¿Cómo entrar en el Reino de Dios?

Grace en Español

Josías Grauman

¿Cómo entrar en el Reino de Dios?

Josías Grauman

Josías es licenciado en idiomas bíblicos por The Master’s University y con Maestría en Divinidad por The Master’s Seminary. Sirvió durante cinco años como capellán del Hospital General de Los Angeles (California), y sirvió como misionero por dos años en la Ciudad de México. En la actualidad , está encomendado como anciano de la iglesia Grace Community Church donde sirviendo en el ministerio hispano. Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos.

Así se predicó el SERMÓN que encendió el GRAN DESPERTAR

BITE

Así se predicó el SERMÓN que encendió el GRAN DESPERTAR

Este famoso sermón tuvo un inicio, pero nunca se pudo concluir, por las reacciones que causó.

Jonathan Edwards había sido invitado a predicar a la iglesia de Enfield, una iglesia conocida por su frialdad espiritual y su resistencia al avivamiento, en un momento en el que Nueva Inglaterra estaba empezando a sentir un despertar espiritual que se conocería posteriormente como el Gran Despertar.

Sin proponérselo, la predicación de Edwards fue el golpe que aceleraría una renovación espiritual en medio de este movimiento único en la historia del cristianismo.

Pero Edwards nunca fue uno de esos predicadores con alta y fuerte voz, de hecho, su estilo de predicación era sencillo: voz débil y pocos gestos; simplemente leía desde un manuscrito que había memorizado.

Tampoco era la primera vez que Edwards predicaba este sermón, ya lo había hecho en su propia congregación en Northampton, Massachusetts, con un efecto desconocido.

Según la tradición, Edwards ni siquiera fue el predicador que debía exponer el sermón ese día. Él era un suplente.

Además de todo, el auditorio era difícil. Las personas que asistían al servicio no mostraban ningún interés en particular. No había un ambiente de expectativa ni de solemnidad, ni siquiera prestaban atención discreta o educada.

Pero entonces Edwards comenzó a predicar. No sabemos exactamente cómo lo hizo, no sabemos qué estilo utilizó, su tono exacto de voz o cualquier idea que tengamos de su técnica, sólo tenemos evidencias a partir de algunos informes de ese día.

En el desarrollo del sermón, Edwards empezó a acumular progresivamente ilustraciones sobre los horrores del infierno y la justicia de Dios, lo que empezó poco a poco a causar gritos de terror al escuchar la gráfica descripción de la condenación que experimentarían los malvados.

Edwards no pudo culminar su predicación aquel día. Los gritos de terror de las personas que lo escuchaban no lo dejaron concluir, mientras clamaban: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. El plan de Edwards era finalizar su sermón mostrando el consuelo del evangelio. Irónicamente, sus oyentes no lo dejaron llegar a ese punto.

Con todo, este sermón, tal vez el más famoso en la historia de la iglesia, es usado como un supuesto ejemplo de la predicación terrorífica calvinista de El Gran Despertar, y como una muestra de la frialdad de Edwards casi al borde del sadismo en relación a la justicia de Dios. Pero es importante conocer el contexto, las predicaciones sobre el infierno eran muy comunes durante ese tiempo, así que lo que hizo que el sermón de Edwards fuera impactante no fue que predicara sobre el infierno, sino cómo predicaba sobre el infierno.

Edwards estaba más interesado en mostrar la Gloria de Dios y la necesidad del pecador de experimentar esa Gloria a través de Cristo. Es fácil darse cuenta de esto al estudiar la vida, la obra y el pensamiento de Edwards.

Este sermón ha sufrido constantes análisis por parte de lingüistas, psicólogos y expertos que lo han asociado con la física newtoniana con el prodigio de la narrativa y la elocuencia, y con la construcción lógica y rítmica de un discurso.

Este es un sermón típico del Gran Despertar, que enfatiza la enseñanza de que el infierno es real, un lugar que realmente existe. El sermón de Edwards continúa siendo el ejemplo principal de un sermón de que provoca un verdadero avivamiento y aún nos sigue retando y persuadiendo sobre nuestra realidad espiritual.

CIBERGRAFÍA

Pecadores en manos de un Dios airado: http://bit.ly/2GRYD3H
Jonathan Edwards Preaches “Sinners in the Hands of an Angry God”: http://bit.ly/2I1uLDR
Avivado por la belleza de Dios: http://bit.ly/2Gu9fpN
Sinners in the Hands of an Angry God: http://bit.ly/2Ij0u3Q

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9/17 – Santidad

El Proyecto Biblia

Serie: Temas Bíblicos

9/17 – Santidad

En este video, exploramos la importancia de las antiguas leyes en el Antiguo Testamento. ¿Por qué están en la Biblia y qué le dicen a los seguidores de Jesús? Exploramos cómo estas cumplieron un propósito estratégico en una fase clave de la historia bíblica, conduciendo hacia Jesús quién cumplió la ley y la resumió en el llamado a amar a Dios y a amar a tu prójimo como a ti mismo.

https://thebibleproject.com/international/spanish/

En el metro

Sábado 28 Diciembre

Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.

1 Samuel 9:27

¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra del Señor.

Jeremías 22:29

En el metro

En una encuesta realizada por el Washington Post sobre los centros de interés de las personas y sus prioridades, se experimentó lo siguiente: se le pidió a Joshua Bell, un famoso violinista, que tocara en una estación de metro en Washington. Dos días antes había dado un concierto en el teatro de Boston, el cual estuvo repleto, con precios cercanos a los cien dólares la entrada.

En una fría mañana de enero de 2007, tocó durante más de cuarenta minutos en una estación de metro en una hora pico. Solo siete personas se detuvieron realmente a escuchar un momento. Una veintena, sin detenerse, le dio dinero. Una sola, entre más de mil, lo reconoció.

Una de las conclusiones que podemos sacar de esta experiencia podría ser: si no tenemos un instante para detenernos, reconocer y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo, ¿cuántas otras cosas nos perdemos?

Cada día miles de personas pasan al lado de Dios sin verlo ni escucharlo, como si no existiera. Se lo relega a los edificios religiosos, sin embargo él está aquí, muy cerca de nosotros, listo para revelarse en nuestra vida cotidiana. No hagamos como esos transeúntes demasiado absorbidos por sus asuntos, sino que tomémonos el tiempo para detenernos y conocer la medida de su amor hacia nosotros y del don que nos hizo en Jesucristo.

“Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).

Zacarías 14 – Apocalipsis 20 – Salmo 148:1-8 – Proverbios 31:1-7

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