Atesorar el precio de la redención

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios

Atesorar el precio de la redención
Por R.C. Sproul

La clave para entender el clamor de Jesús desde la cruz la encontramos en la carta de Pablo a los gálatas: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CUELGA DE UN MADERO)» (Gal 3:13).

Ser maldito es ser apartado de la presencia de Dios, ser colocado fuera del campamento, ser excluido de Sus beneficios. En la cruz, Jesús fue maldito. Es decir, Él representó a la nación judía que había violado el pacto y estaba expuesta a la maldición. Allí, Él recibió la medida completa de la maldición sobre Sí mismo. Como el Cordero de Dios, Aquel que cargó con el pecado, Él fue apartado de la presencia de Dios.

En la cruz, Jesús experimentó el abandono en lugar nuestro. Dios le dio la espalda y lo apartó de toda bendición, de todo cuidado, de toda gracia y de toda paz.

Dios es demasiado santo como para mirar la iniquidad. Dios el Padre le dio la espalda a Su Hijo, y lo maldijo hasta el abismo del infierno mientras colgaba en la cruz. Aquí estaba «el descenso al infierno» del Hijo. Aquí la furia de Dios se desató contra Él. Su grito fue el grito de los condenados. Por nosotros.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Reflexiona sobre lo que Jesús hizo por ti en el Calvario. Da gracias por el Cordero de Dios que cargó con tu pecado.

Para estudiar más a fondo
Mateo 27:46 – Gálatas 3:13 – Gálatas 3:10

El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

Explorar los límites de la ley de Dios

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios

Por R.C. Sproul

El Catecismo de Westminster define el pecado como «cualquier falta de conformidad con la ley de Dios, o la transgresión de la misma». Aquí vemos que el pecado se define tanto en términos negativos como positivos. El aspecto negativo se indica por las palabras «falta de conformidad». Apunta a una falla o fracaso en el desempeño moral. En términos populares se le llama pecado de omisión. Un pecado de omisión ocurre cuando fallamos en hacer lo que Dios nos ordena.

El aspecto positivo de la definición de pecado en el catecismo se refiere a traspasar abiertamente los límites de la ley de Dios. Es un pecado de comisión.

A veces Dios expresa Sus leyes en términos negativos (no hagas tal cosa) y a veces en términos positivos (haz tal cosa). Los Diez Mandamientos contienen ambas formas (no robarás; honra a tu padre y a tu madre).

Tanto los pecados de omisión como los de comisión son pecados reales. Incurren en culpa real. Cuando hacemos lo que Dios prohíbe, somos culpables del pecado de comisión. Cuando fallamos en hacer lo que Dios ordena, somos culpables del pecado de omisión. En ambos casos la ley de Dios es violada.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Examina tu vida en oración para identificar pecados de omisión o de comisión.

Para estudiar más a fondo
Santiago 4:17 – Salmos 51:1-3

El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

Cosechar los beneficios de la ley

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios
Por R.C. Sproul
Continuemos el experimento que iniciamos en la última meditación. Estudia los pasajes del apóstol Pablo que acompañan esta lectura. ¿Crees que este hombre diría que la ley de Dios no tiene lugar en la vida del cristiano? Lee los escritos de Pablo cuidadosamente y encontrarás a un hombre cuyo corazón anhelaba la ley de Dios tanto como David.

La ley nos conduce al evangelio. El evangelio nos salva de la maldición de la ley, pero al mismo tiempo nos dirige de vuelta a la ley para que escudriñemos su espíritu. La ley de Dios sigue siendo una lámpara a nuestros pies. Sin ella nos tropezamos y andamos a tientas en la oscuridad.

Para el cristiano, el mayor beneficio de la ley de Dios es su carácter revelador. La ley nos revela al Dador de la ley. Nos enseña lo que es agradable en Su presencia. Necesitamos buscar la ley —suspirar por ella— y deleitarnos en ella. Cualquier otra cosa sería una ofensa contra el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Haz esta oración: «Gracias por tu ley, que es lámpara a mis pies. Dame un corazón que anhele tu ley y se deleite en ella».

Para estudiar más a fondo
Romanos 7:8 – Romanos 7:12 – Romanos 7:22

El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

Anhelar la ley de Dios

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios
Por R.C. Sproul

Una encuesta de George Gallup Jr. reveló una tendencia sorprendente en nuestra cultura. De acuerdo a Gallup, la evidencia parece indicar que no existen patrones de comportamiento claros que distingan a los cristianos de los no cristianos en nuestra sociedad. Todos parecemos marchar al mismo ritmo, buscando la base de lo que es una conducta aceptable en los estándares cambiantes de la cultura contemporánea. Lo que hacen los demás parece ser nuestra única norma ética.

Este patrón solo puede surgir en una sociedad o una iglesia donde la ley de Dios está eclipsada. En sí misma, la palabra «ley» parece tener un sonido desagradable en nuestros círculos evangélicos.

Intentemos un experimento. Lee los pasajes del Salmo 119 que acompañan este devocional. Intenta ponerte en el lugar del escritor y ser empático con él. Trata de sentir lo que él sintió cuando escribió estas líneas miles de años atrás.

¿Suena esto como un cristiano moderno? ¿Escuchamos a las personas hablar acerca de su anhelo apasionado por la ley de Dios? ¿Escuchamos a nuestros amigos expresar gozo y deleite en los mandamientos de Dios?

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
¿Anhelas la ley de Dios con pasión? ¿Expresas gozo y deleite en Sus mandamientos?

Para estudiar más a fondo
Salmo 119:97

Salmo 119:11-12

Salmo 119:131

Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.
Cómo aprender las leyes de Dios
R.C. Sproul

El Dr. R.C. Sproul fue fundador de los Ministerios Ligonier, pastor fundador de Saint Andrew’s Chapel en Sanford, Florida y primer presidente de Reformation Bible College. Escribió más de cien libros, incluyendo La santidad de Dios, Escogidos por Dios, Todos somos teólogos, Moisés y la zarza ardiente, Sorprendido por el sufrimiento, entre otros.

Percibir el poder de la predicación

Serie: Cómo aprender las leyes de Dios
Por R.C. Sproul
Cada domingo en la mañana observamos un fenómeno extraño en nuestras ciudades, pueblos, y aldeas. Millones de personas salen de sus hogares, toman un descanso de sus trabajos y actividades recreativas y se reúnen en los edificios de las iglesias para los cultos de adoración. La gente se sienta en silencio y escucha mientras una persona se para delante de ellos y da un discurso. Llamamos ese discurso un sermón, una homilía o una meditación.

¿Qué está ocurriendo?

El poder de la predicación se encuentra en la obra del Espíritu que trabaja con la Palabra de Dios y por medio de la Palabra de Dios. Dios promete que Su Palabra no regresará a Él vacía. El poder no se encuentra en la elocuencia ni la erudición del predicador sino en el poder del Espíritu. La predicación es una herramienta en las manos del Espíritu de Dios. El Espíritu Santo es un Ser sobrenatural, la tercera persona de la Trinidad. Su presencia en la predicación es lo que hace que sea un evento sobrenatural.

La salvación es un logro divino. Ningún hombre se puede salvar a sí mismo. Dios ordena de manera soberana no solo el fin (la salvación) sino los medios para el fin (la predicación). Concluimos entonces que lo que ocurre el domingo en la mañana cuando se predica verdaderamente la Palabra de Dios es un drama divino de redención.

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Da gracias a Dios por el poder sobrenatural de la predicación que llevó a cabo el drama de redención en tu vida.