Jul 21 – Ira y misericordia

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 21 – Ira y misericordia

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Carmen Espaillat: Es popular imaginar a un Dios tan amoroso, que nunca castigaría a nadie. Nancy Leigh DeMoss dice que las Escrituras lo describen de una forma más completa.

Nancy Leigh DeMoss: La ira de Dios se une a su increíble misericordia. No podemos tener una cosa sin la otra, y si proclamas la una sin la otra, perviertes el Evangelio.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Alguna vez has escuchado a alguien decir, «Yo amo al Dios del Nuevo Testamento, pero el Dios del Antiguo Testamento parece ser tan cruel y furioso»?

Nancy ha estado enseñando del libro de Habacuc en el Antiguo Testamento, y estamos a punto de ver por qué las dos partes de la Biblia describen exactamente al mismo Dios. Aquí está Nancy, en la serie, Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Bueno, hoy estamos en el capítulo 3 de Habacuc y estaremos aquí durante las próximas sesiones. Vamos a estudiar esta oración de Habacuc, la oración que Habacuc oró después de encontrarse con el Dios que es alto, sublime y santo, quien está sentado en Su trono, el Dios que se venga de las naciones y de los individuos que lo desafían, este Dios santo.

Habacuc ora, y como vimos en la última sesión, dice, «Señor, estoy lleno de asombro y reverencia. Temo delante de tu presencia. Vengo delante de ti, con temor, porque tú eres un Dios asombroso, y he oído lo que has hecho. He oído lo que has dicho, y me hace temblar».

Y luego ora, como vimos en la última sesión. Él ora por un avivamiento. «Señor, aviva nuestros corazones». En esencia, ora así: «da a conocer Tu obra en medio de los años; en la ira, acuérdate de tener compasión».

Hemos dicho que por la causa de Cristo y por su muerte en la cruz en nuestro lugar, Dios tendrá misericordia de aquellos que se arrepienten delante de Él. Ahora, vamos a continuar hoy en el versículo 3, con la oración de Habacuc.

Probablemente hoy lleguemos hasta el versículo 12. Quiero que veamos que en esta oración, Habacuc recuerda las proezas de Dios en el pasado. Él ve lo que Dios ha hecho.

Vuelve a considerar la historia de Israel. Recuerda lo que Dios hizo cuando liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, cuando los llevó por el desierto, y los llevó a la Tierra Prometida. Recuerda lo que sucedió en el Monte Sinaí, cuando Dios bajó y mostró Su gloria a Su pueblo y les dio la ley. Y recuerda la salvación y el juicio de Dios en la historia de Israel −el cuidado por su pueblo y la demostración de su poder.

Y mientras mira hacia el pasado, en su oración, mientras reconsidera, recuerda y revisa estas cosas, se recuerda a sí mismo que lo que Dios hizo en el pasado, lo puede volver a hacer hoy también. Esto le da fe para mirar hacia el futuro. Recuerda, «El justo por su fe vivirá». ¿Cómo desarrollamos la fe en Dios? Pues bien, la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios.

Cuando lees la Palabra de Dios, ves cómo es Dios. Ves cómo Él ha actuado. Ves lo que ha hecho, Ves Su poder, Su majestad y Su grandeza. Y cuando ves que Dios dividió las aguas del Mar Rojo de par en par y llevó a Su pueblo a un lugar seguro y luego demolió a los egipcios en el mar, miras tus propias circunstancias y piensas, «¡Wao! ¿Dios hizo eso? Quizás puede ayudarme a sobrepasar esto. Dios puede salvarme. Puede ayudarme a cruzar este Mar Rojo».

No puedo decirles cuántas veces he venido a una sesión de grabación, y me he sentido como si estuviera parada delante del Mar Rojo, esperando que las aguas se abran y diciendo, «Señor, no estoy lista. No veo las ideas como un todo. No sé cómo encajar todo esto».

Una y otra vez, he visto cómo Dios ha abierto las aguas del Mar Rojo y nos ha llevado al otro lado, a mí, a mi familia y a nuestro ministerio. Tú lo has visto en tu vida. Al leer la Palabra de Dios, se construye, se edifica tu fe. Tu fe se fortalece cuando ves lo que Dios ha hecho. Por cierto, esta es la importancia de conocer la historia bíblica y enseñar a tus hijos a conocer la historia bíblica.

Es triste decir que algunos de tus hijos saben más acerca de películas contemporáneas, de programas de televisión, canciones de música rock, comerciales, diferentes tipos de tecnología y lo que está sucediendo en la actualidad. Ellos saben mucho más de todo eso que lo que saben de la historia bíblica.

Ustedes dirán, «¿Necesitan saber todo eso? ¿Éxodo, Levítico y Números?» Sí, porque ahí es donde aprenden quién es Dios. Ahí es donde venimos a adorarle y a tener fe en Él.

La historia es «Su historia». Y si quieres ver a Dios activo y vivo y trabajando a tu favor hoy en día, es necesario volver atrás y familiarizarte con la forma en que Dios se ha actuado en el pasado. De hecho, puedes hacer que la historia bíblica y los eventos de la Biblia formen parte de tu vida de oración, como hace Habacuc en esta oración.

Pasa revista a lo que Dios ha hecho. No hay nada de malo en venir delante de Dios y decir, «Dios, recuerdo cuando hiciste esto. Recuerdo cuando hiciste aquello. Recuerdo cuando hiciste lo otro».

«Y Señor, cuando pienso en lo que hiciste en la cruz, cómo juzgaste el pecado y derrotaste a Satanás, y recuerdo Señor lo que hiciste en la iglesia primitiva, y recuerdo, Señor, lo que hiciste en este caso y en este otro caso»; eso aviva la fe en nuestros corazones y nos ayuda a atrevernos a pedirle a Dios que se manifieste en nuestros días y que haga una nueva obra de avivamiento.

Por lo tanto, vamos a ver, comenzando en el versículo 3, esta pequeña lección de historia, y recuerden que los eventos que estamos viendo en esta ocasión se refieren a hechos del pasado, pero también describen la manera en que Dios trabaja en la actualidad y la manera como obrará en el futuro.

Versículo 3, «Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán». Ahora, estas son referencias a las regiones del sur de Judá, donde Dios había hecho grandes milagros cuando sacó a Su pueblo del cautiverio en Egipto a la Tierra Prometida.

Allí era donde estaba ubicado el Monte Sinaí, donde Dios visitó a Su pueblo y se reveló a ellos en impresionante majestad, poder y gloria. «Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán».

«Su resplandor es como la luz». Esa es una descripción de la luz sobrenatural de Dios (shekinah). Leímos a principios de esta serie, en el libro de Éxodo acerca de los relámpagos y los truenos y las voces como trompetas. La luz sobrenatural de Dios (shekinah) visitó a Su pueblo en el Sinaí, luego los llevó por el desierto durante cuarenta años y los llevó a la Tierra Prometida.

«Su esplendor cubre los cielos y de su alabanza está llena la tierra. Selah». Esa palabra selah es una palabra que solo se utiliza en las Escrituras en el libro de los Salmos, y la única excepción son las tres veces que se utiliza en este capítulo de Habacuc.

La palabra Selah -no sabemos exactamente lo que significa. Probablemente se trate de una notación musical. Por lo general se cree que indica una pausa. ‘Deténgase un momento a pensar’. Podría ser, algo así como que hubiera música en su iglesia, y ustedes hicieran una pausa mientras los músicos tocan un pequeño interludio o quizás aceleraran el ritmo en la próxima estrofa o cambiaran a un tono más alto en la siguiente estrofa.

Es como si fuera un interludio donde hay un cambio en la música, que nos da la oportunidad de detenernos a pensar en lo que acabamos de leer. Veremos que esto sucede tres veces en este pasaje.

«De su alabanza está llena la tierra. Selah». ¿Recuerdas lo que leímos en el capítulo 2? «Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar» (versículo 14). De su alabanza está llena la tierra.

El pasado domingo, cantamos en nuestra iglesia un coro bien conocido, «Padre, te amamos, te adoramos, te alabamos», pero me quedé pensando en la última línea de ese coro mientas lo cantaba una y otra vez: «Glorifica tu nombre en toda la tierra».

«Glorifícate. Glorifícate. Glorifica tu nombre en toda la tierra.» Y cuando Habacuc reflexiona sobre ese día en el que la tierra estará llena del esplendor y de la gloria de Dios, eso lo motiva a orar, «Oh Señor, que sea así en nuestros días».

«Y que así sea por fe en los días por venir. Glorifícate, en toda la tierra». Versículo 4, «Su resplandor es como la luz; tiene rayos que salen de su mano, y allí se oculta su poder».

Ahora bien, creo que esto describe lo que pasó en el Monte Sinaí, cuando Dios se dio a conocer a los hijos de Israel. «Su resplandor es como la luz; tiene rayos que salen de su mano».

Y esta interesante frase, «y allí se oculta su poder». Ahora bien, cuando leemos este recuento en Éxodo capítulo 19, parece que Dios mostró Su poder, y ciertamente fue así. Pero a pesar de que los israelitas vieron el poder de Dios, en aquel día, en ese momento grandioso y espectacular, con relámpagos, truenos y voces, las Escrituras dicen que Su poder estaba velado.

Ellos solamente vieron una diminuta parte de la grandiosa majestad y el poder de Dios. Sería como mirar al sol para ver la plenitud del poder de Dios, mirarlo de frente en todo Su esplendor y gloria.

Nos cegaría, y Dios sabe que si alguna vez lo llegáramos a ver de frente por completo, sin que Él velara Su poder y Su majestad y Su gloria, nos cegaría la vista. Nos destruiría.

Así que allí estaba escondido Su poder. Nos dio un vistazo, pero solo un vistazo. Versículo cinco, «Delante de Él va la pestilencia, y la plaga sigue sus pasos. Se detuvo, e hizo temblar la tierra, miró e hizo estremecerse a las naciones» (Habacuc 3:5-6).

Piensa en esa frase. «Miró e hizo estremecerse a las naciones». Piensen en el poder de una mirada de Dios. «Miró e hizo estremecerse a las naciones». Sabes, pensamos que somos tan poderosas. Pensamos que tenemos tanto poder. Creemos que las naciones de la tierra son tan fuertes. Todo lo que Dios tiene que hacer es mirar, y las naciones temblarán.

«Sí, se desmoronaron los montes perpetuos, se hundieron las colinas antiguas». (versículo 6) Bueno, eso no parece tener sentido. Si las montañas son eternas, perpetuas ¿cómo se pueden mover? Si son perpetuas, ¿cómo se pueden hundir?

Ese es el punto. Parecen ser eternas. Parecen ser perpetuas, pero cuando Dios las mira, desaparecen. Y luego dice «Sus caminos son eternos» (Habacuc 3:6).

Dios es el único que es eterno. Pensamos que las montañas son tan grandes. Pensamos que los esposos nunca van a cambiar, que los hijos nunca llegarán a creer, que las situaciones en tu iglesia o en tu trabajo nunca van a cambiar.

¡Son montañas! No se moverán. No se pueden mover. No se mueven. Las montañas no se mueven pero Dios dice, «Se mueven cuando yo las miro». Dios puede hacer que tiemblen. Dios puede sacudirlas.

Hemos visto en nuestros países cómo las cosas cambian de un momento a otro, con desastres naturales en las zonas del país donde pensábamos que eran seguras, y nos parecía que estábamos a salvo, y casas que pensábamos que estaban bien construidas.

Y luego viene una tormenta de algún tipo y se desmoronan. Dios es poderoso. Sus caminos son eternos. Todo puede cambiar. Todo cambiará, pero Dios nunca cambia.

Lee lo que dice el Salmo 102 acerca de Dios,

Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados. Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin (Salmo 102:25-27).

Las situaciones en tu vida que piensas que nunca cambiarán, Dios las puede cambiar. Dios puede cambiar esas situaciones. Las cosas que piensas que están estables, cambiarán, para que te des cuenta de que Dios es fiel y que Él nunca cambia.

Me encanta ese versículo de Hebreos capítulo 12, versículo 27. Esta es una paráfrasis: «Las cosas que pueden ser sacudidas, todas las cosas creadas, las cosas que pueden ser sacudidas, serán sacudidas, para que aquellas que no pueden ser sacudidas, es decir, Dios y las realidades eternas, aquellas cosas que no pueden ser sacudidas, permanezcan firmes».

Escúchame, si estás poniendo tu seguridad en las cosas o en las personas que pueden cambiar, vas a ser una persona insegura. La seguridad viene de poner tu confianza en un Dios que no puede cambiar.

Las cosas que pueden ser sacudidas, serán sacudidas, para que aquellas que no pueden ser sacudidas, permanezcan firmes. Cuando nuestro mundo se sacude nos damos cuenta de lo que realmente creemos y si nuestro fundamento es lo suficientemente sólido y lo suficientemente fuerte para perdurar. Si tu fundamento es cualquier cosa que no sea Dios, cuando llegue la tormenta, tu casa se desmoronará.

Si tu vida está enraizada y fundada en Dios, que es inmutable, estarás segura, independientemente de las tormentas que se crucen en tu camino.

Versículo 7, «Bajo aflicción vi las tiendas de Cusán, temblaban las tiendas de la tierra de Madián». Cusán y Madián eran dos tribus nómadas del sur, y cuando vieron la llegada, la presencia y el poder de Dios, se atemorizaron.

Es por eso que necesitamos orar al Señor para que nos visite con Su poder, con Su presencia y Su gloria en nuestros días. Cuando oramos por un avivamiento, estamos orando para que la gente tiemble ante la presencia de Dios.

Versículo 8,

¿Te indignaste, SEÑOR, contra los ríos? ¿Contra los ríos fue tu ira, contra el mar tu furor, cuando montaste en tus caballos, en tus carros de victoria?

Hay mucho que decir sobre la ira de Dios en este pasaje. Vemos un retrato de un Dios guerrero, un Dios que está en marcha. «Montaste en tus caballos, en tus carros de victoria». Es una imagen de Dios de la que no se habla mucho en la actualidad.

Preferimos la imagen del dulce Jesús, humilde y manso. Ahora, ese es un aspecto de Dios. Ahí está el corazón tierno de Dios. Es el Dios que es como una madre que amamanta. También el corazón de Cristo, que no quebrará la caña cascada ni levantará su voz en las calles.

Está ese aspecto del carácter de Dios, pero también hay un aspecto del carácter de Dios que es feroz, asombroso y airado, y está la ira de Dios que tendremos que enfrentar si no estamos en Cristo.

El Dios guerrero, el Dios que procura la salvación de Su pueblo, «se montó en sus carros de victoria». Esa es una frase clave del libro de Habacuc. Dios se mueve para salvar a Su pueblo, pero también se mueve para juzgar a los impíos.

No podemos tener la salvación del pueblo de Dios sin el juicio de los impíos, así que esta frase nos habla de la ira de Dios. Creo que una de las razones por las cuales nuestros métodos de evangelización tienen tan poco éxito hoy y las personas no están tomando en serio el Evangelio es porque no hay convicción de pecado, no vemos a las personas pidiéndole a Dios que los salve.

Ves a la gente que se ríe un poco de las cosas espirituales. Creo que una de las razones es porque se nos ha enseñado muy poco sobre la ira y la justicia de un Dios guerrero que odia el pecado. La gente no tiene temor de Dios. La gente no teme la ira de Dios. La gente no teme pasarse la eternidad separada de Dios. No temen el infierno, así que, ¿a quién le importa ir al cielo si no hay un infierno que tenemos que evitar?

Si Dios no es un Dios de ira y venganza, ¿por qué tenemos que acudir a Cristo en busca de refugio? La gracia, la misericordia, el amor, la compasión y la mansedumbre de Dios no se convierten en algo valioso para ti si no has visto la ira de Dios.

Así que, ¿qué hacemos en nuestras iglesias? Jugamos, comemos, tenemos atracciones, cosas para que la gente venga, ostentación, glamour, celebridades, grandes programas, música alta y todas las cosas para tratar que la gente se interese en Dios.

Les voy a decir algo. Cuando Dios se presente, la gente se interesará en Dios. Ahora, es posible que salgan corriendo. Es posible que se resistan; es posible que huyan, pero no se van a quedar sentados como un árbol plantado. Van a hacer algo.

Algunas veces me canso de los servicios en las iglesias donde la gente escucha la verdad, escuchan las Escrituras, escuchan al pastor derramar su corazón, y no hacen nada. Se quedan sentados. No responden.

Necesitamos proclamar hoy el aspecto de Dios que es la ira y el juicio y la furia, el Dios guerrero que viene para salvar a Su pueblo y para el juicio de aquellos que no tienen a Cristo.

Necesitamos un Dios temible. Necesitamos un Dios santo a quien adorar. Ustedes dirán, «Bueno, eso a la gente no le gusta. Eso no es ser sensible a las necesidades de los que están buscando a Dios. Eso no es muy amistoso para los que están buscando a Dios. «

Las Escrituras dicen que «No hay quien busque a Dios». Escúchenme bien, si Dios no atrae nuestros corazones hacia Él, nunca lo buscaremos, pero Dios sale a buscar y atraer a la gente a la fe en Cristo, y Él lo hará cuando levantemos la cruz.

Pero, ¿qué es la cruz? Es la ira de Dios contra el pecado. Es la santidad de Dios, la gloria de Dios desplegada. Así que el versículo 9, sobre este Dios guerrero, «Tu arco fue desnudado por completo, las varas de castigo fueron juradas. Selah.» Pausa. Piensen en ese aspecto de Dios.

Por cierto, no estoy diciendo que debemos presentarnos como personas llenas de ira hacia los pecadores. Nosotras, al proclamar la ira de Dios, tenemos que hacerlo con un corazón quebrantado, con ternura, sintiendo compasión por el hecho de que están perdidos y sin Cristo, están en circunstancias desesperadas, terribles.

No estamos felices por la ira de Dios. No debemos dar la impresión de ser gente airada, pero sí debemos darnos cuenta de que tenemos a un Dios que está airado contra el pecado, que odia el pecado y que lo juzgará.

Con ríos hendiste la tierra. Te vieron los montes y temblaron, el diluvio de aguas pasó; dio el abismo su voz, levantó en alto sus manos. (Versículos 9-10).

Y aquí se hace referencia a tantos sucesos de la historia de la redención de Israel- el Monte Sinaí, donde las montañas se retorcían y temblaban, el Mar Rojo, donde las aguas se dividieron y luego volvieron enfurecidas sobre el ejército de Egipto.

Versículo 11:

El sol y la luna se detuvieron en su sitio; a la luz de tus saetas se fueron, al resplandor de tu lanza fulgurante. Con indignación marchaste por la tierra; con ira hollaste las naciones (Habacuc 3:11-12).

Mientras meditaba en ese versículo ayer, me vino a la mente una estrofa que se escribió en un contexto totalmente diferente, pero creo que es un relato de lo que se describe aquí: «Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor».

Ustedes dirán «¡Sí! Dios vuelve». Dios vuelve. Él es un Dios guerrero. «Ha pisoteado las uvas de su ira para extraer su vino. Ha desencadenado el relámpago fatídico de su espada, terrible y veloz. Su verdad marcha hacia adelante». 1

Tenemos un Dios guerrero que marcha sobre la tierra enfurecido y trilla a las naciones en su ira. Y ese es el Dios que puso toda esa ira sobre su precioso Hijo, el unigénito, Jesucristo, en la cruz. Toda la ira que esta tierra pecadora merece, la colocó sobre Cristo.

Es por eso que cuando miras a Cristo y crees en Él, tú como pecadora, mirando a Cristo, el Salvador justo, tú le entregas a Él tu pecado. Él se hizo pecado por ti, para que pudieras ser hecha justicia de Dios en Él. Piensa de qué has escapado huyendo a Cristo en fe en busca de refugio. La cruz se vuelve preciosa cuando ves que es un Dios que abandonó a su Hijo, un Dios que marchó en furia e ira para que tú pudieras tener su gracia y su misericordia.

No es un Dios quejumbroso del que estamos leyendo aquí, que sólo atiende nuestros caprichos y nos mima en nuestras indiscreciones y toma a la ligera nuestros pecados. Del que estamos hablando es un Dios santo.

Lo que ves en este pasaje, al continuar, es cómo la ira de Dios se une a Su increíble misericordia. No podemos tener una cosa sin la otra. Y si proclamas una cosa sin la otra, perviertes el Evangelio.

El juicio y la salvación, siempre van de la mano en la Escritura. Siempre van en vías paralelas. No podemos tener una cosa sin la otra. El juicio sin misericordia, lleva al terror y a la desesperación.

La misericordia sin el juicio es patética. No es el Evangelio en lo más mínimo. No es el verdadero Evangelio. ¿Para qué necesitaríamos la misericordia de Dios si no hubiera nada de qué salvarse, si no hubiera ira y juicio de Dios de qué salvarse?

Alabado sea Dios, Él es un Dios de ira; alabado sea Dios, Él es un Dios de misericordia. Él es un Dios de juicio y un Dios de salvación. Si adoras a Dios, tienes que adorarlo por completo. No podemos tener una cosa sin la otra.

Carmen: La justicia de Dios hace que la misericordia de Dios sea algo notable. Nancy Lee DeMoss nos ha ayudado a verlo con claridad. Vas a oír a tus amigos y a otras personas en los medios de comunicación hablando del amor de Dios.

Sin embargo, la ira justa de Dios no es un tema muy popular. El problema es que no podemos tener una cosa sin la otra y no podemos entender que es así sin saber realmente lo que la Biblia dice. ¿Estás permitiendo que la Biblia moldee tu pensamiento cada día?

¿Y estás permitiendo que toda la Biblia moldee tu pensamiento? Es fácil pasar por alto ciertas partes de la Biblia, como Habacuc, un libro corto en la sección final del Antiguo Testamento.

La serie actual de Nancy, Habacuc: del temor a la fe , nos ha mostrado lo fascinante y lo pertinente que es este libro. Es importante conocer toda la Palabra de Dios.

¿Cantas en la iglesia? ¿Ofrendas? ¿Aplaudes? ¿Tiemblas? Sí, dije ‘tiemblas’. Suena extraño para mí también, pero después de nuestro próximo programa, entenderemos mejor por qué temblar es una respuesta adecuada ante la presencia de Dios. Te esperamos en la próxima edición de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de Life Action Ministries.

1 «Himno de la Batalla de la República» Julia Ward Howe [Traducción libre].

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 20 – Aviva Tu obra

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 20 – Aviva Tu obra

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Carmen Espaillat: Esta es Nancy Leigh DeMoss.

Nancy: «Señor, necesito esto, necesito aquello. No te olvides de esto otro. Por favor haz lo otro también».

Terminamos de orar habiéndole arrojado montones de súplicas, y encargos, pero sin haber escuchado realmente de parte de Dios. Ni siquiera sabemos las cosas por las que Dios quería que oráramos. Simplemente nos hemos desahogado.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Así que si orar es algo más que una lista semejante a la del mandado del súper, ¿En qué consiste la oración? El profeta Habacuc aprendió a profundizar más allá en sus oraciones que simplemente orar listas de reclamos y peticiones, y hoy aprenderemos de su ejemplo. Nancy nos ha ayudado a conocer a este profeta a través de la serie: Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Bueno, estamos transitando lentamente por el libro de Habacuc. En realidad, tú pudieras decir que vamos muy lento, pues por tres o cuatro meses he estado incursionando en el libro de Habacuc y aun ahora, hoy sigo encontrando cosas nuevas, frescas y emocionantes. Siento que apenas si hemos tocado la superficie.

Quiero animarte a que tú también sigas la lectura del libro junto con nosotras, y espero que nos acompañes, escudriñando también por ti misma. Sé que algunas de ustedes escuchan Aviva Nuestros Corazones mientras van conduciendo su automóvil y ese no sería un buen tiempo para tomar notas o para leer tu Biblia, pero cuando estés en casa podrás abrir tu Biblia y estudiar por ti misma, permitiendo así al SEÑOR que te hable a través de este pasaje.

Hoy, por fin estaremos entrando al último de los 3 capítulos del libro de Habacuc. Estamos leyendo algo parecido al diario que escribiera Habacuc durante su peregrinaje. Bien pudieras catalogar con una palabra cada capítulo, para darte una idea del progreso de su peregrinaje transformador.

En el capítulo 1 pudiéramos decir que Habacuc está «luchando». De hecho, su nombre significa «uno que lucha». Él está luchando con Dios. Él está batallando con asuntos muy pesados, se cuestiona preguntas difíciles de responder, observa alrededor las cosas que no tienen sentido. Y así le hace a Dios estas preguntas. Él está luchando.

En el capítulo 2 vemos a Habacuc «contemplando». Él declara, «Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice». . . Él aguarda por una visitación de Dios. Vimos en el capítulo 2 que Habacuc obtuvo una visión fresca y una percepción tan diferente de Dios que produjo un cambio radical en su vida y en su actitud.

Así que en el capítulo 1, Habacuc está luchando; en el capítulo 2 Habacuc está contemplando. Y para cuando llegamos al final del capítulo 3, él está adorando. Luchando, contemplando y adorando.

Alguien más ha descrito estos tres capítulos de la siguiente manera:

El capítulo 1 es un diálogo entre Dios y Habacuc. El capítulo 2 es una endecha, un lamento fúnebre. Tenemos las exclamaciones de desdicha y pesar, el canto fúnebre pronunciado sobre Babilonia. Ella segará lo que ha sembrado. Así que tenemos un himno fúnebre muy pesado, triste y melancólico en cinco estrofas, que recientemente estudiamos en el capítulo 2

Capítulo 1, diálogo. Capítulo 2, himno fúnebre; pero cuando llegamos al capítulo 3, encontramos una doxología, lo que hubo al principio ahora se ha vuelto alabanza y adoración, es una doxología.

Así que al terminar el capítulo 2. ¿Recuerdan el último versículo del capítulo 2? Dice: Pero el SEÑOR está en su santo templo: calle delante de Él toda la tierra. (Verso 20). Dios le había mostrado a Habacuc que Él es infinitamente más grande y poderoso que cualquier autoridad en la tierra, incluyendo a los poderosos Babilonios.

Así tan perversos, poderosos y crueles como eran, Dios dijo, «Yo estoy sobre ellos». Yo estoy en control. Yo Estoy a cargo.» Y Tengan presente, al leer el versículo 14 del capítulo 2, que el día viene cuando «la tierra será llena del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar».

Así que las cosas parecen estar fuera de control aquí en la tierra. Tenemos inundaciones, terremotos y huracanes; tenemos amenazas, secuestros, guerras, motines; tenemos accidentes, dolor, enfermedades y muerte; tenemos problemas, conflictos, divorcios y más cosas que pueden poner de cabeza nuestro mundo. Pero aun así DIOS dice, «Yo soy mayor que todo ello, Yo estoy por sobre todo ello. Así que relájate. Estate quieta. Guarda silencio y entiende que YO SOY DIOS, y yo estoy en mi trono».

Al final del capítulo 2, presiento como que hubo una gran pausa antes de llegar al capítulo 3. El SEÑOR está en Su Santo Templo , pero toda la Tierra guarda silencio ante Él. Y creo que también tú sientes esa pausa cuando Habacuc la hace. Él espera en silencio, con un temor reverente al magnífico, majestuoso santo, alto y sublime exaltado SEÑOR del universo.

Y cuando finalmente llegamos al capítulo 3. Es como si Habacuc volviera a respirar. El primer versículo de este capítulo dice, «Oración del profeta Habacuc, en tono de Sigionot». Una oración del profeta Habacuc. Yo no creo que esta oración haya sido hecha a la carrera, como quien corre a la presencia de Dios y cantaletea algunas cosas.

No creo que él corrió a Su presencia para decir: «SEÑOR necesito estas cosas hoy». Yo imagino que esta oración fue orada después de haber esperado y perseverado en la presencia de DIOS lo suficiente como para permitirle a Dios mostrarle cómo debería orar.

¿Te has encontrado alguna vez, al igual que yo, orando a Dios con algo parecido a la lista del supermercado mientras corres para empezar tu día? «SEÑOR, necesito esto, necesito aquello. No te olvides de esto otro. Por favor haz lo otro también». Y terminamos de orar habiéndole arrojado montones de súplicas, encargos, pero no hemos escuchado de parte de Dios realmente. Oramos ignorando si hemos venido a Él realmente con las cosas que Dios quiere que oremos. Simplemente nos hemos desahogado.

Este no es el tipo de oración que hace Habacuc. Esta es una oración que viene como resultado de haber estado en la presencia de Dios. En el capítulo 3 tenemos la respuesta de Habacuc a todo lo que ha visto y escuchado hasta ese punto es su respuesta a lo que Dios ha revelado de sí mismo y de sus caminos.

Al leer la oración de Habacuc, vemos que Habacuc es un hombre nuevo. Él es un hombre diferente al que conocimos en el capítulo 1. Ahora ya no hay preguntas, no hay más acusaciones, no hay más ira, no hay más dudas. Ahora solo se manifiesta una completa sumisión, reverencia y alabanza. Todo ello forma parte de una expresión de fe, porque Habacuc ha aprendido que el justo, aun en un mundo impío, ha de vivir ¿Cómo? . . .¡Por su Fe!

  • La fe nos lleva a someternos a DIOS.
  • La fe nos conduce hacia la reverencia a DIOS.
  • La fe nos lleva a confiar en DIOS.
  • La fe nos hace alabar a DIOS

Así que Habacuc no tiene las respuestas a sus preguntas, pero ha encontrado al DIOS que es suficiente. El cambio ha sido un proceso en su vida, creo que ha sido un proceso doloroso, un proceso desgarrador y abrumador. Su perspectiva y su corazón han sido cambiados porque él ha visto al SEÑOR.

Ahora el versículo 1 nos dice que esta oración de Habacuc el profeta es de acuerdo al tono Shigionoth. Y dirás, «¿Qué? ¿Qué cosa es eso? ¿ Qué idioma es ese?» Shigionoth. Nadie sabe qué significa. Pero evidentemente es una notación musical. Y verás la misma palabra usada de otra manera en los Salmos.

Existe evidencia en este capítulo de que esta oración de Habacuc en toda su extensión se escribió en realidad con la intención de que fuese un salmo, para ser entonada como un acto de adoración. Vemos pues esta notación musical, Shigionoth, al principio en el versículo 1. Y luego verás la palabra Selah, en tres diferentes versículos . Y efectivamente también fungen como notación musical. La verás en el versículo 3, en el versículo 9, y una vez más en el versículo 13.

Entonces en el último versículo de este capítulo, versículo 19, Habacuc cierra su oración diciendo, «al director del coro con mis instrumentos musicales». Y llegaremos a esa frase en la conclusión de esta serie, pero es otra evidencia de que la intención de este pasaje fue componer un canto para ser entonado, entonado con el acompañamiento de instrumentos de cuerda. Es muy posible que este canto, la oración de Habacuc, llegará a formar parte de la adoración en el templo.

Así que recuerda eso. Los judíos aún se encuentran alejados de su Dios, descarriados. Los babilonios aun vienen en camino a conquistar la tierra y a castigar a los judíos. Nada ha cambiado, excepto Habacuc. Su perspectiva ha cambiado. Ahora él confía en la sabiduría de Dios y en los propósitos de Dios, de manera que ahora sí puede alabar y adorar; en tanto que al principio se sentía perturbado con temor y confusión, era un hombre frustrado.

Así vemos esta oración del profeta Habacuc. Y en el versículo 2 empieza ya su oración. Él dice, «Oh SEÑOR, he oído lo que se dice de ti y temí. . . «. Para quienes nos han seguido en estos estudios, saben que normalmente yo enseño con la versión de la Biblia de Las Américas, pero hoy, en este versículo en particular quiero citar la Reina-Valera Contemporánea que dice : «Señor, he oído hablar de tus hechos, y saberlo me llena de temor. . . » (RVC). Porque siento que esta traducción aclara el pasaje un tanto mejor, a como yo entiendo el versículo.

Algunas otras versiones dirán: «Señor, he sabido de tu fama;
tus obras, Señor, me dejan pasmado. . .» (NVI) ; «Oh SEÑOR, he oído lo que se dice de Ti y temí. . .» (NBLH) (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy)

¿Qué tipo de temor? No creo que sea el tipo que se espanta de lo que está por suceder, más bien es un sentimiento de reverencia desde donde ahora admira a la luz de la imponente santidad de Dios. Es temor del tipo del que leemos en el capítulo 12 de la carta a los Hebreos, en los versículos 28-29, donde Las Escrituras dicen que «ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor».

Cuando ves a Dios como majestuoso, como santo y como Fuego Consumidor que juzga la maldad, entonces estarás delante de Dios en reverencia y Santo temor . No tomarás su nombre en vano. No lo tomarás a la ligera. No bromearás con las cosas espirituales. No te apresurarás por salir de la presencia de Dios.

Existe pues, una reverencia y un imponente temor santo en Su presencia, que dicho sea de paso, pienso que tristemente es muy escaso entre el mundo evangélico moderno. No lo puedes atestiguar en muchas vidas cristianas, no lo ves en muchas iglesias, no lo percibes en los servicios y en las reuniones eclesiásticas o en los cultos.

En cambio sientes una familiaridad para con Dios, como si se tratase de una relación entre «compinches» o camaradas o compadres. Él es mi amigo. El es mi «cuate». Él está cercano a mí. Y en efecto, a través de Las Escrituras hay pasajes donde leemos acerca de la intimidad y la cercanía de nuestro Dios, pero nunca podrás experimentar esa intimidad y cercanía de Dios a expensas de despojarlo de Su majestuosidad, de Su soberanía y de Su santidad.

Dios está a años luz de nosotras; Él está separado de nosotras. Está muy por encima de nosotras. Él está infinitamente más arriba e inalcanzable de nosotras, nunca podrás acercarte a Él hasta que puedas hacerlo en santo temor y reverencia .

En esta oración Habacuc ha tornado su enfoque hacia Dios. Anteriormente él estaba enfocado en Israel y en los caldeos, los babilonios. Él estaba antes perturbado. Pero ahora él está enfocado en Dios.

¿No es acaso una verdad en nuestras vidas que, la mayoría de nuestros problemas se tornan en crisis cuando nos enfocamos en nosotras mismas, nuestras circunstancias y en las situaciones difíciles? Habacuc ha llegado al punto en donde la Santidad de Dios y Su Gloria es todo lo que a él le importa.

Él ya no se cuestiona: «¿Por qué Dios permite que esto suceda? ¿Qué hicimos para merecer esto? Él ahora reconoce que Dios es justo. Que Dios es soberano. Que Dios es sabio. Que Dios es santo. El hombre pecador no tiene derecho a quejarse de lo que Dios hace, solamente debe someterse, y permanecer en reverencia y asombro.

Dios se ha revelado a sí mismo. Ha revelado Sus caminos y Sus promesas a Habacuc, y Habacuc se ha humillado en Su presencia. De manera que él ya no protesta las decisiones de Dios, ya no pelea contra Dios. Simplemente permanece de pie asombrado ante la grandeza Divina. Se inclina en admiración y adoración. Sus quejas han cesado. No hay más acusaciones. Hay solamente reverencia, respeto y asombro.

Y justo ahí, es donde Dios nos quiere llevar, donde le conocemos y confiamos en Él. Los justos vivirán por su fe. Hemos contemplado una visión de Él. Hemos visto como es Él. Le hemos visto revelado a través de Las Escrituras, y estamos ante Él adorándole aunque no entendemos Sus caminos, pero le adoramos.

Señor, he escuchado de Ti. He escuchado tu discurso. He escuchado lo que tienes que decir al respecto. He visto lo que has revelado de Ti mismo, y me he quedo pasmada, Tu temor ha caído sobre mí y Te adoro.

Y él continúa orando, «Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión».

Me di cuenta al preparar esta lección que no había tocado la profundidad completa de esta oración de avivamiento, y permíteme compartir algo de la superficie de ella, y luego tú la llevarás ante el SEÑOR. Hazla tu oración y pídele que te muestre más de lo que significa y cómo debiéramos orar por un avivamiento a la luz de este versículo.

«Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión». Y ahora Habacuc se dispone a dar a conocer sus peticiones a Dios.

Fíjate en las peticiones que no forman parte de la oración dé Habacuc.

• No le pide a Dios comodidad o alivio.

• No le pide a Dios que los proteja de los babilonios.

• No le pide a Dios que cambie Su estrategia.

Habacuc sabe que los judíos merecen todo lo que Dios les esté enviando. Él sabe que Dios solo hará lo que es justo y recto. Lo único que le importa es que la gloria de Dios sea manifiesta. Que toda la tierra vea el conocimiento de la gloria del SEÑOR y que ese conocimiento cubra la tierra como las aguas cubren el mar. Esa es su motivación. Eso es lo que le importa.

Habacuc desea ver que la obra de Dios florezca en la tierra. Ya no le preocupa su propia agenda, ni su propio reino, de hecho, ni los reinos de Israel o Babilonia. A Habacuc le interesa la agenda del Reino de Dios. ¿Qué hay en el corazón de Dios? ¿Qué es lo que hay en la mente de Dios? Habacuc se pregunta qué haría que Dios luzca grande y glorioso.

Así que dirige su oración en una súplica para que Dios haga algo en medio de los años. «Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer». Y si nos sigues con una Biblia Nueva Versión Internacional, estarás leyendo: «Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo. . .» Haz esto en nuestros días.

Entiendo que lo que él está diciendo es, «DIOS, en nuestro tiempo, en medio de donde vivimos, aquí y ahora, en medio de las circunstancias, así de problemáticas como están ahora, en medio de lo terrible que las cosas se pondrán aun, SEÑOR, hazlo. Aviva, oh SEÑOR, Tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión. Hazlo hoy, hazlo en nuestros días. Hazlo en medio de los años».

Básicamente, Habacuc pide dos cosas en su oración. El deseo de ver primero una manifestación del poder y grandeza de Dios. Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer.

«Deseamos ver Tu poder. Deseamos ver Tu gloria. Deseamos ver una manifestación de algo que solo tu puedes hacer. SEÑOR, aviva Tu obra. Tu obra. No la obra de nuestras manos, sino Tu obra. Haz lo que solo Tú puedes hacer».

Esa palabra «aviva» tiene que ver con perseverar. Mantener viva. Revivir. Purificar. SEÑOR, nosotros somos la obra de Tus manos. Purifícanos. Restáuranos. Restáuranos a un lugar de fe, de rendición y de obediencia. Haznos el pueblo que deseas que seamos. «SEÑOR, aviva Tu iglesia» esa es la plegaria.

SEÑOR, avívanos. SEÑOR, avívame. SEÑOR aviva Tu obra para que el mundo pueda ver una manifestación de Tu gloria, para que el mundo pueda atestiguar de tu magnificencia y de Tu poder. Así Tu gloria será vista a través de nosotros. Cumple oh Señor Tus propósitos redentores. SEÑOR, solamente Tú puedes lograrlo.

Es un clamor desesperado, un clamor de súplica y un clamor de desesperanza, pero es un clamor confiado. SEÑOR, Tú puedes hacer esto. Tú tienes el poder. Tu estás en Tu Santo Templo. Tú estás por sobre los babilonios. Y Tú eres el Creador. Nosotros no adoramos ídolos. Nosotros Te adoramos a Ti. Y Tú puedes hacerlo.

Algunas de ustedes han estado orando por un avivamiento durante años. No dejen de hacerlo, aun cuando parezca que las cosas empeoran. Algunas de ustedes han estado orando por un avivamiento en sus iglesias, y han sido fieles en su clamor al SEÑOR. Y justo entonces parece que tu iglesia se vuelve más mundana, y menguan las personas que interceden por lo mismo, hay menos gente ocupándose en la santidad.

No te rindas. Persiste en oración. Los justos vivirán por su fe. Continúa orando por fe. Mantente aferrada al SEÑOR. Continúa clamando a Él, por Su gloria, por Su nombre, por Su reputación.

«Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer SEÑOR, Señor aviva Tu obra en nuestros días. Concede a nuestras iglesias, a nuestras familias, a mi cónyuge, a mis hijos, a mis amigos, concédenos ver que eres Dios. Permítenos verte en acción».

No nos satisface la religión, con ese cristianismo que es solo la suma del total de todos nuestros esfuerzos, de toda nuestra energía, todo nuestro ingenio y de todos nuestros programas de mercadeo y de todo lo demás que podemos fabricar.

«SEÑOR, no ha sido suficiente el esfuerzo humano. Oh sí, puede producir Mega iglesias. Puede producir ministerios multimillonarios. Puede llevarnos a la radio y a la televisión y a publicar libros. Pero SEÑOR, queremos ver Tu poder. Queremos ver lo que únicamente Tú puedes hacer. No queremos conformarnos con lo que el hombre puede hacer. SEÑOR, aviva Tu obra».

Luego esa última frase: en la ira, acuérdate de tener compasión. Habacuc no está cuestionando si la ira de Dios es justa. Él no se cuestiona si el juicio de Dios sobre la maldad es merecido o no. Él no se cuestiona si Dios debería o no castigar a Su pueblo por su pecado. Él está diciendo, «SEÑOR, al demostrar tu ira, recuerda tener misericordia».

En el capítulo 1 ese no era su sentir. En el capítulo 1 Habacuc estaba buscando justicia. Ahora se da cuenta de que, de haber obtenido lo que buscaba, entonces todos hubiéramos sido liquidados. Así que dice, «SEÑOR, merecemos tu ira. Merecemos tu juicio, pero SEÑOR, ¿pudieras tener misericordia de nosotros?»

Nuevamente vemos a Habacuc anticipando a Cristo y la cruz. Ahora nosotras vemos en retroceso hacia el Calvario y sabemos que Dios puede tener misericordia de nosotros. Porque Jesucristo tomó sobre Sí mismo toda la ira que el Dios Santo tiene en contra del pecado del mundo.

Así que podemos decir que, Dios, por amor a Jesús y por lo que Él ha hecho en el Calvario, en Tu ira en contra de este mundo, ¿pudieras acordarte de tener misericordia? Venimos a la Cruz. Nos aferramos a Cristo. Creemos en Él y por la fe en Él decimos, «Oh DIOS, por favor ten misericordia de nosotros, de nuestros pecados,» y Él lo hará.

Así que mientras oramos para que Dios obre en nuestros días, estamos orando por un avivamiento ¿Por qué estamos orando? ¿Qué nos preocupa? ¿Qué realmente nos importa? Al orar, deseamos involucrarnos en la obra de Dios, la gloria de Dios, el nombre de Dios y la reputación de Dios en Su iglesia. Y la gloria, el nombre de Dios, la obra de Dios y la reputación de Dios en el mundo.

¿Es por eso por lo que estás orando? Únete a mi al orar. Oh SEÑOR, hemos escuchado lo que tienes que decirnos y temblamos con asombro reverente . Oh SEÑOR, oramos que en medio de los años, de nuestros días, en este momento en este punto en nuestro mundo, nuestras iglesias, nuestros hogares, en nuestras vidas que Tú avives Tu obra, que la des a conocer.

Muestra Tu Gloria y Tu poder y luego muestra Tu perdón y Tu misericordia. En la ira, acuérdate de tener misericordia. Por Jesús lo pedimos y por Tu gloria y por Tu reino, amén.

Carmen: El profeta Habacuc aprendió a orar por la voluntad de Dios en vez de por la suya propia. Tú necesitas aprender a hacer lo mismo. Yo necesito aprender a hacer lo mismo.

Aprender a orar por la voluntad de Dios cuando la vida enloquece en nuestro derredor, es una buena razón para leer el libro de Habacuc. Nancy nos ha estado animando a estudiar el libro mientras ella comparte a través de la serie.

Permíteme preguntarte, ¿cuándo fue la última vez que realmente estudiaste un libro de la Biblia? No me refiero a unos cuántos versos apretujados entre el desayuno y el tráfico de la mañana. Me refiero a realmente llegar a conocer lo que un libro de la Biblia dice y descubrir cómo afecta tu vida. Bueno, durante la serie de Nancy llamada Habacuc: del temor a la fe, es un momento perfecto para estudiar el libro de Habacuc.

¿Has escuchado alguna vez a alguien decir, «Un Dios amoroso no mandaría a nadie al infierno»?

Descubre lo que el libro de Habacuc tiene que decir con respecto a esa idea, cuando Nancy continúe con la enseñanza en nuestro próximo programa. Por favor vuelve a Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 17 – Idolatría

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 17 – Idolatría

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/idolatria/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Idolatría significa confiar en cualquier otra cosa que no sea el Dios que nos creó. De manera que cuando confiamos en el dinero o confiamos en los hijos; en el marido; en la economía; en el gobierno; o en nosotras mismas- todo esto nos hace idólatras, adoradoras de ídolos. Ponemos nuestra confianza en la obra de nuestra manos, y el punto es: ¿Qué tan tonto puede resultar esto? ¿Qué tan necio es?

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. Probablemente tú no tienes el hábito de inclinarte frente a una estatua de madera o de piedra, pero los ídolos abundan en tu mundo, tentándote a adorarles todo el tiempo. Aquí está Nancy para continuar con la serie titulada: Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Bueno, si la única ocasión en que has escuchado acerca del profeta Habacuc fue durante la última sesión de esta serie, entonces probablemente estés pensando que este es un estudio verdaderamente deprimente porque estamos en un pasaje bastante pesado, como lo es Habacuc capítulo 2, donde Dios está pronunciando infortunios y juicios divinos en contra de la nación de Babilonia por sus pecados.

Él les dice que ellos van a cosechar lo que han sembrado, un pasaje bastante difícil de digerir y lleno de cosas negativas. A medida que lees estos pasajes en Las Escrituras, recuerda que estos también han sido inspirados. El esplendor y las bellezas y las maravillas del Evangelio y de la gracia de Cristo nunca serán tan preciosos para nosotros hasta que no las hayamos visto en el escenario de la completa depravación y la pecaminosidad de la naturaleza humana.

Cuando nosotras nos vemos como realmente somos y vemos el juicio que merecemos por nuestros pecados, y vemos a Dios que nos dice: «Yo envié a Cristo para ser la sustitución de tu pecado, para tomar el juicio que tú merecías,» y entonces decimos: ¡Wao! ¡Esa es una Buena Nueva, una buena noticia! ¡Ese es un Evangelio que vale la pena compartir!

Considero que una de las razones por la que el Evangelio no es asombroso ni precioso para muchos, aun para creyentes que profesan su fe hoy, es porque solo se han enfocado en las Buenas Nuevas del Evangelio. Ellos no saben de qué han sido salvados. no saben de qué están siendo librados. Por eso es tan importante estudiar aquellos pasajes acerca de la ira Dios.

Para darnos un contexto aquí, estamos en Habacuc capítulo 2. Permítanme regresar al verso 12.

«¡Ay del que edifica una ciudad con sangre y funda un pueblo con violencia! ¿No viene del SEÑOR de los ejércitos que los pueblos trabajen para el fuego y las naciones se fatiguen en vano?»

Aquí tenemos una descripción sobre Babilonia construyendo el reino de los hombres, el reino del hombre, y eso es lo que las personas en esta tierra están tratando de hacer hoy en día. Ellos están construyendo una ciudad con sangre, fundando la ciudad sobre la iniquidad, intentando esforzadamente utilizar toda su energía, su creatividad y su ingenio para construir, por así decir, una torre de Babel, una ciudad o pueblo de hoy en día que pueda existir sin Dios. Inicialmente, el esfuerzo de los hombres para construir sus propios reinos es impresionante.

Los hombres pueden hacer cosas impresionantes con las habilidades que Dios les ha dado, pero todos los intentos del hombre de construir su propio reino serán de corta vida, de corta duración. Cuando nuestros reinos son construidos sobre la base de corrupción, la violencia, el orgullo y la arrogancia, ellos se volverán nada.

Piensa en los grandes imperios que existieron en la tierra durante el pasado. Algunos de ellos fueron espléndidos -Egipto, Babilonia, Grecia y Roma. Si fuéramos a esas partes del mundo hoy, encontraríamos las evidencias más espléndidas de esas civilizaciones sepultadas bajo un montón de ruinas. El reino de los hombres nunca perdura.

Ahora bien, habiendo leído sobre el reino de los hombres, nos dirigimos hacia el versículo 14, que representa el otro lado de la historia. «Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar»- uno de mis versículos favoritos en toda la Palabra de Dios. Este es un versículo que nos da esperanza.

«…Mas el justo por su fe vivirá» (verso 4). ¿En qué tenemos esa fe? Fe en que la tierra será llenada del conocimiento de la gloria del Señor. Algún día esto será una realidad.

Aquí tenemos una referencia al Reino de Dios, no al reino de los hombres que es de corta vida, sino del Reino de Dios, que es eterno -el reino de Dios que todavía está por revelarse completamente, el reino de Dios que es indestructible, ese reino cubrirá toda la tierra. Los babilonios, los asirios, los romanos -ellos trataron de cubrir toda la tierra, y algunos de ellos conquistaron toda la parte de la tierra que era conocida, pero el Reino de Dios cubrirá por siempre y para siempre toda la tierra.

Él reinará. Él gobernará. Regirá. Él vencerá todos los reinos terrenales. Aquí vemos el triunfo absoluto, eterno, final y último del reino de Dios.

No importa lo qué los hombres hagan, no importa qué tan fuertes puedan ser sus reinos, no importa que tan feroces ellos puedan mostrarse -y nosotras podemos nombrar reinos sobre la tierra que hoy en día se muestran feroces… Nos preocupamos acerca de la proliferación nuclear y otras situaciones actuales que ni siquiera podemos pronunciar o entender, y hay tantas cosas de las cuales pudiéramos estar temerosas si estuviésemos mirando las cosas solo desde nuestra perspectiva humana…

No podemos mirar a la tierra desde una perspectiva humana. Necesitamos mirar a través de los ojos de la fe y de lo que Dios está haciendo en la construcción de Su reino. Sí, los enemigos de Dios pueden prosperar por un tiempo. Ellos pueden enfurecerse contra Dios. Ellos lo harán, pero ellos serán de corta duración.

Su destino está sellado. Recuerda que cuando veas gente como el pueblo de Babilonia que está ocupando hoy en día los lugares en la tierra, su sentencia está sellada.

Un comentarista dice acerca de este pasaje, «El trabajo duro y fatigoso de toda una generación de babilonios jactanciosos, proporcionó un pequeño fuego y concluyó como un montón de cenizas en una esquina de la tierra, pero la gloria eterna de Dios cubrirá toda la tierra». No hay comparación entre el reino de los hombres y el Reino de Dios.

«La tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor». Esa frase, por cierto, debe serte familiar si has leído el Nuevo Testamento, «el conocimiento de la gloria del Señor».

Segunda a los Corintios capítulo 4 dice:

«Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (verso 6).

Esto es lo que Habacuc profetiza aquí.

Habacuc nunca había visto a Cristo. Él no conocía a Cristo. Él anticipaba la venida de Cristo. Él solo podía ver veladamente. Al mirar atrás ahora podemos ver claramente que Dios estaba hablando aquí sobre el día cuando Cristo vendría.

Él moriría y Su sangre sería derramada por los pecadores. Él daría Su vida, y el conocimiento de la gloria del Señor, vista en el rostro de Jesucristo. Contemplamos la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ese conocimiento cubrirá la tierra así como las aguas cubren el mar.

Escucha, hoy día hay muchos lugares en el mundo que nunca han escuchado el nombre de Cristo, pero un día sucederá. Hoy día hay grandes porciones de la tierra -continentes casi completos- que rechazan al Dios del universo, que rechazan a Jehová, que tienen sus propias religiones falsas de maldad.

Ellos están construyendo sus propios reinos, pero un día el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo brillará. La luz de Dios cubrirá la tierra y expulsará toda la oscuridad que yace sobre el mundo entero. Alguien diga: «¡Amén!»

Aquí se nos profetiza la propagación máxima del Evangelio de Cristo por todo el mundo y el reinado de Cristo; el día cuando toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios.

Quizás algunas de ustedes están familiarizadas con el viejo himno de Isaac Watts. Ya no lo cantamos con frecuencia pero me encantan estas palabras,

Doquier alumbre el astro sol, ha de reinar el rey Jesús, de mar a mar dominará, mientras la luna de Su luz.

Esa es una manera o expresión antigua de decir «para siempre» -y Él reinará por siempre y para siempre. Anoche estuve buscando y leyendo ese himno en internet y encontré algunas otras estrofas que no había escuchado antes. Cuando las cite, se darán cuenta porque no las cantamos. Son un poco complejas en su lenguaje, pero considero que las palabras tocan el punto clave de este pasaje.

Escucha las siguientes dos estrofas. Estamos diciendo que Jesús reinará en toda la tierra, y luego Isaac Watts continúa y dice:

Contemple las islas con sus reyes, y Europa trae su mejor tributo; de Norte a Sur los príncipes se encuentran, para pagar su homenaje en Sus pies.

Ahí está Persia, gloriosa para contemplar, allí la India brilla en el oro del Este. Y las naciones bárbaras a Su Palabra se rinden, reverencian y poseen a su Señor.

El original de este himno está escrito en un inglés antiguo. Realmente ya no hablamos de esa manera, ¿pero pudiste captar la idea? Alrededor del mundo, en todo el mundo, de orilla a orilla, de continente a continente todas las naciones del mundo –naciones del mundo donde hoy es ilegal ser cristiano, donde es ilegal ir y predicar el Evangelio- todas esas naciones vendrán y doblaran sus rodillas ante Cristo reconociéndolo como Señor, y la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas cubren el mar.

No debe sorprendernos que podemos vivir con esperanza. No debe sorprendernos que no tenemos que andar en temor. Los justos vivirán por su fe. Así que hoy, cuando te sientas abrumada, quizás no debido a guerras mundiales, pero sí quizás debido a una pequeña guerra que se está librando dentro de tu propio hogar o en tu iglesia o en tu lugar de trabajo, recuerda: la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios así como los mares cubren la tierra.

Ahora bien, no tocamos en la esta última sesión el quinto de los cinco ayes en este pasaje, y necesitamos mencionarlo porque nos trae al verso de este capítulo, que otra vez es el que nos da tal esperanza. Los primeros cuatro ayes que vimos fueron pronunciados sobre los babilonios debido a sus pecados relacionales, o pecados que ellos cometieron contra otra gente.

Pero cuando llegamos al quinto infortunio, que comienza en el verso 18, no está basado en un pecado relacional. Está basado en una violación al primer mandamiento. Esto es un pecado contra Dios. Este ‘ay’ es pronunciado en contra del pecado de la idolatría, y considero que quizás ese pecado es la raíz de todos los demás pecados que son mencionados en este capítulo – la idolatría.

Permítanme leer empezando en el versículo 18.

«De qué sirve el ídolo que su artífice ha esculpido, o la imagen fundida, maestra de mentiras? ¿Para que su hacedor confíe en su obra cuando hace ídolos mudos?»

Este hombre hace ídolos de metal, de madera o de cualquier otro material y confía en su propia creación.

Ves esa palabra CONFIAR. ¿Cómo vive la gente justa? Vive por fe, por confiar, pero no ponen su confianza en algo que ellos han hecho, confían en Aquél quien los hizo, creen en el Creador, no creen en la criatura.

Idolatría es creer en cualquier otra cosa que no sea el Dios que nos creó. De manera que confías en tu dinero; confías en tus hijos; confías en tu esposo; confías en la economía; confías en el gobierno; confías en ti misma y esto te hace un adoradora de ídolos. Confías en la obra de tus manos y el punto es este: ¿Qué tan necio, qué tan tonto puede ser esto?

Versículo 19

«Ay del que dice al madero: Despierta; o a la piedra muda: ¡Levántate! ¿Será esto tu maestro? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay aliento alguno en su interior».

La necedad de hacer algo con tus propias manos, un objeto inanimado, y luego inclinarte y decirle: Ayúdame. Ayuda mis cosechas. Ayuda mi fertilidad. Ayúdame en mis problemas. Dime qué decidir. Dime qué hacer. ¿Qué tontería es esta?

Ay de aquellos que hablan a ídolos y les dicen, «Haz esto o aquello». No hay aliento de vida en lo absoluto en aquella cosa que fabricamos nosotras mismos, en aquella cosa en la que hemos puesto nuestra confianza.

Vamos ahora al versículo 20 y vemos el contraste aquí. «Pero el Señor», -aquí no hay ningún ídolo ahora, no hay ninguna imagen de metal, nada cubierto de plata ni de oro- «El Señor está en su santo templo; calle delante de Él toda la tierra.»

«El Señor está en su templo santo». Vemos esto algunas veces a la entrada de una iglesia, o quizás en el boletín de una iglesia. No está hablando acerca de una edificación. Ahora bien, creo que es apropiado ser reverente cuando vamos a adorar con el pueblo de Dios porque estamos juntos en la presencia de Dios, pero esto está hablando de algo mucho más significativo que la estructura de un edificio, de una gran iglesia.

«El Señor está en Su santo templo» El Salmo 11 nos dice dónde está Su Templo. «El Señor está en Su santo templo (verso 4). Dios alto y sublime y exaltado en Su santo trono y Su santo templo en el cielo; de manera que aquí Habacuc está obteniendo una visión de Dios. Cada persona de las Escrituras, y a lo largo de toda la historia que ha tenido este tipo de visión de Dios es transformada. Es imposible ver a Dios y quedar iguales.

Su majestad -una visión de Él y de quien Él es- cambia nuestra perspectiva acerca de todo. Esto cambia como te ves a ti misma y cambia como ves tus circunstancias. Me encanta esta cita, y estoy segura de que anteriormente la he utilizado en Aviva Nuestros Corazones. Es la cita es de Campbell Morgan, quien fue un gran maestro bíblico en la pasada generación y dice:

«La necesidad suprema en cada hora de dificultad y de angustia, es tener una visión fresca de Dios. Al verlo a Él, todo lo demás toma su propia perspectiva y proporción».

¿Te consideras muy grande? ¿Crees que eres la gran cosa? ¿Te consideras como una persona fenomenal? O ¿Crees que tu vida es un desastre? ¿Crees que tu mundo es muy complicado?

Quita los ojos de ti misma y de tus circunstancias y de las personas que te rodean y levanta tus ojos y mira al Señor. Mirándolo a Él, todo lo demás se coloca en su correcta perspectiva y proporción.

Aquí tenemos un contraste entre los ídolos que son fabricados por el hombre y Dios, quien está en Su santo templo. Los hombres tratan de darle vida a los ídolos que ellos mismos crean, pero estos ídolos no tienen vida.

Ellos hablan a sus ídolos, «¡Despierta! ¡Levántate! ¡Haz algo! Pero estos ídolos no hablan. Ellos no tienen respuesta.

Hay algo equivocado con esta imagen, el hablar a los ídolos, tratar de dar aliento de vida a un objeto que no la tiene. Lo que debería estar sucediendo es que Dios nos de aliento de vida a nosotras. El nos habla y en respuesta nos quedamos mudas.

Hacemos silencio. Estamos quietos delante de Él, escuchando con temor, en reverencia a Dios en Su trono.

Vimos en el versículo 18 que el ídolo tiene un fabricante, pero en cambio Dios es nuestro hacedor. La criatura debería rendir culto a su Creador, no adorar otra criatura. Entonces, el punto aquí en el versículo 20 es que «El Señor está en Su santo templo; toda la tierra guarde silencio frente a Él,» el punto aquí es ¡Shhh! ¡Calla!

Adora a Dios. Confía en Él. Permite que Él te enseñe. Permite que Él te hable.

Deja de quejarte. Deja de dudar. Deja de cuestionar a Dios.

Dios no es indiferente, como Habacuc pensó que quizás Él era. Dios no es insensible. Dios no es impotente. Dios no es pasivo.

Dios está en Su santo templo. Dios está en Su trono. Dios está en control. Y Dios no es solo un Dios grande y cósmico que está en control del universo, pero que de alguna manera se le escapan los detalles de una u otra circunstancia de tu vida…

Él no está dormido. Él está despierto. Él está alerta. Y Él está vivo. Él está activo.

Él está obrando en tu vida, a tu favor, en tus circunstancias, en tu hogar, en tu iglesia, en tu mundo. Dios está en Su trono, así que estate quieta.

No te irrites. No estés perturbada. No te preocupes. No estés ansiosa.

En Su tiempo perfecto, Él llevará a cabo Sus propósitos, así que mientras tanto, mantente firme delante de Él, en humildad y en silencio, en reverencia, en temor. Confía en Él. El justo por su fe vivirá.

Cuando fabricamos un ídolo, y sé que no tallamos ídolos ni los hacemos de oro y de plata, pero los hacemos de otras cosas; hacemos ídolos de las personas. Los hacemos de nuestros empleos. Los hacemos de nuestra salud. Hacemos ídolos de algo o de alguien, y ponemos nuestra confianza en ellos en lugar de ponerla en Dios.

Cuando hacemos un ídolo, decidimos qué tipo de Dios pensamos debería ser. Queremos diseñar ídolos conforme a nuestras especificaciones, y entonces le decimos lo que debería hacer, y cómo debería ser, y cómo debería servirnos, y cómo debería tratarnos.

El problema es que nosotros tratamos de hacer esto con Dios. No nos gusta Su soberanía. No nos gusta tener a alguien más diciéndonos lo que debemos hacer. Queremos ser Dios.

Queremos estar a cargo y dirigir, y entonces le decimos a Dios lo que pensamos de cómo Él debería ser, y lo que pensamos que Él debería hacer, y cómo Él debería resolver los problemas de nuestro matrimonio, como Él debería cambiar a nuestro esposo, como Él debería cambiar a nuestros hijos, como Él debería cambiar nuestras circunstancias, como Él debería devolvernos nuestra salud, y como no deberíamos tener este problema financiero. «Dios ¿cómo puedes obrar con justicia y permitir que las cosas vayan de este modo?

«¿Cómo puedes Tú ser bueno? Si eres tan bueno, ¿por qué estás permitiendo esto? Y contendemos con nuestro Hacedor. Esto es porque estamos tratando de moldear a Dios a la forma de un ídolo a nuestra imagen. Tratamos de ser soberanas por encima de Dios.

Solo quiero recordarte que Dios no necesita tu ayuda ni la mía para llevar a cabo Sus propósitos o Sus planes. Ahora bien, Él nos dice que traigamos nuestra ansiedad a Él, que le presentemos nuestras peticiones, para orar, para interceder, y hacerlo con confianza pero nosotros no estamos en una posición de dictarle a Dios como Él debe actuar.

Job trató de hacer eso en un momento. «Dios, si tan solo pudiera presentarme ante Ti y abogar por mi caso. Sé que Tú verías que tengo razón.» Lo miramos y nos reímos pero, ¿no actuamos nosotras de la misma manera? «Dios, sé que las cosas no deberían ser de esta manera.» Cuando Job finalmente ve a Dios como realmente Él es, Job dice: «Puse mi mano sobre mi boca, y hubiese deseado nunca haber hablado».

¿Sabes qué? Cuando nosotras vemos a Dios de la manera que realmente Él es, vamos a decir la misma cosa. ¿Por qué abrí la boca? ¿Por qué no me mantuve en silencio ante Dios para permanecer allí maravillada delante Él con temor y en adoración y sumisión?»

«El Señor está en Su santo templo, que toda la tierra calle delante de Él.»

  • Él está en Su trono.
  • Él es santo
  • Él es perfecto
  • Él es eterno
  • Él es bueno
  • Él es justo

Si recuerdas esto cuando te encuentres en el medio de las tormentas y el estrés y las adversidades y los desafíos de la vida, entonces podrás estar calmada y en silencio. Podrás estar libre de la preocupación. Podrás confiar en Dios. ¿Y sabes qué más? Podrás cantar y podrás regocijarte.

Y veremos que es ahí donde termina Habacuc, ¿pero cómo llega él allí? Dirigiéndose al templo de Dios. «Dios está en Su santo templo». Estate quieta. Calla. Mantén silencio delante de Él.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss estará de vuelta con nosotros para orar. Ella nos ha estado ayudando a identificar los ídolos que nos mantienen alejados de rendirle honor y adoración a Dios. Esa enseñanza es parte de una serie titulada Habacuc: Del Temor a la fe.

Hemos estado hablando sobre las serias interrogantes que se hizo Habacuc, pero a medida que esta enseñanza para mujeres va progresando durante los siguientes programas, nos daremos cuenta de por qué Habacuc fue capaz de cambiar su foco y comenzar a adorar a Dios. Si has estado temerosa, ansiosa, dudosa, espero que puedas estudiar Habacuc durante estas series. Y si te has perdido alguno de los programas, visita AvivaNuestrosCorazones.com.

Cuando Dios responde la oración, los resultados pueden ser muy diferentes de lo que esperabas. Eso fue lo que Habacuc descubrió, y esto será lo que descubriremos el lunes.

Ahora, vamos a orar en compañía de Nancy Leigh DeMoss.

Nancy: Gracias Señor, por ofrecernos un vistazo de cuán grande e increíble eres Tú. Tú estás en Tu trono, en Tu templo. Tú estás en control.

Sé que es fácil para nosotras tener corazones calmados cuando estamos sentadas escuchando Tu Palabra, y estamos en un ambiente protegido de seguridad. Alguna de nosotras estaremos entrando en un torbellino. Al terminar de escuchar este programa salimos a afrontar tormentas y problemas y desafíos en la vida real.

Gracias porque cuando venimos a Ti, Tú estás en Tu santo trono, y en lugar de quejarnos, luchar, contender, retar, irritarnos, preocuparnos, Tú nos das quietud de espíritu para adorarte y para vivir vidas de adoración a Ti. Oramos en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron de la Biblia de Las Américas a menos que se indique lo contrario.

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Jul 16 – Sembrando y cosechando

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 16 – Sembrando y cosechando

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/sembrando-y-cosechando/

Carmen Espaillat: Con ustedes, Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Si siembras semillas de manzana vas a cosechar un árbol de manzanas. No vas a cosechar vainitas si siembras semillas de manzana. Ciertamente la cosecha se multiplica de acuerdo a lo que siembras; y siempre cosecharás lo mismo que sembraste. Esa es la ley de retribución divina.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss. La mayoría de nosotras vive lejos de las granjas donde se producen los alimentos, pero todas nos mantenemos sembrando y cosechando todo el tiempo. Nancy les va a explicar a medida que profundiza en el estudio del profeta Habacuc.

Si te perdiste la primera parte de esta serie, puedes escucharla visitando AvivaNuestrosCorazones.com . Esta serie se titula Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Dijimos al principio de esta serie que el libro de Habacuc contiene las semillas de las doctrinas bíblicas más importantes. Puedes ver pinceladas de las doctrinas de la salvación y de la fe. Hemos estado viendo algunas de esas doctrinas.

La doctrina a la que nos referiremos hoy (en el capítulo 2 de Habacuc) es a la de la depravación del hombre, la pecaminosidad absoluta del hombre apartado de Dios. Acabamos de terminar con la sección en la que Dios le dice a Habacuc «Los babilonios, los caldeos son orgullosos. Se han envanecido. No son honrados, pero si vas a hacer un hombre justo, en medio de la corrupción de hoy en día, deberás hacerlo por fe». (ver Habacuc 2:4).

Habacuc necesitaba darse cuenta de que-apartado de Dios- él no era más decente que los caldeos. Los caldeos era un pueblo malvado y Dios iba a usar a una nación malvada y sin escrúpulos -como vimos en el capítulo 1- para castigar al pueblo judío quienes, a su vez, se había descarriado y estaban en necesidad de arrepentimiento y avivamiento.

Por lo que Dios le había dicho a Habacuc: «Voy a traerles una nación malvada que va a convertirse en la primera potencia mundial y ellos van a conquistar Judea». En el capítulo 1, Dios le dio a Habacuc la descripción de los caldeos; de los babilonios.

Pero hoy -en el capítulo 2- encontramos una descripción más detallada del grado de maldad de los babilonios. De hecho, en el capítulo 2 encontramos -empezando en el versículo 5- una descripción vívida y detallada de cómo eran los caldeos.

Vamos a escudriñar esa descripción y vamos a ver qué nos tiene que decir acerca de nuestros propios corazones comenzando en Habacuc 2:5 . «Además, el vino traiciona al hombre arrogante, de modo que no se queda en casa…»

Permítanme detenerme ahí y decirles que los babilonios eran famosos por su adicción al vino. De hecho, seguro recuerdas lo que la Escritura registra de la última noche del Imperio Babilonio, años después, ellos estaban borrachos y en medio de una orgía. Dios envió una escritura en la pared y les dijo: «Sus días están contados. Su reino ha terminado» (ver Daniel 5). Ellos eran renombrados borrachones. Su lujuria por el alcohol era insaciable.

Pero eso era en realidad una simple ilustración de su insaciable lujuria por el poder, su insaciable lujuria y deseos de conquistar todas las naciones del mundo. Por lo que su ebriedad era solo un reflejo de la forma como habían vivido sus vidas; un reflejo de todo un sistema.

«El vino es un traidor». Nos dice Proverbios 20. «El vino es escarnecedor, la bebida fuerte alborotadora, y cualquiera que con ellos se embriaga no es sabio» (Proverbios 20:1).

Vemos hoy, en la vida de muchas personas, estos hábitos adictivos. Somos una cultura adictiva. También vemos mucha lujuria por el control, ese apetito de controlar y dominar la vida de otras personas. Por lo que -a medida que revisamos esta descripción- veremos que, de muchas maneras, nuestra cultura no dista mucho de la babilónica.

«El vino es traicionero, un hombre arrogante que nunca descansa». Su codicia -hablando de los babilonios- es tan amplia como el Seol (o infierno) y -al igual que la muerte- nunca se sacia. «Además, el vino traiciona al hombre arrogante, de modo que no se queda en casa. Porque ensancha su garganta como el Seol, y es como la muerte, que nunca se sacia; reúne para sí todas las naciones, y recoge para sí todos los pueblos» (Habacuc 2:5).

Lo que dicen las Escrituras es que los caldeos eran orgullosos -al igual que el hombre arrogante que nunca descansa- y eran además codiciosos. Como la muerte y el infierno nunca se sacian. Ellos querían enseñorearse de todo el mundo; ellos lo querían todo. Siempre querían más. Nunca estaban satisfechos. Eran agresivos; siempre tratando de alcanzar más y más.

«Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso, que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas ajenas» (Habacuc 1:6).

Ahora bien, en Habacuc 2:6 leemos: «No pronunciarán todos éstos» -hablando de aquellos que habían sido devastados por los caldeos- las naciones y la gente que habían engullido.

«No pronunciarán todos éstos contra él (contra Babilonia) una sátira, y burlas e intrigas contra él? Y dirán «Ay…»

Nota esa palabra. Si estás siguiéndonos con tu Biblia, podrías querer subrayarla o marcarla porque aparece varias veces en este capítulo. Vamos a ver en este capítulo cinco ‘ayes’. Un «ay» es un pronunciamiento de juicio divino en el Antiguo Testamento. Verás esa palabra -«Ay»- en los versos 6, 9, 12, 15 y 19.

Esos ‘ayes’ conforman cinco estrofas compuestas por tres versos cada una. Y estas cinco estrofas dicen esencialmente lo mismo: la certeza del juicio de Dios para los malvados. Al final van a cosechar lo que sembraron. Esto último es precisamente el punto a considerar en este capítulo. Lo que sea que siembres, eso es lo que cosecharás.

Veremos que en cada una de estas cinco estrofas, encontramos una conducta pecaminosa seguida de sus consecuencias. En cada caso la consecuencia o castigo va de la mano con el pecado cometido. La consecuencia está relacionada con el pecado. Vas a cosechar lo que siembras.

Si siembras semillas de manzana, vas a cosechar un árbol de manzanas. No vas a cosechar vainitas si siembras semillas de manzana. Ciertamente la cosecha se multiplica de acuerdo a lo que siembras; y siempre cosecharás lo mismo que sembraste. Es la ley de retribución divina.

Si siembras egoísmo, explotación, crueldad, injusticia, opresión o violencia, eso se volverá a ti. Vas a pagar. Y en este mundo parece como si -por un tiempo (o quizás mucho tiempo) – los malos prevalecen por encima de los justos.

Pero, a través de los ‘ayes’ descritos en este capítulo, se nos recuerda que los malvados van a recibir su merecido -ya sea que el malo sea tu vecino o tu marido o tu jefe, o tu misma. Todos vamos a cosechar lo que hemos sembrado.

Así que vamos a ver estos ‘ayes’. Los repasaremos rápidamente en el día de hoy. Veremos los primeros tres o cuatro y, luego, el final de este capítulo lo veremos en el próximo programa. Verso 6: «¡Ay del que aumenta lo que no es suyo (¿hasta cuándo?) Y se hace rico con préstamos!»

Ten en cuenta que estos ‘ayes’ han sido pronunciados a la nación de Babilonia en medio de su situación. Y habla de su codicia, el deseo de tener más y de las ganancias obtenidas por extorsión. Ellos aumentaban lo que no era suyo y se hacían ricos a base de préstamos.

Los babilonios conquistaban naciones y obligaban a la gente a pagar impuestos exorbitantes. Ellos confiscaban las tierras de las naciones conquistadas. Les concedían préstamos a los pobres para luego cobrarles tasas excesivas de intereses.

Dios le dice a esta gente: «Ay por vivir de esa manera. Han sembrado codicia y extorsión. Ahora van a cosechar lo que sembraron.» Verso 7: «¿No se levantarán de repente sus acreedores, y se despertarán sus cobradores? Ciertamente serás despojo para ellos.»

¿Quiénes son sus acreedores? ¿Quiénes son sus deudores? Las naciones que han conquistado y perjudicado. «¡Aquellos que cuando despierten te harán temblar! Entonces serás despojo para ellos.» La torta se va a virar.

Verso 8: «Porque tú has despojado a muchas naciones, todos los demás pueblos te despojarán a ti, por la sangre humana y la violencia hecha a la tierra, al pueblo y a todos sus habitantes.»

«¿Has despojado a otros? Te van a despojar a ti. Vas a cosechar lo que sembraste.

Mira el segundo «Ay» en el verso 9: «¡Ay del que obtiene ganancias ilícitas para su casa, para poner en alto su nido, para librarse de la mano de la calamidad!»

Ese es un retrato del orgullo babilonio. Ellos pensaron que podían construir ciudades fuertes que los hicieran invencibles. Pensaron que estaban fuera de peligro. Y lo hicieron con dinero mal habido producto de prácticas ilegales, poco éticas e inmorales. Y Dios dice: «¡Ay de aquellos que hagan esto!»

Pero y ¿dónde está la consecuencia? Verso 10: «Has maquinado cosa vergonzosa para tu casa…» Pensaste que obtendrías ganancias para tu casa, pero como fueron ilícitas es cosa vergonzosa. «Destruyendo a muchos pueblos, pecando contra ti mismo.» Pensaste que podrías salirte con la tuya y mantenerte lejos de toda calamidad. Pero, de hecho, has perdido tu vida al tratar de desligarte de la gente que has perjudicado.

«Ciertamente la piedra clamará desde el muro, y la viga contestará desde el armazón», Habacuc 2:11. Esta casa que has construido, con ganancias mal habidas, tiene como testigos -de tu crueldad, de tu injusticia y de tus tácticas opresivas- a sus piedras y a su armazón. Ellos clamarán contra ti. No te vas a salir con la tuya. Ese es el punto.

Mira el tercer ‘Ay’ en el verso 12, «¡Ay del que edifica una ciudad con sangre…» Has construido tu reino usando la violencia. «Ay del que funda un pueblo con violencia». Has construido tu reino con violencia y corrupción. Esa es la forma en la que has construido tu imperio.

Verso 13: «¿No viene del Señor de los ejércitos que los pueblos trabajen para el fuego y las naciones se fatiguen en vano?» En otras palabras, «todos tus esfuerzos para construir pueblos y para fundar ciudades fueron posibles gracias al derramamiento de sangre, la violencia y la corrupción». Es fútil. Todo se va a perder. Todo se volverá nada. ¿Este enorme y gran imperio que has construido? Va a ser sepultado. Va a quedar reducido a nada.

Voy a saltar el verso 14 por el momento. Quiero volver a él (en el próximo programa) porque quiero analizarlo con detenimiento, pero sigamos viendo estos ‘ayes’.

En el verso 15 tenemos el cuarto ‘Ay’: «¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti que mezclas tu veneno hasta embriagarlo, para contemplar su desnudez!»

Verso 16: «Serás saciado de deshonra más que de gloria. Bebe tú también y muestra tu desnudez…» ¿Has avergonzado a otros? ¿Has inducido a otros a beber? ¿A desnudarse? ¿Los has expuesto? Bebe tú también y enseña que no estás circuncidado!»

Tienes esta gran fachada. Tu fachada va a quedar al descubierto y la gente va a ver los secretos que tienes escondidos. Ellos te van a ver tal cual eres en verdad. Tú has avergonzado a otros; tú serás avergonzado.

«Se volverá contra ti el cáliz de la diestra del Señor, y la ignominia sobre tu gloria». Ahora ves que la palabra gloria se repite dos veces en el verso 16. «Vas a tener vergüenza en lugar de gloria. Tu gloria va a ser sustituida por una vergüenza absoluta.»

Los babilonios pensaban que su imperio era glorioso -la era gloriosa, la época dorada del imperio. Y lo estaban construyendo para su propia gloria.

Amigas, déjenme decirles que «nosotras construimos para la gloria de Dios o para nosotras mismas y nuestra propia gloria. Todo lo que construyas para tu gloria -aunque sea la forma en la que estás criando a tus hijos porque lo que buscas es que te hagan lucir bien – si yo construyo este ministerio para glorificarme, nuestra gloria se convierte en vergüenza».

Lo que sea que hagamos que no sea para la gloria de Dios va a terminar en vergüenza. Y vemos esa ilustración al leer: «indujiste a tus vecinos a beber para mirar su desnudez». Una ilustración de odio y de pasión desbordada. «Aquellos que explotan, avergüenzan, ridiculizan y le sacan ventaja a su prójimo, van a ser avergonzados».

Lo volvemos a ver en el verso 17. Es parte de la misma consecuencia.

«Porque la violencia contra el Líbano te cubrirá, y el exterminio de las fieras te aterrará, a causa del derramamiento de sangre humana y la violencia hecha a la tierra, a la ciudad y a todos los que habitan en ella».

Entonces, ¿qué enseñanza podemos obtener de estos cuatro ‘ayes’? Es la ley de la siembra y la cosecha. Cosecharás lo que siembras. Lo que le hagas al otro volverá hacia ti. Y vemos este tema a lo largo de las Escrituras. Ves lo que le sucede a las naciones a medida que leemos el libro de Habacuc.

Esto es hablando de los babilonios. Su imperio era cruel, despiadado, explotador, injusto y opresivo. Y Dios dice: «Como nación vas a cosechar lo que has sembrado».

La reiteración de este punto la vemos (en el capítulo 9 de los Salmos) donde dice: «Las naciones se han hundido en el foso que hicieron, en la red que escondieron, quedó prendido su pie» (Salmos 9:15).

Cualquier nación que oprima a otras naciones, va a recoger lo sembrado. Va a cosechar lo que ha sembrado. Esto le sucederá a las naciones.

Pero también es cierto de individuos, no solamente naciones, sino también individuos. El Salmo 7:15, dice: «Ha cavado una fosa y la ha ahondado, y ha caído en el hoyo que hizo.» El hombre malo cava una fosa y la ahonda. ¿Qué es lo que trata de hacer? Cava un hoyo con la esperanza de que su vecino caiga dentro. En Salmos 7:16 vemos: «Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su violencia descenderá sobre su coronilla».

A medida que hemos venido leyendo sobre estos ‘ayes’ en Habacuc capitulo 2, hemos visto que son aflicciones corporativas; son aflicciones nacionales sobre la nación de Babilonia. Pero me ha resultado interesante ver, en la medida que he venido estudiando el pasaje, que también es un texto individualizado.

Te has percatado de que cada vez que dice «Ay», dice «Ay de él». No dice «Ay de ellos», dice «Ay de él». Creo que se está refiriendo a Babilonia en ese punto, pero hay también un sentido personal. Hay aflicción para aquella persona que peca contra otros de esta forma.

A medida que estudias las ofensas enumeradas aquí y ves la depravación del Imperio Babilónico y de sus gobernadores, notas que todos son pecados relacionales. Son pecados que han cometido en contra de otras personas.

Son injustos. Son crueles. Son vengativos. Están avergonzando a otros. Están apoderándose de cosas que no les pertenecen. Están robando. Hay corrupción. Estos primeros cuatro ‘ayes’ se refieren a pecados cometidos en contra de otras personas.

¿Será que Dios, cuando ve nuestras vidas, nota algunas de esas prácticas y actitudes? La mayoría de nosotras – al leer el capítulo 2 de Habacuc por primera vez- le pasamos por encima a estos ‘ayes’ y a todos estos pecados atroces pensando que «somos cristianas comprometidas que no nos identificamos con las cosas escritas en esa lista».

He meditado en las cosas listadas en este texto y lo hemos repasado juntas rápidamente. Ahora quiero retarlas a que lo vean por ustedes mismas. Profundiza en ese estudio y medita en esas cosas que están en la lista. A medida que las he repasado me he percatado de que esos pecados los he visto en mi propia vida, en mis relaciones con otras personas. Quizás puedas identificar algunos en tu vida también.

Mira estos pecados. Son pecados que podrían estar relacionados a la codicia:

  • Prácticas no éticas en los negocios
  • Sacar provecho de vendedores y/o clientes
  • Encarecer los productos más de la cuenta
  • Engañar
  • Robar
  • Obtener ganancias ventajosas a expensas de otros

¿Qué tal ir al parque de diversiones y hacer pasar a tus hijos como de menor edad para que te den las entradas más baratas?

Y luego vemos pecados de violencia en este capítulo. Vemos pecados de violencia hacia otros, abuso físico y/o verbal.

  • ¿Has disciplinado a tus hijos llena de ira?
  • ¿Le has hablado a tus hijos usando palabras crueles?

Tan pronto lo dices, piensas: «No puedo creer que le di esa paliza a mi hijo». Violencia. Cólera. Dios dice: «Lo que siembres, cosecharás».

Despojar a otros de su dignidad; ponerlos en evidencia; ponerlos en ridículo; revelar sus secretos.

– Lo hacemos con nuestras lenguas

  • Difamar
  • Chismear

El impulso de controlarlo todo es violencia.

  • El impulso de controlar a tu pareja
  • El controlar a tus hijos
  • El controlar a tu iglesia
  • El controlar a las personas en tu trabajo

Es violencia. Y Dios dice: «Cosecharás lo que has sembrado.»

Supongo que la lista la encabeza la arrogancia y el orgullo. O sea, ¿no es este el meollo del asunto?

  • Hundir a otros para destacarte, hacerte ver mejor
  • Ser insensible ante las necesidades de los demás

¿Puedes ver algunas de estas cosas en tu corazón?

  • No somos bondadosas.
  • Somos crueles y agudas con nuestras lenguas

La forma en la que tratas a tus hijos, tus alumnos, clientes, amigos, suegros.

Luego están los asuntos relacionales: nuestra manera de relacionarnos con los demás: ya sea en la iglesia, el cuerpo de Cristo, la forma en la que te expresas de tu pastor, la forma en la que hablas sobre las cosas que ocurren en tu iglesia, la forma autoritaria con la que tratas a los demás. ¿Es violenta?

Podrás decir, «Bueno, pero no he sacado una pistola y le apuntado a nadie». Hacemos peor que eso con nuestras lenguas, ¿o no? ¿O no? Sí, si lo hacemos. Y Dios dice: «Vas a cosechar lo que sembraste. No vas a ser la excepción.» Y yo tampoco soy la excepción.

Los babilonios no fueron la excepción. Los judíos no fueron la excepción. Y tú no eres la excepción. Vamos a cosechar lo que sembremos. Ese es el motivo por el que Dios dice en los evangelios, «todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos…» (Mateo 7:12)

¿Qué tal si Dios nos tratara de la forma en la que hemos tratado a otros? ¿Quién podría quedar bien parada? ¿Quién podría sobrevivir?

De manera que según lo que vemos en estos pasajes, Dios juzgará. Pero no es solamente que Dios dice: «Ok, te voy a juzgar.» Dios dice: «Has sembrado semillas y estas van a producir una cosecha. Lo que siembres es lo que vas a cosechar.»

El pueblo de Dios era culpable, de hecho, de los mismos pecados que condenaron a los babilonios. Puedes ir al Antiguo Testamento y encontrar pasajes con los pecados que eran comunes a los judíos en esa era, y son los mismos cometidos por los babilonios en este pasaje. Por eso fueron castigados los judíos. Su orgullo fue tan ofensivo para Dios como el de los babilonios.

Amigas, y es tan fácil señalar a otros en nuestra cultura, señalar la industria del entretenimiento, la educación y el gobierno secular, y los jueces impíos. Y todas esas cosas abundan. Pero creo que una de las cosas que se necesita en nuestros días es que la iglesia, que nosotras como creyentes, podamos decir: «Dios, muéstranos dónde estamos pecando de esa manera. Muéstranos nuestro orgullo, nuestra codicia, nuestra violencia, y nuestra arrogancia».

Y luego, que clamemos a Dios por misericordia. Señor perdónanos. Dios no quiere juzgarnos. Dios no quiere castigarnos. Él lo hará si tiene que hacerlo, pero Dios se deleita en mostrarnos su misericordia.

Y por eso clamamos, «Señor, no es mi hermano. No es mi hermana. Soy yo, oh Señor, en necesidad de oración. Soy culpable. He cometido estos pecados. Dios por favor perdona. Por favor ten misericordia.» ¿Y sabes qué? Él lo hará. Él la tendrá.

Esos ‘ayes’, esas maldiciones, esos juicios, esos castigos pueden de hecho tornarse en bendiciones de Dios. Dios los sustituirá por bendición. Nosotras pretendemos sembrar semillas de violencia, arrogancia y codicia y luego orar para que la cosecha fracase. Quisiéramos que no se produzca.

Pero Dios dice: «No, la cosecha vendrá, pero por Mi misericordia y Mi gracia puedo darles toda una nueva cosecha. Si te arrepientes, te quebrantas y si eres honesta al reconocer tus pecados, puedo y voy a perdonarte. Dios es abundante en misericordia. Él perdonará generosamente a aquellos que se vuelvan a Él.

Carmen: Espero que ores con Nancy Leigh DeMoss cuando ella regrese. ¿Estás sembrando semillas positivas con tus acciones el día de hoy? Nancy nos ha estado recordando lo importante que son nuestras acciones. Éstas tienen un efecto enorme en el futuro.

Nancy Leigh DeMoss: Déjame pedirte que tomes un momento y dejes que Dios escudriñe tu corazón. Si Él te ha señalado cualquier cosa en tu vida, que pudo haber estado en esta lista, pecados relacionados con la codicia, orgullo, violencia o arrogancia. La forma en la que has maltratado a alguien con tu lengua, con tu espíritu… quizás algún miembro de tu familia, una amiga, una colega, otro miembro de tu iglesia.

No acuses a la otra persona. Deja que Dios te lo señale en tu corazón y ponte de acuerdo con Dios. «Señor, soy yo. No son los babilonios solamente. Yo merezco el juicio por mis pecados». Confiésalo. Lo que sea que Dios te esté mostrando. Arrepiéntete. Toma otro camino. Y luego recuerda que los justos vivirán por su fe.

No escapamos al juicio de Dios haciendo un esfuerzo por ser mejores. Nos libramos de la ira y de los ‘ayes’ y del juicio de Dios cuando vamos por fe a los pies de Cristo y pedimos misericordia.

Señor, ten misericordia de nosotros, tu pueblo, porque hemos pecado. Necesitamos desesperadamente tu misericordia. Restaura, renueva y avívanos en el nombre de Jesús, Amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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Jul 15 – Viviendo por fe

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 15 – Viviendo por fe

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/viviendo-por-fe/

Carmen Espaillat: Somos salvos por fe, pero la fe no termina ahí. Con ustedes, Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: No es que Dios me salva y luego tengo que luchar y esforzarme para vivir la vida cristiana. Yo vivo esta vida por fe en Cristo y solamente en Cristo.

Carmen: Estás escuchando es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. En un mundo de sonrisas fingidas es importante ser realistas y honestas acerca del dolor, la decepción y los cuestionamientos; pero no es saludable el aferrarnos a ese dolor, a esa decepción y a esas preguntas.

El profeta Habacuc pasó por un tiempo de dudas y cuestionamientos, pero no se estancó ahí. Aquí está Nancy con la continuación de la serie Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Hemos llegado al verso decisivo de nuestro estudio de Habacuc. Creo que este es el eje de todo este mensaje, el punto decisivo por así decir, del mensaje. Este es el punto de transformación en la vida de Habacuc.

El concepto que hemos estado viendo en Habacuc 2:4, es lo que ha llevado a Habacuc a cambiar su lucha por adoración. Lo lleva del suspiro al canto. Lo lleva del temor a la fe.

Estamos viendo Habacuc 2:4. Hemos encontrado dos clases de personas al revisar este pasaje. Las Escrituras dicen «He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta.»

Ese es un tipo de persona. Ahora bien, en el contexto inmediato, Dios habla de los babilonios o caldeos. Ellos eran arrogantes. Son orgullosos. No son rectos. No son justos.

Pero en una aplicación más amplia del mismo pasaje, Dios nos está diciendo «hay mucha gente en el mundo que es así». Son autosuficientes e independientes y no creen necesitar a Dios. Ellos dependen de sí mismos. Sus almas están envanecidas.

Son arrogantes; son orgullosos y no son justos. No son rectos. Puede que hagan buenas obras, pero no tienen un corazón justo. No son rectos en su interior.

Luego, la segunda parte del versículo, nos habla del segundo tipo de persona, «mas el justo por su fe vivirá». Hay personas justas e injustas; personas que viven por fe y personas envanecidas y arrogantes. Son orgullosas y solo dependen de sí mismas.

Siendo realistas, esos son los dos tipos de personas que hay en el mundo. Ahora, en la última sesión, mencioné que los rectos viven por fe basándonos en dos conceptos. Nos enfocamos en el primero en el programa anterior.

«Los rectos vivirán por fe», queriendo decir que somos justificadas por fe. Somos salvas por fe. Nada tengo que ofrecer; simplemente, me aferro a la cruz.

No hay nada que podamos hacer para merecer la salvación de Dios. No podemos ser justas por nuestros propios méritos. Todo, todo, todo, todo es por nuestra fe en Jesucristo. Somos justificadas por fe.

Pero hay un segundo concepto en el que los rectos vivirán por fe, y es que somos santificadas por fe. Vivimos por fe. Una vez somos justificadas -desde ese momento y hasta que lleguemos al cielo- continuamos nuestro caminar por fe.

Esta mañana estuve leyendo -durante mi tiempo de quietud- el libro de Hebreos y me vi leyendo acerca de este tema de la fe en los capítulos 10, 11 y 12.

En medio del capítulo 10 de Hebreos, tenemos una invitación para que nos acerquemos al trono, al lugar santísimo de Dios. A que nos acercamos por fe en la sangre de Jesucristo.

Así es como llegamos a conocer a Dios, a través de la fe. En Hebreos 10 se habla de nuestra justificación, pero -a medida que avanzamos- leemos de cómo vivimos por fe. No es solo que la fe nos lleva a la salvación.

Es la fe la que nos mantiene a salvo, es la fe la que nos ayuda a vivir como personas salvas. «Los justos por su fe vivirán». Es a través de la fe que tenemos el poder de vivir la vida cristiana.

Pablo lo dice de esta manera en Gálatas, capítulo 2:20 «Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí».

No es que Dios me salva y luego tengo que luchar y esforzarme para vivir la vida cristiana. Yo vivo por la fe en Cristo y en Cristo solamente. Cuando digo esto pienso en aquellas de nosotras quienes hemos sido influenciadas por la reforma protestante; tenemos este concepto claro de que somos justificadas por fe.

Pero también pienso que muchas de nosotras vivimos la vida cristiana como si pudiésemos obtener la energía y el esfuerzo (por nosotras mismas) para poder vivirla. Es por eso que vemos a tantas cristianas frustradas tratando de vivir una vida que no pueden vivir.

Pablo lo dijo de esa manera en Gálatas 3:2 «Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?

Dirás, «claro que sí, Pablo. No hemos sido salvas por las obras de la ley. Eso lo sabemos.» Y él dice, «Entonces, tú fuiste salva por fe, por tu fe en Cristo.»

Luego continúa diciendo en Gálatas 3:3, «¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vas a terminar ahora por la carne? En otras palabras: habiendo sido justificadas por fe, ¿ahora piensan que pueden perfeccionarse en la carne?

Si recibiste a Jesucristo por fe, entonces vas a caminar en Él por fe. Los rectos vivirán y seguirán viviendo por fe. Y eso se aplica a todas las áreas de la vida cristiana.

En los días de Habacuc, Dios le dijo «Vas a enfrentar persecución. Va a haber castigo, va a haber sufrimiento y tú vas a necesitar fe para poder lidiar con la invasión de babilonios que se avecina.»

¿Cómo vas a vivir en tiempos de crisis? Por fe. «Los justos por su fe vivirán.» Hasta este momento tan decisivo, en el libro de Habacuc, Habacuc se ha estado volviendo loco tratando de dilucidar y entender lo que Dios ha estado haciendo. Él ha estado luchando cuerpo a cuerpo con asuntos insondables: la providencia de Dios, Su soberanía y Sus planes.

No lo puede entender y Dios dice «Vive por fe.» Y desde ese momento en adelante, Habacuc descansa sus argumentos, su mente, su corazón, su vida y su futuro en la fe; fe en que Dios sabe lo que hace.

Dios va a hacer todas las cosas correctamente y lo que Dios hace es bueno. Esto no es solo para Habacuc y la gente que está enfrentándose a los babilonios. No son los únicos que tienen que vivir por fe. Nosotras tenemos que vivir por fe cuando nos veamos abrumadas por aflicciones, adversidades, sufrimientos y retos.

Nosotras necesitamos tener fe. Ya les había mencionado, hace unos programas atrás, lo que dice Hebreos 10, pero lo voy a retomar porque pienso que se aplica aquí.

El autor de Hebreos le está hablando a los creyentes del Nuevo Testamento quienes estaban siendo perseguidos por su fe. Ellos habían sido justificados por fe y, luego, expulsados y perseguidos.

El autor les dice en Hebreos 10:34, «Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, como hicieron eso, como lograron ellos hacerlo gozosamente.

Él dice en Hebreos capitulo 10:34b, «sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión». Tú has ejercitado la fe. Has mirado hacia el futuro y sabes que esto no lo es todo.

Dios nos tiene reservado mucho más. ¡Dios nos tiene el cielo! Tenemos posesiones eternas en el cielo. Tenemos una ciudad que no ha sido hecha por manos; por lo que podemos vivir por fe y hasta disfrutar el que nos despojen de nuestras posesiones aquí en la tierra.

Él está construyendo mansiones para nosotras allá arriba, por lo que lo que sea que pierda aquí abajo es nada comparado con lo que Dios nos tiene preparado. Por lo que el autor dice «Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa». (Hebreos 10:35)

Aférrate a la fe, «porque tenéis necesidad de paciencia» (Hebreos 10:36). Mientras revisaba Hebreos 10, 11 y 12, me percaté de que la palabra «perseverancia» aparece una y otra vez. Necesitas resistencia. Necesitas que tu fe sea probada para que, cuando hagas la voluntad de Dios, puedas recibir lo que se te ha prometido.

«Porque dentro de muy poco» (es una cita de Habacuc que encontramos en Hebreos 10, versos 37-38) «Porque dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardará, (37) Mas mi justo vivirá por la fe…» (38)

Vivimos por fe en que Cristo vendrá, en que Él va a enderezar todo lo mal hecho, en que Él va a terminar la historia. Tenemos algo mejor esperándonos. Podemos resistir el aquí y el ahora porque vemos el final del camino con los ojos de la fe.

Luego continúa, volviendo a Hebreos 10:38, «Mas mi justo vivirá por la fe, y si retrocede, mi alma no se complacerá en él.»

Dios dice que hay dos tipos de personas: aquellas que caminan confiadas en su fe, su fe en Dios, no en ellas mismas; fe en las promesas de Dios; fe en Cristo; y aquellas que retroceden cuando llega el tiempo de la prueba. Ellas retroceden. Ellas no perseveran porque no tienen fe.

El autor dice en Hebreos 10:39, «Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma».

La fidelidad y perseverancia en tiempos difíciles y de prueba es fruto de la fe. Es el fruto de vivir por fe y descansar en la fidelidad y las promesas de Dios.

Por lo que aquellos que han sido honrados y justificados por su fe en Cristo, no retrocederán en los tiempos de prueba. No van a separarse de Cristo.

Y, por cierto, esa es la evidencia de que tienes una fe genuina. Cuando llega el tiempo de la prueba, tú sigues avanzando con fe. Tú perseveras. La misma fe que Dios puso en ti y que te llevó a la salvación, es la misma fe que se queda contigo cuando vienen los tiempos de prueba y adversidad en tu vida de cristiana. Eso es lo que te ayuda a resistir.

Por lo que el autor de Hebreos continúa en el capítulo 11, -vamos a seguir hablando del tema de la fe. ¿Cómo funciona? ¿Cómo luce? ¿A qué se parece? ¿Cómo se desarrolla? La fe puede convertirse en un concepto nebuloso. ¿Qué es la fe? Vamos a ver a qué se parece:

Él empieza diciendo, capítulo 11, verso 1 «Ahora bien, la fe es la certeza de lo que nos espera, la convicción de lo que no se ve.» Si lo puedes ver, ya no es fe.

Dice que hay algo que Dios nos da. Dios nos da la fe para creer en que Sus promesas son ciertas y en que Cristo regresará; en que Dios va a llevar a cabo su plan y sus propósitos para este mundo. La fe nos da la garantía y la convicción de lo que no se ve.

A lo largo del capítulo 11 de Hebreos, tenemos a los héroes de la fe. Todos estos hombres y mujeres que -en aquellos tiempos y por su fe- agradaron a Dios. Sin fe no puedes agradar a Dios. Encontramos en este capítulo una veintena de veces las palabras «por fe… por fe… por fe… por su fe hicieron esto… por su fe hicieron aquello… por su fe fueron allá… por su fe Sarah tuvo un bebé a los 90 años de edad».

Podrás decir, «No creo que quiera esa clase de fe o esa cantidad de fe». Por fe ellos hicieron lo imposible. Por fe ellos superaron la adversidad. Por fe.

¿Sabes lo que es cierto de estos hombres y mujeres de fe? Ellos vivieron sus vidas como si la Palabra de Dios fuese verdaderamente cierta. No lo sabían solo en sus cabezas. Ellos depositaron y descansaron sus vidas en la fe.

Ellos dieron pasos confiados en que lo que Dios decía era verdad, aun cuando todo pareciera lo contrario. Ellos estuvieron dispuestos a verse como necios ante los ojos de los hombres. Piensa en Noé quien construyó el arca en un sitio donde nunca había llovido. Por fe.

Por lo que si Dios te pide que hagas algo sin sentido -y todos a tu alrededor piensan que estás loca- hazlo por fe. Por fe ellos estuvieron dispuestos a ser rechazados; ellos estuvieron dispuestos a hacer lo imposible.

Los hemos puesto a todos ellos en un gran pedestal: a Noé, Moisés y Abraham. » ¡Bárbaros, esos sí fueron grandes héroes de la fe!»

No creo que ese sea el punto. Pienso que el punto es que estos hombres y mujeres fueron ordinarios, vacilantes, débiles y frágiles como nosotras. Lo que hizo posible que lograran estas hazañas tan extraordinarias fue la fe que tuvieron en un gran Dios.

Por lo que estamos supuestas a aplicar lo que hemos leído. En la vida cristiana hacemos todo por fe, fe y solamente por fe. «Los justos por fu fe vivirán.» Fe en Dios, en las promesas de Dios, en la presencia de Dios, en Su protección, en Su provisión y en Su poder. El requisito para agradar a Dios en todas las áreas de tu vida es tener fe.

Lo que no es de fe, es pecado. Sin fe es imposible agradar a Dios. No puedes vivir la vida cristiana. Cada área de tu vida – para tus finanzas, necesitas fe; para dejarte guiar por el camino de Dios, necesitas fe; para hacer los sacrificios que Dios quiere que hagas, necesitas fe; fe cuando pierdes tu dinero.

Cuando el mercado se desploma, ¿dónde está tu fe? ¿Sientes que te hundes? ¿Te abrumas si pierdes tu trabajo? «¡Cómo voy a vivir!» Escucha. Dios alimentó a su siervo Elías haciendo que cuervos le llevaran comida.

Y entonces, cuando el arroyo se secó en tiempo de hambruna, Dios le envió a Elías una candidata inverosímil para que le llevara provisión: una viuda sin un centavo. Dios utilizó un cuervo, el arroyo y la viuda para cubrir las necesidades de Su siervo.

Dios puede cubrir tus necesidades de la forma que Él escoja. En el área de tus finanzas y provisión, camina por fe. Fe en relación a tu familia, ¿cuántos niños quiere Dios que tengas?

Oigo a personas decir «¡No podemos tener más hijos! ¡No los podemos mantener!» Entonces debo pensar en ¡cuán grande es Dios! Si Dios quiere que tengas más hijos, ¿no piensas que Dios puede proveer para esos hijos?

¿Qué pasa si quieres hijos, pero no puedes tenerlos? Se requiere de fe para abrazar el plan de Dios para tu vida.

Esta semana le envié un correo a una amiga. Ella y su marido no han podido tener hijos. Ellos lo querían desesperadamente. Ellos han tenido que aprender a tener fe en el tiempo de Dios.

Bueno, ahora están en proceso de adopción. ¡Ellos quieren adoptar y se toma tanto tiempo! Les escribí y les pregunté «¿Cómo les está yendo con el proceso de adopción?»

Ella me respondió con un «estamos en tiempo de espera». Yo he escuchado acerca de la espera en el libro de Habacuc. Me dijo «hemos estado en la lista por meses y, ahora, tenemos que esperar a que una madre nos escoja. Estamos confiando en el tiempo perfecto de Dios para formar nuestra familia.»

«Los justos por su fe vivirán.» Puedes estar gozosa durante el proceso de espera si caminas por fe. Necesitas fe para tu futuro. A medida que envejecemos, necesitamos fe.

Pensamos en que no podremos hacer lo que, en otros tiempos, podíamos hacer. Sé de mujeres de mediana edad que viven con el temor de no tener provisión. ¿Qué hacen si les falla su salud? ¿Qué pasa si se quedan solas?

¿Cómo enfrentar el futuro confiadas y con gozo? Caminando por fe. A medida que tomas decisiones en tu vida – ¿Tomo este trabajo? ¿Nos mudamos para tal sitio? ¿Me caso con esta persona?

Ayer hablaba con una persona y me preguntaba «cuando oras, ¿cómo te guía Dios?» Y le dije: «Cuando oro para tomar una decisión u otra, no necesariamente voy a abrir la Biblia y a encontrar el próximo tema que debo enseñar o de si debería contratar a tal o cual persona».

Yo oro y digo, «Señor, dirige mis pasos. Guíame». Y, luego, confío en que Dios me está dando la sabiduría que le he pedido que me conceda. «Los justos por su fe vivirán».

• Necesitamos fe para salir victoriosas de una tentación, para salir victoriosas de los hábitos pecaminosos que podamos tener en nuestras vidas. Se requiere de fe, no solo luchar y esforzarnos, y decir «Voy a ser una buena cristiana aunque me muera.» ¡Podría matarnos! Sino para vivir por fe en el poder de Cristo y el Espíritu Santo que mora en nosotras.

• Necesitas fe para poder amar a esa persona en tu vida, a ese familiar nada fácil de amar.

• Necesitas fe para perdonar la ofensa imperdonable que alguien te hizo.

• Necesitas fe para someterte a las autoridades cuando tomen una decisión que sabes que es equivocada. Necesitas fe.

• Necesitas fe para obedecer a Dios.

• Necesitamos fe cuando nos vemos cara a cara con la muerte.

En 2 de Corintios 5, el apóstol Pablo habla del tiempo en el que no estaremos en este cuerpo, el tiempo en que dejaremos este tabernáculo y nos vayamos al cielo.

Bueno, dirás «es algo maravilloso lo que nos espera», pero encuentro a muchas personas -que cuando llega el momento- empiezan a tener miedo. Pablo dice, «No, debemos mantener siempre el valor, aunque estemos frente a la muerte, porque caminamos por fe y no por vista».

Yo necesito fe en cada aspecto de este ministerio, fe en la provisión de Dios para con las finanzas, fe para seguir enseñando con el discernimiento del Espíritu Santo, fe en que voy a saber qué hacer la próxima vez. Camino por fe. Si caminara por vista, estaría limitada por mis propios recursos, mi propio entendimiento, y Dios dice «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas». (Proverbios 3:5-6)

La semana pasada recibí un correo enternecedor de una amiga que tiene varios años pasando por una situación muy difícil en su matrimonio.

Su marido cometió una ofensa grave. Ha habido mucha necesidad de perdón. Ha habido distintos niveles de aparente arrepentimiento. Ha habido mucho crecimiento y ha habido muchos cambios.

Pero él todavía no es la misma persona a quien ella conoció hace todos esos años atrás. A pesar de que ya no está llevando aquel estilo de vida pecaminoso, ella dice que las cosas aún siguen siendo duras.

Aquí, lo que me escribió:

«¡Cómo oro para que mi marido vuelva a tener un corazón apasionado! Me duele tanto verlo en esa condición. He tenido que suplicarle a Dios que me de el amor y la gracia para soportar esto con el pasar del tiempo.

Dios me hizo recordar estos versículos, que me había mostrado meses atrás, y ahora me están animando de nuevo.

Y luego ella citó cuando en 2 de Corintios 1, Pablo dijo: «Estuvimos bajo una gran presión, más de la que podíamos aguantar, por lo que hasta nos desesperamos con la vida misma. De hecho, sentimos la sentencia de muerte en nuestros corazones. Pero esto pasó para que no nos apoyáramos en nosotros mismos, pero en Dios quien resucita los muertos.» (2 de Corintios 1: 8-9 parafraseado) Pablo dice que eso pasó para que aprendieran a caminar por fe, para que confiaran en Dios. «El cual nos libró de tan gran peligro de muerte y (aquí habla de su fe) nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar. (Verso 10)

Ella citó esos versos y luego dijo: «Voy a continuar depositando mi esperanza en el Cordero y creer que Él va a seguir librándome y dándome gozo en Él. Si mi esposo nunca cambia, si mis circunstancias nunca cambian, yo esperaré en Dios».

«Los justos por su fe vivirán.»

¿Qué áreas de tu vida requieren que camines por fe? ¿Las resientes? ¿Las resistes? ¿Les sales corriendo o las abrazas? Sin fe es imposible agradar a Dios.

Por lo que -desde el instante en que en el libro de Habacuc vemos que Dios dice «Los justos por su fe vivirán»- notamos que Habacuc no hace más preguntas.

Dijimos hace unos programas atrás que no está mal el hacer preguntas desde un corazón que se examina, pero algo hizo que Habacuc cambiara y se diera cuenta de que ni ahora ni nunca entendería por completo los caminos de Dios. ¡Y eso está bien!

Si pudiésemos ver el resultado, si pudiésemos entender los propósitos de Dios, ¡no sería fe! «Los justos por su fe vivirán». Habacuc se da cuenta que -lo pueda ver o no-Dios está obrando. En Su tiempo, la visión se cumplirá de un todo. El plan de Dios y el propósito del que Dios habla, se va a cumplir en su totalidad.

Todo va a estar bien y, mientras tanto, ¿qué hacemos? Caminamos por fe. «Los justos por su fe vivirán.»

Carmen: Nancy Leigh DeMoss va a regresar para orar con nosotras. Ella nos ha estado proveyendo perspectivas importantes relacionadas con la fe. No es solo para salvación, sino necesaria todos los días de nuestras vidas.

Crece en tu fe estudiando la Palabra de Dios con Nancy. Ella ha estado exponiendo una serie llamada Habacuc: del temor a la fe. Si nos has estado escuchando, sabes lo relevante, conmovedor y práctico que es el mensaje de este profeta menor.

Nancy nos expuso esta serie hace algunos años atrás. La primera vez que salió al aire esta serie, una señora (que no entendía del todo lo que significaba ser una hija de Dios) escribió lo siguiente: «Siempre pensé que tenía que esforzarme en ser buena para agradar a Dios y encontrar su aprobación». Durante el estudio de Habacuc quedó impactada al percatarse de que tenía que dejar de tratar de ganarse el favor de Dios y depositar toda su confianza en la obra que Jesucristo había hecho por ella. Ella escribió «Pienso que un bombillito se acaba de encender para mí» al tiempo que entendía la verdad sobre la gracia.

Estamos agradecidas de hablarles a mujeres como ella. No podemos hacerlo sin el apoyo de nuestras oyentes.

La mayoría de nosotras vivimos lejos de las granjas en donde se producen los alimentos, pero todas sembramos y cosechamos todo el tiempo. Nancy se los explicará en nuestra siguiente entrega. Espero que nos sintonices y nos acompañes en oración.

Nancy: Padre, gracias por depositar -por Tu gracia-fe en nuestros corazones. No podríamos tener fe lejos de Ti. Tú nos has concedido el regalo de la fe para que podamos creer y ser salvas. Gracias porque ahora nos das la fe para verte y vivir. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 14 – Por fe

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 14 – Por fe

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/por-fe/

Carmen Espaillat : Con nosotros Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Los justos vivirán por su fe. Dirás que eso suena como algo que estarán haciendo. No, porque la fe no es solo lo que crees intelectualmente. No es solo lo que dices creer, sino aquello en lo que realmente estás dependiendo – una fe que se vive en obediencia y fidelidad.

Ese es el tipo de fe te lleva a obedecer a Dios con todo tu corazón; obediencia que fluye de tu fe porque realmente le crees a Dios. De manera que se demuestra, se evidencia en fidelidad y obediencia.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. ¿Qué es la fe? A veces se usa para describir una denominación, una relación con Dios, y algunos padres hasta usan la palabra para el nombre de sus hijos. ¿Pero realmente entiendes lo que significa la fe? Nancy nos ayuda a entender este tema tan importante mientras continúa con una serie titulada, Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Bueno, estoy muy emocionada porque hoy llegamos al punto culmine del mensaje de Habacuc, el punto clave, el tema de este libro. Es ese momento transformador en la vida de Habacuc. Él había ido a su atalaya a escuchar lo que Dios tenía que decirle. Dios le dijo: voy a darte una visión. Voy a darte un mensaje de lo que va a suceder.

Esto nos lleva al versículo que vamos a ver, Habacuc capítulo 2, versículo 4. Es esta verdad la que llevó a Habacuc de batallar a adorar, de suspirar a cantar, del temor a la fe.

Antes de yo decirles lo que es, permítanme solo recapitular aquí en caso de que no hayan estado con nosotras en las últimas sesiones. Habacuc le clamó a Dios que hiciera algo respecto a la corrupción que había entre los judíos. Él estaba frustrado porque parecería que Dios permanecía pasivo y era indiferente a sus oraciones.

Luego Dios le responde: y le dice «estoy haciendo algo, pero no es lo que esperabas» porque lo que Dios estaba haciendo era levantar a los despiadados caldeos para castigar a Su pueblo. Habacuc no podía creer que Dios haría tal cosa, así que va a su puesto de guardia a indagar sobre la perspectiva de Dios en todo esto. Ahí es que Dios le da una visión de su propósito y su plan. Lo veremos en la siguiente parte del capítulo 2.

Los caldeos también serán castigados. Dios introduce esa visión con estas palabras de (Habacuc capítulo 2, versículo 4) que hacen un contraste entre dos tipos de personas. Mientras leemos y hablamos sobre este versículo y estos dos tipos de personas, quiero que se hagan la pregunta «qué tipo de persona soy yo?, en qué categoría e encuentro? Leamos el versículo 4:

«He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá.»

Ahora bien, solo quiero decir que este es uno de los versículos más importantes en toda la Palabra de Dios. «El justo por su fe vivirá». Este versículo es como un diamante que contrasta con el sucio telón de fondo de la corrupción del hombre y el juicio de Dios.

Hemos estado escuchando sobre el pecado del pueblo de Dios, los pecados de los caldeos y el juicio venidero. Veremos más sobre eso en este capítulo, pero en medio de todo eso, hay una joya preciosa: «El justo por su fe vivirá».

Ahora bien, dije que hay dos tipos de personas en este versículo, así que tenemos que verlos a ambos. La primera frase dice: «He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta». Ese es el primer tipo de persona, el orgulloso, el que no es recto.

En el contexto inmediato Dios está hablando sobre los caldeos, sobre los babilonios. Es de quienes Él y Habacuc están dialogando. En un contexto más amplio, está hablando de cualquiera que sea orgulloso y autosuficiente, personas que confían en sí mismas como su propio Dios.

Personas confiadas en que pueden salvarse a sí mismas. Personas que confían en sí mismas para el destino eterno de sus almas y personas que confían en sí mismas en momentos de tribulación , de desesperación o de necesidad. Son orgullosas. No necesitan a Dios. No necesitan de ti. No necesitan a nadie. Pueden lograrlo. Son autosuficientes.

Estas personas no siempre levantan su puño hacia Dios. A veces son más sutiles. Estas personas hasta pueden ser religiosas. Puede que vayan a la iglesia. Hasta pueden ser obreros cristianos de tiempo completo, pero están confiando en sí mismas antes que en Dios. «He aquí el orgulloso: su alma no es recta». Ese es el primer tipo de persona.

El segundo tipo de persona es el justo. «El justo por su fe vivirá». Los que son justos, según Dios ve la justicia, son aquellos que no confían en sí mismos o en su bondad o en sus esfuerzos o en sus capacidades.

Saben que no tienen nada de valor que ofrecerle a Dios, excepto sus propios «yos» pecaminosos, así que son humildes. Dependen totalmente de Dios. Saben que solo Dios puede salvarlos y libertarlos. Aceptan humildemente la provisión de Dios para su propia salvación. Son salvos por fe, y viven y perseveran por fe.

¿Puedes ver el contraste aquí? Los que son orgullosos y corruptos, son autosuficientes, dependen de sí mismos, y por otro lado los que confían en Dios, que dependen humildemente de Dios y descansan en Dios. No creen que su propia bondad los puede salvar. Esos son los justos. Ellos viven por su fe.

Ahora, la palabra fe en el hebreo aquí es una palabra que pudiera en realidad traducirse como fidelidad. Los justos vivirán por su fidelidad.

Dirás que eso suena como algo que ellos están haciendo. Pero verás, la fe no es solo lo que crees intelectualmente. No es solo lo que dices creer, sino aquello en lo cual realmente estás descansando, una fe que se vive en obediencia y fidelidad.

Ese es el tipo de fe que te lleva a obedecer a Dios de corazón; obediencia que fluye de tu fe porque realmente le crees a Dios y se demuestra, se evidencia en fidelidad y obediencia.

El Nuevo Testamento cita la segunda parte de este versículo tres veces: «El justo por su fe vivirá» en el libro de Romanos, en el libro de Gálatas y en el libro de Hebreos. Pero en el Nuevo Testamento tenemos una luz adicional que Habacuc no tenía cuando Dios le dijo -600 años antes de Cristo- que el justo viviría por su fe.

¿Quién vino entre el 600 A.C. y los escritos a los Romanos, a los Gálatas y a los Hebreos para arrojar nueva luz sobre este versículo? ¡¡Cristo vino!! El Nuevo Testamento ve este versículo a la luz de Cristo, que el justo vive por fe en Cristo y solo Cristo.

Hay dos sentidos en que el justo vive por fe. Y hoy quiero hablar sobre el primero y en nuestra próxima sesión hablaremos sobre el segundo sentido. El primero es tan importante. Al principio, pensé en hablar de ambos en la misma sesión. Pero después pensé que no, que queremos hacerle justicia a ambos sentidos en que el justo vive por fe.

El primer sentido es que somos justificadas por fe. Venimos a una relación correcta con Dios por la fe y únicamente por la fe. Somos liberadas del juicio y de la ira de Dios. Somos hecho justas a través de la fe solo en Cristo.

Y es en ese sentido que Pablo usa en Romanos capítulo 1, versículo 17 cuando dice:

«Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: mas el justo por la fe vivirá».

¿Qué está diciendo cuando cita el libro de Habacuc? De principio a fin, la justicia de Dios está completamente, 100%, total y absolutamente basada en la fe. No es nuestra justicia. Es nuestra fe en Cristo y en Su justicia.

Somos pecadoras. No somos justas. Nunca podríamos ser justas por nosotras mismas. Así que de principio a fin, dice Pablo, somos justificadas. Somos hechas rectas ante Dios. Somos puestas en la posición correcta con Dios. Nos es otorgado acceso a la presencia de Dios. Somos traídas a la familia de Dios por la fe en Cristo solamente.

Gálatas capítulo 3, versículo 11 dice: «Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente». Nadie. No importa cuán buena puedas ser, no importa cuántas leyes de Dios puedas guardar, no puedes estar bien con Dios por la ley. ¿Por qué? Porque nadie guarda la ley a la perfección. Pudieras pensar que eres menos pecadora que alguien que sea un súper mega criminal, pero aún eres pecadora. Así que nadie es justificado ante Dios por la ley.

«Porque [y aquí Pablo cita nuevamente el libro de Habacuc] ‘El justo por la fe vivirá'». Este es la clave de nuestra fe cristiana, todo este asunto de que el justo vivirá por la fe. Es tan crucial que de hecho dividió toda una generación de creyentes y se convirtió en el fundamento de nuestra Reforma Protestante en los años 1500. «El justo vivirá por su fe».

¿Cómo sucedió esto? A principios de los años 1500 había un joven teólogo alemán llamado Martín Lutero. Lutero tenía un doctorado en teología. Sabía mucho sobre la Biblia. Lutero sabía mucho sobre teología. Era un joven con una mente ágil y brillante, pero no tenía paz en su corazón. Sabía que no estaba bien con Dios, y no sabía cómo lograrlo. De hecho, una y otra vez escribía en su diario: «¿Cómo podrá un hombre encontrar el favor de Dios?» ¿Cómo puedo estar bien con Dios?

Lutero hizo tanto como pudo para ser santo. Trató de guardar la ley de Dios. Trató de probar su devoción a Dios. Ayunaba hasta dos semanas a la vez. Era profundamente introspectivo. Siempre indagando y buscando un nuevo pecado que confesar.

Se sentía abrumado por un sentido de pecaminosidad, así que constantemente escudriñaba su propio corazón para encontrar cualquier pecado que pudiera haber cometido de pensamiento, de palabra o de hecho. Se confesaba muchas veces al día, hasta que, según dice la historia, uno de sus confesores le dijo un dia: «Dejar de venir hasta que realmente tengas un pecado serio que confesar».

Él desarrolló una conciencia súper sensible. (¡Tal vez algunas de nosotras necesitamos una conciencia un poco más sensible!). Así que él volvía una y otra vez a confesar sus pecados. Castigaba su cuerpo a fin de tratar de deshacerse de pensamientos y de motivaciones impuras. Dormía al aire libre sin frazada en temperaturas bajo cero. Golpeaba su cuerpo hasta quedar amoratado y sangriento, tratando de limpiarse de esos pecados, tratando de ganar el favor de Dios.

Y Lutero había estudiado la Biblia. Sabía que Dios era santo, y sabía que él había pecado y que no daba la talla ante la ley de Dios. De modo que hacía todo lo que se le ocurría para ganar el favor de Dios, para ser hecho justo. Esa palabra, justicia, lo atormentaba y lo obsesionaba porque él sabía que no era justo, y que no podía vivir una vida justa, no importa cuánto lo intentara.

Llegó un punto en el que Lutero hizo una peregrinación a Roma. Dentro de la iglesia de San Juan había una escalera que se creía que eran las mismas que Jesús había subido para estar frente a Poncio Pilato después de haber sido golpeado. Bueno, así es como la iglesia contó la historia. Eso no era cierto. Dijeron que estas escaleras fueron transportadas milagrosamente desde Jerusalén hasta Roma y que ahora los peregrinos podían subir por esas escaleras.

Estas escaleras tenían trocitos de vidrio incrustados supuestamente en los lugares donde habían caído gotas de la sangre de Jesús. Así que los peregrinos subían por las escaleras de rodillas, golpeándose con látigos y besando cada trocito de vidrio para tratar de ganar el favor de Dios.

Me imagino que algunas de ustedes están moviendo la cabeza como si no pudieran creer que la gente hiciera esto. Yo he estado en México, en el santuario de la Virgen de Guadalupe. He visto a personas subir esas escaleras de rodillas tratando de hacer algo para ganar el favor de Dios.

Déjenme decirles, si alguna vez un hombre hubiese sido digno de ganar la aprobación de Dios, uno hubiera pensado que sería un hombre como Martín Lutero. Con todo ese interminable fervor y actividad espiritual. Es decir, ciertamente nadie hubiera podido tratar más. ¿No pudiera al menos ganarse un 100 por su esfuerzo?

Lutero se dio cuenta de lo que nosotras también tenemos que darnos cuenta, y eso es que nunca podrás ser lo suficientemente buena. No tenemos justicia por nosotras mismas. Hasta nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia delante de Dios.

Bueno, y mientras Lutero subía por esas escaleras en Roma, el Espíritu le recordó un versículo que ya había leído muchas veces «El justo por la fe vivirá». Y en ese punto, la luz empezó a entrar al corazón de Lutero. Fue un momento decisivo en su vida.

Ese todavía no fue el momento de su conversión. Eso no sucedió hasta unos años después. Pero en el tiempo, empezó a comprender el hecho de que nunca podría agradar a un Dios santo por sus propios hechos de justicia ni tampoco por su contrición o sus penitencias, sin importar cuántas o cuán intensas pudieran ser.

Empezó a entender. «El justo por la fe vivirá». Empezó a entender que solo podría estar bien con Dios a través de las obras justas de Cristo y que sus pecados fueron perdonados por fe, no por intentar, sino por fe en la persona y en la obra de Cristo en la cruz independientemente de cualquier buena obra que él hubiera realizado.

«El justo por la fe vivirá». Eso se convirtió en el fundamento de la doctrina de Lutero. Estuvo en el centro de la Reforma Protestante mientras Lutero y la gente de su tiempo, muchos de ellos, empezaron a darse cuenta de que la justicia no es algo que nosotros logramos. No es algo que sea posible lograr. En lugar de ello, es algo que Cristo logró por nosotros, algo que se hace nuestro no por nuestro propio mérito, sino solamente a través de la fe en el mérito de Cristo.

Lutero mismo dijo de este texto:

«El justo por la fe vivirá»- Antes de que estas palabras irrumpieran en mi mente, detestaba a Dios y estaba enojado con Él porque, no satisfecho con amedrentarnos a nosotros los pecadores por la ley y por las miserias de la vida, aumentó aún más nuestra tortura a través del Evangelio. [Es como si Él nos hubiera tendido la mano ofreciéndonos algo pero no podíamos tenerlo.]

Pero cuando por el Espíritu de Dios entendí esas palabras-«El justo por la fe vivirá, el justo por la fe vivirá»-entonces sentí que nací otra vez como un nombre nuevo; entré por las puertas abiertas al mismo Paraíso de Dios.1

¿Cómo llega un hombre al cielo? ¿Cómo puede un hombre estar bien con Dios? ¿Cómo nace de nuevo un hombre? ¿Cómo se hace justo un hombre? «El justo por la fe vivirá». Será declarado justo por su fe, y continuará viviendo esa vida justa por fe en Cristo y únicamente en Cristo.

Dos tipos de personas. Primero, «He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta». Trata de salvarse a sí mismo. Piensa que puede hacerlo. Piensa que puede ganar el favor de Dios, y nunca logra la justicia de Dios. Pero, «el justo por su fe vivirá».

¿Es posible que de alguna forma hayas estado subiendo las escaleras con trocitos de vidrio, golpeándote a ti misma, tratando de hacer lo mejor que puedes para ser justa, para ganar el favor de Dios para ser perdonada, tratando de agradar a Dios, tratando de estar bien con Dios? Tal vez no subiste literalmente las escaleras de rodillas, pero:

Tal vez por eso guardas las apariencias yendo a la iglesia domingo tras domingo.

Tal vez por eso es que haces tantos rituales religiosos.

Tal vez por eso es que lees la Biblia.

Tal vez por eso oras.

Tal vez por eso es que cantas en el grupo de alabanza.

Tal vez por eso das dinero a los pobres.

Tal vez por eso es que tratas de vivir una vida buena porque estás tratando de ganarte la justicia por ti misma.

La Biblia dice: «he aquí el orgulloso; en él, su alma no es recta».

Dirás: «Pero estoy tratando tanto. Eso no es orgullo». Es orgullo. Es orgullo que digas que puedes hacerlo. Puedo hacer cualquier cosa para ganar la salvación, para ganar el favor de Dios, para estar bien con Dios. Déjame decirte que Jesús ya subió esas escaleras. Las subió por ti. Él fue golpeado. Él fue crucificado. Él vertió su sangre por tu pecado. El precio ha sido pagado. A través de la fe en Él, su justicia puede ser tuya.

Me encanta el himno «Roca de la eternidad» y en particular la estrofa que dice:

Aunque fuese siempre fiel;

aunque llore sin cesar.

Del pecado no podré, justificación lograr.

Solo en ti teniendo fe, deuda tal podré pagar.

«El justo por la fe vivirá.»

No sé cómo decirlo más claramente de lo que ya lo he hecho, pero confío que mientras he estado hablando, Dios haya estado hablando a sus corazones y tal vez ayudando a algunas a ver que no son justas. Has estado haciendo un esfuerzo tan grande para ganar Mi favor, te dice Dios pero tu alma es orgullosa, no es recta en ti. Has estado tratando de salvarte a ti misma, pensando que de alguna forma podías merecer Mi favor.

Tal vez hoy el Espíritu Santo haya hecho por ti lo que hizo por Martín Lutero hace siglos cuando subió esas escaleras. Encendió la luz. Te ha ayudado a ver que el justo por la fe vivirá. Fe solo en Cristo. Cristo, que cargó nuestros pecados sobre sí. Que fue hecho pecado por nosotros para que pudiéramos ser justicia de Dios en Él.

Tal vez Dios está poniendo esa fe hoy en tu corazón. Y te preguntas: ¿Qué hago? Cree. Si Dios te está dando arrepentimiento de tu orgullo y de tu corrupción, no sigas por ese camino. Renuncia a tu orgullo, a tu corrupción. Arrepiéntete de tu pecado, y date cuenta de que no tienes nada que ofrecerle a Dios. Arrepiéntete de tu propia justicia, de tratar de agradar a Dios independiente de la fe en Cristo. Luego simplemente vuélvete de ti misma hacia Cristo, y pon tu fe en Él.

Escucha, al final de cuentas cada persona en esta tierra está dependiendo de una de dos cosas para su salvación eterna, para su relación con Dios. O está dependiendo de sí misma, o está dependiendo de Cristo. ¿Dónde está tu confianza? ¿De quién estás dependiendo? ¿Dónde está tu fe? Confía en Cristo hoy para tu salvación.

Mi esperanza está en el Señor,

quien su vida dio por mí.

Y el precio pagó de mi pecado en el Calvario.

Sin merecerlo yo, su ira suprimió.

Mi única esperanza es la justicia de Jesús y por mí Él está,

ante el trono del Padre.

Sus manos heridas muestra y me llama como suyo.

Su gracia todo lo planificó,

Y a mí me toca creer.

Y reconocer su obra de amor

Y a Cristo recibir.2

Carmen: ¿Estás viviendo por fe en este día? Nancy Leigh DeMoss le ha dado a cada radioescucha la oportunidad de reducir la velocidad y hacerse esa pregunta tan importante. El programa de hoy describe el momento decisivo en la historia de Habacuc. Si eres nueva con nosotras, acabas de escuchar una muestra de lo emocionante y práctico que es el libro de Habacuc.

Una mujer nos escribió durante esta serie y nos dijo que su pastor le pidió a la congregación que abriera sus Biblias en uno de los profetas menores. Ella se entristeció al darse cuenta de lo nuevas que estaban las páginas de su Biblia en esa sección. Luego Nancy comenzó esta serie de Habacuc y le ayudó a darle uso. Ella escribió lo siguiente:

Amo este ministerio. ¡Si no fuera por su enseñanza tan sólida, no estaría donde estoy en Dios y en mi matrimonio hoy!

Annamarie Sauter: «¿No eres Tú desde la eternidad oh Señor mio, Santo mío? No moriremos. Oh Señor para juicio lo has puesto, Tú oh Roca, lo has establecido para corrección, muy limpio son tus ojos para mirar el mal y no puedes contemplar la opresión ¿por qué miras con agrado a los que proceden perfidamente y callas cuando el impio traga al que es mas justo que él? ¿Por qué has hecho a los hombres como peces del mar , como reptiles que no tienen jefe?

A todos los saca con anzuelo el pueblo invasor, los arrastra con su red y los junta en su malla . Por eso se alegra y se regocija, por eso ofrece sacrificio a su red y quema incienso a su malla, pues gracias a ella su pesca es abundante y suculenta su comida. ¿Vaciará pues su red y seguirá matando sin piedad a las naciones?»

Libro de Habacuc capítulo 2,

«Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré, velaré para ver lo que Él me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido. Entonces El SEÑOR me respondió y dijo : ‘Escribe la visión y grábala claramente en tablas para que corra el que la lea, porque es aun visión para tiempos señalados, se apresura hacia el fin y no defraudará, aunque sea tarde espérala, porque ciertamente vendrá, no tardará’. He aquí el orgulloso en él su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá».

Carmen: Vienes a Dios para recibir Su perdón por fe, pero la fe no se detiene ahí. Necesitamos fe cada día y Nancy nos explicará por qué en nuestro siguiente programa. Por favor regresa con nosotras a Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se cite otra fuente.

1Citado del mensaje de Deffinbaugh sobre Habacuc- de James Montgomery Boice, The Minor Prophets: An Expositional Commentary, vol. 2, Micah-Malachi (Grand Rapids, Michigan: Zondervan Publishing House, 1986), pp. 91-92, citando a F.W. Boreham en A Bunch of Everlastings or Texts that Made History (Philadelphia: Judson Press, 1920), pp. 20, 27.

2″My Hope is in the Lord.» Norman J. Clayton.

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Jul 13 – Llegará el día

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 13 – Llegará el día

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/llegara-el-dia/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Dios no mide el tiempo en la manera en que tú y yo lo hacemos. «El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento». «Pero el día del Señor vendrá».(2 Pedro 3:9-10). «Aunque tarde, espéralo…» (Habacuc 2:3).

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss.

Cuando eras niña, es probable que hayas vuelto locos a tus padres al preguntarles: «¿Cuándo vamos a llegar? ¿Cuánto tiempo falta?» Es posible que todavía le hagas preguntas similares a Dios. Habacuc lo hizo.

Hemos estado revisando la vida de este profeta del Antiguo Testamento, y descubriendo cuán relevantes son sus preguntas para nuestras vidas hoy en día. Aquí está Nancy para continuar la serie, Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Hemos estado aprendiendo tanto sobre el corazón y los caminos de Dios a medida que avanzamos a través del libro de Habacuc. Espero que lo estés leyendo con nosotras. Y también espero que estés buscando a Dios personalmente y no solo descansando en mis reflexiones sobre este libro. Solo espero haberte abierto el apetito para buscarlo más.

Un amigo me dijo el otro día, «Después de que hayamos terminado con las sesiones de grabación de Habacuc, habré aprendido mucho más sobre este libro que lo que antes conocía». Esto es así porque no se escuchan muchas enseñanzas sobre este libro. Es mi deseo no solo que lo estés conociendo más a Dios, sino que lo ames más después de haberlo conocido más a través de este libro.

Estamos en el capítulo 2. Hemos visto en los dos primeros versículos que Habacuc subió a esperar para ver lo que Dios le diría como respuesta a la crisis que él estaba pasando en su corazón sobre la condición del mundo: El hecho de que los babilonios, los caldeos, serían el instrumento que Dios usaría para castigar a Su pueblo.

Habacuc sabía que el pueblo de Dios debía ser castigado, pero pensó que tal vez esas medidas eran un poco severas. No podía entender cómo Dios podría provocar este tipo de calamidad, a fin de lograr sus propósitos.

Pero una vez le dijo a Dios lo que pensaba de todo esto él dijo,

«Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la resistencia me pondré; velaré para ver lo que Él me dice…» (Versículo 1).

Él se preparó ahora para escuchar la respuesta de Dios.

Vimos en la última sesión en esas preciosas palabras del versículo 2: «Entonces el Señor me respondió.» Hablamos sobre el hecho de que Dios todavía habla a Su pueblo hoy en día a través de Su Palabra, y por Su Espíritu.

Dios le habló y le dijo a Habacuc, en esencia, «Yo te voy a dar el mensaje que se necesita para esta situación.» A este mensaje el texto le llama una visión. Él le dijo a Habacuc: «Yo quiero que escribas este mensaje para que otros puedan leerlo y escucharlo también.» Y dice en el versículo 2, «El Señor me respondió».Esto es lo que Dios le dijo:

«Escribe la visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea.» (Versículo 2).

Por supuesto, esto estaba ocurriendo en los días cuando la gente no tenía noticias vía el Internet dentro de sus mismas casas. Ellos no tenían periódicos. Por eso, cuando había un anuncio importante, este se escribía en tablillas de arcilla o en papiros.

Entonces, los corredores en sentido figurativo llevarían copias del mensaje a todas las zonas periféricas para que la gente pudiera recibir el mensaje. Este mensaje iba a ser dado a los corredores o mensajeros que lo llevarían por todo el país.

Ahora bien, la visión o el mensaje que sigue (no vamos a llegar a esa parte aun) era un mensaje duro, como veremos en los próximos programas. Fue un mensaje de juicio.

A veces la respuesta, la visión, el mensaje que Dios da por medio de Su Palabra a sus siervos es un mensaje de juicio. Dios le dijo a Habacuc: «Quiero que los que llevan este mensaje – los mensajeros- quiero que corran a llevarlo».

Si tuvieras que darle malas noticias a alguien… ¿correrías a llevárselas? Por ejemplo, «Vas a tener cáncer» o «Dios va a destruir esta ciudad». Si tuvieras un mensaje como este, ¿no crees que vacilarías un poco antes de salir corriendo a llevarlo?

Pero Dios dijo: «Este es un mensaje demasiado importante, y en última instancia, es un mensaje que por difícil que sea, va a salvar vidas. Quiero que los mensajeros corran con él, y que lo declaren sin vacilar». A veces Dios nos da un mensaje duro para dar. A veces, al grabar Aviva Nuestros Corazones tiemblo por dentro. Pienso, «¿Es realmente eso? ¿Dios realmente quiere que yo diga eso?»

La gran parte de lo que decimos en este programa es contra-cultura. Va en contra de la corriente, no solo del mundo sino de la cultura cristiana, y, a veces tiemblo por dentro cuando pienso en lo que debo decir para transmitir la Palabra de Dios a las mujeres de hoy.

Pero Dios dice: «Corre con ese mensaje. Entrégalo sin titubear». A medida que pronuncias este mensaje de juicio, no te deleitas en la caída de los impenitentes, sino que con ansias buscas su arrepentimiento, su quebrantamiento y su salvación.

El mensaje que Dios da, el mensaje que Dios le envía a uno de sus hijos a través de Su Palabra, puede ser un mensaje fuerte. Pero Dios nos dice: «No le des largas al asunto. Corre a pronunciarlo».

En respuesta a esta carga de Habacuc y en respuesta a sus preguntas, Dios le revelará a Habacuc lo que va a suceder tanto a los babilonios como a los judíos. Judá está a punto de ser devorado por los babilonios. Ese es el asunto con el que Habacuc ha estado luchando.

Pero Dios quiere que Habacuc mire más allá de ese tiempo y vea que un día Dios devorará a los babilonios, que esta gente malvada, despiadada, que devorará a los judíos – Él quiere que Habacuc sepa que ese no es el final de la historia.

Dios va a tratar con los babilonios también. Su juicio es seguro también. Dios va a juzgar a los babilonios por su pecado, así como él está a punto de juzgar a los judíos, por los suyos.

Sin embargo, el cumplimiento de esta promesa, el cumplimiento de esta historia, ese desenlace, no va a ocurrir de inmediato. De manera que él le advierte que la visión que le dará no se cumplirá de inmediato. Él dice: «Tendrás que esperar para ver el cumplimiento».

Mira el versículo 3:

«Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará.»

¿Qué le está diciendo Dios? «La visión espera su momento señalado». La visión, el mensaje, se cumplirá en el tiempo. Dios está diciendo que hay un tiempo señalado para su cumplimiento. Será el tiempo señalado por Dios -en su tiempo y no en el nuestro.

Y ese tiempo no había llegado todavía. «Te diré lo que ocurrirá» -así como Dios nos ha dicho muchas cosas en la Escritura acerca de lo que va a suceder en el futuro. Pero Dios dice: «No va a pasar todavía. Si va a suceder. Sin duda, va a ocurrir, pero hay un tiempo señalado para ello».

Dios ha señalado la hora. Dios sabe cuándo pasará, y qué va a suceder en ese tiempo -pero no antes.

Es importante que recordemos esto, porque a veces Dios nos muestra en Su Palabra cosas que van a suceder, y luego nos impacientamos porque no están sucediendo. Pero Dios dice: «Es que Hay un tiempo señalado. He ordenado cuándo ocurrirá».

El cumplimiento del plan de Dios, las promesas de Dios, parecería tardar. Podrían lucir hasta como mentiras. Parecería que hemos sido engañadas. Parecería que esas promesas nunca se llegarán a cumplir.

Lees promesas como la que vamos a ver más adelante en Habacuc: «Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar»(v. 14). Bueno, no parecería que eso está sucediendo. En todo caso, el paganismo es rampante. El liberalismo es rampante. La gente se opone a Dios. Parece como que el mal estuviera ganando.

Sin embargo, leemos en las Escrituras que la justicia y Dios van a triunfar. Parece que la promesa de Dios no se está cumpliendo. Pero Dios dice: «Aunque les parece que es lento y que tarda, espérenlo, sin duda vendrá; Y no tardará».

Ahora bien, parecería que tarda por la manera como medimos el tiempo, porque estamos tan atadas a la tierra. No vivimos en la esfera de la eternidad en el sentido como Dios lo hace. Eso es lo que Pedro dice en su segunda carta, en el capítulo 3, a las personas que estaban cansadas ​​de esperar el regreso de Cristo. Él les dijo:

«Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. [ Dios no mide el tiempo de la misma manera de tú.] El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (Versículos 8-9).

«Si te parece lento, espéralo, sin duda vendrá, no tardará», eso fue lo que Dios le dijo a Habacuc.

Una madre estaba compartiendo conmigo acerca de su hijo adolescente que sufre grandes limitaciones y tiene problemas serios. Están luchando para tratar con estos asuntos, y con muchas otras cosas más.

Cualquiera que sea la situación, cualquiera que sea la circunstancia que estés atravesando ahora, no has visto el final de la historia. Podría parecer que la situación durará para siempre. Pero, no va a durar para siempre. Para aquellos que creen, las promesas de Dios son una fuente de consuelo, de paz y de esperanza. Pero para aquellos que no creen, son una advertencia seria que debe ser escuchada. Porque, El día del Señor vendrá.

Si no eres creyente, esto es una amenaza para ti. Si eres creyente, te da esperanza. ¡El día del Señor vendrá! El día de hoy que estamos viviendo ahora no será para siempre. Dios va a terminar la historia. Así que Dios le dijo a Habacuc: si la visión, si el cumplimiento de las promesas de Dios, si el cumplimiento del plan de Dios, si todo ello, te parece tardar… pero espera. Sin duda vendrá. No tardará.

Vamos a regresar a este tema de la espera más adelante en el libro de Habacuc. Vas a tener que esperar para eso. Pero quiero que nos detengamos aquí por un momento porque el libro hace referencia al tema varias veces, así que creo que vale la pena repetirlo.

Este versículo de Habacuc capítulo 2, «Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará», se cita con un poco de variación en el Nuevo Testamento, en el libro de Hebreos, en el capítulo 10. Quizás quieras buscar el versículo para que lo veamos…

El contexto de Hebreos capítulo 10 es que los creyentes del Nuevo Testamento están sufriendo mucho por la fe. Están siendo perseguidos. En el versículo 36 el escritor dice:

«Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. [Y aquí viene la cita de Habacuc], PORQUE DENTRO DE MUY POCO TIEMPO, EL QUE HA DE VENIR VENDRÁ Y NO TARDARÁ.» (Versículo 36-37).

Ahora, si tienes ahí los dos textos, compáralos. Hay una pequeña variación allí. En Habacuc dice: «Ciertamente vendrá». Es decir, el cumplimiento de la visión de Dios y las promesas. «Ciertamente vendrá, no tardará».

¿Pero qué dice Hebreos? «EL QUE HA DE VENIR VENDRÁ Y NO TARDARÁ». Habla de algo en Habacuc. Pero en Hebreos habla de alguien. ¿Quién es la persona que ha de venir? ¡Es Cristo! ¡Jesús! El escritor de los Hebreos aplica Habacuc capítulo 2 versículo 3 a la segunda venida de Cristo: Él vendrá.

Ahora, en Habacuc Dios está hablando de la visión de la destrucción de los babilonios. Esa es la situación inmediata, la visión inmediata. A eso se refiere cuando dice: «Si les parece lento, espérenlo, sin duda vendrá, no tardará».

Pero cuando llegamos al Nuevo Testamento, el escritor dice: «No es solo la destrucción de los babilonios. Eso ya sucedió. Se trata del retorno de Cristo quien regresará para terminar esta historia».

De manera que cuando estés sufriendo y creas que no puedes continuar por mucho más tiempo, ¿qué dice el escritor? Necesitas perseverancia.

¿Qué te va a sostener? ¿Qué te ayudará a soportar el duro y desagradable «aquí y ahora», mientras esperas que se cumplan las promesas de Dios, y cuando sientes que nunca se cumplirán? ¿Qué te va a sostener? Te debe sostener el prometido e inminente retorno de Cristo.

Por lo tanto, dice, «No pierdas de vista lo que viene. Si les parece lento, espérenlo. Viene dentro de poco». Tú dices: «¿Un poco más? ¡Hemos estado esperando siglos, milenios para el regreso de Cristo!» «Porque mil años son como un día para Dios. Así que solo han transcurrido un par de dias desde que esta promesa fue hecha. Y tú dices: «¡Han sido miles de años!» Esa es solo nuestra perspectiva. En la perspectiva de Dios, solamente han transcurrido un par de días. «Todavía un rato, y el que viene vendrá y no tardará». De manera que puede ser que se retrase el regreso de Cristo. Y tú dices: «Señor, ven pronto. ¡Sácame de este lío!»

Él dice, «es necesaria la paciencia, de modo que cuando hayas hecho la voluntad de Dios podrás recibir lo prometido». Porque, «EL QUE HA DE VENIR VENDRÁ Y NO TARDARÁ», Él vendrá. Es cierto. Él vendrá a juzgar a los malvados. Él vendrá a rescatar a los justos. Así que soporta un poco más. Él se manifestará en medio de tu situación -a Su manera y en Su tiempo. Así que espera. No te rindas.

Como dice aquél tradicional himno:

Todo habrá valido la pena cuando vemos a Jesús. Las pruebas de la vida parecerán tan pequeñas cuando veamos a Cristo. Con sólo una visión de su a amado rostro, todo el dolor se borrará. Corre valientemente la carrera hasta que veamos Cristo1.

En poco tiempo el que ha de venir vendrá. Él no tardará. De manera que vemos en este texto de Habacuc que Dios ha revelado Sus caminos claramente. Él dijo: «Escribe la visión y grábala claramente en tablas».

Dios nos ha revelado en Su Palabra lo que va a suceder. Conocemos el fin de la historia!Sabemos quién ganara. Sabemos que vendrá el jinete en su caballo blanco y vencerá sobre todo mal, y la justicia prevalecerá. Jesús reinará como Rey y Señor por siempre y para siempre. Sabemos el fin de la historia. Dios lo ha revelado claramente.

Sabemos lo que sucederá con los soberbios. Van a ser juzgados. Sabemos lo que le sucederá a los fieles. Ellos serán rescatados. Estos son temas que aparecen a lo largo de la Escritura. Y sabemos que lo que Dios prometió sucederá en el tiempo señalado.

Así que mientras tanto, Dios le está diciendo a Habacuc -y el escritor de Hebreos nos dice: En el «mientras tanto» te sustentaré a través de épocas difíciles. Serás capaz de perseverar a través de tiempos difíciles. Y serás capaz de continuar aun cuando las cosas no tengan sentido y te parezca que el mal está ganando».

¿Cómo? Creyéndole a Dios. Por la fe. Como veremos, este precisamente es el tema de este libro. No estamos allí todavía, pero el escenario se está preparando: por la fe. Es la fe que te permitirá esperar con paciencia, esperar en silencio y no estar ansiosa ni perturbada por tu situación.

¿Por qué vivimos estas vidas quejumbrosas, cargadas de preocupación cuando podemos vivir con esperanza? ¿Cuándo podríamos cantar? ¿Cuándo podríamos regocijarnos? Nosotras decimos: «Voy a cantar y a regocijarme después que Dios me saque de este embrollo». Pero Dios nos dice: «No. En medio de este lío, espera, persevera, porque el que viene ha de venir, y Él no tardará».

Créele a Dios. En poco tiempo la promesa se cumplirá. Dios tiene un propósito. Él tiene un plan para este mundo. Él tiene un plan para tu vida. Y todos los propósitos y planes de Dios se cumplirán a su debido tiempo, en su calendario, no de acuerdo al tuyo.Necesitas perseverancia.

Pero ¿Cómo se obtiene la perseverancia? ¿La obtienes cuando todas tus oraciones son contestadas en los próximos tres minutos? Eso no cultiva la perseverancia. Algunas de ustedes son corredoras. ¿Cómo obtienes resistencia para continuar corriendo? Mediante la práctica. No la obtienes corriendo una carrera corta de 100 yardas, sino corriendo millas, y millas y millas. Es así como aumentas tu resistencia.

Entonces ¿Cómo cultivas la perseverancia en esta vida? «Necesitas perseverancia.» La cultivas corriendo a través de lugares difíciles, a través de sendas duras, a través de tentaciones y de pruebas y de problemas y de retos y de lágrimas y de temores. Pero mantén tu ojo en la meta final y corre por fe en que Dios va a cumplir Su plan y Sus promesas.

Así que mientras tanto, mientras estemos corriendo, mientras nosotras estemos aumentando nuestra resistencia, mientras esperamos, esperamos en el Señor. Lo esperamos a Él. Él va a obrar. Él reivindicará la justicia. Él hará caminos derechos en donde está torcido. Como dice la Escritura en Habacuc: «Si les parece lento, ciertamente vendrá, no tardará».

Oh hermanas, este versículo debería darnos mucha esperanza. Debería darte valor. Debe llenarte de fe, en cualquiera situación que hoy te parece tan desesperante y tan larga, y tan difícil de manejar.

Ora por avivamiento. Oh Señor, hay mujeres en este lugar que han orado por avivamiento durante años, por décadas. Conozco a algunas de ustedes. Algunas de ustedes oran por avivamiento mucho más que yo, lo han anhelado, lo han esperado, y no lo han visto llegar. De hecho, la situación se ve más oscura ahora que cuando empezaste a orar por avivamiento.

Pero escuché a una mujer hace poco hablar con otra persona aquí, y ella le decía: «Yo sé que Dios lo va a enviar». Dios ha puesto fe en su corazón. Si les parece lento, espérenlo, sin duda vendrá, en el tiempo de Dios y a la manera de Dios, no tardará.

No te canses. No te rindas. Sigue creyéndole a Dios. Continúa ejercitando la fe. Mientras tanto, ten cuidado de no tomar los asuntos en tus propias manos para tratar de arreglarlo por ti misma o para arreglar tus circunstancias.

Recibo tantas cartas y correos electrónicos de oyentes que se lamentan de haber tomado los asuntos en sus propias manos en vez de esperar que Dios cumpliera Su propósito en sus vidas. Recibí un correo electrónico largo la semana pasada.

No tengo tiempo para leerlo completo, pero esta mujer se crió en un hogar disfuncional que la llevo a una horrible promiscuidad sexual. Ella terminó casándose con un hombre muy impío. En el proceso de tratar de sobrevivir este terrible matrimonio, un amigo le presentó a Cristo.

Pero su marido aún no ha venido a la fe. No está bien con Dios. Continúa con su conducta pecaminosa. Ella escribió, «finalmente sucumbí… Me divorcié de mi marido».

Luego ella relata toda una serie de eventos. Finalmente se terminó casando de nuevo y en el proceso de este segundo matrimonio, ella se volvió de nuevo al Señor. Ella se había enojado con Dios porque Dios no había cambiado a su primer esposo, y ella había seguido adelante sin Dios.

Pero se había convertido en alguien llena de ira y de impaciencia, de manera que se deshizo del primer marido. Pero Dios fue misericordioso. Y ella se casó de nuevo con un segundo marido que amaba al Señor, y que la amaba a ella. Ella volvió de nuevo a la fe.

Pero es interesante que ahora, al Dios estar tratando con ella, ahora se pregunta: «¿si hubiera permanecido con mi primer esposo… habría él llegado a conocer al Señor también? ¿Me di por vencida demasiado fácilmente?» Dios la trajo a un lugar de arrepentimiento al darse cuenta que debió haber esperado en el Señor en aquel primer matrimonio.

Ahora eso no significa que ella debe salir de su segundo matrimonio. Ella está allí ahora, y puede ser bendecida en medio de este. Ella se ha reconciliado con Dios. Y ahora está tratando con algunos asuntos del pasado de una forma que considero que es importante.

Pero ella dice, «Por fin he comprendido que mi felicidad nunca debe venir a expensas de la obediencia a la Palabra de Dios». «He sido asombrada por la asombrosa gracia de Dios a pesar del hecho de que no esperé, de que seguí adelante, a pesar de que no esperé al Señor. Dios ha sido misericordioso conmigo».

Pienso en ese maravilloso texto del Salmo 37 los versículos 5-11:

Encomienda al SEÑOR tu camino,
confía en El, que El actuará
hará resplandecer tu justicia como la luz,
y tu derecho como el mediodía.

Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia;

no te irrites a causa del que prospera en su camino,
por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.

Deja la ira y abandona el furor;

no te irrites, sólo harías lo malo.

Porque los malhechores serán exterminados,
más los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra.

Un poco más [esto en el tiempo de Dios] y no existirá el impío; Buscarás con cuidado su lugar, pero él no estará allí.

[Piensa en esto: en un poco más de tiempo el impío no estará allí! Y quizás tú piensas: «No puedo continuar en estas circunstancias». Tú puedes. Aunque parezca que tarda, espera; porque de cierto vendrá y no tardará.]

Un poco más y no existirá el impío;
buscarás con cuidado su lugar, pero él no estará allí.

Mas los humildes [los mansos, aquellos que le creen a Dios] poseerán la tierra, [Aunque tarde, espéralo; de seguro sucederá. El que ha de venir, vendrá. El no tardará.]. [Amén]

Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha proporcionado una maravillosa perspectiva sobre la espera, el juicio y la eternidad. Es el tipo de conocimiento práctico que hemos estado recibiendo en el libro de Habacuc. Las mujeres se han sorprendido al descubrir la relevancia de las preguntas de este profeta del Antiguo Testamento. Nancy nos ha animado leer y releer el libro de Habacuc, mientras se transmite esta serie, y espero que lo estés haciendo.

¿Qué es la fe? Va más allá de lo que crees intelectualmente. Nancy nos lo explicará en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones. ¡Acompáñanos!

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

1 «When We See Christ. Esther Kerr Rusthoi.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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Jul 10 – Escuchando a Dios

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 10 – Escuchando a Dios

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/escuchando-dios/

Carmen Espaillat: Dios habló directamente a profetas como Habacuc. ¿Hace eso Él hoy? Aquí está Nancy Leigh Demoss.

Nancy Leigh DeMoss: Dios no está revelando nada nuevo hoy. Él ya nos ha dado todo lo que necesitamos saber. Ahora, el Espíritu Santo tomará esta Palabra, la hará viva en nuestros corazones, la aplicará, y nos demostrará cómo se relaciona con nosotras.

En la Biblia probablemente no aparecerá el nombre de tu esposo. La Biblia probablemente no te dice a qué Universidad debes ir o qué trabajo debes tomar, pero el Espíritu Santo, cuando estás en la Palabra de Dios, tomará esa Palabra y la hará viva en tu entendimiento y en tu corazón y te mostrará cómo debe ser aplicada a tus circunstancias y situaciones actuales de vida.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. Si te has perdido cualquier programa de esta serie de Nancy titulada » Habacuc: del temor a la fe «, podrás escucharlo visitando AvivaNuestrosCorazones.com. Es una visión muy honesta sobre emociones muy crudas, y hoy llegamos a un punto decisivo en el viaje espiritual de Habacuc. Ahora aquí está Nancy…

Nancy: Si has estado con nosotras a lo largo de esta serie de Habacuc, sabrás que a simple vista la mayor parte del primer capítulo no fue muy esperanzador. Tuvimos mucho pesar, calamidades y los caldeos que llegaron a tomar posesión de la tierra. Hoy llegamos a lo que creo es una de las primeras señales optimistas, de esperanza, ciertamente, en este libro en el capítulo 2 en el versículo 2.

Y voy a retomarlo desde el versículo 1 para tener algo del contexto. Habacuc ahora está listo para escuchar lo que Dios tiene que decirle y cómo Dios responderá a las preguntas y a las inquietudes que están en su corazón, como él mismo lo dice en el versículo 1 y esto lo vimos en la última sesión.

«Tomaré mi posición en mi puesto de guardia y me estacionaré en la torre, y miraré para ver lo que Él {Dios} me dirá, y lo que yo le responderé con relación a mi queja».

Entonces el versículo 2 -y me encantan estas cinco palabras. «Y el SEÑOR me contestó.»- Me quiero estacionar en esas cinco palabras hoy — «Y el SEÑOR me contestó». Ahora, para darnos algo de contexto aquí. Si vas hacia atrás al capítulo 1, al versículo 2, recuerda que Habacuc le dijo a Dios, «¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, y no escucharás?» Habacuc no pensaba que Dios lo estaba escuchando, y si Dios lo estaba escuchando, entonces parecía como que no estaba haciendo nada al respecto .

Ahora tenemos este recordatorio de que Dios ha estado escuchando todo el tiempo, y me pregunto si solamente Dios estaba esperando que Habacuc llegara a un punto donde pudiera estar lo suficientemente tranquilo, lo suficientemente callado y disponer del tiempo suficiente para escuchar la respuesta de Dios. «Y el SEÑOR me contestó».

Es solamente un recordatorio hermoso de que cuando clamamos al SEÑOR, Él nos escucha, y Él nos responde, no siempre en nuestro tiempo, no siempre a la manera que esperamos, pero Él nos responde. No puedo decirles cuánto me encanta esa frase-«El SEÑOR me contestó».

De hecho, encontrarás a través de todas las Escrituras una especie de hilo conector. Lo encuentras muy a menudo en los Salmos. El Salmo 138 el versículo 3 dice:

El día que invoqué, me respondiste.
Salmo 3, versículo 4,

Con mi voz clamé al Señor, y Él me respondió desde su santo monte.
Salmo 99, versículo 6:

Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocaron su nombre; ellos clamaron al SEÑOR, Y Él les respondió.
Salmo 118, versículo 5,

En medio de mi angustia invoqué al SEÑOR; el SEÑOR me respondió y me puso en un lugar espacioso.
¿Y no es eso lo que dice Jeremías 33?

Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces.» (Versículo 3, parafraseado)
Ahora, Dios no siempre nos responde exactamente de la manera que nosotras pensamos que lo hará.

Estoy pensando en ese versículo de Job. En realidad, es un versículo que se repite dos veces, en Job capítulo 38 y después, otra vez en Job capítulo 40. Y dice,

Entonces el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino (38:1 & 40:6).

Bueno, no quisiéramos que un torbellino llegue a nuestras vidas, pero algunas veces esa es la manera como Dios nos habla, en medio del torbellino.

También en Éxodo capítulo 19 -¿recuerdas que los hijos de Israel acamparon en el Monte Sinaí, donde Dios les entregó la ley? Era un lugar impresionante. Y vamos a leer un poco más sobre ese contexto y cómo Dios les respondió.

«Y aconteció que al tercer día, cuando llegó la mañana, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un fuerte sonido de trompeta; y tembló todo el pueblo que estaba en el campamento.» (Versículo 16)

Yo pienso que si conociéramos cómo es Dios realmente, las trompetas , los relámpagos , los truenos y las densas nubes no nos harían temblar tanto como Su presencia lo haría.

«Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y ellos se quedaron al pie del monte.

Y todo el Monte Sinaí humeaba porque el SEÑOR había descendido sobre él en fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía con violencia. El sonido de la trompeta aumentaba más y más. [¿Captas la escena aquí? Esta es una escena muy ruidosa.] Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno (versículos 17-19).

¿Cómo habrá sido eso? No me lo puedo imaginar, pero Dios le respondió a Moisés cuando Moisés le habló.

Pero ahora, volvamos a Habacuc. Habacuc ha subido a su puesto de guardia. Él dijo, «Voy a ver que Dios me dirá,» y Dios sabía que su corazón estaba en una posición donde estaba listo para escuchar. Estaba listo para recibir lo que Dios le tenía que decir, y entonces dice, «Entonces el SEÑOR me respondió».

Ahora, eso suscita la siguiente pregunta en mi mente. ¿Por cuánto tiempo habría estado Habacuc en esa torre de vigilia, en ese puesto de guardia? ¿Por cuánto tiempo habría estado esperando? ¿Por cuánto tiempo había estado escuchando? ¿Por cuánto tiempo había estado esperando por una respuesta?

Bueno, la respuesta obvia es que no sabemos porque la Escritura no nos dice, pero te diré algo que sí sabemos. Él esperó el mismo tiempo que le tomó a Dios responder. Nosotros no sabemos qué periodo de tiempo hay entre el versículo uno y el versículo dos.

¿Le respondió Dios en tres minutos? ¿Le respondió Dios en tres horas o en tres días? ¿Qué tiempo estuvo en ese puesto de guardia? Dijimos que no es literalmente un puesto de guardia. Es una actitud de expectación- esperando en Dios, diciendo, «Señor, habla, que Tu siervo está escuchando».

¿Qué tiempo esperó allí? Esperó lo suficiente para obtener una respuesta de Dios, y yo creo que esa es una de las razones por qué tantas de nosotras sentimos que Dios no responde nuestras oraciones es porque no esperamos el tiempo suficiente. Lanzamos nuestra oración, y entonces nos vamos de ahí y seguimos hacia la próxima actividad, la próxima ocupación en nuestras vidas. Y no esperamos que Dios nos responda.

Tú dices, «¿Tú quieres decir que se supone que mi tiempo de quietud dure tres días consecutivos, sin parar? Pero espérate, dime, ¿quién alimentará a mis hijos? ¿Cómo iré al trabajo? ¿No vivo mi vida?» Lo que estoy diciendo es que necesitamos vivir nuestras vidas en una actitud de espera y expectativa en Dios, en anticipación, en estado de alerta hasta que Dios nos de lo que necesitamos, no importa lo mucho que se tarde.

Has orado por tu esposo. Has orado por tu hijo. Has orado por un trabajo. Has orado por una situación con tus suegros o por una situación en tu escuela, y nada cambia. ¿Cuánto debes esperar para que Dios actué? ¿Cuánto debes esperar para obtener la perspectiva de Dios? El tiempo que sea necesario. Esa es la respuesta.

Espera en el Señor, y vamos a ver ese tema a través de todo el libro de Habacuc. No está expresado explícitamente aquí, pero creo que está implícito en este pasaje – él esperó.

De hecho, tenemos otra ilustración de esto en el libro de Jeremías, en el capítulo 42 dice:

Las personas . . . se acercaron, y le dijeron al profeta Jeremías, «Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al SEÑOR tu Dios por nosotros, por todo este remanente – porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos – para que el SEÑOR tu Dios. . .»

Esta gente le dijo: El Señor tu Dios. Este era el pueblo de Dios, pero le dijeron a Jeremías,

Ruega que el SEÑOR tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir, y lo que debemos hacer (versículo 1-3).

Y Jeremías les dijo, «Os he oído. He aquí, voy a orar al SEÑOR vuestro Dios,» el Señor tu Dios. Él es tu Dios, también. No es solamente mi Dios. Él es tuyo, también, pero,

«Voy a orar al SEÑOR vuestro Dios conforme a vuestras palabras, y todas las palabras que el SEÑOR os responda yo os las declararé. No os ocultaré palabra alguna.

Al final de diez días la palabra del SEÑOR vino a Jeremías.» (versículos 4 & 7). ¿Estás dispuesta a esperar por la Palabra de Dios?

La gente se acercó, y le dijeron, «Ruega por nosotros.» Jeremías les dijo, «Esta bien, Voy a orar por ustedes.» Diez días más tarde, llega palabra de Dios a Jeremías para el pueblo. ¿Estás dispuesta a esperar por la Palabra de Dios?

¿Y si se tarda diez años? En nuestras mentes, si no acontece en diez minutos, ¡nos vamos de allí! Habacuc dijo, «Estaré en mi puesto de guardia. Velaré para ver lo que Él me dice.» Entonces el SEÑOR me respondió..» Espera hasta que llegue la respuesta.

Ahora, quiero irme un poco por la tangente aquí y creo que este pasaje me da una buena oportunidad para decir algo que pienso necesita ser dicho a nuestra generación. Quiero hablar sobre la manera en la que Dios nos habla hoy.

«El SEÑOR me contestó.» ¿Qué significa eso para nosotras? ¿Cómo lo vemos? ¿Qué entendemos por eso? Bueno, hay diversos lugares en las Escrituras que nos pueden ayudar, pero el que encuentro más útil está en… vamos a Hebreos capítulo 1; quiero que vayas allí.

Hebreos capítulo 1, versículo 1 nos dice que,

«Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas…»

De manera que hay una manera que Dios usó para hablar a Su pueblo. Acabamos de leer algunas de esas formas que El uso en los días del Antiguo Testamento. Dios le habló en el torbellino, en el trueno, en voces, a través del profeta Jeremías.

Dios les dió estas voces audibles. Pero en estos últimos días, «{Dios} nos ha hablado» y ha finalizado de hablar «por su Hijo {Cristo}, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo» (versículos 1-2).

Dios acostumbraba a hablar de muchas maneras diferentes. Ahora, Dios nos ha dado Su revelación completa, Su Palabra completa, la Palabra viva, Jesucristo. Cuando venimos a Hebreos capítulo 12, el autor dice, «Mirad que no rechacéis al que habla» (versículo 25a).

En el pasado, Dios habló de cierta manera. En estos últimos días, Dios nos ha hablado por medio de Su Hijo, pero entonces Él dice que hay un sentir en el cual Dios todavía está hablándonos.

«Porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de aquel que nos amonesta desde el cielo» (versículo 25: b). Él dice, «Dios está aún hablando, y eso plantea esta pregunta. ¿Cómo Dios nos habla hoy?

Quizás tú dices, «Quiero la respuesta de Dios. Quiero saber lo que Dios piensa. Me he colocado en mi puesto de guardia. Quiero saber como Dios quiere que yo responda sobre este asunto en mi matrimonio, en mi iglesia, en mi lugar de trabajo.

«¿Qué hago? ¿Cómo debo esperar escuchar de Dios? ¿Tendré un sueño? ¿Tendré quizás una visión? ¿Escucharé una voz audible? ¿Cómo sabré que Dios me está hablando a mí?»

Bueno, como acabamos de leer en Hebreos capítulo 1, antes de que se completaran las Escrituras, Dios usaba frecuentemente cosas como visiones y sueños y voces audibles. Eso no era inusual en el Antiguo Testamento el que Dios hablara de esas maneras.

Pero ahora que se han completado las Escrituras -la Palabra escrita de Dios- Dios nos habla a través de Su Palabra. Él nos habla a través de Su Palabra. Su Palabra en las Escrituras está completa, y Dios nos habla por Su Espíritu que mora dentro de nosotras.

¿Qué hace el Espíritu? El Espíritu nos ayuda a entender la Palabra, por lo que el Espíritu dentro de nosotras nos da entendimiento, ilumina esa Palabra. Mientras he estado leyendo el libro de Habacuc en estas últimas semanas, he estado confiando en el Espíritu de Dios para que derrame luz sobre estos pasajes, para ayudarme a entender su interpretación y su aplicación a mi vida.

El Espíritu Santo toma la Palabra que es simplemente tinta sobre papel, el Espíritu Santo la abre ante nuestros ojos, y la hace tomar vida. Él la aplica en nuestros corazones. Mientras leo las Escrituras, me doy cuenta de que es Dios quien me está hablando. Es el Espíritu Santo quien me está dando ese entendimiento. Es el Espíritu Santo quién me da convicción mientras leo las Escrituras, quién me dirige, quién me guía a través de la Palabra de Dios.

Dios habla claramente hoy, más claro que nunca, por Su Espíritu y a través de Su Palabra escrita, la Biblia, así que no esperes que Dios te hable o te responda cuando vayas a tu puesto de guardia, cuando vayas a tu torre y estés buscando respuestas-no esperes que Dios te responda apartada de Su Palabra. Déjame decirlo de esta manera. Dios no está revelando nada nuevo hoy.

Ahora bien, vas a escuchar a personas decir, «Dios me dijo esto. O Dios me dijo aquello». Si lo que ellos están diciendo es, «Dios me dijo esto a través de Su Palabra,» eso hace mucho más sentido, pero si ellos están diciendo, «Dios me dijo algo nuevo o diferente que no está en la Palabra de Dios,» están hablando por Dios de una manera que nosotras sabemos no es bíblica.

Dios no está revelando nada nuevo hoy. Él nos ha dado todo lo que necesitamos saber. Ahora, el Espíritu Santo tomará esa palabra, la avivará en nuestros corazones, la aplicará y nos mostrará cómo se relaciona con nosotras.

Probablemente la Biblia no contiene el nombre de tu esposo. La Biblia, probablemente no te dice a qué universidad debes ir o qué trabajo debes tomar, pero el Espíritu Santo, mientras estás en la Palabra de Dios, tomará esa Palabra y la avivará en tu entendimiento y en tu corazón y te mostrará cómo debe ser aplicada a las circunstancias y a las situaciones de tu vida en ese momento.

No puedes esperar ignorar las Escrituras o dedicarle un tiempo limitado o leerla con mucha rapidez, recibir una dosis mínima de ella en tu corazón y llenar tu mente con otros libros, con programas de televisión y música y esperar que Dios te responda.

Una de las cosas que he notado desde que inició Aviva Nuestros Corazones es que hay un movimiento real en el mundo cristiano evangélico alejado de la enseñanza, de la predicación y de la proclamación de la Palabra de Dios.

¿ Y qué lo ha reemplazado? Bueno, muchas cosas, pero una de las cosas más populares que la ha reemplazado es la música. Estamos viendo esto, por ejemplo, en la radio cristiana de hoy, «Más personas sintonizarán una estación si tiene música que si tiene la Palabra de Dios siendo proclamada,» así que el argumento es, «Bueno llevaremos la Palabra a ellos a través de la música.»

Ahora, ¿la música es bíblica?, si es una música centrada en la Biblia. No hay nada malo con ella, pero Dios nos habla a través de Su Palabra. Aun la música, si realmente va a ser de beneficio para nuestras vidas espirituales, debe estar llevando la Palabra de Dios a nuestras vidas. Pero la sabiduría convencional es: «La gente no quiere escuchar la Palabra de Dios enseñada. Quieren escuchar más música».

Bueno, no dudo que eso sea verdad, pero la pregunta es: ¿Quieren escuchar a Dios? ¿Quieren respuestas, o simplemente quieren estar entretenidos? Si solamente quieres estar entretenida, entonces mantén tu vida llena de música y de otras cosas que te mantienen feliz, pero si quieres obtener respuestas, tienes que ir a la Palabra de Dios.

Tenemos que ser personas de la Palabra de Dios. No puedes ignorar las Escrituras, obtener dosis mínimas de ella en tu vida, llenar tu vida de otras cosas, y entonces esperar obtener respuestas de parte de Dios.

¿Cuáles son entonces algunos puntos importantes que debemos recordar hoy? Número uno: Dios nos escucha y nos responde cuando oramos. Puede que pienses que Él no está escuchando. Puede que no sientas que Él está escuchando. Puede que no veamos Su respuesta. Puede que no comprendamos Su respuesta, pero Dios escucha y responde las oraciones.

Es bueno recordar las cinco palabras, que me encantan, del versículo 2 de Habacuc capítulo 2, «Y el SEÑOR me respondió.» Ahora, ten presente la posición en que estaba Habacuc cuando el Señor le respondió. Él estaba a la expectativa. Estaba esperando. Estaba escuchando. Estaba en su puesto de guardia. Estaba en su torre.

Algunas de nosotras no estamos escuchando a Dios porque no estamos tomando el tiempo para escucharlo; el tiempo de esperar en Él, de permitirle hablarnos. Dios escucha y responde cuando oramos, pero recuerda esto: Dios no siempre responde inmediatamente. ¿Qué está esperando? No sé.

Quizás está esperando que estemos listas para escuchar.

Quizás está esperando que estemos en un lugar donde estemos preparadas para la respuesta.

Quizás está esperando por algo que no tiene nada que ver con nosotras, pero Dios sabe por qué.

Él tiene Sus razones. Podemos confiar en que, aunque Él no siempre responda inmediatamente, aún así está escuchando, y está en el proceso de respondernos. Tenemos que estar dispuestas a salirnos de la multitud, a estar tranquilas, a esperar, a escucharlo hablar, y esto es de lo que se trata la meditación- mientras vamos a la Palabra de Dios- no estar apresuradas o distraídas.

Solamente quiero decirte, que Dios ha estado haciendo algo muy fresco en mi propio corazón durante el último par de meses, en mi tiempo de quietud personal. He sido retada a ir a la Palabra de Dios y poner a un lado todas las distracciones, todas las interrupciones. Estoy encontrando que soy capaz de escuchar mejor cuando no estoy haciendo tantas cosas al mismo tiempo, cuando me detengo para meditar en la Palabra de Dios.

Eso es algo que me ha encantado sobre este estudio de Habacuc, y mientras camino con mi compañera de caminatas, hablamos de Habacuc. Citamos Habacuc. He pensado en Habacuc cuando me voy a dormir y cuando me levanto, versículo por versículo, frase por frase, meditando sobre ello, masticándolo, escuchándolo, diciendo una frase y ponderándola – ¿qué quiere decir Dios con esto?

«Y el SEÑOR me respondió.» ¿Qué significa esto? ¿A qué se parece esto? Como resultado, la Palabra está retornando viva hacia mí de una manera que no siempre pasa si permito interrupciones, distracciones o si tengo prisa o estoy tratando de cubrir cantidades masivas de Escrituras cada día. Ha sido bueno para mí reducir la velocidad, irme a mi puesto de guardia, escuchar lo que el Señor me dirá.

Entonces recuerda que la respuesta de Dios no es siempre lo que hemos esperado o deseado. Cuando vas a escuchar a Dios, no le digas cómo responder, y no lo limites a responder de la forma como tú piensas que Él debe hacerlo, o a la manera que tu esperas que Él lo haga.

A Dios le encanta sorprendernos con Sus respuestas. Puede que pienses que Su respuesta no es la correcta, pero te garantizo que sí lo es. Ahí es que entra la fe, y eso es lo que Habacuc llega a entender.

Déjame preguntarte esto. ¿Estás escuchando de Dios? ¿Te está Dios hablando? ¿Estás recibiendo respuestas de Dios?

«Y el SEÑOR me respondió.» «Clamé, y el SEÑOR me respondió.» «El SEÑOR me respondió.» «El SEÑOR me respondió.» Está en toda la Escritura.

¿Te está Dios respondiendo?

¿Te está Él hablando?

Si no es así , ¿por qué no?

¿Te estás colocando en una posición, en un lugar, donde puedes escucharlo a Él?

¿Estás tú en la Palabra?

¿Estás meditando en ella?

¿Estás reflexionando en ella?

¿Estás tomando tiempo en ella?

Amigas, no me digan cuán ocupadas están porque yo lo sé. Yo también estoy ocupada. Todas lo estamos, y algunas veces simplemente pienso, en toda esta actividad -Dios quisiera tener mucho menos actividad y simplemente más de nosotras.

¿Sabes qué? Encuentro que tengo que ser inflexible con mi agenda y con mi horario. Hay personas con las que no me puedo reunir. Hay personas a quienes no puedo ver. Hay cartas que no puedo escribir. Hay lugares a los que no puedo ir. Hay compromisos de conferencias que no puedo tomar.

Ahora, yo no estoy diciendo que nunca hago ninguna de estas cosas, pero tengo que limitarlas. Algunas veces las personas no entienden por qué no estoy haciendo más cosas, por qué no soy más social.

¿Sabes qué? Es porque he decidido que en esta vida quiero prepararme para estar lista para encontrarme con Dios, y eso significa que quiero estar escuchándolo. Y eso toma tiempo.

Tienes que hacer el tiempo. Eso no va a ocurrir solo en tu agenda. Tienes que apartar es el tiempo. Colocarlo aparte.

Ve a tu puesto de guardia. Ve a tu torre. Mantente alerta para ver lo que Dios te dirá, y a Su manera, y en Su tiempo, Él te responderá.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss estará de vuelta muy pronto para orar. Oramos en fe, sabiendo que Dios responderá. El libro de Habacuc nos ha mostrado lo que se siente el pensar que Dios no está escuchando. También explica porqué la respuesta de Dios es diferente de lo que esperamos, y hoy vimos que Dios contesta a aquellos que pacientemente esperan por Él.

¿Porqué no escudriñas el libro de Habacuc más profundamente? Así descubrirías más sobre la oración, sobre esperar, sobre la frustración y sobre el gozo. Durante la serie actual de Nancy titulada » Habacuc: del temor a la fe » yo espero que estés leyendo y releyendo el libro de Habacuc.

Por 2,000 años, los creyentes en Jesús han reclamado que Él viene pronto. Bueno, la mayoría de nosotros no planificamos en segmentos de miles de años ni pensamos en un milenio como algo que viene pronto. Nancy Leigh DeMoss te ayudará a encontrarle sentido a todo cuando ella regrese en el próximo programa. Ahora ella está de vuelta para orar.

Nancy: Señor, danos oídos para escuchar y corazones para recibir lo que Tú nos dirás. Gracias porque Tú eres un Dios que habla, un Dios que se ha revelado a Sí mismo. Gracias porque Tú quieres darnos dirección, sabiduría, comprensión fresca y entendimiento.

Ayúdanos a tener corazones quietos, a estar lo suficientemente quietas para escucharte y recibir lo que Tú nos dirás. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 9 – La torre de vigilia

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 9 – La torre de vigilia

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/la-torre-de-vigilia/

Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss dice que el tiempo que pasas a solas con el Señor no es solo para ti.

Nancy Leigh DeMoss: No trates de enseñarle a tus hijos los caminos de Dios si no has estado escuchando lo que Él te ha estado diciendo a ti. No trates de corregir a tu marido o de arreglar sus cosas si no has subido a la torre de vigilia, te has puesto en guardia y has estado atenta a lo que Dios te va a decir.

Habacuc dice, “ «Voy a mirar y a ver lo que Él me va a decir a mí».”

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Para un profeta del Antiguo Testamento, era crucial escuchar la voz de Dios con toda exactitud. No es menos importante para nosotras en el día de hoy. Nancy nos va a explicar a medida que profundicemos en este estudio titulado “ «Habacuc: del temor a la fe «

Nancy: Finalmente hemos llegado al capítulo 2 de Habacuc. Algunas de ustedes pensaron que nunca íbamos a llegar ahí. El capítulo 2 contiene 3 versículos muy conocidos.

Si tienes tu Biblia, ábrela en Habacuc en el capítulo 2. Mira la segunda parte del versículo 4 “mas el justo por su fe vivirá”. ¿Has escuchado eso antes? “El justo por su fe vivirá.” Es citado tres veces en el Nuevo Testamento.

Ese es uno de los versículos más conocidos y uno de los más importantes en toda la Biblia. Ya llegaremos a esa parte en algunos días.

El versículo 14 es también uno que creo que es muy familiar: “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar.”

Eso nos habla del alcance del plan de Dios. Nos da esperanza. Nos recuerda todo lo que nos espera más adelante mientras sigamos soportando la vida en este planeta caído, lidiando con caldeos y demás.

Luego el versículo 20 que es muy conocido también, leemos: «“Pero el Señor está en Su santo templo: calle delante de Él toda la tierra».” Puede que hayas escuchado ese versículo, o quizás lo hayas visto en relación a asistir a la iglesia.

En realidad esa no es la aplicación de este versículo, cuando lleguemos al final del capítulo 2 veremos lo que es que verdaderamente significa. Pero aquí tenemos tres versículos que son muy familiares. Creo que será muy emocionante el enterarnos del por qué estos versículos están en la Biblia, en qué contexto encajan y qué tienen que ver con todo este grandioso plan de Dios.

Eso es parte de lo que veremos en los próximos días, pero empecemos hoy en el capítulo 2, versículo 1. Para aquellas de ustedes que no han estado con nosotras, recapitulo un poco lo que hemos tratando hasta ahora:

Habacuc está sosteniendo un diálogo serio, intenso y honesto con Dios. Él mira a su alrededor y ve cosas que están sucediendo en el pueblo de Dios, que no debieran estar ocurriendo. Él ve el pecado, la violencia, la injusticia, la gente haciendo alarde de su desobediencia ante la ley de Dios y nadie hace nada al respecto. Los líderes tampoco están tomando las cosas con la seriedad que deberían.

Habacuc está, verdaderamente agobiado no solo por lo que está pasando sino porque Dios no parece estar haciendo nada al respecto. Por lo que él clama a Dios. Él ha estado orando. Él ha estado haciéndole preguntas a Dios.

Dios, finalmente, le dice «“Estoy trabajando en tus días».” “No estoy pasivo. No estoy actuando ociosamente como crees que estoy. Contrario a todas las apariencias, estoy trabajando, pero la manera en la que lo estoy haciendo las cosas no es la que probablemente tú pensarias que haría.”

Dios le dice a Habacuc que El está levantando a los caldeos a los babilonios para que vengan y disciplinen a los judíos.

Habacuc reacciona con un “¿Qué? Eso no era lo que yo tenía en mente. Sé que necesitan disciplina, sé que necesitan castigo, ¿pero los caldeos? Ellos son malos, son muy malos. ¿Cómo puedes usar a gente tan malvada, tan viciosa, tan violenta y sin escrúpulos como los caldeos? ¿Cómo pueden ser ellos el instrumento que utilices para cumplir Tus propósitos? ¿Cómo un Dios santo puede utilizar a gente profana para llevar a cabo Su trabajo?”

Por lo que Habacuc lucha con Dios. Eso es lo que su nombre significa: “uno que lucha”. Él está luchando con estas preguntas tan duras.

Hemos dicho que no está mal el hacer preguntas —acerca del porqué o por cuánto tiempo— mientras no lo hagas con el puño apretado contra Dios sino con un corazón que realmente busca. Yo creo que ese era el corazón de Habacuc.Habacuc está, verdaderamente agobiado no solo por lo que está pasando sino porque Dios no parece estar haciendo nada al respecto. Por lo que él clama a Dios. Yo creo que ese era el corazón de Habacuc.

Pero en el proceso de hacer estas preguntas, él está cayendo en cuenta de que está conociendo algo acerca Dios que es aún más importante que el obtener todas las respuestas. A veces hablamos y decimos «“No puedo esperar a llegar al cielo y saber todas las respuestas a todas las cosas que no tienen sentido aquí en la tierra».”

Y no es que Dios va a sacar su computadora y nos va a poner en pantalla todas las respuestas. Creo que en el cielo no vamos a estar muy interesadas en conocerlas.

Cuando lo veamos como Él es, Él va a ser suficiente respuesta; y eso es lo que Dios está haciendo por Habacuc. Él se le está revelando a Habacuc diciendo “Habacuc, soy la respuesta a tus preguntas, a tus problemas y a tus asuntos. Cuando no puedas comprender Mis caminos o a Mí, lo único que puedes hacer es confiar.”

En eso es en lo que siempre caemos: “El justo por su fe vivirá.” Vas a escuchar eso varias veces antes de que terminemos esta serie.

Ahora, al final del capítulo 1, Habacuc está desconcertado con eso de que Dios haya escogido a los caldeos… e incluso dio una descripción gráfica al respecto. Es como que todos somos peces en el mar y los caldeos lleguen con sus anzuelos y nos saquen del agua. Ellos matan sin piedad. ¿Durará esto toda la eternidad?

Habacuc se ha alborotado al describirle sus preocupaciones a Dios. De hecho, ese es el último versículo del capítulo 1 versículo 17 “¿Vaciará pues su red y seguirá matando sin piedad a las naciones?”

De nuevo, a medida que medito en este pasaje, siento como que hay una gran pausa sin respuesta. Por lo que ¿qué va a hacer Habacuc ahora? ¿Qué hace mientras dura el silencio?

En el capítulo 2 versículo 1, Habacuc dice, “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido.”

Ahora bien, creo que este es el momento clave del libro en lo concerniente a la historia de Habacuc. Habacuc va a su torre de vigilia: “estaré en mi puesto de guardia en la torre”.

No creo que ésta sea una torre de vigilia o una fortaleza en sentido literal. La mayoría estaría de acuerdo con eso. Es una imagen de Habacuc diciendo “yo voy a irme a un lugar sólo, apartado y silencioso para tratar de entender lo que está pasando desde la perspectiva de Dios.”

Es imaginarse una actitud de expectación. Habacuc está viéndose a sí mismo como un centinela en una fortaleza. Puedes imaginarte una torre alta y a un centinela haciendo guardia de pie, observándolo todo.

Él quiere verlo desde lo alto. Él no quiere ver lo que está pasando solo desde el suelo. Él quiere mirar el horizonte y ver qué es lo que está pasando, cuál es el panorama.

Por lo que Habacuc está diciendo: “Quiero ver por encima de mis circunstancias. Quiero ver la perspectiva de Dios en todo esto.”

Déjenme decirles, amigas, que es en ese puesto de guardia donde encontramos esperanza. Es donde encontramos perspectiva. Es donde miras hacia el Señor, esperas por Él, oyes lo que Él te dice. Es donde dejamos de hablar y —finalmente— dejamos a Dios hablar.

Y eso lo veremos múltiples veces en las Escrituras. Ya hablaremos —a través de esta serie— sobre algunas mujeres que tenían mucho que decirle a Dios, como Habacuc, y que al final, se quedan sin palabras.

Luego dicen, “ «Ok, ahora estoy lista para escucharte».” Es casi como si Dios dijera “déjame saber cuando acabes de hablar y te voy a decir lo que pienso acerca de esto.”

Pero tienes que llevar tu corazón a un lugar tranquilo y callado. Un lugar donde te dispongas a esperar y a escuchar a Dios hablar. Esa es la actitud que necesitamos tener al abrir la Palabra de Dios. “Voy a ponerme de guardia en mi torre”.

De hecho, he estado usando este versículo recientemente en mi tiempo con Dios. “Voy a subir a la torre, voy a asumir mi puesto y a estar atenta a todo lo que Dios me quiera decir.”

  1. No más darle yo respuestas a Dios.
  2. No más decirle a Dios cómo debe dirigir el universo
  3. No más hacerle a Dios todas mis preguntas.
  4. Solo voy a permanecer tranquila, me voy a callar y a estar atenta. Voy a tratar de ver las cosas desde el punto de vista de Dios, escucharé con atención para ver lo que Él me va a decir.

Matthew Henry dijo que era muy importante que cuando recurriéramos, leyéramos u oyéramos la Palabra de Dios, que observaramos cuidadosamente lo que Dios nos dice a través de ella; palabras que nos lleguen al alma ya sean de convicción, de consuelo o de cautela. Y que podamos recibirlas y someternos a Su poder.

Es la actitud que debemos tener cuando vamos a la iglesia y escuchamos la predicación de la Palabra o cuando abrimos nuestras Biblias en nuestro tiempo con Dios. Es la actitud de un centinela, de un guardián en su puesto diciendo “voy a mirar el panorama y a ver lo que Dios me está diciendo a mí.”

“¿Dios, qué es lo que me quieres decir?” Quiero enfatizar este punto porque creo que en la sociedad de hoy en día, nos movemos muy rápido. Siempre estamos a la carrera y muy ocupadas.

Me he percatado de que, en muchas ocasiones de mi tiempo con Dios, estoy apurada. La forma en la que leo la Palabra de Dios es apresurada. Me tomo mis vitaminas espirituales rápidamente ese día y reviso los devocionales que tengo pendientes, PERO no he encontrado a Dios, no me he encontrado con Dios. No he oído de Dios. No he estado en mi torre de vigilia.

Muchas veces tenemos circunstancias y preguntas en nuestras vidas. Necesito sabiduría en muchas áreas de nuestro ministerio. Necesitamos la dirección del Señor en distintas cosas y ¡tengo tantas preguntas para las que no tengo respuestas!

Tienes asuntos pendientes en tu matrimonio, con tus hijos, en tu trabajo, en tu iglesia. Necesitas respuestas. Necesitas la perspectiva de Dios, pero el problema es que estamos tan ocupadas trabajando, luchando y haciendo no se cuántas cosas —en nuestros estilos de vida— que nunca nos detenemos a escuchar lo que Dios nos tiene que decir.

Luego nos preguntamos por qué no obtenemos respuestas. Algunas de ustedes necesitan apagar el televisor, la computadora o la radio. Algunos amigos me han retado para que no revise mi correo electrónico hasta no haber tenido mi tiempo a solas con el Señor.

Algunas de ustedes quizas estarán pensando “no hubiera asumido que es así como vives”. He caído en la rutina, en el patrón de revisar primero mi correo; luego —cuando estaba en mi tiempo con Dios— mi corazón latía y mi mente volaba y no estaba ocupando mi puesto en la torre y escuchando a Dios.

Tienes que apagar, tienes que parar, tienes que apagarlo todo. Apagar la radio. No puedo creer que como maestra en la radio, les esté diciendo eso, pero necesitan apagarla; deben aquietarse y en silencio escuchar la voz de Dios.

Lo que Habacuc está haciendo es alejándose de todos sus problemas; no escapando, sino poniendo cierta distancia de por medio, quitando los ojos de sus problemas para poder enfocarse en el Señor. Él estaba desahogándose con eso de los caldeos y, al final del capítulo 1, vemos como dice “que se va a un lugar donde pueda ver lo que Dios le va a decir.”

¿Qué tiene que decirte acerca de tu matrimonio, acerca de la situación en tu iglesia, acerca de esta persona en el trabajo, acerca de esta decisión que tienes que tomar? De esta forma él empieza a escuchar, y tiene una actitud sumisa ante lo que Dios le diga acerca de esta situación.

Los profetas de Dios hacían guardia en los muros. Escuchaban las palabras que salían de la boca de Dios y les hacían advertencias al pueblo. Por lo que Habacuc necesitaba hacer esto no solo para sí, sino porque él era el responsable de advertir al pueblo. Él necesitaba saber ¿Qué es lo que está diciendo Dios?

“¿Qué es lo que está pasando allá afuera? Ese es el trabajo de un centinela y es crucial que esté atento en su puesto para que pueda alertar sobre el peligro. Madres, ustedes son las centinelas de sus hijos, tienen que estar en esa torre.

Necesitas ir a tu torre y escuchar lo que Dios tenga que decirte acerca de sus hijos. ¿Estás solamente criando a tus hijos? ¿Los estás solamente vistiendo, alimentando, llevándolos al piano y al ballet a tiempo?

O estás sacando el tiempo para decir:

  1. Dios, ¿qué quieres para este niño?
  2. ¿Qué debo enseñarle?
  3. ¿Qué es lo que tengo que supervisar en sus vidas?
  4. ¿Cómo los necesito entrenar?
  5. Señor, ¿cómo quieres que lidie con esta situación?

Mantente alerta ante la posibilidad de un peligro, buscando el conocimiento de Dios para que les puedas enseñar a otras y para que veas lo que Dios está haciendo y les puedas decir a otros.

El Salmo 85 versículo 8 dice, “ «Yo voy a oír lo que Dios mi Señor me va a decir»” (parafraseado). Esa es la postura. Esa es la actitud. Déjenme recordarles que, como mujeres de Dios, necesitamos oír lo que Dios nos va a decir antes de que seamos Sus voceras.

No trates de enseñarle a tus hijos los caminos de Dios si no has estado escuchando lo que te ha estado diciendo a ti. No trates de corregir a tu marido o de arreglar sus cosas si no has subido a la torre de vigilia, sino te has puesto en guardia y has estado atenta a lo que Dios te va a decir.

Habacuc dijo, “ «Yo voy a mirar para ver qué Él me va a decir a mí».” Es un ajuste que me está ayudando en mi tiempo con Dios porque siempre estoy preparando mensajes para otras personas, PERO tengo que subir a mi torre, ponerme en guardia y ver lo que Dios me va a decir a mí.

Comencé a estudiar el libro de Habacuc hace meses atrás, viviendo en él, meditando en él. Yo sabía que quería hacer una serie, pero primero tenía que esperar a ver lo que Dios me iba a decir a través de este libro.

Dios me ha estado hablando en mi torre, durante mi vigilia y espero que, lo que Dios me esté diciendo, sea de bendición para ustedes. Eso es lo que es el ministerio: es un derramarnos en otros luego de habernos encontrado con Dios primero.

Esa es la actitud que vemos en Proverbios capítulo 8 versículo 34 donde se habla de la sabiduría. “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando en los postes de mi entrada.”

¿Es esa la actitud que tienes para con Dios cuando te está hablando? “Voy a escucharlo. Voy a velar todos los días. Voy a estar a la expectativa esperando que Dios me hable.”

Habacuc dice, “ «Voy a tomar mi puesto en la torre».” Esa no es la imagen de mi tiempo con Dios últimamente. A veces cometo el error de tratar de tener mi tiempo de silencio, de quietud con Dios en la cama y es ahí verdaderamente cuando mi tiempo con Dios se torna bien callado.

No estoy diciendo que tienes que hacer tu tiempo devocional de pie, lo que digo es que hay una postura espiritual, de estar alerta, de estar presente, de estar despierta, de estar conectada. El Salmista dice, «Despierta mi alma»” .

Es como sacudirte a ti misma y decir “necesito estar alerta y necesito estar conectada.” Imaginate a un centinela dormido en su puesto y, cuando el enemigo se vislumbra en el horizonte, él no lo ve. Hay vidas que podrían ponerse en peligro.

Madres, quiero decirles que hay vidas corriendo peligro espiritualmente hablando. Si no tomas el tiempo, cada día, de mirar y ver lo que Dios te dice sobre tu vida y sobre la de tu familia podrían correr peligro. Necesitas estar alerta ante cualquier peligro espiritual que se presente en tu hogar.

No puedes vivir la vida haciendo cosas y corriendo de aquí para allá y manteniéndote ocupada, corriendo todo el tiempo y esperar tener la sabiduría de Dios para la vida de tus hijos.

Algunos de tus hijos van a terminar en problemas porque no tuvieron una mamá que se mantuvo alerta. Una mamá todo el tiempo en guardia esperando la dirección de Dios. Dios te da advertencias en su Palabra para la vida de tus hijos.

No digo que si mantienes esa actitud ninguno de tus hijos va a meterse en problemas. Lo que digo es que hay cosas que se pueden evitar en tu vida y en las circunstancias de aquellos a quienes amas si tomas el tiempo para estar alerta, despierta y conectada con lo que Dios tiene que decirte.

Lo que Habacuc vio en la torre de vigilia cambió su vida. En los próximos días, veremos que cuando Habacuc bajó de la torre no era el mismo hombre que cuando subió.

Lo que vio transformó su vida y así ha sido con muchos otros a lo largo de las Escrituras. Pienso en el profeta Isaías por ejemplo. En el capítulo 5 vemos al profeta Isaías anunciando aflicciones a la nación y todas estas cosas —con las que los condenaba y los juzgaba— y son cosas que deben tomarse muy en serio.

Pero cuando, en el capítulo 6, Isaías dice “ «Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime..”.» (ver Isaías 6:1-5). Isaías salió transformado de esa experiencia. Tenía una perspectiva totalmente nueva de Dios y de lo que pasaba en el mundo a su alrededor.

Mira a Job también. Durante los primeros 37 capítulos Job lucha por entender su sufrimiento. Él está luchando con Dios, reclamando su inocencia y llega a un punto donde él dice “¡Yo no merezco esto!”

Visto desde la perspectiva humana, Job no merecía eso. Pero a partir del capítulo 38, Job ve a Dios. Job oye a Dios. Job se queda lo suficientemente callado como para dejar que Dios hable y, en el proceso él obtiene la perspectiva que Dios tiene de su sufrimiento.

Cuando sale de él mismo, él no es el mismo hombre. Todo se ve diferente. Todo es diferente. Él tiene esperanza, tiene fe y tiene gracia. Tiene todo lo que necesita para seguir adelante, no solo como un sobreviviente sino como un triunfador que ha visto a Dios.

Él dice, «“Oh, Señor, antes de estas circunstancias, de oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”». (Job 42:5) Él tiene una nueva perspectiva, no solo de Dios sino de sí mismo. Él ya no se ve como una víctima inocente.

Él se ve como un pecador que necesita la gracia y la misericordia de Dios. Esto pasó porque fue a su torre de vigilia y tomó el tiempo para escuchar a Dios.

En el capítulo 1, Habacuc está cuestionando; está retando a Dios; está perplejo. En el mejor de los casos, está confundido, quizás hasta desilusionado, incómodo y aún peor. “Señor, ¿por qué no oyes? ¿Por qué clamo y no salvas?”

En el capítulo 2, él oye a Dios. Llega a un punto en el que Dios le puede hablar. Vamos a ver ese mensaje y el resto del capítulo 2 en los próximos días, pero les adelanto que no es un mensaje fácil.

Lo que él ve, lo que él oye cuando sube a la torre no es fácil de escucharlo. No es lo que él estaba esperando, pero esa verdad lo libera. Cuando baja de la torre y llegamos al capítulo 3, su corazón está tranquilo, está quieto y callado. Ya no contiende con Dios.

Él todavía no lo entiende todo. Si así fuera, sería Dios, pero ahora no tiene los puños apretados contra Dios, no tiene furia —solo asombro, temor, humildad, confianza y alabanza. Él puede incluso cantar en medio de las pruebas.

¿Dónde se produce este giro en los eventos? En el capítulo 2 versículo 1, “ «Voy a ir a mi torre. Me voy a poner en guardia. Voy estar pendiente a lo que Dios me va a decir».”

Por lo que, ¿qué es la torre de vigilia? Es un corazón enfocado en Dios, un corazón que se levanta por encima de las voces, de los ruidos y del clamor de este mundo.

Habacuc le dio un discurso a Dios. Eso fue en el capítulo 1. Pero ahora, se calla. Escucha. Espera oír de Dios y eso lo transforma todo. Cuando llegas al punto en el que paras de hablar, escuchas, y esperas, y ves lo que Dios te va a decir — te digo que desde esa postura todo se transforma.

Carmen: ¿Has pasado mucho tiempo en la torre? Nancy Leigh DeMoss ha explicado por qué es tan importante para nosotras conectarnos con Dios todos los días en oración y a través de Su Palabra.

Hoy, Nancy explicó el por qué es tan crucial. Deja que ella ahora te explique cómo pasar más tiempo con el Señor también.

Lee su libro “ «En la quietud de Su presencia»”, Te proveerá estrategias acerca de cómo sacarle provecho a la Biblia. Te enseñará a desarrollar hábitos consistentes y también te ayudará con las distracciones que, usualmente, nos asaltan. Puedes obtenerlo en tu librería cristiana favorita. Si vives en los EEUU o Canadá puedes ordenarlo a través de la pagina ReviveOurHearts.com, o llamando al 1-800-569-5959.

No sé si ya le habías dedicado tiempo al libro de Habacuc, pero —como hemos visto esta semana— toca muchos tópicos que nos son útiles a las mujeres: abarca desde la duda hasta la vida devocional; dos temas muy importantes.

Mencioné, al principio, cuán crucial era para un profeta el escuchar a Dios. Bueno, es crucial para nosotras también, pero oímos las cosas de Dios de forma distinta a como lo escuchaba un profeta como Habacuc. Escucha más de esto en el próximo programa.

Nancy va a orar para que seamos como Habacuc y estemos atentas ante la acechanza de cualquier peligro tanto para nosotras como para los demás.

Nancy: Señor, nos mostrarías lo que significa para nosotras el estar alerta en nuestras torres, el estacionarnos en una torre y esperar a ver lo que nos vas a decir? Muéstranos cómo hacer eso en medio del clamor, de los ruidos y de las ocupaciones de nuestros días.

Ayúdanos a hacer todo lo que sea necesario para poder encontrarnos contigo, para poder escucharte. Gracias porque desde esa posición Te vas a revelar a Ti mismo y nos vas a revelar Tus caminos. Cámbianos. Cambia nuestra perspectiva. Cambia nuestras vidas mientras te buscamos para ver lo que Tu tienes que decirnos. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 8 – Amando la disciplina

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 8 – Amando la disciplina

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/amando-la-disciplina/

Carmen Espaillat: Con ustedes, Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Si eres hija de Dios, cuando la disciplina de Dios viene a tu vida, no es punitiva. Su intención no es destruirte. Su meta al castigarte es la de restaurarte. Un castigo restaurador para hacernos más santas.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. Cuando pasan cosas malas en tu vida, ¿piensas en que Dios está enojado u empecinado contra ti? Hoy vamos a determinar si ese punto de vista es el acertado mientras Nancy continúa el estudio del libro de Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Estamos tratando de entender algunos conceptos un poco fuertes, conjuntamente con Habacuc, el profeta del Antiguo Testamento, que vio a su alrededor y dijo «Dios, hay tantas cosas sucediendo entre tu pueblo que me preocupan. Lo que más me preocupa es «que no pareces estar haciendo nada al respecto». Estoy orando y suplicándote, pero no pareces estar activo. Más bien pareces estar pasivo».

Dios le dice «Espera un minuto, Habacuc. He estado escuchándote. De hecho, estoy trabajando en tus días. Quiero que mires. Quiero que veas. Abre tus ojos y vas a ver lo que estoy trabajando. Pero cuando te diga lo que estoy haciendo, podrías no creerlo».

En la última sesión vimos la descripción dada por Dios de los caldeos (de los babilonios es otro nombre para los caldeos) – un grupo terrorista, fiero, violento, viciado, sin escrúpulos que Dios dijo que iba a levantar como respuesta a las oraciones de Habacuc. Dios dice que estos babilonios, estos caldeos, van a apoderarse del mundo. Van a tomar a Judá. Van a ser Mis instrumentos para santificar a Mi pueblo. Ahora bien, esa no era la respuesta por la que estaba orando Habacuc.

Después de nuestra última sesión, Kendra vino y me recordó que son muchas las personas que temen orar por miedo a como Dios vaya a responder sus oraciones. Kendra, ¿por qué no compartes con todas lo que me dijiste? Creo que es una buena observación.

Kendra: Bueno, es que mucha gente me dice «cuidado con lo que pides». Mi respuesta es que es una mortificación innecesaria porque no tenemos que tener cuidado cuando oramos y pedimos. Dios nos ama con un amor perfecto. El amor perfecto elimina todo temor.

No tenemos que temer lo que Dios vaya a hacer en la vida de las personas a quienes amamos. Somos libres de orarle y pedirle a Dios que haga todo lo que Él necesite hacer. Él puede levantar caldeos en la vida de nuestros seres queridos, pero Él tiene un amor perfecto hacia nosotras. Él es santo. Él no hará cosas equivocadas -o con las motivaciones erradas- como nosotros pudiéramos hacerlo. De modo que si podemos confiar en Dios.

Nancy: Gracias, Kendra. Pienso que Kendra tocó un punto crítico que cada madre ha sentido alguna vez. «Si oro para que Dios haga su voluntad en la vida de mis hijos, si oro para que mis hijos se arrepientan o mi marido o cualquier otra persona a la que amo, ¿qué implicaciones tendría? ¿Qué podría hacer Dios? Algunas veces hay ese miedo que hace que nos contengamos ante Dios.

Vamos a ver en Habacuc que la persona que cree en Dios no tiene por qué tener miedo. No tienes por qué retraerte de miedo si confías en que Dios es bueno, en que Dios es maravilloso, en que Dios es soberano, que Dios es sabio y que Dios ama a tus seres queridos más de lo que podrías amarles tú. Él sabe exactamente lo que se necesita en sus vidas. Por lo que si de hecho levanta a los caldeos en sus vidas para responder tus oraciones, no tienes que asustarte por eso.

Ahora, vamos a ver que Habacuc sí tiembla. Y es que no quiere decir que vaya a ser fácil, pero lo que sí significa es que tus pies van a estar bien plantados. Puedes confiar en el Señor aunque los caldeos sean levantados.

En este punto de nuestro recuento, en Habacuc capítulo 1, Habacuc está profundamente mortificado por la respuesta de Dios. Dios le ha dicho «estoy levantando a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso». Esta no era, para nada, la respuesta que él estaba esperando.

Es incomprensible para Habacuc que Dios use gente tan mala como los caldeos para lidiar con el pecado dentro de Su pueblo. Por lo que la respuesta de Dios a las preguntas de Habacuc trae más problemas que soluciones.

Dijimos que Habacuc quiere decir «luchador, uno que lucha». Él está luchando con estas preguntas y está batallando con Dios tratando de entender -dentro de la sabiduría inescrutable de Dios- qué es lo que está pasando y cómo Dios pudo hacer esto.

Por lo que en el versículo 12 de Habacuc, capítulo 1, Habacuc le responde a Dios. Dios acaba de decir «estoy levantando a los caldeos». Habacuc le dice en el versículo 12 «¿No eres tú desde la eternidad?» Imagino que, luego de que Dios terminara con esta larga descripción de cómo eran los caldeos, hubo una pausa prolongada. Fue como que Habacuc se quedó sin aliento. Luego, dijo «¿No eres tú desde la eternidad, oh Señor, Dios mío, Santo mío? No moriremos».

Por lo que, ¿qué hace Habacuc? Él regresa a las cosas que conoce como verdaderas cuando ve su mundo sacudirse y Dios le da una respuesta asombrosa. Dios le dice «Cuando veas esto, cuando oigas de esto que estoy haciendo, no lo vas a creer». Habacuc reacciona con un «Estás en lo cierto. Me has dejado sin aliento». ¿Cómo puede Dios levantar estos terroristas para que se apoderen de nuestra nación?

De repente, no está preocupado por el pecado de su pueblo que originó todo esto. Ahora, lo que le concierne es la devastación a la que van a ser sometidos. Por lo que en este torbellino, en este torbellino de emociones y pensamientos, Habacuc regresa a las cosas que conoce. ¿No eres tú desde la eternidad, oh Señor, mi Dios, Santo mío?» ¿Qué es lo que Habacuc está diciendo? «Dios, te conozco. Tú eres desde el principio. Eso es algo de lo que sí estoy seguro.

  • Tú eres inmutable (es la implicación aquí)
  • Tú no cambias.
  • Tú carácter es siempre el mismo.
  • Tú mantienes Tus promesas.

Y él luego continúa diciendo «Tú eres el Señor. Eso quiere decir el Dios soberano. Tu eres mi Santo. Eres santo en esencia». Es como si lo estuviera repitiendo para sí «Esto es lo que sé que verdadero sobre Dios».

Eso es algo muy bueno cuando tu cabeza te da vueltas y estás confundida con lo que están pasando a tu alrededor. Regresa a lo que sabes que es verdadero. Una cosa es el carácter de Dios. ¿Qué sabes del carácter de Dios? Ensáyalo, repítelo. Dile a Dios lo que sabes.

Luego, el pacto de Dios. Él dice «Tú eres mi Dios». Tenemos una relación de pacto. «Tú mantienes tus pactos. Tú vas a mantener Tu pacto con Tu pueblo». Es por eso que dice «No moriremos».

«Dios, puedes disciplinarnos. Puedes castigarnos, pero Tú no nos vas a destruir. No va a haber un cataclismo, un juicio final contra aquellos que son, verdaderamente, Tu pueblo. No vamos a morir, de eso estoy seguro. Somos hijos del pacto, aquellos que hemos creído en Ti».

Por lo que él revisa de nuevo el carácter de Dios, el pacto de Dios y -luego- las opciones de Dios. En el versículo 12 continúa,

Oh, Señor, para juicio lo has puesto; Tú, oh Roca, lo has establecido para corrección.

La mente de Habacuc está procesando lo que Dios le ha dicho.. Él está reconociendo lo que Dios le acaba de decir.

«Ok está bien, los caldeos son un instrumento en las manos de Dios para castigar, para disciplinar, para redargüir a Su pueblo. Los has destinado para juicio. Los has castigado». Esto es lo que Dios está haciendo. Habacuc está repitiéndole a Dios lo que Dios le acaba de decir.

«Dios déjame ver si entendí. Estoy de acuerdo Contigo. Reconozco que lo que dices es verdad y que Tu mano está en esto. Esto no es un accidente.. No te has quedado dormido. No te has caído de Tu trono. No has abdicado el gobierno de este mundo. Lo has organizado.» Y Habacuc reconoce la soberanía de Dios.

Él reconoce la necesidad de redargüir al pueblo de Dios; de castigarlos y disciplinarlos. Él cae en cuenta de que Dios no va a permitir que Su pueblo siga pecando indefinidamente. ¿No era eso lo que le preocupaba a Habacuc en un principio?

«Dios, cómo puedes mirar todo esto y no hacer nada al respecto?» Dios le contesta «Estoy haciendo algo al respecto». Habacuc continúa «Oh, veo que lo que estás haciendo es que vas a reprobarlos. Los vas a disciplinar. Vas a castigar a Tu propio pueblo». No pases por alto, a medida que lees este pasaje- que Habacuc está en lo correcto; la intención de Dios es únicamente castigar a sus hijos, no demolerlos o destruirlos.

Si eres una hija de Dios, cuando la disciplina de Dios llegue a tu vida, no es punitiva. Su intención no es la de destruirte. Su meta es castigarte para poder restaurarte – el castigo tiene la intención de restaurar para hacernos más santas. Eso es lo que se dice en Hebreos capítulo 12 acerca de la disciplina, el castigo de Dios. Él nos castiga para que seamos copartícipes de Su santidad.

Por lo que Habacuc se identifica con los propósitos de Dios. «Señor, has determinado su juicio. Has decidido reprobarlos y castigarlos. No vamos a morir, pero Tú vas a disciplinarnos».

Pero también ten en cuenta que Dios escoge el medio y el método de disciplina que Él considera el mejor. Tienes que dejarle eso a Dios. Habacuc no hubiera escogido a los caldeos para castigar a los judíos. Quizás para el resto de las naciones paganas sí, pero no para los judíos. «Señor, yo se que necesitamos un castigo, pero hubiera escogido otro instrumento.» Dios le dice «Déjamelo a mí.»

Por lo que Habacuc dice «OK, Dios, ya entendí. Se que eres Dios y se que Tu no cambias. Sé que Tú mantienes tu pacto. se que estás castigando a tu pueblo. Señor, no lo entiendo, pero lo creo. Lo veo. Has hecho todo esto para usar a los caldeos como castigo y los utilizarás como instrumento de castigo. Esto no es un accidente. Esto no está fuera de Tu control».

Pero todavía no lo asimila. No le parece que un Dios recto y santo utilice este medio. Por lo que en el versículo 13 dice: Dios déjame entender esto «Muy limpio son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión». Eso es algo que siempre he sabido de TI. Tú eres Santo». Habacuc tiene un profundo conocimiento de la santidad de Dios.

Por cierto, esta es una de las razones por las que creo que no luchamos más profundamente con las cosas espirituales: porque no entendemos mucho la santidad de Dios. Por eso lo que pasa en este mundo no nos molesta demasiado porque estamos «curadas»; estamos vacunadas. Estamos acostumbradas. Nuestros ojos están acostumbrados a la oscuridad. Habacuc no tenía sus ojos acostumbrados a la oscuridad. Él sabía que la santidad de Dios era pura.

«Dios, Tú no te complaces en la maldad. No puedes mirar lo mal hecho». Leemos esto en Salmos 5 en los versículos 4-5 donde el Salmista dice: » Porque tú no eres Dios que se complace en maldad; el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad».

Por lo que Habacuc dice «Dios, si eres santo, pero esto me deja perplejo. No tiene ningún sentido». Él está buscando una explicación lógica. y él continúa en el versículo 13 ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos

Él empezó diciendo «Señor, sé que mi gente no es correcta. Sé que necesitan cambiar. Sé que necesitan ser disciplinados, pero ahora dices que el instrumento de tu reprimenda van a ser los malvados caldeos. O sea, Dios, somos malos, pero ellos son malvados. ¿Cómo puedes estar ajeno y quedarte callado cuando estos malvados caldeos acaben con otros que son más justos que ellos?

Cuando Habacuc empezó a quejarse, al principio del libro, no estaba llamando «justos» a los judíos, pero ahora cambia la cosa un poco. De buenas a primeras, en comparación con los caldeos, los judíos son bastante buenos aunque hayan estado destruyendo, luchando, discutiendo y todo los peyorativos que usó en el primer párrafo del libro. Pero ahora, se ven de lo más bien en comparación con los caldeos.

Por lo que la conducta de Dios (al usar a los caldeos para disciplinar a los judíos) no parece ser consistente con lo que Habacuc sabe del carácter y de los caminos de Dios. Aquí es donde te preguntas si no está dejando que la auto-justicia lo contamine. Yo sé lo que eso hace en nuestros corazones. El profeta siente que la gente de Judá es más justa que los caldeos. Creo que está demostrando que no se está dando cuenta de que tan seriamente Dios ve el pecado en Su pueblo.

De hecho, el pueblo de Dios es más responsable porque tiene la ley de Dios. Ellos conocen a Dios. Dios se les ha revelado. Dios hasta puede que esté tomando más seriamente el pecado de Su pueblo que la maldad de las naciones paganas.

Dios toma todo pecado seriamente, pero hay algo dentro de nosotras que dice «Dios puede que tengamos algunos asuntos y necesidades, pero no tan malas como el instrumento que estás usando para corregirnos». Por lo que aquí tienes una esposa que tiene necesidades espirituales y quiere que Dios se encargue de ellas, pero se queda pasmada cuando Dios usa a su «no-tan-santo-marido» como instrumento para su santificación. «Dios eso no me parece correcto. Eso no me parece justo».

Pero esta calle tiene dos vías. No hace mucho recibí un correo de un esposo -tenemos algunos hombres que nos escriben a Aviva Nuestros Corazones — y él nos rogaba que oráramos por su matrimonio. Él y su esposa se habían separado, quizás hasta divorciado si no recuerdo mal .

Él estaba rogándole a Dios una reconciliación con su esposa. Quería que supiéramos que iba en serio con todo esto. Por lo que envió una carta de dos páginas en la que hacía listas, y decía «Mis pecados son…» Él fue bastante honesto acerca de sus fracasos y las fallas en su matrimonio. Luego dijo «Los pecados de mi esposa son…»

Bueno, mientras leía la lista -estoy segura de que no fue intencionalmente- pude notar que ella tenía más pecados que él. Los de ella eran tan malos como los de él, pero peor aún y las esposas hacen esto también, ¿no es así ? No estoy señalando a ese esposo. Lo que estoy diciendo es que tenemos la tendencia de decir yo tengo fallas pero mi pareja realmente tiene fallas.

En esa carta nos decía «quería ir a consejería, pero mi mujer no. Estoy dispuesto a lidiar con nuestros problemas, pero mi mujer no. Él estaba haciendo comparaciones y creo, que desde un corazón genuino, pero así es que pensamos. «Señor, tengo fallas, ¿pero cómo puedes usar a alguien peor que yo como instrumento para lidiar con mi vida?»

Pensando en este correo, pienso que Dios ha traído un caldeo a su vida: su esposa. Por supuesto, que si le preguntáramos a ella, quizás ella diría «aquí están mis pecaditos y aquí están todos los de él» por lo que eso depende del ojo con el que se mire.

Aunque estuviera un 100% en lo correcto, Dios quizás esté usando a su «mala mujer» como instrumento para quebrantarlo y llevarlo a la humildad y al arrepentimiento. A veces parece medio enredado que Dios trabaje así, ¿no es cierto?

Por lo que Habacuc le dice a Dios en el versículo 14 me está dando trabajo entender esto. «¿Por qué has hecho a los hombres como peces del mar, como reptiles que no tienen jefe? Ahí tienes una ilustración de qué tan indefensos están los insectos y los peces que nadan en el mar.

Luego, en los versículos 15 y 16 dice. «A todos los saca (aquí habla del imperio Babilónico) con anzuelo el pueblo invasor, los arrastra con su red y los junta en su malla. Por eso se alegra y se regocija, por eso ofrece sacrificio a su red y quema incienso a su malla, pues gracias a ellas su pesca es abundante, y suculenta su comida».

Por lo que aquí tienes a la gente malvada que Dios usa como instrumento para castigar a Su pueblo y la gente malvada se sale con la suya. De hecho, hasta se están enriqueciendo en el proceso.

Somos como esos peces nadando en el océano o como esos insectos indefensos que encontramos por ahí y ahí viene el rey de los babilonios. Lanza su anzuelo y saca uno tras otro. O sea, nos están matando y se están enriqueciendo mientras lo hacen.

Es más, los babilonios están felicitándose por su prosperidad y su capacidad militar. Son auto-suficientes. No piensan en nada ni en nadie. O sea no tienen a un Dios. Y Habacuc está diciendo «Dios, no tiene sentido que uses a gente como esa».

Versículo 17: «¿Vaciará, pues, (Babilonia) su red y seguirá matando sin piedad a las naciones?»

¿Alguna vez te has encontrado llorando en el medio de problemas en tu matrimonio o en asuntos relacionados con tus hijos o en el trabajo y preguntas : «Señor, ¿y es que esto no se va a acabar? Me va mejor si me separo. Les va mejor si lo hago. Vamos en la dirección equivocada. ¿Cuánto más durará esto?»

Al Habacuc protestar por lo que le parecía un injusto e incomprensible acto de parte de Dios, Habacuc corre el riesgo de olvidar qué tan pecaminoso es el pueblo de Dios y qué tan merecedores son de ser disciplinados porque «no son tan malos comparados con los caldeos».

El problema es que Habacuc está viendo las cosas, solamente, desde su perspectiva. Si pudiera verlo desde la perspectiva de Dios, vería lo que dijimos hace unos momentos atrás «que el pueblo de Dios es más responsable. A los ojos de Dios su condición es tan seria como la de los caldeos».

¿Verdad que es fácil para nosotras excusar nuestro propio comportamiento? Podrías decir » Pero Señor, mi marido fue que cometió adulterio. Yo solo soy orgullosa». Las Escrituras dicen que Dios se opone y resiste a los orgullosos. Dios odia el orgullo. Está en la lista como uno de los peores pecados. El adulterio no está en la lista que está en Proverbios capítulo 6, pero el orgullo sí.

Por lo que tenemos la tendencia de compararnos con aquellos que son peores como un escape a nuestra propia responsabilidad y protestamos diciendo «Dios, no me parece bien que uses a esa gente tan malvada cuando yo solo… solo soy orgullosa. Dios quiere que veamos que ese orgullo o el pecado que sea en tu vida hay que enfrentarlo. Dios sabe con cuál instrumento lo va a hacer.

Es en este punto que algunas personas se amargan contra Dios. Lo eliminan de sus vidas y dicen «me harté». Si así es como Dios va a ser conmigo, si así es como va a comportarse, si ese es el instrumento que va a usar, no pienso tratar con Él».

Eso o actúan como que si estuvieran lidiando con Dios, pero mecánicamente. «Sí, voy a seguir yendo a la iglesia. Voy a seguir trabajando duro. Voy a seguir haciendo mis deberes cristianos, pero no voy a comprometerme con un Dios que se comporta de esta manera». Ese es el camino que mucha gente escoge. Se echan para atrás en lugar de insistir y seguir adelante en la fe.

Habacuc se ve en esta encrucijada. Él puede escoger sentir miedo y rabia o puede escoger fe, esperanza y rendición . Habacuc ve que esta situación tan incomprensible es en realidad una oportunidad de llegar a conocer mejor a Dios. Por lo que dice por fe «Voy a seguir adelante. No entiendo nada, pero voy a mantenerme comprometido con Dios».

Y por eso tenemos el capítulo 3 de Habacuc. Siéntete en libertad de leerlo hasta el final para que veas el gozo tan espectacular que sale del corazón de Habacuc. ¿Sabes por qué? Porque estuvo dispuesto a caminar durante el proceso, a quedarse aferrado a Dios, no a amargarse, sino a decir «voy a seguir caminando por fe aunque no pueda ver».

Señor te oro para que nos ayudes a continuar conociéndote, viéndote y explorando Tus caminos, buscando Tu corazón y dejando que hagas lo que consideres necesario en nuestras vidas; en las vidas de aquellos que amamos, lo que sea que eso signifique, parezca y tome. Toma el control y se Tu con nosotros, oh, Dios. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss nos ha estado ayudando a darle sentido a esos pasajes difíciles que encontramos en Habacuc. Tal y como lo acaba de decir, ya veremos el gozo que brota del corazón de Habacuc. Si necesitas esa clase de gozo, quédate con nosotras.

También escudriña Habacuc por tu propia cuenta… De esta forma, puedes profundizar y encontrar lo que dice acerca de tu situación.

Si te has perdido algunos de los programas visita nuestra página AvivaNuestrosCorazones.com.

En los días de Habacuc, los soldados se quedaban de guardia (en las torres de control) con los ojos bien abiertos por si se acercaba el enemigo. Entérate de por qué el profeta subió a una de esas torres y el por qué debes hacerlo tú también. Nancy te lo mostrará en el programa de mañana.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Música: Esperaré, Andy Mercedes, Caminando En Fe ℗ 2012 Andy Mercedes

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