6/6 – Nacido para ser santo

Gracia a Vosotros

Serie: Beneficiándonos de las pruebas de la vida

6/6 – Nacido para ser santo

John MacArthur

https://cdn.gty.org/gracia/sermons/High/59-8.mp3?x-source=website&x-type=download

Quiero darle la bienvenida a nuestro estudio continuo de la epístola de Santiago. Puede tomar entonces su Biblia y abrirla en Santiago. Tenemos mucho por delante en esta gran epístola, pero vamos a detenernos en esta noche para una breve mirada al versículo 18. Normalmente, estaríamos tomando otra sección comenzando en el versículo 19, debido a que mencionamos el versículo 18 en nuestro último estudio. Pero quiero detenerme un momento y desarrollar nuestro entendimiento de Santiago 1:18, porque es un versículo tan, tan importante. Este es un versículo que realmente expresa de una manera muy simple el significado del nuevo nacimiento. El significado de la salvación.

Me llamó la atención esta mañana en la recepción para nuestros invitados que habían llegado por primera vez, conocer a una joven de Japón que entiende algo de inglés, inglés coloquial. Y confesó esta mañana que le resultó muy difícil seguir lo que estaba diciendo en el mensaje. Y me hizo pensar no tanto en el hecho de que las palabras que digo no son tan claras como tales sino en el hecho de que entre más tiempo pasa y usted es cristiano y entre más se involucra en el cristianismo y en la Palabra de Dios, en cierta manera, más lingo evangélico usted quizás desarrolle; y alguien que llega y habla algo de inglés a nivel de conversación va a tener una dificultad sería para entender lo que usted está diciendo. Es un buen recordatorio también que de vez en cuando necesitamos regresar a la realidad simple de lo que el Evangelio realmente es. Y eso es lo que queremos hacer en esta noche.

Veamos juntos el versículo 18 de Santiago capítulo 1. Dice esto: “Él,” hablando del Padre, Dios Padre mencionado en el versículo 17, “de Su voluntad nos hizo nacer por la Palabra de verdad para que seamos primicias de Sus criaturas.” Un versículo simple, pero uno en el que se encierra toda la riqueza del nuevo nacimiento. El Antiguo Testamento dijo ‘sed santos porque Yo, Jehová, soy santo.’ Pedro dice en su epístola ‘sed santo porque yo soy santo’. Para entrar en la presencia de Dios, el hombre debe ser santo, apartado del pecado a la justicia.

Ahora, los hombres no son santos, eso es obvio. No son justos, esto es, son pecaminosos. No piensan correctamente, no hablan correctamente, no actúan correctamente, no hacen lo correcto. No perciben de manera apropiada a Dios. No se perciben de manera correcta a sí mismos. No perciben de manera correcta la Verdad de Dios, la revelación de Dios, la ley de Dios o la voluntad de Dios. Pero a pesar de que los hombres no son santos y no están bien con Dios, en la mayoría de los casos, no perciben que no son santos. No entienden que no son justos. No están de acuerdo de manera dispuesta con el diagnóstico de las Escrituras de que son pecaminosos. Los hombres no son santos, y peor que eso, no reconocen ni la necesidad de santidad. Y en muchos casos, la ausencia de la misma. Y si reconocen que no son santos, normalmente, culpan a alguien más por esa realidad.

Y eso es lo que estábamos explicando en nuestra última mirada de este capítulo tremendo. Indirectamente, los hombres imponen la responsabilidad de su pecaminosidad en Dios de manera típica. Y como vimos en los versículos 13 al 18, vimos que no podemos culpar a nadie más que a nosotros mismos por nuestra propia pecaminosidad. Ciertamente, no podemos culpar a Dios al decir ‘bueno, Dios nos creó. Dios hizo leyes que son imposibles de guardar. Dios me ha permitido ser como soy, por mi ambiente. Me ha colocado en circunstancias que me imponen de tal manera que no puedo controlar mi conducta,’ etcétera, etcétera.

Pero lo que Santiago nos dice es que Dios no puede tener parte alguna en nuestra pecaminosidad ni de manera directa o indirecta. Entonces, los hombres deben ser santos para tener una relación con Dios. No son santos. Y en la mayoría de los casos, ni siquiera reconocen que no son santos. Y si reconocen que pecan, normalmente culpan a alguien más y ese alguien, de manera muy vaga, es el Dios que los colocó en las circunstancias en las que están y les dio los impulsos que les dio y entonces, quieren evadir la responsabilidad.

Entonces, Santiago dice en los versículos 13 al 18 que usted no puede culpar a nadie más que a sí mismo por su pecado. En el versículo 13 él dice ‘la naturaleza del mal demuestra eso. Ninguno puede decir cuando es tentado soy tentado por parte de Dios porque Dios no puede ser tentado por el mal ni Él es tentado por nadie.’ Usted no puede tentar a Dios por la maldad porque Dios y la maldad son mutuamente exclusivos. Se excluyen de manera mutua.

Y después, en el versículo 14, la naturaleza del hombre, él dice, el hombre tiene su propio problema. El hombre es tentado cuando es atraído y seducido por su propia concupiscencia. Y el problema está en el hombre. Está en su pecaminosidad, en su estado caído.

Después, él habla acerca de la naturaleza, la concupiscencia en los versículos 15 y 16. Y la concupiscencia cuando concibe, da a luz al pecado. Y el pecado, cuando finalmente llega a su punto de maduración, da a luz a nada más que la muerte y no se equivoque en eso. En otras palabras, entienda que es la realidad del pecado. Entonces, no está en Dios, porque Dios y el mal son incompatibles. El problema está en la naturaleza del hombre. Y en la naturaleza del hombre está en su deseo malo, su concupiscencia, su pasión por lo que está mal.

Después, en el versículo 17 él regresa a hablar de la naturaleza de Dios y él dice: “es de Dios de quien desciende toda buena dádiva y todo don perfecto y nunca hay sombra alguna en eso.” Así que no puede culpar a Dios porque Su naturaleza es únicamente dar cosas buenas. De Dios, sólo sale el bien. Entonces, él dice que no podemos culpar a Dios por nuestro pecado debido a la naturaleza de la maldad, la naturaleza del hombre, la naturaleza de la concupiscencia y la naturaleza de Dios.

Después, en el versículo 18, en cierta manera, él resume su argumento al decir “la naturaleza de la regeneración misma,” o la conversión o salvación, o el nuevo nacimiento, “nos muestran que Dios no nos lleva al pecado.” El versículo 18 dice “de Su voluntad,” en otras palabras, fue Su voluntad el hacernos nacer para que seamos como Él. Una especie de primicias de Su propia creación. Entonces, el propósito de la regeneración fue dar nacimiento para que vivamos. Crearnos para hacer bien, no maldad. Darnos poder sobre el pecado como parte de una nueva criatura.

Entonces, Dios de ninguna manera está involucrado en nuestra pecaminosidad. Él no puede mezclarse con la maldad. El problema está en el hombre. En el hombre, el problema se encuentra encerrado en su concupiscencia. La naturaleza de Dios es tal que Él solo da regalos buenos. Y cuando Dios toca su vida, es para producir vida, no muerte. Para producir justicia, no pecado. Para ser una nueva criatura, no ejercer a la antigua, la vieja.

Entonces, todas esas cosas que vimos la última vez apuntan al hecho de que Dios no puede ni de manera directa o indirecta ser la fuente del pecado. Dios no tienta a los hombres a pecar, ni puede hacerlo.

Y entonces, vimos el versículo 18 a la luz de eso. Pero el versículo es tan rico porque explica este asunto del nuevo nacimiento o de dar a luz una persona, de regenerar una persona. Y demanda una mirada más cercana y más larga; y queremos hacer eso en esta noche. Él nos presenta el tema de la regeneración en el versículo 18 en conexión o en relación a un punto en su contexto. Y el punto es lo que le acabo de decir. Él está usando la regeneración como una manera de demostrarle que Dios no lleva a la gente a pecar. Él nos lleva a ser criaturas de un nuevo tipo como Él. Él los saca del pecado a una nueva vida. Y eso sería incoherente con cualquier pensamiento de que Él nos lleva a pecar. Él está recreándonos y alejándonos del pecado, no acercándonos al pecado.

Pero fuera del contexto mismo, conforme vemos al versículo, quiero examinarlo por sí mismo porque dice tanto acerca de la regeneración. Y la enseñanza entera de la regeneración y el nuevo nacimiento es digna de nuestra atención cuidadosa.

Ahora, mantenga en mente lo que dije hace un momento y lo vimos en el texto: que el hombre está lleno de concupiscencia. Y la concupiscencia produce pecado; y el pecado, da a luz la muerte. Es verdad que, sin santidad, nadie jamás tendrá una relación con Dios. Nadie jamás conocerá a Dios de manera plena. Nunca nadie entrará a la presencia eterna de Dios sin santidad. Sin embargo, el hombre es impío y es pecaminoso. Y todo en su naturaleza produce concupiscencia y maldad.

Para darle un entendimiento más claro de eso, observe Romanos conmigo, capítulo 3. Una parte, una porción muy conocida de las Escrituras para los estudiantes de la Biblia. Pero una que necesita ser examinada a la luz de este punto en particular. Al final del versículo 9, él dice: ‘judíos y griegos por igual, todos están bajo pecado’. Todos están literalmente bajo el dominio del pecado. Todos están sujetos al control del pecado.

Y después, él procede a mostrar esto de manera extensa al citar a partir de algunos pasajes del Antiguo Testamento. Y él dice: “como está escrito, no hay justo, ni aún uno.” No hay un solo ser humano creado en este mundo, desde la caída de Adán, que sea justo. Y eso significa que está en una relación correcta con Dios y hace lo justo, que obedece la voluntad de Dios en y por sí misma. No hay justo, ni aún uno. No hay quien entienda. Esto es: no hay alguien que comprenda de manera completa lo que Dios demanda y que tenga la capacidad de entender de manera plena esto y lo cumpla.

No hay quien busque a Dios. La inclinación del hombre busca del pecado. Los hombres aman ¿qué? Las tinieblas, Juan 3, en lugar de la luz porque sus obras son malas. Todos se desviaron, se han desviado a sí mismos del camino que Dios ordenó para la justicia. Todos se volvieron inútiles. La palabra griega tiene que ver con leche agria. Son buenos para nada. Son absolutamente inútiles. No hay nadie que haga el bien, no hay ni siquiera uno.

Y después, él describe la naturaleza de su maldad. “Sepulcro abierto es su garganta.” Apesta como un cadáver muerto cuyo olor sale de una tumba. “Con sus lenguas engañan. Veneno de áspides o de serpientes está debajo de sus labios.” Un hombre básicamente es revelado en su conversación y en su boca. Y la condición de su naturaleza pecaminosa, mala, horrenda, contaminada, mortal, sale de su boca. La boca está llena de maldición y amargura. “Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y destrucción hay en sus caminos, no conocieron camino de paz y no hay absolutamente reverencia hacia Dios ante sus ojos.”

Aquí está una definición del hombre pecaminoso, el hombre sin Dios. Y el mundo entero se encuentra bajo esto en el versículo 18, para que toda boca sea silenciada y todo el mundo este culpable delante de Dios. Y no hay manera alguna, él dice en el versículo 20, en la que mediante su carne puedan ser justificados por Dios al guardar algunas reglas, al obedecer la ley, aunque sea la ley de Dios. La ley simplemente produce el conocimiento del pecado, no produce justicia.

Entonces, ahí está la definición del hombre a partir de Romanos 3. El hombre, en su estado pecaminoso. Observe Efesios 2. En Efesios 2 dice en el versículo 1: “y Él os dio vida a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” Y aquí encontramos que el hombre se caracteriza de nuevo como estando muerto. El hedor de un cadáver y la característica de su mortandad es una mortandad en delitos y pecados. Simplemente, usando dos palabras para mostrar el tipo de amplitud y la extensión de su pecaminosidad. “Él anda,” dice, “según la corriente de este siglo.” En otras palabras, su conducta diaria es dictada por el sistema maligno. El que está a cargo de su vida es el príncipe de la potestad del aire. El Espíritu que opera en los hijos de desobediencia. Esos son títulos para Satanás. Él opera, versículo 3, en los deseos de la carne. Él satisface el deseo de la carne y de la mente; y es, por naturaleza, un hijo de ira. Esto significa que él es objeto del juicio, él es objeto del juicio de Dios.

Ahora, todo esto es muy básico, muy elemental. El hombre, para poder tener una relación correcta con Dios necesita ser santo. El hombre no es santo. El hombre reconoce que no es santo. Y algunas veces, si él reconoce que no es santo y es pecaminoso, él tiende a culpar a Dios por sus circunstancias, evade la responsabilidad que lo mantiene confinado bajo la sujeción al pecado, y, por lo tanto, aislado de Dios.

Ahora, la pregunta que surge es: ¿qué vas a hacer para ayudarle a este hombre? ¿Qué vas hacer para cambiar la situación? ¿Qué es lo que este hombre necesita? Los cambios externos no son suficientes. Él no puede por alguna resolución en su propia mente determinar que él va a obedecer la ley de Dios y salir de su estado de mortandad. Él no puede darse a sí mismo vida nueva. Lo que él necesita es ser recreado. Él necesita un nuevo corazón, una nueva persona, un nuevo principio de vida. Él necesita nacer de nuevo. Él necesita comenzar de nuevo y salir como alguien diferente. Como si en las palabras de Nicodemo, él pudiera regresar al vientre de su madre y comenzar de nuevo con una nueva naturaleza, una naturaleza diferente. Debido a que la santidad es la condición absoluta para ser aceptado, para tener comunión con Dios, el hombre pecaminoso en su condición de muerte caída jamás puede tener esta comunión. Y Dios no va a aceptar su persona corrupta; entonces, él necesita una vida nueva. Él necesita una vida totalmente nueva.

Entonces, cuando hablamos del Evangelio del nuevo nacimiento, no estamos hablando acerca de añadir algo, no estamos hablando acerca de agregar algo, no estamos hablando acerca de colocar algún tipo de moño, acerca de colocar algún tipo de ropa en un hombre viejo. Estamos hablando acerca de una transformación total. Entrar en una relación correcta con Dios demanda una persona totalmente nueva. Usted necesita regresar y comenzar de nuevo y nacer de nuevo para tener una vida nueva.

Ahora, las Escrituras afirman esto. Esto ni siquiera es nuevo en el Nuevo Testamento. Esto fue parte de la promesa en expectativa del Antiguo Testamento. Jeremías, por ejemplo, dice que: “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso.” Y Jeremías dice: “podría el etíope cambiar su piel?” ¿Puede él, de manera dispuesta y simplemente por estar dispuesto, puede cambiar el color de su piel oscura? Y después, Jeremías dice: “¿podrá el leopardo cambiar sus manchas?” Y la respuesta es: ¡claro que no! Entonces, “¿cómo podréis vosotros hacer bien cuando estáis acostumbrados a hacer el mal?”

Usted no puede cambiar su vida tampoco; entonces, usted necesita una transformación. Esto es Jeremías 13:23. Y ahí en el capítulo 31 viene la promesa maravillosa de esa transformación. Jeremías 31:31: “he aquí, vendrán días, dice Jehová, cuando haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, no según el pacto que hice con sus padres en el día que los tomé de la mano de la tierra de Egipto,” y demás. Él dice: “haré un nuevo pacto,” versículo 33. Pondré Mi ley en su interior. La escribiré en sus corazones. Seré su Dios y serán Mi pueblo. Voy a meterme adentro y voy a cambiar su interior. No lo pueden hacer por sí mismos. Entonces, alguien más tiene que hacerlo por ellos. El hombre tiene que tener un cambio en la médula misma de su ser. El hombre natural, esto es el hombre no regenerado, el hombre que no conoce a Dios, el hombre pecaminoso, el hombre no redimido, el hombre no salvo, no, dice 1 Corintios 2:14, “no puede recibir las cosas del Espíritu de Dios”. Él no puede recibirlas. Él está muerto y un cadáver no responde a nada.

Entonces, ¿que necesitas? Entonces, ¿qué necesita? Necesita un nuevo nacimiento. Necesita vida nueva. Le acabo de leer Efesios 2:1 al 3, cómo los hombres están muertos en delitos y pecados siguiendo los deseos de la carne y los deseos de la mente. Los deseos de la carne, estando sujetos al liderazgo de Satanás, el príncipe de la potestad del aire. Son hijos de ira. Pero dice inclusive cuando estábamos muertos en delitos y pecados, en el mismo capítulo, en el versículo 5, Cristo nos dio vida y nos resucitó. Y aquí está la idea de una resurrección de los muertos. De vida nueva, de un nuevo nacimiento. Romanos 6 dice: “cuando crees en Cristo, usted muere y resucita para caminar,” y usa esta frase maravillosa, “en vida,” ¿qué? “En vida nueva.”

Ahora, esto es lo que toda persona debe tener: vida nueva. La vida antigua tiene que ser totalmente quitada y debe venir nueva vida. En Efesios 4:24, usted se ha puesto al nuevo hombre, lo cual, escuche esto, según Dios, es creado injusticia y santidad verdadera. Cuando usted llega a la salvación, usted se viste de un nuevo hombre, una nueva persona. No ropa nueva. Una persona nueva. Es una recreación.

La mejor y más vívida ilustración de esto se encuentra en el encuentro maravilloso entre Jesús y Nicodemo. Entonces, pase a Juan 3 y veámoslo brevemente y recordemos esta historia que es maravillosa. Maravillosa. Hubo un hombre de los fariseos, esto es, él era un líder religioso de gran estima. Él pudo haber sido tan prominente como cualquier maestro porque en el versículo 10, Jesús dice “tú,” y usa el artículo definido, “tú eres el maestro de Israel y ¿no conoces estas cosas?”

Entonces, aquí hay un hombre que es reconocido quizás públicamente como el maestro de Israel, de cierta prominencia. Un fariseo bien instruido en la ley. Él se acerca a Jesús y le dice: “sabemos que eres un maestro de Dios.” Aquí hay un hombre de gran estima, hay un hombre que reconoce su propio llamado. Pero reconoce a uno que está significativamente por encima de él en entendimiento. Entonces, él viene a Jesús y le dicen el versículo 2: “sabemos que eres un maestro que ha venido de Dios, porque nadie puede hacer los milagros que Tú haces a menos de que Dios esté con Él.”

Y él nunca dice lo que está en su corazón. Él no hace una pregunta. Pero Jesús lee su corazón y “Jesús respondió”. Esa es una afirmación interesante porque él no preguntó nada. Él simplemente dijo “Tú eres un maestro” y procedió a decir “vienes de Dios, sabemos eso.” Pero Jesús respondió la pregunta en su corazón y dijo “de cierto, de cierto te digo que a menos de que un hombre nazca de nuevo, un” no puede ver el Reino de Dios. Y Él sabía lo que estaba en el corazón de Nicodemo. Y lo que era es: ¿cómo entro en el Reino? Aquí había un hombre que era un maestro en Israel, un fariseo. Tenía todo a su favor en términos religiosos, pero sabía que no había entrado verdaderamente al Reino de Dios.

¿Cómo sabía que no había entrado? Porque no había nada adentro de él que confirmara esto. Entonces, viene Jesús y la pregunta de su corazón es ¿qué hago para entrar al Reino? Y la explicación sería: soy religioso, estudio la ley, trato de vivir según el código del Antiguo Testamento. Soy un hombre ético, soy un hombre confiable, soy un hombre respetable. ¿Qué necesito añadir a mi vida para entrar al Reino? Y Jesús dijo “no añades nada. Comienzas de nuevo. Simplemente, matas todo y comienzas con el nacimiento. Tienes que nacer de nuevo.” Nicodemo le preguntó cómo un hombre podía nacer de nuevo cuando era viejo.

Ahora, él no está preguntando lo físico. ¡Por favor! Él no está diciendo “físicamente, ¿cómo regreso y nazco?” Él sabe de qué está hablando Jesús. Él simplemente está siguiendo con el mismo lenguaje velado, en términos parabólicos habla de meshal, el tipo de palabras que usaban. Y él está siguiendo esa misma metáfora, esos mismos términos descriptivos que Jesús está utilizando. Y él está diciendo cómo es que alguien, teniendo tantos años en una religión, tantos años siguiendo un código, tantos años ahora como fariseo y rabino y maestro de la ley, cómo ahora llega y deshace todo esto y comienza desde el principio. Eso es lo que está diciendo.

Y si alguna vez le ha dado usted testimonio a un judío ortodoxo de cualquier edad, usted entenderá esta manera de pensar. ¿Cómo puedo llegar a desenredar toda esta búsqueda de toda la vida de religión y comenzar de nuevo? Eso era lo que estaba en la mente de Nicodemo. ¿Puede entrar en el vientre de su madre otra vez y nacer? Y en este punto él está hablando en términos figurados como Jesús. Él está diciendo de nuevo, de manera coherente con la analogía que Jesús estaba utilizando, ¿cómo puedo nacer de nuevo espiritualmente? Él sabe que Jesús está hablando espiritualmente. ¿Cómo lo puedo hacer? ¿Cómo puede suceder? Y Jesús le dice básicamente que no lo puede hacer. No lo puedes hacer, Nicodemo. De cierto, de cierto te digo, a menos de que un hombre nazca de agua y el Espíritu, él no puede, ¿qué? Entrar al Reino de Dios. Él dice que no lo puede hacer. Tiene que ser hecho mediante agua y el Espíritu. Tiene que ser realizado por un poder y un recurso que está fuera de ti mismo. Afuera de ti. Y ese poder es el agua y el Espíritu.

Ahora, ¿a qué se refiere eso? Ese es el agua de la salvación. Yo creo que, si usted regresa por un breve momento a Ezequiel 36, usted verá a Jesús hablándole a Nicodemo en términos muy conocidos. Él conocía el Antiguo Testamento. Él conocía la promesa de Ezequiel 36, versículo 25: “rociaré agua limpia sobre vosotros”. ¿Quién es el que va a rociar? Dios. Este es un acto soberano. “Y seréis limpios de su inmundicia y de todos vuestros ídolos. Y Yo os limpiaré.”

Lo que él le está diciendo a Nicodemo es esto: Número uno, Dios te debe limpiar de manera soberana. En segundo lugar, viene mediante el Espíritu Santo. Necesitas una salvación soberana que viene de afuera de ti. Así como Ezequiel profetizó, agua limpia, limpiando tu impiedad, tu inmundicia.

Pablo, escribiéndole a Tito, habla del lavamiento del agua mediante la Palabra. El agua de la regeneración, versículo 26, “y un nuevo corazón os daré y un nuevo espíritu colocaré dentro de vosotros. Quitaré el corazón de piedra de vuestra carne y os daré un corazón de carne.” Después esto, “colocaré Mi Espíritu dentro de vosotros y haré que desde adentro caminen en Mis estatutos. Guardareis Mis ordenanzas y las haréis.”

Entonces, cuando Jesús le dice a Nicodemo que debe hacer del agua y el espíritu para entrar al Reino, él está llevando a Nicodemo de regreso a Ezequiel 36 y diciéndole “tú sabes lo que el profeta dijo, necesitas una limpieza soberana que viene de Dios afuera de ti y la implantación de Su Espíritu Santo en tu corazón para darte una nueva vida y un nuevo corazón y una nueva motivación.” ¿Por qué? Versículo 6, “si tratas de hacerlo por ti mismo, aquello que es nacido de la carne es ¿qué? Lo único que vas a hacer es reproducirte a ti mismo. Más de ti. Pero aquello que es nacido del Espíritu es ¿qué? El Espíritu. Entonces, no te sorprendas de que te he dicho os es necesario nacer de nuevo. No te sorprenda.

Después, Él dice: “el viento sopla de donde quiere y oyes su sonido y no sabes de dónde viene y a dónde va.” Así es todo aquel que es nacido del Espíritu. ¿Sabe usted qué es lo que está diciendo aquí? Él está diciendo “no puedo decirte cómo o cuándo el Espíritu Santo hace esto, pero este es un acto soberano del Espíritu Santo. No puede ser rastreado. Ni siquiera puedes verlo venir o yéndose, pero el Espíritu de Dios se mueve en donde Él quiere y da nuevo nacimiento a quien Él quiere como el Dios soberano mediante la agencia del Espíritu, mediante el lavamiento del agua de la palabra en la regeneración, limpia el corazón, implanta al Espíritu dentro de un hombre. Lo que necesitas, Nicodemo es una nueva vida y ese es un acto soberano de Dios.”

Simplemente, lo que Jeremías 24 dijo en el versículo 7 en donde Dios dijo: “Yo les daré un corazón para conocerme.” Una nueva naturaleza, un nuevo corazón, una nueva vida. Si alguno está en Cristo, 2 Corintios 5:17, “nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Entonces, lo que estoy diciendo aquí es que un nuevo nacimiento es esencial. Eso es lo que es la salvación. Es Dios descendiendo soberanamente a un pecador y por Su gracia, limpiando a ese pecador, implantando Su Espíritu en ese pecador de tal manera que la limpieza de ese pecador se encarga de su relación con Dios y la implantación del Espíritu se encarga de su poder para vivir en la voluntad de Dios. Y ése es el propósito de la regeneración.

Ahora, quiero hacer cuatro preguntas en nuestro versículo. Santiago 1:18. Regresemos. Esa fue introducción. Santiago 1:18, quiero hacerle cuatro preguntas de la regeneración. Preguntas muy simples y no nos va a tomar más que un tiempo breve responder las cuatro. En primer lugar, ¿qué es? Acabas de decir que el hombre no puede conocer a Dios sin santidad. El hombre no es santo. El hombre no reconoce su impiedad y cuando la reconoce, tiende a culpar a Dios. ¿Cómo es que él va a llegar a salir del dilema? Él está aquí culpando a Dios por ello o no reconociéndolo. ¿Cómo es que él va a cambiar? Bueno, dice usted, alguien le trae a él estándares más elevados, alguna ética más elevada, una ley que supuestamente debe guardar y lo hace por sí mismo. No. Aquello que la carne produce es más carne.

Entonces, lo que tiene que suceder, es que él necesita la intervención divina de un Dios soberano, quien por Su Espíritu entra, lava su pecado, implanta una nueva vida en él. Le da a Su Espíritu para activar esta nueva vida a la obediencia. Ese es un acto soberano. Esa es realmente la regeneración.

Pero entremos a este versículo y veamos las cuatro preguntas. Pregunta número uno: ¿qué es? ¿Cuál es la naturaleza de la regeneración? Y ya hice referencia a esto, de hecho, ya cubrimos una gran porción. Pero esto es simplemente una frase, “Él de Su voluntad nos hizo nacer”. Esa es la naturaleza de la regeneración. Es Dios dándonos a luz, dando nacimiento a nosotros como seres nuevos. Usted no es lo mismo. Usted es una creación totalmente nueva. Es el mismo verbo, por cierto, actualmente el mismo que se usa en el versículo 15. Dios, cuando Él concibe, produce la regeneración, produce la vida nueva. Es el mismo verbo. Está en el tiempo aoristo entonces, mira hacia atrás, hacia el momento de la salvación cuando nacimos mediante un Padre divino y se nos dio vida nueva como hijos de Dios.

Ahora, si usted quiere una definición técnica para “nos hizo nacer”, aquí hay una que creo que es excelente. Es dada por el teólogo Berkhoff hace muchos años atrás. Pero realmente lo dice: “la regeneración es ese acto de Dios mediante el cual el principio de la vida nueva es implantado en el hombre y la disposición gobernante de su alma es hecha santa.” Esa es una gran definición. “La regeneración es ese acto de Dios mediante el cual el principio de vida nueva es implantado en el hombre y la disposición gobernante de su alma es hecha santa.”

Esta es una transformación total. Eso no se oye para nada como Romanos 3, ¿verdad? O para nada como Efesios 2:1 al 3. De hecho, Pedro dice que nos volvemos participantes de la naturaleza divina. Dios nos da Su propia vida, Su propia virtud justa, Su propia santidad es implantada en nosotros. Simplemente, es un pensamiento tremendo: como cristiano, usted y yo poseemos la naturaleza misma de Dios, 2 Pedro 1:4. Somos participantes de esta naturaleza divina.

Ahora, en su plenitud, todavía estamos por recibir todo lo que eso implica. Pero ya ese principio de vida nueva es implantado en nosotros. Esto es completado en un momento del tiempo. No es un proceso. Es un acontecimiento. Es un acto mediante el cual Dios lo hace a usted nuevo. Es una obra secreta. No puede ser percibida. Esa es la razón por la que no podemos, en las palabras de Jesús, identificar al trigo de la cizaña. Porque este acto en particular es imperceptible. Es conocido únicamente mediante su efecto. Nosotros no podemos ver a Dios recreando a alguien. Ese es un milagro divino, invisible al ojo humano.

Pero implanta en la persona un nuevo principio de vida y una nueva disposición que es capacitado y es motivado y llevado a guardar la ley de Dios. Maravilloso. Supera la mortandad del pecado. Y la naturaleza mortal del pecado. Ya no estamos sujetos al pecado, dice Pablo en Romanos capítulo 6, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Ahora nosotros seguimos a un nuevo Amo de manera dispuesta y con anhelo.

Jesús dijo en Juan 10, “Yo he venido para que tengan” ¿Qué? “vida.” ¿Qué es lo que los hombres muertos más necesitan? Vida. Y entonces, Él viene para darnos vida nueva. Entonces, ¿qué es la regeneración? ¿Qué es? Nos hizo nacer. ¿Qué es lo que eso significa? Él nos dio vida nueva. Transformación total de la persona interna.

Segunda pregunta: ¿Quién lo hace? Bueno, eso ya se lo dije a partir de Juan capítulo 3. ¿Quién lo hace? Regrese una vez más al capítulo 18. Él de Su voluntad nos hizo nacer. Él, siendo Dios Padre, mencionado en el versículo 17 como la fuente de toda buena dádiva y todo don perfecto, Él de Su voluntad, está al principio en el griego en el versículo, lo cual lo coloca en la posición enfática mostrando que la voluntad soberana de Dios es la raíz de esta nueva vida. No podía ser de otra manera, porque ¿cómo es que una persona muerta se va a dar vida a sí misma? Es imposible. La fuente de vida nueva es Dios. Dios. Es la gracia del Dador, no es el deseo del receptor. Ese deseo del receptor es motivado por la gracia del Dador. Entonces, de manera total, es la decisión y la obra del Dios todopoderoso. Si yo soy salvo y usted es salvo, ¿quién recibe todo el crédito? Dios. Lo alabamos.

Regrese a Juan 1:12. Y quiero agregar un poco más a este pensamiento. Usted dice, “pero espera un momento, ¿acaso yo no recibí a Cristo?, ¿acaso yo no creí?” Claro, creyó. Usted creyó y lo recibió. Observe el versículo 12 de Juan 1. “Más a todos los que Le recibieron les dio potestad o la autoridad de ser hijos de Dios. A los que creen en Su nombre.” Usted dice: “eso es correcto. Yo creí y yo recibí. ¿Acaso yo no hice eso? ¿Acaso yo no inicie eso?” Observe el versículo 13: “los cuales son engendrados,” o nacidos no de sangre, no hablando de un nacimiento humano ni de la voluntad del hombre, sino de ¿quién?, “sino de Dios.” Usted creyó y usted recibió porque fue la voluntad de ¿quién? De Dios. Es algo soberano. Si usted creyó, si usted recibió, detrás de todo esto, estuvo la voluntad soberana determinante de gracia de Dios.

Ningún hijo jamás ha nacido en el mundo humanamente hablando, porque él o ella quiso nacer. ¿Es correcto? El nacimiento de un hijo estrictamente es la decisión de los padres. No de los hijos que no han nacido. El nacimiento espiritual es análogo a eso. Es la decisión del Padre Divino soberano. “Ninguno puede venir a mí,” dijo Jesús, “a menos de que el Padre” ¿qué? “Lo traiga.” A menos de que el Padre lo traiga. Inclusive la fe misma que ejercemos es concedida por gracia por parte de Dios.

Entonces, nuestra experiencia consciente de la conversión, nuestra experiencia consciente de entregar nuestra vida a Jesucristo, de creer en Su muerte y resurrección, de abrirle nuestros corazones para recibirle, de creer el Evangelio, todo eso es una consecuencia de Su voluntad soberana.

Amados, cuando se detienen a pensar en que fueron salvos porque Él predeterminó en la eternidad pasada el salvarlo, eso es algo maravilloso. Dios, en Su gracia y amor, predeterminó tener una relación de amor eternamente íntima con usted. Simplemente, porque eso es lo que Él quiso. ¡Maravilloso! Juan lo expresó de esta manera: “nosotros le amamos a Él porque Él” ¿qué? “Nos amó primero.” Un hijo ama a un padre humano como una respuesta al amor y cuidado paternal o maternal y la vida que le dieron a ese hijo. Y debido a que Dios ha determinado salvarnos, debido a que Dios decidió darnos vida nueva y una naturaleza santa, es absolutamente imposible, dice Santiago, que Él pudiera llegar a meternos o llevarnos a pecar. ¿Se da usted cuenta de lo incongruente que es esto? ¡Qué pensamiento tan emocionante! Él los predestinó para amarnos. Para darnos vida nueva, para que tuviéramos comunión eterna con Él. Y Él anhela que nosotros estemos en Su presencia. Y cuando vamos a Su presencia, Él nos va a ver como Su propio Hijo y Él va a derramar bendición eterna sobre nosotros, Sus hijos, por los siglos de los siglos de los siglos.

No es sorprendente que Juan dice en 1 Juan 3 “mirad el amor que el Padre nos dio para que fuésemos llamados hijos de Dios.” Él ni siquiera puede pensar en un adjetivo. Es absolutamente indescriptible. Él simplemente dice: mirad cuál amor nos ha dado el Padre. Él ni siquiera podía pensar en un adjetivo para describir este tipo de decisión soberana libre, predeterminada de amar.

Ahora, regresando a Santiago 1:18, simplemente un pensamiento más acerca de este punto en particular. Cuando él dice “de Su voluntad,” usa la palabra boulētheis,aoristo participio. No es sólo un deseo, sino que es una voluntad activa de lograr algo. No es que Dios sólo lo está deseando. Él desea que seamos salvos. Es que Él lo quiere al punto de que, de hecho, sucede.

¿Me permite decirle algo que es muy profundo en términos teológicos? Esto es lo que diríamos que es la voluntad productiva de Dios. Esto es: cuando Él lo determina, sucede. No es un deseo. Usted puede desear algo, “¡oh… me gustaría!, ¡Cómo me gustaría que esto pasara!” Y quizás, realmente no sucede. Está muy distante de lo que sucederá. O podría decir quiero que esto pase porque está dentro de su poder, que esto pase. Esta es la intención de la palabra aquí. El deseo de Dios produce el fin de ese deseo.

Entonces, ¿qué es la regeneración? Es Dios recreándonos. ¿Y quién lo hace? Dios lo hace mediante Su poder soberano y nosotros respondemos a Su gracia.

Tercera pregunta, muy bien, hemos preguntado qué y quién. Aquí está la tercera: ¿Cómo sucede? ¿Cómo sucede? Usted dice’ bueno, Dios simplemente desciende y ¡bam!, usted simplemente es salvo.’ ¿Qué sucede? ¿Cómo sucede? Bueno, veamos nuevamente el versículo. Versículo 18: “Él, de Su voluntad, nos hizo nacer,” aquí viene, “por la palabra de verdad.” O con la palabra de verdad. O, literalmente, por la palabra de verdad. Eso significa la Palabra de Dios, las Escrituras. Como puede ver, Dios nos regenera y nos lava y nos limpia y nos da una nueva persona interna e implanta un espíritu en nosotros mediante el poder de Su ¿qué? De Su palabra. De Su palabra. Los hombres nacen de nuevo mediante el poder de la Palabra. Si usted no oye la Palabra, usted no oye el mensaje que salva.

En 1 Tesalonicenses 2:13 Pablo está felicitando a los Tesalonicenses por cómo respondieron a la predicación de la Palabra de Dios. Él dice: “por esto damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios,” escuche esto, “la cual actúa en vosotros los creyentes.” Es la palabra que opera con un corazón creyente. Dios, soberanamente se mueve para redimir. Una persona responde al estar expuesta a la Palabra con fe y la salvación se lleva a cabo.

La voluntad de Dios entonces, de la salvación, es traída al corazón de una persona mediante un entendimiento de la Palabra mezclada con fe y la regeneración se lleva a cabo. ¿Cómo sucede eso? Sucede mediante la Palabra de Dios. Y de nuevo, le recuerdo Tito 3:5, “no por obras de justicia que hayamos hecho,” no recibimos la salvación y una nueva vida al hacer cosas, al tratar de obedecer a Dios en la carne, sino según Su misericordia, Él nos salvó, escuche esto, por el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. Ahí están las mismas dos cosas, el lavamiento del agua de la Palabra y la implantación del Espíritu Santo. Esa es la obra soberana de Dios. Entonces, la Palabra de Dios es el punto.

Ahora, permítame tomar esa frase en mayor profundidad. La Palabra de verdad; la Palabra de verdad. Esa designación en particular es utilizada varias veces en el Nuevo Testamento. En 2 Corintios 6:7, usted no necesita buscar esto, simplemente se las voy a mencionar. Dice: “por la Palabra de verdad, por el poder de Dios, y sigue. En Colosenses 1:5 él dice: “del cual oísteis antes,” escuche esto, “la Palabra de la verdad del Evangelio.” La palabra de la verdad del Evangelio. Y ahí la palabra de la verdad está específicamente ligada al Evangelio.

Por cierto, 2 Timoteo 2:15 también menciona la Palabra de verdad, “que usa bien la Palabra de verdad”. Entonces, la Palabra de verdad en general es la Palabra de Dios. Es aquello que Dios nos trae para presentar, explicar, para darnos un entendimiento de Su revelación de sí mismo. De manera específica, en base a Colosenses 1:5, podríamos llamar a la Palabra de la verdad del Evangelio.

Ahora, con eso en mente regresamos a Santiago y podemos simplemente decir que no estaría fuera de lugar decir que nacemos de nuevo con la palabra de Verdad, no sólo la revelación general de Dios sino como Colosenses 1:5 dice, su revelación específica del Evangelio.

Y usted pregunta qué es el Evangelio. Las buenas noticias de que Jesús vino, murió y resucitó, de tal manera que la gente es salvada cuando Dios, soberanamente, determinar darles nuevo nacimiento, darles una naturaleza nueva para lavar su pecado e implantar su Espíritu en ellos. Él extrae un entendimiento de eso mediante el conocimiento que viene en el Evangelio que es predicado, que les es dado. Eso mezclado con fe resulta en el nuevo nacimiento.

En Romanos 10:17, simplemente estoy tomando algunas Escrituras relacionadas que vienen a la mente que creo que se relacionan con esto conforme en cierta manera estamos terminando, pero en Romanos 10:17, recuerde esto, ¿cómo pues invocarán a Aquel en quien no han creído y cómo creerán en Él de quien no han oído? y ¿cómo oirán sin un predicador? y después, él dice ¿y cómo predicarán, a menos de que sean enviados? Y demás. Está hablando acerca de cómo necesitamos tener predicadores. ¿Cómo van a oír si no tienen un predicador? ¿Cómo vamos a enviar a alguien si no hay alguien a quien enviar? La gente debe tener un predicador. “Cuán hermosos,” citando de Isaías, “son los pies de los que predican el Evangelio.”

¿Qué tan importante es predicar? ¿Por qué? Porque en el versículo 17, la fe viene por el oír un discurso acerca de Cristo. Esa es la expresión griega correcta del 10:17. La fe viene por el oír el Evangelio de Jesucristo, Romanos 10:17. Entonces, Dios soberanamente salva al moverse en una vida y recrear esa vida, pero eso se lleva a cabo cuando una persona oye y entiende el Evangelio y está mezclado con fe. Y eso produce el nuevo nacimiento. ¿Qué es? Es transformación total. ¿Quién lo hace? Dios lo hace mediante Su propia voluntad soberana. ¿Cómo sucede? Al oír y creer en el Evangelio de Jesucristo, que Él murió en la cruz y resucitó, eso viene mediante la Palabra de Dios revelada.

Otra Escritura acerca de esto es 1 Pedro 1. “Siendo nacidos de nuevo” dice, y aquí está la definición del medio. “Siendo renacidos no de simiente corruptible,” él no está hablando acerca del nacimiento humano sino de incorruptible, y aquí viene, “por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” Por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por la carne, usted no puede tener un nuevo nacimiento en la carne. Es simplemente como la hierba; y la gloria del hombre es como la flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae. La carne no puede producir nada que dure. Pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Ahora escuche esto, “y esta es la palabra que por el Evangelio os ha sido predicada.” Y de nuevo, él dice: “ustedes nacen de nuevo mediante la Palabra, y la palabra mediante la cual ustedes nacen de nuevo es por el Evangelio y el Evangelio es la historia de la muerte y la resurrección de Jesús.”

Entonces, Dios escoge soberanamente redimir, desciende, limpia el corazón, implanta SU Espíritu; pero para hacer eso, el corazón debe comprender el Evangelio conforme es predicado claramente y esa comprensión mezclada con fe trae vida nueva, vida nueva. Ahora, si algo va a cambiar en nosotros, Dios lo debe hacer. Pero también debemos nosotros responder al Evangelio.

Ahora, eso nos deja con una pregunta. Una pregunta. ¿Por qué se hace? ¿Por qué? ¿Por qué se molesta Dios en hacer esto? Sabemos quién, sabemos cómo, pero ¿por qué? ¿Cuál es el propósito de hacernos nuevos? Al final del versículo 18, esto es maravilloso. “Para que seamos primicias de Sus criaturas.” ¡Hombre, qué afirmación! Realmente, podríamos ver esta en profundidad. Las ramificaciones de esto simplemente son tremendas.

Para que seamos. Esta es una cláusula de propósito, con el propósito de producir un nuevo tipo de creación. Eso es lo que Dios quiere. Dios quiere un nuevo tipo de creación. Y nosotros somos las primicias de eso. Eso es maravilloso. ¿Qué son primicias? Bueno, si tuviéramos el tiempo y no vamos a tomar el tiempo, podríamos estudiar el Antiguo Testamento y podríamos ver Éxodo 23:19, Levítico, capítulo 23, Deuteronomio, capítulo de 18, Deuteronomio, capítulo 26, eso habla de primicias. Cuando usted plantaba una cosecha, Dios dijo: “quiero sus primicias.” Las primicias significaban dos cosas: quiero lo primero en orden y quiero lo mejor.

Cuando levanten esa cosecha, tráiganme una ofrenda y quiero lo primero que cosechen y eso va a mostrar que ustedes viven por fe, porque si ustedes toman lo primero, la tendencia para un granjero es tomar lo primero que él cosechó y él lo almacena en caso de que nada más salga. Entonces, “me traen lo primero y me traen lo mejor”. Esas son las primicias. Lo primero de una cosecha completa que viene después, y eso es exactamente lo que significa aquí.

Él dice, “quiero que ustedes,” y esto es emocionante, “sean lo primero y lo mejor indicando de una cosecha entera que está por venir más adelante.” Eso es maravilloso. Ahora, escúcheme con atención, ¿se da cuenta usted de que la gente del mundo no continuará como lo son ahora? ¿Sabe eso? ¿Sabe usted que nos dirigimos a una transformación total del mundo como lo conocemos? ¿Sabe usted que esta operación entera sobre la tierra se va a quemar y la Biblia nos dice que el Señor va a recrear esta tierra como Él quiere? Él, a Su semejanza, va a hacer una creación nueva, todo va a nacer de nuevo, todo. Los hombres y las mujeres y el polvo y los montes y los valles y el agua y el pasto y las plantas y los animales y todo. De hecho, va a hacer un nuevo cielo y una nueva tierra. Está por venir una creación nueva y nosotros, simplemente somos la primera evidencia de esto.

Como Pablo dice en Romanos 8, el mundo aún ni siquiera sabe lo que vamos a ser, porque todavía estamos velados en nuestra carne y esperando la manifestación de los hijos de Dios cuando sea claro para todo el mundo lo que realmente somos. Eso es algo emocionante, saber que soy eso en ese aspecto. Yo soy una muestra como un cristiano y usted también de lo que está por venir. Simplemente, somos la primera probada de la nueva creación. Es increíble. Somos de Él. Y Él nos recrea como símbolos, como ejemplos, como ilustraciones de Su creación nueva que está por venir.

¿Quiere saber cómo va a ser el futuro? Le voy a decir cómo va a ser. Va a ser como nosotros, totalmente nuevos por dentro. Va a ser como nosotros después de que también recibamos lo nuevo por fuera. Pero simplemente, somos las primicias. ¿Qué es eso? Las primicias es la promesa de la cosecha completa. La promesa de la cosecha completa. Y nosotros somos las primicias. ¡Qué pensamiento! Dios dice: “quiero tomarlos para que sean mi posesión especial. Quiero tomarlos para que me pertenezcan a Mí. Para que sean símbolos de la creación nueva, completa que está por venir.”

¿Se da cuenta de que aquí estamos en esta pequeña Grace Community Church, en este pequeño puñado de paredes en esta noche y el mundo no tiene idea de lo que somos, pero simplemente somos primicias de una creación nueva increíble, cuando Dios vaya a recrear el cielo en su totalidad y la tierra en su totalidad? Simplemente, somos las primicias.

La creación, dice en Romanos 8, está gimiendo esperando su recreación. Y también nosotros estamos gimiendo por esa recreación. No de nuestra alma, eso ya pasó, sino de nuestros ¿qué? De nuestros cuerpos en donde cuelga la carne. Esta vida nueva que tenemos en Cristo es una prueba de la gloria futura, cuando el universo entero será recreado.

Entonces, ¡qué privilegio tan maravilloso disfrutamos! ¿Qué es la regeneración? Es recreación. Haciéndonos totalmente nuevos en el interior. ¿Quién lo hace? Dios lo hace soberanamente. ¿Cuándo sucede o cómo sucede? Sucede cuando oímos con corazones que creen la Palabra del Evangelio y, Dios mezcla su fe con Su poder soberano y nos transforma. ¿Y por qué lo hace? Porque debemos sobresalir en el mundo como ejemplos vivos de la dirección a la que este mundo se dirige cuando Él lo vuelva a crear.

Ahora, colocando esto de regreso en el contexto de Santiago, intente decirme ahora que Dios quiere que pequemos y le voy a decir a usted que le falta un tornillo. No hay manera alguna en la que Dios quiera que usted peque. No hay manera en la que Él esté contento con su pecado. Él lo creó a usted para ser un modelo de una sociedad sin pecado. Eso es lo que Él quiere. Entonces, cuando usted peque, no lo culpe a Él. Culpe a quien debe culpar, a su carne. Y anhele el día cuando su carne sea redimida. Eso es lo que significa nacer de nuevo. Y tenemos mucho por qué alabar a Dios. Inclinémonos en oración.

Padre nuestro, titulamos al mensaje de esta noche: Nacidos para ser Santos. Y, de hecho, estamos comprometidos con eso. Hemos sido hechos nuevos, para que nosotros, que éramos impíos, seamos santos. ¡Qué verdad tan tremenda es esa! Padre Te damos tantas gracias por hacernos los símbolos de Tu creación nueva. Y Padre, oramos porque brillemos como luces en el mundo. Como aquellos que han sido redimidos, que estemos tan agradecidos que vivamos de tal manera como para representar de manera apropiada esa creación nueva entera de la cual no somos más que las primicias.

Perdónanos por esos momentos cuando te hemos culpado por nuestro pecado. Y ayúdanos a reconocer que es Tu deseo recrearnos para la santidad. Y ayúdanos a buscar eso con todas nuestras fuerzas y en el poder del Espíritu. Y Padre, si hay alguno en nuestra comunión en esta noche que no ha venido a Cristo, que no ha nacido de nuevo, que aún no ha recibido el principio de vida, que no ha sido cambiado en el interior, que no ha sido lavado de todo su pecado y que no ha recibido un nuevo espíritu y una nueva persona interior, un nuevo principio de vida, quien no ha recibido al Espíritu Santo para que viva en ellos, que no son Tus amados especiales y Tu posesión íntima, Tus primicias y una promesa de un nuevo universo entero. Oh Señor, que ésta sea la noche cuando abrazan a Jesucristo. Que crean en el que murió en la cruz por ellos, derramó Su sangre para pagar el castigo de su pecado. Resucitó en el tercer día para su salvación. Que crean en el Jesucristo viviente y que experimenten esa gloriosa misericordia soberana y la gracia y el gozo de ser las primicias, de ser ejemplos vivientes de la regeneración venidera. Oh Dios, ayúdanos a nosotros que Te conocemos a vivir al nivel de quienes somos. Y que representemos de manera apropiada en este mundo lo que está por venir en el futuro. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
DERECHOS DE AUTOR © 2016 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros.

6/17 – Siete vacas flacas

Iglesia Evangélica de la Gracia

Serie: La Vida de José

6/17 – Siete vacas flacas

David Barceló

 

David Barceló

Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin)

David es licenciado en Psicología y graduado de los seminarios Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la NANC y graduado en Consejería Bíblica por IBCD. David ha estado sirviendo en la Iglesia Evangélica de la Gracia, desde sus inicios en mayo de 2005, siendo ordenado al ministerio pastoral en la IEG en junio de 2008.

http://www.porgracia.es/

Biblia de Estudio Reina Valera Revisada

Coalición por el Evangelio

Biblia de estudio RVR

En los últimos años hemos visto una creciente oferta de material valioso en nuestro idioma para el estudio de las Escrituras. Vivimos en una época privilegiada, ya que tenemos al alcance diversos recursos impresos y digitales que nos ayudan profundizar en la Palabra de Dios. Dentro de todo este abanico de recursos, las Biblias de estudio son uno de los materiales destacados. Hoy tenemos disponible una nueva opción: La Biblia de Estudio Reina Valera Revisada, publicada por Grupo Nelson.

Biblia de estudio RVR

La RVR Biblia de Estudio es un excelente recurso para todos aquellos que disfrutan de escudriñar las Escrituras. De acuerdo con la editorial, esta Biblia cuenta con alrededor de 15,000 notas que provienen de cerca de 80 académicos y pastores. Publicada originalmente en inglés como NKJV Study Bible, esta Biblia llega al mundo hispano como una verdadera bendición. Debemos reconocer que detrás de cada comentario, artículo, cuadro, y nota hay un tremendo esfuerzo colaborativo con el propósito de brindar material de valor para el estudio de la Palabra de Dios.

Es interesante resaltar la elección de la editorial por utilizar la versión Reina Valera Revisada. En esencia, podríamos decir que este texto es la traducción de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera con adecuaciones a nuestro lenguaje actual. De acuerdo con la editorial, se han actualizado todos los arcaísmos, términos, y variaciones gramaticales ya en desuso, a favor de una mayor claridad del lenguaje. Si estamos acostumbrados a usar la RVR60, esta nueva traducción nos resultará muy familiar.

La RVR Biblia de Estudio está disponible en tres presentaciones: tapa dura, piel color café contemporáneo, y piel color negro clásico. Si bien es cierto que cada una de las presentaciones es visualmente muy atractiva y elegante (sobre todo las versiones en piel), es importante mencionar que debido a las dimensiones y al peso —casi 2 kg— esta Biblia no es la más práctica para llevar a las reuniones de la iglesia.

Si es tu primera vez viendo una Biblia de estudio, es posible que al momento de abrirla puedas sentirte un poco abrumado al ver tanta información delante de tus ojos. Tranquilo, esto es normal. Y es que la editorial ha buscado que cada espacio de la página pueda ser usado para proveer información relevante sobre los pasajes de la Escritura. Poco a poco podremos familiarizarnos con la estructura e identificar rápidamente las secciones principales. La letra Comfort Print es un elemento importante que le permite a esta Biblia diferenciarse de otras. Al ojo del lector, esta fuente resulta en un verdadero beneficio: A pesar de lo saturada que pueda estar la página, el texto bíblico prevalece por encima de lo demás.

¿Vale la pena adquirir una Biblia de estudio?

Considero que la mayor fortaleza de este recurso radica en que cuenta con un equipo de editores y colaboradores conservadores en su teología. Detrás de cada comentario se aprecia respeto y amor por las Sagradas Escrituras. Las introducciones a cada uno de los libros me parecen muy buenas. Vale la pena resaltar pequeños detalles que hacen la diferencia, como la línea del tiempo que permite al lector situarse cronológicamente al momento de estudiar un libro. Me encanta cómo las referencias cruzadas fueron colocadas en una columna entre el texto bíblico y con un fondo de diferente color. Debo admitir que me sorprendió gratamente la cantidad de artículos, cuadros, mapas, y estudio de palabras que se añadieron a lo largo de la Biblia. Cada elemento antes mencionado está estratégicamente colocado con el propósito de ayudar a entender mejor los pasajes en cuestión. Entre las secciones importantes que podemos encontrar al final de la Biblia tenemos el índice de las anotaciones que es, sin duda, un gran aliado al momento de querer buscar rápidamente un tema en el que queramos profundizar. Además, la concordancia en esta Biblia consta de poco más de 100 hojas y considero que es de lo más completo que podemos encontrar en una Biblia de estudio.

Muchos se preguntan: ¿Vale la pena adquirir una Biblia de estudio? En lo personal creo que una Biblia de este tipo ayuda al creyente para tener un primer acercamiento a un estudio serio de las Escrituras. Leer las introducciones a los libros, las referencias cruzadas, y las anotaciones es una excelente manera de comenzar la travesía al momento de prepararse para dar un sermón o estudio, o simplemente para tener un tiempo devocional. Siempre existirá el riesgo de abusar de los comentarios y dar por hecho la perspectiva teológica que provean los editores y comentaristas; lejos de fomentar esta práctica te animo a que tu oración siempre vaya enfocada a mostrarte humilde y contrito de espíritu con el propósito de ser fiel a la Palabra de Dios (Is. 66:2).

Es posible que no cuentes con una amplia biblioteca de estudio que abarque diferentes comentarios de los libros de la Biblia. Si este es tu caso, una Biblia de estudio puede ser una excelente manera de comenzar a empaparte de lenguaje un poco más técnico y de revisar detalles teológicos e históricos relevantes. Desde mi punto de vista, la RVR Biblia de Estudio es un excelente recurso para este tipo de escenarios, ya que provee suficientes herramientas para entender de mejor manera pasajes de la Escritura.

Por otro lado, existen un par de elementos que me parece pueden mejorarse. Las siguientes observaciones no son con el fin de desprestigiar ni significan que no valga la pena adquirir este recurso. De hecho, todo lo contrario, pero más adelante daré mis conclusiones.

Con respecto a los pasajes escatológicos debo mencionar que podremos encontrar comentarios muy generales que básicamente proveen una descripción de las interpretaciones más comunes, pero sin ofrecer argumentos que apoyen alguna de las posturas. Entiendo que al tratarse de una Biblia de estudio es difícil poder profundizar en cada detalle teológico. Pero también debemos considerar que al tener un gran comité de editores con diversas perspectivas escatológicas sería muy difícil poder llegar a un consenso; seguramente se optó por no apoyar ninguna postura sino más bien buscar presentar las perspectivas dejando al lector la oportunidad de realizar un estudio más profundo mediante el uso de otros recursos.

Otro detalle que me parece puede mejorarse en futuras ediciones es la falta de uniformidad en las secciones que conforman las introducciones a cada libro. En algunas se menciona la estructura literaria mientras que en otras no; en otras se delimita una sección con el título de contexto histórico y en otras simplemente no lo encontramos. A veces se establece un encabezado bajo el nombre teología y en otras ocasiones, significado teológico. Pero considero que más grave aún es el hecho de que en algunas de las introducciones se establece el propósito del libro, pero en otras simplemente no se menciona. A mi juicio, es fundamental que se incluya este factor en una Biblia de estudio, ya que es un elemento vital para comprender mejor el contexto de cada libro.

Estudiar para amar

Quiero reiterar la emoción que tengo por contar con recursos como este en nuestro idioma. Gracias a Dios que podemos tener al alcance una Biblia de estudio como esta. Sin ningún temor, me atrevo a recomendar la RVR Biblia de Estudio a todo creyente que tenga el deseo de profundizar en la Palabra de Dios.

Querido hermano o hermana, con sinceridad te lo digo: Si tu deseo es contar con excelentes recursos en tu biblioteca de estudio, debes considerar La Biblia de Estudio Reina Valera Revisada. Si bien es cierto que es probable que las notas y comentarios de los editores no satisfagan todas las dudas que podamos tener, debemos recordar que nuestra oración debe enfocarse a que el Espíritu Santo sea quien abra nuestros ojos para apreciar las maravillas que encontramos en la ley de Dios (Sal. 119:18). Que nuestro deseo, lejos de enfocarnos en los comentarios en letras pequeñas, sea enamorarnos más de nuestro Señor a través de un conocimiento pleno de su Palabra.

Eduardo Izquierdo es originario de Monterrey (México) y actualmente estudia una Maestría en Divinidades en The Master’s Seminary. Junto a su esposa Valeria, y sus hijos Gabriel y Marian, asiste a Grace Community Church en Sun Valley, California (EE.UU.), donde sirve como director musical en el ministerio hispano.

Job

Ministerios Ligonier

Renovando tu Mente

Job

R.C.Sproul

https://www.ivoox.com/38772823

Cuando pensamos en las obras del teólogo Juan Calvino, el reformador suizo, pensamos en sus comentarios, pensamos en las Instituciones y, en todos aquellos grandes volúmenes de teología que salían de su pluma.

Pero creo que una de las cosas más maravillosas que Calvino jamás haya producido fue un volumen de sermones basados en el libro de Job.

Es magnífico y aquellos de ustedes que luchan por comprender este importante libro sapiencial en el Antiguo Testamento, creo que estarían encantados de estudiar las ideas que son proporcionadas por Calvino en ese libro. El libro de Job es un libro que nos afecta a todos, ya que toca la interrogante: «¿Por qué hay sufrimiento en este mundo?»

Esta es quizás la pregunta más profunda que tenemos que enfrentar como cristianos. ¿Por qué es que vivimos en un universo que se rige y es gobernado y ha sido creado por un ser que es absolutamente perfecto y sin embargo, este mundo está lleno de imperfecciones y de dolor y de fatiga?

¿Dónde está Dios en todo esto? Ese es el motivo central del libro de Job. El escenario donde Job se lleva a cabo, es en el período patriarcal, en la antigüedad; es decir, si entendemos a Job como un verdadero personaje histórico, asumiríamos que vivió en algún momento cerca del tiempo de Abraham o Isaac o Jacob, en aquellos días de la antigüedad.

Muchos estudiosos creen que el Libro de Job nunca, nunca tuvo la intención de ser un relato histórico de una persona real porque hay tanta naturaleza poética en el libro; y algunos lo ven como una parábola extendida o una fábula o algo por el estilo.

Pero la tradición está a favor de la creencia de que el libro de Job está tratando de comunicar la historia de una persona histórica real que tuvo un encuentro real con Dios. De nuevo, una de las razones por las que la gente piensa que es ficción es que parte de esa forma literaria de Job sigue la de un drama, una obra con escenas y actos y demás.

Hay prolongados soliloquios y diálogos, etc – y la historia. En el primer capítulo después de darnos una breve introducción al personaje principal, Job, abre el telón más o menos dentro de los cielos mismos. Y desde aquí tenemos un vistazo de las cámaras interiores de la residencia de Dios, lo que también ha llevado a la gente a pensar que nunca fue la intención el ser una biografía histórica.

Pero veámoslo desde el principio. En el capítulo uno del libro de Job leemos esto: «Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job; y era aquel hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y le nacieron siete hijos y tres hijas.  Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísima servidumbre; y era aquel hombre el más grande de todos los hijos del oriente”.

Lo que se está describiendo aquí en este libro, en el vívido retrato del personaje principal, es un hombre de enorme riqueza. Se le representa como el hombre más próspero de su tiempo. Abraham fue uno de los hombres más ricos de su época, pero la descripción aquí parecería indicar que incluso la riqueza de Abraham fue empequeñecida por la prosperidad que poseía este hombre, Job.

Leemos: «Sus hijos solían ir y hacer un banquete en la casa de cada uno por turno, e invitaban a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos. 5 Y sucedía que cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones. Así hacía Job siempre».

Ven que él es descrito no sólo como el hombre más rico de la era sino también como el hombre más piadoso de la época, y eso puede ser chocante para nosotros porque Jesús nos dice en el Nuevo Testamento lo difícil que es para aquellos que poseen riquezas el entrar en el reino de Dios.

Si bien, tenemos ejemplos en las Escrituras de personas que fueron fabulosamente ricas quienes no permiten que su riqueza corrompa su devoción a Dios, eso hace que sea aún más sorprendente que el libro describa a un hombre que, a pesar de su abrumadora riqueza, sigue siendo santo y dedicado y justo delante de Dios.

Pues bien, el escenario está listo para el conflicto del drama. Versículo 6 del capítulo 1, “Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, y Satanás vino también entre ellos.

Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Y el Señor dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

Respondió Satanás al Señor: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.

Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara. Entonces el Señor dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él”.

Así que, en esta escena del drama que tiene lugar en el cielo, Satanás entra a la presencia de Dios después de caminar de un lado a otro sobre la tierra, mirando su dominio.

Él es el príncipe del poder del aire y Dios dice, «¿Qué has estado haciendo?». Él dijo, «He estado mirando la tierra». Es como si Satanás tuviera una alegría diabólica en reportar, ya sabes.

Es como si estuviera diciéndole a Dios: ‘He estado mirando mi dominio y todo está en mis bolsillos’. Todos me siguen. Y Dios dijo, «¿Has considerado a mi siervo Job?» Y el cinismo de Satanás brota de sus labios cuando dice, ‘Sí, Job. Claro que he considerado a tu siervo Job.

Le has dado a él toda bendición que un hombre puede recibir y le construiste un cerco a su alrededor, lo has protegido de enfermedad y de ladrones saqueadores. Le has dado una familia que es maravillosa. Le has dado posesiones y poder y prestigio, todas estas cosas. ¡Ah!

¿Sirve Job a Dios en vano? Él conoce las buenas cosas». ¿Qué está diciendo Satanás? Él dijo: «La única razón por la que Job es devoto a ti es por todo lo que él recibe».

Él dice, «Déjamelo a mí. Quítale el cerco, y este supuesto hombre recto te maldecirá en la cara».

Ahora recuerden que lo que sucede en una obra o en el teatro tiene que ver con conflicto. De eso se trata el drama, resolver conflictos, y aquí el conflicto empieza en el principio. Hay una competencia aquí entre los poderes del cielo y los poderes del infierno y puede parecer, en la superficie, que el pobre Job es un peón en esta disputa entre Dios y Satanás.

Así que, el libro se desarrolla y vemos que Satanás lanza su ataque y primero Job pierde su propiedad. Versículo 13 del capítulo 1, «Y aconteció que un día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor, vino un mensajero a Job y le dijo: Los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos, y los sabeos atacaron y se los llevaron. También mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo”.

Y luego se nos dice que – más tarde se nos dice que los Caldeos vinieron y robaron el ganado. Así que, primero sus sirvientes son asesinados y luego su ganado es robado por sus enemigos.

Ahora una de las cosas más importantes que esta parte de la historia revela es la relación de Dios con el humano malvado y con la malicia. Esto es muy importante para nuestro entendimiento de la providencia de Dios.

Algunos de ustedes recordarán que cuando vimos las vidas de los patriarcas y pensamos en José, por ejemplo, quien fue encarcelado y tratado injustamente por sus hermanos; y sin embargo cuando hubo la reunión al final del libro y los hermanos temían que José se fuera a vengar de ellos, José los miró a ellos y les dijo, «Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien».

Así que el punto es que incluso en las malas acciones y las malas elecciones y las malas decisiones del ser humano, como en el caso de los hermanos de José, sus decisiones, hubo un tipo de concurrencia donde corriendo lado a lado estaban las acciones y las voluntades de más de un grupo. La voluntad de Dios estaba siendo mostrada en la vida de José y la voluntad de Dios para José fue completamente recta.

Y aún así, al mismo tiempo la voluntad de los hermanos de José era destruir a José. Así que su intención era malvada.

Entonces, tenemos dos actores distintos aquí, Dios y los hermanos, y ambos están involucrados en la misma acción pero por motivos completamente distintos.

Ahora hacemos la pregunta: ¿quién es responsable de la muerta de los siervos de Job y de la pérdida de su propiedad? ¿Fueron los sabeos, los caldeos, el diablo o Dios? Bueno, solo puedo responder esa pregunta diciendo: sí, que todos estos son actores del drama.

Y puedes ver a los sabeos y los caldeos viniendo ante el trono de juicio de Dios y Dios dijo: ‘Sí, robaste el ganado de Job, sí, mataste a sus sirvientes.

¿Qué tienes que decir a tu favor? ¿Y cuál será su excusa? «El diablo nos hizo hacerlo’.  Y luego, cuando Satanás es traído delante del tribunal de Dios, Satanás puede temblar y decir: ‘Solo hacía la voluntad de Dios. Porque después de todo, Él tiene más autoridad y más poder que yo’. Y vemos aquí de nuevo el concepto de la concurrencia. No es como si Satanás obligó a los caldeos a que robaran el ganado de Job.

Eran ladrones de ganado desde el principio. Codiciaron la propiedad de Job toda su vida pero no podían conseguirlo porque Dios había puesto el cerco a su alrededor.

Y el minuto que el cerco fue quitado, Satanás los incitó, ellos están de acuerdo con eso y por tanto ayudaron y apoyaron al príncipe de la oscuridad con todo el corazón.  Así que las acciones de los caldeos, las acciones de los sabeos, y las acciones de Satanás son completamente malvadas. Ahora, ¿y Dios qué? De nuevo, vemos teodicea. El libro de Job en parte es una teodicea, un intento de justificar a Dios por la presencia del mal.

Pero los propósitos de Dios son traídos para pasar por el dolor y el sufrimiento de Job. Y de hecho, si hay una respuesta más simple para el tema básico del libro y la respuesta a la pregunta: ¿Por qué sufrimos?, la respuesta es para la gloria de Dios.

Ahora, recuerden que esta pregunta surge de nuevo en el Nuevo Testamento, en el noveno capítulo del evangelio de Juan, cuando hay un hombre que nació ciego y es traído a Jesús y los discípulos vienen con una pregunta teológica profunda para Jesús.

La pregunta es, ‘¿Por qué este hombre nació ciego? ¿Fue por su pecado o por el de sus padres?’ Ahora, Jesús responde eso tajantemente, y dice: ‘Ninguno. Sino para que el hijo de Dios sea manifiesto o glorificado en estas circunstancias’.

Pero noten que la pregunta que surge de parte de los discípulos asume que alguien debe haber pecado para que este hombre haya nacido ciego.

Porque lo que asumieron fue que el sufrimiento y el dolor en este mundo siempre son causados por el pecado. Y Jesús, en esta ocasión. tiene que explicarles que han hecho una suposición falsa.

Han cometido la falacia del falso dilema; o la falacia de uno u otro, o es el pecado de los padres o el pecado del niño. Jesús dice: ‘No, no es ninguno de esos’. Pero podemos entonces llegar a la conclusión, ‘Ah, bueno, entonces no hay relación entre el pecado y el sufrimiento’.

No, la Biblia lo dice muy claro, si no hubiera pecado en el mundo, no habría sufrimiento. El dolor, la muerte y el sufrimiento son todos parte de las consecuencias del mundo caído sobre el cual Dios permanece soberano.

Pero el error que los discípulos cometieron fue el de asumir que siempre habrá una correspondencia de uno a uno entre el sufrimiento de una persona y su culpa. Y es mejor no suponer eso.

Hay muchas razones por las cuales la gente sufre. En el Nuevo Testamento, algunas veces la gente sufre por amor a la rectitud, no por su propia culpa sino como consecuencia de su fidelidad a Dios es que sufren.

Algunas veces son llevados al sufrimiento por la mano de Dios para su propia santificación, ya que el dolor se convierte en el crisol para la santidad. Sin embargo, a veces Dios trae sufrimiento a las vidas de las personas, aún en la vida de los creyentes como escarmiento divino, como desaprobación y corrección, porque él nos ama. Así que no podemos asumir que el sufrimiento que encontramos está exactamente relacionado a mi pecado, pero tampoco puedo asumir que no tiene nada que ver con mi pecado.

Así que cuando estoy sufriendo miro al cielo y digo: ‘¿Por qué Dios, si esto es por algo que he hecho, me arrepentimiento’.

Pero esto es lo que pasa con Job. El sufrimiento se amontona, él pierde todo. Su cuerpo está lleno quemaduras, y está sentado sobre una colina de estiércol, y se está rascando su piel con pedazos de cerámica y está en total miseria.

Y así los amigos de Job vienen a él para darle guía y consejo. Y básicamente en este drama, la guía y el consejo de los amigos es esta: ‘Job, estás sufriendo más de lo que jamás hemos visto a alguien sufrir.

Eso solo puede suponer una cosa, eres el pecador más grande del mundo. Lo que necesitas hacer es confesar tus pecados y arrepentirte delante de Dios’.

Y Job está allí quebrantado y abatido y sangrando, y dice: ‘No sé qué confesar. No sé qué he hecho para merecer esto’.

Ellos dicen: ‘¡Ah!, ¿ves? eres orgulloso, eres arrogante, eres presumido, tiene que haber algo que estás escondiendo aquí porque ¿de qué manera podemos explicar estas calamidades?’

Y así, los amigos de Job son de poco consuelo. Entonces Eliú viene y solo predica muchos clichés a Job, muchos de los cuales son ciertos, pero las da de manera insensible y farisaica, y ahora hasta la esposa de Job tiene algo que decir. ‘Job, no soporto verte sufrir así. Maldice a Dios, y muere.

Te amo Job, pero prefiero verte muerto que teniendo que quedarte aquí sufriendo todas estas cosas. Así que, terminemos con esto, maldice a Dios’.

Recuerden la historia: «Quítale el cerco», dijo Satanás, «y haré que te maldiga en la cara». Dios dijo, «Adelante».

Y su propia esposa, ahora, ¿no es así cuando tratas de hacer las cosas bien? que las personas que más te aman y que tú más amas son precisamente quienes tratan de sacarte de ahí, porque no quieren verte sufriendo las consecuencias.

¿Quiénes trataron de detener a Jesús para no ir a la cruz?  ¿No fueron sus amigos más cercanos? “Maldice a Dios y muere”.  Job se rehúsa a hacerlo. Aunque me mate, aún confiaré en Él.

Eso no lo detiene de preguntar por qué; y él levanta su puño al cielo y exige una respuesta de Dios y el diálogo que se da entre Job y Dios al final del libro, el cual no es tanto un diálogo, sino que es más un monólogo o un soliloquio, donde Dios es el que habla más.

Capítulo 38, «El Señor respondió a Job desde el torbellino y dijo: ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás».

Aquí está Job diciendo, ‘¿Por qué, por qué, por qué, por qué?’ Y Dios se da vuelta y dijo, ‘¿Quién es este que oscurece mi consejo con ignorancia? Job, no sabes lo que estás diciendo’.

Y luego continúa humillándolo por así decirlo. Job, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? ¡Dímelo!” ‘¿Dónde estabas cuando establecí el curso de las estrellas, el cauce de los ríos?’

Y Job está escuchando esta interrogación y finalmente no puede soportarlo. Y leemos en el capítulo 40, Dios dice: «¿Podrá el que censura discutir con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto».  Y aquí está la respuesta de Job. Job le responde a Dios diciendo: «Yo soy insignificante”. “Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más».

Está bien, Dios, lo entiendo. Soy pecador, soy vil, tomaré mi mano y taparé mi boca y me callaré.  Y Dios dice: ‘Así está mejor, así es como debe ser. Ahora seré tierno’. No, Dios dijo: ‘Así es. Cállate. No he terminado contigo’. Y el interrogatorio continúa. ‘Prepárate y responde mis preguntas. ¿Anularás mi juicio? ¿Me condenarás para que seas justificado?’

Esa es la pregunta que todo cristiano tiene que enfrentar en la casa del sufrimiento. Para justificarte, ¿estás preparado para condenar a Dios? Luego Él dice: ‘¿Puedes pescar un Leviatán con una simple caña de pescar? Yo puedo. ¿Puedes quitar el cinturón de Orión? Yo puedo. ¿Puedes poner las estrellas en su lugar? Yo puedo.

Y finalmente, Job habla en el capítulo 42: «Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado”. “He sabido de ti sólo de oídas pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza».

Él no se arrepiente de los pecados que lo trajeron a la calamidad en primer lugar. Se arrepiente de su falta de confianza en medio del dolor. Sabes, Dios nunca responde la pregunta de ‘por qué’. La única respuesta que le da a Job, realmente, es la manifestación de Él mismo.

‘Job, ¿olvidaste quién soy? Si supieras quién soy, entonces deberías confiar en mí’. Job dijo: “Sí”. La escena final es la escena de la restauración. Dios triunfa sobre las artimañas y burlas de Satanás, y restaura las posesiones y la casa de Job por mucho más de lo que era originalmente.

Este es el mensaje del Nuevo Testamento; es el mensaje de Cristo: ‘que a menos que estés dispuesto a ser enterrado conmigo y a sufrir conmigo y mi pasión, nunca participarás de mi exaltación; pero los que se unen a mí en mi muerte participarán en mi resurrección’.

Esto nos trae al final de esta sección en nuestro estudio del Polvo a la Gloria. Hemos cubierto ahora un panorama y le hemos dado un vistazo al Antiguo Testamento.

No vimos cada libro, saltamos Cantar de los Cantares y un par de porciones pequeñas de los profetas menores, pero recuerdo la práctica de Lutero durante su vida, donde hizo un compromiso de leer toda la Biblia cada año.

Y él dijo, «Hago esto porque es como el bosque y los árboles». Él dijo, «Para mí, mi gran gozo es tomar un libro particular de la Biblia y hacer exégesis cuidadosa y minuciosa, viendo cada capítulo, cada párrafo, cada oración, y cada palabra. Es como examinar los puntos finos de una sola hoja de un hermoso árbol».

Él dijo, «Pero a veces, puedes enfocarte tanto en el detalle de esa sola hoja que te perdiste de cómo esa hoja no solo está en el árbol, sino en el bosque. Así que quiero mantener los vientos de toda la sustancia de las Escrituras soplando por mi mente, ya que me ayuda a comprender todos y cada uno de los detalles».

Así que mi desafío para ustedes es que al terminar este estudio del Antiguo Testamento tomen y lean, lean todo, y digiéranlo.

Aprendan de la dulzura de la Palabra de Dios.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

http://www.ligonier.es

 

19/27 – La serenidad de Cristo

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Cristo incomparable

19/27 – La serenidad de Cristo

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-serenidad-de-cristo/

Leslie Basham: Cuando Nancy Leigh DeMoss estuvo investigando sobre el tema de la serenidad  se encontró con el siguiente anuncio en la web:

Nancy Leigh DeMoss: Esto es lo que dice el anuncio:

La pastilla SERENIDAD. Manejo del ánimo en tiempo real.

¿Sufres de cambios repentinos en tu estado de ánimo?

¿Necesitas tener una actitud más positiva hacia la vida?

¿Te encuentras estresada o nerviosa?

¿Te deprimes con síndromes premenstruales o durante la menopausia?

¿Tienes arranques de ira inexplicables?

¿Te sientes triste o infeliz?

¡Podemos ayudarte! Nada ayuda tanto como la pastilla Serenidad.

Serenidad de venta en una cajita —¿qué les parece?

Leslie: Sin embargo,  este tipo de propaganda está destinada a no cumplir lo que promete.

Nancy: Donde quiera que busques serenidad aparte de Cristo, te darás cuenta que no  podrás alcanzarla.

Leslie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Estas semanas que preceden al Domingo de Resurrección estamos concentrando nuestro estudio en la persona Cristo, y al continuar hoy con  la serie sobre El Cristo incomparable veremos otro importante atributo de Jesús.

Nancy: Serenidad—esta no es una palabra que se escucha  frecuentemente en nuestros días. Rara vez oímos  que una persona es descrita como «serena». Esta palabra, serena o serenidad, ciertamente no describe la época en que vivimos, diríamos que estamos más familiarizadas con palabras como: prisa, o locura,  preocupaciones, ocupadas 24/7, estrés,  ataques de pánico,  crisis de ansiedad… Podemos ser descritas de cualquier forma,  menos como «serenas».

El diccionario nos da varios sinónimos de la palabra serenidad: tranquilidad, calma y paz.

Un corazón sereno es lo que tiene el salmista  cuando ora en  el Salmo 131:

«Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiados difíciles para mí; sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma». (vv. 1-2).

Me encanta ese salmo. No estoy muy segura, pero creo que pasé la mayor parte de la semana pasada estudiando solamente estos dos versículos de este salmo. Quedé fascinada con ellos porque describen el corazón sereno que  generalmente yo no tengo.

Serenidad—es algo que todas las personas anhelan. Piensen en la cantidad de mujeres que practican yoga—ellas buscan serenidad, ¿No es cierto? Pero en cualquier lugar que busques serenidad aparte de Cristo, te darás cuenta que no podrás alcanzar.  ¡No puedes pasarte todo el día practicando yoga!

Hoy veremos la serenidad de Cristo a través de algunas escenas a lo largo de Su vida. Al estudiar este tema, al igual que hemos  hecho  en los capítulos anteriores, veremos cómo verdaderamente Él es el Cristo incomparable. Cristo reflejó serenidad;  Él era una persona serena y Él nos da serenidad. Él es la fuente de la verdadera serenidad, esto podemos observarlo a lo largo de toda Su vida.

Medita en algunas de estas escenas y verás como las imágenes vienen a tu mente mientras las leo:

Piensa en Jesús dormido en la barca, mientras Su Creación rugía en medio una tormenta; piensa cuando Él se despertó y con serenidad calmó la ansiedad y el temor de Sus discípulos—  eso es serenidad.

Piensa en los  5,000 hambrientos—probablemente algunos miles más cuando se añaden las mujeres y los niños—conglomerados alrededor de Cristo, y vemos como Él mantuvo perfecta calma. Él no se estresó.

Piensa en Cristo cuando recibe la noticia de que su querido amigo Lázaro está enfermo de muerte—Él no hizo ninguna crisis emocional. Esto no fue estoicismo, tampoco indiferencia, o que no tuviera ningún tipo de emociones; Cristo lloró frente a la tumba de Lázaro. Él se dolió profundamente por aquellos que acababan de perder a su  hermano y a su amigo;  simplemente Cristo no perdió el control,  Él mantuvo Su compostura y  serenidad.

Piensa en Jesús—estaremos viendo esto en los próximos días—cuando Él se enfrentó a los líderes judíos, a Poncio Pilato y a Herodes frente al tribunal. Él siempre mostró perfecta calma y dignidad. Cristo fue injuriado, acusado falsamente y perseguido, pero se mantuvo en paz—como el Salvador sereno.

Hoy nos concentraremos en otra escena que nos refleja de una manera  exquisita la serenidad de Cristo. Esta escena se encuentra en un versículo del capítulo 26 del Evangelio de Mateo. Me fascina como el Evangelio de Mateo incluye esta frase que nos muestra una imagen tan rica de la serenidad del Señor

Este versículo se encuentra en el contexto del aposento alto, la noche cuando Cristo celebró la cena de la Pascua con Sus discípulos—lo que llamamos La Última Cena. Al terminar esta cena, Cristo y Sus discípulos se preparan para salir del aposento alto;  Cristo está consciente que pronto será arrestado, y que será traicionado y que además será abandonado por Sus discípulos y Sus amigos más cercanos—aquellos con los que acaba de cenar, y a quienes  acaba de lavarles los pies, es decir, aquellos a quienes acaba de servir.

Mateo 26, versículo 30, nos dice: “Después de cantar un himno salieron hacia el monte de los Olivos.»  Después de cantar un himno…

Oswald Sanders nos dice en su libro “El Cristo incomparable”, el libro cuyo bosquejo estamos siguiendo en esta serie:

El Salvador cantó bajo la sombra de la cruz. ¡Cuánta serenidad y sentido interno de triunfo es revelado en esta frase! Cualquiera puede cantar en un día soleado, pero no todo el mundo puede cantar en los momentos oscuros.

Ahora, la pregunta que todas nos hacemos es: ¿Qué himno habrán cantado Cristo y Sus discípulos? Las Escrituras no nos dicen, pero los comentaristas concuerdan en que probablemente Jesús y Sus discípulos cantaron un grupo de salmos de un Salterio Judío del  Antiguo Testamento. Este grupo de salmos era conocido como El Hallel.

¿Te suena esto familiar? Hall-el-lu-jah.” Hallel significa alabanza— aleluya, alabanzas a Dios. El Hallel, comúnmente conocido como el Hallel Egipcio, incluye los Salmos del 113 al 118. Se llamaba el Hallel egipcio porque estos salmos eran cantados en fiestas nacionales como la Pascua, en la que los judíos celebraban su liberación de Egipto. Esta era  una alabanza que conmemoraba la liberación de Egipto.

Estos salmos eran agrupados juntos y se cantaban como una sola canción durante las fiestas anuales de los judíos, y típicamente (según los comentaristas) se cantaba la primera parte del Salmo 113 y el Salmo 114, en medio de la cena; la segunda parte, y del Salmo  115 al Salmo 118 eran cantados al final de la comida.

Vayamos al Salmo 115 del  Hallel judío y veamos algunas de las palabras que probablemente Cristo cantó en la noche con Sus discípulos  antes de subir al Getsemaní y de ahí al Calvario.

Aquí podemos notar la serenidad de Cristo. No tenemos tiempo de estudiar todo el pasaje, pero sí podemos leer una gran parte; y quizás algún día hagamos toda una serie en Aviva Nuestros Corazones sobre El Hallel. Hoy no podremos leerlo completo, pero las animo a que en esta época previa a la Semana Santa todo el contenido de estos salmos, es decir del Salmo 113 hasta el Salmo 118. Veamos algunos de estos versículos:

Al comienzo del Salmo 115—probablemente lo que hubieran cantado al terminar la cena —vemos la primera estrofa de lo que Cristo y Sus discípulos quizás cantaron al salir del aposento alto. Leamos el Salmo 115, el versículo 1:

«No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad. Por qué han de decir las naciones: ¿Donde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place.» (vv. 1-3).

Vamos a detenernos aquí por un momento. Desde la primera estrofa de este salmo vemos en Jesús el deseo supremo de glorificar a Dios; y de que la voluntad de Dios sea cumplida en la tierra sin importar el precio que Él tendría que pagar: «Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place».

Esto nos lleva a otro versículo, que seguramente Cristo conocía, de Isaías capitulo 53, el poema que hace referencia al siervo sufriente de Dios y que nos dice: “Pero quiso el Señor quebrantarle, sometiéndole a padecimiento» (v. 10). Jesús sabía que el placer de Su Padre, Su buena voluntad y Su Gloria, estaban ligados a que Él padeciera voluntariamente; a que fuera crucificado, quebrantado, y que sufriera y muriera en la cruz.  

Jesús cantó este salmo: «Dios está en los cielos, Él hace todo lo que le place.»  Cristo alabó a Dios y dijo: «Quiero que Tu gloria sea sobre toda la tierra, quiero aquello que te honra; eso es lo que quiero, aunque esto signifique que te complazcas en mi sufrimiento. Si te complace a Ti, me complace a Mi.»

Ellos no estaban simplemente abriendo sus Biblias y leyendo este salmo, estos eran pasajes que los judíos memorizaban y los cantaban con una melodía musical. Ellos lo cantaban juntos; así que Jesús estaba cantando junto con sus discípulos: «No a nosotros, Señor  no a nosotros, sino a tu nombre da gloria».

A la luz de todo lo que Cristo estaba enfrentando, las animo a que lean estos salmos hasta el Salmo 118; pero vayamos a la última estrofa del Salmo 118; al último versículo al versículo  24. Pensemos otra vez en que Cristo está saliendo del aposento alto,  listo para ir a Getsemaní y al Calvario; en el versículo 24 vemos a Cristo cantando junto con Sus discípulos:

«Este es el día que el Señor ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él.»

En el  versículo 28 leemos:

«Tú eres mi Dios, y gracias te doy; tú eres mi Dios, yo te exalto. Dad gracias al Señor, porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia.» (vv. 28-29).

No solamente vemos a Cristo cantando al momento de enfrentar la cruz pero, ¿que está cantando?  Él está cantando alabanzas, adoración, acción de gracias y honra a Dios. Él comienza dirigiendo Su atención a la gloria y a la soberanía de Dios y termina en acción de gracias por la bondad y el amor  del Dios que guarda el pacto. Esto es lo que significa que «para siempre es Su misericordia». Aquí no hay dudas, no hay miedos, no hay ansiedad, no hay confusión. Solo la calma y la serenidad de saber que Dios es bueno,  que Él está en control y que Su voluntad será hecha.

El libro que hemos estado siguiendo, “El Cristo incomparable”, de  Oswald Sanders dice:

¿Qué podemos aprender de este salmo de la Pascua? Aprendemos que podemos convertir nuestros problemas en tesoros y nuestras tristezas en salmos de alabanzas. La fe puede cantar su poema aun en las horas más oscuras. La tristeza y la alabanza no son incompatibles.

Ver la serenidad de Cristo nos recuerda que «los problemas pueden ser convertidos en tesoros, y las tristezas pueden ser convertidas en alabanzas. Que la fe puede cantar sus poemas en las horas más oscuras;  y que la tristeza y la alabanza no son incompatibles.»

¿No les recuerda esta escena a algunos seguidores de Cristo unos cuantos años más tarde? A Pablo y a Silas en la cárcel en Filipos. Ellos fueron apedreados, heridos, atados de pies y manos con grillos, sin embargo los vemos a  la media noche “orando y cantando himnos a Dios»—al igual que Cristo—estaban serenos, en calma, en paz, tranquilos en medio de la lucha y afianzados en el Espíritu. (Hechos 16:25).

Ahora, si tú no conoces a Jesús como tu Salvador personal y si Él no está obrando en tu vida, esto puede sonarte a locura. ¿Cómo podía  Jesús cantar?—sobre todo lo que hemos visto en los salmos que ellos cantaban en estas ocasiones. ¿Cómo podía Él cantar las letras de estos salmos sabiendo que iba  ser traicionado y crucificado?

Primero, sabemos que Él podía cantar porque Su confianza estaba en el Padre. Vemos esto en el salmo que dice: «Tú eres Dios, Tú eres Mi Dios.» Sabemos también que dentro de poco tiempo —en unas horas—Él estaría clamando al Padre: “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?» Pero aún así Él sabía que el Padre era Su Dios, y que Dios es bueno. Él confiaba en Su Padre. Si confías en tu Padre Celestial también podrás cantar a la sombra de la cruz.

Cristo conocía, aceptaba y abrazaba el plan de Su Padre. “Estoy de acuerdo, lo compro, lo recibo. ¡Sí, Señor; Sí, Padre!» Él conocía el plan de Su Padre. ¡Lo aceptó y lo abrazó!

Él pudo cantar a la sombra de la cruz porque amaba a los demás -—te amaba a ti y me amaba a mí —más que a Su propia vida. Si amo mi propia vida más que a los demás, entonces me voy a quejar a la sombra de la cruz; pero si amo a Cristo, si amo a mi Padre Celestial más de lo que me amo a mí misma, entonces no solo voy a estar dispuesta y a ser capaz de hacerlo, sino que querré cantar a la sombra de la cruz.

Él pudo cantar a la sombra de la cruz aun sabiendo que la tenía por delante porque sabía que la cruz no era el final. Él sabía que había vida, gozo, gloria y esperanza por delante, y esto lo capacitó para vencer la cruz y cantar camino al Calvario.

Para algunas de nosotras es fácil entender la posibilidad de estar calmadas y serenas cuando no hay ningún problema en nuestras vidas, pero yo conozco personas que no pueden estar calmadas en ningún momento. Es fácil imaginarnos a alguien sereno y calmado cuando no hay ninguna tormenta, cuando no existe ningún problema, ninguna cruz que llevar. (Aun así,  te diré que es posible tener una vida color de rosa pero, si no tienes a Cristo, tu vida interior estará llena de conflictos, ansiedad y no podrás tener serenidad.)

Sin embargo, aunque vemos que nuestras circunstancias no deben gobernar si estamos serenas o no,  es asombroso ver como Cristo modela la serenidad cuando estaba atravesando los momentos más angustiantes de Su vida.  Podemos ver esta realidad en la vida de muchos de sus seguidores.  Es algo asombroso cuando vemos esta actitud en los santos al ser perseguidos o martirizados;  también lo podemos ver en otros casos cuando sus discípulos enfrentan los grandes y los pequeños retos y cruces que deben cargar en sus vidas. Ellos cantan a la sombra de la cruz y modelan un espíritu calmado y sereno.

De hecho, he aprendido que  muchas veces Dios utiliza las presiones, los sufrimientos y los problemas en nuestras vidas como un medio para producir en nosotros un espíritu calmado y sereno. Tú dirás, “Yo no soy una persona calmada, ciertamente no podré estar calmada en medio de mis problemas”.  Es posible que sea en medio de estos problemas, tristezas y sufrimientos que puedas desarrollar un espíritu sereno, que puedas ver a Cristo y puedas cantar a la sombra de la cruz.

Veamos algunos ejemplos de personas que vienen a mi mente, que han cantado y adorado a Dios a la sombra de la cruz:

Pienso en esos tres jóvenes hebreos de los cuales leemos en el capítulo 3 de Daniel, cuando el rey Nabucodonosor, el hombre más poderoso sobre la tierra, les dijo: “Póstrense y adoren la imagen que yo he creado, de lo contrario, los arrojaré al horno de fuego ardiente».  ¿Cuál fue su respuesta?

“Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado». (vv. 17-18).

Esto refleja serenidad en todo el sentido de la palabra. Es una calma y una seguridad total de que Dios está en control, de que Su plan es bueno, de que Él puede ser confiado y  por lo tanto no tenemos por qué preocuparnos.

También recuerdo a  Perpetua. Algunas de ustedes han leído la historia de esta mujer de 22 años, esposa y madre de un bebé lactante, quien en el año 203 DC, junto con otros cuatro fue arrestada y martirizada por su fe en Cristo. Según los historiadores, ella y sus compañeros de martirio entraron a la arena cantando himnos sostenidos por su fe. Ellos primero fueron mutilados por animales y luego muertos a filo de espada. La historia nos cuenta de cómo Perpetua guió la espada a su cuello cuando sus ejecutores fallaron.

Pienso también en Dietrich Bonhoeffer (de quien he estado leyendo su biografía recientemente), un pastor y teólogo  luterano alemán que fue encarcelado y ejecutado por su papel en la resistencia en contra del Nazismo. Su muerte fue particularmente brutal, le quitaron toda la ropa y fue llevado desnudo al patio donde sería ejecutado, allí lo colgaron con alambre fino y lo estrangularon.

El doctor del campamento que presenció esta ejecución escribió lo siguiente:

«Yo vi al Pastor Bonhoeffer arrodillarse en el piso y orar fervientemente a Dios. Fui  íntimamente conmovido por la forma en que este buen hombre oró, que devoción y que seguridad se observaba, de que Dios estaba oyendo su oración. Y otra vez, en el lugar donde sería ejecutado, elevó una corta oración cuando subió unos cuantos escalones hacia la horca, donde se mantuvo valiente y sereno. Su muerte duró solo unos cuantos segundos. En los casi cincuenta años que tengo ejerciendo la medicina nunca había visto un hombre morir de una forma tan sumisa a la voluntad de Dios».

Cantando a la sombra de la cruz, confiando en la bondad, en la sabiduría y en el plan de Dios.

Pienso también en el  correo electrónico que recibí de una señora hace una semana; ella me decía:

«Mi esposo me abandonó hace tres años, ni siquiera sé dónde está viviendo pues él no me lo quiere decir; pero después de escuchar mi primer programa de Aviva Nuestros Corazones en Noviembre del 2008, comencé a orar por una reconciliación. Hoy en la noche le escribí un corto correo electrónico donde le decía que yo comprendía lo que le había sucedido un tiempo atrás, cuando uno de sus proyectos financieros no había funcionado como él lo esperaba, también le recordé algo que yo admiraba en él y al final me despedí con un «te amo» y mi firma.

Sentí que pude decirle algo sin necesidad de cuestionarlo, sin necesidad de explicar algo y sin la necesidad de defenderme; yo espero haber sido de ánimo para él. También confío en que algún día pueda escribirles diciéndoles que mi esposo se convirtió y que volvió a la casa, pero si esto no sucede, quiero permanecer fiel no importa lo que pase”.

Entonces pensé, «serenidad» Esta es una mujer que está serena porque ha puesto su esperanza en Dios. No importa lo que pase, o lo que deje de pasar en su matrimonio, ella sabe en quien ha creído, y está convencida de que Él es poderoso para guardarla hasta aquel día.

Entonces. ¿Cómo podremos nosotras cantar a la sombra de la cruz,   cantar en medio de la oscuridad, en medio de las tribulaciones y en medio de los problemas que nos rodean?

Les recuerdo las palabras de Jesús en este maravilloso versículo de Mateo  capítulo 11, que dice:

«Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga es ligera.» (Vv.28-30).

¿Notan la conexión entre la humildad y la serenidad de Cristo? Nunca podrás tener un corazón sereno si no tienes un corazón humilde.  Él nos dice: “Venid a mí… aprended de mí… que soy humilde». Con la humildad viene la serenidad y el descanso que anhelan nuestros corazones. El corazón humilde, que acepta todo aquello que el Padre tiene para nosotros como algo bueno y sabio, será un corazón sereno —un corazón en reposo.

¿Cómo está hoy tu corazón? ¿Sereno? Bueno, es fácil estar serena mientras escuchas la Palabra de Dios y estás siendo enseñada; pero piensa en lo que sucedió esta mañana en tu casa. Piensa en lo que tendrás que enfrentar cuando regreses a tu trabajo, a tu iglesia, a tu matrimonio, a tus labores como madre, o en cualquiera que sea el área  en las que estés involucrada sirviendo al Señor.

Muchas dirán: «Yo no tengo esta serenidad, pero la quiero» Considera a Cristo, aprende de Él, quien es manso y humilde de corazón. A medida que Él te vaya transformando a Su imagen, verás como  Él trae serenidad a tu corazón y descanso a tu alma.  

Leslie: Nancy Leigh DeMoss nos ha dado una descripción de lo que es la verdadera serenidad. Sus palabras de hoy son parte de una serie llamada El Cristo incomparable.

Para escuchar esta serie completa visita AvivaNuestrosCorazones.com. Este material es el tipo de enseñanza bíblica sólida que muchos de nosotros queremos recibir; y Dios usa estas enseñanzas en Aviva Nuestras Corazones de maneras muy prácticas. Aquí está Nancy para dejarnos con algunas palabras adicionales.

Nancy: El estudio de hoy sobre la serenidad de Cristo ha sido todo un reto para mí.  Sé que los oyentes han estado escuchando mis palabras y pensando en todo  tipo de cosas que afectan su serenidad.

Una señora nos escribió comentando la paciencia que se requiere en el tipo de situación en la que ella se encuentra. Ella ha sido la encargada de cuidar a su esposo enfermo durante los últimos quince años y mientras cumple fielmente esta tarea, ella ha estado escuchando Aviva Nuestros Corazones día tras día. Esto la ha ayudado a recordar a quien ella está sirviendo, por lo que nos escribe diciendo: “Gracias por sus palabras de aliento ya que en muchos momentos me he sentido que ya no puedo más.»

Hemos podido alentar a muchas personas en situaciones como ésta gracias al apoyo financiero de los oyentes de este ministerio. Les animamos a que nos sigan apoyando en la medida que puedan.

Pueden llamarnos al 1-800-569-5959, o hacer sus donaciones en línea  a través de  www.AvivaNuestrosCorazones.com. 

Leslie: Si estudias la vida de Jesús te sorprenderás de ver cuán frecuentemente Él oraba. Podrás aprender más sobre la oración al considerar la vida de Jesús, mañana en Aviva Nuestros Corazones.

 

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Como un tierno agricultor

Isha – Salmos

DÍA 103 – Salmo 65

Dosis: Misericordia y Cuidado

Como un tierno agricultor

“¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo templo. (Salmo 65:4) (NVI)

¿Cuáles son los motivos por los que alabas a Dios? En este bello poema el salmista encuentra dos motivos fundamentales. En la primera parte se deleita en la misericordia de Dios en su perdón y su salvación: “A ti, oh Dios de Sión, te pertenece la alabanza. A ti se te deben cumplir los votos, porque escuchas la oración. A ti acude todo mortal, a causa de sus perversidades. Nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonaste.”

¿Has aprendido a alabarle por su misericordia? La biblia dice que éstas son nuevas cada mañana.

En la segunda parte del salmo lo alaba por ser un Dios Creador, que así como da fertilidad a la tierra, y alimento a su pueblo, sigue saciando nuestra alma. Conjuga así en su pensamiento el concepto de un Dios justo y perdonador con el de un Dios creador que es Señor de la naturaleza, del mundo y la historia. Leamos las preciosas imágenes: “Tú, oh Dios y Salvador nuestro, nos respondes con imponentes obras de justicia; tú eres la esperanza de los confines de la tierra y de los más lejanos mares. Tú, con tu poder, formaste las montañas, desplegando tu potencia. Tú calmaste el rugido de los mares, el estruendo de sus olas, y el tumulto de los pueblos.

Dios solamente tiene la capacidad de controlar la naturaleza. Ahora que vivimos tiempos de cambios climáticos, de crisis ecológica, este Salmo revela la preocupación de Dios por la naturaleza que creó y puso a nuestra disposición. Y sobre la cual solamente Él tiene poder. ¿A quién entonces clamar cuando nos sentimos amenazadas por algún terrible pronóstico?

Pero las más conmovedoras imágenes las encontramos al final del poema, cuando el salmista describe a Dios como un agricultor divino: “Con tus cuidados fecundas la tierra, y la colmas de abundancia. Los arroyos de Dios se llenan de agua, para asegurarle trigo al pueblo. ¡Así preparas el campo! Empapas los surcos, nivelas sus terrones, reblandeces la tierra con las lluvias y bendices sus renuevos.”

Amada, Él es el agricultor divino. Así como Dios prepara la tierra para que produzca fruto abundante, prepara también la tierra de nuestros corazones, para que su Palabra, la buena semilla, pueda germinar, crecer y dar fruto. Seamos siempre esa tierra fértil y dócil en sus manos.

Oración: Señor gracias porque puedo reconocer tu bondad en mi vida y en la naturaleza que creaste. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 118). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Un pueblo planetario

Jueves 19 Diciembre

(Jesús) les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

Marcos 16:15

Un pueblo planetario

http://labuenasemilla.net/20191219

Una editorial dio el nombre de «Pueblo mundial» a una de sus colecciones de libros. En la era del internet uno imagina, con o sin razón, que el mundo es como un pueblo porque las personas, las cosas y los mensajes circulan fácilmente como si las distancias ya no existieran. Se piensa que gracias a los libros y a los medios de comunicación, las barreras regionales, lingüísticas o culturales son eliminadas.

Los progresos técnicos, ¿tendrán realmente este efecto? No lo sabemos, pero conocemos un mensaje verdaderamente mundial y que se dirige a todos los hombres. No es reciente; data de hace dos mil años. Es el Evangelio: “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4). “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Nadie puede decir que este mensaje no le concierne. Cualquiera que sea nuestra nacionalidad, cultura, educación o condición social, algo nos caracteriza a todos de la misma manera: Dios nos ama a pesar de nuestra maldad; solo espera que nos volvamos a él y le confesemos nuestros pecados, para convertirnos en sus hijos.

Un día todos los creyentes reunidos en el cielo, rodeando a su Salvador, cantarán a una voz: “Con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). ¿Estará usted entre ellos?

Zacarías 1 – Apocalipsis 12 – Salmo 144:9-15 – Proverbios 30:10

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch