“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33.

31 de Mayo
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33.

a1Las palabras de mi Señor son ciertas en lo relativo a la tribulación. Yo tengo mi porción de tribulación más allá de toda duda. El trillo no está colgado fuera del alcance, ni puedo esperar que sea guardado mientras yo permanezca en la era. ¿Cómo podría esperar sentirme en casa en el país del enemigo, o gozoso mientras estoy en el exilio, o confortable en un desierto? Este no es mi reposo. Este es el lugar del horno, y de la forja, y del martillo. Mi experiencia concuerda con las palabras de mi Señor.

Observo cómo me ordena que “tenga buen ánimo”. ¡Ay!, yo soy demasiado propenso a estar abatido. Mi espíritu se abate pronto cuando soy severamente afligido. Pero no debo ceder ante este sentimiento. Cuando el Señor me ordena que tenga ánimo, no he de atreverme a estar abatido.

¿Cuál es el argumento que Él utiliza para alentarme? Pues es Su propia victoria. Él dice: “Yo he vencido al mundo.” Su batalla fue mucho más severa que la mía. Yo todavía no he resistido hasta la muerte. ¿Por qué no tendría esperanza de vencer? Alma mía, observa que el enemigo ha sido vencido una vez. Yo lucho contra un enemigo derrotado. Oh mundo, Jesús ya te ha vencido; y en mí, por Su gracia, te vencerá otra vez. Por tanto, tengo buen ánimo, y entono himnos a mi Señor vencedor.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” Mateo 26:64

30 de Mayo
“Y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” Mateo 26:64

a1¡Ah, Señor, Tú estabas en Tu estado de mayor humillación cuando fuiste presentado como un criminal delante de Tus perseguidores! Sin embargo, los ojos de Tu fe podían ver más allá de Tu presente humillación, hasta la gloria futura. ¡Qué palabras son estas: “Y además os digo, que desde ahora”! Yo quisiera imitar Tu visión anticipada, y en medio de la pobreza, o de la enfermedad, o de la calumnia, que pudiera decir: “y además os digo, que desde ahora”. En lugar de debilidad, Tú tienes todo el poder; en vez de vergüenza, tienes toda la gloria; en vez de escarnio, tienes toda la adoración. Tu cruz no ha disminuido el esplendor de Tu corona, ni la saliva ha estropeado la belleza de Tu rostro. Más bien, Tú eres más exaltado y honrado por causa de Tus sufrimientos.

Por tanto, Señor, yo quiero cobrar valor a partir del “desde ahora”. Quiero olvidar la presente tribulación recordando el triunfo futuro. Ayúdame, conduciéndome al amor de Tu Padre y a Tu propia paciencia, de tal forma que cuando sea escarnecido por Tu nombre, no sea bamboleado, sino que piense más y más en el “desde ahora”, y, por tanto, piense menos en el hoy. Pronto estaré contigo y contemplaré Tu gloria. Por lo tanto, no estoy avergonzado, sino que digo en lo íntimo de mi alma: “Y además os digo, que desde ahora”.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

¿PARA QUÉ SIRVE EL NOVIAZGO?

¿PARA QUÉ SIRVE EL NOVIAZGO?

a1Debemos desechar la idea de que el noviazgo es un entretenimiento o un pasatiempo. Quien así piense pone en serio peligro la estabilidad emocional de sí mismo y de la persona que dice amar. El amor es un sentimiento sublime, hermoso, no algo con lo cual podamos jugar desaprensivamente. Es algo delicado que hay que proteger.El noviazgo es un tiempo de exploración, en el sentido de mutuo conocimiento intelectual (cómo piensa ella o él), afectivo (aprender los códigos de las formas en que amo y soy amado), emocional (qué cosas le gustan y qué cosas le disgustan), y espiritual (qué planes tiene mi compañero o compañera en cuanto al servicio del Señor).

Antes, nos referimos al amor en sus múltiples facetas. El amor de los novios no debe ser un amor puro y exclusivamente emocional y erótico. Pero tampoco debe ser un amor «platónico» en el cual esté ausente la dimensión romántica y erótica. Por las dudas, aclaremos que no hay nada malo en el eros como dimensión del amor, siempre y cuando esté complementado por el amor ágape (palabra griega que generalmente usa el Nuevo Testamento para referirse al amor de Dios). Lewis Smedes lo expresa admirablemente cuando escribe: «El amor cristiano no suplanta al amor sexual; el ágape no suplanta al eros y no hay necesidad de recurrir a razones teológicas para afirmarlo, excepto para recordarnos a nosotros mismos que el Dios del amor salvador es el mismo que nos creó hombre y mujer… No podemos dividir la vida en compartimientos aislados. No podemos amar con diferentes longitudes de ondas; una para el ágape y otra para el eros. Somos tan sólo personas que amamos» (Sexología para cristianos, pp. 103 y 104).

No es recomendable que el joven se apure en declarársele a una señorita con el fin de hacerla su novia si antes no ha habido un período de observación amistosa que les haya permitido conocerse bien.

Aplicado a nuestro tema, la idea es que deben darse en la relación de novios las diferentes dimensiones del amor. Un amor que sólo sea atracción física y sexual no daría mucha garantía de un matrimonio feliz en el futuro. Pero tampoco lo daría el hecho de tener un amor «demasiado fraternal» y tan «espiritual» que no sentimos ninguna atracción sexual hacia la persona que decimos amar.
LA SEXUALIDAD EN EL NOVIAZGO

Por supuesto, una de las cuestiones clave en la relación del noviazgo es la sexualidad y sus expresiones. Estamos totalmente de acuerdo con el Prof. Manfred Bluthardt cuando señala que «el noviazgo es un tiempo de experimentación erótica, que debe desarrollarse bajo control y con miras a una unión completa en el marco más adecuado del matrimonio» (Ética 1, p. 237). Que es necesario el control mutuo en cuanto a lo sexual es tan claro que no necesita ser demostrado. Si amamos a la persona con la cual queremos casarnos, ello implica el deseo sexual. Este no se despierta de un profundo sueño cuando nos entregan la libreta de matrimonio o cuando el pastor dice «los declaro marido y mujer». Surge en los primeros contactos y se va profundizando con el correr del tiempo. El Dr. Taylor lo presenta en el siguiente gráfico:
Cada una de estas etapas o estadios de la relación de amor comporta sus riesgos y compromisos. En las primeras etapas no hay mayor peligro. Ir caminando del brazo o tomados de la mano —iY qué hermoso que es!— es una forma de comunicarnos el amor puro y hermoso que nos une. De allí, fácilmente se pasa a las caricias y a ciertos besos iniciales. Pero cuando llegamos a la etapa de los abrazos y besos íntimos y prolongados, entramos en la zona que llamaríamos de «alerta amarillo». Hay cierto peligro. Y ni hablar de la etapa precoito, en la cual, sin dudas, nos encontramos en «alerta rojo» y donde con muchísima dificultad se puede volver para atrás. Casi es una zona de «no retorno». Por tal razón es que aconsejamos no llegar a esa etapa.

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Con esto, inevitablemente, llegamos al tema más candente: ¿Son legítimas las relaciones sexuales prematrimoniales? Tristemente, debemos decir que no faltan algunos autores «cristianos» que —aunque no las favorezcan o alienten— las admiten. Sostienen que el tipo de sociedad en la que vivimos nos exige ser flexibles en este terreno, poniendo como condiciones básicamente tres: si los novios son personas maduras, si se aman verdaderamente, y si tienen el firme propósito de casarse. Pero ¿representa este tipo de «solución» una perspectiva realmente cristiana y orientada por la palabra de Dios? Analicemos los argumentos que favorecen las relaciones sexuales antes del matrimonio.
Argumento A: Un amor pleno entre un chico y una chica tiene derecho a su expresión máxima en la relación sexual.
Respuesta: Es cierto que el amor pleno tiene derecho a expresarse totalmente, pero cuando y donde corresponda y no en cualquier etapa de la vida romántica. Para expresarlo en términos de Acha Irizar:

«Que el amor pleno esté pidiendo una entrega total, parece avalar más bien lo contrario de lo que intentan defender muchos. Y esto porque sólo un compromiso serio y permanente se realiza socialmente y de hecho dentro del matrimonio, ya que siempre queda el volverse atrás de un compromiso que no está sellado definitivamente» (Ética y Moral, p. 111).

Argumento B: «Todo el mundo lo hace.»
Respuesta: Primero y principal, que tal afirmación es una falacia. Sí, es cierto que un gran porcentaje de nuestra sociedad practica las relaciones prematrimoniales. Ello, no solo por el tipo de sociedad en que vivimos, que alimenta y fomenta las relaciones sexuales hasta el punto de que el sexo y el coito ya no parecen revestir ningún aspecto de misterio, sino que también el progreso de la medicina y la diversidad de anticonceptivos hace que los jóvenes de hoy puedan practicar su sexualidad sin mayores peligros externos. Pero que una mayoría de la sociedad lo practique ¿qué hay con ello? Como magníficamente lo dice Trobisch: «Aunque las estadísticas fuesen correctas y un gran porcentaje de jóvenes tuviese relaciones prematrimoniales, ¿qué hay con eso? ¿Desde cuándo nos gobiernan a los cristianos las estadísticas? ¿desde cuándo nos dejamos dirigir por lo que hace la mayoría?» (op. cit. p. 51).

En vista de que el noviazgo es un paso hacia el matrimonio, el joven debe pensar en lo siguiente:

1. Las creencias religiosas de su novia.
2. La edad de ambos.
3. Sus planes.
4. Sus familias.

Argumento C: «Nos amamos y ya tenemos fecha para casarnos.»
Respuesta: El amor verdadero «todo lo espera». El amor verdadero piensa en el bien del amado. Generalmente, dado el carácter machista de nuestra sociedad, aparece como más grave la relación sexual prematrimonial de la mujer y no tanto la del hombre. Lo cierto es que ante la sociedad, una mujer que queda embarazada antes de casarse queda como «marcada para siempre», como «la pecadora». Lo que queremos decir con esto es que aun la fecha para casarse no es garantía ninguna ni puede anular el hecho de que las relaciones prematrimoniales sigan siendo incorrectas.
Pero a todo esto ¿qué dice la Biblia? No hay duda de que la palabra de Dios condena las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Básicamente, hay dos formas que adquiere la relación sexual fuera de ese marco: adulterio y fornicación. Ese pecado adquiere la carátula de «adulterio», cuando es cometido por personas casadas. Es «fornicación» cuando se concreta por personas solteras. En Hebreos 13:4 leemos: «Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios» (Véanse también 1 Co 6:9; Gál 5:19; Ef 5:5).
Para finalizar, afirmamos que el noviazgo es una de las más dulces etapas de nuestra vida. Una época primaveral de romance, emoción y ternura. Si novio y novia se aman con amor sincero, si armonizan entre ellos, si tienen proyectos en común y, sobre todo, si creen que están dentro de la voluntad del Señor, deben culminar en matrimonio. Pero cuidado con los peligros que acechan esta relación. Sobre todo, cuidado con que nuestra pasión descontrolada nos lleve a arruinar nuestro presente y nuestro futuro. Reservemos como premio a nuestra espera la relación más íntima que un hombre y una mujer pueden llegar a tener. La relación en la cual ante Dios y los hombres nos unimos para ser una sola carne. Si la sociedad de hoy dice lo contrario, ello no debe sorprendernos, toda vez que, como decía Dietrich Bonhoeffer: «Sólo lo extraordinario es esencialmente cristiano.»
Roldán, A. F. (2003). EL DULCE TIEMPO DEL NOVIAZGO. En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 156–161). Miami, FL: Editorial Unilit.

EL DULCE TIEMPO DEL NOVIAZGO

EL DULCE TIEMPO DEL NOVIAZGO

Alberto F. Roldán
a1¿Qué es el noviazgo? ¿Qué significa «estar de novio»? Podríamos decir que el noviazgo es, en nuestra cultura, la etapa en la cual un hombre y una mujer establecen una amistad única y exclusiva basada en el amor y con fines de culminar en matrimonio. Y decimos que esto es en nuestra cultura occidental y latinoamericana, porque en otras, como la cultura bíblica, se observa otro cuadro. Muchas veces, eran los mismos padres los que elegían novia para sus hijos. Recuérdese el caso del siervo de Abraham que tuvo que buscar esposa para Isaac (Gn 24). Tal vez si aplicáramos este mismo método hoy, nos ahorraría algunos contratiempos ¡aunque bien podría producir otros!

EL SURGIMIENTO DEL NOVIAZGO

En términos generales, el noviazgo surge dentro de un contexto de amistad. En efecto, salvo casos excepcionales, un joven y una muchacha se hacen novios luego de una etapa de amistad general que se va haciendo cada vez más estrecha y exclusiva. Capper y Williams lo ilustran con la figura geométrica de un cono invertido. Dicen:

«Imaginémonos un cono invertido, y supongamos que la base superior represente los planos superficiales de nuestra personalidad, y que la angostura gradual sea la profundidad variable de éstos. Sobre la superficie entonces, y afectando un sector muy pequeño de nuestra vida, tenemos el lugar para nuestros numerosos amigos, por ejemplo los compañeros del colegio o de la universidad. Nosotros y ellos podemos ignorar totalmente lo que sucede en los hogares respectivos o en la intimidad de las vidas de unos y otros. Pero, al descender más y más en el cono, tocamos zonas más profundas de nuestra propia personalidad, y esta parte la compartimos con un número menor de personas porque es el círculo interior de nuestra vida. Con estos amigos tenemos muchas cosas en común. Damos y recibimos mucho más en este nivel que en los anteriores. Finalmente, en el vértice, no hay lugar más que para uno, y ésta es la relación exclusiva: aquí nos encontramos en el centro y en la profundidad de nosotros mismos. Aquí todo tiene que ser conocido, participado y gozado mutuamente» (Sexo y Matrimonio, pp. 16–17).

Quizás veamos más claros estos conceptos en una gráfica:

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El cuadro muestra diferentes niveles de relaciones interpersonales, en cada uno de los cuales hay —gradualmente— mayor intimidad y compromiso. De un compañerismo meramente circunstancial se pasa a la amistad y de ella a cierta amistad especial que deriva en el noviazgo. Este último tiene como aspecto distintivo el propósito de culminar en el matrimonio.

La motivación fundamental de hacernos novios debe ser el amor en todas sus dimensiones. El amor en términos de afecto profundo, emoción, sentimiento, atracción sexual, pero también entrega y servicio a la persona amada. Debemos aclarar aquí que el verdadero amor no necesariamente es sinónimo del pasajero enamoramiento de una persona. En la etapa de la adolescencia y la juventud es propio sentirnos enamorados muy a menudo. Hay dentro de nosotros tal caudal de afectividad, que, si no nos controlamos, es posible que lleguemos a «declarar el amor» a más de una persona en corto lapso. Y como bien señaló C.S. Lewis: «Creo que es posible enamorarse de una persona y estar hastiada de ella diez semanas más tarde.»

Pero ¿de quién debemos enamorarnos y así concertar nuestro noviazgo? Le anticipo que la Biblia no proporciona el nombre de su futuro cónyuge. Y, además, es difícil que Dios envíe un ángel del cielo para indicárselo. Afortunadamente —o no— esa elección está en sus manos. Creo que la única cláusula que la Biblia le señala es esta: «Libre para casarse con quien quiera, con tal de que sea un creyente» (1 Co 7:39, Dios Habla Hoy). Es decir, el mínimo no negociable es que la persona que usted elige para que sea su esposo o esposa sea creyente. Eso —claro está— siempre y cuando se encare el noviazgo con la seriedad que corresponde: como una etapa que, aunque exploratoria, se espera que culmine en el altar. Y en esto tenemos que ser muy claros. Hay quienes especulan pensando que si aman a alguien que no es cristiano, eso no importa mucho, porque el Señor es tan bueno que después de un tiempo «lo puede convertir». Quiero decirle que he conocido muchos casos en que en efecto ocurre una «conversión», pero es la del creyente al mundo. Fatalmente, el cristiano —acaso por decadencia espiritual— termina por seguir los pasos del cónyuge no cristiano.

Debo admitir que también hay casos en los cuales el no cristiano llega a ser creyente. Pero ¡no abusemos de la misericordia del Señor, ni utilicemos una situación para anular sus principios! Mi consejo es que, si se siente enamorado de alguien que no es cristiano, ore mucho al Señor para que le ayude a no ser desobediente a su palabra y ore por la conversión de tal persona. Otra cosa: no establezca ningún compromiso hasta que tal persona realmente haya reconocido el señorío de Jesucristo sobre su vida. Así, sin ninguna duda, recibirá bendición del Señor.
Roldán, A. F. (2003). EL DULCE TIEMPO DEL NOVIAZGO. En La familia desde una perspectiva bíblica (pp. 153–156). Miami, FL: Editorial Unilit.

“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.” Marcos 1:17.

29 de Mayo
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.” Marcos 1:17.

a1Únicamente viniendo en pos de Jesús podemos obtener el deseo de nuestro corazón, y ser realmente útiles para nuestros semejantes. ¡Oh, cómo anhelamos ser pescadores exitosos para Jesús! Quisiéramos sacrificar nuestras vidas para ganar almas. Pero somos tentados a probar métodos que Jesús nunca habría probado. ¿Cederemos ante esta sugerencia del enemigo? Si así fuera, podríamos chapotear en el agua, pero no sacaríamos nunca ningún pez. Hemos de ir en pos de Jesús si queremos tener éxito. Los métodos sensacionalistas, los entretenimientos, y cosas parecidas: ¿implica todo esto ir en pos de Jesús? ¿Podemos imaginar al Señor atrayendo una congregación mediante tales medios como los que son usados ahora comúnmente? ¿Cuál es el resultado de tales recursos? El resultado no es nada que Jesús tomará en cuenta en el último gran día.

Hemos de apegarnos a nuestra predicación como lo hizo nuestro Maestro, pues por este medio, las almas son salvadas. Debemos predicar la doctrina de nuestro Señor, y proclamar un Evangelio completo y libre; pues esta es la red en la que las almas serán pescadas. Debemos predicar con Su benignidad, valor, y amor; pues este el secreto del éxito con los corazones de los hombres. Hemos de trabajar bajo la unción divina, dependiendo del sagrado Espíritu. Así, viniendo en pos de Jesús, y no corriendo delante de Él, ni junto a Él, seremos pescadores de hombres.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Y tú has dicho: Yo te haré bien.” Génesis 32:12.

28 de Mayo
“Y tú has dicho: Yo te haré bien.” Génesis 32:12.

a1Esta es la vía segura de prevalecer con el Señor en la oración: podemos recordarle humildemente lo que Él ha dicho. Nuestro Dios fiel nunca se retractará de Su palabra, ni la dejará sin cumplimiento; sin embargo, Él quiere que Su pueblo le pida y le recuerde Su promesa. Esto es un refrigerio para la memoria del pueblo, es un avivamiento a su fe, y una renovación de su esperanza. La palabra de Dios es dada, no para Su beneficio, sino para el nuestro. Sus propósitos están establecidos, y no necesita nada que lo obligue a Su designio de hacer el bien a Su pueblo; pero Él da la promesa para nuestro fortalecimiento y consuelo. Por esta razón Él desea que argumentemos la promesa, y que le digamos: “Tú has dicho.”

“Yo te haré bien” es justamente la esencia de todos los dichos misericordiosos del Señor. Hay un especial énfasis en la certeza. Él nos hará bien, un bien real, un bien duradero, sólo el bien y toda clase de bien. Nos hará bien, y esto es hacernos bien en el grado más alto posible. Él nos tratará como lo hace con los santos mientras estemos aquí, y eso es el bien. Pronto nos llevará para que estemos con Jesús y con todos Sus elegidos, y eso es un bien supremo. Con esta promesa en nuestros corazones, no hemos de temer al airado Esaú, ni a nadie más. Si el Señor nos hará bien, ¿quién podría hacernos daño?

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Pedro 1:8.

27 de Mayo
“Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Pedro 1:8.

a1Si deseamos glorificar a nuestro Señor con muchos frutos, hemos de poseer ciertas cosas dentro de nosotros, pues nada puede salir de nosotros que no esté previamente dentro de nosotros. Debemos comenzar con la fe, que es el fundamento de todas las virtudes; y luego añadir diligentemente a la fe virtud, conocimiento, dominio propio y paciencia. Junto a todas ellas, hemos de tener piedad y afecto fraternal. Todas estas cosas juntas nos conducirán a producir con toda certeza, como fruto de nuestra vida, los racimos de la utilidad, y no seremos meros conocedores ociosos, sino hacedores reales de la palabra. Estas cosas santas no solamente han de estar en nosotros, sino que han de abundar, o seremos estériles. El fruto es el derramamiento de la vida, y hemos de estar llenos antes de que podamos desbordar.

Hemos observado a algunos hombres de considerables dotes y oportunidades que nunca han tenido éxito en hacer un bien real en la conversión de las almas; y después de un diligente escrutinio hemos concluido que carecían de ciertas gracias que son absolutamente esenciales para dar fruto. Las gracias de una utilidad real son mejores que los dones. Según es el hombre, así es su trabajo. Si queremos tener mayor utilidad, debemos ser mejores. Este texto debe ser una delicada insinuación para los profesantes estériles, y para mí también.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas.” Éxodo 23:25.

26 de Mayo

“Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas.” Éxodo 23:25.

a1

¡Qué promesa es esta! Servir a Dios, en sí mismo, es un excelso deleite. Pero ¡qué inmenso privilegio es que la bendición del Señor descanse sobre nosotros en todas las cosas! Nuestras cosas más comunes se vuelven benditas cuando nosotros mismos somos consagrados al Señor. Nuestro Señor Jesús tomó el pan y lo bendijo; he aquí, nosotros también comemos del pan bendito. Jesús bendijo el agua y la convirtió en vino: el agua que bebemos es mucho mejor para nosotros que cualquier vino con el que los hombres celebran; cada gota contiene una bendición. La bendición divina está en el hombre de Dios en todo, y permanecerá con él en todo momento.

¡Qué importa si sólo contamos con pan y agua! Pues se trata de pan y agua benditos. Pan y agua tendremos. Esto está implícito, pues tienen que estar allí para que el Señor los bendiga. “Se te dará tu pan, y tus aguas serán seguras.” Con Dios a nuestra mesa, no solamente pedimos una bendición, sino que tenemos una. No es sólo en el altar, sino también en la mesa, que Él nos bendice. Él sirve bien a quienes le sirven bien. Esta bendición de la mesa no es por deuda, sino por gracia. En verdad, hay una gracia triple: Él nos concede gracia para servirle, por Su gracia nos alimenta con pan, y luego, en Su gracia lo bendice.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Te abrirá Jehová su buen tesoro.” Deuteronomio 28:12.

25 de Mayo
“Te abrirá Jehová su buen tesoro.” Deuteronomio 28:12.

a1Esto se refiere primero a la lluvia. Él Señor la dará a su tiempo. La lluvia es el emblema de todos esos refrigerios celestiales que el Señor está presto a otorgar a Su pueblo. ¡Oh, que tengamos una lluvia copiosa que refresque la herencia del Señor!
Pareciera que pensamos que la tesorería de Dios únicamente puede ser abierta por un gran profeta como Elías, pero no es así, pues esta promesa es para todos los fieles de Israel, y, en verdad, para cada uno de ellos. Oh amigo creyente, “Te abrirá Jehová su buen tesoro.” Tú también puedes ver el cielo abierto, y meter tu mano y tomar tu porción, sí, y una porción para todos tus hermanos a tu alrededor. Pide lo que quieras, y no te será negado, si permaneces en Cristo, y Sus palabras permanecen en ti.

Todavía no has conocido todos los tesoros de tu Señor, pero Él los abrirá para tu entendimiento. Ciertamente todavía no has gozado la plenitud de las riquezas del pacto, pero Él dirigirá tu corazón hacia Su amor, y revelará a Jesús en ti. Únicamente el propio Señor puede hacer esto por ti; pero aquí está Su promesa, y si escuchas diligentemente Su voz, y obedeces Su voluntad, Sus riquezas serán tuyas en la gloria por Cristo Jesús.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.

“Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo.” Josué 23:10.

24 de Mayo
“Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo.” Josué 23:10.

a1¿Para qué contar las cabezas? Un hombre que está con Dios es mayoría aunque hubiere mil en el bando contrario. Algunas veces nuestros ayudadores podrían ser demasiados para que Dios obre por medio de ellos, como sucedió con Gedeón, que no pudo hacer nada hasta no haber incrementado sus fuerzas gracias a que disminuyó sus números. Pero el ejército del Señor nunca es demasiado pequeño. Cuando Dios quiso fundar una nación, llamó únicamente a Abram y le bendijo.

Cuando quiso vencer al altivo Faraón, no usó ningún ejército, sino únicamente a Moisés y a Aarón. El “ministerio de un solo hombre”, según lo llaman ciertos sabios, ha sido usado mucho más por el Señor, que grupos entrenados con sus oficiales. ¿Acaso todos los israelitas juntos mataron a tantos filisteos como lo hizo Sansón solo? Saúl y sus ejércitos hirieron a sus miles, y David a sus diez miles.

El Señor puede dar amplias ventajas al enemigo y a pesar de ello vencerlo. Si tenemos fe, tenemos a Dios con nosotros, y, entonces, ¿qué son las multitudes de hombres? Un perro pastor puede pastorear un gran rebaño de ovejas. Si el Señor te envía, oh hermano mío, Su fuerza alcanzará Su propósito divino. Por tanto, descansa en la promesa, y sé valiente.

La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham, WA: Logos Bible Software.