AÚN PECO

AÚN PECO
¡Padre Eterno!
Tú eres bueno más allá de lo que pueda concebir,
mas yo soy ruin, vil, miserable, ciego; Mis labios
son agiles para confesar, mas mi corazón es
lento para sentir, y mis caminos reacios a
enmendarse, Te entrego mi alma a Ti, para que
la quiebres, hiervas, curves, modeles.
Desenmascara para mí las deformidades del
pecado, para que yo pueda odiarlo, aborrecerlo,
huir de él.
Mis facultades han sido instrumento de
insurrección contra Ti, como un rebelde he
abusado de mis facultades, y he servido al odioso
adversario de Tu Reino. Dame Gracia para
lamentar mi estúpida insensatez, Concédeme
conocer que el camino de los transgresores es
tormentoso que las veredas son veredas
malditas, que apartarse de Ti es perder todo
bien. Tengo vista la pureza y la belleza de Tu
perfecta ley, la felicidad de aquellos en cuyos
corazones ella reina, la tranquila dignidad en el
proceder que ella invita, sin embargo yo
diariamente violo y desprecio los preceptos de
esta preciosa ley. Tu amoroso Espíritu me
vigoriza internamente, me trae las advertencias
de la Escritura, clama alarmantes, providencias,
persuade por susurros secretos, aunque yo elija
mis propios inventos y caminos para mi propio
perjuicio, perversamente resentido, ansioso, me
provoques a abandonarlos. Lamento y me
entristezco por todos estos pecados y por ellos
suplico perdón.
Trabaja en mi para profundo y permanente
arrepentimiento, Dame la plenitud de la
aflicción piadosa que tiembla y teme, la cual,
aunque siempre confíe y ame, es siempre
poderosa, y siempre firme; Haz que a través de
las lágrimas de arrepentimiento yo pueda ver
más claramente el brillo y la gloria de la cruz
salvadora.