Por fe, victoria. Por fe, derrota

Grace en Español

Josías Grauman

Por fe, victoria. Por fe, derrota

 

Josías Grauman

Josías es licenciado en idiomas bíblicos por The Master’s University y con Maestría en Divinidad por The Master’s Seminary. Sirvió durante cinco años como capellán del Hospital General de Los Angeles (California), y sirvió como misionero por dos años en la Ciudad de México. En la actualidad , está encomendado como anciano de la iglesia Grace Community Church donde sirviendo en el ministerio hispano. Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos.

7/17 –  ¡José es exaltado!

Iglesia Evangélica de la Gracia

Serie: La Vida de José

7/17 –  ¡José es exaltado!

David Barceló

David Barceló

Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin)

David es licenciado en Psicología y graduado de los seminarios Westminster en California (MA) y Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la NANC y graduado en Consejería Bíblica por IBCD. David ha estado sirviendo en la Iglesia Evangélica de la Gracia, desde sus inicios en mayo de 2005, siendo ordenado al ministerio pastoral en la IEG en junio de 2008.

http://www.porgracia.es/

Episodio 15 – ¿Cómo puedo saber el llamado de Dios para mi vida?

Soldados de Jesucristo

John Piper Responde

¿Cómo puedo saber el llamado de Dios para mi vida?

Episodio 15

SOBRE NOSOTROS

Es el podcast Ask Pastor John en Español, en la voz de Nathan Díaz. Disponible también en videos.

Nuestra misión es predicar el Evangelio de la gracia de Dios en Jesucristo por todos los medios online, a todo el mundo.

Todos creen esta doctrina

Ministerios Ligonier

Renovando tu Mente

Todos creen esta doctrina

R.C.Sproul

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De seguro conocen ese dicho que tenemos en Estados Unidos, una máxima, un principio de nuestro legado nacional: nunca discutimos de religión ni política, pero cada vez que dos norteamericanos se sientan a conversar, terminan hablando de religión y política.

Y cada vez que hay una discusión sobre religión, tarde o temprano, y a menudo es más temprano que tarde, la discusión se enfoca en algún punto de la doctrina de la predestinación. Es una de las cosas que nos desconcierta, pero que a la misma vez estimula nuestras mentes. Y la perplejidad que experimentamos a causa del concepto de la predestinación, a veces nos inducirá a profundizar más en la teología, y esto es solo uno de esos temas que generan mucho interés y discusión, y también controversia.

Cuando observo la historia de la erudición cristiana, puedo notar que cada gran maestro cristiano, cada teólogo que alguna vez la iglesia haya producido, en algún momento u otro; cada uno de ellos ha tenido que enfrentar este tema de la predestinación; y aunque hay una amplia divergencia en la interpretación de la doctrina de la predestinación, hay algo en común que he podido identificar en cada teólogo que he examinado, cada uno está de acuerdo: y es que esta doctrina debe tratarse con sumo cuidado.

Es un tema peligroso ya que cuanto más lo estudiamos, la tendencia es que haya más preguntas que respuestas. Y estoy convencido de que de todas las doctrinas con las que lidiamos en el cristianismo, no hay otra que esté más llena de malentendidos y confusiones que la doctrina de la predestinación.Así que eso ya amerita cierto tipo de sobria precaución cuando tratamos este tema.

Yo agregaría a la advertencia de precaución que hacen los teólogos, algo que creo que esta doctrina también requiere, y es una medida extra de generosidad al ser tratada ya que necesitamos ser pacientes con los demás y con aquellos que difieren de nuestra posición en este punto en particular ya que como dije, hay mucho en juego aquí.

Los ánimos pueden caldearse cuando discutimos el tema de la predestinación y debemos ser cuidadosos en manifestar el fruto del Espíritu Santo entre nosotros cuando tocamos este tema. He mencionado todo esto sabiendo que podría no funcionar porque una vez que nos metamos en esta doctrina, quién sabe lo que puede pasar. Déjenme decirles al inicio, a manera de introducción, y también deben saber que vamos a tener seis sesiones sobre este tema, y puede parecer una gran cantidad de tiempo dedicado a una doctrina como la predestinación, pero les aseguro desde ya, que en seis sesiones de aproximadamente media hora solo lograremos dar un vistazo a vuelo de pájaro.

Hay tantas preguntas afines que surgen de cualquier estudio de la predestinación, que estoy convencido que esto requiere de un estudio profundo que podría tomar años y años y años antes de siquiera tener la esperanza de llegar al fondo. Por eso veo este curso más como una introducción a la doctrina de la predestinación.

Ahora, vengo diciendo ‘la’ doctrina de la predestinación como si hubiera una sola doctrina de la predestinación o como si existiera tal cosa como ‘una doctrina posible de la predestinación. Hay quienes miran al tema de la predestinación y la expresan en categorías tales como: Ellos dirían (una discusión entre cristianos sería así): “¿Tú crees en la predestinación?

Algunos responderán a esa pregunta, ya sea diciendo: “Sí, yo creo en la predestinación”, o dirán: “No, yo no creo en la predestinación” como si todos entendieran de lo que estamos hablando cuando nos referimos a la doctrina de la predestinación.

Algunos se llegan a sorprender al saber que cada iglesia, que yo sepa históricamente, cada denominación de la que esté al tanto, en su historia, ha formulado una declaración doctrinal de algún tipo, ha precisado alguna doctrina de predestinación.

Hay una doctrina católica romana de la predestinación, una doctrina luterana de la predestinación, una doctrina presbiteriana de la predestinación, una doctrina metodista de la predestinación y podemos continuar. Así que hay que estar claros desde el principio de que existen muchas, muchas doctrinas distintas de la predestinación.

No hay tal cosa como ‘la’ doctrina de la predestinación; aunque sospecho que cuando la gente la reduce a ‘una’, generalmente lo que tiene en mente es: ¿cuál es la doctrina de predestinación?

La variedad presbiteriana en el tema, o la que usualmente se llama la doctrina calvinista de la predestinación, porque Juan Calvino y la predestinación parecen ser casi sinónimos en la cultura, como si el primer teólogo en la historia que haya hablado acerca de la predestinación fue Juan Calvino.

Pero veremos en un breve análisis histórico que, en realidad, ese no es el caso. Pero lo que nos interesa en este estudio es observar y tratar de discernir la doctrina bíblica de la predestinación.

La razón por la que tantas denominaciones distintas y diversas iglesias tienen doctrinas de la predestinación es porque la Biblia habla de la predestinación, y todos los cristianos que toman la Biblia en serio son, por lo tanto, llevados a tomar en serio el concepto de la predestinación porque es un concepto y una palabra que está en el Nuevo Testamento.

Tomemos un momento y permíteme leer un par de pasajes, para refrescar la memoria y que nos presentan esta idea de la predestinación. Leamos ahora el primer capítulo de la carta de Pablo a los Efesios, donde Pablo en su saludo inicial dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad.”

Y luego, si seguimos avanzando en el capítulo uno de Efesios, el verso 11: “En El también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad.”

Ahora, por supuesto, este no es el único lugar en la Biblia donde encontramos este concepto de la predestinación, pero acabo de leer este pasaje para que todos vean que la palabra ‘predestinación’ es una palabra bíblica.

Y debido a que es una palabra bíblica, todos aquellos que han sido estudiantes diligentes de la Biblia han intentado comprender lo que la Biblia quiere decir por predestinación divina. Antes de ver esto de cerca, permítanme darles un poco más de antecedentes históricos.

Hay muchas, muchas, muchas, muchas teologías diferentes en la historia de la iglesia cristiana, así como hay muchas denominaciones que ya hemos mencionado, pero creo que es prudente decir que  hay históricamente tres tipos genéricos de teología.

Los teólogos hacen referencia a esto en tres categorías generales: Una es conocida como pelagianismo. La segunda es conocida como Semi-pelagianismo y la tercera es el Agustinianismo.

Ahora, la razón para estas tres designaciones de tipos básicos de teología tiene sus raíces en el siglo IV, cuando la iglesia pasó por una controversia titánica debido a varios temas serios de la teología.

Y el único, el hombre que fue reconocido y generalmente aclamado como el mejor teólogo, al menos en los primeros mil años de historia cristiana, sino el más grande teólogo de toda la historia cristiana, quien defendió la fe en ese período, fue por supuesto, San Agustín.

Y su principal oponente en distintos debates en ese período de la historia cristiana fue un monje llamado Pelagio. Y uno de los puntos álgidos que estaba en debate era cuán importante o necesaria era la gracia de Dios para la salvación humana.

Pelagio opinaba que la gracia de Dios ayuda a los humanos a ser salvos, pero que de ninguna manera era necesaria. Su hipótesis primaria era que el hombre, en su estado natural, tiene dentro de sí la capacidad de guardar los mandamientos de Dios hasta el punto de poder ser redimido sin ayuda alguna de la gracia divina.

Agustín hacía hincapié en la dependencia absoluta del pecador caído en la gracia de Dios para su salvación, y rechazó al pelagianismo como una forma primitiva de simple humanismo. El pelagianismo fue visto no solo como una subdivisión del pensamiento cristiano, sino más bien como un pensamiento sub-cristiano; es decir, ni siquiera calificaba para ser cristiano.

Ahora, cuando digo que hay tres líneas básicas de pensamiento que han llegado históricamente a través de la iglesia, concuerdo con esta configuración. Yo no inventé esta categorización, pero concuerdo con ella. Estos son los tres tipos genéricos principales que han influenciado en la historia de la iglesia y veo al pelagianismo como el padre del liberalismo.

El socinianismo surgió en el siglo XVI, el liberalismo en el siglo XIX, y para que conozcan de dónde vengo, consideraría el pelagianismo como no-cristiano; para ser más exacto, como claramente anticristiano; no como una opción para el pensador cristiano. Ahora, los debates que se han llevado a cabo dentro de la iglesia entre el semipelagianismo y el agustinianismo, los que se reflejaron después, más adelante, en la historia entre los Remonstrantes en el siglo XVI y los Calvinistas, y los Metodistas. Esto lo consideraría como debates dentro de la familia de la fe.

Los argumentos entre el semi-pelagianismo y el agustinianismo; el semi-pelagianismo señala que el hombre no puede ser salvo fuera de la gracia de Dios, pero hay algo que el hombre debe hacer, aún en su condición caída, para cooperar con la gracia divina y asentir a ella, antes que Dios lo salve.

Es decir, tú no puedes ser salvo fuera de la gracia de Dios, pero, en el análisis final es en el hombre en quien recae, ya sea el cooperar con la gracia de Dios o el rechazar la gracia de Dios, y ese es el punto decisivo de si una persona es salva o no.

El agustinianismo dice que el hombre está tan severamente caído que depende totalmente de la gracia de Dios, incluso para su respuesta inicial al evangelio, aún para su cooperación y asentimiento al evangelio de Cristo, en primer lugar.

Así que puedes ver desde el principio que el debate tiene sus raíces en el tema de la capacidad del ser humano para responder al evangelio en su estado caído. Y yo diría que, mientras entramos a cualquier discusión sobre la predestinación, siempre estará acechando tras bambalinas de estas discusiones sobre la predestinación, este debate fundamental, entre los semi-pelagianos y los agustinianos.

Ahora, también debo advertirles desde ya que estoy convencido del punto de vista agustiniano de la predestinación y estaré exponiendo la postura agustiniana de la predestinación en estas sesiones.

Intentaré explicarlo, aclarar malentendidos que creo que abundan al respecto, y trataré de responder a las objeciones levantadas por los hermanos y hermanas semipelagianos; y trataré de convencerte y persuadirte de que la postura agustiniana es la postura paulina y por lo tanto es la postura bíblica y por consiguiente la correcta.

Pero, por supuesto, no todos lo creen, no todos están de acuerdo con esto; y creo, una vez más, que tenemos que ser honestos desde el principio y reconocer que algunos líderes cristianos muy importantes y que han tenido una enorme influencia positiva en el reino de Dios, no han abrazado la postura que voy a exponer en esta serie.

Permítanme dibujarles un cuadro de posiciones y tratar de ser justo, de mente abierta y todo eso; y voy a enumerar en este lado de la pizarra a los teólogos de la historia de la iglesia, quienes, en este tema de la predestinación, a mi juicio, se agruparían en el lado de la postura agustiniana.

Y luego para balancear, trataré de mencionar los nombres de los teólogos que están en el otro lado. Así que primero veremos la postura pro-agustiniana. Recuerden que aún no hemos definido en sí la postura agustiniana. Esto es todavía el contexto. Veremos qué es lo que dice esta postura.

Entre aquellos que siguen a Agustín en la doctrina de la predestinación, incluiría (y esto puede sorprenderte y aún ser cuestionado por otros). Pero empecemos con Agustín mismo ya que él creyó lo que él mismo enseñaba. Así que pongamos a Agustín al inicio de la lista.

 

Luego yo diría que el discípulo quizá más eminente de Agustín con respecto a la teología en general, e incluso a estas doctrinas en particular, a mi juicio el hombre que pertenece a este lado de la columna es Santo Tomás de Aquino.

Casi puedo oír a Francis Schaeffer gritándome desde el cielo ahora mismo porque de seguro no estaría de acuerdo con tener a Aquino en esta categoría. Pero recuerda que el propio Aquino habló de su deuda para con Agustín más que con cualquier otro teólogo en la historia de la iglesia.

Pero como Santo Tomás de Aquino es el teólogo por excelencia de la iglesia romana y dado que la teología católica romana contemporánea no abraza la postura agustiniana de la predestinación, los protestantes generalmente suponen que, por lo tanto, Santo Tomás tampoco lo hizo. Puedes objetar eso si quieres. Dejaré eso abierto para debate y discusión.

Con el próximo nombre, no hay debate. El siguiente definitivamente es del equipo de Agustín. Es el reformador de los reformadores, el hombre que más enfatizó la predestinación en el siglo dieciséis durante la Reforma, ¿quién fue? No, no era Juan Calvino. Juan Calvino era su subordinado.

El hombre que más rigurosamente defendió la postura agustiniana de la predestinación fue Martín Lutero. Ahora, eso es una sorpresa porque, en el mundo de hoy, el luteranismo se alinea en el lado opuesto del presbiterianismo en esta doctrina particular.

Eso se debe a una pequeña peculiaridad en la historia de la iglesia, donde poco después de la muerte de Lutero, el grupo luterano, bajo el liderazgo de Felipe Melancthon tomó un rumbo distinto y no siguió a Martín Lutero en su articulación de la postura de la predestinación.

 

Pero creo que se puede decir que Lutero escribió más sobre predestinación de lo que Calvino jamás pudo soñar y que no hay nada en la doctrina de la predestinación, que me venga a la mente, que Juan Calvino alguna vez enseñó y que Lutero no lo haya enseñado antes y más fuerte. Entonces, ahora podemos poner a Calvino como un compañero menor – Juan Calvino.

Luego, agregaría en este lado de la columna a Jonathan Edwards. Ahora, ¡Recuerda! Vamos a ser honestos justos y comprensivos en cuanto a todo esto. Ahora, si tú me hicieras la pregunta: “RC, ¿quiénes crees que son los cinco teólogos más importantes que hayan existido?

No tendría problema alguno en identificar a los cinco teólogos más importantes que hayan existido. Ellos serían: Agustín, Aquino, Lutero, Calvino y Edwards. Ahora, te digo algo, ellos están muy por arriba de los próximos cinco, quienes quiera que sean.

Ahora, por más parcializado que esto esté, creo que se puede decir que si preguntáramos a cien teólogos de distintas denominaciones quiénes fueron los diez mejores teólogos de la historia, al menos 98 de los 100 mencionarían a estos cinco entre los diez.

Es decir, aquí se está reconociendo a cinco titanes y gigantes de la fe cristiana y si todos ellos concuerdan en exponer la postura agustiniana de la predestinación, ¿eso quiere decir que la postura agustiniana de la predestinación es la correcta?

Por supuesto que no, porque estos cinco hombres no estaban de acuerdo en muchas cosas y aunque concordaron en la esencia de este tema particular, no hay garantía de que sus puntos de vista individuales o colectivos sean la versión correcta.

No apoyamos la infalibilidad de la tradición humana o de la infalibilidad de Agustín, Aquino, y los demás, Lutero, Calvino, Edwards; ni uno de esos o todos juntos. Pero les digo algo, cuando esos cinco están de acuerdo en algo, a eso le presto atención.

Y desarrollo este punto por esta razón, que muy a menudo, la así llamada postura “Reformada” de la predestinación es ligeramente desestimada como una aberración calvinista única en la historia de la iglesia y eso es históricamente falso. Ahora vayamos al otro lado y veamos los grandes teólogos que calzan en esta columna.

Bueno, tenemos a Pelagio, también a Erasmo, allí está Finney, a Wesley y también a Arminio, estos son algunos de los nombres importantes en la historia de la iglesia. Puedo escuchar en este momento a alguien que no está convencido de la postura agustiniana gritando a todo pulmón en protesta diciendo: “¡No es justo poner a estos cinco contra los otros cinco!”

Así que estoy listo para escribir el nombre de otra persona en este lado si quieres darme algunos grandes teólogos que tomaron esta otra posición. Ten presente que la abrumadora mayoría de cristianos evangélicos hoy en día están de este lado.

Este es un grupo minoritario en la escena contemporánea. Lo que más me llama la atención de este lado es que, en términos de absoluto poder de erudición bíblica, no se encuentran los titanes de ese lado. Los encuentras aquí. Pero tal vez si miramos la escena contemporánea, sería un poco diferente.

Si yo digo hoy: postura pro-agustiniana de la predestinación, incluiríamos allí (no tomaré tiempo para escribirlos, pero tú puedes ponerlos en el lado pro), incluiríamos a Francis Schaeffer, Gordan Clark y Cornelius Van Til y todos esos teólogos presbiterianos, así como algunas figuras anglicana y episcopales como J.I. Packer, Roger Nicole y otros por el estilo (Roger Nicole siendo bautista, por supuesto).

Al otro lado estarían los que no creen en la postura agustiniana, entre ellos estarían figuras como Clark Pinnock, John Warwick Montgomery y Norman Geisler del Seminario Teológico de Dallas.

Estos son algunos líderes formidables en el mundo evangélico contemporáneo que no han – Billy Graham, a pesar de no ser un teólogo, sin embargo es un líder cristiano muy influyente y que estaría del lado de los no-agustinianos, aunque confío en que su esposa Ruth estaría en la columna correcta.

Pero, en todo caso, lo que intento mostrarles aquí es que los cristianos están divididos y quiero que le demos la atención necesaria. Si te opones a la postura agustiniana de la predestinación, a la luz de aquellos exponentes de la iglesia que lo han presentado, creo que debemos considerarla muy seriamente antes de descartarla por completo.

Creo que los exponentes se merecen el respeto debido como para escuchar lo que han intentado enseñar a la iglesia sobre este punto. Bueno, tomemos algunos minutos para señalar algunas definiciones básicas.

La palabra ‘predestinación’ en español se compone de un prefijo y una raíz. El prefijo ‘pre’ significa ‘antes’, y la palabra ‘destino’ es una palabra que todos conocemos en el idioma español. Muchos llegaron a Ligonier esta semana ya que Ligonier era su destino; era el lugar donde tenían que ir. Cada vez que tú haces una reserva de vuelo con un agente de viajes, lo primero que quiere saber es cuál es tu destino, hacia dónde te diriges, el lugar dónde esperas llegar.

Ahora, cuando hablamos de la doctrina de la predestinación, no estamos hablando específicamente de si Dios causó directamente un accidente automovilístico o si se determinó de antemano que estés sentado en la silla donde te encuentras sentado ahora mismo. La doctrina de la predestinación se preocupa específicamente del tema de nuestro destino final.

Solo tenemos dos destinos disponibles como seres humanos; finalmente están: el cielo o el infierno; es decir, estar en un estado de salvación o estar en un estado de condenación. Y la predestinación propiamente dicha no se refiere a las preguntas diarias sobre si dejo o no esta tiza en el suelo, si eso estaba predestinado.

Eso caería bajo el título teológico de la providencia. Y esas interrogantes son preguntas legítimas para la teología: ¿cuánto de la soberanía de Dios está involucrada en nuestras acciones y actividades cotidianas, etc.

Pero la doctrina de la predestinación propiamente dicha se preocupa del tema de la salvación, y la predestinación se refiere a algo que ocurre antes que lleguemos a ese destino. La predestinación tiene que ver con la participación de Dios en el resultado final de nuestras vidas.

Ahora, esto te puede sonar extraño, pero tanto los agustinianos como los semi-pelagianos concuerdan en que la predestinación es algo que Dios hace. La predestinación tiene que ver con la elección de Dios con respecto a la salvación de las personas.

Y esto también puede sorprenderte, que ambas partes concuerden que Dios hace esa elección sobre nuestro destino final antes que nazcamos, de hecho, en la fundación del mundo, como acabamos de leer en Efesios, que Dios escogió a ciertas personas en la fundación, antes de la fundación del mundo.

Ahora, esto puede sorprenderte. Juan Wesley creía eso. Felipe Melancthon creía eso (Quise poner a Felipe Melancthon en esa lista hace un momento, también, pero no lo hice). En todo caso, dónde está el punto de división es en esta coyuntura crítica: ¿sobre qué base Dios elige para salvarte antes de la fundación del mundo?

¿La elección de Dios para salvarte está basada en su conocimiento previo de algo que Él mira por los corredores del tiempo y ve que tú vas a hacer? Y por lo tanto, mirando por los pasillos del tiempo sabe, por ejemplo, que Diego va a responder positivamente al Evangelio, que tú vas a elegir a Cristo cuando te llegue la oportunidad de escoger.

Sabiendo que vas a elegir a Cristo, entonces Dios te elige para salvación. Pero Él basa esa elección en su conocimiento previo de la decisión de Diego. ¿Estamos claros? De modo que Dios te está eligiendo para salvación, pero Él te escoge por algo que Él prevé en tu vida.

La postura agustiniana, por el contrario, diría que lo que Dios prevé en tu vida no tiene nada que ver con tu elección, que su elección es puramente por el puro placer de su voluntad, sin contemplar algo que tú puedas o no puedas hacer en el futuro. Eso es básicamente el meollo del asunto, de si la elección es o no con respecto a lo que haces, o sin una vista previa de lo que haces o qué harás con respecto a la proclamación del Evangelio.

Hay otras cosas que todos tenemos en común, pero luego al coincidir en ciertos puntos, surgen las divergencias. Y lo primero en lo que todo cristiano está de acuerdo es en que el Dios que adoramos es un Dios soberano. Cómo se desarrolla la soberanía en los asuntos de la salvación, eso es lo que nos divide; así que en nuestra próxima sesión veremos el concepto de la soberanía de Dios.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

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20/27 – La vida de oración de Cristo

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Cristo incomparable

20/27 – La vida de oración de Cristo

Nancy Leigh DeMoss

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-vida-de-oracion-de-cristo/

Leslie Basham: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Yo debo confesar que a menudo, cuando oro, a nivel de mis sentimientos, siento que nadie me está escuchando. Yo no puedo ver a Dios. A veces no puedo sentirlo. Cuando oro, necesito fe para creer que lo que no veo y no siento, es aún real, y que Dios está ahí, y que está oyendo, que Él está escuchando, y que Él responderá.

Leslie: Estás escuchandon Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. En las últimas semanas, hemos estado estudiando la vida de Jesús, siguiendo el bosquejo de un libro escrito por Oswald Sanders, El Cristo incomparable [The Incomparable Christ – disponible en Inglés]. Aquí está Nancy en la serie, El Cristo incomparable.

Nancy: Hoy queremos ver algo más que hace a Cristo incomparable, nadie es como Él.  Jesús fue un hombre de oración, y oraba porque era un hombre. Esto es parte de Su humanidad. Es una expresión de Su sentido de dependencia como hombre, el hecho de que Él oraba a Su Padre Celestial.

Como humanos, estamos necesitados y somos dependientes; no somos autosuficientes ni independientes. Necesitamos provisión, protección, dirección, sabiduría, ayuda, consuelo, y ánimo. Dios es el dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto. Él es la fuente de todo lo que necesitamos.

La oración significa que nos humillamos y reconocemos que estamos en necesidad, y le pedimos a Dios—quien lo tiene todo—que nos ayude a suplir esa necesidad. Eso significa que la oración es la expresión más grande de dependencia que podemos ofrecer a un Dios todo suficiente. Es el reconocimiento de que sabemos que Lo necesitamos.

Mientras pensaba en eso esta semana, me impactó que si realmente creyeramos que somos personas necesitadas y que Él es todo suficiente, que está dispuesto, y que es capaz de suplir todas nuestras necesidades, ¡entonces oraríamos! Pero el hecho es que oramos poco. Permíteme hacerlo más personal. El hecho es que yo no oro más o porque no me doy cuenta cuán necesitada realmente estoy, o porque tengo un espíritu orgulloso y autosuficiente, o porque no creo que Él puede satisfacer mis necesidades, o porque no creo que Él quiera satisfacerlas.

Si yo creyera que estoy necesitada y que Él está dispuesto y es capaz, entonces oraría. Así que si no oro, entonces hay algo que está mal con lo que estoy creyendo.

Tú no puedes conocer realmente a Cristo sin considerar seriamente Su vida de oración. Definitivamente es una de las cosas más importantes acerca de Él. Es una de las cosas que sale a relucir en los evangelios –particularmente en el Evangelio Lucas—una y otra vez. Lee el Evangelio de Lucas en algún momento, y traza un círculo a cada referencia a la oración. Podrás ver que Él, Cristo, era un hombre de oración.

En esta sesión, quiero hacer 10 observaciones acerca de la vida de oración de Cristo. No es nada profundo ni que no hayas escuchado antes, pero al meditar en Cristo como un hombre de oración, y en mi deseo de convertirme en una mujer de oración, aquí hay 10 cosas que he observado acerca de la vida de oración de Cristo que deberían animarnos y motivarnos.  

1. Él oraba a Su Padre. Su vida de oración estaba basada en una relación familiar. El hecho de que Él orara a Su Padre revela la intimidad de Su relación con Él. Sus oraciones no eran solo listas de peticiones, como suelen ser las mías —por favor has esto, y has aquello, y no olvides esto, y necesito aquello. Sus oraciones eran mucho más que eso. Él estaba pasando tiempo con alguien que conocía íntimamente, a quien amaba, y sabía que lo amaba y con quien quería pasar tiempo.

Pienso que el Salmo 27 el versículo 4, que es uno de mis versículos favoritos, es algo que Jesús pudo haber dicho:

“Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésta buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo.”

Jesús tenía ese deseo de estar con Su Padre. Así que Sus oraciones nacían de una relación con Él. 

2. Oraba con frecuencia. Él oraba mucho. No solo un poco, sino mucho. A veces Él se apartaba de la multitud con el propósito expreso de orar; pero a veces, oraba en el transcurso de su rutina diaria y de sus actividades. Mientras lees los evangelios, puedes darte cuenta de que los momentos claves de Su vida estuvieron marcados por la oración —Su bautismo, la elección de los doce discípulos, el Monte de la Transfiguración, la alimentación de los 5000, el Huerto de Getsemaní, la cruz — esos fueron momentos importantes que estuvieron marcados por la oración.

Pero Él también oraba en los momentos que no eran tan importantes, como una forma de vida. Él oró después de un día completo de ministrar, cuando estaba cansado. Él era un hombre. Un hombre de carne y hueso. Te imaginas cómo estaría, sumamente cansado. Él oraba antes de empezar un nuevo día de ministerio, con la gente presionándolo y con cosas pendientes por hacer y lugares a donde ir. Él oraba como parte de su rutina. Cada ocasión era adecuada para orar –para comunicarse con Su Padre, manteniendo esa línea de comunicación abierta. No había un evento, acontecimiento o detalle demasiado grande o demasiado pequeño para no fuera un motivo de oración. Él vivió orando y murió orando. Él oraba con regularidad. Esa era su forma de vida.

3. Él oraba solo y en compañía de otros.

En Lucas capítulo 5 versículo 15 vemos una ocasión en donde se nos dice que Jesús oró solo con Su Padre.

Ahora, Su fama crecía, y grandes multitudes se reunían a escucharle y a ser sanados de sus enfermedades; pero Él se retiraba a lugares desolados y oraba (v. 15-16).

Así que a veces Él dejaba la multitud —dejaba la presión, las responsabilidades, las fechas límites, y las demandas. Era un acto intencional de Su parte. Se retiraba y de manera intencional Él iba a sitios desolados donde no fuera interrumpido o distraído, y allí oraba. Sabemos también que hubo momentos en que Él fue a esos lugares desolados y trató de estar solo, y las multitudes le siguieron y se lo impidieron.

Una cosa me encanta del Salvador es que Él nunca se molestó con la gente. Me sucede a veces que cuando estoy en esos lugares desolados y quiero estudiar y buscar al Señor, cuando llega la multitud y me interrumpe puedo molestarme con la gente misma a la que el Señor me llamó a servir. Y digo esto por aquellas de ustedes que tienen niños pequeños y saben lo difícil que es apartarse de la multitud. A veces alejarse a un lugar desierto no significa enviarlos de campamento o que tú salgas de la casa por una semana. A veces significa que en medio de la multitud tú encuentres un lugar tranquilo en tu corazón.

Jesús sabía cómo hacer eso también, Él lograba estar sereno en medio de una multitud. Él oraba cuando estaba a solas con Su Padre, pero también en lugares públicos. Lucas capítulo 3 nos dice que Él oró en Su bautismo. Juan capítulo 6 nos dice que Él oró en la alimentación de los cinco mil, alzando los ojos al cielo y dio gracias —un lugar bastante público. Juan capítulo 11 dice que también oró ante la tumba de Lázaro. Así que Él oró en lugares públicos.

Luego Él también oraba con Sus discípulos. Yo creo que además de los momentos en que oraba sólo con Su Padre, esos tiempos de oración con Sus discípulos deben haber sido muy especiales para Él y también para ellos.

Lucas capítulo 11 nos dice,

Ahora Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dice, “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.”

Así que Jesús estaba con Sus discípulos. Ellos le veían orar. Ellos le escuchaban orar. De alguna manera, ellos estaban cerca cuando Él estaba orando, así que estaban motivados para decir, “Señor, enséñanos a orar.”

Versículo 2 Y Él les dijo, “Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.” (v. 2).

Él se llevó a Sus discípulos al lugar de oración. Podemos verlo nuevamente en el Monte de la Transfiguración en Lucas capítulo 9, “Y como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar”. (v.28). Él los llevó consigo. Él oró con ellos.

En el Huerto de Getsemaní, Él estaba con Sus discípulos. Cuando fue a orar, se retiró a la distancia de un tiro de piedra, pero Él oraba fervientemente. No puedo dejar de pensar que los discípulos sabían lo que estaba sucediendo. Probablemente lo podían ver. Tal vez podían escucharle mientras oraba.

Yo creo que Jesús sentó el patrón para que nosotros oremos con la familia de Dios. Oramos juntos cuando decimos, «Danos hoy el pan nuestro de cada día.” (Lucas 11:3). Yo sé que hay algunas personas que no se sienten cómodas orando con otros, pero quiero decirles que cuando lo hacemos en nuestro equipo de trabajo, es algo dulce. Algunas veces, yo llamo a mi madre y hago una oración de bendición al final del día. Ora con aquellos que conoces y que amas. Busquen al Señor juntos.

En nuestro equipo de trabajo nos encanta orar juntos. No solo nos encanta, sino que lo necesitamos. Estamos desesperados. Nosotros tenemos reuniones de oración de pie. Si escuchamos de una necesidad de alguno de nuestros oyentes, o de algo que sucede en el ministerio, espontáneamente nos reunimos. Hay mucha oración por aquí. No porque somos súper espirituales, sino porque realmente necesitamos al Señor, y lo necesitamos juntos. Permíteme animarte a que aproveches esas oportunidades.

Bueno, y me detuve mucho en este punto. Así que movámonos hacia otros.

4. Jesús siempre encontró tiempo para orar

Sin duda alguna, Él estaba más ocupado que lo que cualquiera de nosotros jamás estará—cuando pensamos que su lista de cosas pendientes consistía en todo el plan de redención que tenía que completar en tres años. Pero nunca estuvo tan ocupado que no tuviera tiempo para orar. Siempre fue una prioridad para Él.

Yo me reuní con algunos amigos para escuchar sus comentarios sobre estas sesiones, y estuvimos discutiendo este capítulo. Una de las jóvenes dijo que una de las primeras cosas que notó en el capítulo del libro de Oswald Sanders sobre la vida de oración de Cristo fue el orar a pesar del sentimiento de culpa por no orar lo suficiente. Yo conozco ese sentimiento: “No soy una persona que ora mucho; me voy a sentir culpable”. Y esta joven siguiendo diciendo, “pero mientras leía este capítulo me di cuenta de que Jesús realmente veía la oración como Su trabajo más importante. Él ponía todas las otras demandas por debajo de esto. Leer este capítulo me inspiró a orar aun cuando mi trabajo es agobiante”. Esas palabras son buenas palabras de aliento. Jesús siempre encontró tiempo para orar.

¿Quién de nosotros puede comparar su carga de trabajo con la de Cristo? ¿Quién de nosotras tiene más distracciones e interrupciones que las que Él enfrentaba cada día? Las suyas eran situaciones de vida o muerte. Cosas como, “¡Ven pronto que mi hija se está muriendo!” “Ya es demasiado tarde; ya se murió.” Eran cosas reales las que lo presionaban. Él tenía emergencias donde quiera. Pero Él encontraba tiempo para orar. Si alguien podía justificar el saltar o apresurar su tiempo de oración, Jesús parecía ser la persona indicada. Pero en las temporadas más ocupadas y con más presión de Su vida Él oró más, no menos.

Estuve leyendo otro libro sobre la vida de Cristo, meditando para esta serie, y me encontré con otro antiguo escritor que dijo, “Nosotros hacemos de nuestras ocupadas agendas y de las presiones demandantes una razón para no orar; Jesús las hizo una razón para orar.”1 ¿No es eso una buena palabra? Jesús siempre encontró tiempo para orar.

5. Jesús oró por aquellas cosas que Él sabía agradarían y honrarían a Su Padre y que redundaban en el avance del Reino de Dios.

Él estaba más interesado en eso que en Su propio bienestar. Siempre estaba sometiendo Su voluntad a la de Su Padre.

Me encanta el pasaje de Juan capítulo 12 el versículo 27, donde Jesús dice,

“Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: «Padre, sálvame de esta hora?” Pero para esto he llegado a esta hora. [Yo vine para morir, por esa razón Él me envió aquí. ¿Cuál es entonces su oración? Él no ora al Padre que le salve de esa hora, sino que dice] Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo:  le he glorificado, y de nuevo le glorificaré.” (v. 27-28).

En Su caso, glorificar el nombre de Dios significaba sufrir la cruz. Sus propios deseos estuvieron siempre sujetos y dirigidos hacia aquello que glorificaría y honraría al Padre.

Juan 17 “Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti,” (Juan 17:1). Ese fue siempre el propósito. Has lo que sea necesario para que Tú seas glorificado.

6. Jesús creía que Dios le escuchaba cuando oraba. Él oraba con la fe y la confianza de que Dios le escuchaba y respondería Sus oraciones. En la tumba de Lázaro en Juan capítulo 11, dice “Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído.” (v. 41-42). ¿Sabías que tú puedes tener la misma confianza cuando oras? Tal vez tú pienses, “¡Pero es que yo no soy Jesús!” Pues escucha este versículo.

“Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho.” (1 Juan 5: 14-15).

Él pensaba que Dios le escuchaba cuando Él oraba y que Dios le respondería. ¿Tú crees eso cuando tú oras? Yo debo de confesar que cuando oro, a nivel de mis sentimientos, a menudo creo que nadie me está escuchando. Yo no puedo ver a Dios. A veces tampoco lo siento. Mi vida de oración no es como esas que leo a veces donde la gente siente la presencia de Dios — eso no suele suceder conmigo. Cuando oro, necesito fe para creer que lo que no puedo ver ni sentir sigue siendo real, y que Dios está ahí y que Él está escuchando, y que Él va a responder.

7. Jesús oró mucho durante Su pasión. Es hacia esa semana que nos acercamos en esta serie; la semana del arresto, juicio y crucifixión de Cristo, también conocida como La Semana Santa. Él oró mucho en esos días en particular. En Lucas capítulo 22, vemos a Jesús en Getsemaní. Estaremos haciendo toda una sesión sobre ese evento. Escuchamos a Jesús orar en la cruz. Veremos de manera más breve lo que Él oró en la cruz.

Pero Yo quiero ver por un momento a Juan capítulo 17, la oración sacerdotal que hizo Jesús —la verdadera oración del Señor— la cual hizo entre el aposento alto y Getsemaní. Esta es una mirada íntima a la vida de oración de Cristo. Permíteme darte un bosquejo de ese capítulo.

  • Él oró por Sí mismo en Juan  17 de los versículos 1-5)
  • Él oró por Sus discípulos de los versículo  6-19

Él dijo en el versículo 11 “Guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros; “No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno (v.15)”; “Santifícalos en la verdad (v.17)”. Él oró primero por Sí mismo y luego por Sus discípulos.

  • Y entonces me encanta esto, de los versículos 20-26 ¡Él oró por nosotros!

“Más no ruego solo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos [¡Esos somos nosotros!], para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria…” (v.20-21, 24).

Piensa en Jesús orando estas cosas por nosotros. Esto muestra Su corazón, ya que oró por otros cuando probablemente estaba siendo consumido con Sus propias necesidades. Él oró por Sí mismo, oró Sus discípulos, oró por nosotros, pero sobre todo—en Su vida de oración durante la semana de su pasión y durante toda su vida—Él oró por la gloria de Dios, para que se hiciera Su voluntad.

Tan solo unas horas después de la oración de Juan 17, Él oró en Getsemaní, y le dijo a sus discípulos, “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. (Mt. 26:41). ¿No es interesante que sus discípulos se durmieron y cayeron en tentación? Jesús oró (mientras ellos dormian) y venció la tentación. Él conquistó al pecado y a la muerte. Él compró nuestra salvación. Y me llegó el pensamiento mientras meditaba anoche en este pasaje, imagínate¿Y si el Señor no hubiera orado? ¿Y si Él se hubiera quedado dormido cuando se suponía que estuviera orando?

Nosotros no podemos responder esa pregunta, porque Él hizo siempre la voluntad de Su Padre, pero piénsalo. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera dormido en vez de orar? ¿Hubiera caído Él también en la tentación? Sé que es una pregunta absurda porque Jesús no pecó ni podía pecar, pero ¿No te alegra saber que Él oró? Yo me pregunto cuál sería la diferencia en nuestras vidas si nosotras oráramos en vez de dormir. Por supuesto que el sueño es un buen regalo. Hay un tiempo de dormir, pero hay un tiempo de levantarse y orar.

8. Jesús oró de manera fervorosa y apasionada. No oraciones monótonas. Yo pienso que, si fuera posible, nuestras oraciones harían que Dios se durmiera. Él debe estar allá arriba preguntándose si realmente nos interesa que Él nos conceda lo que le pedimos. ¿Realmente esto les importa? Yo creo que Dios podría pensar así acerca de muchas de mis oraciones. ¡Pero no de las de Jesús!

En Hebreos capítulo 5 nos dice que, “Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.”

Estamos casi llegando al Huerto de Getsemaní en esta serie. Cuán pocos de nosotros conoce aunque sea un poco lo que significa agonizar en oración como Jesús lo hizo.

9. Aun cuando fue abandonado por Su Padre, y Dios rehusó responderle, Él oró.

Nosotras sabemos que el Salmo 22 es un salmo mesiánico. Jesús oró parte de él en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, de día clamo y no respondes; y de noche, pero no hay para mí reposo.” (v. 1-2).

Cuando Jesús se hizo pecado por nosotros, Dios le dio la espalda a Su Hijo. Pero Jesús siguió orando. En la hora más oscura y desolada de su vida, a través de sus oraciones en la cruz, Él demostró fe de que Dios aún estaba allí. Incluso cuando Él no podía sentirlo.

Gloria a Dios. A aquellos que estamos en Cristo, Dios nunca nos abandonará ni nos dejará. Pero a veces es así como nos sentimos, ¿no es cierto? No podemos sentir Su presencia, ni podemos ver lo que Él está haciendo. Pero la pregunta es, ¿oraremos de todas maneras como lo hizo Jesús?

10. Jesús sigue orando. Él continúa orando por nosotros en el cielo aun hoy. Él oró durante toda Su vida en la tierra. Él oró a través de Su pasión. Oró en la cruz. ¡Y sigue orando! Él no ha parado. “Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos”. (Hebreos 7:25). En Romanos capítulo 8 versículo 34 nos dice que Él está “a la diestra de Dios intercediendo por nosotros”. ¿No te da gozo saber esto?

¡Gracias Jesús por tus oraciones por nosotras! Gracias Señor que oraste cuando era fácil y cuando no lo era, y oraste cuando estabas muy ocupado y cuando había calma, oraste con otros y oraste solo, oraste a Tu Padre celestial porque le conocías y le amabas, y querías estar con Él. Señor, hemos sido animadas por tu vida de oración y estamos agradecidas. Muchas gracias. Ahora junto con los discípulos te pedimos que Tú nos enseñes a orar. Oh Señor, Tú eres realmente incomparable. Te amamos y te adoramos. En el nombre de Jesús, amén.

Leslie: Esta es Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín, ayudándote a aprender más acerca de la oración a través de la vida de Jesús. Este mensaje es parte de la serie titulada, El Cristo incomparable. Para escuchar los mensajes de esta serie predicados hasta ahora, visita la página  www.AvivaNuestrosCorazones.com. Cuando estés allí puedes escuchar los programas anteriores o leer las transcripciones.

Esto es lo que descubrió una oyente del Reino Unido hace poco. Ella estaba enferma y en cama por muchas semanas, y quería usar su tiempo sabiamente. Ella no podía salir de la casa para ir a la iglesia, ni tenía la energía para leer. Cuando descubrió AvivaNuestrosCorazones.com dijo,

Yo absorbí tanto del ministerio en internet —escuchando las transmisiones cada día, pero también escuchando serie tras serie de los archivos. Había tal riqueza allí, y fui edificada en tantas áreas.

Estando ya fuera de su lecho, ella aún escucha las grabaciones del ministerio y continúa diciendo,

Me siento atacada por los valores del mundo desde todos los ángulos, y siento que he llegado a entender el patrón de Dios para la femineidad más claramente por medio de la enseñanza de Aviva Nuestros Corazones.

Alrededor del mundo, las mujeres pueden accesar a AvivaNuestrosCorazones.com gracias a los oyentes que contribuyen financieramente y hacen posible el ministerio. ¿Le pedirías al Señor que te muestre lo que Él podría haberte dado para apoyar a Aviva Nuestros Corazones?

Puedes hacer tus donaciones de cualquier monto en AvivaNuestrosCorazones.com, o puedes llamarnos al 1-800-569-5959, y especificar que deseas contribuir con el ministerio de alcance en español.

En el Huerto de Getsemaní, Jesús agonizó en oración. ¿Por qué Él asumió Su próxima prueba con tal angustia? No fue solamente el dolor de la cruz. Había algo más allá. Considera la angustia de Cristo mañana en Aviva Nuestros Corazones.

 

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

James Stalker. Pulpit Legends: Studies on the Person of Christ. (Chattanooga, TN: AMG Publishers, 1995), 195.

Usado con permiso del Ministerio Aviva Nuestros Corazones 

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

¿Dónde está Dios?

Isha – Salmos

DÍA 104 – Salmo 66 y 67

Dosis: Alabanza y Presencia

¿Dónde está Dios?

“Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado; pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi plegaria. ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria ni me negó su amor!” (Salmo 66:18–20) (NVI)

El salmo 66 alaba los poderosos hechos de Dios, el salmista no sólo recuerda los portentos de Dios a favor de su pueblo sino además cómo Él interviene en la vida personal de quienes le aman y le temen. Por eso, invita a que canten y alaben al Señor pues aunque permite pruebas, Él nos sostiene. Pero a la vez, nos recuerda algo fundamental; que si hay pecado en nuestra vida, nuestra oración será estorbada. Dios siempre nos oye, pero el pecado puede obstaculizar que recibamos la respuesta que queremos hasta que venga la confesión y el cambio de conducta. ¿Hay pecado en nuestras vidas que no le hemos confesado al Señor? Oraremos como David para que el Señor nos lo muestre.

El salmo 67 exhorta a que todos los pueblos le alaben. ¡Qué maravilla será cuando esto se cumpla! Mientras tanto, debemos ir a las naciones y anunciar el Evangelio para que todos crean. El salmista anhela que la bendición de Dios alcance a todos: “Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros, para que se conozcan en la tierra sus caminos, y entre todas las naciones su salvación. Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben. Sin embargo, muchos hoy se enfrentan a la duda: ¿dónde está Dios? ¿Cómo explicamos su presencia cuando un huracán o un terremoto destruyen toda una ciudad o un pueblo? ¿Dónde está Dios durante un genocidio?

Se cuenta de un niño que fue llevado ante un famoso maestro. “Hijo, te daré un florín si me dices dónde vive Dios”, le pidió el sabio. El niño respondió: “Yo te daré dos, si me dices dónde no está”. Dios está en todo lugar. Aunque no podamos verlo, Él está ahí, en medio de las tragedias más terribles. Como dice el salmista, él nos escucha y no rechaza nuestras plegarias. ¿Dónde está Dios durante los problemas? Una cosa te aseguro: ahí está. Él está en todo lugar.

También se cuenta de un famoso rabino que preguntó a sus invitados dónde habita Dios. Ellos se rieron de él: “¿Qué estás diciendo? ¡El mundo está lleno de su gloria!” Pero él contestó: “Dios habita donde se le deja pasar”. ¿Percibes la diferencia? Dios está en todo lugar. Él está atento a todo lo que pasa. Nada escapa de su escrutinio, pero Dios habita, vive, mora, ayuda, auxilia a todo aquel que le busca.

En las tragedias de la vida la gente se acuerda de que Dios existe, pero Dios atiende a las plegarias solo de aquellos que le dejan entrar a su vida. Cuida que nada se interponga entre tú y Dios. Confiesa hoy si algún pecado está estorbando tu oración. Recuerda que Dios está más cerca que tu propio corazón.

Oración: Señor, muestra si hay pecado que estorbe hoy mi oración. Gracias porque estás en mi vida y puedo acudir a ti en todo momento. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 120). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

 

Él se llama el Verbo

Viernes 20 Diciembre

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Juan 1:1

El Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad.

Juan 1:14

Él se llama el Verbo

El evangelio de Juan nos presenta a una Persona divina y eterna llamada la Palabra, o “el Verbo” (Juan 1). Declara que “el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). “El Verbo” no es otro que Jesús, el Hijo de Dios.

Esto significa que en Jesús Dios habla, se expresa, se comunica con nosotros. “Dios… nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1-2).

http://labuenasemilla.net/20191220

Escuchar a Jesús es, pues, escuchar a Dios hablándonos. Su vida en la tierra proclama la grandeza y la santidad de Dios, pero también su bondad y su maravilloso amor. Jesús dice: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Él nos revela la verdad sobre nuestro estado interior, pero también la gracia divina que responde a ello. “La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Toda su persona expresa el profundo interés y las compasiones de Dios por el hombre.

Su muerte en la cruz es un poderoso mensaje que proclama fuerte y claramente el amor de Dios frente al odio del hombre. Su vida santa entregada por nosotros, los culpables, trae la salvación: “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

En el libro del Apocalipsis (cap. 19:11-13) encontramos otra vez al Verbo. Allí también lleva otro nombre: “Rey de reyes y Señor de señores” (v. 16). En esta ocasión, el Verbo viene para juzgar, porque el tiempo de la gracia de Dios habrá pasado. Prestemos, pues, atención ahora a sus palabras de gracia.

Zacarías 2-3 – Apocalipsis 13 – Salmo 145:1-7 – Proverbios 30:11-14

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