“Dios es sexista porque les da más privilegios a los hombres”.
“Los cristianos oprimen y menosprecian a las mujeres y su Biblia les enseña a hacerlo”.
No dudo que hayas escuchado las acusaciones, y que hayas tenido dudas sobre este tema en tu propio corazón. Es un tema difícil, hecho más complicado por la retórica y terminología ambigua que a veces se usa.
¿Qué es la igualdad de género? Si buscas una definición, encontrarás algo parecido a esta de Wikipedia: La igualdad de género implica que hombres y mujeres deben recibir los mismos beneficios, las mismas sentencias y ser tratados con el mismo respeto. Aunque hay muchas diferentes maneras de entender este término, vamos a tomar esta definición como base. Entonces…
¿La Biblia enseña y apoya el trato equitativo y justo de las mujeres?
Quizá nos ayude contestar esta pregunta si vemos en qué áreas la Biblia no indica una diferencia entre los géneros.
Igualdad en origen y patrón. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó (Gen. 1:27 NVI). Tanto el hombre como la mujer fueron creados igualmente a la imagen de Dios. No hay ninguna indicación en ningún pasaje de la Biblia que diga que uno lleve más o menos imagen de Dios que el otro.
Igualdad en naturaleza pecaminosa. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno (Rom. 3:10). Aunque Eva fue la que pecó primero, Dios le pidió cuentas a Adán. Ambos fueron considerados igualmente pecadores y separados de su comunión con Dios por su pecado. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino (Is. 53:6). Esto significa que igualmente daremos cuenta por nuestro pecado e igualmente somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.
Igualdad en valor y posición. Porque de tal manera amó Dios al mundo… (Jn. 3:16). El amor de Dios para con sus seres creados a su imagen es parejo para hombres y mujeres. No queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento (2 Pe. 3:9). Él desea salvar a todos por igual. Nos ofrece esa posición de “escogidos” tanto a mujeres como a hombres: Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros (Juan 15:16). El mundo dice que Dios no valora a las mujeres porque no les permite cierta posición, pero nuestra posición delante de Él no se basa en nuestro género.
Hay muchos puntos más de igualdad en la Biblia que podríamos destacar, pero estos tres son los más esenciales para nuestra identidad en Cristo. Podemos concluir que, en los aspectos más profundos de nuestra identidad como hijas de Dios, Dios nos trata completamente igual que a los hombres. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús (Gal. 3:28).
Entonces, ¿por qué las personas dicen que la Biblia está en contra de la igualdad de género? Lo dicen porque Dios sí hace diferencia entre mujeres y hombres. Son diferencias que muchas mujeres resisten al estudiar su Biblia. Son diferencias de roles. Probablemente conoces estas enseñanzas bíblicas así que solo las voy a explicar brevemente.
El rol de ayuda idónea en el hogar. No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea (Gen. 2:18). Dios diseñó a la mujer como la contraparte perfecta del hombre que creó primero. Dios también instruye a la mujer en el Nuevo Testamento que se someta a su esposo como la iglesia se somete a Cristo (Ef 5). En el diseño de Dios para la familia, el hombre es la cabeza del hogar, y la mujer se somete gozosamente a su liderazgo. El mundo iguala “ayuda” y “sumisión” a “inferioridad”. ¿Tú crees esto?
El rol de aprendiz sumisa en la iglesia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre (1 Tim. 2:12). Dios ha dejado muy claro en este, y otros, pasajes del Nuevo Testamento, que la autoridad y enseñanza principal en la iglesia se lleve a cabo por hombres. La mujer puede y debe enseñar a otras mujeres y niños (Tito 2), pero tener autoridad (en posición o enseñanza) sobre los hombres no le es permitido en el plan de Dios para su iglesia. Las mujeres deben modelar un espíritu afable y sumiso en todos los escenarios de su vida, pero la Biblia no prohibe que la mujer tenga autoridad sobre hombres en alguna empresa o en la política.
Es importante notar que Dios nunca indica inferioridad del género femenino como razón para esta diferencia de roles. Dios es un Dios de orden y creatividad. Lo demostró cuando creó a los animales, las plantas, incluso el sol, la luna y las estrellas. Vemos orden en muchas áreas de la vida. ¿El vicepresidente de una compañía es una persona de valor personal inferior al presidente? Función o posición de autoridad no indica grado de valor personal.
En las historias de la Biblia, y la historia del mundo, hay un sinfín de historias trágicas y tristes sobre el abuso y maltrato de hombres hacia mujeres. El pecado ha roto este mundo, y las mujeres hemos sufrido como objetos de ese pecado. Pero el pecado no cambia el diseño original de la creación de Dios.
Como joven y ahora como mujer de carácter fuerte e independiente, he tenido que luchar con este tema. He llegado a la conclusión que mi perspectiva depende de una sola gran pregunta:
¿Confías en tu Diseñador? ¿Realmente crees que Dios es sabio, bueno, y soberano? Si Él te creó y diseñó, ¿no sería Él mismo que mejor sabe cómo funcionas? ¿Has considerado que Dios estableció el orden de esposo-> esposa-> hijos en el hogar porque ama profundamente a las mujeres y quiere que desarrollen su identidad y diseño en el hogar sin obstáculos? Él no quiso cargar sobre nuestros hombros una responsabilidad que no nos diseñó para cargar. ¿Has pensado que, por amor a su iglesia, Él equipó y diseñó a los hombres para llevar a cabo la dirección y enseñanza de su rebaño?
Chicas sabias, quitémonos los lentes del mundo y pongámonos los lentes de Dios. ¡No escuchemos los gritos de mujeres que no entienden ni aceptan el dominio de Dios sobre sus vidas! Estudiemos los roles que Dios ha diseñado para su creación, y gocémonos en sus dones perfectos. Lee capítulo nueve de Chicas sabias en un mundo salvaje, y ¡deléitate en el privilegio que tienes de vivir el diseño perfecto de tu Creador!
Reto Lee: Chicas Sabias en un Mundo Salvaje: Capítulo 9: Roles; y Capítulo 10: Conducta Sexual (p. 129-162) Génesis 2:18-25; Efesios 5 Memoriza: Génesis 2:24 Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Reflexiona: ¿Tienes un genuino deseo de entender los roles de género que la Biblia establece? ¿O te has dejado llevar por el mundo a tal grado que ya no quieres saber nada más? ¿Te deleitas en el hecho de que tu Diseñador te hizo mujer para un propósito especial? Comprométete hoy a dedicarte a glorificarle a Él con cada aspecto de tu feminidad. ¿Qué perspectiva tienes del sexo? ¿Te satisfaces con demasiada facilidad, aceptando la versión pervertida y deficiente del placer sexual que el mundo ofrece? Ora: Diseñador Perfecto, reconozco que las voces a mi alrededor han encontrado lugar en mi corazón y mente. Someto mi concepto de la feminidad y el sexo a tu Palabra, y te pido que me des una comprensión mayor de tu plan perfecto. ¡Te alabo como el Creador todo sabio!
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Sobre el autor Susi Bixby Tiene 21 años de casada con Mateo, y ama a sus tres regalos de Dios: Aaron, Ana y David. Deseando vivir el diseño de Dios para su vida, dedica la mayor parte de su energía a su familia. Es esposa … leer más …
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LIDIANDO CON LAS TENTACIONES SEXUALES EN MI MATRIMONIO. «Hombres de Verdad» es un programa basado en lo que la biblia enseña acerca del papel que debe desempeñar el hombre en las diferentes esferas de la vida. Nos vemos todos los lunes a las 5:00 PM con un episodio nuevo.
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Es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puede encontrarlo en Twitter.
Una producción de Ministerios Integridad & Sabiduría
¡Llegamos a nuestra última semana! Que maravilloso ha sido caminar juntas a través de estas seis semanas. Gracias por haber estado no nosotras. Hoy damos fin a nuestro estudio bíblico de Elisabet.
Esta semana hablaremos de la canción de Elisabet. Los cristianos deberían ser personas que cantan. Aquellos que no conocen a Cristo tienen muy poco de qué cantar y nada de qué cantar cuando se trata de la muerte. Por otro lado, aquellos que sí conocen a Cristo tienen muchas razones para irrumpir en cánticos.
No es pecado querer un hijo. No es pecado querer estar casado. No es pecado querer una carrera más satisfactoria. No es pecado desear provisión financiera. Estos anhelos no son, en sí mismos, pecaminosos. Lo que es pecaminoso es cuando exigimos que se cumplan ahora o tomar una postura de amargura frente a la desilusión.
Los anhelos más profundos de nuestros corazones no pueden ser llenados por una persona o cosa creada, y es por eso que debemos aprender a aceptar los anhelos no cumplidos, aprender a vivir con ellos y rendirlos a Dios.
Frases para meditar: Charles Spurgeon lo dijo de esta manera: «Somos ordenados para ser los trovadores de los cielos, así que ensayemos nuestro eterno himno antes de cantarlo en los pasillos de la Nueva Jerusalén». A través de su Palabra, Dios nos llama a más que simplemente soportar la desilusión. Debemos usar nuestras vidas para dar gloria a Dios y animarnos unos a otros. Los redimidos siempre tienen motivos para cantar, incluso cuando nuestros corazones están abatidos o nuestras circunstancias son abrumadoras. Ante la desilusión, la alabanza puede sentirse como un sacrificio. Somos tentadas a perder la esperanza o exigir nuestro propio camino. Y sin embargo, una vez rendidas, las desilusiones funcionan como la leña, alimentando nuestra devoción al Señor. Profundiza más: Elisabet nos muestra cómo cantar a través de las desilusiones de la vida. ¿Tienes una canción o un himno que te recuerda la fidelidad de Dios? ¿Cómo reaccionas ante esta afirmación? «… Los anhelos no son, en sí mismos, pecaminosos. Lo que es pecaminoso es cuando exigimos que se cumplan ahora, o cuando tomamos una postura de amargura frente a la desilusión». ¿Alguna vez has respondido pecaminosamente ante los anhelos no cumplidos? ¿Qué has aprendido acerca de rendir tus deseos a Dios?
Recuerda: Mis amadas la historia de Elisabet es un recordatorio de que podemos enfrentar la desilusión con gracia debido a la esperanza que tenemos en Cristo. Nuestras historias pueden ser una continuación de su canción, mientras nos recordamos mutuamente que debemos mirar más allá de nuestros deseos no cumplidos hacia Aquel que, en última instancia, satisfará cada anhelo.
Nuestras circunstancias en este momento no durarán para siempre. Hay algo más grande. Hay algo que las supera, que excede nuestras circunstancias. Elisabet pudo enfrentar su desilusión porque sabía que se avecinaba un día en que todos los reyes, cada presidente, cada primer ministro, cada dictador, cada esposo, cada jefe, cada líder, cada político; todos se inclinarían ante Su majestad, y Jesús reinará por los siglos de los siglos.
¡Llegamos a nuestra quinta semana! Que maravilloso ha sido caminar juntas a través de las escrituras. Hoy continuamos con nuestro estudio bíblico de Elisabet.
El pecado de Adán y Eva tomó la creacion perfecta de Dios y la rompió hasta lo más profundo. Nuestros corazones están rotos, plagados de pecado. Nuestras relaciones están rotas, infectadas con orgullo y egoísmo. Nuestro planeta está roto, gimiendo bajo el peso del pecado y la muerte. Y como resultado, cada una de nosotras debe lidiar con el profundo anhelo de la redención.
Tanto Elisabet como nosotras vivimos en una cultura desesperadamente necesitada de la verdadera esperanza. Ella era parte de una cultura judía que había estado buscando un salvador durante generaciones.
La semana pasada vimos consejos prácticos de cómo poder servir a los demás, de cómo ser un canal de bendición para otras y hablamos de nuestras motivaciones en el servicio. Hoy comenzaremos viendo que la desilusión entró en el mundo mucho antes de que Elisabet tuviera que enfrentar sus anhelos insatisfechos de tener un hijo, y existe entre nosotras mucho después de que su historia se registrará en el libro de Lucas. Pero cuando vemos la vida de Elisabet podemos seguir su ejemplo compartiendo el evangelio y declarando la esperanza a un mundo desilusionado.
Frases para meditar: «Una de las cosas que amo acerca del Señor es que Él siempre escribe el capítulo final; y Él conoce ese capítulo final mucho antes de que nosotros podamos conocerlo.»
«Elisabet espero por años convertirse en madre. Ella enfrentó la infertilidad mes tras mes. Y cuando parecía haber perdido toda esperanza, Dios intervino de una manera sobrenatural, trayendo fin a toda su desilusión en una forma extraordinaria.»
«Cuando Elisabet cruzó su mirada con la mirada de la madre de Jesús, María, ella comprendió cuál era el final que más importaba. Sus más profundos anhelos serian satisfechos. ¡Cristo estaba en camino!»
«Igual que los anhelos de Elisabet se desvanecieron con las noticias de que Jesús iba a nacer pronto, nosotras podemos aferrarnos a esa esperanza, porque gracias a Jesús, nuestras historias tienen un final maravilloso.»
Profundiza más: ¿Cómo el servir a otros, el alabar a Dios y el memorizar Su Palabra nos ayuda con nuestras desilusiones? ¿Cómo te consuela saber que Dios tiene un plan y que Él está escribiendo un final notable para la historia de tu vida?
Recuerda: Mis amadas la historia de Elisabet es un recordatorio de que podemos enfrentar la desilusión con gracia debido a la esperanza que tenemos en Cristo. Nuestras historias pueden ser una continuación de su canción, mientras nos recordamos mutuamente que debemos mirar más allá de nuestros deseos no cumplidos hacia Aquel que, en última instancia, satisfará cada anhelo.
La semana pasada compartimos sobre nuestras desilusiones y sobre cómo Dios ha ido obrando no sólo en nuestras vidas sino también en nuestros corazones. Esta semana estaremos viendo de una manera práctica cómo reaccionar cuando nos encontramos en medio de circunstancias difíciles, sin caer en la manipulación y aprendendiendo a dejar que Dios sea Dios.
Todo lo que llega a nuestras vidas de una forma u otra, si somos hijas de Dios, es parte del plan de Dios para dar a conocer a Jesús al mundo. ¡Si tan solo pudieramos ver eso! Ojalá que cuando no podamos verlo, podamos permanecer confiando en su plan soberano. Dios tenía un plan y un propósito para la vida de Elisabet. Ella era un pedacito, una parte muy pequeña, de una imagen mucho más grande.
Para este estudio seguiremos conversando con Berenice Montes, Orfa Montes y Pamela Espinosa sobre las desilusiones y lo que significa rendir a Dios tus anhelos. ¡Acompáñanos!
Entra al enlace y accede al video.
Frases para meditar: «La obediencia a Dios no es un medio para hacer que Él haga nuestra voluntad. No obedecemos a Dios para que Él nos haga la vida más fácil. Obedecemos a Dios porque Él es Dios, es soberano y es digno de nuestra obediencia».
«Las experiencias y dudas de Zacarías no importaban. ¡Dios estaba obrando! Dios era soberano sobre la esterilidad de Elisabet y Zacarías y Dios es, en última instancia, soberano en nuestras propias vidas».
«Recuerda que Zacarías y Elisabet fueron fieles en su compromiso con el Señor, aunque Zacarías tuvo un lapso temporal en su confianza a Dios y dudó de que Él pudiera cumplir su promesa. De la misma manera, nuestras cabezas pueden saber que Dios es soberano, pero nuestros corazones pueden dudar que Él tiene toda la autoridad sobre los desafíos que enfrentamos».
Profundiza más: ¿Cómo crees que la constante exposición a las redes sociales y la forma en la que comparamos nuestras vidas con otras mujeres, contribuye a generar sentimientos pecaminosos y desilusión por lo que no tenemos? ¿Cómo lidias en tu vida diaria con lo que dicen o piensan los demás en medio de tus aflicciones? ¿Qué cosas prácticas puedes empezar a hacer para dejar a Dios ser Dios?
Recuerda: El contentamiento no es lo mismo que estar en un estado «zen» o negar las desilusiones que han existido en nuestras vidas. Es llegar a la bifurcación entre la esperanza y la desesperación y escoger la esperanza; confiando en que Dios está trabajando en redimir nuestro sufrimiento para Su gloria. Esta es la elección que nos libera y nos lleva a Jesús.
La semana pasada visitamos la tierra del anhelo, estuvimos compartiendo con hermanas que han pasado por desilusiones en sus vidas; pero también vimos cómo Dios ha obrado en sus corazones. Esta semana estaremos viendo de una manera práctica cómo podemos servir cuando nos encontramos en medio de circunstancias difíciles.
Cuando vemos la historia completa de Elisabet, nos damos cuenta que su anhelo de tener un hijo fue eventualmente satisfecho. Y eso está en Lucas 1:57-66. Sin embargo, esa no siempre es la norma y creo que cada una de nosotras puede dar fe de ello. Todo lo que podemos ver es el momento presente. No podemos ver la imagen completa, pues es Dios quien tiene el cuadro completo, un gran tapiz que Él ha estado tejiendo.
No obstante, el anhelo de Elisabet no iba a ser de bendición solo para su matrimonio o su familia, este era un plan que Dios tenía preparado para toda la nación de Israel y para todo el mundo, no solo de su época, sino de toda la historia.
Todas hemos estado ante la bifurcación en el camino; ese momento donde debemos decidir entre la esperanza y la desesperación. Por lo general, ocurre cuando hemos estado recorriendo el mismo camino durante mucho tiempo, pero de pronto nos preguntarnos si nuestras circunstancias alguna vez cambiarán.
En esta ocasión tengo la bendición de contar con Berenice Montes, Orfa Montes y Pamela Espinosa, para conversar sobre qué hacer cuando nos encontramos en esa bifurcación y cuál es el camino que debemos tomar.
«Cuando obedeces a Dios en lo que te ha encomendado, Él se encontrará contigo».
«Aunque servir en el templo era sin lugar a dudas una tarea sagrada, Zacarías estaba haciendo simplemente lo que Dios le pidió que hiciera: cumplir con sus responsabilidades como sacerdote. Y fue allí, en el curso de cumplir con su deber, cuando Dios lo encontró».
Profundiza más:
¿A dónde vas cuando estás desesperada con tu aflicción? ¿En qué o quién te refugias? (me voy de compras, me aislo, chisme, murmuración, culpo a Dios, busco amigas no sabias)
Cuando enfrentas desilusiones, ¿cómo haces para mantenerte enfocada en conocer y servir al Señor?
De acuerdo a tu experiencia y a los casos de mujeres que conoces, ¿cuál es la desilusión más predominante en las mujeres?
Recuerda:
No pienses que puedes vivir a tu manera y que luego, cuando lleguen las grandes pruebas, puedes tener de repente un corazón para obedecer a Dios. No funciona así. La obediencia diaria desarrolla los músculos necesarios para cuando las cosas se ponen difíciles.
¡Bienvenidas a nuestra serie Mujeres de la Biblia!
Estamos entusiasmadas de que hayas elegido hacer junto a nosotras este estudio de Elisabet: Cómo lidiar con la desilusión. Nuestro equipo ha estado orando por esta nueva temporada y estamos aquí para apoyarte en este trayecto de seis semanas que tenemos por delante.
La historia de Elisabet, aunque breve, proporciona una excelente perspectiva de cómo hacer frente a la desilusión de una manera que honre al Señor. A través de años de infertilidad, Elisabet maneja su deseo insatisfecho de tener un hijo con una confianza y obediencia continua al Señor. Es posible que su vida no haya resultado como ella lo planeó, pero Dios le permitió jugar un papel fundamental en el desarrollo de Su historia redentora.
El capítulo 1 del libro de Lucas describe el perfil de una mujer que sabía lo que era enfrentar la desilusión. Elisabet llegó a ser la madre de Juan el Bautista, no sin antes enfrentar décadas de infertilidad. Su historia tiene mucho que enseñarnos sobre la gracia de Dios al momento de enfrentar nuestras propias desilusiones.
En esta ocasión tengo la bendición de contar con un grupo maravilloso de hermanas. Acompáñame junto a Perla Montes, Myrna Ortíz y Sara Pérez en la primera semana de estudio sobre Elisabet. Entra al enlace y accede al video.
Frases Resaltadas:
«La historia de Elisabet no siempre estuvo tan llena de alegrías. Su fe se forjó en el fuego de la desilusión, y ella tiene mucho que enseñarnos acerca de enfrentar nuestros propios contratiempos con esperanza y gracia».
«Un legado de fe, un matrimonio piadoso y una vida justa no protegieron a Elisabet de la desilusión».
«Es posible que hayas luchado con un anhelo insatisfecho durante décadas o simplemente desde que te despertaste esta mañana. En cualquier caso, recuerda que Dios está prestando atención. Él escucha tus anhelos. Toma esperanza en esto: los anhelos de Elisabet no fueron insignificantes. Eran el lienzo que Dios usó para pintar una magnífica obra maestra».
Profundiza más:
Semana Uno
Preguntas:
¿Cuál ha sido la desilusión más grande que has enfrentado?
¿Cuál fue la emoción más difícil que salió de tu corazón con la cual tuviste que lidiar?
¿Son las desilusiones circunstancias de «la vida» o consecuencias de mi pecado?
¿Alguna vez te has sentido tentada a creer que vivir una vida justa debe eximirte del dolor o la desilusión?
Recuerda:
Mi amada hermana, si hoy estás luchando con alguna desilusión, te animo a que puedas encontrar en el evangelio esperanza y gozo para tu alma. Quizá no recibas ese anhelo por el cual tanto oras, quizá de este lado de la gloria no tendrás ese «final feliz», pero si de algo puedes estar segura es que Dios está obrando en tu vida, en este instante, de muchas formas que no puedes ver.
¡No te olvides de dejarnos tus preguntas y compartir tus fotos con las hermanas que estás haciendo este estudio!
Bienvenidos una vez más a nuestro estudio sobre el matrimonio cristiano. Esta será nuestra última sesión juntos. He guardado el material controversial para este momento, porque, vamos a estar viendo el papel del hombre y de la mujer en el matrimonio. Creo que es importante que prestemos atención a este tema tal como se aborda en el Nuevo Testamento debido al gran nivel de controversia que ha rodeado este asunto en los últimos años. Así que, me gustaría dirigir su atención, si me permiten, a la instrucción que recibimos en el capítulo 5 de la carta de Pablo a los Efesios. Voy a empezar en el versículo 21, donde leemos estas palabras, «sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo». Esto suele entenderse como el enunciado que conecta lo que Pablo había enseñado antes en esta epístola con lo que seguirá después.
Algunos ven en este versículo un indicador clave de cómo se debe entender lo que sigue. Dicen que ese versículo nos llama a la sumisión mutua, el uno al otro; entonces, luego menciona que las esposas se sometan a sus esposos, los hijos a sus padres y así por el estilo. Algunos dicen que lo que realmente dice el texto es que todas nuestras relaciones como cristianos, empleadores-empleados, dueños-esclavos, hijos-padres, implica una postura de sumisión mutua. De modo que la forma en que realmente debemos leer este texto es la siguiente, «Mujeres, estén sometidas a sus maridos; maridos, sométanse a sus mujeres». No tengo tiempo ahora para ver todos los tecnicismos que están involucrados en la comprensión y manejo de este pasaje, pero solo déjenme decirles cuál es mi posición al respecto.
Creo que es una distorsión grave de este texto bíblico, que implica lo que llamaríamos una exégesis desesperada. No creo que nadie se inclinaría a tratar el texto de esta manera, si no tuviéramos el tipo de controversia que tenemos en nuestra cultura, en este momento, sobre los papeles de los hombres y de las mujeres, porque si lo aplicamos consistentemente a lo largo del texto tendríamos que decir, «Padres, obedezcan a sus hijos, ya saben; así como Cristo es la cabeza de la iglesia y la iglesia es la cabeza de Cristo» – si revirtiéramos todo, terminaría en una extraña locura y el pasaje no tendría sentido. Más bien, creo, como ha sido el consenso a través de la historia de los intérpretes bíblicos, que, lo que el apóstol está diciendo aquí es que todo cristiano en algún momento está llamado a someterse. Ninguno de nosotros es soberano en sí mismo.
Hay todo tipo de lugares donde debo someterme a la autoridad y al liderazgo de los demás; y hay lugares donde también estamos llamados a ser sumisos. Pero miremos, entonces, a lo que el apóstol nos manda aquí, observemos que él lo introduce diciendo: «sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo». Francamente lo que me aterroriza de la controversia que rodea este texto es que veo a la gente enfurecida diciendo: «¿Quién se cree el apóstol Pablo, diciéndole a las esposas que tienen que someterse a sus esposos y cosas así?» Se enojan tanto por esto y yo digo: «Espera un minuto. Espera un minuto». Si esto fuera simplemente Pablo el apóstol, mostrando su lado machista y su conocimiento humano, entonces sería una declaración de arrogancia suprema y no culparía a ninguna mujer en el mundo por estar indignada por ello. Pero tengan cuidado. Si Cristo es quien Él dijo que era y Él estaba diciendo la verdad cuando dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra».
Es decir, que, si la autoridad de Dios es dada a Jesús y luego Jesús entrega esa autoridad a Sus apóstoles; entonces, con lo que estamos luchando en este texto no es contra las ideas de algún rabino judío, sino que estamos luchando contra la ley de Dios. Si esta es la Palabra de Dios, entonces tenemos que escuchar humildemente, en el temor de Dios. Bueno, habiendo dicho eso, vamos a observar y ver qué pasa con este texto que es tan controversial. En la parte inicial, donde Pablo dice: «Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor», ahora la segunda frase no molesta a muchas mujeres cristianas, están perfectamente dispuestas a someterse a la autoridad y al liderazgo de Cristo, pero aquí Pablo está diciendo que debe haber una analogía, que una esposa debe someterse a su esposo de una manera análoga a la forma cómo ella se sometería a Jesucristo. Ese es un nivel poderoso de sumisión. Eso es darle al esposo un nivel significativo de autoridad.
La analogía continúa. «Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia», de modo que de una forma similar a la que Cristo es la cabeza de la iglesia, el hombre es llamado a ser la cabeza de la esposa, y he visto todo tipo de malabares que los comentaristas hacen con ese texto para sacar un significado por debajo de la manga. Pero el significado obvio de ‘ser cabeza’ en el Nuevo Testamento y en el idioma griego es estar en la posición de preeminencia y en la posición de liderazgo. Lo que entiendo que este texto está diciendo es que en el hogar, el esposo debe ser la cabeza del hogar. Esto no es una licencia para ser tirano. Esto no es una licencia para degradar a la mujer o para tratar a la mujer como una esclava. Pero la responsabilidad de la autoridad final y del liderazgo en el hogar está conferida al esposo. Si una mujer se resiste a eso, si esa interpretación es correcta, obviamente; si la mujer se resiste a eso, ella se está resistiendo a Dios. Es Dios quien da esa directriz. Por esto digo que me asusta cuando oigo a una mujer protestar tan vehementemente contra esto.
Una vez más, si protestan contra mí, está bien. Si están protestando contra otros seres humanos, está bien; pero si la protesta es contra Dios, entonces ese es un asunto muy, muy serio. Ahora, otra pregunta surge inmediatamente y es esta: ¿Debe una mujer, siempre y en toda circunstancia, someterse a su esposo? He visto enseñanzas que se dan sobre el mundo cristiano evangélico que hablan de una cadena de mando y dicen que esa cadena de mando es tan sólida, que una mujer es responsable de obedecer a su esposo, sin importar lo que su esposo le pida que haga. Si el esposo le dice que se involucre en la prostitución, ella debe seguir con sumisión piadosa ese rol. Si el esposo le dice que no puede ir a la iglesia los domingos por la mañana, ella debe abstenerse de ir a la iglesia el domingo por la mañana. Damas y caballeros, eso va en contra de todo lo que la Escritura nos dice sobre la obediencia a Dios.
Sí, hay un nivel de autoridad que Dios delega en las Escrituras. Dios es supremo. Él le delega a Cristo, Cristo le delega a los apóstoles y se nos dice que toda autoridad en este mundo en última instancia proviene de Dios. Estamos llamados a ser sumisos a los reyes y a honrar a los príncipes, a obedecer a los jueces civiles y demás. Pero, en otra parte, la Escritura deja en claro que debemos obedecer a quienes tienen autoridad sobre nosotros solo bajo estas dos condiciones: cuando esa autoridad nos ordena a hacer lo correcto o nos prohíbe hacer lo que está mal. Permítanme decirlo de otra manera: una mujer, o cualquier persona, puede desobedecer a la autoridad cuando sea que esa autoridad le ordene hacer algo que Dios prohíbe o le prohíba hacer algo que Dios manda.
En esas dos instancias, si hay un conflicto entre la autoridad de Dios y el conflicto de la autoridad humana, no solo podemos desobedecer a la autoridad humana, debemos desobedecer a la autoridad humana. Vemos eso en el Nuevo Testamento cuando Cristo le ordena a Sus apóstoles que prediquen el Evangelio. Ellos empiezan a predicar el Evangelio y las autoridades vienen a ellos y les dicen que dejen de predicar el Evangelio; ¿y qué dicen ellos? «¿Debemos obedecer a Dios o debemos obedecer a los hombres?» y la respuesta es obvia. Si hay un conflicto entre lo que Dios manda y lo que el hombre manda, debemos obedecer a Dios.
Entonces, si un esposo ordena a su esposa que se involucre en la prostitución, ella no solo puede desobedecerlo, sino que debe desobedecerlo. Si ese esposo le exige que se abstenga de ir a la iglesia, cuando Dios ha mandado a cada creyente a no descuidar la reunión y comunión entre los santos, ella debe desobedecer a su esposo y estar allí. ¿Pero qué pasa si él le ordena o le prohíbe ir al servicio de los miércoles por la noche? Ella está incomoda, está molesta, decepcionada, etcétera, pero Dios no ordena estar en la iglesia el miércoles por la noche. Esa no es la asamblea semanal de los santos, en ese momento ella debe reconocer el liderazgo de su esposo y ser una esposa sumisa, no una alfombra, sino que debe mostrar su compromiso con Dios y con Cristo en su disposición a someterse, ella misma, al liderazgo de su esposo.
Hay un consuelo aquí para las mujeres, creo que quizás Dios tiene sentido del humor, porque Él dice, «mujeres estén sometidas a sus propios maridos». No es que tengas que someterte al esposo de otra y que cada hombre tenga autoridad sobre toda mujer. Eso no es lo que dice. «Sométanse a sus propios maridos», me gusta la palabra «propio» allí, porque propio, la palabra propio en griego es la palabra idion, de la que obtenemos la palabra «idiosincrasia», que indica las peculiaridades propias de una persona; algo que es único para esa persona. Pero también es la palabra griega de la que proviene la palabra «idiota» en español. Así que, con un poco de flexibilidad en la traducción, podemos leerlo así, donde Dios dice: «Mujeres, sométanse a sus esposos idiotas; es como: Yo sé que son idiotas, pero quiero que, por mí, ustedes se sometan a ellos de todos modos».
Siempre escuchamos en nuestra cultura el mito del matrimonio ‘mitad y mitad’. No se me ocurre nada peor porque en esa situación de ‘mitad y mitad’, donde no hay autoridad final, lo que los seres humanos caídos tienden a hacer en esa situación es enfrascarse en una lucha perpetua de poder donde todos están buscando conseguir el 51% de las acciones para tener el control. Dios soluciona eso. Dios dice que la última palabra, autoridad y liderazgo han sido conferidos al hombre. Ahora, no estoy tan seguro de que eso sea un privilegio, sino más bien una responsabilidad de muchísimo peso. Me gustaría decir algo a las mujeres. Sé que las mujeres han clamado en las últimas décadas, sufriendo por la forma en la que hemos interpretado este pasaje, donde los hombres han comprado el mito de que la única forma en que Dios podría decir a las mujeres que se sometan a sus esposos, es si ellos fueran naturalmente superiores a las mujeres. Eso no es cierto, en lo absoluto.
La sumisión, cuando hablamos de división de trabajo en la Biblia, nunca lleva consigo la idea de inferioridad. Incluso nuestra doctrina de la Trinidad dice que el Hijo se somete al Padre y que el Espíritu Santo está sometido tanto al Padre como al Hijo y ante eso no podemos deducir que se trata de inferioridad o que hay menos dignidad para el Espíritu Santo de la que hay en el Hijo o en el Padre. Así que en el matrimonio no hay menos dignidad ni menos importancia, no hay menos valor para la mujer que para el hombre, y si es el hombre el que enseña eso, entonces eso es una mala interpretación de lo que la Biblia está diciendo; son los hombres los que están distorsionando su papel y lo están usando como excusa para ser tiranos. Eso es lo que ha sucedido y las mujeres han gritado: «¡Basta ya!» Así que, hemos escuchado el lamento de las mujeres y pienso que sí necesitamos escucharlas. Pero mujeres, creo que hay algo que necesitan escuchar de los hombres. La razón por la que quiero mencionar esto es porque los hombres no lo dirán.
Se hicieron algunos estudios psiquiátricos y se descubrió que el hombre estadounidense en promedio tiene 5 veces más pesadillas que la mujer estadounidense. Ustedes dirán, «¿qué tiene que ver eso con esto?» Esto es lo que tiene que ver: el principal, el miedo número uno que aparece en las pesadillas del hombre estadounidense es el miedo a proveer para su familia. No creo que todos, en verdad, entendemos la importancia de eso. También se dice que cuando los hombres se reúnen y hablan en privado entre sí, hablan libremente sobre deportes, negocios y de mujeres; pero no se sentarán allí en un grupo y dirán, «Tengo miedo. No sé si seré capaz de manejar esta responsabilidad». Porque a los hombres se les enseña desde que son niños, que en el momento en que están en esa iglesia frente al pastor y frente a la congregación y dicen, «Tomo a esta mujer para que sea mi legítima esposa», ellos están asumiendo, sienten la responsabilidad, en última instancia, por el bienestar de su esposa y por el bienestar de sus hijos.
Me parece, y no estoy orgulloso de admitir esto, me parece que el punto… una de las cosas que más me preocupan en la vida, es el dinero. El asunto que me preocupa no es si puedo tener suficiente dinero para comprar un auto nuevo. Lo que me preocupa es: ¿tendré suficiente dinero para que, si muero, mi esposa pueda quedar bien? ¿Tengo suficiente dinero para que mis hijos estudien, para que mis hijos tengan con qué comer, para que. . . ? Ya saben. Solo siento el peso de esa responsabilidad, porque eso es lo que la cultura me ha impuesto; pero no es solo esta cultura. Son generaciones de la humanidad, desde el Huerto del Edén en adelante. La mujer fue creada para ser una ayuda idónea, no una sirvienta. Fue creada como la reina del paraíso. Adán es el rey y no es que Eva sea la esclava. Ella es la reina, ella es la pareja, ella es una compañera de trabajo, pero ella es la ayuda idónea. A él se le da la responsabilidad principal, en última instancia, de asegurarse de que el huerto sea cuidado.
Bien, eso puede ser difícil de comprender para una mujer, porque ella dice, «¿Eso significa que no tengo neuronas? ¿Eso quiere decir que no tengo nada?», ¡Por supuesto que no! No puedo pensar ni siquiera en 3 oportunidades, en 25 años, en mi propio matrimonio, en las que mi esposa haya estado de acuerdo con mi entendimiento de este texto. Ella cree que delante de Dios, yo debo ser cabeza del hogar, y estamos en desacuerdo con respecto a decisiones todo el tiempo. Pero ella no es un palo ni una roca, ella es un ser humano y estoy llamado a respetar su juicio. Estoy llamado a respetar su perspectiva. Estoy llamado a respetar su persona y si ella no está de acuerdo con una política en la que creo que debiéramos participar, sería impío de mi parte ignorarla y simplemente decirle: «Oye, las mujeres son para verlas y no para escucharlas». Esa no es la actitud que vemos en las Escrituras.
Nosotros lo conversamos, y yo diría que la gran mayoría de nuestras decisiones se toman en conjunto. Tal vez 3 veces en 25 años hemos tenido un impase donde no pudimos estar de acuerdo. Entonces le dije, «Bueno, cariño, tenemos que tomar una decisión, y yo me hago responsable; así que tendré que pedirte que te sometas». Ahora, soy afortunado, esas tres veces dijo, «Está bien». Pero puedo entender la dificultad en esto, aún así esta es la forma en la que Dios ha ordenado Su creación. «Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo». Por lo que a mí respecta, esa es la parte fácil del pasaje, pero por supuesto la hierba siempre es más verde del otro lado. Creo que a las mujeres les toca desempeñar el papel más fácil. Ojalá solo tuviese que someterme y dejar que mi esposa ejerza la posición de liderazgo y autoridad en la casa. La parte difícil viene ahora.
Escucha lo que Dios le dice al hombre: «Maridos, amad a vuestras mujeres». Ahora, si allí se detuviera, no sería tan malo, pero escucha lo que dice, «amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella». Nunca he conocido a una mujer que dijera que le costaría someterse a la autoridad de su esposo si su esposo fuera Jesús. Ella nunca tendría miedo de ser explotada por Jesús. Nunca sería víctima de un tirano. Nunca sería víctima de abuso. Nunca sería una esposa maltratada. Nunca sería una esposa abusada, ¿verdad? Lo que Dios me dice como esposo y para ti como esposo, es que eres responsable de amar a tu esposa, así como Jesús amó a la iglesia. ¿Cuánto ama Jesús a la iglesia? Pues mira, Jesús es elevado por Dios a la mano derecha del Padre. Eso significa que Él está en el lugar de la autoridad cósmica. Él es responsable de dirigir el universo porque en Él, por Él y para Él son todas las cosas. ¿Entiendes la pesadilla administrativa que significa organizar, operar y administrar el universo todos los días?
Si alguna vez un esposo tuviese una excusa para decir, «Estoy demasiado ocupado con asuntos importantes como para hablar con mi esposa», ese sería Jesús. Pero este mismo Jesús que es responsable de manejar el universo, promete y cumple la promesa, de escuchar toda oración que venga de Su novia. Él escucha a Su novia. Se preocupa por Su novia. Tanto es lo que le preocupa Su novia que Él da Su vida por Su novia. Tiendo a ser más líder que seguidor, porque he encontrado muy pocas personas en este mundo a las que estoy dispuesto a seguir. Pero es emocionante cuando encuentro a alguien a quien admiro lo suficiente y respeto lo suficiente y confío lo suficiente como para seguir. Una cosa es importante para mí antes de seguir a alguien, no quiero seguir a alguien y ser sorprendido. No quiero ser leal a alguien solo para que esa persona me traicione y me dispare por la espalda, en la espalda.
¿Pero puedes imaginar lo liberador que es seguir a alguien que sabes de antemano que está preparado para morir por ti? Esa es la responsabilidad que tengo con mi esposa, que voy a amarla, no solo con abrazos tiernos, sino que debo vivir de tal manera que ella entienda que estoy dispuesto a sacrificar mi vida por ella. ¿Ahora entiendes cómo es que esto funciona para ambos? Es difícil para mí comprometerme con cualquiera, con una mujer, para decir: «Estoy listo para morir por ti, por tu propio bienestar». Es particularmente difícil para mí amar a mi esposa a ese nivel cuando mi esposa está peleándome en cada paso del camino. Pero, por otro lado, es muy, muy difícil para una mujer someterse a un hombre en el que no confía. ¿Qué pasaría con nuestros matrimonios si me tomara mi responsabilidad en serio?
Es decir, «voy a dejar de leer lo que le toca a ella y solo prestaré atención a lo que a mí se me manda a hacer y me ocupo de mis propias responsabilidades y empiezo a amar a mi esposa tal como Cristo ama a Su iglesia. No creo que tendría problemas con la sumisión. Por el contrario, creo que, si ella se dedicara a ser mi ayuda idónea, encontraría en respuesta a eso un amor sacrificial de mi parte y nunca se sentiría oprimida. Realmente creo eso. Realmente creo que eso pasaría. Sé que hace algunos años, un libro que conmocionó al mundo cristiano y tuvo gran éxito, incluso en la sociedad secular, fue el libro de Marabel Morgan, Mujer Total, que hablaba, ya saben, de ser creativa y todas las distintas cosas que hacer con tu esposo – como recibirlo en la puerta arreglada y bien vestida. Esto se convirtió en la broma del momento, a todos los hombres les gustó, pero a las mujeres no.
Todo el mundo –pobre Marabel recibió todo tipo mensajes y llamadas de odio. Se quedó en cama dos días después que el libro salió y lloró por el recibimiento que tuvo. Pero ella hizo una declaración en ese libro, yo lo leí a través de los ojos de un hombre y la declaración en ese libro, Mujer Total, que nunca he olvidado fue – no – fue la declaración…, ella le estaba hablando a las esposas y les dijo, «Mujeres, aquí está el secreto», les dijo, «Sus maridos no quieren su consejo. Quieren su admiración». Ahora, me puedo imaginar a una mujer leyendo eso y enfurecerse. Ella dice, «¡Mira! ¡No valora mi consejo! Todo lo que quiere es que exalte su ego. Todo lo que quiere, es que lo haga sentir como un héroe». Puedo entender cuán degradante puede ser para una mujer leer ese tipo de consejo en un libro. «Oigan, señoras, su esposo no quiere su consejo; él quiere su admiración».
¿Pero adivina qué? Él quiere – no sé si él quiere tu consejo, pero sí sé que quiere tu admiración. Cuando leí eso, dije: aquí hay una mujer que entiende a los hombres, porque los hombres tienen los egos más frágiles del mundo. Lo más frágil en la creación es el ego humano y de los dos egos, creo que el del hombre es el más frágil. Sé que si hablo con mil personas y 999 de ellas me dicen que hice un trabajo estupendo, pero mi esposa me dice, «Mmm, estuvo casi excelente», estaré devastado. Quiero que mi esposa me admire y ella quiere que yo la ame. Ella quiere que yo la valore. Ella quiere que yo la honre y hay un sentido al que Dios me ha llamado – y esto podría ser fácilmente distorsionado – a ser Cristo para ella, no solo para ser su príncipe encantado, sino para ser su sacerdote, porque el apóstol continúa aquí y dice: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra».
Aquí no dice que solo debo limpiarla y rehacerla y cambiarla, sino que debo proteger su integridad y que debo ofrecerla a Cristo al final de nuestra vida y decir, «Aquí está la novia que me diste. No encuentres moretones en ella, por favor. No la encuentres herida a causa de mi tiranía», solo espero que la novia que le presente a Jesús, al final de mi vida, sea una que esté completa. Eso es lo que Él quiere. Esto no es una batalla. Esto no es un concurso de autoridad. Este es ese lugar que Dios creó, que vimos originalmente, donde los dos serían una sola carne. Pablo continúa diciendo, «Este es el misterio, que los hombres amen a sus mujeres como a sus propios cuerpos, porque ningún hombre aborreció su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida». Ese es mi trabajo, sustentarla y cuidarla y, al hacerlo, Cristo es honrado y los matrimonios son perfeccionados.
El Dr. R.C. Sproul fue el fundador de Ligonier Ministries, co-pastor de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, y el primer presidente del Reformation Bible College. Fue el autor de más de cien libros, incluyendo La Santidad de Dios.