imperativo “mas tenga la paciencia su obra perfecta para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” En otras palabras, que la prueba venga y que traiga la perseverancia. Y que la perseverancia traiga perfección. Señalamos que perfección aquí significa madurez espiritual. Madurez espiritual, deje que haga lo que Dios quiere hacer. Deje que lo humille a usted. Deje que lo aleje del mundo. Deje llamarlo a usted a la esperanza eterna. De que revele lo que usted realmente ama. Deje que le enseñe a valorar la bendición de Dios. Deje que lo capacite para ayudar a otros. Deje que desarrolle fortaleza en usted para que usted pueda ser utilizado en modos más grandes en el futuro. Deje que lo discipline, si eso significa su purificación.

En otras palabras, deje que haga lo que Dios quiere que haga. No pelee contra ella. Entonces, la actitud correcta al entrar en una prueba: una actitud gozosa, la mente correcta es una mente que entiende el propósito de Dios y una voluntad sumisa que acepta de manera pronta y dispuesta, sabiendo que mediante las pruebas llegamos a ser como Cristo. Ese es el camino a la madurez.

Ahora, siguiendo estas primeras tres, quiero compartir en esta noche con usted las últimas dos actitudes que son necesarias en la vida de uno que persevera. En cuarto lugar, un corazón que cree. Un corazón que cree. Y para esto, vamos a ver los versículos 5 al 8. Un corazón que cree, ahora permítame detenerme por tan sólo un momento antes de que veamos el texto, y en cierta manera, preparar la escena, si es posible.

Digamos que usted está atravesando una prueba y usted realmente está haciendo su mejor esfuerzo por mantener una actitud gozosa, una mente que entiende y una voluntad sumisa. Pero usted está teniendo dificultad realmente en entender lo que está pasando. Quizás usted está puede estarse diciendo a sí mismo ‘quiero tener una actitud correcta, quiero tener una actitud de entendimiento correcto y quiero tener una voluntad sumisa, pero carezco de la sabiduría y el poder para permanecer gozoso y perseverar y madurar en medio de esto. Estoy luchando por mantener mi corazón enfocado, concentrado en la causa por la que debo estar gozoso. Estoy luchando por entender esto y estoy luchando por ser permisivo. Necesito algo de ayuda. ¿Qué hago?” Bueno, lo que usted necesita realmente es una cosa: sabiduría. Necesita sabiduría para la prueba. Necesita entenderla. Necesita entendimiento práctico necesario para enfrentar los problemas de la vida. Usted no va a poder mantener una actitud gozosa y una mente que entiende y una voluntad sumisa a menos de que Dios le dé a usted más que tan sólo sus facultades humanas para trabajar con ello.

Y entonces, aquí es donde usted llega al versículo 5: “y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría.” La sabiduría siempre es algo de mucho valor, pero especialmente cuando usted está enfrentando atravesando una prueba. Querer saber cómo estar gozoso, querer estar dispuesto a perseverar en la prueba para cumplir los propósitos santos de Dios, demanda sabiduría. Y usted no va a encontrar todas las respuestas en su propio razonamiento humano.

La sabiduría para Santiago y para cualquier lector judío y cualquier judío en ese entonces era el entendimiento necesario para vivir la vida para la gloria de Dios. La sabiduría era operar en obediencia a la voluntad y la Palabra de Dios. Comenzaba con temer a Dios y después, pasaba a obedecer a Dios. Y cuando atravesamos una prueba y pasamos una prueba, necesitamos sabiduría. Cualquier creyente se va a sentir débil, va a sentir la necesidad de fortaleza y recursos. Va a buscar algo a qué aferrarse en medio de la prueba. ¿Y a dónde va? Él va a Dios y le pide sabiduría. Esa es la promesa. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,” ¿qué?, “Pídala a Dios.” Pídala a Dios.

La búsqueda de sabiduría es la búsqueda suprema del hombre. Para aquellos de nosotros que conocemos y amamos al Señor, Él provee esa sabiduría. Pienso en Proverbios 3:5-7: “Fíate de Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia.” ¡Qué gran afirmación! Cuando usted está enfrentando una prueba, cuando usted está atravesando por una dificultad, usted no debe apoyarse en su propio entendimiento. Confíe en Jehová con todo su corazón. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. No dependas de ti para las respuestas. Pídele a Dios sabiduría divina.

Entonces, aquí podríamos decir con seguridad que las pruebas le ayudan a usted a mejorar su vida de oración, ¿verdad? Lo llevan a sus rodillas. Lo hacen clamar a Dios por lo que usted no tiene y desea de manera desesperada. Desesperada.

Entonces, cuando usted atraviesa las pruebas de la vida, sea lo que sea, la intención de Dios es que usted reconozca el estado de bancarrota de la razón humana y la respuesta es que usted pueda obtener de otras personas. Y pienso en Job, quien trató de obtener las respuestas de todo el mundo, de toda persona que lo rodeaba. Y todo el mundo le dio la respuesta equivocada. Y la respuesta correcta siempre está disponible en la mano de Dios; si la buscamos de Él, recibiremos eso.

Acompáñeme por un momento a Job 28. Una de mis porciones favoritas de la Escritura.

Éste es un pasaje tremendo. En la primera parte del capítulo, habla de estar en una búsqueda minera para encontrar metal preciado y cómo los hombres hacen esfuerzos increíbles para encontrar riquezas. Lo sacan de la tierra, y entran a las profundidades de la tierra y atraviesan por todo tipo de cosas para encontrar riquezas.

Pero en el versículo 12 dice: “Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí; y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante, ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas; La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, Y a toda ave del cielo es oculta.”

La verdadera sabiduría, la sabiduría sobrenatural necesaria para entender las nuevas de la vida no está disponible en el mundo que nos rodea. “El Abadón y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos.” La destrucción y la muerte han oído de ella. Saben cómo encontrarla. No la encuentran. Y luego, versículo 23: “Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar.” Entonces, si usted quiere sabiduría, ¿dónde va usted? Usted va a Dios. Y no quiero ser simplista, sólo quiero enfatizar lo que la Biblia está diciendo.

Ahora puede regresar a Santiago 1. Quiero que entienda que lo que las Escrituras están diciendo es tan simple como esto, amados. Cuando usted enfrenta una prueba, el lugar adonde usted debe acudir a Dios. Esto es más importante que acudir a sus amigos para encontrar respuestas y meterse en la misma situación en la que Job se metió. Eso es mucho más importante que buscar una cita en algún tipo de clínica de consejería antes de que usted haya hecho algo para considerar y consultar la mente de Dios.

Yo creo que la promesa de Dios en este versículo es una de las promesas más grandes en toda las Escrituras, si no es que la promesa más importante para un creyente que vive en este mundo. Y esta es que, si necesita sabiduría, Dios se la da. Digo, ¿qué más hay fuera de esto? ¿Qué más podríamos querer que el entendimiento divino para entender y responder apropiadamente a toda prueba de la vida? Dios da sabiduría.

Ahora, ¿de qué tipo de sabiduría estamos hablando? No estamos hablando acerca de especulación filosófica. Estamos hablando acerca de hacer lo correcto. Estamos hablando acerca de entender lo que está sucediendo con la mente de Dios. Estamos hablando de lo que Santiago explica con más detalle en el capítulo 3, versículo 17. La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después, pacífica. Esto es conducta correcta en todos los asuntos de la vida. De eso estamos hablando. Y este es el tipo de sabiduría que viene de Dios. Y en algún punto, usted sabe, necesitamos regresar a esto.

Cuando los cristianos enfrentan problemas en la actualidad, la primera respuesta es normalmente acudir a alguna otra fuente humana. Pero aquí dice que, ‘si alguno de nosotros vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios’. Pídala a Dios. ¿Qué es lo que usted está pidiendo? Usted está pidiendo un entendimiento que le permitirá estar gozoso y ser sumiso. Usted está preguntando qué es lo que debe hacer que es correcto. Y sería mi gran oración que en medio de todos los problemas que la gente parece tener, que aprendan que el problema tiene la intención de llevarlos no a los hombres, sino a Dios. A encontrar en Él la única fuente de sabiduría verdadera, el camino de una respuesta correcta.

Ahora, observe de nuevo el versículo 5: “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios.” Pídala a Dios. Ese es un imperativo. Eso no es optativo. Eso es un mandato. Ese es un mandamiento. Eso es tanto un mandato a orar, como lo es orar sin cesar. Eso es tanto un mandato a la oración como lo hemos estado aprendiendo en 1 Timoteo 2, acerca de los hombres levantando manos santas en oración. Ese es un mandato a que oremos.

Las pruebas tienen la intención de llevarnos a depender de Dios. De Él. Para hacernos reconocer que no tenemos recursos humanos, nos quedamos únicamente con un medio invisible de apoyo. El creyente verdadero, entonces, en la prueba, va a saber que necesita sabiduría y va a clamar a Dios. Él casi no puede ser restringido de clamar a Dios. Pero necesitamos hacer eso mucho más.

Al final del versículo 16 de Santiago 5, “la oración eficaz del justo puede mucho”. Y después, la ilustración de Elías, quien era un hombre con pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera; y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y oró otra vez y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto. Dios responde a la oración. Dios responde.

Regrese al versículo 5 nuevamente del capítulo 1. Y lo que vemos es que, “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios.” Es un mandato a que oremos. Deje que los problemas lo lleven a Dios, lo acerquen a Dios. Deje que los problemas lo lleven a oración. Y quiero decirle esto: si usted está atravesando un problema profundo en su vida y no ha enriquecido su vida de oración, no lo ha llevado al Trono de la gracia, entonces, quizás los problemas van a continuar hasta que usted finalmente despierte y comience a hacer esto.

La fuente de la sabiduría está ahí si acudimos a ella. ¿Y qué vamos a encontrar cuando lleguemos? Observe el versículo 5: “pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente.” El cual da a todos abundantemente. Tenemos un Dios generoso y de gracia que desea derramar en nosotros esas cosas que deseamos.

Y Proverbios 6, ahí el escritor dice: “sin inclinares tu oído a la sabiduría y aplicares tu corazón al entendimiento,” ¿cómo voy a obtener esto? Sí, “si clamares a la inteligencia y levantares tu voz a la inteligencia, si como a la plata la buscares y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría. Y de Su boca viene el entendimiento y la inteligencia.” Dios la tiene disponible y Dios quiere darla al corazón que busca. Pero hay un sentido en el que Él la retiene hasta que usted viene y pide por ella, demostrando su amor, su confianza y su dependencia de Él.

En Jeremías 29:11: “porque yo sé los pensamientos que tengo para vosotros, dice Jehová. Pensamientos de paz y no de mal para darte un fin esperado.” En otras palabras, para darte aquello que es benéfico. Entonces, “clamarás a Mí e irás y orarás a Mí y te oiré y me hallarás y me encontrarás cuando me busques con todo tu corazón. Y seré hallado por vosotros, dijo Jehová.”

Ahora, la palabra abundante es una palabra maravillosa, haplōs, significa incondicionalmente. Significa sin negociar, significa libre y generosamente. Nos recuerda a Mateo 7. Y usted conoce muy bien, yo lo sé, Mateo 7, particularmente los versículos 7 al 11, todos los hemos reclamado en una u otra ocasión. “Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá, porque todo aquel que pide recibe y el que busca halla y el que llama se le abrirá. ¿Y qué hombre hay entre vosotros que si tu hijo le pide pan le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?” La promesa está ahí.

Cuando usted enfrenta problemas, cuando usted enfrenta dificultad, cuando usted enfrenta una prueba, acuda a Dios en oración. Él no negocia, Él no pone condiciones. Él da a todos abundante y generosamente, la sabiduría que usted necesita para entender y responder apropiadamente a esa prueba.

Él también añade, versículo 5, “y sin reproche”. Ahora, esta es una palabra antigua y lo que básicamente significa es que Él no retiene nada. Él le da generosamente, sin reservas. Es una forma negativa de la afirmación previa. Más adelante, él dice en el capítulo 1, versículo 17, que Él es el que da toda buena dádiva y todo don perfecto y en Él no hay mudanza ni sombra de variación. Él da, y da y da. Ésa es Su naturaleza, como un Dios dador. Él da sinceramente, da sin titubeo, Él da sin reservas mentales. Él no da rehusándose o enojado, eso es lo que significa. Él no está diciendo “bueno, no debo estar haciendo esto, pero hombre, voy a hacerlo, espero que lo valores.” Él no está jugando juegos con tu indignidad. Él no está recordándole a usted cuán inmerecido usted es. Él es bueno y Él es dador. Él es dadivoso y Él continúa dando. Él no retiene nada. Si a usted de falta sabiduría, a usted se le manda que pida a Dios, quien les da a todos los hombres abundantemente y liberalmente. Él no retiene nada. Y cuando usted pide, al final del versículo 5, “y le será dada,” dice.

Ninguna sabiduría, amados, y esta es una promesa, ninguna sabiduría necesaria para la perseverancia del creyente en medio de una prueba jamás es retenida de ese creyente que pide. ¿No es ésta una promesa maravillosa? Espero que entienda eso. Ninguna sabiduría que necesite un creyente para perseverar en medio de una prueba, jamás es retenida de un creyente que pide.

Algunas veces, no pedimos, hacemos todo menos pedirle a Dios. Algunas veces, deberíamos ser encontrados de rodillas, clamando de nuestros corazones a que Dios nos dé Su dirección. Me encanta lo que dice en el Salmo 81:10, quizás recuerda esto: “Yo soy Jehová tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto…” Aquí viene… “abre tu boca y Yo la llenaré.” ¿No es esa una promesa maravillosa? Dios quiere proveer todo recurso necesario para un creyente en medio de la prueba.

Ahora, lo que eso significa, como he estado diciendo, es que perseveramos mediante la oración. Perseveramos mediante la oración dependiente, arrojándonos sobre Dios. En Marcos 14:38 dice: “velad y orad para que no entréis en tentación.” Peirasmos. Velar y orar para que usted no caiga en peirasmos y después, una vez que esté en ella, si usted cae en una prueba, se asegura de que nunca se convierta en una tentación al arrojarse en dependencia de Dios. Perseveramos mediante la oración. Si le pedimos a Dios.

Pero note, si es tan amable, en el versículo 6, que hay una condición para este tipo de petición. Pero pida con fe. En otras palabras, creyendo. Oración que cree. Confianza genuina.

Ahora, habiendo descripto al Padre dispuesto, Santiago ahora se vuelve al hijo que espera. Si hay una falta de sabiduría no es la culpa de Dios. Si usted no entiende su prueba, si usted está desmoronándose y usted no entiende por qué murió su esposa o por qué murió su marido o alguien se enfermó. O si usted no sabe por qué ha sido azotado por un problema económico, un problema financiero, o un problema de casa, o un problema de auto, o un problema de trabajo. O ansiedad en su corazón. Si usted está enfrentando pruebas y no puede entender por qué, entonces, la razón simple, inicialmente es que usted no le ha pedido a Dios que le dé sabiduría. Usted no lo ha buscado con todo su corazón.

Y si usted ha pedido y aun así no sabe, entonces no ha pedido con fe verdadera. Quizás, usted ha orado de manera no sincera, quizás poco como en el capítulo 4 de Santiago, en donde usted ora para consumir las cosas en sus propios deseos. Usted realmente no está pidiendo con una fe honesta, creyendo con todo su corazón que Dios puede y responderá. Quizás, usted está orando de la manera opuesta en la que los hombres deben orar según 1 Timoteo 2:8, que deben orar levantando manos santas sin ira ni contienda, sin dudar. Y usted está dudando si Dios puede ayudar o no. Usted está en contienda o quizás la palabra también podría significar diakrinomai, tiene la idea de titubear.

Pero pida con fe, no dudando nada. La palabra dudando significa dudar o disputar o debatir. Hay algunas personas que simplemente dudan que Dios puede darles una respuesta. Hay otras personas que simplemente quieren discutir con Dios, cuestionándole por qué hizo lo que hizo. Y entonces, sus oraciones no son nada más que una pelea. Pero usted no debe dudar de la provisión disponible de Dios. Usted no debe dudar del poder disponible de Dios y usted no debe dudar del propósito y la voluntad de Dios. Usted no debe debatir si Dios hizo lo que debería haber hecho o no, si algo en su vida no está bien, no hay causa de debate o disputa con Dios diciéndole a Dios que debió haberlo hecho a su manera.

La fe que no vacila simplemente cree que Dios es soberano, cree que Dios es amoroso y cree que Dios proveerá todo lo que se necesita para entender la prueba y acude a Dios en oración. Amados, no es un patrón típico que atravesamos una prueba y en lugar de ir al Señor y colocar a Sus pies sin duda alguna, sabiendo que lo puede resolver, que Él nos puede dar sabiduría sin debate o disputa con lo que Él ha hecho, simplemente lo dejamos ahí y le rogamos continuamente por sabiduría. Eso es lo que debemos hacer, pero tristemente es lo que rara vez hacemos.

En Mateo 21, simplemente para llevarlos a un par de versículos que creo que son importantes en relación a esto, Jesús respondió y les dijo: “de cierto os digo que, si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis esto que se le ha hecho a la higuera, sino también si le dijerais a este monte quítate y arrójate al mar, será hecho. Y todo lo que pidáis en oración creyendo lo recibiréis.” Ahí Jesús esencialmente dice lo mismo, la fe mueve los músculos de la omnipotencia.

Ahora, ese no es un cheque en blanco. Usted no recibirá lo que pida para consumirlo en sus deseos pecaminosos. Usted no va a recibir lo que usted pida a menos de que esté en la voluntad de Dios. Usted no va a recibir lo que pida a menos de que traiga gloria a Dios el Padre, como dice Juan 14:13 y14. El discípulo que ora, no obstante, usando el poder de la fe, verá a Dios operando de manera dramática y repentina como Jesús. Y él va a mover montes. Y, por cierto, eso es una metáfora para algo difícil, fue usado por nuestro Señor, una figura de dicción, no refiriéndose a un monte literal.

Y una fe como una semilla de mostaza, comienza pequeña y llega a crecer. Una semilla de mostaza era la semilla más pequeña que se convertía en este árbol grande. Y lo que él estaba diciendo ahí es esto: si usted tiene una fe que comienza pequeña, pero persevera y crece, usted verá grandes movimientos de Dios en respuesta a su oración. Una confianza persistente que está creciendo alineada con la voluntad de Dios es potente y trae la sabiduría necesaria para toda prueba. ¡Qué promesa! Sea cual fuere la prueba, usted debe tener un corazón que cree, creyendo que Dios permitió esto para Su propósito. Y está bien. Creyendo que Él le va a dar la sabiduría para soportarla, para perseverar y para ser mejor de lo que jamás usted podría haber sido si no hubiera perseverado en esta prueba.

Pero observe lo opuesto en el versículo 7, o de regreso al versículo 6, casi nos saltamos ese. Versículo 6: “porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” La persona que duda, que va a Dios y que realmente no cree que Dios puede proveer la sabiduría y que vacila es como el mar que está inquieto y se mueve de un lado para el otro, con su marea interminable que nunca puede estar estable. Es como que el que es aventado de aquí para allá y llevado por el viento. Es como aquellos que estuvieron en el día de Josué, ¿se acuerdan, cuando iban de una a otra opinión. Es como aquellos de los días de Elías, quienes no podían decidir si Jehová era Dios o Baal era dios. Como aquellos del día de Pablo que estaban sacrificándole a los demonios y después, iban a la mesa del Señor. Esas personas quieren a Dios, pero quieren algo más y vacilan de un lado al otro. Van de un lado a otro. Esas personas tibias a quienes el Señor vomitará de Su boca porque no son ni calientes ni frías.

La persona que duda, que no va a Dios y se aferra con confianza es como el mar en el versículo 7 y dice: “no piense pues quien tal haga que recibirá cosa alguna del Señor.” No hay sentido, debo decir, en una persona así que espera que va a recibir algo del Señor. El que duda de Dios, el que debate con Dios, el que es inestable en su confianza y no está comprometido de manera sólida con el Señor, no va a recibir nada.

Esa persona, ese hombre, caracteriza a un incrédulo, como dice en una versión. También podría caracterizar a un cristiano débil que duda, que está actuando como un incrédulo. Y es realmente triste ver esto. Una persona que viene a la Iglesia y es un cristiano farsante no es real. Entra en una prueba y comienzan a dudar, disputan con Dios y se enojan con Dios y se van. Pero con mucha frecuencia, en muchas maneras, es igualmente trágico un cristiano que un cristiano débil. Enfrentan una prueba severa y en lugar de tener una actitud gozosa, una mente que entiende, una voluntad sumisa y un corazón que cree, vacilan y van de un lado para el otro. Y en cierta manera, son un manojo de nervios, controlados por sus emociones y no pueden confiar en Dios. Y no parecen poder orar y pedirle sabiduría a Dios. Literalmente, no están dispuestos a disfrutar de los recursos que Dios ha provisto en su cuenta espiritual. Y no reciben nada.

Entonces, pueden seguir y seguir en la miseria de esa prueba, nunca conociendo la resolución que está disponible de manera inmediata para ellos mediante la oración que confía de manera persistente en Dios.

El versículo 8 lo resume. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Un hombre de doble ánimo, una mujer u hombre pecaminosos. De hecho, en Santiago 4:8, “limpiad vuestras manos, pecadores y purificad vuestros corazones vosotros los de doble ánimo.” Una persona de doble ánimo es realmente un hipócrita. La persona que dice “Oh, creo en Dios,” pero cuando viene la prueba no saben qué hacer. Quizás, quieren confiar en Dios, pero no confían en Dios y vacilan, como dice aquí. Y en ese caso, no va a recibir nada. De hecho, van a ser inconstantes en todos sus caminos.

Doble ánimo es dipsuchos, el “di” al principio es dos y la palabra suchos es la palabra para alma. Dos almas, dos mentes. Un alma dividida entre Dios y el mundo. Confiando y no confiando. Creyendo y no creyendo. Uno amigo del Señor y uno amigo del mundo. Y usted recordará lo que dice Santiago 4:4: “la amistad con el mundo es enemistad con Dios.” Amar al mundo y tratar de amar a Dios al mismo tiempo. Y Juan dice que es imposible hacer eso. John Bunyan en el clásico El Progreso del Peregrino lo llamaba el ‘Señor que veía a ambos lados’.

El Salmo 12:2 habla de un corazón doble, el cual Jehová juzgará. Deuteronomio 6:5 habla de un corazón concentrado en una cosa cuando dice ‘amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas’. Esta es la persona indecisa. Y creo de manera más característica es el incrédulo. Pero es triste decirlo: que a veces los cristianos no creen, no se aferran a la soberanía de Dios. Confían en Dios, no hacen a un lado sus dudas, no aceptan la sabiduría que Dios, de manera dispuesta y liberalmente les provee cuando piden. Una persona así, de dos almas, el Señor que ve a ambos lados es inestable en toda área de la vida. No alguna, sino todas. Él no puede enfrentar las pruebas de la vida porque no tiene suficiente fe en Dios. Él no tiene suficiente fe en Dios para ir y buscar la sabiduría que necesita de manera desesperada.

Y esta persona que duda es condenada en esta epístola. Él no tiene confianza verdadera, no hay lealtad verdadera. Su vida entera es de vacilación. Es inestable. Es usada en 1 Corintios 14:33. Dios no es autor de confusión, él está confundido. Está en caos. Creo que también es usada en Santiago 3, es traducida en el versículo 8, no refrenada. No refrenada.

Una persona que no es constante. Que vacila. Entonces, los versículos 5 al 8 son muy simples, permítame resumirlos. Cuando usted entra a una prueba, la manera en la que usted persevera en esa prueba es recibir de Dios sabiduría divina. Ir a Dios y tener la confianza que Él da de manera libre, nunca debate, nunca discute, nunca contiende nada, sino que da exactamente lo que usted necesita para perseverar en esa prueba.

Pero la condición es que su fe sea real. Que sea una fe que no es como el mar que está turbado. Porque si usted tiene una fe que vacila, que confía y no confía, que cree y que no cree, usted se encuentra en el medio y usted no recibirá nada. De hecho, un doble ánimo así lo va a hacer inestable en toda área de la vida. La verdadera estabilidad en la vida viene para aquellos que confían en Dios en el medio de la prueba. Cualquier prueba. Entonces, un corazón que cree de manera genuina es esencial para perseverar.

Y después, finalmente, un espíritu humilde. Un espíritu humilde. Esta explicación es muy, muy rica. Versículo 9: “el hermano que es de humilde condición.” Deténgase ahí por un momento. Éste es otro mandato. Un regocijo obligatorio. El hermano que es de humilde condición, ¿qué quiere decir esto? El hombre pobre. El que está privado económicamente, el cristiano pobre, que está abajo en la escala económica. El hombre que no tiene mucho. Y usted sabe que estos creyentes que estaban dispersos, a quienes Santiago escribió, a las 12 tribus que estaban en dispersión, dice el versículo 1, eran víctimas de persecución. Eran víctimas de la privación, del racismo, de la hostilidad. La pobreza entre aquellos que estaban dispersos era algo común. Muchos de ellos eran muy pobres. Tenía muy poco.

Y la palabra aquí que se traduce de humilde condición es utilizada en la Septuaginta, la cual es el Antiguo Testamento en griego para traducir la palabra pobre, topeinos, pobre. Que las personas pobres se regocijen. ¿Qué significa eso? Esa palabra es una palabra muy rica. Significa jactarse de un privilegio o posición. Que se jacten, que se gloríen, que los pobres se jacten. Aquí está el gozo del orgullo legítimo. Quizás no tenga nada en el mundo de qué regocijarse. Quizás no tenga nada en el mundo que posea, pero regocíjese, gloríese. Es privilegio. ¿Y qué privilegio es? Porque es ¿qué? Exaltado. Él es exaltado. ¿De qué manera? Espiritualmente. Él puede ser la escoria del mundo, la suciedad del mundo, pero él puede regocijarse porque su posición delante de Dios es de exaltación.

Entonces, él dice: “si no tienen nada en esta vida, si ha sido privado de tal manera que puedes encontrarte a ti mismo en el nivel más bajo, tienes de que gloriarte porque espiritualmente eres exaltado.” Él puede tener hambre, pero tiene el Pan de vida. Él puede tener sed, pero tiene el Agua de vida. Él puede ser pobre, pero tiene riquezas eternas. Él puede ser rechazado por los hombres, pero ha sido recibido por Dios. Él puede no tener hogar aquí, pero tiene un hogar glorioso en la vida venidera. Entonces, él dice: ustedes pobres, regocíjense porque han recibido atención divina. Y porque sus pruebas están haciéndolos perfectos y eso es para exaltarlos en la dimensión espiritual. Cuando Dios quita, Él quita para hacerlos espiritualmente maduros. Cuando Él los hace espiritualmente maduros, eso es una exaltación.

Entonces, la persona que es privada puede aceptar su privación, aceptar sus pruebas, debido a la esperanza de que Dios lo está exaltando mediante esas pruebas en la dimensión espiritual y en últimas, llevándolo a la gloria futura. En últimas, llevándolo a un punto en el que él recibirá toda la herencia prometida a los santos que aman a Dios. Algún día, recibirá una herencia que hará que él se regocije con un gozo inefable lleno de gloria. Entonces, podemos regocijarnos en cualquier prueba. Podemos regocijarnos en cualquier privación. Porque Dios nos ha escogido para una posición exaltada en su Reino y Pablo dijo que los sufrimientos de este mundo no son dignos de compararse con el gozo que será nuestro en ese día.

Romanos 8:17 en adelante habla de eso. Las verdaderas riquezas son nuestras. Entonces, la pobreza es una prueba corta. No dura mucho. Y aquellos de nosotros que perseveramos en ese tipo de pruebas, de las cuales la pobreza podría ser una, podemos ver hacia adelante, a un tiempo glorioso de exaltación.

Para resumirlo, dice esto: no busquen encontrar su gozo en sus circunstancias mundanas y no quedarán decepcionados si no tienen nada. Encuentre su gozo en su exaltación espiritual. En que Dios le está salvando y le está moviendo hacia la semejanza a Cristo y algún día, le va a colocar en Su presencia.

Y, por otro lado, observe el versículo 10: “pero el que es rico, en su humillación.” Esto es, regocíjese, el mismo verso verbo debe aplicarse, exáltese, gloríese en que está siendo humillado. El hermano rico aquí, estamos hablando del cristiano rico, es el que parece que todo está su favor. Y entonces, muchas pruebas de la vida se relacionan con la pobreza, pero la persona rica que parece tenerlo todo en su lugar, que se regocije, no es su riqueza, sino en que está siendo humillado. Está siendo bajado, porque cuando una persona rica enfrenta una prueba, comienza a darse cuenta de manera realista de que todo lo que posee no puede comprar las cosas reales de la vida. El cristiano rico debe regocijarse, porque cuando él enfrenta pruebas, él tiene que enfrentar la bancarrota de las riquezas mundanas y depender de las dádivas y de la gracia de Dios.

Entonces, la persona humilde, se regocija en la provisión de Dios y la persona rica se regocija en la provisión de Dios de la misma manera. La persona que no tienen nada se regocija en lo que Dios provee. La persona que tiene todo y reconoce que no puede comprar lo que necesita, también se regocija en lo que Dios ha provisto. El cristiano pobre puede también como comentario al margen, regocijarse porque está asociado con los ricos y el cristiano rico puede regocijarse en el privilegio abnegado de ser identificado con Cristo y con creyentes pobres. ¿Por qué? Porque todos somos humillados al mismo nivel en una prueba y todos tenemos que depender de Dios, ¿verdad? Ése es el punto. El dinero no saca a la gente de sus problemas. Sus pruebas verdaderas. Oh, podría resolver tu problema económico, pero vas a encontrar muchos otros problemas que no van a poder ser resueltos con dinero.

Entonces, el punto aquí es que sea pobre o rico, las cosas pruebas vienen a la vida para humillarnos y la verdadera humildad, sea que posee mucho o poco de los bienes de este mundo, la verdadera humildad, dice: “mis recursos están en Dios.”

El gran comentarista luterano Lensky, creo que tiene un párrafo interesante. Él dice, y cito: “la fe en Cristo levanta al hermano humilde más allá de sus pruebas, a la gran altura de una posición en el Reino de Cristo, mientras que, como hijo de Dios, él es rico y se puede regocijar y gloriarse. La fe en Cristo hace algo igualmente de bendito para el hermano rico. Lo llena del Espíritu de Cristo, el Espíritu de humildad y la verdadera humildad cristiana. Conforme el hermano pobre se olvida de toda su pobreza terrenal, así el hermano rico se olvida de toda su riqueza terrenal; y los dos son iguales, están al mismo nivel por la fe en Cristo.” Fin de la cita.

Eso es correcto. Y yo creo que esa igualdad es ilustrada mediante las pruebas. Cuando usted pierde a una hija o pierde a un hijo o pierde a una esposa o pierde a un marido, no importa cuánto dinero usted tenga, nada de eso va a hacer que usted pueda comprar algo para salir de esa prueba. Nada de eso. Ahí está el ecualizador. Las pruebas nos llevan al mismo nivel de dependencia de Dios y de esta manera, nos llevan humildemente al mismo nivel el uno con el otro.

Entonces, no nos preocupamos con las cosas terrenales y en la Iglesia no exaltamos a aquellos que tienen mucho en contraste con aquellos que tienen poco, porque todas nuestras posesiones terrenales son inadecuadas para comprar lo que necesitamos espiritualmente.

Ahora, Santiago parece tener una preocupación en particular en confrontar a la gente rica. Él lo hace en el capítulo 1 y continúa haciéndolo a lo largo de la epístola, como lo veremos. Pero él dice, regrese al versículo 10, que el rico debe estar feliz porque es humillado. Porque cuando él es humillado, como puede ver, se da cuenta de que las riquezas verdaderas no son de este mundo, no están aquí. “Porque cuando sale el sol con calor abrasador la hierba se seca.” Una persona rica en general, no está hablando en particular de un cristiano rico, sino de los hombres ricos en general, van a secarse, así como la flor del pasto.

En Israel, hay tres flores muy comunes. La anémona, el ciclamen y el lirio. Y pueden florecer y usted puede ver la belleza de sus colores en febrero. Y son quemados y terminan secándose en mayo. Francamente, no es diferente de los montes de la parte sur de California, en donde florecen y usted sale de la ciudad por una semana y regresa, y otra vez en un desierto. Eso es lo que él está viendo aquí. Hay un verdadero espíritu de humildad que dice: “no voy a confiar en estas cosas que pasan tan rápido, que se queman tan rápido”. Y el poeta, en Santiago, expande su ilustración aún más en el versículo 11: “porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca. Su flor se cae y perece su hermosa apariencia. Así también se marchitará el rico en todas sus empresas.”

La forma del lenguaje griego aquí expresa lo que normalmente ocurre. El pensamiento es tomado de Isaías 40, versículos 6 al 8. Es tomado de Isaías, el profeta. Él dice: “el sol abrasador,” o literalmente el calor abrasador, se podría referir al viento conocido como el siroco que llega y literalmente aplasta a todas las flores en su camino, ese viento ardiente. Así será en el futuro el destino de los hombres ricos. El calor abrasador y el viento de la furia de la muerte, el juicio de Dios va a quemar todo de tal manera que el hombre rico debe regocijarse en sus problemas porque sus problemas lo divorciaron de la dependencia de sus recursos. Y todos sus recursos van a perecer de cualquier manera. Y puede regocijarse. Y cuando todo se haya quemado, él va a tener las riquezas verdaderas. Así como el hombre pobre.

Entonces, ¿que es necesario? ¿Qué tipo de actitud debemos tener para enfrentar las pruebas? Una actitud gozosa, una mente que entiende, una voluntad sumisa, un corazón que cree y un espíritu humilde que no confía en nuestras posesiones, sino en la provisión de Dios.

Ahora, en conclusión, regresemos a donde comenzamos. La primera prueba de la fe viva es la prueba de las pruebas. O aflicciones. La perseverancia en las pruebas caracteriza a los creyentes genuinos. Caracteriza a los creyentes genuinos. Y usted necesita verlas en su propia vida y en las vidas de otros para terminar y discernir quién es real. Es tan, tan importante.

Y conforme enfrentamos estas pruebas, el Señor nos está despojando de nuestras dependencias mundanas y acercándonos a sí mismo, mostrándonos cómo es en realidad de nuestra fe y perfeccionándonos a la semejanza a Cristo. ¡Qué pensamiento tan glorioso! Los marineros solían decir: “los vientos cruzados son los más seguros para entrar al muelle.” ¿Alguna vez ha navegado? ¿Ha tratado alguna vez de entrar a un muelle con un viento en la parte de adelante del gran barco? Muy difícil. ¿Alguna vez ha tratado de entrar a un muelle con un viendo por la parte de atrás y se ha encontrado a varios metros adentro de la playa? Los marineros tienen razón. Los vientos cruzados con los más seguros para entrar al muelle.

George Whitfield dijo, y cito: “todas las pruebas tienen dos propósitos: que podamos estar mejor familiarizados con nuestros corazones impíos y que podamos estar mejor familiarizados con nuestro Salvador amado.” Fin de la cita. Tiene razón, y para eso son. El cardenal Richelieu murió en el año 1642 y él dijo esto en una ocasión, y cito: “una persona virtuosa y con buena disposición es como el buen metal, entre más se le expone al fuego, más es refinado. Entre más adversidad encuentra, más es probado. La adversidad puede tratar de tocarlo y detenerlo, pero no puede dejar sobre él alguna huella falsa.” Fin de la cita. Es verdad.

Estaba leyendo, como me gusta hacer con frecuencia, a algunos escritores de la antigüedad en esta semana y encontré un pensamiento hermoso de Joseph Church remontándose al siglo 17. Él dijo lo siguiente: “los sufrimientos no son más que pequeñas astillas de la Cruz de Cristo”. Los sufrimientos no son más que pequeñas así de la cruz de Cristo. Él, quien sufrió tanto por nosotros y nosotros tenemos el privilegio de sufrir de una manera pequeña a favor de Él.

Quiero cerrar con un poema simplemente para dejar el pensamiento en su mente que viene de Ella Wheeler Wilcox escrito alrededor del año 1880. Ella dice esto: “no dudaré, a pesar de que todos los barcos en el mar lleguen la casa con mástiles y velas rotas. Yo creeré en la mano que nunca falla. De lo que aparentemente es malo para mí; y aunque yo pueda llorar porque esas velas están golpeadas, aun así, lloraré mientras que mis mejores esperanzas son despedazadas, yo confiaré en Ti. Yo no dudaré, aunque todas mis oraciones regresen sin ser respondidas de la esfera que todavía es blanca de arriba. Yo creeré que es un amor sabio, que me ha rehusado esas cosas que yo anhelo. Y aunque en ocasiones, yo no puedo dejar de llorar, aun así, el ardor puro de mi creencia fija arderá sin ser disminuida. No dudaré, aunque las tristezas caigan como la lluvia y los problemas me rodeen como abejas en un panal. Yo creeré en las alturas para las cuales yo lucho y de que son únicamente alcanzadas mediante la angustia y el dolor. Y aunque yo gima y tiemble con mis cruces, aun así, ve en medio de mis pérdidas más severas la ganancia mayor.”

“Sin duda alguna, estaré bien anclada en la fe como un barco fuerte, conforme mi alma enfrenta todo viento que es fuerte, es valentía de la no dejaré de tener. Aunque el mar desconocido de la muerte me enfrente, o quizás lloraré cuando el cuerpo parta del espíritu, yo no dudo. Así me oirán los mundos que escuchan con mi último suspiro.” Fin de la cita. Así es como debemos enfrentar la vida. Y así es como debemos enfrentar la muerte. Sin titubear. En todo sentido, y Dios provee eso para nosotros conforme perseveramos como Santiago nos ha enseñado. Inclinémonos en oración.

Escuche con atención, Thomas Watson dijo en una ocasión: “sea cual sea el problema que en esta vida enfrenta el hijo de Dios, es todo el infierno que jamás enfrentará.” Eso es verdad. Sea cual sea la dificultad que enfrentamos en esta vida, es todo el infierno que jamás conoceremos porque se nos ha prometido el cielo eterno. Entonces, podemos perseverar como aquellos cuya fe es real.

Un antiguo escritor puritano expresó una actitud en el medio de todas las pruebas que es tan deseable para el hijo de Dios. Permítame compartirla con usted conforme piensa en esto. Él escribió lo siguiente, y cito: “Aquí está la diferencia clara entre los piadosos y los impíos. Viene en el sufrimiento de las pruebas. Los impíos, entre más coloca el Señor Su mano sobre ellos, más murmuran y se revelan en contra de Dios. Los fieles, cuando se sienten abrumados con el pecado, turbados con los conflictos de Satanás, cuando sienten el enojo de Dios ofendido con ellos, huyen a los brazos de la misericordia de Dios y se aferran a la mano de Dios, quien está abofeteándolos, y la besan.” Fin de la cita.

Padre, sabemos que hay ocasiones cuando Tu mano nos abofetea. Y si realmente entendemos lo que Tú estás haciendo, besaríamos esa mano. No dudamos, no disputamos. No debatimos. Anhelamos, oh Señor, aceptar las pruebas que producen semejanza a Cristo, que revelan la naturaleza de nuestra fe como algo genuino o falso. Las pruebas que nos humillan, que nos alejan del mundo, que nos llaman a la esperanza eterna, que nos muestran lo que realmente amamos. Que nos enseñan a valorar Tu bendición. Que nos enseñan a cómo ayudar a otros. Que desarrollan en nosotros una mayor utilidad, que nos disciplinan para ser más puros. Señor, Te damos gracias por pruebas así. Y queremos tenerlas por sumo gozo. Y queremos entender y queremos someternos. Y queremos creer en oración para encontrar sabiduría. Y queremos humillarnos para aprender la lección de dependencia de Ti, no de los recursos humanos.

Entonces, lleva a cabo Tu propósito bueno y santo a través de todas las pruebas de la vida. Y descansamos en esta oración, en la confianza de que no hay ninguna prueba que hayamos enfrentado que no podamos enfrentar.

Pero Tú eres fiel y nunca nos dejarás ser probados más de lo que podamos resistir, sino que juntamente con la prueba, siempre darás la salida para que podamos soportar. Y de esta manera, probaremos ser Tus hijos. Entonces, lleva a cabo Tu obra en nuestros corazones. Confórtanos en nuestra prueba. Enséñanos la oración y la dependencia humilde, para que, a partir de estas cosas, podamos llegar a ser todo lo que Tú quieres que seamos. Por causa del Salvador, amén.

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17/27 – La enseñanza de Cristo

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Cristo incomparable

17/27 – La enseñanza de Cristo

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-ensenanza-de-cristo/

Leslie Basham: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Algunas de ustedes pueden estar familiarizados con un vídeo, un DVD titulado “Moldeador de  sueños”. Es la historia sobre un profesor llamado Guy Doud. Él era un profesor de secundaria y tenía un corazón para sus estudiantes. Este hombre encontró  maneras increíblemente innovadoras y creativas para motivar a sus alumnos a aprender. Él tomó interés personal en sus estudiantes, y como maestro tuvo un impacto significativo en sus alumnos. Pues bien, en 1986 Guy Doud fue invitado a la Casa Blanca, donde fue honrado por el presidente Reagan como el maestro nacional del año.

Hoy queremos mirar al hombre que tendría que ser honrado como el más grande maestro de todos los tiempos.

Leslie: ¿Quién fue el mejor maestro que jamás haya existido? Vamos a estudiar esta pregunta a medida que Nancy Leigh DeMoss continúa la serie El Cristo incomparable en Aviva Nuestros Corazones.

Nancy: El Cristo incomparable es acerca de quién estamos hablando en esta serie. Hoy queremos conocerlo como un maestro. Nunca ha habido y nunca habrá un maestro como Cristo.

De hecho, una noche, un hombre llamado Nicodemo, que era un maestro sabio y respetado, busco a Jesús y le dijo. “Sabemos que has venido de Dios como maestro…”  en Juan capítulo 3.

De manera que Nicodemo sabía que Jesús no era un maestro común. No era un rabino ordinario.  En realidad no había nadie como Él, porque Él había venido de Dios.

Los evangelios se refieren a Jesús como un maestro en más de 40 ocasiones. Jesús siempre estaba enseñando.  Él era capaz de revelar la verdad y la perspectiva eterna en momentos cotidianos de la vida y  en conversaciones. Eso es lo que hace un buen maestro. Él siempre condujo conversaciones de tal forma que le diera a la gente el punto de vista de Dios en todo lo que se estaba hablando.

Jesús fue un maestro que—a diferencia de algunos profesores que pudimos haber tenido en el pasado—Su enseñanza era convincente. Llamaba la atención, y desde el primer momento su enseñanza atrajo grandes multitudes. Mientras se propagaba de boca a boca, la gente venía desde muy lejos solo para escuchar a Jesús enseñar.

Mateo capítulo 4 nos dice:

“Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y proclamando el evangelio del reino…Y le siguieron grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán” (vv.23-25).

Así que aquí está Jesús enseñando en la región norte de Galilea, y la gente lo escuchaba, la palabra se extendía, y venían de todas estas distancias para escuchar este nuevo rabino que enseñaba. La enseñanza de Jesús no solo atrajo grandes multitudes, pero una vez la gente era atraída, Su enseñanza provocaba y  causaba asombro. Esto se ve a lo largo de todos los evangelios.

Mateo capítulo 5 versículo 1 dice: «Cuando vio las multitudes, subió al monte, y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a él. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…»Ahora, ¿qué le sigue a este versículo? Mateo 5, ahí comienza el Sermón del Monte.  Así que Mateo 5, 6 y 7, se trata de lo que Jesús enseñó a los que vinieron. Al estudiar este texto, da la impresión de que esto comenzó como una pequeña reunión y que después otros se unieron al grupo. Al final del Sermón del  Monte, hay una gran multitud reunida allí en aquel monte.

Así llegamos al final del Sermón del Monte, Mateo capítulo 7, y dice: «Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza…” (v. 28). Si tienes la NVI, dice que se “asombraban” de Su enseñanza. Esa palabra traducida como ‘asombraban’ en griego es ekplesso. La palabra significa literalmente que “fueron deslumbrados”. Ellos se quedaron atónitos. Ellos se sorprendieron. Ellos se asombraron.

Pero esa no fue la única vez. En Mateo capítulo 13 en el versículo 53 dice,

“Y sucedió que cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allíY llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban, otra vez la palabra griega, y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero?”(vv. 53-55)

¿Te das cuenta? Las enseñanzas de Jesús eran diferentes a todo lo que ellos habían oído antes.  No era más que el «hijo del carpintero». Ellos no esperaban que un comerciante tuviera este tipo de sabiduría. Después de todo, Jesús no tenía formación en el seminario. No tenía algún título de postgrado. Él obtuvo Su sabiduría de, ¿dónde? de  Dios mismo. Él era un estudiante de la Palabra de Dios. Ellos no estaban acostumbrados a escuchar de maestros que recibieran su sabiduría directamente de Dios.

A medida que continuamos en ese pasaje, llegamos al versículo 57 de Mateo capítulo 13, y te das cuenta de que la reacción—aunque estaban asombrados—no siempre fue positiva. Dice: «Y se escandalizaban a causa de Él”. Pero ¿No es cierto que también hoy día cuando muchos escuchan las enseñanzas de Jesús se ofenden y las rechazan? Tal vez no lo encuentran lo suficientemente sofisticado como para los tiempos modernos. Porque la enseñanza de Jesús no encaja con la sabiduría convencional, que va en contra de nuestra cultura.

Veamos otra instancia, en Marcos capítulo 1, donde la gente se admiraba de las enseñanzas de Jesús.

Marcos capítulo 1, “Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñarY se admiraban, la palabra de nuevo,  de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” (vv. 21-22)

En algunas de sus traducciones se les llama a los escribas ‘maestros de la Ley’. Estos eran hombres que eran expertos en la Ley Mosaica. Pasaban sus vidas estudiando los detalles minuciosos de la Ley Mosaica. La enseñaban, de manera que ellos interpretaban la Ley y la interpretaban para otros. Eran expertos en la Ley, los escribas. Versículo 27. “Y todos se asombraron…” Ahora, aquí se usa una palabra griega diferente. Es una palabra que significa “estupefacto” o “atónitos”. “…de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad!”.

La enseñanza de Jesús fue, en muchos aspectos, un contraste con la enseñanza que estaban acostumbrados a oír de los escribas y los maestros y los líderes religiosos. Echemos un vistazo a algunas de las formas en que la enseñanza de Jesús era diferente. Por ejemplo, los rabinos y los escribas y los maestros religiosos a menudo citaban a otros rabinos y maestros. Tomaban ideas prestadas de fuentes humanas. Ellos exponían la tradición. Pero la palabra que se usa aquí en relación a la exposición de Jesús y la autoridad con la que Él hablaba, hace referencia a una autoridad dentro de Él mismo, no a una autoridad derivada de otros. Su mensaje venía de Su Padre. Poseía autoridad divina.

Los escribas y maestros de la ley a menudo se centraron en los detalles, en las minucias de la ley. Colaban los mosquitos y se tragaban el camello, dijo el mismo Jesús (ver Mateo 23:24). Pero Jesús se centró en asuntos de significado eterno. Él enseñó cosas que realmente importaban. Él volvía una y otra vez al mismo mensaje básico acerca del Reino de Dios, del Rey de ese Reino, y lo que significaba ser un súbdito de ese Reino.

Los comentaristas dicen que si lees el Talmud—donde los escribas escribían sus dichos—a menudo es difícil seguir las complejas divagaciones y el razonamiento de los líderes religiosos. Pero la enseñanza de Jesús, por el contrario, realmente tenía sentido. Era ordenada. Iba al grano. La gente común podía entenderlo.

Aquí hay otro contraste. Los sermones de los escribas eran a menudo confusos y engañosos (Mat 5:21). Pero los sermones de Jesús eran directos, y hablaba, pura y simplemente, la verdad.

La enseñanza de los escribas era a menudo seca y aburrida. No tenía la intención de conectar con la gente común—ellos básicamente hablaban de sí mismos. Pero la enseñanza de Jesús era agradable. Capturó la atención de multitudes, incluidos los niños. Recuerda que no había guarderías para los más pequeños. Jesús despertaba el interés de sus oyentes con historias, con ilustraciones, con descripciones visuales, y con parábolas.

Su enseñanza no estaba cargada, no era formal, y no estaba por encima del entendimiento de la gente común. No abrumaba ni confundía a los oyentes con grandes palabras, o con argumentos eruditos. Usó ejemplos cotidianos, lecciones prácticas. Conectó con hombres comunes y con los corazones de la gente. Él era un gran narrador.

Su enseñanza era bastante simple de comprender para los niños pequeños o para personas de poca educación. Sin embargo, fue también lo suficientemente profunda como para desafiar a personas como Nicodemo, que habían estudiado las Escrituras durante años.

Aquí hay otro contraste. Los escribas y los otros líderes religiosos, a menudo eran motivados por la codicia, por mantener las apariencias. Tenían el deseo de recibir la alabanza de los hombres.  ellos querían que otras personas dijeran cuán grandes maestros ellos eran. Ellos no estaban motivados, muchos de ellos, por el amor genuino hacia las personas que enseñaban.

Pero Jesús sin embargo ¡Jesús realmente amaba a la gente! Estaba motivado por la compasión. Él estaba preocupado por el bienestar eterno de Sus oyentes. Recuerda lo que pasó en Marcos 6, donde dice: «Al desembarcar, Él vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor…” Ellos estaban vagando, sin rumbo, y desvalidos e indefensos. Entonces, ¿qué hizo Él? Su compasión le movió, “y comenzó a enseñarles muchas cosas» (v. 34). Él fue el gran Pastor. Dirigió Sus ovejas y se preocupaba por ellas por su enseñanza.

Hubo otras cosas que hacían de Jesús un gran maestro. Él conocía a Sus estudiantes. Él conocía Sus corazones. No hay maestro en el reino de los humanos que pueda conocer los corazones de sus alumnos. Él no le habló solo a sus mentes, sino que habló palabras que penetraron, que traspasaron, y cambió sus corazones.

Él no solo conocía Sus estudiantes, sino que sabía lo que Sus estudiantes necesitaban escuchar, y eso es lo que Él les dio, sin importar si eso es lo que ellos querían escuchar o no. Independientemente de su respuesta, Él sabía lo que realmente ellos necesitaban, y eso fue exactamente lo que les dio.

Habló palabras a tiempo, las palabras que llenaban las necesidades de los oyentes. A veces, esas palabras eran cosas difíciles de oír. Él dijo por ejemplo: «No te preocupes por nada» (ver Mateo 6:25). Habló contra la ansiedad, contra la codicia, contra la hipocresía, y contra el divorcio. Habló de personas que pensaban que estaban sirviendo a Dios, pero que un día llegarían a estar delante de Dios y que Él les diría: «Jamás os conocí. Apartaos de mí, los que practicais la iniquidad.»(Mateo 07:23)

Si quieres ser un maestro popular, ese no es exactamente el camino a seguir, especialmente cuando tú estás hablando a los líderes religiosos. Pero Jesús habló lo que Sus oyentes debían escuchar. Ya fueran niños o padres o paralíticos o fariseos, o quien quiera que fuera, Él habló lo que ellos necesitaban oír.

Marcos capítulo 12 dice: «Y cuando ellos llegaron, le dijeron: ‘Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad…” (v.14). Jesús no tenía temor de los hombres. Él amaba a Dios, y no estaba tratando de ganar un concurso de popularidad. Él amaba a la gente, y sabía darles lo que necesitaban.

Él no solo conocía a sus estudiantes y lo que ellos necesitaban escuchar, Él también conocía la Escritura. Conocía las Escrituras del Antiguo Testamento. Él no tenía una formación en el seminario formal o de grados avanzados. Él era un estudiante de la Palabra de Dios. De hecho, los evangelios nos dicen que Él citó al menos 24 libros del Antiguo Testamento. Me pregunto cuántas de nosotras podríamos hacerlo, sin necesidad de abrir nuestra Biblia, y citar 24 libros del Antiguo Testamento.

Jesús no estaba enseñando para impresionar a la gente con lo mucho que sabía sobre el Antiguo Testamento, sino que utilizaba la Palabra para apuntar a las personas hacia Dios y hacia Su Reino; les ayudaba a entender la Palabra. Les mostró cómo se conectaba a su vida y lo que Dios estaba haciendo en este mundo.

Jesús también fue un gran maestro, debido al poder de un mensaje de vida. Su vida validó Su mensaje. En otras palabras Él vivía lo que enseñaba. Su vida respaldaba Sus palabras y Él era coherente con todo lo que enseñaba. Nunca hubo una contradicción entre lo que hizo y lo que dijo. Él dijo: «Bienaventurados los mansos», y luego dijo:»Yo soy manso y humilde de espíritu.»

No se limitó a hablar de la oración, ¡Él de hecho oró! Cuando dijo: «Amad a vuestros enemigos, perdonad a los que os persiguen», Él no solo ofreció teología teórica. Él modeló lo que era devolver bien por mal, perdonar a sus enemigos, para amarlos y orar por ellos.

Y, por cierto, para aquellas de nosotras que estamos involucradas en enseñar la Palabra a otras—ya seas una mamá que provee escuela en el hogar, o quizás enseñas en un grupo pequeño que tiene una relación de discipulado uno a uno—hay tanto poder en el mensaje de tu vida. Una cosa para mí es simplemente enseñar la verdad a través de este ministerio, pero el poder viene cuando puedo decir, «Imítame como yo imito a Cristo». Cuando tengo un mensaje de vida. No que sea perfecta, pero estoy honestamente intentando seguir a Cristo en las cosas que estoy enseñando a otras.  Es de ahí de donde viene el poder. Porque hay poder en un mensaje de vida.

Jesús no solo enseñó a grandes multitudes. A veces la gente se pregunta, «¿Cuántas personas hay en la audiencia escuchándome enseñar?» Jesús pasó mucho tiempo centrado en la enseñanza de un pequeño grupo de 12 discípulos. Y luego, más tiempo aún, con un grupo más reducido, de tres de los discípulos que pasaron mucho tiempo con Él.

¿Qué estaba haciendo Jesús? ¿Por qué se enfocaba Él en este grupo más pequeño? Él estaba entrenando y preparando a Sus discípulos para llevar a cabo Su misión después de Su muerte, de Su resurrección y de Su ascensión al cielo. Él fue intencional al invertirse en ellos. Su intención era que cuando Él dejara esta tierra, ellos enseñaran a otros lo que Él les había enseñado. Y esos que Él enseñaba, luego enseñarían a otros, y de esta forma pasarían el testigo de la Verdad de una generación a otra.

Jesús enseñó a sus discípulos, al pasar tiempo con ellos. Vieron cómo vivió y vieron Su carácter cuando no había mucha gente alrededor; cuando no había nadie a quien impresionar. Él les dio la libertad de hacer preguntas, y entonces respondió esas preguntas. Usó experiencias cotidianas como momentos de enseñanza.

Algunas de ustedes pueden estar familiarizadas con el nombre de Howard Hendricks. Se conocía con el nombre de «El profesor» durante los 60 años que enseñó en el Seminario Teológico de Dallas. Se retiró hace unos años a la edad de 82 años. Era muy querido por toda una generación de estudiantes, y por muchos, como yo, que no fuimos a su seminario, pero que escuchamos  sus mensajes muchas veces a lo largo de los años. Sus enseñanzas y sus conferencias nunca fueron aburridas, y nunca ha habido un profesor más citado y citable que él.

El Profesor Hendricks dice:

En mis años de formación en el aula me enteré de que mis estudiantes estaban buscando desesperadamente «cómo» poner la verdad cristiana en la vida práctica, y decidí arriesgarme a tener encuentros cercanos con ellos para permitir que ellos me vieran a mi; para poder ser su guía, un facilitador—no para producir pecadores más inteligentes, sino para guiar a un hombre o a una mujer a ser más como Jesucristo. Mi objetivo no era solo informativo, sino transformador.

Eso me recuerda la enseñanza de Jesús. Su enseñanza no estaba esparciendo información ni llenando cabezas y cuadernos. Él estaba enseñando para ver vidas transformadas. Él dijo: «Las palabras que yo os he hablado, son vida». (Juan 6:63)

Y por cierto, esa es mi carga por el ministerio de Aviva Nuestros Corazones. Lo ha sido a través de todos estos años que hemos estado en el aire. Mi carga es que las mujeres no solo llenen sus cabezas y sus cuadernos con más contenido, sino que ellas sean fascinadas, detenidas, confrontadas por la verdad, y que respondan a ella, que se debatan con ella, y que sus corazones, sus vidas y sus mentes sean cambiadas por esa verdad,  que seamos transformadas juntas por las enseñanzas de Jesús, y seamos hechas a su semejanza.

Al pensar en la enseñanza de Cristo, permíteme sugerir otras dos aplicaciones, mientras consideramos a Cristo como maestro. En primer lugar tenemos que recordar que Su doctrina es la verdad absoluta. Tiene un peso y una autoridad absoluta. Cuando Cristo habla, Dios habla. Es potente, con autoridad, y se impone sobre nuestras vidas.

La enseñanza de Cristo es eterna. Nunca se vuelve obsoleta. Hemos visto que algunas cosas que se enseñaban en las aulas hace 20, 30  ó 40 años, eran incorrectas. Las nuevas evidencias y los nuevos estudios demuestran que no era así. Por el contrario la enseñanza de Cristo nunca se vuelve obsoleta. Es eternamente relevante. Es relevante para cada persona en todas las culturas en todos los períodos de tiempo de la historia. Su enseñanza se aplica a tu vida actual, para cada relación y para cada situación en que te encuentres. El desafío es escuchar, y dejar que transforme tu vida.

Alguien de nuestro equipo me decía el otro día—ella nos ha estado siguiendo a lo largo de esta serie… que después de leer este capítulo acerca de la enseñanza de Cristo del libro de Oswald Sanders “El Cristo incomparable”, me dijo: “Ese capítulo me hizo querer ser un estudiante experto. Si el autor de este libro (de la Biblia)  es el gran maestro de todos los tiempos, sería una locura no leerlo”. Espero que este sea el efecto que causen en ti las enseñanzas de Cristo.

Y una idea final. No estamos solo para ser beneficiarias de la enseñanza de Cristo, sino que debemos llegar a ser canales de su enseñanza, siempre aprendiendo y creciendo, pero siempre pasándola a otros. Eso no es solo para las personas como yo que tienen un micrófono, una plataforma, un programa de radio, y escribo libros. Eso es para gente como tú. Todas nosotras estamos llamadas como Cristo, a ser maestras.

Jesús dijo, cuando Él estaba a punto de ascender al cielo: « Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado…” (Mateo 28:19-20). Jesús nos manda, como sus discípulos, a enseñar a otras lo que Él nos ha enseñado.

«Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros…” (Colosenses 3:16). Podemos hacer eso en la vida cotidiana y en los contactos cotidianos e intercambios, en Twitter, Facebook y a través del correo electrónico—enseñando a otros lo que Dios nos ha enseñado.

«Pues aunque ya debierais ser maestros…” dice Hebreos capítulo 5. El reproducirse en otros y enseñar lo que Dios te ha enseñado a ti a través de Su Palabra es una evidencia de madurez espiritual.

Y como mujeres, muy particularmente, tenemos este mandato. Las mujeres de edad “deben enseñar lo que es bueno, y así entrenar a las mujeres jóvenes…para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. (Ver Tito 2:3-5).

Amigas, no es necesario un aula formal. Tú no necesitas 22 estudiantes sentados en sillas mirándote a los ojos. Tú ya tienes estudiantes.

  • Las personas que te rodean.
  • Tus hijos.
  • Las personas en tu lugar de trabajo.
  • Las personas con las que te conectas de diversas maneras en tu iglesia y en tu comunidad.

Busca la forma de dirigir la conversación hacia lo eterno y hacia las necesidades del corazón de aquellas que están a tu alrededor.

Leslie: Nancy Leigh DeMoss estará de vuelta para orar. ¿Habías considerado antes la importancia de Jesús como maestro? Este mensaje me ha abierto los ojos a esta parte importante del ministerio de Jesús. Esta serie completa ha sido muy edificante. La serie se titula, El Cristo incomparable. Está abriendo mis ojos a varios  aspectos de la vida de Cristo y de Su ministerio, día a día.

Cuando las mujeres están en contacto con la Palabra de Dios de esta manera, es algo poderoso. Da forma a las actitudes, comportamientos y decisiones. Por ejemplo, Jennifer, una hermana de Chile, nos escribió para dejarnos saber lo mucho que aprecia los mensajes de Aviva Nuestros Corazones. Ella nos escribió,

¡Gracias al Señor por este ministerio! Tengo 22 años, y la primera vez que escuche a Nancy en uno de sus programas de radio, me di cuenta de muchas cosas que como mujer no estaba haciendo bien. Ahora a través de esta serie he podido ver que tengo muchas cosas que presentarle al Señor para que Él las ordene en mi vida. Nancy ha sido un gran apoyo en mi desarrollo como mujer. Ha sido como una madre para mí.

Otras hermanas como Jennifer pueden escuchar Aviva Nuestros Corazones cada día gracias a los oyentes que apoyan el ministerio financieramente. Si deseas hacer una ofrenda, te invitamos a visitar nuestra página, AvivaNuestrosCorazones.com.

La persona más talentosa, inteligente y capaz que jamás vivió fue también la más humilde. Hablaremos de esto mañana en Aviva Nuestros Corazones.

Nancy concluyó el mensaje de hoy animándonos a enseñar a otras lo que nosotras hemos aprendido acerca de Jesús. Ella ahora viene para orar para que podamos vivir esto en nuestra vida diaria:

Nancy: Padre, te pido que, tal y como Tú nos has enseñado, nos hagas canales de Tu enseñanza en las vidas de los demás. Gracias por las enseñanzas de Cristo. Gracias Señor por enseñarnos por medio de tu Espíritu Santo. Oro para que nuestros corazones, en este día, sean atrapados por la enseñanza de Tu Palabra, que podamos recibirla, que podamos abrazarla, que podamos estudiarla, que podamos meditar en ella, y que nuestras vidas sean transformadas por ella. Y que nosotras a su vez podamos ser maestras de otras, que podamos enseñarlo que Tú nos has enseñado y que así podamos adornar en todo la Palabra de Dios. Oramos en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Almas Sedientas

Isha – Salmos

DÍA 101 – Salmo 63

Dosis: Comunión

Almas Sedientas

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán.” (Salmo 63:1–3) (NVI)

¿Has aprendido a sentirte satisfecha en Dios? ¿Disfrutas de una intimidad con Él? ¿Qué es lo que llena tu alma? El salmista expresa aquí un deseo intenso de buscar a Dios y seguir disfrutando de su amor, su poder y su misericordia aún en los momentos más difíciles de su vida.

El salmista compara su alma con una tierra seca, extenuada y sedienta. Tal vez esta figura haga referencia a la experiencia de David de haberse visto obligado a vivir en el desierto, perseguido y amenazado. Entonces los temores por su vida, lo llevaban a clamar más aún a ese Dios todopoderoso. ¿Cuál puede ser tu “tierra árida” o tu desierto”? ¿Te has sentido también extenuada y sedienta de Dios?

Lo conmovedor es que inmediatamente después de hacer la oración el tono del poema cambia y el salmista dice: “Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. Pues a pesar del desierto que simbolizan las dificultades y las crisis, el salmista ha aprendido a superarlas en la presencia de Dios. Ha aprendido el secreto de la alimentación divina para su alma. Y por eso lo alaba. ¿Te sacia de esta manera tu comunión con Dios? ¿Te deleitas por completo en su presencia?

David declara también que Dios está continuamente en sus pensamientos: “En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.

¡Qué hermoso saber que nuestros pensamientos pueden fijarse en la persona de Dios! ¡En su bondad y en su misericordia!” Aún en medio de las preocupaciones que pueden quitarnos el sueño, el salmista nos anima a acordarnos de Dios, a tener un espacio de meditación, pues es allí donde nuestra confianza será restaurada para volver otra vez a la protección de sus alas y a aferrarnos totalmente a Él.

Este salmo debe estimularnos a la devoción personal. Yo anhelo también saciar mi alma, decirle como el salmista cada día: “Mi alma está apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.”

Oración: Señor, enséñame a saciar mi alma de tu presencia. Y a alabarte con todo mi corazón. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 116). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.