EL SEÑOR ESTÁ CERCA

EL SEÑOR ESTÁ CERCA

la-verdad-para-hoy

11/14/2016

El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos. (Filipenses 4:5-6) 

alimentemos_el_almaEl Señor Jesucristo rodea a todos los creyentes con su presencia (Sal. 119:151). Cuando usted tiene un pensamiento, el Señor está cerca para leerlo; cuando usted ora, el Señor está cerca para oír la oración; cuando necesita su fortaleza y su poder, Él está cerca para darlos. En realidad, Él vive en usted y es la fuente de su vida espiritual. El estar consciente de su presencia evitará que caiga en la ansiedad o sea inestable.

El saber que el Señor está cerca nos ayuda a no estar “afanosos” por nada, ya que sabemos que Él puede resolver todo lo que se nos presente. La inquietud y la preocupación indican falta de confianza en Dios. O usted ha creado otro dios que no puede ayudarlo, o cree que Dios pudiera ayudarlo pero no quiere, que significa que usted está poniendo en tela de juicio la integridad de Dios y de su Palabra. Así que deléitese en el Señor y medite en su Palabra (Sal. 1:2). Sepa quién es Él y cómo obra. Entonces podrá decir: “El Señor está cerca, así que no me afanaré por nada”.

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Vigile sus palabras

14 Noviembre 2016

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Vigile sus palabras
por Charles R. Swindoll

Ester 4:1-8

alimentemos_el_almaEn su experiencia, ¿se ha dado cuenta de cómo el sufrimiento acerca a la gente? ¿Ha observado cómo las personas unen sus fuerzas para responder ante los desastres? El sufrimiento nos obliga a tomarnos de las manos y a acercarnos íntimamente. ¡La aflicción jamás ha arruinado a una nación! Las dificultades no dividen a las familias. ¡La riqueza sí!, pero no las dificultades. Las dificultades y aflicciones empujan a todo el mundo al mismo nivel y con el mismo objetivo: la supervivencia.

Por esto no nos sorprende que los judíos estuvieran llorando, lamentándose y ayunando juntos.

Mardoqueo no sólo le informa a Ester a través de su servidor todo lo que ha sucedido, incluyendo los detalles en cuanto a la cantidad exacta de dinero que había en el asunto, sino que también le envía evidencia oficial, es decir una copia del texto del edicto. “Que tu reina lea esto”, le dice. “Esto fue sellado con el anillo del rey.” Mardoqueo no perdió el control de sus emociones; tampoco exageró. Fue cuidadoso con la información que envió.

¿Por qué destaco esto? Porque vivimos en tiempos de rumores, cuando son pocas las personas que transmiten información precisa y confiable. ¿Es usted una de ellas?¿Tiene cuidado con lo que dice? Aunque hay ocasiones en las que es correcto comunicar información necesaria e importante a las fuentes adecuadas, cada vez son más preocupantes los rumores y la información tendenciosa. Las medias verdades y las insinuaciones se convierten en historias picantes en los labios de correveidiles no confiables. No hay manera de estimar el número de personas que han sido dañadas por los rumores, las exageraciones y las habladurías. Es posible que usted haya sido víctima de esto.

Tenga cuidado con lo que dice. Tenga cuidado de cómo lo dice y asegúrese de enviar el mensaje correcto, a la persona correcta y por el motivo correcto.

El sufrimiento nos obliga a tomarnos de las manos y a acercarnos íntimamente. —Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2016 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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“LLEVAD MI YUGO”

“LLEVAD MI YUGO”

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Pablo Martini
Programa No. 2016-11-14

alimentemos_el_almaCada mañana, la escena se repetía. Encorvada por el peso de su carga, una anciana caminaba lenta y quejosamente por las playas del lago Michigan cargando un pesado cubo de agua rumbo a su cabaña. Sus pies descalzos y heridos por las afiladas rocas, aumentaban el martirio al andar. Sus manos deformadas por el reuma, apenas lograban sujetar, sin que se caiga, la tan preciada carga. Pero esta mañana, su observador notó algo diferente. Alguien le había regalado un yugo de madera a aquella mujer. Ahora, cruzando el travesaño por los hombros, el esfuerzo era menor. Pero al fin de cuentas, no se quitó el sufrimiento. Las mismas piedras, las mismas heridas, el mismo peso, la misma fatiga. No dudó. Bajó aprisa por las escaleras del piso superior, detuvo a la anciana en su andar y le dijo: “Abuela, permita que yo comparta la carga.” Se puso bajo el yugo, del lado más pesado y juntos, joven y anciana, continuaron el viaje rumbo a la cabaña. Una historia análoga sucedió con cada uno de nosotros en el encuentro con Jesús. Un día, Dios observó desde su balcón de gloria nuestro pesado andar por la vida, nuestra pesada carga. Nos detuvo y nos hizo la invitación más hermosa: “Llevemos juntos el yugo”, compartamos la carga, deja de llorar, deja de sufrir. A partir de aquel día, hemos echado toda nuestra ansiedad sobre Él sabiendo que Él tiene cuidado de nosotros. El hombre y la mujer nacen con una mochila vacía que poco a poco se va cargando de “cosas” pesadas. Obligaciones, placeres que enredan, rencores antiguos, envidia y malos recuerdos. Toneladas que presionan, agitan y ahogan hasta impedirnos respirar y movernos con libertad. Sólo Aquel que tuvo los hombros más fuertes del mundo, pudo llevar, por su gran amor, la carga más pesada de todas: El pecado de todos nosotros. Es triste ver, aún hoy día, muchos que andan por ahí cargando su vida y no permiten que Él lleve la carga. Es más fácil, es más seguro, más placentero. “Echa sobre Jehová tu carga, que Él te sustentará.”

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Cristo ya transitó la Vía Dolorosa, para que tú hoy camines, por una senda hermosa.

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La visión de Cornelio

Hechos 10-12

9781586403546

La visión de Cornelio

alimentemos_el_alma10 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte[a]llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo judío y oraba a Dios continuamente. Como a la hora novena[b] del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio. Mirándolo fijamente y atemorizado, Cornelio dijo: ¿Qué quieres[c], Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y limosnas[d] han ascendido como memorial delante de Dios. Despacha ahora algunos hombres a Jope, y manda traer a un hombre llamado Simón, que también se llama Pedro. Este se hospeda con un curtidor llamado Simón, cuya casa está junto al mar[e]. Y después que el ángel que le hablaba se había ido, Cornelio llamó a dos de los criados[f] y a un soldado piadoso de los que constantemente le servían, y después de explicarles todo, los envió a Jope.

La visión de Pedro

Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar como a la hora sexta[g]. 10 Tuvo hambre y deseaba comer; pero mientras le preparaban algo de comer, le sobrevino un éxtasis; 11 y vio* el cielo abierto y un objeto[h] semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro puntas; 12 había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo. 13 Y oyó una voz[i]: Levántate, Pedro, mata[j] y come. 14 Mas Pedro dijo: De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro[k] o inmundo. 15 De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro[l]. 16 Y esto sucedió tres veces, e inmediatamente el lienzo[m] fue recogido al cielo.

Los mensajeros de Cornelio

17 Mientras Pedro estaba perplejo pensando en lo que significaría la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, después de haber preguntado por la casa de Simón, aparecieron a la puerta; 18 y llamando, preguntaron si allí se hospedaba Simón, el que también se llamaba Pedro. 19 Y mientras Pedro meditaba sobre la visión, el Espíritu le dijo: Mira, tres hombres te buscan. 20 Levántate, pues, desciende y no dudes en acompañarlos, porque yo los he enviado. 21 Pedro descendió a donde estaban los hombres, y les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido? 22 Y ellos dijeron: A Cornelio el centurión, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los judíos, le fue ordenado[n] por un santo ángel que te hiciera venir a su casa para oír tus palabras. 23 Entonces los invitó a entrar y los hospedó.

Al día siguiente se levantó y fue con ellos, y algunos de los hermanos de Jope lo acompañaron.

Pedro en casa de Cornelio

24 Al otro día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos. 25 Y sucedió que cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió a recibirlo, y postrándose a sus pies, lo adoró. 26 Mas Pedro lo levantó, diciendo: Ponte de pie; yo también soy hombre. 27 Y conversando con él, entró y halló* mucha gente reunida. 28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro[o] o inmundo; 29 por eso, cuando fui llamado, vine sin poner ninguna objeción. Pregunto, pues, ¿por qué causa me habéis enviado a llamar? 30 Y Cornelio dijo: A esta misma hora, hace cuatro días, estaba yo orando en mi casa a la hora novena[p]; y he aquí, un hombre con vestiduras resplandecientes, se puso delante de mí, 31 y dijo*: “Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus obras de caridad[q] han sido recordadas delante de Dios. 32 “Envía, pues, a Jope, y haz llamar a Simón, que también se llama Pedro; él está hospedado en casa de Simón el curtidor, junto al mar[r].” 33 Por tanto, envié por ti al instante, y has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado.34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo:

Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación el que le teme[s] y hace lo justo[t], le es acepto[u]. 36 El mensaje[v] que El envió a[w] los hijos de Israel, predicando[x] paz por medio de Jesucristo, que El es Señor de todos; 37 vosotros mismos sabéis lo que ocurrió en toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó. 38 Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra[y] de los judíos y en Jerusalén. Y también le dieron muerte, colgándole en una cruz[z]. 40 A éste Dios le resucitó al tercer día e hizo que se manifestara[aa],41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con El después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús[ab] es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos. 43 De éste dan testimonio todos los profetas, de que por su nombre, todo el que cree en El recibe el perdón de los pecados.

Los gentiles reciben el Espíritu Santo

44 Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje[ac]. 45 Y todos los creyentes que eran de la circuncisión[ad], que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, 46 pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios. Entonces Pedro dijo[ae]: 47 ¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? 48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos unos días.

Pedro informa sobre su visita a Cornelio

11 Los apóstoles y los hermanos que estaban por toda Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los que eran de la circuncisión[af] le reprocharon, diciendo: Tú entraste en casa de incircuncisos y comiste con ellos. Entonces Pedro comenzó a explicarles en orden lo sucedido, diciendo: Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión: un objeto[ag] semejante a un gran lienzo que descendía, bajado del cielo por las cuatro puntas, y vino hasta mí. Cuando fijé mis ojos en él y lo observaba, vi[ah] cuadrúpedos terrestres, fieras, reptiles y aves del cielo. También oí una voz que me decía: “Levántate Pedro, mata[ai] y come.”Pero yo dije: “De ninguna manera, Señor, porque nada impuro[aj] o inmundo ha entrado jamás en mi boca.” Pero una voz del cielo respondió por segunda vez: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro[ak].” 10 Esto sucedió tres veces, y todo volvió a ser llevado arriba al cielo. 11 Y he aquí, en aquel momento se aparecieron tres hombres delante de la casa donde estábamos, los cuales habían sido enviados a mí desde Cesarea. 12 Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar[al]. Estos seis hermanos fueron también conmigo y entramos en la casa de aquel hombre, 13 y él nos contó cómo había visto al ángel de pie en su casa, el cual le dijo[am]: “Envía a Jope y haz traer a Simón, que también se llama Pedro,14 quien te dirá palabras por las cuales serás salvo, tú y toda tu casa.” 15 Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió[an] sobre ellos, tal como lo hizosobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de las palabras del Señor, cuando[ao] dijo: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con[ap] el Espíritu Santo.” 17 Por tanto, si Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios[aq]? 18 Y al oír esto se calmaron[ar], y glorificaron a Dios, diciendo: Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conducea la vida.

La iglesia en Antioquía

19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución[as] que sobrevino cuando la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando la palabra a nadie, sino sólo a los judíos. 20 Pero había algunos de ellos, hombres de Chipre y de Cirene, los cuales al llegar a Antioquía, hablaban también a los griegos[at], predicando al[au] Señor Jesús. 21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número que creyó se convirtió al Señor. 22 Y la noticia[av] de esto llegó a[aw] oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabéa[ax] Antioquía, 23 el cual, cuando vino y vio la gracia de Dios, se regocijó y animaba a todos para que con corazón firme[ay] permanecieran fieles al Señor;24 porque era un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. 25 Y Bernabé salió rumbo a Tarso para buscar a Saulo; 26 y cuando lo encontró, lo trajo a Antioquía. Y[az] se reunieron con la iglesia por todo un año, y enseñaban a las multitudes[ba]; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.

27 Por aquellos[bb] días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra[bc]. Y esto ocurrió durante el reinado de Claudio. 29 Los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron enviar una contribución para el socorro[bd] de los hermanos que habitaban en Judea. 30 Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

Martirio de Jacobo y encarcelamiento de Pedro

12 Por aquel tiempo el rey Herodes[be] echó mano a algunos que pertenecían a la iglesia para maltratarlos. E hizo matar a espada a Jacobo[bf], el hermano de Juan.Y viendo que esto agradaba a los judíos, hizo arrestar también a Pedro. Esto sucedió durante los días[bg] de los panes sin levadura[bh]. Y habiéndolo tomado preso, lo puso en la cárcel, entregándolo a cuatro piquetes[bi] de soldados para que lo guardaran, con la intención de llevarlo ante el pueblo después de la Pascua. Así pues, Pedro era custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él. Y esa noche, cuando Herodes estaba a punto de sacarlo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas; y unos guardias delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí, se le apareció un ángel del Señor, y una luz brilló en la celda; y el ángel tocó a Pedro en el costado, y lo despertó diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas cayeron de sus manos.Y el ángel le dijo: Vístete y ponte[bj] las sandalias. Y así lo hizo. Y le dijo* el ángel: Envuélvete en tu manto y sígueme. Y saliendo, lo seguía, y no sabía que lo que hacía el ángel era de verdad, sino que creía ver una visión. 10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salieron y siguieron por una calle, y enseguida el ángel se apartó de él. 11 Cuando Pedro volvió en sí, dijo: Ahora sé en verdad que el Señor ha enviado a su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos. 12 Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban. 13 Y cuando llamó a la puerta de la entrada, una sirvienta llamada Rode salió a ver quién era[bk]. 14 Al reconocer la voz de Pedro, de alegría no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba a la puerta. 15 Y ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Y ellos decían: Es su ángel. 16 Mas Pedro continuaba llamando; y cuando ellos abrieron, lo vieron y se asombraron. 17 Y haciéndoles señal con la mano para que guardaran silencio, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y les dijo: Informad de estas cosas a Jacobo[bl] y a los hermanos. Entonces salió, y se fue a otro lugar.

18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobrequé[bm] habría sido de Pedro. 19 Y Herodes, después de buscarlo y no encontrarlo, interrogó a los guardias y ordenó que los llevaran para ejecutarlos. Después descendió de Judea a Cesarea, y se quedó allí por un tiempo.

Muerte de Herodes

20 Herodes estaba muy enojado con los de Tiro y de Sidón; pero ellos, de común acuerdo se presentaron ante él, y habiéndose ganado a Blasto, camarero del rey, pedían paz pues su territorio era abastecido por el del rey. 21 El día señalado, Herodes, vestido con ropa real, se sentó en la tribuna[bn] y les arengaba. 22 Y la gente gritaba: ¡Voz de un dios y no de un hombre es ésta! 23 Al instante un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y murió[bo] comido de gusanos.

24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

25 Y Bernabé y Saulo regresaron de[bp] Jerusalén después de haber cumplido su misión[bq], llevando consigo a Juan, llamado también Marcos.

Notas al pie:

  1. Hechos 10:1 I.e., unidad militar romana compuesta de varias centurias
  2. Hechos 10:3 I.e., las tres de la tarde
  3. Hechos 10:4 Lit., es
  4. Hechos 10:4 U, obras de caridad
  5. Hechos 10:6 Algunas versiones agregan: El te dirá lo que es necesario que hagas
  6. Hechos 10:7 O, siervos
  7. Hechos 10:9 I.e., las doce del día
  8. Hechos 10:11 O, receptáculo
  9. Hechos 10:13 Lit., vino una voz a él
  10. Hechos 10:13 O, sacrifica
  11. Hechos 10:14 O, no santo; lit., común
  12. Hechos 10:15 O, no santo; lit., común
  13. Hechos 10:16 O, receptáculo
  14. Hechos 10:22 Lit., avisado o revelado
  15. Hechos 10:28 O, no santo; lit., común
  16. Hechos 10:30 I.e., de las tres a las cuatro de la tarde
  17. Hechos 10:31 O, limosnas
  18. Hechos 10:32 Algunos mss. agregan: y cuando llegue, él te hablará
  19. Hechos 10:35 O, le reverencia
  20. Hechos 10:35 Lit., obra justicia
  21. Hechos 10:35 O, Dios se agrada de él
  22. Hechos 10:36 Lit., La palabra
  23. Hechos 10:36 Algunos mss. dicen: El envió la palabra a
  24. Hechos 10:36 O, anunciando el evangelio de
  25. Hechos 10:39 O, el campo
  26. Hechos 10:39 Lit., un madero
  27. Hechos 10:40 Lit., concedió que se hiciera visible
  28. Hechos 10:42 Lit., que éste
  29. Hechos 10:44 Lit., la palabra
  30. Hechos 10:45 Lit., creyentes de entre la circuncisión; i.e., judíos cristianos
  31. Hechos 10:46 Lit., respondió
  32. Hechos 11:2 Lit., los de entre la circuncisión; i.e., judíos cristianos
  33. Hechos 11:5 O, receptáculo
  34. Hechos 11:6 Lit., y vi
  35. Hechos 11:7 O, sacrifica
  36. Hechos 11:8 O, no santo; lit., común
  37. Hechos 11:9 O, no santo; lit., común
  38. Hechos 11:12 O, sin hacer ninguna distinción
  39. Hechos 11:13 Lit., y diciendo
  40. Hechos 11:15 Lit., cayó
  41. Hechos 11:16 Lit., cómo
  42. Hechos 11:16 O, en
  43. Hechos 11:17 O, impedir a Dios
  44. Hechos 11:18 Lit., se callaron
  45. Hechos 11:19 O, tribulación
  46. Hechos 11:20 Muchos mss. dicen: helenistas
  47. Hechos 11:20 O, anunciando el evangelio del
  48. Hechos 11:22 Lit., palabra
  49. Hechos 11:22 Lit., se oyó en los
  50. Hechos 11:22 Lit., hasta
  51. Hechos 11:23 Lit., con propósito de corazón
  52. Hechos 11:26 Lit., Y sucedió que
  53. Hechos 11:26 Lit., una gran multitud
  54. Hechos 11:27 Lit., En estos
  55. Hechos 11:28 Lit., la tierra habitada
  56. Hechos 11:29 Lit., servicio
  57. Hechos 12:1 I.e., Herodes Agripa I
  58. Hechos 12:2 O, Santiago
  59. Hechos 12:3 Lit., Eran los días
  60. Hechos 12:3 O, de los Azimos
  61. Hechos 12:4 Gr., tetradion; i.e., un grupo de cuatro soldados
  62. Hechos 12:8 Lit., cíñete y átate
  63. Hechos 12:13 O, salió a abrirle
  64. Hechos 12:17 O, Santiago
  65. Hechos 12:18 Lit., qué, por tanto,
  66. Hechos 12:21 O, el tribunal
  67. Hechos 12:23 Lit., expiró
  68. Hechos 12:25 Algunos mss. antiguos dicen: a
  69. Hechos 12:25 Lit., ministerio
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